Partida Rol por web

La bruja de Hala solo quería descansar. Sabía que sus vidas dependían de los conjuros que le rogase a su diosa y sin encontrar la paz que necesitaba no se podría concentrar lo suficiente para contactar con ella.

- Por favor, no me molesteis hasta que hayan pasado unas horas y tenga fuerzas para rezar a Hala de nuevo.

Con estas palabras, Leiath se había echo un ovillo con las 'mantas' que les habían dado e intentó conciliar el tan deseado sueño.

Hanuatu solo responde a Aire con un bufido, y se aleja poco amistoso. Ha debido pasar algo así del estilo a que los extranjeros han ofendido su hospitalidad y las antiguas tradiciones de la tribu, o ya tal.

El siguiente sobresalto del día, o de la noche perpétua, según se mire, lo da Becky. Llega muy apurada al iglú, despertando entre otros de ese turno a Leiath.

¡Rápido! ¡No hay tiempo para explicaciones! ¡Tenéis que venir deprisa conmigo a la cueva de lo alto de la pasarela! Perdón, no quería sobresaltaros... Es que estaba allí, repasando mi libro de conjuros, y alzando la vista de vez en cuando para ver si algo se acercaba por la entrada, cuando Lady Arquette me llamó desde la irregularidad de la cueva en la que descansaba Fray Sébastien. Y yo me dije, ¿ahora? Justo estaba releyendo las notas que tenía apuntadas sobre varrangoins... y con algo de mal humor puse el marca páginas entre las hojas y guardé el libro en mi mochila. Y luego dije, ya puede ser importante, Lady Arquette. Y ella dijo algo con ese acento cerrado suyo que no entendí. Y allí estábamos los tres, junto a Fray Sébastien, que entre susurros y delirios dijo que la magia de adaptación estaba a punto de acabarse. Entonces Lord Sauvage me mandó a buscaros para que Fray Sebástien nos lanzara el siguiente conjuro.

¡En serio, no hay tiempo para explicaciones! ¡Corred!

Tras una larga carrera por la pasarela que recorría la amplitud de las paredes del cráter, el grupo se volvió a reunir en la cueva. Leiath curó con una de sus expulsiones la consución que quedaba en Fray Sébastian, que recuperó la consciencia y protegió de nuevo a todos con su hechizo planar, incluyendo a Hollín, que volvió a salir del bolsillo del familiar de Becky para recibir aquella protección. El cuervo cada vez tenía más cariño por Becky, y menos por Alice. Tras aquello, Becky llevó a los que se habían quedado en el iglú a la salida que daba a las llanuras...

Aquí el sistema de seguridad era más elevado, lo que denotaba que los tumuluarios no solían utilizarla mucho. Esqueletos sin piernas formaban una especie de rejas, mientras sus dientes castañeaban al frío del exterior, con sus torsos atados por tiras de piel pasadas entre las costillas. De lo alto de aquel macabro rastrillo, otra tira de tela bajaba hasta una manivela de hueso, de modo que se pudiese subir y bajar a placer desde el interior de la cueva.

Aquel acceso daba a la falda de la montaña, a bastante altitud, pero la pendiente permitía descender penosamente a pie sobre la nieve acumulada. Grandes carámbanos de hielo surgían como agujas de vez en cuando, dándole un aspecto al paisaje de armadura blanca de púas. Y más allá... llanura. Llanura insondable. Llanura desde la montaña hasta dónde la vista marcaba el horizonte. Las Llanuras del Hambre.

Se acabó. Allí la gente era una maleducada. ¿Qué tenía que hacer una mujer para que le regalasen el brazo de un esqueleto? ¿Tan complicado era de entender? Una chica guapa como ella, y tan espléndida, se merecía todo lo que ella quisiese. Y más, mucho más. Pero allí nadie lo entendía. Así que decidió que caminaría chocándose con todo el mundo, así, en plan venganza. Además, les miraría mal, les sacaría la lengua y, después, levantaría la cabeza muy alto, para que todos supiesen que se estaba vengando. Y que estaba enfadada, por supuesto. Aristóteles le dijo que era una gran tontería, y estuvo a punto de castigarle dentro del iglú, pero al final se lo pensó mejor. No se había separado nunca de él, y no lo iba a hacer por un enfado tonto. Así que decidió meterle el dedo en el ojo, y se sintió satisfecha.

