Partida Rol por web

Cástor frunció el ceño ante el tono de desprecio de Ramase, sin saber qué diablos le pasaba para hablar así.

-Quizás no lo desprecies tanto cuando cierre tus heridas en el futuro... Si es que decide hacerlo-replicó. Por lo demás, parecía que el plan estaba claro. No era el mejor plan, estaba seguro de ello. Aún estaba recuperándose de las heridas sufridas ayer, y estaba razonablemente convencido de ser el único miembro de aquel grupo que podía atender a otros en caso de ser heridos... Pero también lo estaba de encontrarse en inferioridad en aquel grupo. Y lo último que necesitaban en aquel momento era ponerse a discutir entre ellos. 

Musitó entre labios una breve oración, implorando su protección a Pélor, antes de asir con fuerza el escudo y su maza y empezar a avanzar. Con un poco de suerte, lograrían salir de esta enteros. 

Cuando los aventureros se aproximan en la dirección que el familiar de Filos había indicado, un lobo salió a su encuentro y empezó a ladrar. Estaba claro que estaba dando la alarma a los miembros del interior de la cueva.

Instantes después una jabalina voló por los aires para clavarse en el pecho de Ramase y gracias a su defensa total fue capaz de esquivarla en el último momento.

Filos apretó los dientes. Les habían descubierto!

-TANTOR ATACA A LOS TRASGOS! -ordenó el filo del ocaso a su familiar. 

A Filos no le gustaba usar a Tantor en combate pero seguro que él sí que sabía señalar donde estaban sus enemigos. Agarró con fuerza su hacha y siguió al animal. Si se encontraba un solo enemigo, lo abatiría con su arma y si se encontraba con un grupo, usaría su conjuro de área.

El mojigato se hacía el ofendido pero por nada del mundo quería Ramase que sus asquerosas manos le tocaran. 

Antes muerto.- Ya hablaría de ello con él en otro momento. Ahora tenían una amenaza a la que enfrentarse. Y así fue. En cuanto avanzaron un poco siguiendo el plan, una jabalina reboto en la armadura que llevaba bajo las andrajosas ropas.

- Putos seres insignificantes.- Eran numerosos como hormigas y molestos como moscas. Parecía que iban a tener compañía pero antes debían encargarse del lobo.

Cástor no era de reacciones rápidas, algo que ya se dejó entrever en el anterior combate. No era una buena opción para abrir la marcha, y aunque en esta ocasión el ataque no le alcanzó a él por pura suerte, puede que las siguientes no tuviera la misma fortuna. Avanzó junto con el resto, intentando atacar a algún enemigo, pues debían acabar pronto con esto. 

El lobo fue más rápido que cualquiera de los allí presentes y cargó contra Cástor, pero tuvo tanta mala suerte que terminó tropezando con una piedra y cayendo al suelo. En ese instante, una nueva jabalina voló por los aires pero Filos logró esquivarla.

A pocos metros de allí pudieron ver a un kobold en el interior de un resquicio de la montaña. Sin duda ese debía ser el lugar donde se hallaba la entrada, aunque solo había uno. Muy probablemente, la alarma del lobo ya habría alertado al resto, así que era imposible entrar en silencio.

Aprovechando que el lobo estaba tirado en el suelo, los tres aventureros se acercaron a él para acabar con él sin dudarlo. El perro estaba muerto, pero aún había mucha rabia que exterminar. Aunque por suerte, ya habían dado con el interior de la cueva.

Allí estaba el enemigo, era el momento de moverse y atacar. Aunque el clérigo decidió no cargar alocadamente, por tentador que fuese, si no simplemente avanzar hacia el enemigo, con la maza lista para golpearle si se ponía a tiro. Puede que no fuera la táctica más valerosa, pero probablemente era la más prudente, sobre todo dado que no conocían el terreno, ni el número de enemigos. 

Filos saltó por encima del lobo y emprendió una furibunda carrera hasta su objetivo, el goblin de la entrada de la cueva. Cuando le faltaban un par de metros aulló y levantó su enorme hacha en diagonal sobre su cabeza. Cuando la hizo descender llevaba consigo peligro de muerte para la pequeña criatura.

Al ver tropezar al lobo en su carga contra Cástor, Ramase aprovechó el momento para intentar penetrarlo con su lanza.

Finalmente llegáis sin más contrariedades, os adentráis dentro de la pequeña aldea formada por poco más de 100 habitantes.

Pronto llegáis al final de vuestro recorrido.

Un cartel sobre la puerta de un edificio anuncia:

"Emporio de Sten Buenavendedora".

Poco puede verse ya de la cabaña original, debido a los numerosos añadidos que se han hecho por todos los lados, incluido el construir un piso superior. Lo que antaño fue el porche delantero ahora sirve como escaparate acristalado.

