Al ver que todos entraban intentando guardar silencio al entrar Kenshi decidió esperar en su posición pero tras ver a Barrabás en acción cambió de opinión. Se lanzó al ataque sin contemplar otras opciones, ya que si este era realmente el que les había causado tantos problemas no sería fácil de derrotar.
Motivo: Ataque a ser durmiente
Tirada: 1d20
Resultado: 19(+4)=23 [19]
Motivo: Confirmar crítico
Tirada: 1d20
Resultado: 8(+4)=12 [8]
Motivo: Daño a ser durmiente
Tirada: 1d6
Resultado: 6 [6]
Los rayos de sol bañaban la habitación, pero lo que despertó a la bestia que había en la cama fueron los primeros pasos de Kalicalwe que pisó los restos de un espejo roto que había en el suelo. El sonido alertó a la criatura que yacía dormida, pero no pudo reaccionar a tiempo y los aventureros se lanzaron sobre la cama para acabar con la bestia.
Barrabás golpeó con su cadena al extraño ser que estaba tumbado. Parecía una especie de hombre oso, o de oso hombre. Era un ser humanoide, cubierto de un tupido pelo de color pardo. Pero iba vestido con las ropas de un príncipe, aunque todas ellas estaban rasgadas y destrozadas. Era como si la ropa que llevaba puesta hubiese sido desgarrada para que le pudiera caber.
La cadena hirió de gravedad al señor del Castillo. Pero los ataques de Kenshi y Dagmar lo terminaron de rematar.
Las blancas sábanas de seda se tiñeron del rojo carmesí de la sangre que brotaba por las heridas causadas. Habían eliminado la amenaza del castillo en un momento. Había sido muy sencillo. Pero ahora podrían volver a la Aldea del Loto para informar que el Señor del Castillo había sido destruido y con él la aldea había sido vengada.
Dagmar levantó la espada en alto y la dejó caer sobre el cuello de la criatura: una, dos y tres veces, para separar la grotesca cabeza del cuerpo. Estaba agotada y dolorida, y le costaba incluso alzar el arma. Si ese monstruo era el "señor del castillo", necesitaban una prueba de que habían acabado con él.
Demasiado fácil, dijo. Las bestias del bosque habían acabado con Socar, y el mobiliario del vestíbulo casi la había matado a ella, pero el señor tenía que estar advertido de su presencia en el castillo. ¿Era una trampa, o acaso tenía una hibris tan desmesurada que le permitía dormir mientras extraños asaltaban su fortaleza?
Si el cadáver "se deja", Dagmar le corta la cabeza para llevarla al pueblo como prueba de la "hazaña".
Thorgus quedó sorprendido ante la facilidad con la que habían terminado con aquel ser. ¿Estaban realmente seguros de que era el Señor del Castillo? Todo parecía indicar que aquel era el hombre que estaban buscando así que solo tenían que volver al poblado y dar la noticia. Antes de sentarse eun momento para recapacitar sobre todo lo que había pasado no pudo evitar una mueca de desaprobación con el comportamiento de Dagmar, aunque entendía que era la única manera de demostrar que el trabajo estaba hecho.
-Tienes razón, ha sido demasiado fácil. Aun así no le demos más vueltas, hemos perdido más de lo que vamos a ganar. Dijo refiriéndose a Socar.
Moris examinó el cadáver con cuidado, deseaba compartir información acerca del individuo al que habían dado muerte.
- Hemos perseverado, sé que no da para un relato tradicional pero es la verdad; sólo este último paso ha sido sencillo pero el resto ha sido una proeza y deberíais celebrarla en lugar de ponerla en duda - sonrió hacia Dagmar y Thorgus, cruzando sus manos sobre su pecho al hacerlo -. Desde que amanecimos hace un día entero no hemos dejado de encontrarnos peligros, desde lobos y osos, pasando por monstruos con enredaderas y androsfinges, para terminar con mobiliario animado y esta bestia dormida; todo ello sin que flaqueasen las fuerzas ni descansásemos - miró al cuerpo descabezado y lo tapó con las ropas de cama, ya podía descansar de su maldición -. El señor del castillo no pudo aguantar el sueño mientras que nosotros nos empujamos a seguir y ahora, con el deber cumplido, Socar nos felicida desde Aquerón y a nosotros nos aguarda nuestra recompensa.
