Partida Rol por web

La maga busco de nuevo el cachivache del barco. Con la tensión del combate, el viaje y el posterior encierro en prisión, no había tenido tiempo de mirarlo detenidamente. ¿Haber que le pasa a este chisme? Claramente la respuesta la tenía ella, lo que había pasado era que una maga lo había arrancado de cuajo, sin sutilezas y sin quitar los tornillos. 

Becky había dejado salir a SU cuervo (con custodia compartida) del bolsillo dimensional, pero para Hollín no era nada estimulante andar a saltitos bajo unos techos no lo suficientemente altos como para volar.

En cuanto a Alice, después de leer su arcanábulo (por supuesto, acabó antes que Onfale y Becky, pues es muy buena estudiante; mala con las ballestas, pero buena con los libros), se puso a revisar el "chirifostio". Era frustrante ver que no avanzaba, pero estimulante estudiar algo nuevo y complejo.

Ensimismada, Alice tardó en elevar la vista más allá del cachibache, y fijarse en la pared. Tenían algo interesante. Estos túneles no eran de roca. No se trataba del típico complejo de galerías cavadas por la erosión de algún río subterráneo ya extinto. Realmente se trataba de una madriguera excavada en tierra. Pero había algo sospechoso... Era muy difícil imaginar que unos simples niños hubiesen cavado todo aquello.

¡¡¡BRRRRRRRRRRRROM!!!

Aquel temblor de tierra hizo llover pequeñas arenas del techo, pero solo duró unos segundos. Por supuesto fue suficiente para despertar a Flame, la única que estaba durmiendo en aquellos momentos para poder cubrir la siguiente guardia. La chica lagarto llevó instintivamente las manos a la coraza, a su lado, para empezar a colocarla, aún desorientada y pensando que se trataba de un ataque.

¡¡¡BRRRRRRRRRRRROM!!!

¡¿Qué está pasando?!-gritó Evea, para que su voz amortiguada se escuchase por encima del ruido del temblor.

En el final de la galería ciega, y en un lateral del túnel por el que Loki les trajo aquí, parejas de hormigas gigantes, del tamaño de lobos, se abrieron paso escarvando en las paredes de tierra y asomando sus mandíbulas.

La guardia transcurría relativamente tranquila hasta que un pequeño temblor decidió romper el momento. Tybalt reaccionó a la velocidad del rayo incorporándose y poniéndose en guardia mientras pequeños montones de tierra caían sobre ellos. Enseguida pudieron ver a los causantes de tanto revuelo; unas hormigas como el tiflin jamás había visto hacían su aparición por túneles recién excavados en el subsuelo. 

Por un momento pensó en los niños y el peligro al que se exponían viviendo en la madriguera. ¿Nunca se habían topado con ellas o sabían cómo evitarlas? Incluso cabía la posibilidad de que estuviesen aliadas... Demasiadas posibilidades y muy pocas ganas de arriesgarse a ver si tales monstruos eran amigables. Con agilidad cogió el arco para enseguida colocar una flecha y tensar la cuerda. -Tened cuidado, podrían aparecer más.- Advirtió mientras se pegaba a la pared de su izquierda para conseguir mejor ángulo de tiro. La oscuridad no era impedimento para el mestizo así que no tardó en liberar una flechar que volaría certera hacia su objetivo. Además, desde la distancia, podría analizar mejor el movimiento y reacción de aquellas bestias para tener una mejor idea de cómo enfrentarlas y de lo peligrosas que realmente podían llegar a ser. 

Tras una noche de descanso, estudio e higiene, aunque hubiera dormido como los faquires que su Creador traía para los invitados más ilustres, Onfale se levantó temprano y restablecido por completo. Por supuesto aquella tranquilidad, más estando en terreno enemigo, no podía durar mucho. Cuando escuchó el grito de Evea primero pensó si no sería que estaría haciendo alguna de las suyas con el atractivo Jadewo, pero descartó rápido aquella majadería. Agradeció a Hala, en un fugaz pensamiento, que no se les hubiera caído el techo encima mientras dormían y salió apresuradamente al pasillo. Ya llevaba despierto un rato por lo que tenía todo púlcramente preparado, listo para coger su petate y marchar. Y eso hizo. 

