Partida Rol por web

Tybalt ni se molestó en responder los gritos de frustración de Keocratis. De nada serviría razonar con él y mucho menos explicarle que los que comenzaron con las agresiones fueron ellos. Así que se limitó a mirar con desdén el truculento espectáculo que los seguidores de Orcus estaban dando hasta que por fin cada grupo regresó por las puertas que los habían llevado hasta la arena. 

Fue toda una sorpresa ver lo acogedor que se había vuelto el frío cubículo donde habían esperado hasta que iniciase la prueba. Pero, como no podía ser de otra forma, se encontraban en un bello refugio sin salida... Aunque la cantidad de comida conseguía atenuar ese sentimiento claustrofóbico. -Bueno, siempre puede venir bien tener una katana de reserva.- Trató de argumentar para justificar el haber recolectado tantas armas. El tiflin dejó las espadas apoyadas contra una de las paredes de la habitación y se centró en el reparto que Onfale sugería para la siguiente ronda de pruebas a las que se tendrían que enfrentar esta vez por separado. -Me parece una buena opción.- Convino con el eunuco. -Ahora solo que tenemos que pensar en la manera de poder terminar la carrera lo antes posible.- Apuntó el espadachín. -De nosotros dependerá el tiempo que nuestros compañeros sufran las consecuencias de las otra pruebas.- Tybalt miró con seriedad a Onfale para hacerle ver la determinación con la que afrontaría la prueba. En su momento el eunuco había renegado de él por la dura decisión que tomó al servir a Kiaransalee y no dejaría que dudase de él ahora. El peso de la responsabilidad era sin duda notable pero también lo era su sentido del deber hacia la profeta de Hala.

- Sí, es una gran responsabilidad.- Contestó al semi-infernal agobiado por la idea de que la suerte de los demás recayera en sus espaldas y, sobre todo, condenarse a estar separado de quien pudiera curarle, su querida Leiath.- Podré acelerarnos con un conjuro que he estado preparando, pero sólo durante unos segundos.- La verdad es que se había fijado en el hechizo que se había lanzado Jadewo pero él no lo conocía. También podía hacerse invisible y su conocimiento sobre los distintos planos le hacía creer estar preparado para moverse también por el plano etéreo.- Creo que podríamos usar conjuros de disfraz para engañar a nuestros contrincantes. Leiath podría adquirir mi aspecto, si supiera leer un pergamino que ya tengo preparado, y yo podría adquirir el suyo.- Aún a riesgo de focalizar sobre él las iras del público y resto de contrincantes.- De esa manera estaría más protegida.- Hablaba de Leiath como si no estuviera delante, como un padre hablando de una menor a su cargo.- ¿Creéis que tenéis algún objeto que pueda servirnos durante la carrera? Está claro que nos faltaría poder curativo y protecciones contra los viles seres que pudieran acecharnos.

Te preocupas demasiado, flacucho. Lo importante es que tenemos comida y cama. Todo esto ya es una mejora con respecto a los pantanos en los que estuve antes de conoceros. Yo me doy por satisfecha con eso.

Hablaron, comieron, durmieron...

Los tentáculos rojos se deslizaron entre unos pobres incautos, y atacaron en completo silencio...

Te preocupas demasiado, flacucho. Lo importante es que tenemos comida y cama. Todo esto ya es una mejora con respecto a los pantanos en los que estuve antes de conoceros. Yo me doy por satisfecha con eso. Y con los chicos guapos, pero ahora mismo nos odian un poco, y eso está complicado.

Becky cogió una fresa, se la llevó a la boca, sujetándola entre sus dedos y sus labios a la vez. Luego caminó sugerente hacia Jadewo, masticando lentamente la fresa. La sutileza no es una de sus virtudes.

Ay... mi pobrecillo Jad. Te han herido...-acarició su moratón; no era ni mucho menos el herido más grave del combate-Deja que yo cuide de ti... Seré tu enfermera particular.

