Partida Rol por web

Xanaphia actuó según lo convenido y en cuanto vio una oportunidad avanzó hasta ponerse fuera de la vista. Una estancia pequeña que no les brindaba ninguna cobertura fue lo que encontraron tras la cortina, por lo que rápidamente avanzaron por el túnel que se abría al fondo.

De repente aparecieron ante los aventureros dos enemigos imposibles de esquivar, por suerte parecían estar debilitados por una lucha reciente entre ellos. La guerrera lanzó una de sus armas arrojadizas hacia el que parecía estar en peor estado y aferró fuerte el mástil de la lanza preparándose para el mas que probable combate que les esperaba. Hizo unas cuentas rápidas, sus dos aliados no tenían pinta de aguantar mucho en cuerpo a cuerpo y ella tampoco era especialista en ese terreno, esperaba que ese ignoto túnel de roca no fuese a ser su tumba. Los restos de una hija de la estepa merecían mezclarse con la hierba y el sol.

Aquello no le gustaba nada al transmutador. Estaba adentrándose cada vez más en las tripas de la fortaleza enemiga. Les iba a costar demasiado salir después. Dreyden vió caer a sus recientes compañeros con resignación y se concentró en seguir adelante. Poco más se podía hacer ahora.

El mago atravesó la cortina casi derrapando. El primero en darse cuenta del peligro fue Kell, que le picoteó en la cabeza. Dos enormes tanarukk parecían haber tenido sus mas y sus menos entre ellos. Dreyden no se lo pensó y sacó un puñado de arena del zurrón. El mago susurró unas palabras sobre su puño cerrado, gesticuló con la otra mano y arrojó el polvo que brillaba con una intensidad cegadora, sobre los dos monstruos.

Moviendose a través de los techos, Zurkor permaneció atento a los movimientos del mago. Estaba claro que Xanapia, como el, era capaz de movilizarse sobre las cabezas de los orcos, pero Jed la tenía más complicada. Por suerte, finalmente, el ahora más reducido grupo accedió al deposito y rapidamente avanzó, deseoso de evitar que alguno de los orcos de la forja los descubriera a sus espaladas.

Sin embargo, al observar a los extraños seres que aparecieren frente a ellos, Zurkor dudó, solo por un momento, si había sido una buena idea seguir adentrándose en las entrañas de la fortaleza - Lo hecho, hecho está - murmuró mientras buscaba su guja y deseaba que los sonidos que se escuchan más adelante fueran producidos por los jóvenes que estaban buscando y no por refuerzos para los seres que tenían frente a ellos

Con todo, la rápida reacción del mago lo descolocó. Sorprendido por la velocidad con que conjuró, el mediano se quedó mirándolo unos segundos, lo que fue suficiente como para perder la ventaja de la sorpresa

Eulendileas estaba atendiendo sus heridas cuando escuchó ruidos. Su primer instinto fue esconderse, o intentar hacerlo mejor. Pero cuando entendió que no se trataban de los orcos que estaban en el piso superior, comprendió que era de la habitación de al lado, donde había burlado a esas malas bestias.

La curiosidad pudo al mediano. Quizá eran más orcos que se unían a estos y le buscaban para matarlo. O quizá eran sus compañeros que, al fin, habían logrado llegar hasta allí

Ya les vale susurró el mediano, armándose de su arco y sus flechas, avanzó lentamente a mirar en esa habitación.

Jedemiah fue el primero en actuar y empezó a murmurar unas palabras que había aprendido durante su aprendizaje como mago, pero en ese momento se dio cuenta de que ya las había olvidado*. A continuación Xanaphia lanzó una de sus grandes hachas sobre el enemigo más herido. Ambas criaturas se percataron de la presencia de enemigos y sin dudarlo se abalanzaron sobre ellos.

Y entonces las puertas por donde deberían continuar, seguramente, se abrieron de par en par y un rostro familiar apareció ante los presentes. Un mediano, conocido como Eulendileas, apareció ante ellos. 

El mediano aferró con fuerza su guja y se concentró un momento en sus poderes dragoniles. Si esos seres volvian a golpearlos sentirían el ácido en su propia piel.

Dando apenas un paso para acomodarse decidió que no era el momento de dudar sobre lo que tenían que hacer, así que olvidándose de su propia seguridad aplicó toda su fortaleza al envión que le daba a su arma

- Estan en un mal lugar en un mal momento - no puedo menos que comentar antes de que su mirada se nublara por la furia que lo embargaba

Xanaphia apretó los dientes cuando sintió el acero lamiendo su piel y el difuso resplandor rojizo de sus ojos se acentuó de nuevo cuando arremetió con la lanza contra su adversario. Por los límites de su visión vio la puerta abrirse y le pareció que hacía aparición un mediano -Bien, espero que sea amigo- pensó concentrándose en el rival.

-Hoy no es su día de suerte -contestó al otro chamán. 

Arraman saco un puñado de manteca de su zurron. Su otra mano paso por encima mientras canturreba una letania arcana. Al instante aparecio bajo los pies de los atacantes una fila pelicula de grasa, que amenazo con derribarlos.

