Partida Rol por web

Sin fiarse del todo, Aire se relajó. Sentía haber perdido un conjuro a lo tonto, pero parecía que así era. La energía que había acumulado Farastu, más los golpes de los guerreros parecía haber sido su fin. ¿Pero estaban seguros? Ella no. Cualquiera se fiaba de uan criatura que les había perseguido y que se había comido a Tylbat con esa facilidad. Aunque relajada, no había que descuidarse, esa criatura todavía podía tener algo extraño...

Leiath se alegró al ver que la intervención de Hala ponía punto y final a aquella horrible criatura. Pero en ese mismo instante su alegría quedó mermada por la sensación de culpabilidad al ver los despojos del seminfernal.

Iba a correr deseperada a coger un trozo antes de que lo retirasen de la arena, cuando vió al avispado Onfale completando dicha tarea. Aún había esperanzas para Tybalt, y la sanadora respiró aliviada.

No les vendría nada mal ahora un descanso y prepararse para lo que vendría. El fin de la misión, la liberación de las almas y la expiación de sus pecados estaba cerca. Quizás su diosa les perdonase ahora y les dejase regresar a su hogar.

La bruja dirijió una fugaz y dura sonrisa al aquelarre, dejando entender que pese al gran trabajo hasta ahora, aún quedaba lo más importante.

Bien hecho chicos - dijo rotunda.

Suspiro aliviada y trato de recuperar el aliento, el combate había sido dudo, muy duro. Estaba tan exhausta que no se dio cuenta de la muerte del tyfin hasta que el perfumista empezó a correr para recuperar alguna parte del cuerpo y poder resucitarlo más adelante. Maldito demonio Amarillo. ¿Por qué narices nos persigue? Ah.. si por la maldita rubia ¿Pero, por qué persigue a Becky?  Eran preguntas que tendrían su respuesta, pero formularlas en mitad de un anfiteatro rodeado de seguidores del mal en busca de sangre puede que no fuera el mejor lugar.

Rápido, también hay que mirar si podemos obtener algo de los dos encapuchados. La vena codiciosa había vuelto a surgir en la maga que a pesar de que el cuerpo de su compañero aun estaba caliente seguía pensando en su lucro monetario.

Los cuerpos de los dos encapuchados de la Cábala ya habían sido retirados por los demonios voladores, entre la final y esta dulce vendetta contra Farastu. La puerta al cubil estaba nuevamente abierta. Más allá de los aplausos y las ovaciones, solo quedaba la tristeza por haber perdido a un compañero. Menos Becky, que estaba eufórica y se había agarrado del brazo de Jadewo.

Al regresar, la decoración había sido cambiada de nuevo. Ya no había bañeras. Ni camas. Ni una larga mesa con comida. Las paredes y el suelo de piedra estaban desnudos. La katana maldita estaba en un rincón, envainada y apoyada contra la esquina.

Y en el centro de aquella sala, un portal...

Es la hora. El combate final está tras ese portal-dijo Becky con decisión.

Blandiendo sus armas, se lanzaron a lo desconocido.

¡FLOP!

Más allá de toda esta decoración ostentosa, distribuída a lo largo de múltiples dormitorios, una escultura sobre una de las mesas empezó a hablar.

Saludos, campeones. Os encontráis en el hotel Shift-Garden, patrocinador oficial
del Torneo de la Calavera. Las mejores instalaciones de Lash Embrar. Por cortesía
de Shift-Garden, disponéis de un día, con todos los gastos pagados entre el lujo
y la comodidad de la mayor linea de hoteles del plano del Abismo. Shift-Garden...

Mañana, un guía de la organización del torneo vendrá para empezar la procesión
hasta la Puerta de Orkus, en donde, al igual que los demás vencedores, tendréis
audiencia con vuestro más querido demonio.

Por favor, en breves minutos el portal al coliseo será cerrado. Manténgase con las
manos en este lado del portal. Repetimos. Por su propia seguridad. Manténgase con
las manos en este lado del portal. Shift-Garden... vive con el lujo de un rey demonio.

La estatuilla enderezó su cabeza y volvió a callarse. Hollín se posó junto a ella, y la picoteó, como queriendo hacerla hablar de nuevo. Mientras, el portal se esfumó. Entonces, con gran orgullo, Onfale sacó de su manga una pieza plana, como de porcelana, cubierta de sangre.

¿Qué es eso?-Becky se acercó, curiosa-Parece el hueso parietal de algún tipo de humanoide... Ooooh... Jojojojo. ¡Te has traído a Tybalt contigo! ¡Bien hecho! Si no fueses tan disfuncional, Onfale, te daría un beso.