Lejos de los aprecios de Becky, Onfale y Tybalt estaban más heridos. Pero con ellos no iba a hacer nada porque uno es un eunuco y el otro un cornudo.

Tybalt frunció el ceño ante la conveniente preocupación de Becky por Jadewo. No por la evidencia de que el rubiales estaba muy lejos de necesitar cuidados médicos, ni por el hecho de que obviase el peor estado en el que se encontraba él mismo o incluso Onfale; si no por el torpe discurso que pretendía ser seductor. En ese mismo instante sintió pena por Jadewo.

Sacudió la cabeza para deshacerse de la vergüenza ajena que sentía por la maga rubia y regresó su atención hacia un tema de mayor importancia. -Todavía no hemos usado ninguna de las pociones.- Respondió al eunuco. -Aunque ni con eso y el cinturón podremos sustituir al poder de Leiath. Pero es lo que tenemos.- Añadió con tono pesimista. -Esa magia que guardáis en pergaminos, ¿se puede hacer lo mismo con conjuros de curación?- No sabía si lo que estaba diciendo era la mayor tontería del mundo o si, de ser posible, no tenían los medios para llevarlo a cabo.

La bruja no dejaba de dar vueltas al plan que había propuesto Onfale. Era el más lógico sin duda pero estar lejos de sus protegidos le iba a resultar doloroso.

De momento no había mucho más que hacer que curarles sus heridas y descansar.

Lo primero fue sanarlos por completo, asi comerían más a gusto y podrían pensar mejor. Luego sacó 3 pergaminos de su bolsa mágica y los repartió entre Onfale, Tybalt y Jadewo.

- Estos son pergaminos de caída de pluma. Tenedlos a mano y usadlos si veis que caeis en algún pozo o trampa por el estilo. No sé qué más os puedo dar para ayudaros en vuestra dificil misión de salvarnos a todos.

(Sin presión)

Mientras dejaba vacío uno de los platos, su propio reflejo captó su atención. Había estado tan guapa aquella mañana tras los cuidados de Onfale para ir a ver a Hugo, y ahora estaba de nuevo cubierta de sangre y despeinada. Lejos de arreglarse de nuevo, lo dejó todo como estaba. Ya no tenía que ponerse guapa para nadie.

De nuevo sintió el cálido poder de Hala a través de las suaves manos de Leiath. Sonrió con total sinceridad a la Bruja.

- Alabada sea Hala.- Dijo a pesar de encontrarse en territorio enemigo. Después el perfumista contestó a Tybalt.- Toda magia puede escribirse en un pergamino. Sin embargo yo no conozco magia curativa alguna por lo que me sería muy costoso utilizarlos, me temo.- Desde luego era el punto débil de los dos participantes de la prueba de la Sangre. 

Cuando Leiath les ofreció los pergaminos Onfale no tardó en aceptarlos, ansioso, pensando que serían de un gran poder. Al identificar las inscripciones en ellos escritas su rostro mostró una clara decepción.- Me quedaré yo el de Tybalt pues no le serviría de nada...- Los ojos del perfumista ya no miraban a Leiath a la cara, sino que se clavaban descaradamente en las magnificas botas* que la semidiosa drow le había otorgado como regalo, ideales para una carrera contrarreloj. Con un tono másneutro, como si estuviera molesto, tendió a Leiath uno de sus pergaminos.

- Toma.- Dejó que la Bruja lo examinase.- ¿Puedes usarlo?- Inquirió a la mujer con botas.- Creo que deberías usarlo, si es que puedes, justo antes de empezar la prueba. Adquiere la imagen de uno de nosotros o incluso la de tu pareja de baile, Flame y eso desconcertará a nuestros enemigos.- Y te protegerá que bien sabe Hala que lo vas a necesitar.