Cuando vio a Becky correr como la loca que era hasta el iglú, ella la imitó. Si la rubia iba con tanta intensidad hasta allí, es que algo había pasado. Quizá se había reunido con los hombrecillos extraños y habían decidido regalarla un esqueleto entero para ella. Con la ilusión en los ojos, entró y escuchó lo que la loca decía... Quedándose Aire triste. Pero bueno, al menos no se aburriría. Siguió a los demas para recibir la dosis de magia y miró al exterior.

¿Vamos a tener que atravesar toda esa llanura? Es muy grande.

Tengo una duda:

Yo tengo la maza esa rara que no me acuerdo donde ganamos que me dio Becky en el combate contra los esqueletos del barco. ¿Puedo identificarla con la perla que me queda? Si es así cambiaría grasa por identificar y la identificaría. Si pueden hacerlo los viejos esos pues que lo hagan ellos.

¿Qué quería ahora la pesada de la rubia?¡Oh sí! los conjuros de protección, eso sí que era motivo para que molestasen al perfumista, que había estado estudiando después de un frugal sueño reparador. Tras recoger las cosas y estar bien protegido, Onfale oteó el horizonte desanimado.

- ¿Y ahora qué? No parece muy alentador lo que nos espera.- Tras escuchar a sus compañeros se dirigió a Lady Arquette.- Nos hicimos con una...ejem...digamos peculiar maza. ¿Creen que podría identificar sus propiedades?- Dijo lo más educadamente posible y temiendo la reacción de los viejos santurrones al verla forma fálica de la maza. 

Diez minutos antes y Leiath se habría comido a Becky de un solo bocado, pero la maga chalatana había tenido suerte. Seguro que Hala estaba cuidando de ella ya que llegó después de que la bruja (más bruja cada día), hubiese terminado sus oraciones.

Asi que, en vez de recibirla con una serie de improperios lo hizo con alegría.

- Buenos días, Becky!

Aunque la cortó todo el rollo, Leiath escuchó con atención y salió con los demás rápidamente hacía dónde estaban los ancianos esperando.

Una vez se hubieron repartido las protecciones como era debido, conjuro alimento y agua para que pudiesen comer en condiciones mientras deliberaban qué hacer lo siguiente. El desayuno no fue muy espectacular, nada de pollo asado con sus churretes de grasa cayendo por los dedos, era una simple papilla que no sabia mal y daba mucha energía.

Mirando hacia aquel frío escenario, se preguntó cómo aquellos 3 vejetes habían sobrevivido solos tanto tiempo.

Ahora que parece tenemos unos minutos para conversar en relativa calma, me gustaría que dejasemos las cosas claras - dijo mirando a Lady Arquette- Veo que son ustedes gente bondadosa y que luchan fieramente contra el mal que habita en este plano. Pero, piensan quedarse aqui hasta el fin de sus días? Qué es lo que piensan hacer? Quizás podamos unir nuestras misiones divinas ya que a nosotros también nos mueve el bien aunque la fuente de dicha bondad provenga de un recipiente distinto. -La pobre Leiath estaba convencida de aquello pese a que más de uno de su grupo lo de hacer el bien se la traia al pairo.

- Y respecto a esta tribu de desgraciados, me gustaría, si me lo permite su amable clérigo- dijo con una inclinación de cabeza respetuosamente hacia Fray Sébastien- darles la oportunidad de redención. Pensaba, como había comentado antes, decirles que levanten un templo a Hala (nos puede ser útil en un futuro), y pedirles que acepten viajeros como nosotros, si se vuelven a encontrar con alguno. A cambio les diremos la posición del barco para que puedan aprovechar la madera o lo que necesiten.