Equipo de toda clase llena las abundantes estanterías y cajas que pueden verse a través de las cristaleras, incluidas linternas, antorchas, balas de algodón, bolsas de semillas y mucho más.

Ese  es el primer edificio que os encontráis al llegar a la aldea, más adelante se puede ver un par de edificios más, una pequeña capilla de Pelor y una modesta taberna.

Al llegar, sudoroso por la caminata, nos paramos ante el "Emporio". Me apoyo contra la pared de uno de los anexos para descansar la espalda.

-¿Y bien? Había una tarea que hacer aquí ¿no?

Me giro mirando a mis compañeros, principalmente a Rudolphus que es el que había sugerido parar aquí.

-¿Cual es el siguiente paso?

Tras hablar Bjorn, Wilhelm se quedó mirando a Rudolphus también. No le había quedado muy claro qué harían en este lugar así que aguardaría a su respuesta.

El trayecto no fue demasiado largo y sirvió para que el grupo explicara sus andanzas hasta llegar a Tormentos. Era una buena ocasión para establecer ciertos lazos de confianza con aquellos que, muy posiblemente, tendrían que guardar las espaldas en caso de problemas.

Entre alguna que otra fanfarronería de Erik, llegaron a Loto. Aquella aldea no era demasiado grande y el hechicero pensó que no sacarían demasiado de provecho en aquel lugar. Pero la insistencia de su compañero Rudolphus había sido suficiente como para aceptar aquel encargo.

-Y bien Rudolphus, a quién tenemos que ver en esta bucólica aldea? No será a una antigua amante a la que quieres festejar de nuevo, eh, pillín?

Erik acompañó estas palabras con un manotazo amistoso en la espalda del anciano.

Ni si quiera Rudolphus estaba seguro a que venían, pero no iba a dejar que sus compañeros notaran su preocupación, así que con una sonrisa, les dijo:

- me parece que los más conveniente es que nos dirijamos hacia la taberna a que nos den más indicaciones de que necesitan los pobres pobladores.

Luego empezo a caminar hacia el lugar como si estuviera muy seguro a que habían venido.

Un gran edificio se alza en el centro del asentamiento. La luz brota de sus ventanas, y un amplio cartel sobre la puerta reza

"Posada de El Acantilado Verde"

"Sed bienvenidos"

El interior de la posada es tan cálido y hospitalario como parecía intuirse desde el exterior. El reconfortante olor del estofado y del pan recién horneado brotan de la cocina, mientras que una mujer corpulenta se mueve con prisas entre las mesas, escanciando bebida y sirviendo comida.

¿Viajeros? Bienvenidos. Tenemos comida, bebida y habitaciones. Todo limpio y caliente. Tras ello se gira hacia un par de trabajadores del campo que están sentados cerca del fuego. Dorf, Dissy, moveos; dejad a estos recién llegados un lugar junto al fuego. Los dos granjeros asienten amigablemente y se cambian a otra mesa.

Ahora, ¿qué puedo hacer por vosotros?

Entro en aquel lugar. Me parece acogedor. Mi nariz olfatea, casi inconscientemente, el aroma proveniente de la cocina.

Sin embargo, lo primero es lo primero. Espero a que Rudolphus hable con quien tenga que hablar para ver que tarea es esa a la que tenemos que enfrentarnos. De modo que me acerco a la fogata y acerco mis manos, sintiendo el calor lamer las puntas de mis dedos y reconfortándome.

Rudolphus entra al local y con una sonrisa se dirije a la mujer diciendo: Buenas tardes, mi buena señora, en nombre de mi grupo le agradezco la hospitalidad, seguramente más tarde halla tiempo para una buena comida y una buena siesta que de seguro ofrece; pero por ahora el asunto que nos trae aquí es un poco diferente, como vera somos un grupo de aventureros resuelve-problemas, hemos venido desde Tormentos pues allí se nos ha informado que tienen un problema en su poblado y acudimos a usted en búsqueda de más información al respecto, si fuera tan amable de darnos las indicaciones que considere, le estaremos inmensamente agradecidos.

Hace uso de toda la diplomacia que tiene a ver que logra, por su recibimiento ya no esta tan seguro de haber venido al lugar correcto para empezar.

Erik estuvo a punto de utilizar su verborrea picarona para obtener información sobre qué sucedía en aquel poblado. Pero frenó su impetuosa labia para dejar paso a Rudolphus, ya que había sido él quién había insistido en pasar por allí.

"Sí señor, abuelo, muy educado y amable" pensó al escuchar las palabras del clérigo. Ahora solo faltaba esperar que aquella posadera se confiara del grupo y les explicara cual era lo que les preocupaba.