Jadewo, o Jad, pues parecía que ese era el nombre con el que tenían tendencia sus compañeros para referirse a él... mucho mejor que el que usaran en su día sus "compañeros" zentarin, días manchados de sangre y deshonra. Jad sentía como la adrenalina remitía y la magia con la que se preparaba iba desapareciendo pasando el tiempo. Habían ganado... o mejor dicho, no habían perdido en su empresa y eso les acercaba un paso más hacia su objetivo, el Laón de las Almas; pero participar en un torneo en gloria de Orkus era de todo menos victorioso...

... tal vez fuera eso, o la sensación de vacío que le provocaba la ausencia de Evea, eran tan distintos el uno del otro, que los había hecho compenetrarse muy bien, o eso había creído Jad antes de que ella lo abandonara. Le costaba encajar la situación; con tanto tiempo dedicado al estudio arcano, a la esgrima y al entrenamiento físico y mental para convertirse en Filo del Ocaso, sus experiencias sociales habían sido casi inexistentes; y por lo tanto no había tenido ocasión de poder endurecerse ante el desamor, o la sensación de traición.

Jad estaba limpiándose las salpicaduras de sangre, suyas y de los compañeros de Hugo, con un paño cuando escuchó que las observaciónes de Onfale acerca de como organizarnos para las tres próximas pruebas.

-Un reparto interesante, pero aún hace poco que nos conocemos, y creo que no comprendemos del todo las capacidades de unos y otros. Leiath no es la única presente que cuenta con el apoyo de los dioses, yo también tengo el apoyo de uno y podría canalizar parte de su gracia para sanar. Si Tybalt y tú os prestáis en la carrera, yo os podría ayudar con algo de curación, a parte de retener o frenar algún desafío mientras os doy tiempo para continuar avanzando, siendo como soys más rápidos y ligeros.

El joven parecía confiado y determinado... hasta que llegó Becky, y su... escasa experiencia le dejó vendido.

-Ehh... oh...- sus palabras tan elocuentes hacía un instante se perdieron por algún lugar.- Muchas gracias, pero como ves esa sangre no es mía.

Dijo mostrando el paño manchado de rojo y su piel sin apenas heridas.

-Leiath me atendió rauda durante... el combate.- Los ojos de Jad se posaron en los húmedos labios de la ingeniosa maga, y el fruto rojo. Que apetitosa se la presentaba.-... Pero agradezco mucho tu preocupación por mi estado.

El joven se limpió un poco más de sangre.

- Pero tenemos tiempo... podríamos aprovechar para practicar un poco, nunca antes había tenido tiempo para practicar el Arte con una maga, una usuaria de la magia pura. Te... ¿te molestaría que practicaramos juntos?

Las tonterías de Becky acabaron por descentrarlo del tema principal. Desde que no estaba Evea las insinuaciones de la rubia maga eran aún más burdas que antes.

Sólo por haberla curado una vez y la tiene derretida...- La verdad es que el guerrero, aunque serio, era bello, no podía negarse. Y se defendía bien en una mezcla entre el combate marcial y el uso de la magia. ¿Cómo no lo había visto antes? Tenían delante a alguien que podía ayudar a paliar el punto débil de los velocistas.- Jadewo...- Sopesó la sposibilidades pronunciando su nombre despacio, como deleitándose en cada sílaba.-Sí, quizá tu podrías acompañarnos en la carrera. ¿Cómo lo veis?- Su mirada se posó desafiante sobre Becky. Los dos Caballero del Gran Rey Bob juntos de nuevo, sin mujeres de por medio que pudieran molestarlos.

La maga cogió algo de la comida de la mesa y se sentó en una esquina a estudiar su libro de conjuros. La situación estaba siendo bastante rara y no confiaba nada en sus anfitriones, prefería dejar preparados todos los conjuros antes de que sus anfitriones la sobresaltaran con otra regla estúpida del torneo.

A mí me parece bien el plan. Comento con la boca llena mientras pasaba una de las páginas del libro de conjuros. Puedo lanzaros los conjuros de gracia felina antes de empezar la carrera. La manga miro inquisitivamente a un lado y a otros. Siempre y cuando nuestros queridísimos anfitriones nos permitan lanzar conjuros antes de la prueba.

