Partida Rol por web

Flame se vio con la tentación de asomarse a ver quiénes eran los que estaban discutiendo, o al menos a ver cuántos eran. Las palabras mencionadas por la asamblea le resultaron muy curiosas e interesantes. Saber que en aquel lugar había algo denominado "pueblo" hacía que todo pareciera más del su mundo, del plano material. Aún confiaba en que algún día saldría de aquellos mundos infernales y podría regresar a su plano de nacimiento. Pero para eso aún quedaba mucho y se quedó observando a las brujas, quizá alguna fuera capaz de volverse invisible y contemplar cuántos había sin levantar sospechas. Después miró a los no-mujeres, quizá ellos fueran suficientemente habilidosos como para observar sin ser vistos.

Fuera como fuese, la última opción para echar un vistazo, era ella, por supuesto.

Oh-ooh! Pero que escuchaban los delicados oídos de la sierva de Hala? Civilización? Ella había esperado más bien encontrarse con un enorme dragón esquelético viviendo en el centro de alquel volcán, asi que escuchar voces de seres inteligentes, hablando de forma normal que ella pudiese entender, era un alivio. Los poblados siempre daban la bienvenida a las brujas curanderas. Había que anunciar su llegada sin que éstos se alarmasen y pensasen que eran atacados.

Qué pensais? - dijo en un susurro para que al menos le escuchase lady Arquette, a la que ella consideraba la lider del grupo de ancianos- No deberíamos avisar de nuestra presencia? Quizás podamos comerciar con esta gente, parece necesitada de materiales...

Espería el visto bueno del grupo, pero lo más sensato era sin duda 'llamar a la puerta'.

La maga se sentó en el suelo lejos de la aventura, tenía las piernas molidas después de andar tanto. Primero deberíamos de saber “que” son, porque puede que antes de comerciar deseen darse un banquete con nosotros. Alice decidió darle un poco al coco, las construcciones, las voces y las estatuas indicaban cosas fundamentales sobre esos seres ¿pero que eran? Si al menos tuviera su manual de taxonomía sobre razas demoniacas y de otros planos escrito por el famoso Fistandantilus.

Aire se acercaba a cada estatua rara y hablaba con ella. Tras las palabras de Lord Sauvage, decidió hacerlo en susurros. No quería enfadar a su abuelo. Siempre había sido muy estricto, no había hecho muchos gestos de cariño a su nieta, pero a ella no le importaba, porque sabía que, en el fondo de él, quería mucho a su nieta.

Así, mientras ella susurraba, se enfadaba con las estatuas, porque éstas no eran tan amables como las primeras. Quiso golpearlas con Aristóteles pero en ese momento escuchó las voces. Ahora ya estaba contenta, las estatuas la contestaban. Pero no a las preguntas que ella les hacía. Frunció el ceño y, al ver cómo los demás debatián, lo entendió. No estaban solos

¿Son amiguitos?  preguntó a su abuela, agarrándose de su brazo. ¿Vamos a saludarles?

El cuerpo de Tybalt entró en tensión al escuchar aquellas voces discutir sobre un tema que no tardó en identificar. Parecía que, de alguna manera inexplicable, un grupo de gente había logrado sobrevivir en este yermo helado e infestado de no muertos. Y no solo eso, estaban hablando sobre si debían o no intentar recoger los restos del barco en el que habían llegado. "Pues van a tener que ponerse a la cola." Pensó el tiflin. Aunque los no muertos estaban más preocupados por tener algo que llevarse a la boca que recolectar materiales.

Sea como fuere, se les presentaba una oportunidad interesante como mínimo. -Si tienen miedo de las criaturas que rondan este páramo no pueden ser demasiado peligrosos.- Razonó el espadachín tratando de aplacar la preocupación de Alice. -Y si lo que buscan son materiales, puede que la madera que llevamos juegue a nuestro favor para comenzar un diálogo.- Continuó exteriorizando sus pensamientos. 