Jadewo no lo comprendió hasta que Leiath sacó un pergamino y empezó el ritual. Dejaron el trozo de hueso en el suelo. Empezó a extenderse, combarse... parecía intentar formar un cráneo completo.

Aunque no estaba todo hecho el perfumista no pudo evitar mostrar una sincera sonrisa mientras mostraba el trozo de hueso que había arrebatado a la organización del Torneo. Puede que el gesto enfureciera a Orkus quien, si lograban usar el pergamino adecuadamente, tendría un siervo no-muerto menos.

- Todo tuyo, brujita.- Dijo al tender el trozo de Tybalt a sacerdotisa de Hala. Quizá si Leiath conseguía traer de vuelta a Tybalt lograra animarla por su decisión de hacer combatir al aquelarre con su eterno perseguidor, el Faratsu. Onfale seguía pensando que había sido una buena idea. No podían tener siempre a alguien pisándole los talones, mucho menos con la comprometida misión que tenían por delante.- Tenemos un día para disfrutar de nuestra victoria y prepararnos para el último paso.- El lujo era algo que el mago sabía apreciar pues, a pesar de sus orígenes, había conseguido trepar en el escalafón de la esclavitud hasta ganarse un puesto que le permitía poner ciertas ventajas al alcance de su mano. Aún así su mente parecía turbada con algo.

El recuerdo del apasionado beso de Jadewo a Becky le escocía. No era por celos, ni quererse ver en los brazos del apasionado guerrero arcano. Ya se había acostumbrado a los comentarios como el de Becky, menospreciando su condición de eunuco. En su tierra era una joya, una obra de arte sólo disfrutable por aquellos con más poder, dinero o buen gusto. Aquí no era más que un lisiado. Su pesar no era sexual, pues el deseo era diferente en él, era algo más profundo. Se preguntaba el eunuco qué era aquello tan grandioso que había hecho la maga rubia para merecerse una recompensa semejante. El perfumista tan sólo quería sentirse valorado y que alguien lo protegiera, alguien poderoso. ¿Era acaso una aspiración tan difícil? ¿Es que Hala no se apiadaba de alguien nacido esclavo, cercenado de su virilidad a temprana edad y perseguido por la fatalidad constantemente que aún así se dejaba la piel por su Misión Sagrada? A veces lograba entender el por qué había gente que se dejaba tentar por el poder de Orkus. Quizá él sí pudiera protegerlo. El precio no iba a ser bajo, desde luego pero, ¿qué más podía perder? Se sentó en una de las cómodas camas pensando el la idea de darse otro baño. Maldijo de nuevo su suerte al ver al cuervo de Alice. No entendía por qué ella había conseguido conservar a su familiar. Ojalá estuviera con él Perezoso. Echaba de menos su frío tacto y la delicadeza con la que cambiaba de color. 

Todos aquellos pensamientos pasaban por la cabeza del perfumista mientras esperaba a ver si el cráneo amorfo comenzaba a tomar la forma familiar del semi-infernal.

Leiath cogió el trozo de Tybalt que le tendía el perfumista con mucho respeto y sin asco (más cosas repugnantes había tenido que tocar como curandera que era).

Lo lavó con mimo y secó con cuidado. Parecía ajena a todo lo demás, metida de lleno en un ritual de resurección que la ayudaría a ganar el favor de su diosa a la hora de que saliese como era debido. Claro que también podia ocurrir que el semiinfernal no quisiera volver a esa triste vida. Pero la jóven lo dudaba. Después de todo por lo que había tenido que pasar, dudaba que se diese por vencido hasta en el más allá.

Sacó el pergamino y besó el trozo de craneo.
 

Que la gracia de Hala te acompañe en el camino de vuelta, mi valiente guerrero.-Se la escuchó decir antes de

comenzar a recitar las palabras mágicas inscritas en el pergamino.

La tensión de la espera por el ritual de Leiath para conseguir la resurrección de Tybalt mantuvo al perfumista en vilo en todo momento. Al final el cráneo adquirió la forma de la cabeza de un tiflin y, tras él, el resto del prodigioso y esbelto cuerpo del semi-infernal. El rostro de Onfale permaneció impertérrito y tan sólo sus ojos profundos y oscuros mostraron un ligero brillo de curiosidad, de interés forzosamente contenido. Cuando todo aquel maravilloso conjunto de huesos, carne y músculo se hubo formado, el mago se acercó con una pieza de ropa para cubrir la desnudez del esclavo vuelto a la vida.

