Partida Rol por web

Dagmar soltó las correas de la vaina de su espada y la apoyó contra la pared antes de unirse al elfo.

Buen día, Kalicalwe, le saludó, y que el deseo se haga realidad, pues esperamos batalla antes de que acabe el día. 

Traslos minutos de contemplación antes de dirigirse al salón, la mujer estaba impaciente por ponerse en camino. Los momentos antes de las contiendas, la anticipación de la violencia, eran peores que el momento en que se desencadenaban. Y mas en empresas como la que les ocupaba, que no eran batallas reales, sino pugnas con lo desconocido, lo inesperado. A la incertidumbre se la expulsaba con movimiento.

Buen día, compañera, así es pues la última vez que fui me tuve que volver y no soy de los que les gusta dejar las cosas a medias. Phenios cayó ante el ataque de los lobos y una paladín que nos acompañaba nos abandonó en mitad del bosque. Entre los que somos ahora sólo estábamos Barrabás y yo en buenas condiciones porque Erik no sé donde anda, no lo he visto desde hace un tiempo y vino hasta aquí con nosotros. Decidimos volver Erik y yo, Barrabás seguía con la intención de continuar a pesar de que de los cinco que eramos al principio quedábamos tres. Pero aunque sea un mercenario guerrero, no soy un descerebrado y creo que tomamos una buena decisión al volver sobre nuestros pasos por mucho que me disgustara. Espero que esta vez sea diferente.

Decir que había dormido a pierna suelta seria mucho decir. La noche antes de una batalla anunciada era imposible caer en el idílico mundo de los sueños como si nada. Descansar sí, pero más por la conciencia de la importancia de hacerlo que por estar tan segura del éxito de la misión como para estar despreocupada.

Las primeras luces de la mañana se colaban tímidas por la ventana y Zila decidió tomarse unos minutos más saboreando estar bajo un techo, entre cuatro paredes y sobre un lecho caliente. Recordaba con cierta melancolía las noches al raso por Calimport, con tan solo una tienda y las estrellas. Le gustaba dormir de vez en cuando en la carreta, o al raso incluso, pero con un tiempo inclemente.

Finalmente se puso en pie, deßperezandose desvergonzadamente. Tal vez aquella sería su última comida, su última noche en una posada y su último día entre los vivos. 

Y qué le vas a hacer. ¿Acaso preferirías una jaula de oro?

No, ella no había nacido para ser un pajarillo, precioso y encerrado para ser exhibido. 

Se aseó, se puso sus ropas, se arregló el cabello a su manera y se tiznó los ojos.

Veamos ese elfo zalamero, capaz de haberse quedado pegado a las sábanas. 

Y salió de su habitación.

Alguien comenzó a aporrear la puerta sin ninguna piedad ni miramiento.

-¡Venga conquistador! ¡Es hora de salir de las mantas!- le gritaba Zila desde fuera.

Moris abrió los ojos, salió de la cama, se lavó la cara, se vistió y rezó frente a la ventana con ambas manos cruzadas sobre su pecho.

'Doy gracias por este amanecer, Dama del Libro de Huesos,
por permitirme velar por los vivos al igual que vos guardáis a los muertos.

Ayer aprendí que hay recompensa en el trato justo y sorpresas bajo el metal oscuro. Ayer fuimos a las montañas a buscar a una persona presa de su propia magia, un dragón nos interceptó pero mis palabras insipiraron a Dagmar a hablar con la bestia y pudimos salir de allí con vida; en Tormentos Cristalinos nos contactó la banda de Erik Von Tompshen y Kalicalwe, había cruzado saludos con ellos antes a la salida de la ciudad días antes, y nos convencieron para venir a poner orden en la aldea del Loto, donde los animales están alterados por el poder de un mago. Os doy gracias por permitirme vivir un día más, para aprender de mis errores y no cometerlos de nuevo; marcho hoy a impartir el aliento de vida que permita la muerte a su debido tiempo y con la obra cumplida, honren mis actos vuestros deseos.