La maga pelirroja levanto los ojos rojos por la lectura continuada del libro con poca luz y las pocas horas de sueño. ¿Qué? ¿Qué pasa? Pregunto con voz cansada y como un autómata siguió a la maga rubia. Alice estaba demasiado cansada para darse cuenta del logro que había conseguido hace apenas un par de horas, había lanzado su primera bola de fuego, debía de estar de celebración como un niño en su primera comunión pero el cansancio y el habiente opresivo del plano le impidió ilusionarse. Estaba tan agotada que no se dio cuenta de cómo Hollín le ponía los cuernos con Becky. Como era posible que el estúpido cuervo la cambiara por esa rubia oxigenada, después de todo el cariño que Alice había demostrado por él.

Lady Arquette lanzó un conjuro. Algo trivial, que a Onfale no costó discernir: un detectar magia.

La massue no es un arma mágica. Pardon.

Lady Arquette devolvió la maza de Viktor Das Vracken a Onfale. Dió por supuesto que se trataba de una maza mágica por venir de un tío guay como Das Vracken, pero solo se trataba de una maza ligera de gran calidad y bella factura, nada sobrenatural. Una herramienta útil solo contra la dureza de los esqueletos, independientemente de la fuerza de quien lo esgrima.

El rostro de Fray Sébastien se desarrugó entero de la sorpresa que se llevó al tener noticias de Leiath sobre el estado de la tribu. Estaba contrariado, y de mal humor, por estos pactos contra natura, pero se limitó a darse media vuelta en el suelo y echarse la manta de piel humana sobre el costado.

À nous nos urge llegar a Vadrian-la ciudad de los Hombres de la Ceniza, en mitad de las Llanuras del Hambre-. Lo hemos estado parlant... Cuando acabemos con los affaires que tenemos allí pendientes, os acompañaremos a destruir la Rose de Laón. Lo que ocurra en el cráter, se queda en el cráter, no es affaire notre.

Parece ser que el pequeño ejército de Heironeous prefiere mirar a otro lado con los proyectos megalomaniacos de Leiath.

Junto a la reja de esqueletos se levanta una brisa que alza unos pocos copos de nieve. Uno de ellos se le mete en el ojo a Aire. Resuenan en la cabeza los consejos de su madre en este tipo de situaciones: ¡no te toques o te quedarás ciega, hija!

Pasaron las horas. Algunos volvieron al iglú a tratar de dormir un poco más. Poco después de que Onfale y Alice terminaran con su rutina de estudio diario, y una vez terminados los rezos a Hala, el grupo salió de nuevo del iglú para tener la asamblea con los tumuluarios, pero todo se truncó. Los cristales de hielo de la alarma tintineaban como si no fuera a haber un mañana. La luna estaba especialmente brillante y apocalíptica. Y de la oscuridad del túnel salió uno de los vigías de lanza de oro.

¡Gigú até a ver de é!  ¡Gigú até a ver de é!

Hanuatu le dió un guantazó.

Habla bien, joder. Tranquilízate y deja de tartamudear.

¡Gigú até a ver de é! Digoooo... Gi... Gigante verde.

Señaló tras de él, a la oscuridad de la galería. Los extranjeros a la tribu recordaron con temor a Kaevhas y su ettin de dos cabezas... como todos los ettines, pero en verde. Aquel gigante se podría colar con dificultad por la entrada, y llegar hasta el cráter.

Viene con esqueletos, arcos y flechas.

Habría que elegir si es mejor quedarse y luchar, o huir mientras los tumuluarios los entretienen.