Eulendileas entró de nuevo en la sala y, con entusiasmo, vio a Jedemiah, Kell y a Zurkor. El otro no sabía quién era, pero suponía que estaba con ellos. Al que no vio en ningún momento fue a Guau

¡Hola, qué alegría! Estabais tardando mucho en llegar. ¿Y Guau? No os le habréis comido, ¿no? Bueno, seguro que es un perro listo y huyó antes de que le hincárais el diente. Bueno, luego me lo contáis todo, que estos dos son muy pesados y un poco tontos.

Desde la distancia, apuntó al más herido de los dos y... la flecha se quedó en su sitio

Entre Xanaphia y Zurkor lograron acabar con uno de los enemigos que tenían junto a ellos. Y entonces, el mediano llegó justo en el momento en que Jedemiah conjuraba algo de grasa sobre el suelo. Eulendileas se dio un tremendo porrazo y se estampó contra el suelo. Tras él, siguió el otro tanarukk, que aprovechando su caída, Zurkor y Xanaphia terminaron con él.

Pero el combate no había finalizado. Al fondo de la sala pudieron escuchar algo de ruido. Otros dos enemigos idénticos a los que se habían enfrentado, les atacaron a distancia, 

Zurkor, furioso, ni puedo disfrutar la sensación del deber cumplido por el golpe de su arma, cuando sintió como un flechazo superaba la protección de su aura y se le clavaba en un brazo.

Olvidándose del dolor que sentía, se lanzó a la carrera contra el mas lejano de los nuevos "invitados", dispuesto a dejar al otro a sus compañeros. En su estado, ni siquiera fue consciente de la grasa mágica que cubría el piso pero, por suerte, el mago reaccionó a tiempo y la hizo desaparecer antes de que sus pies resbalaran en el lugar

Su carrera, su enojo, incluso la fuerza que intentó darle al golpe le impidieron acertar en el cuello de su rival, pero no por ello dejó de observar a su alrededor, por si era capaz de insistir con algún otro golpe si alguno de ambos se movía sin demasiada prudencia.

Xanaphia sonrió satisfecha cuando acabaron con el segundo enemigo pero su alegría no duró demasiado, el mediano recibió el impacto de un virote y se percataron de la presencia de dos enemigos mas. Al instante el herido salió corriendo hacia ellos y la guerrera tuvo el impulso de seguirlo, pero guardó la disciplina. Se acercó a una distancia prudencial y lanzó su aliento de ácido hacia el ser que estaba mas alejado de su aliado.

El golpe había sido mayúsculos. Eulendileas había hecho una gran entrada, por todo lo alto. Lo único es que quizá en el suelo nadie pudiera verle.

Le costó un instante recuperarse. Todo parecía dar vueltas, y se levantó despacio. Por suerte, la grasa ya no estaba y no tuvo que preocuparse por ello. Y se apartó justo a tiempo, cuando Zurkor pasaba a la carga y la mujer escupía ácido por la boca

¿Te encuentras bien? Creo que estás enferma, porque esa manera de escupir no es muy normal le dijo a Xanapiha mientras se intentaba recomponer.

Miró hacia los nuevos enemigos y, aunque los veía doble, no dudó en apuntar de nuevo con su arco hacia ellos. Con un poquito de suerte, daría a uno de los cuatro que veía.

Dreyden sacó su varita y descargó un rayo morado sobre uno de los gigantones, el más lejano. Empezaba a ir justo de conjuros y tendía que racionar un poco. 

Jedemiah deshizo el conjuro para que el resto pudieran moverse con libertad hacia sus enemigos, el primero fue Zurkor que cargó contra uno de los tanarukks sin mucho éxito. A continuación fue Xanaphia quien lanzó su aliento contra sus enemigos. Uno de ellos logró esquivarlo pero el otro no pudo evitar recibir todo el impacto.

Finalmente Eulendileas se puso en pie, tras el trompazo que se dio, y disparó una de sus flechas con más precisión de la que esperaba. 

Zurkor fué el único que había avanzado hasta los tanarukk, por eso las bestias dieron un paso hacia delante, evitando cualquier tipo de golpe por culpa del mediano y después lanzaron sendas flechas contra él. 

Su cabeza volvía a la normalidad, las figuras dobles de sus enemigos cada vez estaban más cercas las unas de las otras, lo que quería decir que cada vez tenía mejor la visión del guantazo que se había dado.

Echó el brazo para atrás y sacó otra flecha. Apuntó con precisión y disparó. Se alegró de no haberse enfrentado a ellos él solo, pues seguramente no hubiese durado ni un golpe.

Dreyden sacó su varita y descargó un rayo morado sobre uno de los gigantones, el más lejano. Empezaba a ir justo de conjuros y tendía que racionar un poco, así que optó por debilitar a aquella mole bicéfala.

Algo sorprendido al ver que los extraños orcos se acercaban para usar sus arcos y evitar el filo de su guja, Zurkor dio un paso atrás y volvió a balancear su arma, buscando acabar con por lo menos uno de sus rivales.

- Suelten esos arcos - les espetó, rabioso - y enfréntense a mi como corresponde - insistió sin siquiera analizar que el uso de su arma de alcance era ventajoso para el como los arcos para los Tannaruck