Partida Rol por web

- Pues me dirijo al pueblo de Öboroak, si me podeis indicar os lo agradezco, por que me da a mi que en ese endiablado bosque he debido alejarme de mi camino.- Urya en todo momento está muy tranquilo, incluso ante las amenazas del calibán, y de la clara superioridad numérica en caso de que le caiga algún golpe, no da señales de estar preocupado ni mucho menos. 

Alaster confiaba plenamente en su familiar y absolutamente nada en aquel tipo, al que tenía (fuera de toda duda) por Harkor. Sin embargo, incluso siendo un mago es difícil explicar a tus compañeros que tienes una certeza absoluta sobre algo porque el pequeño mamífero con el que hablas de vez en cuando mediante chasquidos y chillidos te ha dicho algo. No suena convincente. Frustrado, decidió no insistir y mantenerse alerta.

-¿Öboroak? -Se giró de nuevo hacia Mevanh.- ¿No es ese el pueblo-trampa del que habló tu falso no-muerto...?

Efectivamente, asiente el enano ante las palabras de su compañero, esa ciudad era una trampa y si estás tan seguro de que estamos ante Harkor, es que lo estamos. Ya hemos salido de esa falsa ilusión, o al menos eso es lo que pienso, así que no necesitamos conjuros para asegurarnos de que realmente dice la verdad.

Después miró a Inglanar, qué me dices, ¿haces tú los honores? Creo que estabas ya con ganas de pelea, no?

Dijo tratando de intimidar a Harkor con la esperanza de que "cantase" todo lo que sabía.

Urya observa preocupado las reacciones de estos amables desconocidos, presuponiendo lo que va a pasar, y veis como poco a poco, se va encogiendo, temiendo lo que está por venir. 

Una sonrisa se pinta en mi gorrino rostro. ¡Por fin dejamos la cháchara infernal y nos dedicábamos a cosas mucho más interesantes!

Así, me dirijo al tipo, lo agarro por el cuello, le levanto unos palmos del suelo y le suelto—. Bueno, ahora vas a dejarte de tonterías, y a decirnos la verdad. O esta noche cenaré Urya... —termino diciendo para sonreír de nuevo.

Por supuesto, no es una sonrisa amable. Es una sonrisa que dice "ojalá no nos digas nada y pueda destriparte, porque me aburro mucho con esta gente".

Jo, todo lo que dice una simple sonrisa.

- Resulto indigesto hasta la naúsea, seguro que el mediano tiene mejor sabor que yo, o el enano, si no te importa parecer un gato escupiendo pelo de barba. Si no te importa, déjame en el suelo.- Urya está al borde de descojonarse de que un semiorco que da hostias como panes le hable de esa manera, claro que el resto de compañeros tampoco es que estén muy serios ya que, al hacer el esfuerzo de levantarlo, se le escapó un pedete. 

Perfecto. Esa era la respuesta que esperaba, sobre todo tras el pedo. Lo bueno es que el pedo disimula mi nauseabundo olor corporal.

Como bien dice el tipo, quiere que le deje en el suelo, pero no me apetece. Así, le pego una bofetada con la mano que tengo libre, y se lo vuelvo a repetir—. Como ves, me gustan las cosas indigestas. Ahora habla.

La mano de Inglanar bufa en el aire cuando le suelta el bofetón capaz de tumbar un buey. La cabeza de Urya se desintegra en volutas de humo y se vuelve a formar cuando la mano ya ha pasado de largo. Sin embargo, el peso de levantar un cuerpo por la solapa de la camisa si que es real. 

Inglanar se queda intrigado, más que asustado. Lo habitual es que salgan los dientes bailando la conga, pero no ha ocurrido nada. 

- Eres un hombre muy violento para tener un nombre tan amanerado, Inglanar.- Gira la cabeza hacia el grupo.- Alaster, espero que no os importunaran mis huespedes. Sobre todo ese enano coñazo de Parche. Sed bienvenidos al punto del descanso del viajero. 

Arrugo el hocico ante las palabras de aquel ser, para después soltarle, y que de paso se dé una buena hostia contra el suelo. Si es que no se convierte en vapor de nuevo, claro.

Tras esto, vuelvo con el grupo. No tengo ni idea de lo que está hablando, pero lo que tengo claro es que no me gustan las cosas que no pueden ser golpeadas.

- Habeis recorrido un largo camino para ir a caer a este lugar olvidado de la existencia, pero no os preocupeis. Lo bueno de esto es que el tiempo pasa muy despacio, por lo que no hay prisa ninguna. Tenemos toda la eternidad para entendernos. ¿Os apetece tomar algo?