Las sorpresas le venían a pares! 'Otro dios', decía Jadewo... pues ya iba siendo hora que le rindiese tributo a Hala en vez de a cualquier otro diosecillo que hubiese encontrado por ahí. Tendría que hablarlo con él con más calma.

Y luego esa mirada obscena que su querido amigo perfumista dirigió hacia sus flamantes botitas nuevas. Le iba a costar prestarlas, pero no había duda que el tiflin podría hacer buen uso de ellas, ya que era un negado en asuntos de magia.

-Eh, bueno, si creeis que os viene bien estas botas mágicas, pues en fín, si le vales no hay problema. Por ahí guardo las viejas mías.

Gracias por el pergamino para disfrazarme, aunque no creo lo necesite.

La bruja era más de las que le gustaban dejarse ver y ser reconocidas.

Mmmmh... ya lo creo que vamos a practicar tú y yo, Jad.

La falta de intimidad en el cubículo se volvió incómoda, sobretodo cuando Becky se envolvió en los brazos de Jadewo y pegó su trasero a la coquilla de acero del muchacho. Ahí estuvieron un buen rato, practicando la colocación de los dedos en la realización de conjuros básicos, con las manos de Jadewo envolviendo a las de Becky, como una pareja de ceramistas modelando barro en un torno de alfarero. Todo muy empalagoso.

Por suerte para Jadewo, él era demasiado cortado como para ir deprisa en temas de amor. Eso implicó que aquella noche durmiese como es costumbre con la armadura puesta, en lugar de completamente desnudo junto a Becky. Si hubiese reaccionado de una manera más efusiva a las insinuaciones de la maga rubia, aquella noche hubiese tenido un final catastróficamente distinto...

Ssssssh...

Había resultado un plan costoso. Tanto en hombres como en recursos. Pero para el Rakshasa había merecido la pena desde el momento en que vió a aquel hombre delgado y avaricioso recoger las katanas de entre los cadáveres. Aislados, todos dormían creyéndose a salvo, pero con ellos habían traído un pequeño caballo de Troya. Por la abertura de la bolsa de contención en la que Onfale había guardado su botín (siete katanas de gran calidad y una katana maldita), unos tentáculos empezaban a deslizarse, silenciosos...

Ssssssssssssssssssssh...

Alice sintió un pequeño tirón de la manta. Eran las almas en pena de aquellos que fueron devorados por la katana maldita, tratando de advertirla. Pero ella siguió durmiendo hasta que los tentáculos golpearon a sus compañeros haciéndoles aullar de dolor...

 ¡AAAAAAAAAY!

El joven practicó con Becky, fue arduo, un verdadero desafío, sentir la proximidad de su cuerpo cálido, sus atenciones y provocaciones... pero la sitación, ante el resto del grupo sin privacidad alguna, y su disciplina, forjada tras toda una vida de riguroso estudi de las artes marciales y arcanas, ayudaron al joven a centrarse en los gestos arcanos.

Si bien fue cierto de que deseó en más de una ocasión estar a solas con la rubia maga para practicar otros ejercicios...

***

Jadewo se incorporó de un salto ruidoso, con su armadura completa, con un gesto raudo de su mano, la mandoble voló a su mano en un instante, la cual empuño con ungesto natural y la blandió contra el tentáculo que lo había golpeado.

-¡Atentos!

Curaciones, flirteos varios, intercambios de regalos y opiniones, todo eso aderezado con algo de comida y licor. Una velada perfecta, como pocas habían tenido el aquelarre de Hala. Todo demasiado bonito para ser verdad. Cuando se escucharon gritos el perfumista se levantó de un ágil brinco y, vestido tan solo con el taparrabos que usaba para dormir, evaluó la situación.

Hijo de puta...- El Rakshasa se la había jugado por segunda vez. Más le valdría no cruzarse de nuevo en el camino porque no habría una tercera. Los dedos de la mano derecha del perfumista ya habían adquirido, de manera instantánea el mudra para el conjuro. Sólo tuvo que decir las palabras y untar de aceite los dedos para que el aroma llegara a sus fosas nasales y su olfato le recordara una pequeña parte de la Divina Esencia.

