Partida Rol por web

Por suerte para todos, al menos eso fue lo que pensó ella, mientras Xanaphia escondía los cuerpos sintió un leve cosquilleo en la punta de sus orejas. Le había pasado alguna que otra vez antes y, en lo que tardaban en bajar sus compañeros, se dedicó a buscar la leve corriente de aire que la llevaría hasta la puerta secreta. 

Cuando se reunieron enseñó su descubrimiento a todos y decidieron seguir por ahí en vez de probar suerte con alguna zona más transitada. -Por fin las dichosas escaleras aparecen- pensó la mujer con el pulgar hacia arriba al ver la oquedad que descendía, pero luego de obtener luz gracias al mago y bajar descubrieron que se encontraban en un 'cruce de caminos'. 

La guerrera miró los murales y una mueca de repulsa apareció en su rostro, movió su cabeza para desenredar el pelo que se le había encrespado al estar caminando por el techo y se acercó, con paso sigiloso y un fulgor azulado en los ojos, al foso del centro de la sala. Esperaba que su vista alcanzase a ver el fondo u oír algo aparte del ruido del agua o al menos poder hacerse una idea de para qué era, aunque los cadáveres semidevorados le inspiraban una idea nada halagüeña.

Eulendileas sabía que ese momento llegaría. Tarde o temprano se encontraría cara a cara con la muerte, y él la saludaría amablemente. Y si podía, la invitaría a un te. Pero no esperaba que la muerte fuera tan fea y tan llena de colmillos. Y siempre le habían dicho que la muerte no era algo parecido a un orco. No señor, a lo sumo sería un elfo gordo, porque delgado y esbelto era improbable, con una vara de un dragón y pies de gigante. Eso seguramente sería la muerte.

Pero el mediano supo reaccionar. No sería él quien no lo intentase. ¿Y si funcionaba? Otra historia más a contar a sus nietos.

¡Hay intrusos! ¡Se han colado y nos atacan por todas partes! ¡Arriba se necesitan refuerzos! ¡Corred! ¡Parece que usan magia y se disfrazan como orcos! ¡Tened cuidado! gritó mientras señalaba hacia atrás.

<< Que el ojo que todo lo ve de El que nunca duerme guarde a nuestros reyes caídos >>

Los intentos del mediano no colaron. Estaba bien que lo entendieran, e incluso si hubiera disfrazado como un orco es posible que pudiera haber colado, pero por muy persuasivo que fuera Eulendileas, era complicado intentar no resaltar lo evidente, un mediano les estaba dando órdenes.

Los tanarukk le mostraron una sonrisa con infinidad de dientes descolocados, se rieron a carcajadas, pues aunque no habían comprendido el idioma, quizá habían comprendido sus intenciones. Sin más, los dos dejaron atrás el custodiar las puertas y se encararon contra él.

Uno de ellos golpeó con su gran hacha al mediano, mientras que el otro golpeó sin más a su compañero. Y ahí es donde la suerte del mediano intervino, pues ambas criaturas se miraron directamente a los ojos y se empezaron a pelear por culpa de la pifia que habían sufrido. La sala era más amplia, pero los tanarukk estaban custodiando las dos puertas que acababan de dejar libres y era la oportunidad perfecta para escabullirte y adentrarte por ellas. O bien seguir luchando...

Al final se llevó un guantazo. La energía del mediano iba menguando a cada encuentro con los orcos, pero aún así no moría. Así que sintió confiado y, dejando a esos bichos feos pegarse entre ellos, continuó por la puerta que custodiaban.