Sea la vela y la pluma,

Sea la regla y el candor,

Sea Karuth que consuma

por Wee Jas su labor'

Tras esto descendió las escaleras con pasos menudos pero rapiditos, al ser sus pies invisibles bajo sus ropajes parecía que el karuth flotaba sobre el suelo y su cuerpo se movía por el tirón de algún hilo con el que algún marionetista le conducía. Cruzó las manos sobre su pecho e inclinó la cabeza hacia Dagmar y Kalicalwe.

- Dichoso amanecer, procuraré no retrasar la salida e iré a llevar el desayuno a Socar, Thorgus y Darko de inmediato -trató de explicarle su petición al tabernero, dejando claro que sus amistades no podrían venir a desayunar allí y que no cabía otra que ir con los platos y que él se comprometía a traerlos de vuelta- Les diré que os esperen en la puerta ¿Correcto?

Fue una buena decisión, y confío en que no tengamos que tomarla esta vez, respondió a Kalicalwe. No confío tanto en que todos regresemos vivos, pero así es lavida que hemos elegido.

Dagmar bajó la cabeza y levantó las manos, con las palmas abiertas, como respuesta al saludo del karuth, que fue el siguiente en llegar al salón.

Le acompañaré, declaró. Una buena cena y la comodidad de una cama de verdad, que no se meciese continuamente como las hamacas de los barcos donde había pasado la mayor parte de las noches de las últimas semanas, le habían hecho apartar de su mente a los compañeros que habían pasado la noche al raso, sin siquiera una tienda en la que guarecerse. Un olvido vergonzante.

Kenshi ya se había levantado, aseado y se acaba de colocar los pantalones cuando llamaron a la puerta a base de golpes. Le faltaba colocarse la parte superior pero se dirigió deprisa a la puerta por si había ocurrido algo. Justo antes de coger el pomo escuchó como Zila empezó a gritarle pensando que estaba dormido y Kenshi no pudo evitar sonreír ante la actitud de su compañera. Le atraía la forma de ser de Zila, y a diferencia que Kenshi sus modales y comportamientos eran toscos, pero estaba convencido que en su interior se escondía una Zila que era tierna y dulce.

Le abrió la puerta cuando terminó de gritarle con el torso sin ropa y el pelo todavía enmarañado. Acercó su cara a la sorprendida cara de Zila - Buenos días preciosa - dijo con un tono dulce - te ofrecería entrar mientras termino de arreglarme pero lo más seguro es que rechaces la invitación. - Se volvió al interior del cuarto para terminar de vestirse pero dejó la puerta abierta. - ¿Y eso de conquistador? Todavía no he pasado por tu habitación a darte las buenas noches. - Se pasó los dedos por el pelo para darle un poco de forma mientras miraba a Zila de reojo y cogió el resto de sus cosas antes de salir de la habitación.

- Vamos preciosa, hoy nos espera un día duro y debemos comer ya que no sabremos cuando lo volveremos a hacer. -

Ya se escuchaba ruido de la gente que había bajado, quizás ansiosos por salir cuanto antes y enfrentarse a los peligros que les esperaban o acojonados y nerviosos por no saber que se podrían encontrar e intentaban disimularlo.

Bajó junto con Zila que lo había esperado en la puerta de su habitación y empezó a saludar a los que allí se encontraban.

- Todavía falta gente por bajar por lo que veo. - dijo dirigiéndose a los allí presentes - Nosotros vamos a ir desayunando mientras baja el resto, - Dijo mientras se sentaban en una de las mesas - y si no habéis desayunado aun hay sitio de sobra para que compartamos mesa. - Mientras les ofrecía asiento a Dagmar y a Kalicalwe, ya que Karuth tenía otras intenciones.

Phenios apareció con el pelo alborotado y la mirada atacada, pese a que los elfos podían optar por no dormir y, en su lugar, meditar, al parecer el pelirrojo había dado muchas vueltas durante la noche y ahora se le notaba alteradillo.