- Os diré lo que haremos.- Dijo el eunuco tras escuchar la conversación de la asamblea. No le parecían para nada amenazantes pero había que asegurarse.Estaba de acuerdo tanto con Alice como con Leiath.- Me haré invisible y echaré un vistazo a ver qué tipo de gente son y luego trataremos de comerciar con ellos.- El mago tardó poco en meter sus dedos en la bolsa de aceite y chasquearlos para que éste se volatilizara.- Shammmmbu ajna adr̥śya.- En un segundo se había vuelto invisible.- Vigilad la retaguardia.- Ahora que Onfale había desactivado la trampa que seguramente fuera para avisar de la entrada en la cueva a la asamblea, debían tener cuidado. Una vez imposible de ver asomó la cabeza para ver.

Pues puede que vaya...

Y puede que yo te lo prohiba, y te arroje al volcán.

Grrrrrr...

Siempre te queda desafiarme a un duelo, y quitarme el mando sobre la asamblea. ¿Hanuatu?

No, no... las cosas están bien tal y como son, Mahakuasa.

En total, la asamblea se reduce a solo veinte miembros, todos ellos no-humanos. La especialista en estos temas es Alice, pero Onfale diría que son algún tipo de muertos vivientes. Visten taparrabos de cuero curtido y llevan el pecho descubierto. Los veinte están sentados con las piernas cruzadas sobre la nieve del cráter, formando un círculo. 

 Parece ser que el líder se llama Mahakuasa. Además de mantener una postura contraria a explorar la zona en la que se estrelló el barco del caos, su otra seña de identidad es un bastón de mando.

 El que le replica se llama Hanuatu, y es el que insiste en traer los materiales. Hanuatu es uno de los cuatro asamblearios que detrás de él tiene una vara de oro que se eleva desde el suelo cuatro pies en vertical. Parecería un símbolo de notabilidad para distinguir a miembros más importantes de esta sociedad, sino fuera porque Mahakuasa detenta el poder sobre la asamblea solo con su cetro, sin el oro tras él.

Onfale también divisa una... sí, he dicho cuatro varas de oro, por favor, céntrate. Onfale también divisa dos jaulas hechas con fémures de tamaños similares, seguramente atados entre sí con cabellos largos como los que formaban la trampa del cable. Dentro de cada jaula hay dos viejos conocidos cuya raza Onfale reconoce de haber luchado con ellas. Son solo dos necrófagos, de esos que Leiath es capaz de volar su cabeza con el poder de Hala.

Las jaulas de hueso son de tan reducidas proporciones, que los necrófagos apenas se pueden mover, arrodillados con la parte superior de los muslos rozando el abdómen.

Además, ahora que se ha asomado, Onfale puede ver en qué termina el hilo de cabellos de la trampa: terminan atados a otra tosca estatua como las de dentro, sobre una roca a modo de pedestal. Del hilo cuelgan placas finas de hielo paralelas y muy juntas. Si el hilo se moviese, producirían un tintineo al chocar entre sí, así que parece que la función de la trampa solo era de alarma.

Otro detalle es una pequeña laguna de magma en la parte más baja del cráter. No tiene más de treinta pies de diámetro, pero su superficie roja resalta en la nieve claramente. A veinte pies de la laguna hay un gran bloque de piedra de quince pies de alto, casi rectangular.

Todo eso está ocurriendo en la parte izquierda según se sale del túnel. A mano derecha, varios iglús de nieve y una rampa natural junto a la pared del cráter que más arriba es continuado por la pasarela. Además de atravesar algunas "casas" en su camino, la pasarela va a dar a una cueva a gran altura, después de dar varios giros pegada a las paredes del cráter.

Invisible como estaba tocó delicadamente el hombro de Leiath para hacerse notar antes de comenzar a relatar lo que había visto en un quedo susurro.