- Rammmmm Manipura śvēta.

De la punta de sus dedos salieron disparados dos proyectiles mágicos que impactaron en uno de los zarcillos.

- ¡Acabad con ese!-Conminó a los demás al ver que su magia no había sido suficiente.

En serio?! Fue el primer pensamiento que le llegó a la jóven cuando fue arrancada de su merecido descanso.

Se quedó sentada en su lecho sin saber muy bién qué hacer. Lo que sí tenía claro es que iba a tener que gastar más magia esa noche, y a saber si tendría el tiempo suficiente para rezar al día siguiente.

El pequeño festín que les tenían preparados sus anónimos anfitriInés ayudaron a superar el esperpento que suponía la supuesta sesión práctica de los dos rubiales. No estaba mal alimentado durante su vida de esclavo, más bien todo lo contrario; pero hacía tiempo de la última vez que se alimentaban en abundancia. El sueño que les esperaba a continuación prometía ser igual de placentero que el banquete, si no se tenía en cuenta la prueba para honrar a un dios sanguinario que debían realizar al día siguiente. Pero pero parecía que el grupo había superado el límite de horas tranquilas consecutivas diarias...

Los gritos de Aire hicieron que Tybalt se levantase como un resorte a la vez que desenvainaba sus espadas con movimientos fluidos fruto del entrenamiento constante. Escuchó a Onfale e hizo lo posible por alcanzar al tentáculo impactado por la magia del perfumista. Tenían que reducir el número de esas molesta cosas lo antes posible o tendrían algún que otro problema en un espacio cerrado.

La maga tiro de la manta pensando que alguno de sus compañeros se la estaba tratando de robar. Cuando escucho el grito de Aire, pensó que “la ladrona de mantas” era hechicera de carácter infantil y que le habría gritado a modo de protesta. Búscate otra manta, Aire, no seas niña. Pero entonces todo se precipito, los gritos de alarma la sacaran de su ensoñación.

¡Mierda! ¡Mierda! ¡MIERDA! Grito desesperada tratando de alejarse lo máximo posible de los tentáculos. Desde hacia algunos meses había desarrollado un miedo irracional contra los tentáculos y todo bicho viviente que los tuviera, como los pulpos,  pensaba que este miedo había sido provocado por algún suceso traumático reciente, pero no se acordaba de ese suceso. Aunque la maga no se detuvo mucho más a pensar y lanzo un proyectil mágico contra la criatura.

Alice estaba sexualmente frustrada, y eso se le notaba en la pobre potencia de sus cuatro proyectiles mágicos, que no fueron suficientes para destruir a uno de los tentáculos. Onfale, por contra, no tenía ese tipo de distracciones: con solo tres proyectiles fue capaz de dañar a otro apéndice, allí dónde Alice fracasó. El tentáculo se marchitó, como una flor, y aquella rama se desprendió cayendo al suelo. De la base del tentáculo cercenado, dos manchas como en una salchicha de queso empezaban a germinar en dos carcillos.

Tybalt estaba sexualmente frustrado, y eso se le notaba en la pobre potencia de sus estocadas, que no fueron suficientes para destruir a uno de los tentáculos. Jadewo, por contra, no tenía ese tipo de distracciones debido a su forma de vida casi monacal, en pleno duelo por la ruptura con Evea: con solo un golpe de espada fue capaz de cortar otro apéndice, allí dónde Tybalt fracasó. De la base del tentáculo cercenado, dos manchas como en una salchicha de queso empezaban a germinar en dos carcillos.

Becky estaba sexualmente frustrada, así que su coletazo tampoco logro acabar con el tentáculo que quedaba. Y de algún modo mágico, los tentáculos destruídos se regeneraban. Actualmente quedaba solo uno, pero dentro de poco habría cinco tentáculos atacándoles en aquella habitación.