Partida Rol por web

Qué raro se me hace verte sin casco, Deornoth...

Estragón no quería dormir. Sabía que le esperaba otra horrible pesadilla, como todas las noches anteriores. Si iban a entrar, él se apuntaba.

Esto apesta a magia. No hemos visto las estatuas del adoquinado, ni las rocas que me tiraron los perros cuando estaba encaramado en la pared, ni mis cuchillos, ni vuestras flechas, ni el cadáver de la "araña" negra de Ashzyx. Es como si se hubiera creado un corredor en mitad del valle, un corredor que va más allá del tiempo y el espacio. Es como un rollito de queso envuelto en una loncha de chorizo enrollada en una tira de bacon: tú puedes ver a través del canalón qué hay al otro lado, pero nadie lo hace, todo el mundo se lo come. Ese túnel de fiambre solo existe en un tiempo remoto en el que no te lo has metido en la boca.

El semiorco levantó el gorro de cocinero. Al contrario que los demás, Rata había estado durmiendo placidamente durante toda la caminata, y estaba fresco.

Pst. Rata, tú trepas muy bien. Trata de buscar otra entrada en la cornisa. Una grande por la que podamos entrar nosotros...

Estragón levantó los brazos y dejó a Rata sobre una de las estatuas que estaban esculpidas en la pared de piedra. Después cogió una de sus ollas y la usó de capazo para empujar la arena que semienterraba la entrada principal, tratando de agrandar el hueco y que pudieran pasar.

Rata vuelve al rato sin encontrar otra entrada, y sin haber encontrado tampoco rastro del canelón metafísico del cual hablaba Estragón. La entrada medio oculta en la arena lleva a una habitación amplia donde el techo se eleva varios metros. Su altura se pierde en las sombras. Las paredes están cubiertas por tinieblas, enmascarando parcialmente las figuras pintadas y esculpidas de una era y una cultura pasada. El aire inmóvil huele levemente al polvo levantado por vuestros pies.

En el centro de la sala, pegado a la pared contraria a la entrada un atrio que simula un pequeño edificio, muestra una colección de columnas que soportan un techo plano de piedra. Halcones de piedra, del tamaño de una persona, y que portan coronas en sus sienes, se posan en cada una de las esquinas. Cada columna esta tallada con la forma de un hombre, muchas de estas con cabezas de bestias. Para acceder a este atrio hay una entrada en la pared.

La habitación tiene dos pasillos que continúan en la negrura (Sala 2). El pasillo de la derecha da a una pequeña habitación de techo bajo(Sala 3), solo tiene 2 metros de altura. Aquí hay varias redomas de cerámica, jarrones, y grandes urnas. Éstas alguna vez contuvieron las aguas y fluidos usados para purificar a los visitantes importantes del templo. Ahora están vacías o llenas de polvo.

Estragón premió a Rata con un pedazo de queso y a Abu con una hogaza de pan.

Ahora que lo pienso... El único motivo por el que queríamos entrar aquí es para salvar a Carndra, y ahora sabemos que para ella es demasiado tarde. Así que... ¿Qué demonios hacemos aquí? Ah, sí... la familia vistani. Los necesitamos para cruzar las Brumas...

Ni siquiera él se atrevió a llamar a grito pelado a los gitanos por si algo malo era atraído por sus voces. Ya habían revisado la habitación de las vasijas, ahora solo le quedaba todo lo demás.

Entonces tenemos que revisar todo este sitio palmo a palmo. Yo digo empezar por ese edificio de ahí-dijo, señalando al atrio.

Estragón hizo un punto de apoyo cruzando los dedos regordetes de ambas manos, para que cualquiera con problemas para trepar o saltar pudiese poner el pie y tomar impulso.

'La familia vistani...'

Sí, claro! Dulcimae podría encontrarse ahí atrapada!

El elfo recobró su ánimo, se secó las lágrimas y se puso en pie.- Espera Estragón, déjame que eche un vistazo antes a la sala pequeña, puede que se nos pase algo por alto.

Hizo uso de la magia para potenciar su vista. Entre ese hechizo y su aptitud natural de ver puertas escondidas, quizás diese con algo en aquella sala llena de urnas.

Ash nunca había una estructura tan grande.. se preguntó si el mítico Zigurat de Kalak sería algo tan imponente, aunque no lo hubiera visto nunca personalmente, si escuchó historias y vió dibujos de viajeros en el Mar del Polvo que hablaban de un edificio tan portentoso que desafiaba la razón.. Tras quedarse embobado mirando las estatuas y la estructuras, el pequeño halfling encontró fuerzas renovadas encendidas por su innata curiosidad. A pesar de estar a punto del agotamiento, el druida se echó la mata de rastas hacía atrás para ver mejor.. 

