Partida Rol por web

El hedor de las letrinas orcas casi hace expulsar hasta la primera papilla a la cazadora, salir de ahí y poder respirar fue todo un alivio. 

No tenia ni idea de adonde deberían ir, todos la miraba como si ella fuese la diseñadora de la fortaleza -Me gusta matar orcos, no estudiar sus arcaicas estructuras- pensaba para sí mientras encogía los hombros, dando señal a los demás para que viesen que no tenia ni idea de adonde ir.

Después contempló las puertas, pensativa, había una claramente mas grande, eso podía sugerir que se hospedaba allí alguien importante o guardaban algo importante, quizás a los objetivos. Sin mas explicaciones, la exploradora empieza a avanzar despacio hacia la puerta, mirando bien donde pisaba y observando de reojo el dormitar del dragón, había mucho ruido ambiente lo que les ayudaría sobremanera su introducción. 

El paso por la primera de las dos salas menores hizo que Xanaphia echase mano de todo su autocontrol para dominar su estómago, la segunda fué inocua e improductiva, para cuando salieron el objetivo estaba claro para la semielfa. Posó una mano en el hombro de la exploradora y señaló hacia el pozo y a la derecha, esa puerta grande quizás les reportaría mejores resultados.

Aferró fuertemente la lanza en la diestra y siguió a la otra mujer con todo el cuidado del que era capaz. Al pasar junto al pozo se detuvo un instante y lanzó una mirada a su interior, quería saber si tenía agua o si estaba seco, o si albergaba alguna sorpresa.

Khalam seguía a sus compañeros puerta por puerta intentando hacer el menor ruido posible, la primer puerta fue lo peor que sintió en todo el viaje, el olor a mierda y orina que emanaba de ese lugar era inaguantable, no comprendía como estas bestias podían ir a ese lugar. La segunda puerta no tenía nada de interés y solo observo por lo alto, sin que nada le llamase la atención. 
Luego observa el gesto de Xanaphia, señalando una nueva puerta, esperando que esta sea la definitiva. Con su hacha y escudo en mano continuó detras de las dos mujeres a la nueva habitación.

Lezard sigue a Khalam cubriendo las espaldas por si acaso alguna eventualidad...

Afortunadamente hasta ahora todo marchaba bien...

Jairée había estado atontado todo este tiempo, casi ignorando a sus compañeros fascinado por el dragón. Despertando de su estupor siguió a sus compañeros en silencio, o al menos eso intentaba. Esperaba que la lluvia amortiguara lo suficiente sus movimientos.

No podía pensar con claridad y eran muchos, así que seguía al grupo como una ovejita, casi con miedo a dar su opinion, si es que tenía alguna.

Esto empezaba a parecer un juego, mirando puerta por puerta a ver que hay, estaba comenzando a frustrar a la cazadora, Xanaphia apunto a una puerta y teniendo en cuanta que ya la daba igual cual elegir, Atara se dirigió a ella esperando encontrar un camino de una maldita vez y rezando para que el dragón no se despertase. 

Caminar, Caminar, Caminar, puro dar vueltas en circulo sin llegar a un lugar concreto, al menos Lezard no era el guía pues quizás sería peor así, solo se dedicaba a seguir al grupo pues solo posiblemente estaría perdido...

El pozo está cubierto por una tapa de madera medio podrida. Cerca hay atado un maltratado cubo de madera, aparentemente húmedo, aunque quizá sea por la lluvia. Está atado a una cuerda que a juzgar por el tamaño debe de medir más de 20 metros.

Atara decidió echar un vistazo tras la puerta derruida. La sala estaba iluminada y tras ella se veía un largo pasillo, pero no se podía ver nada más, pero lo que sí que se oía era movimiento, ruidos metálicos y sobre todo conversaciones orcas. No sabían si les estaban esperando o no, pero lo que sí que sabían es que tras aquella puerta alguien estaría allí. Y parecían ser unos cuantos...

Lo que había tras la puerta número tres fue más esperanzador, pero también les dejaba el problema de entrar sin ser vistos, Xanaphia apenas meditó su siguiente paso.

-Voy a ver qué hay, espero que no miren hacia arriba... - susurró a sus compañeros y sin mas se alejó, apoyó manos y pies en la pared, y subió por ella hasta el techo.

El chaman observa como su compañera se aleja desplazandose por el techo del lugar. Este ahora espera atento a cualquier cosa, ya sea de algún ataque de un enemigo a cualquier solicitud de sus compañeros.

Un pasillo largo con puertas y voces orcas, por fin una entrada pero podía ser una trampa, de momento todo iba demasiado bien...

-Señor Jairee, acercaos un poco y escucha a estas bestias, ¿dicen algo de nosotros o solo están de parranda?

Jairee estaba mirando las musarañas esperando a que alguien le dijera algo, tanto tiempo en tensión había conseguido que necesitara abstraerse en uno de los peores momentos.

A ver... Se acercó sigilosamente a Atara para intentar espiar la conversación orca.

La luz del fuego ilumina esta sala. Una cálida hoguera chisporrotea en el hogar, bañando la habitación con un resplandor anaranjado. Sobre el fuego hay apilados madera y otros combustibles. Varias mesas maltrechas y taburetes de madera están esparcidos por la habitación, y un barril abierto de cerveza fuerte (al que sólo le queda un cuarto) se encuentra en la esquina sur. Una escalera empapada por la lluvia parte del muro este y asciende hasta el tejado.

Diez orcos están bebiendo, gritando y echando pulsos aquí. Llevan sus armaduras y tienen sus armas cerca. Todos parecen estar bastante borrachos. 

Volviendo con el grupo, Jairee les informa de lo que ha escuchado.

Nada, están de parranda. Deberíamos darnos prisa, con la cantidad de orcos que debe haber aquí es un milagro que no nos hayan encontrado todavía.
 

-Bien- le susurra aliviada, estaban teniendo suerte, pero ésta era una ramera caprichosa y podría abandonarlos en cualquier momento.

-Sigamos, pisad donde yo piso, para dejar menos huellas y asegurarnos hacer el menor ruido posible. Jairee, si escuchas a los orcos alarmarse por algo o que se van a mover de las habitaciones, avísanos.

La cazadora comienza a avanzar por el pasillo, pisando despacio en aquel "castillo" de mala muerte y sujetando con fuerza su arco, preparada para cualquier contrariedad.

El chaman siguió al grupo intentando hacer el menor ruido posible con su maza y escudo ya en mano por cualquier acontecimiento que surja. En silencio continuó la marcha observando en todas direcciones y sobre todo en donde pisaba.