- Son 20 dispuestos en un círculo como en una asamblea. No sé qué son pero me parecen no-muertos.- Eso podría explicar por qué podían sobrevivir a la atmósfera que a ellos les destruiría poco a poco si no fuera pro las protecciones de los clérigos.- Sin embargo, tienen en dos pequeñas jaulas hechas con huesos a dos necrógfagos. También he podido confirmar que el sedal de la trampa no es más que un rudimentario sistema de alarma.- El mago hizo una pausa pensando en lo que podrían hacer y en las consecuencias de sus actos. Parecía una sociedad sencilla que gustaba de vivir desapercibida. - Parecen que viven aquí. He visto también pequeñas construcciones. Puede que haya más y sólo sean sus representantes. Hay una laguna de magma.- La voz de Onfale sonaba temblorosa de sólo imaginarse poder calentarse a su vera.- Quizá así sean cómo sobrevivan aquí.- Para el mago no cabía duda de que debían tratar de negociar y así fue que se lo hizo saber a sus compañeros.- Creo que su único interés es pasar desapercibidos.Puede que podamos comerciar con ellos a cambio de descansar aquí un tiempo.- Si la comunidad que vivía en el cráter rehuía las hordas de no -muertos de Orcus si Kahevas les perseguía les estarían poniendo en peligro.- Si os parece puedo quedarme invisible un rato más en caso de que finalmente se volvieran agresivos.

Onfale le había dado la confirmación que necesitaba,y pese a que la anciana de acento algo cómico no le había dado su opinión al respecto, la bruja de Hala se atusó el vestido y la melena y se preparó para aparecer delante de tan curiosa asamblea.

Con la idea de que quizás aquellos con los que tendría que hablar fueran igual de repugnantes que el Engendro Andante que habían dejado atrás, se armó de fuerza de voluntad para que no se le notase el asco en el rostro si ese fuera el caso.

Hhhmmm, Hhmmmm, - Leiath se alzó con las manos en alto para quedar visible ante el grupo de habitantes del volcán- Hola?! Señores, no se asusten, somos unos viajeros que venimos a comerciar y quizás a prestarles la ayuda que necesitan. Esos restos de los que hablan son del barco en el que hemos llegado. Con gusto les podemos informar sobre ellos. También tenemos madera y otras cosas que les pueden interesar...

¿Pero qué? Alice se sorprendió ante la impulsiva reacción de la sacerdotisa de Hala, la información de Onfate no aportaba mucho más, aun no sabían si esas criatura eran hostiles. La maga retrocedió  un poco alejándose de la abertura y pego la espalda a la pared. No le gustaban las negociaciones, en todas las que había participado siempre acaban mal. Recordaba la negociación con vistani y como les había obligado a hacer lo que ella deseaba, lo mismo había pasado con el demonio.

Aire abrió la boca, pero de la ilusión. ¡Leiath estaba hablando con esa gente! La muchacha no lo dudó ni un momento. Salió corriendo para alcanzar a la sacerdotisa, y se enganchó de su brazo.

¡Holaaaa! dijo la muchacha, sacudiendo la mano donde llevaba a Aristóteles, que se balanceaba de un lado para otro. Tras el mareo inicial para el pobre oso, éste le habló a la muchacha

¿Y si no eran buena gente? ¿Y si querían comerles? Bueno, realmente poco podrían comer, porque gordos, lo que se dice gordos... No estaban.

Tybalt escuchó con mucha atención la información que les reveló Onfale. Sabiendo eso más lo que podían oír, no parecían ser especialmente amenazantes. De hecho, casi parecía que sería esa pequeña aldea la que tendría más miedo de ellos que a la inversa.

No obstante, toda precaución era poca. Sobre todo al ver cómo la profeta de Hala caminaba decidida y radiante para entablar un primer diálogo con ese pueblo desconocido. El tiflin se mantuvo oculto en el pasadizo para evitar cualquier rechazo causado por la primera impresión, como ya había experimentado antes con los ancianos. Además, por nada del mundo querría entorpecer los esfuerzos de Leiath por iluminar su camino. Por lo que, con una mano en las empuñaduras de sus armas, el espadachín esperó paciente y atento. Si aquellos seres se mostraban cautos y razonables, Tybalt esperaría al momento oportuno para presentarse. Pero, por el contrario, si eran tan estúpidos como para atacar a la bruja, no dudaría un segundo en desenfundar sus aceros y comenzar su peculiar danza mortal. 

