Partida Rol por web

Una vez que os hacéis con el control de la nave, llega la hora de evaluar la situación que, a priori, no se presenta muy alentadora. Incluso reduciendo a los enemigos y habiendo reparado las grandes vías de la bodega inferior. No tenéis garantizado en absoluto el éxito en esta empresa, pues todavía tenéis que evaluar los daños estructurales que haya podido sufrir la nave tras la refriega, que no han sido pocos. 

El mástil de proa se volatizó tras la explosión de la bodega al inicio de la campaña.

¿Donde estamos?

Una de las primeras premisas es cuánto tiempo os ha llevado haceros con el control de la nave. Aunque ha sido poco, esto nos deja con una embarcación que ha permanecido ingobernable y a la deriva durante algo de tiempo. Las fuertes corrientes del Océano os han arrastrado aguas adentro, lejos de cualquier atisbo de tierra firme (como atisba el monje en su telescopio).

El casco: arreglado.

Los mástiles: salvados. 

Las velas: algunas velas han sido dañadas (solución por parte de los jugadores)

El timón: otra de las partes sensibles de la nave es su timón, que determina la singladura y rumbo de la embarcación. Su pérdida ocasiona la deriva ingobernable del barco (solución por parte de los jugadores)

Orientarse: en principio se asume que todo aventurero embarcado como tripulante debe poseer unos conocimientos básicos de navegación, o al menos debe ser capaz de situar el norte geográfico guiándose por las estrellas. Ahora bien, redirigir el rumbo de un barco de manera apropiada es una tarea bastante más compleja, solo al alcance de aquellos personajes versados en la navegación náutica (solución por parte de los jugadores)

Sois alertados por el monje Ivho Thamp...

La suave marea mece vuestra embarcación como una hoja flotando en el agua. A lo lejos, sobre el horizonte, se comienza a materializar la silueta de lo que parece ser otro barco que sigue vuestra estela en el mar. Movidos por una cierta esperanza primero, y por un siniestro temor después, atináis a divisar su negra forma que se aproxima veloz hacia vuestra posición.

Vuestros peores temores se confirman cuando contempláis el negro mascarón de proa de una nave enemiga, sobre la que ondea una bandera roja con un ojo sangrante como estandarte. Sus velas se encuentran quemadas y raídas, así como parte de su costado de babor, que luce unos peligrosos boquetes que dejan al descubierto un interior desolado.

Bast fue rápidamente consciente de la situación en la que se encontraba, y tras la alerta del monje la situación parece que iría a peor. El paladín tras años de peleas y peligros sabía actuar con rapidez en aquellas situaciones, y empezó a quitarse su armadura, en aquel momento necesitaba movilidad. Y mientras lo hacía le daba vueltas en su cabeza a las mejores soluciones para su complicada situación, cuando lo tuvo todo pensado, le comentó su plan a sus compañeros:

-Bueno, como todos sabéis estamos en una situación difícil, pero no hay que perder la esperanza, creo que aún tenemos opción de salvarnos. La principal ventaja del enemigo es a la vez nuestra única esperanza, su nave obviamente está rebosante de orcos, goblins y todo tipo de criaturas malignas; sin embargo nosotros sólo somos seis más el viejo clérigo. Por lo que si nos desprendemos de todo lo innecesario de nuestra nave deberíamos ser mucho más ligeros que ellos; así que deberíamos empezar a tirar todos los cuerpos por la borda y cualquier objeto innecesario. Deberíamos quedarnos sólo con algunas balistas, algo de su munición, la comida del barco y algunos repuestos para la nave, el resto al agua.

Luego, aunque no quería parecer demasiado autoritario había que empezar a repartirse el trabajo y rápido, por lo que como agente del orden que se consideraba, actuó de improvisado líder, diciendo:

-Alaric, Ivho e Ingvar vos parecéis los más fuertes, ¿os importa empezar a desalojar el barco?. Además, Alaric, avisa a tu compañero clérigo y que le dedique una última plegaria a nuestros compañeros caídos antes de arrojadlos; no debemos dejar que sus almas vaguen eternamente por éste mundo.