La respuesta de Onfale a su sugerencia había cogido completamente por sorpresa al tiflin. No se hubiese imaginado que el perfumista se decantase por presentar batalla al ver su prudencia y su preferencia por engañar y ocultarse. Tybalt reconocía y respetaba esa manera de proceder pues él mismo se valía de ellas para sobrevivir en Li'Huriek pero, del mismo modo que había demostrado el eunuco, también sabía cuándo presentar batalla y luchar por su vida. Puede que no fuesen tan diferentes después de todo el uno del otro, al menos no desde esta perspectiva. Está claro que si planteas los puntos en común entre un semiinfernal de más de dos metros y un humano perfumado de estatura media carente de genitales, se necesita recurrir a esta clase de sutilezas para sostener el menor argumento que se pueda aportar. Lo que me recuerda que también ambos fueron esclavos. No es como si fuesen gemelos separados al nacer, pero ayuda.

El siguiente punto relevante durante su estancia en lo que podrían considerar un spa en medio de esas heladas montañas llegó de manos de la maga rubia. Los reunió a todos junto a la otra salida para renovar los sortilegios que les permitían mantener la integridad de su cuerpo y, de paso, poder contemplar lo que les esperaba al otro lado de la accidentada orografía: un inmenso terreno baldío que no prometía nada bueno para aquel que se atreviera a cruzarlo. Cada vez ganaba más peso la alternativa de Onfale, al menos solo para atravesar esa llanura sin el estrés de saberse perseguidos.

Tybalt se quedó atrapado en la impactante visión que tenía delante mientras Leiath y los ancianos llegaban a un tenso acuerdo. Poco podría aportar él en esa situación pues seguiría a la bruja a donde hiciera falta para cumplir su sagrada misión y tampoco parecía ser necesario intervenir pues los tres vejetes se les unirían. Las horas pasaron con relativa calma hasta que otro nuevo altercado les dio alcance siguiendo ese aumento exponencial de relevancia. -Ya están aquí...- Musitó al escuchar las palabras del agitado tumulario que daba la alarma. -Se nos termina el tiempo para decidir.- Dijo a sus compañeros una vez salieron todos a ver el motivo de tanto escándalo. -Yo digo que nos quedemos y luchemos. Más allá nos espera toda una odisea para atravesar esa llanura y si nos dan alcance allí tenemos todas las de perder. Aunque les saquemos ventaja dudo que los esqueletos necesiten detenerse para dormir. Además, ese tal Kaevhas parece tener alguna cuenta pendiente con vosotros y muchas ganas por saldarla.- Incidió en ese detalle pues toda duda sobre la determinación de aquel mago para llegar hasta ellos quedó disipada al ver que ni el acantilado más profundo, ni la montaña más alta sería suficiente para detenerlo. La mirada del tiflin se endureció ante la difícil situación que se les presentaba. Tras una breve pausa sacó una de sus espadas cortas, la menos ornamentada, para tendérsela a Onfale. -Te la cambio por esa maza.- Le dijo. -Me va a hacer falta para romper unos cuantos huesos.- Añadió esbozando una media sonrisa que mostraba confianza. Si bien Tybalt había evitado muchos males sirviéndose del sigilo, también había dedicado su vida a convertir su cuerpo en un arma que poder esgrimir cuando las sombras no les sirviesen de nada. Y, quieras que no, cuando uno invierte mucho en algo, siempre tiene ganas de darle uso.

Decepcionado volvió a colocar la maza colgando de su cintura de avispa. Al menos le serviría contra los descalcificados huesos de los esqueletos a los que tendrían que enfrentarse tarde o temprano.

- Vadrian...- Recordó las palabras de su guía con su impresionante memoria y las expuso a todos sus compañeros.-Según nuestro anterior guía...- Le daba casi la misma vergüenza hablarle a Lady Arquette del Mane que de la maza con forma fálica.-...Vadrian es una ciudad en ruinas. Los demonios y los muertos no se acercan a ella, lo cual no está nada mal. Lo que sí hay son Hombres de las Cenizas. Son unos freaks de la muerte.  Es un buen sitio para comprar, vender y encontrar otro guía.- Que Lady Arquette y los otros dos ancianos hubieran decidido finalmente ayudarles con la Rosa de Laón era una gran noticia. La magia protectora del clérigo era realmente necesaria para que Leiath pudiera descansar un poco.- Me alegra escuchar eso, Lady Arquette. Su ayuda será de gran ayuda y esas almas en desgracia, tan puras ellas,  lo agradecerán.- Y ellos podrían volver al fin a su plano. Cuando por fin había podido estudiar un rato y ordenar sus cosas el jaleo se hizo patente en la cueva. Todos se reunieron con presteza ante el tintineo de la alarma. Las atropelladas palabras del tumulario confirmaban sus peores pesadillas. Kahevas les había descubierto.