Los veinte "seres", que Leiath opina que son tumuluarios, un tipo de no-muerto inteligente que drena energía vital hasta que la víctima muere y se convierte en otro tumuluario, se ponen en pie. Cuatro de ellos están junto a cuatro varas de oro que en vertical emergen del suelo. Las toman, y resulta que su extremo bajo la nieve resultaba ser una punta de lanza. Lanzas de oro, ¡cómo se las gastan!

Por lo demás, tienen un aspecto tribal y primitivo, con taparrabos y poco más. El lado izquierdo del cráter en el que está la tribu tumuluaria no tiene iglús, tan solo una laguna de magma calentita y un gran monolito de quince pies de alto, y base cuadrada de diez por diez pies.

¡Intrusos! ¡MATADLAS!

El trío de ancianitos se pone en guardia, listos para salir a la nieve para defender a Aire y Leiath, pero no podrán avanzar con todos los jovenzuelos que tienen delante. Tampoco han escuchado los susurros con los que Onfale tentó a Leiath y la mandó a una muerte segura.

¡Espera, Mahakuasa! Traen madera...

¿Y qué? Ya le recogeremos al registrar sus cadáveres.

Pero pueden traernos más. Antes preguntaste por nuestro explorador. ¡Ellas serán nuestras exploradoras! Irán al barco a coger materiales para la tribu. Yo, Hanuatu, invito a estas dos extranjeras a sentarse con nosotros. Según la tradición, no podrán ser dañadas durante la deliberación.

Acercáos, muchachas. Contadnos más cosas sobre el barco y sus tesoros. ¿A cuánto está de aquí?-a solo unas horas a pie del cráter-¿Volaba y se estrelló, o fue arrojado por el aire por una criatura de gran fuerza y tamaño? ¿Qué tesoros y peligros guarda? Mostradnos también la madera y los materiales para comerciar. ¿Qué querríais en pago?

Leiath se dió cuenta del error demasiado tarde. Pero qué había estado pensando? Que se encontraría alegres enanos que le diesen la bienvenida? Si por ella fuera, sacaría su símbolo sagrado ahí mismo y les mandaría a todas aquellas abominaciones alejarse de su delicada vista, pero no iba sola, tenía un grupo al que cuidar y una misión que cumplir.

Agradezco Hanuatu la invitación que nos haces y en nombre de mi grupo muestro nuestros respetos a tí y tu gente- dijo con una inclinación de cabeza. Se acercó a la asamblea y tomó asiento donde le habían indicado. Esperaba que la jóven Aire no cometiera ninguna locura por el bien de ambas.

Aqui tengo la madera - continuó la bruja sacando ésta de su bolsa mágica para mostrársela-, como pago a vuestra hospitalidad. Venimos cansados y deseariamos pasar aqui la noche si nos lo permiten. Mis compañeros tienen más y con gusto la intercambiaríamos junto a la información que deseais antes de proseguir nuestro viaje. No necesitamos mucho y tampoco sé lo que teneis para ofrecernos, quizás algun medio de transporte nos vendría bien...

Flame, al igual que Onfale y Tybalt no se mostró ante el grupo de "no-muertos-o-lo-que-fueran". Prefería estar prevenida y preparada por si algo malo pasaba, que evidentemente iba a pasar. Ya se estaba acostumbrando a pensar que si algo malo podría salir mal, siempre lo haría. En realidad había empezado a pensar eso desde hacía unas horas, aunque en el fondo sabía que llevaba ocurriendo todo eso desde el día en que aceptó su primer trabajo. Si algo malo podía pasar, siempre pasaba, ése era su sino, y no le quedaba más remedio que aceptarlo.

Por eso esperó a ver qué es lo que salía de toda aquella reunión con la adorada y necesaria Leiath y la alocada e impredecible Aire. Cualquier cosa podría pasar, y algo le decía que Ayash, tarde o temprano, tendría trabajo.