Tirada oculta
Motivo: Sanar: Obtener información del cadáverm si le afligía algún tipo de licantropía, si se le puede relacionar con los cuadros del salón
Tirada: 1d20
Resultado: 11(+10)=21 [11]
- Yo aquí preparándome para abalanzarme como un puma y el muy cretino va y se muere de un susto en la cama ¡Aaajajajá! Bueno, jejé, pues sí, a mí también me ha sabido a poco así que... - tiró de hechicería varia y se fue pasando por paredes y suelos de esta habitación antes de registrar las demás de la fortificación - ¿Quién me echa un cable en saquear el sitio y buscar algún arcón o tesoro que tuviera el señor del castillo escondido? ¿Hmmm?
Tirada oculta
Motivo: Buscar + Talento de elfo de encontrar Puertas secretas
Tirada: 1d20
Resultado: 9(+7)=16 [9]
La pesadilla de la aldea del loto parecía haber acabado, ahora sólo quedaba recoger lo que hubiera por allí de valor y volver a la aldea por la recompensa prometida. Phenios fue el primero en ponerse a buscar pero la verdad es que a Kalicalwe le podía el cansancio. Compañeros parece que todo ha acabado ya, sin duda creo que debemos saquear este lugar antes de volver a la aldea por nuestra recompensa. Eso sí, yo voto por descansar primero haciendo guardias y cuando estemos todos repuestos saquear y volver. Ahora no me encuentro en mis mejores momentos entre el cansancio y las heridas. ¿Os parece bien que descansemos y mañana cuando estemos mejor saqueemos esto? A mi me da igual en que orden hagamos las guardias.
Zila había visto la escena desde la puerta. Siquiera había podido cruzar el umbral cuando la cadena de Barrabás hizo saltar sangre, pelo y astillas. La muchacha no pudo si no dar un ligero bote por el sobresalto, lo cierto es que al ver que todos trataban de moverse con cautela no había esperado tal reacción del orco. Y aunque todos parecían desconfiados por haber encontrado tan sencilla la muerte de aquel ser, Zila estaba segura de que podían dar gracias de haberlo encontrado dormido y no ofrecerle la oportunidad de ponerse en pie para plantarles cara, pues de haberse librado una batalla real alguno podría haber pagado con su vida.
-Me parece bien lo de descansar, pero entonces pactemos de antemano como irá esto del saqueo, porque bien sabemos que en la aldea nos ofrecerán comida y descanso, pero nada de oro...- Y lo de comida es un decir, caldo de verduras, o sopa de piedras - Así que sería muy estúpido no llevarnos lo que nos pueda valer, este despojo ya no lo va a necesitar- dijo señalando la cabeza que sujetaba Dagmar, de quien había visto bien que la cortase -Y sinceramente, también deberíamos acordar qué se hará con lo conseguido- Si a algo no estaba dispuesta era a que tras llegar hasta ahí ahora los oportunistas se quedasen con el botín, mientras unos dormían los otros se llenasen los bolsillos y cerrasen la boca. Ella misma estaba tentada de actuar así, pero en aquel grupo eran mayoría los que se conocían de a saber cuánto tiempo y ella solo podía contar con el elfo zalamero, quien posiblemente no compartiría la consideración de actuar de aquel modo para con el resto del grupo.
La propuesta de Kalicalwe le pareció la más acertada dada la situación. - Yo también opino que lo primero será descansar y una vez estemos todos recuperados empezaremos con el saqueo del lugar. - Miró el aspecto de la mayoría, estaban heridos y agotados. - Me ofrezco para hacer la primera guardia junto a alguien. - Luego miró a Zila con cara de picarón. - Menos contigo preciosa, que entonces solo te prestaría atención a ti. - Le guiñó un ojo de manera teatral y esperó a que el resto de compañeros hablasen.
Asintió a Kenshi, aunque seria. Estaba muy de acuerdo en no hacer la misma Guardia, era la mejor forma de guardarse las espaldas entre ellos.