Tras escuchar al mago Zurkor arrugó los labios y entrecerró los ojos mientras meneaba la cabeza - creo que hay muchos sitios donde quisiera estar excepto en las tumbas de unos reyes orcos guardadas por "el ojo que todo lo ve de el que nunca duerme" -

- Busquemos las celdas sin acercarnos a ese lugar... si podemos - agregó sin saber hacia donde dirigirse

El muro oriental de esta habitación de 20' cuadrados se ha derrumbado parcialmente, y hay escombros esparcidos por todo el suelo. Vienes del sur, por donde has cruzado unas puertas de doble hoja que estaban abiertas y de la que cuelgan goznes oxidados. Al oeste hay una escalera de roca tallada que asciende tres metros. No había tiempo de investigar nada, tenías a media fortaleza detrás de ti y perder el tiempo en cualquier mínima investigación supondría que te alcanzasen.

Al subir por las escaleras llegaste a una cueva de tres metros de algura y con un suelo salpicado de mantas infestadas de piojos, restos de comida llenos de gusanos y jarros de barro desechados.

Ocho orcos se encuentran aquí, a espaldas de las escaleras y hablando entre distraídos a tu presencia.

La cueva tiene tres escaleras más que ascienden, están frente a ti, pero no puedes llegar a ninguna de ellas sin que te descubran.

Después de asomarse al pozo, la semielfa negó con la cabeza y dió una vuelta por la estancia mientras escuchaba la traducción de las runas y las sensatas palabras del mediano.

-No he podido ver nada, sigamos bajando. -con lo que les había costado encontrar los subterráneos, no deberían abandonarlos hasta mirar bien. Aunque los cadáveres seguían sin inspirarle nada bueno -Pero tengamos mucho cuidado por si no estamos solos aquí abajo.

Dreyden no lo dudó. La muchacha estaba en lo correcto. Había que seguir bajando.

-Si. Estoy de acuerdo. Kell, conmigo.

El mago confió en la agudeza visual de su familiar para que les adviertiera de cualquier peligro oculto.

Jairee seguía confundido por el lugar, pero los demás parecían tenerlo muy claro, por lo que asintió y les siguió sin hablar, pues tenía miedo de llamar la atención o hacer demasiado ruido.

El mediano se mantuvo en silencio mientras asentía, moviendo su cabeza arriba y abajo. Verificando que la guja estuviera bien sujeta, volvió a utilizar el techo de las escaleras para comenzar el descenso

El mediano, sin consultar, tomó la delantera tratando de mantenerse en silencio mientras se deslizaba por la sección de techo que había elegido

Eulendileas dio un paso atrás al ver al grupo de gente fea allí presente. Era demasiado para él, lo sabía. Un mediano, por muy inteligente que fuera, no sería capaz de enfrentarse a tantos orcos juntos. Su fuerza bruta era demasiada. Se podría decir que estaba perdido.

Por suerte, a un mediano como a Eulendileas siempre se le ocurrían cosas. Aprovechó que los orcos estaban distraídos y volvió a descender por las escaleras. Se detuvo un instante para tomarse una poción que guardaba para casos de emergencias y continuó descendiendo. Su plan consistía en volver a engañar a los orcos como había estado haciendo en esa fortaleza todo el tiempo. Si salía bien, volvería a tener éxito y podría salir una vez más del paso. Si no... Bueno, de eso que se preocupase el futuro Eulendileas.

Buscó un buen montón de escombros tras los que esconderse. Desde allí ejecutaría el plan. Antes justo de esconderse, tomó aire mientras pensaba las palabras exactas

INTRUSOS, INTRUSOS EN LA FORTALEZA, TODOS FUERA A COMBATIR gritó en lenguaje de orco, agravando la voz.

Eulendileas no pudo evitar la risa tras el intento de engaño, y para su desgracia, los ocho orcos que estaban allí presentes se giraron, pero por suerte ya se había ido antes de que lo descubriesen. El truco no había surtido ningún efecto, así que mientras permaneció escondido pudo ver como el tiempo pasaba sin que nada sucediese.

Tras descender a otra habitación octogonal de 50' de diámetro, os percatáis que el techo abovedado se alza hasta los 20' y que los muros están cubiertos con murales que muestran ejércitos orcos marchando a la batalla. Unos nichos poco profundos contienen cuatro estatuas de orgullosos guerreros orcos soplando cuernos.