Era hora de decidir el camino a tomar.. pasara lo que pasara, Zyx decidió que no querría ser sorprendido otra vez ni perderse nada de lo que pudiera haber en esta macroestructura.. Decidió conjurar uno de lo más célebres hechizos de detección*..

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* Hecho Detectar Magia para ir detectando trampas u objetos a medida que vayamos avanzando.

Kendra asintió cuando sus camaradas se fijaban en el camino superior, saltando el atrio. Ella también pensaba que era mejor opción aunque de seguro tendrían que echar un vistazo a todo el lugar si querían sacar algo en claro de aquella exploración que iban a empezar.

- Tendremos que ir con cuidado, camaradas. No me creo que no haya trampas y peligros aquí dentro. Bien podría ser la guarida de esos perros bicéfalos y eso espero... Si no están aquí esos bichos, debe haber algo peor para que no quieran entrar... - Sopesó en voz alta.

La búsqueda de magia por parte de Kelris demuestra que las estatuas de los dos halcones poseen una poderosa magia de transmutación y conjuración, como la magia usada en gárgolas y golems. Seguramente las estatuas tomaran vida a una orden o cuando se cumpla algún requisito. Por ahora seguian vigilando con sus ojos petreos.

La búsqueda en la sala de purificación es infructuosa, no hay nada de interés salvo polvo y restos de cerámica sin valor.

Tras la complicada labor de saltar el balaustre del atrio llegaras a una enorme sala, para vuestra desilusión podéis comprobar que el pasillo de debajo del atrio y del de encima dan a la misma sala.

La amplia sala está presidida por la enorme estatua de piedra de un hombre. Vuestras cabezas apenas llegan a los tobillos. El hombre se encuentra sentado sobre un bloque que hace las veces de trono, con las manos descansando sobre el regazo. La imponente fuerza física del hombre es mostrada por el escultor de forma evidente mostrando sus fuerte músculos contoneados carentes de grasa. La figura solo viste una corona y un manto ceremonial. Entre las piernas de la gran estatua, hay otras estatuas más pequeñas y todas ellas femeninas.

Finalmente, a ambos lados del gran monolito hay figuras de arcilla de guerreros. Hay varias docenas en cada lado. Las figuras portan espada corta de bronce o lanzas con punta de bronce.

Este pasillo lleva a un conglomerado de salas. Todos podéis deducir que estas eran las habitaciones de los sacerdotes. Cuando el templo era parte activa en la vida de Har'Akir, había varios sacerdotes que oraban en éste. Nadie vivía dentro del templo, pero estas habitaciones servían como oficinas para los sacerdotes que trabajaron aquí. Los muebles y textos que una vez llenaron estas habitaciones están reducidos a astillas y polvo.

Arquitectos vacilones, eso es lo que son-farfulló, contrariado porque el atrio daba al mismo lugar.

Miró a Kelris y a Ashzyx, que eran los que más se estaban rezagando. ¿Por qué se paraban tanto? ¿Es que había algo que les llamara la atención? Estragón tenía una receta así en su libro de cocina, con extra de zanahoria para mejorar la vista y ver hasta las auras de las cosas. ¿Y verdad que no le veían presumir de ello? Aún así les concedió el beneficio de la duda, el semiorco no quería ponerse a discutir en un sitio tan solemne en el que todo era grande y daba miedo. Que esos dos se entretuviesen lo que estimaran oportuno.

Empiezo a ver un patrón: todos los pasillos de cinco pies de ancho llevan a salas insustanciales. Pensadlo: la exposición de cerámica...-dijo por la sala de las vasijas-el almacén de la leña...-dijo por los despachos de los muebles rotos-No espero mucho más del pasillo de ese lado ni el corredor de allí enfrente.

Todas las salas eran inútiles, ¿pero y en la que estaban en aquel momento? Tan desmesuradamente alta que no es más que un área desaprovechada. Empezó a pensar que tal vez había un código en esa cámara, algo que solo se podía ver a vista de pájaro.

Uhm... Tal vez por las escaleras o por la estatua gigante del hombre sentado se pueda ver una pista. No sé, unos adoquines de distinto color que desde el suelo parecen distribuídas al azar pero desde arriba señalan una flecha. O las estatuas de los soldados distribuídos de tal manera que formen una palabra vistos desde perspectiva cenital. Mmmmh... cena...