En cuanto Dagmar le cercenó la cabeza del cuerpo, el "Señor del Castillo" se transformó. La cabeza de la horripilante bestia se convirtió en un hermoso hombre de cabellos rubios, ojos azules y sonrisa blanquecina. Su cuerpo, inerte sobre la cama, perdió todo el pelo que le daba la apariencia de una bestia y dio paso al de un hombre delgado y de piel blanca pero con los restos de su ropa hecha jirones.
Al matarle, parecía que hubiesen deshecho la maldición que cernía sobre él y ahora podían ver lo que era su verdadera apariencia.
Phenios volvió a lanzar su conjuro para detectar magia y comprobó que lo que ya quedaba ahí era tan solo una magia residual. Efectivamente, con la muerte del señor, la magia se había disipado... En cuanto a lo de encontrar puertas secretas, no pareció ver ninguna.
Dagmar agarró la cabeza por la rubia cabellera y la levantó para que los demás la vieran. Bajo el horrible monstruo había un hombre, que se revelaba en la muerte. Uno demasiado hermoso para ser capaz de soportar semejante destino con la cordura intacta.
No me sorprende que rompiera los espejos, dijo la mujer tuerta. Dagmar recordó su impresión de sí misma cuando se vio reflejada en un espejo por primera vez tras ser liberada de la celda. Sucia y macilenta, parecía haber envejecido diez años, y donde debía haber estado su ojo, una grotesca encrucijada de cicatrices que haría fruncir el ceño a un cirujano.
Apartó la mirada del rostro difunto y lo envolvió en una sábana para trasportarla con más comodidad. Cuál era la naturaleza de la transformación, o si podían haberla deshecho por otros medios, era un cuestión que ya no había motivo para plantearse. Aunque, si el responsable estaba en la aldea, tal vez aún no habían acabado aún sus problemas.
Me parece bien. Dormir, comer, registrar el castillo y regresar.
Ya sabíamos que era un druida cambiaformas, no había sorpresa para Barrabás. El orco cogió la almohada del druida y comprobó su mullidez, para echarse en la misma habitación contra una esquina descansando la espalda tras otra matanza bien hecha, estaba totalmente convencido de haber hecho lo correcto al destrozar al druida sin dejarle conjurar, por lo que ahora merecía aquel descanso - Este buen sitio - Y con la almohada a la espalda empezó a descansar mientras el resto se ocupaba de sus propios menesteres
A descansar que Barrabás ya está exhausto y está en un dormitorio
- Soberano desgraciado, bien que te queda ese corte a la altura de los hombros - Phenios había registrado palmo a palmo la entrada, el comedor, la escalera, la habitación de espejos y el dormitorio, quemando magia como si le fuese a caducar y toqueteando las paredes cual bufón en clase de mímica -. No hay nada, absolutamente cero; ni una sola puerta secreta, trampilla o caja fuerte.
Se llevó las manos a la cabeza y le dio la risa, una quebrada y cansada, propia de quien lleva un ciclo solar entero sin pegar ojo ni dejar de combatir.
- Jijijijí, al menos... Al menos no cabe duda al respecto de la maldición, ¿la magia que os dije que tenía impregnados los muros de este castillo? Pirún-pun-pun - gesticuló con las manos el derrumbamiento de una estructura - Se empezó a desvanecer con la muerte de ese tipo, ahora sólo queda una marca residual de lo que fue el hechizo sobre este lugar y ese guaperas muerto, Jijijijí.
Moris apretó las palmas de las manos y rezó a Wee Jas para que le diese una última bendición aquel día, un último empujón antes de que se pusiesen a merced del sueño y dependiesen por completo de la alertas de aquellos entre ellos que fuesen a hacer las guardias.
- Dama Carmesí, los horrores sinsentido han llegado a su fin con la muerte del Señor del Castillo y La Aldea del Loto podrá volver a florecer gracias al coraje desempeñado por quienes aquí nos encontramos - bajó la cabeza hasta que la purta de sus dedos tocaron el velo sobre sus ojos, aguardó allí un momento y, al alzar la vista, parecía sonreír -. Te doy gracias por recibir a Socar más allá de las Puertas de la Muerte, por brindarme la oportunidad de estar en tan valiente compañía y por librarme de la cáscara nacarada con la que nací - exhaló el aire que, por puro nerviosismo, llevaba conteniendo en su interior antes de caminar con pasitos cortos y rápidos, como si flotase sobre el suelo, en dirección a Kalicalwe.