- Por supuesto Tybalt, seguro que le das mejor uso que yo.- Después de todo sin polla durante tanto tiempo seguro que no sabría utilizarla hasta no coger algo de experiencia. Por otro lado, el perfumista recibió agradecido la espada corta del semi-infernal. Poco a poco iba confiando más en el gigante con cuernos pues había demostrado ser de gran ayuda.- Por mí luchemos. Demos al rencoroso de Kahevas la paz que merece su alma.- Habían descansado y tenían las fuerzas renovadas. Si no vencían ahora no lo harían jamás.- No hay que olvidar que venía acompañado de un mago. Recordad que tenemos las piedras trueno que podrían ayudarnos contra él o incluso preparar una trampa con alguna de ellas.- El mago recordó también el miedo que los viejos tenían a su magia de disipación.- Deberemos tener máximo cuidado. Si disipa la magia que nos protege lo pasaremos muy mal.- En eso Leiath era su salvaguarda. Si los hechizos eran disipados sólo ella podría salvarlos.

Una hora en remojo en un baño caliente, un almuerzo en condiciones regado de buen vino, rezar a Hala rodeada del verde follaje del bosque en donde habitaba su querido y alejado pueblo. Cuánto lo echaba de menos. Y no es que pidiese poder hacerlo en aquellas circunstancias, pero un día, un mísero día o dos de descanso! Por la gran Hala que se lo habían ganado. Pero nada, el destino no daba tregua a los viajeros.

Ahora había que plantearse si salir corriendo perseguidos por un ejército de no muertos o enfrentarse a ellos en la guarida de un poblado de indeseables seres traicioneros. Y es que parecía que Onfale y Tybalt se habían olvidado de ese simple hecho; la tribu de Hanuatu no eran de fiar. Tan pronto vieran que sus enemigo tenían más ventaja,se unirían a ellos sin pensarlo dos veces. Además Kaehvas era inteligente, ahora irían preparados contra ellos.

- Queridos hermanos, entiendo vuestros deseos de enfrentarnos al enemigo pero no estoy muy segura de estar en ventaja, es más creo que nuestra posición no es nada ventajosa. En mi humilde opinión debemos ponernos en marcha de inmediato y, más adelante, prepararles una trampa, cuando no se lo esperen.

No quería mostrar las dudas sobre su tribu delante de Hanuatu, asi que lo que dijo fue más bien para que sus compañeros entendiesen que no confiaba en nada en ellos, aunque quisiera darles posibilidad de redención,por la mera naturaleza maligna de los tumularios.

- Además, no creo que debamos poner en peligro a estas pobres gentes que nos han acogido duante nuestras horas de necesidad. Y seguramente algunos de ellos puedan ponerse en nuestra contra si se ven en peligro, verdad Hanuatu?

Quizás tengan nuestro hechiceros algún conjuro que nos dé velocidad de marcha? Iríamos mucho más rápido que ellos y ganaríamos el tiempo que necesitamos.

Pero, pese a que no me parece la mejor opción, seguis pensando que lo mejor es enfrentaros a ellos aqui, os apoyaré en todo.

Si algo sabía la magia de Aire, era prepararse para el peligro. Nada más escuchar la alarma, sus ojos negros ocuparon su lugar, y los dedos parecían ansiosos por empezar a soltar su fuego.

Por mucho que corramos, nos alcanzaran. Ellos tienen criaturas en las que viajar, y seguramente lleguen a nosotros en poco tiempo. Y sí estaremos perdidos

La seriedad de la muchacha era única cuando estaba en ese estado "mágico". Y también lo era su crueldad y frialdad, pero en esos momentos las había dejado de lado.