Hablar de cenitales le estaba abriendo el apetito. Quería acabar con el tema cuanto antes, así que se acercó a las estatuas femeninas y desde allí trató de buscar una puerta al interior de la estatua tan grande como un edificio. Sin quererlo miró hacia arriba, hacia el faldón de la estatua con las piernas abiertas. Interpuso una mano para no verlo en cuanto se arrepintió.

Kelris se asustó al ver que las figuras de la entrada estaban imbuidas en magia, y no quiso ni imaginarse el puré de elfo que iban a preparar en el caso de cobrar vida. Con repelús siguió al grupo hasta la siguiente zona, alejándose de aquellos vigilantes y donde había más por explorar. Bueno, al menos esta vez las estatuas eran de bellas mujeres. Esas no le importaría que despertaran.

Habrían sido concubinas de aquel rey de ego desmesurado? Porque para hacerse una estatua así había que tenerlo muy grande...

Empezando por las estatuas de las mujeres, como no podía ser de otro modo, el hechicero se propuso buscar cualquier rastro de magia o de compartimentos secretos.

-El... El muerto... El muer...

Entre balbuceos de palabras inconexas, el aprendiz de alquimista se va quedando atrás. Sin fuerzas para seguir a sus compañeros, busca una esquina en sombras y se deja caer.

Hace débiles gestos con la mano para llamar la atención del grupo:

-Seguid. Seguid sin mí. En mi estado actual no sería más que una rémora. Mejor os espero aqui... 

Se acomoda lo mejor posible y echa mano de su odre, para beber un largo trago de agua. 

-Seguid. Seguid sin mi. Voy a echarme una siestecilla...  Se está tan bien aqui...

Cierra sus agotados ojos y al momento está dormido.

Tras registrar sendas salas y seguir al grupo en retaguardia, obnubilado por las estatuas, Ash salió de su ensimismamiento cuando el tipo silencioso de repente se tumbó al limite de sus fuerzas. Él tampoco estaba en su mejor momento; lo único que ansiaba era poder descansar y así dar tregua al suplicio al que le había condenado aquella momia. 

En aquel momento se dió cuenta que no podían postergar el descanso mucho más.. aunque él no era quien para poder decidir, buscaría la manera para que alguien le ayudara a conciliar el sueño y descansar.. pero no había tiempo.. según las cartas solo durante esta noche podrían acabar con el poderoso no muerto.. Es una locura, pensó para si mismo.. ni en nuestras mejores condiciones tendríamos una posibilidad.. pero si había que correr a los brazos de la muerte para acabar con este sufrimiento.. así lo haría..

- Seguid. Seguid sin mi. Voy a echarme una siestecilla...  Se está tan bien aqui... escuchó detrás suya.

Alarmado por el desvanecimiento de su compañero, Ash se aprestó a lanzar un conjuro de sanación* sobre el aprendiz de Alquimista antes de que fuera demasiado tarde.

- Vamos.. levanta.. ojála pudieramos descansar.. solo un poco más y ya podremos dormir, dijo murmurando resignado mientras conjuraba.

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* Uso Curar heridas leves sobre Mochuelo.

Tranquilo, Mochuelo... ya eras una rémora cuando te conocimos.

Se giró a los demás y se encogió de hombros.

¿Qué coño es una rémora?-preguntó en voz baja.

Si queréis descansar, podemos volver a las habitaciones de la derecha-dijo, por las oficinas de los sacerdotes-pero ya os digo que yo ronco y tengo pesadillas y voy a hacer mucho ruido y a llamar mucho la atención. Bien pensado, quizás son muchas escaleras para subir, me va a dar un soponcio con tanto ejercicio. Como veáis.

Mochuelo apenas es consciente de lo que hacen sus compañeros. En su mente alucinada se repite una y otra vez la imagen de la guerrera de pelo rojo no muerta acercándose más y más.

-El... El muerto... El muer...

Alguien -el pequeño con rostro salvaje, tal vez... -hace algo cerca de él. Por un momento se siente mejor. Pero el momento pasa y las imágenes vuelven a martillear su mente una y otra vez. Su visión se vuelve borrosa... ¿O es la mole del semiorco lo que impide que pase la escasa luz? ¿Él también es un no muerto? ¿Lo son todos? ¿Acaso no están en una jodida tumba?

-¿Todos estáis muertos?

Una parte de su mente que todavía conserva algo de cordura le recomienda echar a correr y huir de allí. Pero su castigado cuerpo se niega.