-Tengo un último hechizo, antes de nuestra hazaña no podría haber hecho nada con él pero ahora - casi le temblaba el labio de la emoción pues jamás habría creído ser digna de eclosionar a su cuerpo actual y sentía este cambio como una intervención de su deidad -; ahora puedo desmenuzarlo en poder curativo, permitidme que atienda vuestras heridas.
Motivo: Curar heridas leves sobre Kalicalwe
Tirada: 1d8
Resultado: 8(+8)=16 [8]
Sanador espontáneo (2/3) Curar heridas leves sobre Kalicalwe Tirada: 1d8 Resultado: 8(+8)=16
Thorgus toma buena nota del sugerido descanso y se acomoda en un rincón junto a Darlo, no era lo más mullido de toda la habitación pero esa no iba a ser la primera vez que durmieron cómodamente el uno junto al otro. Antes de caer rendido sobre el pelaje del lobo lo último que acertó a decir fue algo parecido a una propuesta de vigilancia.
-Si necesitáis relevos despertarm....
Casi sin poder acabar la frase cayó rendido como un niño pequeño después de estar todo el día jugando sin descanso.
Viendo como ya varios se dedicaban a conciliar el sueño no quiso quedar atrás, debía estar lista y descansada a la hora de relevar a Kenshi.
Se tumbó junto al elfo y se acomodó de costado, abrazada a sus armas.
- Avísame si sientes que el cansancio se apodera de tí, uno de los dos ha de estar despierto y no quiero tener que arrastrarte por el bosque de vuelta a la aldea- le dijo en un tono bajo pero que podría oir él y los cercanos. Su expresión era seria, dura con aquellos ojos tiznados. Realmente veía a Kenshi más necesitado del descanso inminente que ella, pero creía que él insistiría en hacer la primera guardia igualmente, pues sus formas caballerescas así le harían actuar. Zalamero, conquistador nato... Pensó mientras se le escapaba un gran bostezo. Cerró después los ojos, pero al momento los volvió a abrir como si de pronto recordase algo importante.
-¡Ah! Y ni se te ocurra meterme mano mientras duermo, no dudadudaré de convertirte en eunuco- amenazó al elfo de los bosques y volvió a cerrar los ojos para dormirse finalmente.
Todas las heridas de Kalicalwe sanaron con el conjuro de Moris gracias karuth por brindarme la sanación que te concede tu diosa esto le trajo a la memoria como Phenios pensó antes de encontrarnos con el señor del castillo que era más conveniente sanar al orco que a él simplemente porque Barrabás era más efectivo en combate que él. Aunque eso fuese cierto, esa actitud cambió la opinión del elfo mercenario respecto al elfo pelirrojo. Kalicalwe valoraba la nobleza, y aquel comentario era práctico pero no de una persona noble. Miro de soslayo y fugazmente a Phenios, él no sabía que Barrabás había apostado por abandonar al elfo cuando los lobos se abalanzaron sobre Phenios, fue gracias a Kalicalwe y a Erik que aún estaba vivo. Así que no olvidaría ese comentario, al menos de momento.
Se giró hacia Dagmar que aún no se había echado a dormir descansa, si lo crees oportuno, yo vigilaré junto con Kenshi hasta la próxima guardia.
Gracias, respondió a Kalicalwe. Estaba exhausta, y no estaba segura de por qué. Aún le faltaba para recuperar las energías que había tenido años atrás. Si es que podía hacerlo; ya no era tan joven. Enseguida.
Antes de acostarse, Dagmar fue hasta el vestíbulo del castillo y cerró las puertas para que no se colara ningún animal despistado. Pensó en bloquearlas, pero decidió que las amenazas podían llegar desde el bosque, mas también desde el propio castillo, y no había otro lugar por el que escapar, si se veían forzados a huir.
Despiértenme en un par de horas, pidió. Podemos hacer cuatro guardias, de dos en dos.
/A dormir.