- --- Días -farfulló antes de lanzarse a comer algo y tener los ojos puestos sobre la puerta y ventanas, sobresaltándose a todo ruido súbito- No acabo de llegar y ya me quiero ir, que vengan ya los lobos a mí, no aguanto esta antesala a los bosques.

El tabernero saludó a todos los recién despertados y les fue sirviendo el desayuno vegetariano con una gran sonrisa. Estaba muy contento porque confiaba en aquella compañía que seguramente serviría para acabar con el mal que tanto tiempo llevaba acechando a su aldea.

No pudo contener una mueca de sorpresa al salir el elfo a la puerta, con el torso al descubierto. Pero Zila no pareció ruborizarse ni sentir rubores subiéndose por el cuerpo. Aunque tampoco podía negar que resultaba más atractivo de lo que había esperado en los varones de aquella raza.

-Lo digo por la elfa de la taberna- respondió a lo de que no había pasado a darle las buenas noches.

Bajaron al comedor, algunos ya estaban allí y a punto estuvo Zila de provocar a Kenshi alegando que si él no hubiese tardado en acicalarse hubiesen sido los primeros. Pero decidió no hacerlo porque, a fin de cuentas, ser los primeros en bajar no ofrecía ventaja alguna, incluso podía denotar rasgos negativos, como por ejemplo haber sufrido insomnio toda la noche por los nervios, cosa de novatos o débiles, o podía significar que se era tan estúpido como para estar ansioso por partir en busca de la posible muerte. Ninguna de esas dos cosas resultaba positiva. Claro que llegar de los últimos era igual de malo, pues también podía ser de cobardes o de poco comprometido con el grupo. 

No saludó explícitamente a los ya presentes, es más, alguno diría que siquiera saludó. Simplemente les miró con aquellos ojos cubiertos de carbón que dibujaba una franja horizontal y gruesa que cruzaba de lado a lado su rostro, enmarcando sus ojos en una especie de cinta oscura. Aquellos ojos claros y salvajes. Todo el aspecto de Zila era salvaje, con sus adornos de plumas, cuerdas y cuentas.

-El desayuno- asintió tomando asiento. Tal vez el último.

Miró al agorero Phenios. Tan dramático y dispuesto a morir ya. Le hubiese despreciado, pero sabía lo que había vivido, cosa que no decía mucho a favor del elfo, pero él ya había visto algo de aquello a lo que deberían enfrentarse. Habían cosas más productivas e inteligentes que hacer con él que el hecho de mofarse.

-¿Qué es lo que visteis i encontrasteis la otra vez?¿Acaso tenían algo especial aquellos lobos?- Preguntó a Phenios animándole a soltar la lengua y así estar todos un poco más prevenidos. 

- ¡Dientes! ¡Garras! -respondió, claramente reviniendo algo, pues su mirada estaba en otro lugar- Pesaba un quintal, traté de dormirlo ¡Jajá! ¡Magia! - añadió gesticulando con las manos- Y entonces ¡Raaargh! ¡Al cuello! y me--- ¡Yaiiips! -de tanto hacer el cretino se cayó del asiento, golpeándose el costalar y quedando sin aliento.

Parte de él quería lamentarse más, no sabía que les había cogido tanto miedo a los lobos hasta ahora, pues creía que le bastaba con bromear de manera hiriente hacia sí mismo para normalizar y procesar lo ocurrido; pero no era así. La sola noción de ver de nuevo a Darko le ponía la piel de gallina y la conversión a cobarde del todo sería completa si no comenzaba a tomárselo en serio.

- Au, au, au... -resopló subiéndose de nuevo al asiento para luego tamborilear sobre la mesa con los nudillos, toco-toco-tó- Estaban coordinados y a la guerra, no a la caza, nada caza algo más peligroso; venían a por nosotros, la primera línea del bosque.

Terminó de desayunar, recogió su arco y se frotó las manos, listo para partir.

- Si no fuera porque ayer los sirvieron de cena no creo que concibiese la idea de que podían morir- miró a Kalicalwe, algo avergonzado por aquella admisión-, os habría tomado a todos por mentirosos porque no me lo creería -exhaló, buscando la concentración que, en aquel momento, no tenía consigo-. Así que a ver si esta vez estos ojos de elfo los ven venir y los erizamos de flechas hasta que dejen de moverse ¿Qué os parece?