Ya en el pasillo pudo ver a un lado a Tybalt y al otro a Jadewo. Interesante imagen a ojos del perfumista era encontrarse entre semejantes ejemplares masculinos nada más despertarse por la mañana. Era extraño pues, aún cercenada su virilidad completamente, bolsita y palo, la mente humana era tan compleja que, en ocasiones, aún le parecía sentir cierta presión sanguínea en la zona genital al amanecer. Pero el mago rechazaba la idea con celeridad siempre.

Es la vejiga que la tengo llena.

Sin embargo miraba de un lado a otro algo antontado. Por un lado la imponente altura, los exóticos rasgos mestizos y el balanceado cuerpo de Tybalt, que representaba la mezcla perfecta de técnica y fuerza. Por el otro, la belleza clara y limpia de Jadewo, de melena leonina y manipulador del éter como él mismo. No pudo deleitarse demasiado con el panorama pues, tras "sus hombres" venían insectos tan grandes como lobos. El caso es que conocía algo de aquellos bichos. Descolgó la ballesta de su espalda, apuntó y disparó.

Y es que no la dejaban a una tranquila ni para rezar. Qué pasaba ahora? Qué era aquel follón?

La bruja se levantó rápidamente dispuesta a echar otra regañina cuando vió lo que se les venía encima.  Acostumbrada a tener que defenderse continuamente, sacó su varita de proyectiles mágicos y disparó a la hormiga más cercana.

- Los niños? Dónde están los niños?!

Jadewo montó guardia diligentemente, cambiando la postura y de posición para romper la monotonía de la misma y agudizar sus sentidos. La zona permanecía iluminada por la piedra brillante que el hombre había colocado y atado en la cimera de su yelmo, para iluminar el espacio.

Periódicamente dedicaba miradas a Evea, tanto tiempo apartado de la sociedad, dedicado junto con Espadarcana al estudio del arte de la guerra y de la magia, le habían mantenido alejado de otras facetas que la vida tenía por ofrecer... como el amor a una mujer. Y a pesar de que pareciera años, hacían pocas semanas que los dos compartían camino. Se había perdido en esas reflexiones cuando, de repente, un par de temblores y un grito de Evea le pusieron sobre aviso.

Zzsssincc

Con un silbido, la acerada cimitarra del rubio guerrero salió de la vaina, presta en su mano enfundada en metal presta para hacer frente a la adversidad.

Adoptando una postura más defensiva que ofensiva, para dar tiempo al resto a reaccionar, el guerrero encaró con cimitarra y escudo el avance de las criaturas.

Alice dejo el cachivache en su mochila, y le indico a SU cuervo que se posara en SU hombros. ¡No voy a permitir que una rubia oxigenada me robe a Hollín! Mientras avanzaba hacia el pasillo comenzó a cargar la ballesta y a preparar su bolsa de conjuros.

Onfale tenía la sensación de que había transcurrido medio día de descanso, pero lo cierto es que solo fueron un par de horas. Alice, cuervo en hombro, y él salieron a la galería y cargaron sus ballestas. Los disparos iban a ser complicados en aquellos espacios estrechos. No para Leiath, que con el poder y precisión de su varita remataba a la hormiga gigante herida previamente por la flecha de Tybalt.

En el otro flanco, Evea y Jadewo corrieron hacia las hormigas lobo, y según el ángulo se abría más, vieron lo que venían detrás...

Estas hormigas eran distintas. Caminaban sobre cuatro patas, dejando dos extremidades libres para manipular objetos. Así, podían sujetar a las hormigas lobo con una correa y usar palos afilados a modo de lanzas largas. En total, había todo un tropel de seis hormigas centauro tras las dos hormigas lobo. Jadewo golpeó con fuerza sobre el lomo de la hormiga lobo, tratando de abrirse paso hacia sus amos.

Cuando Cucaracha derribó las torres, debieron sentir el temblor de la caída.

Por encima de los lomos de las hormigas gigantes, una lanza alcanzó a Evea en el hombro, haciéndola lanzar un maullido de queja.

Del otro lado, Tybalt estaba seguro de que aquellas hormigas no suponían un verdadero problema individualmente, ¿pero cuántas hormigas como aquella podían formar el hormiguero? Sus temores se reafirmaron cuando la hormiga lobo que quedaba encabezó una carga por delante de otras hormigas algo más grandes y con lanzas. La sorpresa fue tal, que no pudo hacer nada para evitar que las pinzas de la hormiga gigante le mordiesen una pierna, y una de las lanzas se la clavasen en el muslo.

Aire decidió salir de su cueva-habitación tras el primer ataque. En el poco tiempo que había pasado, se había tranquilizado. Sus ojos habían vuelto a la normalidad y jugueteaba con la arena antes de que el sueño viniera a buscarla.