A continuación se dirigió a Rufus:

-A ti pequeño amigo, ¿te importaría buscar hilo de vela y alguna aguja de coser o algo que pueda reemplazarlo?; hay que arreglar el velamen y aunque estoy seguro de que ninguno somos expertos costureros, un buen remiendo con el hilo adecuado debería darnos el apaño. Si ves que te falta tela, y en el barco no queda, tendremos que coser nuestras propias vestimentas a la vela.

Finalmente mirando a Saik le dijo:

-Saik, tú y yo nos encargaremos de arreglar el timón, tengo una idea en mente que quizás funcione pero antes necesito que busque una sierra o algo que pueda perforar la madera sin dañarla en exceso, si no encuentras nada nos apañaremos con el hacha que uso Ivho anteriormente. Cuando lo encuentres te daré más detalles. Dijo mientras cogía un largo cabo de la cubierta y empezaba a hacer extraños cálculos enrrollándolo en el codo para saber su longitud. Luego tiraba un cabo por la borda para saber si llegaba a la quilla del barco y se puso ha hacer un grueso nudo a una distancia determinada. Los demás lo miraban confundido, pero él parecía muy seguro de lo que hacía. 

El sortilegio confirmó las sospechas de Alaric de que la cimitarra se trataba de un objeto mágico. Saik sin embargo estaba curioseando en la alacena y no oyó su petición de traducir el grabado. -Bah, no importa, ya le preguntaré luego.- Enfundó la cimitarra en su cinto y curioseó los restos del capitán. La espada de plata parecía robusta para ser de un metal tan endeble. Probablemente se tratase sólo de un baño de plata y el alma de la hoja fuera acero. La cogió para dársela a Bast.

Saik y Rufus parecían haber encontrado algo, así que se acercó a ver. Tenían un anillo en las manos, que parecía poseer una ligera aura mágica.

¡Soltad eso, compañeros! Con los objetos mágicos es mejor tomar precauciones hasta conocer plenamente sus propiedades. Permitidme custodiarlo bajo la luz de Pelor mientras tanto. -dijo, para continuación guardar el anillo en su zurrón.

En ese momento Ivho gritó una advertencia desde fuera, así que salió de nuevo a cubierta, acercándose a donde estaban él y Bast.

Bast, amigo, toma esto -dijo entregándole la espada de plata.- ¿Qué ocurre? Oh, maldición... -Un barco enemigo se acercaba a ellos a preocupante velocidad.

Durante unos instantes, Bast pareció crecer centímetros ante la adversidad que les acechaba constantemente. Comenzó un discurso que alentó sus corazones, y de forma adecuada a las capacidades de cada uno, creó una estrategia y distribuyó tareas.

Gran plan, compañero. Sin duda Heironeous guía no sólo tu espada sino tu mente. Sin embargo se me ocurren cosas que matizar. Iré a buscar al viejo sacerdote Brune, para darle cuenta de que no hemos encontrado a su compañero Daytan y que rece unas plegarias por los caídos, pero en cuanto haya terminado, nos encargaremos nosotros de coser el velamen. Como sanadores y curanderos por nuestra profesión, coser es algo a lo que estamos acostumbrados, aunque sea carne y no tela normalmente. Además, Rufus te será de mucha más ayuda en tu empresa de arreglar el timón. Si lo bajáis a él, que es más ligero, será mucho más fácil mantenerlo sujeto y luego volver a izarle sin que haya ningún percance.

Bast aceptó de buen grado la espada que le ofrecía el clérigo y la puso junto al resto de sus armas y armaduras, además complacido por el apoyo del clérigo a su plan le contestó:

-Mucha gracias amigo, es obvio que a ti Pellor te premió con la clarividencia; se harán esos cambios que dices. Que Saik ayude con la descarga, Rufus y yo de arreglar el timón y vos y vuestro compañero de profesión de las velas. Por cierto de momento no hay que preocuparse del botín, ya tendremos tiempo de hablar de ello si salimos de ésta. Veo bien que Alaric se haga cargo de los artilugios posiblemente mágicos, seguramente estarán más seguros en sus manos; el resto dejémoslo donde está.

Ingvar ignoró prácticamente todas las órdenes que dio Bast, y mientras miraba el barco que Ivho había detectado, se empezó a colocar los brazales sonriendo, pues significaba que iban a luchar de nuevo, y eso le complacía:

- Esa idea no funcionará, pretendes que movamos entre seis personas lo que mueve un timón? Tenemos fuerza pero no tanta hombre.- dice negando con la cabeza. Podrían probar, puesto que no había mejor idea, pero lo más seguro es que no funcionara.