Urya no pierde la compostura en ningún momento, lo cual no hace sino agravar la situación, esos aires de autosuficiencia sacan de quicio a cualquiera. 

Alaster no se sorprendió al ver cómo la cabeza de "Urya" era vaporizada al contacto con la mano de Inglanar. Al fin y al cabo, era la consecuencia normal de aquel gesto. Sin embargo, sí se quedó tan de piedra como los demás al ver como la cabeza de "Urya" dejaba de ser una nubecilla de humo un segundo después. Eso sí que no lo había visto nunca. El pánico se apoderó del mago, que se dio pronto cuenta de que estaban ante un enemigo peligroso y, quizás, incluso atrapados en algún tipo de alucinación o dimensión. Sin embargo, sabía que debía mantener la mente fría y reaccionar: Alaster rápidamente alzó los brazos hacia Harkor en un gesto conciliador, como para darle un abrazo.

-No, gracias, mi buen amigo Harkor: no me apetece otra cosa que seguir con mi expedición... -respondió con una expresión sonriente y beatífica en el rostro, mientras comenzaba a mover los brazos lenta y acompasadamente- ...pero quizás a ti te apetezca... ayudarnos...

Y en ese momento, sin dejar de mover los brazos como un director de orquesta ni de sonreir, pero poniendo caras cada vez más chungas con los ojos cada vez más abiertos, comenzó a murmurar para sí:

-Arkhan mriss pharsalleion... arkhan mriss pharsalleion... arkhan mriss pharsalleion...

¡O aquello funcionaba o quedaban a la merced de aquel loco!

Humanos y seres de razas inferiores... pensé al ver la reacción de mis compañeros con aquel desconocido. Cada vez me repetía más a menudo por qué diablos había salido de mi hogar para buscar gloria. O por qué me había juntado con esa gente. Ya no importaba, ya no había vuelta atrás. Dejé que mi mano se posara sobre la cabeza de mi oso y le acaricié mientras él se mantenía quieto y observando todo, al igual que yo.

Fue sorprendente ver cómo la cabeza de ese extraño ser desaparecía y volvía a aparecer. ¡Pero qué era extraño en aquel lugar! Nada.

¿Qué quieres que entendamos? solté sin siquiera presentarme, molesto por la situación.

Urya pone cara de verdadero horror al ver el hechizo de Alaster el cual empieza a fluir del mago en dirección al hombre. Las virutas de energía arcana flotan el aire y a un palmo de Urya se vaporizan, rodeandolo con una neblina. 

- Un digno esfuerzo, pero inútil. No te servirá una magia que no sea esta. 

Con un leve gesto de la mano comienza a trazar unas runas en el aire. Las runas van cobrando brillo hasta hacerse cada vez más potentes y finalmente estallar en un haz de luz cegadora. Se ilumina el campo donde estais y tras Urya veis las figuras de dos enanos, un semielfo y una bella mujer, que se acercan con paso tranquilo. 

Ni que decir tiene que no me entero ni de hechizos que no funcionan ni de cosas parecidas. La verdad es que lo que hagan los magos me es un poco indiferente. Pero lo que no me da igual son las figuras que vienen. Una de ellas, en concreto, me resulta familiar...

—¡Es él! —grito al ver al semielfo—. ¡Es Mariflowers, el semielfo! ¡Parece que no tuvo bastante, y quiere más pelea! ¡Eso es perfecto!

Diciendo esto, agarro el hacha, preparado para enfrentarme de nuevo al elfo. Esta vez no habría puños. No, habría hachazos. Sólo esperaba poder golpear con dureza y que no se convirtiese en neblina, como el tipo que teníamos delante. Eso sí que había sido una decepción.

Las figuras se acercan con paso tranquilo hasta quedar a la altura de Urya. 

-Permitid que haga las presentaciones. Esta es mi esposa Alice.- Se trata de una mujer de gran belleza y formas sugerentes. Sin duda, la que cautivó a Alaster. Y lo cierto es que con esos pechos y esas caderas está para follarsela en un charco de mierda con Inglanar cagándote en la espalda. - Y estos son mis invitados, Fälke, Parche y Kheros.- Fälke se trata de un fornido semielfo curtido en el combate sin armas. Parche es un enano, el que habló con vuestro sacerdote. y Kheros el otro enano, pero este último no tiene color en los ojos, su rostro parece cadavérico y los labios los tiene ennegrecidos.