Pero el ruido la alertó. Se levantó mientras sentía que la magia recorría su cuerpo a gran velocidad. Se asomó y vio la situación. Suspiró con resignación.

No hay quién descanse en paz en este maldito lugar, ¿no?

En otra situación, se hubiese unido a la lucha junto a sus compañeros. Pero, aún molesta con Leiath, tomó otro camino. Jadewo y Evea estaban en peligro e inferioridad.

Jadewo intentó mantener el avance de las criaturas, como antes, centrando su atención más en ganar tiempo que en dañar, usando su cimitarra para desviar las puntas de las lanzas o las mandíbulas de las criaturas, no obstante eso lanzó un nuevo tajo a la criatura más avanzada... justo cuando escuchó el quedo grito de dolor de Evea, quien se había sumado a la refriega. El ataque del guerrero salió mal, impactando en uno de los platos medio enterrados en las paredes del túnel tirándolo al suelo, y dañando parcialmente el filo de la cimitarra.

-Evea, retrocede, ponte detrás, no te expongas tanto, tesoro.

Dijo dando un paso en su dirección, interponiéndose entre ella y las criaturas hostiles.

Estaban acorralados. Ambas salidas de los túneles estaban repletas de hormigas centauro. Onfale las conocía bien. Sin dudar demasiado se escabulló junto a Tybalt para tratar de ayudarlo en el combate.

- ¿Dónde está Flame?- Preguntó el inocente perfumista, sin dejar claro si había reproche en sus palabras o preocupación porque la lagartona fuera pasto de hormigas.

Hacía mucho que no portaba un estoque de tal calidad en sus manos y el sonido que hizo al desenfundarlo le reconfortó de alguna manera. Sin embargo cuando lo chocó contra el duro exoesqueleto quitinoso de una de las hormigas-perro, sin hacerle ni un rasguño, se lamentó de ponerse a su alcance. Afortunadamente aún seguía protegido por su conjuro.

- Estas tan sólo son como perros.- Le dijo a Tybalt para que se la quitara de encima y acabaran con las otras que iban detrás.

La maga miro con recelo la ballesta y las hormigas gigantes Las hormigas eran un blanco fabuloso, pero también estaban las espaldas de sus compañeros, un blanco igual de fabuloso y con el cual la maga había practicado algunas veces. Prefirió recurrir a la siempre fiable magia de evocación, un proyectil magico.

La palabras de Onfale hicieron que la bruja de Hala se fijase en lo que parecían las 'amas' de las 'hormigas-perros' y fue hacia una de ellas a la que dirigió esta vez los misiles mágicos de su varita. Quizás consiguiera asustarlas y que se marchasen corriendo.

La embestida de las hormigas centauro cogió totalmente por sorpresa a Tybalt que a penas había logrado desenfundar una de sus espadas cuando sintió como las mandíbulas de los sabuesos y la lanza de un centauro le herían. Su contraataque fue poco más que una maniobra para recuperar la compostura. 

Por el rabillo del ojo vio a Leiath tras de sí y su determinación regresó fortalecida, obligándose a mantener la posición, a ser un muro de espadas que protegería a la enviada de Hala contra viento y marea. Con un movimiento preciso, el espadachín desenvainó su segunda espada y adoptó una guardia cerrada. Ninguna hormiga pasaría.

A Tybalt las hormigas formicidas centauro le parecían más poderosas que las hormigas gigantes lobo, pero aún así, individualmente, seguían sin ser rival. Y la anchura de los túneles facilitaba que este combate lo librase de una en una. Onfale era de otra opinión. Las formicídas eran hormigas del plano de Mechanus con resistencia a la magia, a la electricidad, al fuego, al sonido y con inmunidad al frío. No podían ser petrificadas ni envenenadas, pero ellas sí podían envenenar con su aguijón. Además, su mente de colmena las hacía resistentes a las manipulaciones mágicas.

Los proyectiles mágicos de Aire mataron a dos hormigas gigantes. Evea se retiró con una cabriola y empezó a cantar para elevar los ánimos, y una lanza se clavaba en un costado de Jadewo poco antes de que una hormiga sin lanza se abalanzase sobre él.