- Si quieres bajar al pequeño con la cuerda que habría que meter para que aguantara, seguramente acabe en el fondo del mar.- dice señalando las cuerda que habría que pasar por el agujero, mínimo como las del mástil.

- Cuando nos estén a punto de asaltar avisadme, voy abajo a tirar la basura por la borda.- bajando despreocupado por la escalera para bajar a tirar los cadáveres enemigos por la borda.

Veo como Bast se impacienta y comienza a dar órdenes sin pararse a pensar dos veces. Me acerco al grupo y freno un poco los ánimos -Esperad! Ingvar tiene razón.- Me relajo y continúo, no me gustaba alzar mucho la voz y las últimas circunstancias me estaban forzando a hacerlo. -No podremos controlar el timón con unas cuerdas, es totalmente imposible.- Me acerco al timón y trato de moverlo. -¿El timón sigue en su sitio? puede ser que el mecanismo se haya atascado. No sería mala idea que Rufus continúe el mecanismo por si encuentra algo raro- Digo mirando al mediano.

-Saik podría tratar de hacer funcionar las balistas, por si al final debemos luchar- digo señalando las dos estructuras que anteriormente habían estado dominadas por los orcos.

-Es buena idea que Alaric vaya a por el clérigo, quizá pueda ayudarnos- Continúo.

Hago una pequeña pausa y señalo a Ingvar y Bast -En cuanto a nosotros...- Digo mirando hacia la escalera que baja -deberíamos registrar a fondo toda la embarcación, por si nos dejamos algún rincón sin registrar y encontramos algo que nos ayude.- Paro un momento para pensar y continúo. -Debe haber una habitación con repuestos y materiales para realizar reparaciones, es nuestra única oportunidad para evitar la lucha. ¿No habíamos encontrado unos planos del barco?- 

-Si no encontramos algo así lo mejor sería preparar una emboscada.- digo entre susurros levantando la cabeza hacia lo alto del mástil.

La solución al timón:

Existen varias soluciones posible para redirigir el rumbo de la nave en ausencia de un timón, una de ellas es la más fácil que no la habéis dicho, sería colocando cuerdas en los travesaños que cruzan los mástiles de izquierda a derecha, de forma que al tirar de uno de los cabos giren las velas y se pueda maniobrar, no sin cierta dificultad , la nave.

La Otra solución (esta es más compleja y tiene que ver algo con la de Bast) aunque más compleja por la carencia de medios, es colocar un remo extenso, y reforzado, en la parte trasera del castillo de popa, de forma que al girarlo gire también la embarcación, como si de un bote se tratara.

Mientras estáis algunos arreglando las partes del barco que están descontroladas, o vaciando el peso de éste. Una andanada de pesadas piedras sale disparada desde la cubierta del barco enemigo e impacta cerca de vuestra posición, batiendo con furia el mar. La batalla es inminente.

Te acercas al camarote del clérigo e intentas despertarlo, este entre desvelos te dice que lo dejes descansar, el esfuerzo que ha hecho por ayudaros es tan grande que no tiene ni las fuerzas mínimas para abrir los ojos. Supones que al menos debería dormir ocho horas para recuperar su poder, o la mitad pero todavía no ha pasado tanto tiempo, y ves inútil que se pueda despertar andar o ayudaros mientras no recupere algo de las fuerzas perdidas.

Tras ver las piedras casi alcanzarnos comienzo a sentirme impaciente, teniamos que hacer algo. 

-tengo una idea para retrasarlos!- grito sorprendido al escucharme tan alto. -saik, necesito que me ayudes con las balistas, prendámosles fuego a lo que queda de sus velas. Le daremos tiempo al resto a improvisar un timón-

Salgo corriendo hacia el camarote del capitán con la intención de coger todas las sábanas y ropa que encuentre. También busco una lampara de aceite por los cajones.

Con lo que encuentro subo junto a las balistas y rodeo uno de los virotes con telas. 