Y aquí al menos no tenemos que preocuparnos de mirar atrás. Quien nos quiera atacar, lo hará igualmente, pero al menos no tendremos que mirar atrás no dejó escapar la oportunidad para mirar a sus nuevos "amigos" aunque quizá mirar a los lados no esté demás.

¿De que gente estaba hablando la bruja? Entonces vio a la panda de Tumularios, si, realmente la bruja estaba perdiendo la cabeza, puede que la locura de Aire fuera contagiosa. Cuando llegara a ser una maga poderosa con su torre y un gran montón de dinero donde sentarse escribiría un tratado sobre ello.

¿Creo que nos estamos precipitando en tomar una decisión, pinero habría que saber cuántos son y en qué condiciones vienen. Claramente la cueva es un buen lugar para un enfrentamiento.

Flame miró a Leiath directamente a los ojos y le mantuvo la mirada todo el tiempo. Leiath, yo haré lo que tú me digas. Dijo totalmente seria. Si me pedís que os proteja, así lo haré, y si me pedís que huya, también lo haré. Estoy dispuesta a enfrentarme a ellos aquí, y ahora, o más adelante en otra situación mejor. No tengo muy claro si estratégicamente este sitio es mejor o no, pero lo que sí que tengo claro es que Kaevhas tiene un numeroso ejército y me temo que lo ha preparado para encontrarnos. Tarde o temprano, tendremos que luchar contra él. No creo que nos dejé en paz.

Luego se quedó pensando un poco. Aunque en el fondo creo que la clave es él, seguramente si le venciésemos a él, el resto de sus cómplices terminarían por abandonar el combate.

¿Por qué lo dices, humana?-preguntó a Leiath-¿En qué sentido lamentas ponernos en peligro? ¿Acaso fuisteis vosotros los que atrajeron al gigante hacia aquí?

Gruño, pero unos ruidos en el interior del túnel centraron su atención. A la orden de Hanuatu, se aglomeraron en torno a la entrada todos los tumuluarios. Se abrieron en abanico para que el más hábil en las prácticas de tiro con arco pudiese disparar. Las plaquitas de hielo tintinearon un instante, para luego estrellarse en la nieve cuando algo grande y poderoso rompió el hilo de cabellos con su empuje. Con cadencia rítmica, el gigante derribaba las estatuas a su paso para poder avanzar. Luego silencio, con todas las miradas puestas en la oscuridad de la cueva.

El tumuluario del arco tuvo tiempo a disparar dos flechas al túnel. Cuando no había podido tensar por tercera vez la cuerda, las dos cabezas verdes del Ettin mostraban sus colmillos bajo la luz de la luna. Su verdoso hombro mostraba clavadas dos flechas. No era el único bando que tenían arqueros... una flecha fue escupida desde la retaguardia del gigante, pasó a su lado, y por encima de la oreja de Hanuatu, alcanzando la nieve compacta del iglú que el tumuluario tenía a su espalda. Se acabó, no había tiempo para hablar más de si ir o quedarse: la batalla había dado comienzo.

Flame miró a todos los tumularios que iban en su ayuda para enfrentarse al gigante que les iba a atacar. Flame miró a Tybalt y le sonrió, ¡creo que no hay tiempo! ¡Vamos! Le dijo mientras salía corriendo en dirección hacia el Ettin. Había llegado la hora de la batalla, había llegado la guerra. Y si lograban pillarles en la entrada, podrían usar la estrategia de cuello de botella y dificultar que el resto entraran en la cueva. Cuanto antes les impidieran el paso mejor. ¡Corramos! Le dijo al resto mientras Flame hacía todo lo posible por alcanzar la entrada.

Mientras tanto, el brillo de la escama de Flame se intensificó más fuerte que nunca. La chamán jamás había considerado a tantos aliados en su bando, y su escama jamás habia brillado tanto como aquel día. Si estaban de su lado, quizá fuera ella más útil de lo que pensaba.