En el otro flanco, Tybalt y Onfale mataban a la última hormiga gigante, y los proyectiles de Leiath y Alice se estrellaban contra el exoesqueleto de las hormigas formicídas sin lastimarlas. Una de las hormigas dejó caer su lanza y se lanzó contra Flame con sus garras y sus mandíbulas. El eunuco recibió una lanzada en el pecho, pero lejos del corazón. Las cosas se estaban poniendo difíciles... Becky salió a la galería central con las mochilas de Alice y Onfale, de la que todavía asomaba su ballesta sin utilizar.

¡Centraos en el grupo que está con Tybalt y Onfale! ¡Así podremos retroceder hacia la salida si la cosa se pone fea!

- ¡Aaaaarg!- No era bueno combatiendo cuerpo a cuerpo, desde luego no le llegaba a Tybal ni a la altura del zapato, pero sabía que era la única forma de acabar con aquellas hormigas centauro, como él las conocía.- Son muy resistentes a la magia.- Por lo tanto sólo quedaba la fuerza bruta o la estilizada técnica del semi-infernal. Apretó los dientes para no gritar más y retrocedió un paso para ponerse fuera del alcance de las lanzas enemigas. Entonces vio a su lado a Becky, cargando con sus cosas, y le arrebató su ballesta. La canción de Evea resonaba en su interior como una vibración que se extendía por su cuerpo. Dejó caer el estoque y apuntó a la primera hormiga centauro antes de que Tybalt se enzarzara con ellas en un combate cerrado.

El combate era encarnizado, y la lanzada en el flanco no hacía las cosas más fáciles, pero no era momento de desesperar. Disciplina. Con esfuerzo y disciplina se lograban las cosas, mientras el objetivo fuera él, quien obstruía el avance de las criaturas, y estuviera protegido por su armadura y su técnica de combate, había posibilidades.

Apretando los dientes, y animado con la música de su sol y estrellas, el guerrero plantó cara a las criaturas. Con la esperanza de que al toparse con una dura defensa, y sin motivo aparente para atacar, esas decidieran desistir.

El acero cortó el aire, pero fue esquivado por las duras placas quitinosas que recubrían la piel de la criatura que tenía delante. No obstante, el guerrero perseveró.

A Aire no le gustaba la idea de Becky, y sobre todo porque no quería ayudar a Leiath. Pero sus palabras tenían gran razón. Tenían que acabar con uno de los grupos para poder huir... Y, de todas formas, no le quedaba más remedio. En esa posición sus conjuros estaban muy limitados, y la resistencia a la magia de esas hormigas no ayudaba en absoluto.

Con un nuevo movimiento de mano, señaló a las hormigas del otro bando y dejó que los zarzillos mágicos impactaran en sus cuerpos.

El combate se volvía más encarnizado, pero Tybalt se las arregló para evitar ser alcanzado más veces. El airado consejo de Becky impulsó al tiflin a poner sus energías en el ataque así que, con sus dos espadas en mano, dio un paso al frente a la vez que encadenaba dos sincronizados ataques contra la hormiga centauro más cercana. El primer tajo no hendió más que el viciado aire de aquel subterráneo, pero aquel movimiento sirvió para abrir un hueco por el que asestar un segundo ataque contra el abdomen del insecto venido a más. 

Flame se despertó tras sentir como estaba siendo atacados. Se había echado a dormir demasiado pronto y aquello le había pasado factura. Desprovista de su coraza, Flame desenfundó su nuevo espadón y se dispuso a enfrentarse contra el insecto enorme que tenía delante. No tenía ni idea de dónde se encontraban sus compañeros, ni si estaban bien o no, pero para saberlo necesitaría quitarse ese enemigo del medio.

Al sentir aquel arma mágica en sus manos, un Ayash sumamente poderoso no pudo evitar sonreír. Llevaba tiempo sin hacerlo, pero ahora que tenía tan cerca a sus mellizos, y que por fin los había recuperado, se sentía pletórica. Se podría decir que en esos momentos sus pensamientos habían dejado de ser tan pesimistas como en los últimos días.

Espadón en manos, Flame apuntó al cuello de la criatura con la esperanza de decapitarla y hacerse hueco entre el enjambre que se le venía encima. Debía reunirse con el resto, comprobar que todos estuvieran bien.

Flame alzó la vista al escuchar semejante ruido, cuando vio aparecer al primer insecto gigante, miró al techo y calculó la altura para poder escapar de allí. Al comprobar que escapar por el techo podría ser un camino seguro, tomó sus pertenencias y puso un pie sobre la pared para continuar elevándose y así escapar y reunirse junto a todos sus compañeros.