El paladín se sobresaltó cuando las piedras cayeron al agua, estaba de espaldas a esa zona y no se lo esperó. Sin perder más tiempo, asintió ante el plan que tenía Ivho, y dirigiéndose a Rufus le dijo:

-Bueno pequeño amigo, hay que arreglar la dirección ahora; por ello hay que tirarse al agua (amarrado a una cuerda obviamente), abrir un agujero en esa tabla que ves ahí - dijo señalándosela desde la borda - e introducir este cabo hasta que tope con este nudo que está a la mitad de la cuerda, una vez hecho hay que hacer otro nudo similar por el otro lado del agujero y subir con el extremo. Creo que lo mejor es que desciendas tú ya que podría volver a subirte con rapidez si la situación se complica aquí, pero si no quieres correr el riesgo dímelo y lo haré yo mismo.

La andanada de rocas cae violentamente y algunas gotas salpican la tez del explorador que, saliendo de su ensimismamiento, atiende al plan del monje.

Bast, sé usar cuerdas si la necesitas para tu plan, mientras investigaré la balista dirigible de proa, pero necesitaré ayuda si queremos hacer más de un disparo.

Viendo cómo la embarcación enemiga se acerca cada vez más contempla el estado de las velas - Sin velas nos alcanzarán pronto, deberíamos priorizar la velocidad y buscar luego la forma de manejar el timón, en mi opinión.

Sin más dilación, se dirige hacia la balista rotatoria e investiga tanto su funcionamiento como su puntería.

Rufus mira a Bast, con algo de desconcierto en sus ojos...

Hombreee..... estooooooo.... si no queda otra.... Bajaré yo pero ¿cómo piensas bajarme? si ese cabo lo tengo que pasar por el agujero una vez hayamos hecho el primer nudo no podrás subirme... dice observando al su alrededor de manera inquieta en busca de algo que le pueda servir de ascensor.

La nave enemiga sigue tratando de aproximarse a vuestro barco, pero debido a vuestro impacto veis que las balistas suyas empiezan a apuntar sobre el vuestro.

El daño de la balista de Saik ocasiona también daños a los tripulantes...

Viendo que Saik podía utilizar las balistas sólo y con efectividad salto hacia la cubierta principal, donde se encontraba la catapulta.

-Alaric, no dará tiempo a arreglar las velas antes de que nos alcancen!- grito mientras me acerco a la catapulta y trato de averiguar su funcionamiento.

-Necesito ayuda aqui!-

Si consigo averiguar como funciona disparo al barco enemigo. 

El paladín no perdió más tiempo ante el comentario de Rufus, y se puso a amarrarle la cuerda a la cintura y colocándole el hacha en su mano, mientras le decía:

- Tranquilo pequeño amigo, tengo dos cuerdas, la más larga y que tiene ya este nudo hecho es la que tienes que pasar cuando hagas el agujero; la otra la tendré aquí arriba amarrada y te subiré rápidamente cuando haga falta.

Cuando terminó de prepararlo continuó diciéndole:

-Dejad aquí la ropa que no queráis mojaros, y cuando estéis listo zambulliros lo antes posible. De mientras, buscaré algún utensilio que os facilite la tarea de la perforación.

Vale vale, allá vamos pues!!! exclama Rufus en un tono algo más agudo de lo normal mientras ayuda a Bast a sujetarlo con la cuerda, la idea le excitaba e inquietaba  a la vez. 

Tras esto me dirijo a la popa del barco y me asomo parece una gran altura, jeje, y para un mediano las cosas son mas altas, ya se sabe... jeje 

Rufus se quita la mochila las armas y el carcaj y las apila en la cubierta.

Estoy preparado Bast! - Buscando algún sitio en donde atar la cuerda que me sujeta para no acabar nadando en el mar y la cuerda conmigo ya que Bast está buscando el taladro manual.

Tras atarla y asegurarme de que tengo cuerda suficiente para poder llegar al agua sin quedarme colgando y tampoco para que le barco me arrastre nada más tocar el agua, me encaramo a la borda y me preparo para saltar.

¿¡Me tiro ya!? grita hacia atrás en dirección a donde Rufus cree que debería estar Bast.

- Adelante Rufus, ¿o estás esperando a que te lance? - dijo el paladín sonriendo, aunque el mediano no lo viera - intenta usar el hacha mientras yo busco algo que te pueda ayudar.