Tres cámaras de 20' de profundidad se separan de la habitación central hacia el oeste; el norte y el este, y parecen contener sarcófagos puestos de pie en nichos.

El agua mana a raudales de fisuras naturales en el anexo occidental, y en el nicho de la estatua del noroeste, fluyendo hacia la chimenea central de 20' de diámetro, donde forma dos potentes cascadas que se hunden en el abismo oscuro.  El sonido del agua estrellándose contra algo asciende desde las profundidades.

Las mismas escaleras por donde habíais descendido continuaban haciéndolo para adentrarse en las profundidades de aquel siniestro lugar.

Aquello no le hizo mucha gracia. Normalmente las criptas estarían en la parte más baja del complejo. Las celdas deberían estar situadas por encima. Dreyden adoptó un gesto serio.

-Criptas. Nunca me han gustado. Sigamos nuestro camino y dejemos a los muertos en paz. Yo voto por seguir bajando por las escaleras.

Xanaphia torció el gesto al ver más tumbas, no parecía que estuviesen en el lugar correcto pero ella llevaba desconcertada desde que habían entrado en la fortaleza, lo suyo no eran las edificaciones si no los espacios abiertos y empezaba a faltarle el cielo sobre la cabeza. Asintió al mago, pues no debían dejar sin investigar un posible lugar de encarcelamiento, pero no le apetecía nada seguir bajando.

-Voy a ver si capto algo. -dijo adentrándose en la estancia con cuidado mientras sus ojos recuperaban su color azul.

Se acercó a los sarcófagos y aplicó su oído, por si a los orcos se les había ocurrido meter a los jóvenes allí, y luego volvió a echar un vistazo al pozo intentando averiguar su profundidad y utilidad. En su deambular iba prestando atención a cualquier indicio que estuviese fuera de lugar.

- Bajemos - consensuó el mediano - Este no es un sitio en el que quisiera demorarme más de lo necesario. Esperemos que las celdas estén al final de esas escaleras - añadió para dejar claro como pretendía hacerlo

Tras pensarlo un momento, y más para si que para sus compañeros musitó - Solo espero que no nos estemos metiendo nosotros solos en una trampa -

Meneando la cabeza, tratando de desembarazarse de sus propios malos pensamientos acotó - Y permanezcan atentos. Si las celdas están al final de estas escaleras es probable que haya algún guardia -

"Y si no están las celdas sino otra cosa, algo más debe haber" se guardó sus pensamientos mientras se preparaba para bajar las escaleras a su propia manera... por el techo de las mismas

Otra cámara octogonal de 50' de diámetro os recibe, con su techo abovedado alzándose a 20' por encima de vuestras cabezas. 

Dos cataratas caen a través de la chimenea de 20' de ancho que se inicia en el techo y cruzan a través de un orificio similar excavado en el suelo, para ir a estrellarse a gran distancia en las profundidades.

Los muros de este lugar están adornados con frescos que muestran legiones de orcos masacrando a humanos, elfos y enanos en el campo de batalla, e incendiando varios castillos y asentamientos. 

Unos nichos poco profundos contienen cuatro estatuas de guerreros orcos en actitud de rugir mientras sostienen hachas dobles.

En el centro de los muros oeste, norte y este hay puertas de doble hoja y en el lado sur puede verse una estrecha escalera descendente que es por donde habéis llegado. Hay runas orcas gravadas en las puertas occidentales.

De las puertas orientales, que están abiertas, puede oírse bastante ruidos, una mezcla de gritos orcos, conversaciones y sonidos metálicos. O bien podría tratarse de una forja, o bien de una batalla interna.

Y a los pies de las escaleras por donde habíais bajado, había restos de sangre fresca, parecía como si recientemente alguien hubiese luchado allí. Aunque no había restos de cadáveres como un par de plantas más arriba.