Le llega en ese momento una imagen: la de Ulmira, la encargada de la posada “El verraco borracho”, punto de reunión y tapadera de la cofradía en el puerto de Athkatla. Se ve a sí mismo sentado cómodamente en la taberna con los pies en la mesa y una enorme y congelada jarra de cerveza enana en las manos. El local está atestado, inundado de gritos, carcajadas y canciones desafinadas de los parroquianos.

-Todos están muertos... ¡Muertos! ¡Muertos! ¡Muertos! ¡Muer...

- ¿Pero que mosca de ha picado a Mochuelo? Ya basta de muertos, que no es para tanto... Decidamonos de una vez si descansamos o continuamos... - Dijo mientras seguía explorando.

Kelris revisa la sala con sus conjuros sin encontrar nada que resalte. Las esculturas no son mágicas, o al menos, no mágicas según los cánones en los que fue instruido el elfo. Tampoco hay puertas secretas. Por ahora las dos únicas estatuas que parecían poder tomar vida eran los halcones de la anterior sala.

Pero mientras Kelris revisaba la sala la vista de la gran estatua estaba fija en todo el grupo. Un simple manotazo de dicha estatua bastaría para borraros de la faz de la tierra, sin ser necesario de buscar a Dulcimae y el camino de regreso a casa.

Yo no estoy muerto, Mochuelo. Solo huelo a muerto.

Habría apostado mi bonito sombrero a que en una estatua tan grande habría una puerta. Menos mal que no lo aposté, o lo habría perdido.

Se rascó la nuca, haciendo que su sombrero de cocinero se inclinara hacia delante. Apretó su labio inferior con determinación y subió un escalón en la gran rampa que bajaba desde el atrio de los halcones para poder hablar a su auditorio. Incluso las estatuas de piedra parecieron bostezar.

Sé qué no soy carismático. No arraso entre las jovencitas, solo hago aplaudir a la gente cuando me alejo y todo el mundo se dedica a ignorarme. No tengo nervios de acero para tomar las decisiones acertadas. Ni siquiera estoy entre las cinco personas más listas que hay en esta sala. Pero a pesar de todo veo lo que veo. Y lo que veo es a un grupo derrotado, cansado, incapaz de trabajar en equipo y totalmente desnortado.

Y yo os digo: necesitamos de un liderazgo que cohesione nuestras fisuras. Un líder fuerte que doblegue a nuestros enemigos y gobierne sobre nuestros aliados con auténtico puño de hierro. Un conquistador que barra con este maldito desierto y lo reduzca a cenizas. ¿Queréis autocompadeceros o preferís abrazar los dulces brazos de la venganza? Postraos ante mí y ya no tendréis que romperos la cabeza con complicadas decisiones nunca más.

Ah, claro... Así que esto es lo que les pasaba a los faraones cuando se endosiaban demasiado. Creo que este lugar está empezando a afectarme...

Bueno, vale... No es necesario que os postreis. Después de todo, solo estábamos esperando a que Kelris buscara cosas. Ahora que él o ella ha terminado, podemos ponernos en marcha de nuevo, ¿por favor? Tengo muy malas pulgas por culpa de mis pesadillas, y mi humor solo puede ir a peor-les advirtió-. ¿Escaleras arriba?

El elfo taladró con la mirada al irritante semiorco. Es que no se callaba ni bajo el agua? Soltaba lindezas a diestro y siniestro. Pero claro, qué se puede esperar de uno de su corrupta especie que ni siquiera podía identificar un macho elfo de una bella elfa como su recién adquirida prima.

De toda la basura que soltaba Estragón había una cosa en la que no le faltaba razón; no se podían dejar llevar por la desesperación. Si no encontraba a Dulcimae, seguro que habría otra de igual belleza por algún sitio.

Un escalofrió recorrió su espalda al venirle el recuerdo de otra mujer hermosa, recientemente fallecida...

Cuando el hechicero hubo determinado que no había magia o pasadizo secreto en la cercanías, siguió explorando por el camino que había marcado el cocinero y cuando se encontró a su altura le susurró; venga arrea, menos escenitas y más acción- azuzándole para que continuase andando. Con suerte el resto del grupo se animaba a seguirlos.

La maga del grupo se limitaba a asentir cuando el mestizo y su primo indicaban de seguir escaleras arriba. No es que importase mucho el camino, pues tendrían que explorar todo aquel lugar y seguir esa ruta era tan buena como cualquier otra opción. Como su primo, usaba sus sentidos mágicos para tratar de detectar magia en el lugar.

- Parece buena opción, sigamos. Yo iré detrás de vosotros. - Añadió.