Trató de sonreír pero lo que salió fue una mueca lamentable, Phenios no las tendría consigo hasta ver morir una de esas bestias con sus propios ojos.

Kalicalwe aceptó el ofrecimiento de Kenshi Helian y se sentó junto a ellos para desayunar. 

Él estaba acostumbrado a desayunar con leche, pero un zumo no le pareció mal opción junto con las otras frutas. 

Después respondió a Zila aquellos lobos sí que tenían algo diferente, eran demasiado agresivos.

Tras ello se dirigió al baño, no quería que le pillase sólo en medio del bosque haciendo sus necesidades cualquier maldita bestia del condenado lugar. Una vez satisfechas sus necesidades y con el estómago lleno comprobó una última vez que llevaba todo su equipo y bien puesta la armadura. 

Por último, miró a sus compañeros echando en falta al orco ¿alguien sabe algo de Barrabás? Cuando estéis listos partimos, nos están esperando en la puerta Moris, Dagmar, Socar y Thorgus. 

Estuvo tentado de irse ya a la puerta y esperarlos allí pero al pensarlo bien prefirió quedarse a hacer compañía al resto, no quería que desayunasen con prisa, más bien se le antojó buena idea que se lo tomasen con calma.

Barrabás llevaba el desayuno en las fauces y las armas a sus hombros. La armadura de cuero bien abrochada y con pereza se andaba recogiendo el pelo. Había dormido como un oso cavernario y olía como tal, mientras se anudaba la coleta y masticaba una pieza de fruta guardaba un nutritivo nabo en su axila para el camino - Listos woaah, sueño, a bosque negro

Ahora mismo habíamos tres elfos en la posada, tenía un pensamiento recurrente en su cabeza y quería transmitirlo sin que el orco se enterase. Por el simple hecho de que el orco era algo descerebrado y podía hablar más de la cuenta o reaccionar de forma inapropiada. No creía que el orco hablase élfico y menos aún cuando pronunciaba mal el idioma común a veces. No le gustaba dejarlo aparte pero no tenía más remedio por el momento. Así que se puso a hablar en élfico para que sus otros compañeros le entendieran y de camino saber si el orco se enteraba.

Compañeros, tengo una inquietud que ronda mi mente y no suelo equivocarme en estas cosas. Quien quiera escucharlo que me responda y miró a todos cerciorándose de que el orco no le entendía

Phenios disimuló un tap tap de su índice sobre su tabique nasal al escuchar a su hermano-de-otros-padres Kalicalwe.

Sin embargo también continuó gesticulando a los demás para que se pusiesen en marcha y partiesen cuanto antes.

Le sorprendió que Kalicalwe hablase en el idioma elfo cuando había más gente presente, y eso podría hacer desconfiar al resto de compañeros. Aun así inclinó la cabeza como en señal de afirmación.

- Será mejor ponernos en marcha lo antes posible y permanecer alerta cuando entremos en terreno enemigo. - buscó a Zila y sin que ella se lo esperase acercó su cara a la suya durante unos pocos segundos mirándola a los ojos y luego le besó la mejilla y apartó enseguida la cara esperando algún puñetazo o algún ataque con cuchillo. - Preciosa, no te separes mucho de mí, quizás necesite tu ferocidad. - Dijo mientras se terminaba de apartar y le guiñaba un ojo.

Kenshi utilizó esos segundos para susurrarle a Zila. _{- Luego hablamos de lo que me cuenten -} Y tras eso le dio un beso en la mejilla. Sabía que le cabrearía y de esa manera podría disimular lo que le había dicho, a demás la noche anterior ya habían visto los demás el tira y afloja que se llevaban ellos dos por lo que no debería de levantar sospechas.

Aun así deberían de encontrar otra forma de poder comunicarse o poder apartarse del grupo hacerse notar.

Kalicalwe siguió hablando al principio en común no tengáis prisa

y luego en élfico