- Bienvenido de vuelta.- Ahora tenían el problema de vestir a su esclavo y equiparlo de nuevo. Eso iba a ser un contratiempo con el poco tiempo del que disponían.

Tras el "emotivo" reencuentro Onfale se puso manos a la obra. Antes de nada quiso comprobar que en la habitación no había nada raro a parte del busto parlante. Recitó unas palabras en idioma sánscrito y si visión cambió, adaptada a las emanaciones que la Divina Esencia dejaba en las cosas. Caminó por las distintas estancias tratando de ver qué magia contenían los objetos que allí se encontraban. Nunca se sabía las formas en las que sus conversaciones podían ser escuchadas o los métodos en los que podrían ser vigilados. La seguridad de Orkus seguro que lo merecía. De paso eligió una habitación tranquila donde iba a poder pasar un merecido descanso y donde podría practicas sus ásanas y meditación.

El perfumista, con la excusa de dejar sus cosas en la estancia elegida para pasar la noche y aún con el conjuro activo, entrecerró la puerta y sacó la varita escamoteada del Cabalista. No las tenía todas consigo pues, la última vez que había hecho algo así, les había despertado unos zarcillos con muy mala leche contenidos en una katana maldita. ¿Estaría dispuesta Hala de nuevo a castigar sus viles actos? Él no los consideraba así pues la magia contenida en la varita iba a usarla para conseguir realizar con éxito la misión encomendada.

Examinó el objeto sin llegar a más conclusión que la evidente. No tenía suficientes conocimientos para saber de qué trataba el poderoso objeto de los Cabalistas. Tendría que pedir ayuda y compartir el premio de su osadía.

La maga no pudo contener la risa ante el comentario de Becky. “Si no fueses tan disfuncional” En otras ocasiones no se habría reído pero después del esté del combate no pudo contenerse. Parecía que la rubia tonta lo que busca en realidad era una buen y GRAN barita mágica, y Onfale no iba a dársela, pero puede que Jadewo sí. Pobre Becky, sigue comportándose como una adolescente en plena efervescencia de sus hormonas.

Aquello parecía la peor de las pesadillas. Una bancada llena de demonios jaleando, pidiendo sangre, mientras un amarillento y pegajoso ser lo desgarraba en un mortal abrazo. Tybalt gritaba y se revolvía sin emitir un solo sonido. Sin duda alguna el silencio hacía todo aquello mucho más aterrador, como si fuese el único realmente consciente de lo que estaba ocurriendo. El espadachín, a pesar de las heridas, no cejaba en su esfuerzo por liberarse. Pero no fue suficiente. Las fauces del Farastu se abrieron como un babeante pozo negro sin fondo para arrastrar al seminfernal a la más profunda oscuridad. El dolor fue atroz pero a penas duró un segundo. Había dado su vida por los únicos que le habían proporcionado la oportunidad de ser el dueño de su destino, aunque ello lo hubiese llevado a encadenarse de nuevo voluntariamente. Murió luchando y como recompensa tendría por fin una libertad verdadera. Finalmente vería la luz, el descanso del guerrero. 

Tybalt se despertó repentinamente, dando una bocanada de aire que parecía dar a entender que el pobre diablo no había respirado en años. Se incorporó de golpe mientras trataba de asimilar lo que ocurría a su alrededor. Allí donde antes había una oscuridad absoluta ahora había mucho lujo y... y el resto del grupo. Su primer pensamiento fue que aquel lugar era donde las almas se reunían después de morir. "No han podido con él..." Pensó entristecido pues su muerte no había marcado ninguna diferencia. Pero entonces Onfale habló y le hizo entender que era él el que había regresado... ¡y que estaba completamente desnudo! Se apresuró a tapar lo imprescindible mientras miraba de nuevo a cada uno de ellos, como si no terminara de convencerse. -El demonio amarillo... ¿habéis logrado acabar con él?- Si no lo habían hecho, por lo menos lo habían vencido en la prueba pues no había otra explicación para que siguieran con vida. -Gracias por devolverme a la vida.- Dijo finalmente. Aquello significaba mucho para el tiflin aunque el hecho de pasar una vida de servidumbre ensombrecía un poco todo este bonito momento. -Supongo que todas mis cosas sirven ahora como tributo a Orkus, ¿no?- Preguntó con una media sonrisa esperando aligerar un poco las sensaciones encontradas que estaba experimentando.

Las palabras de Becky, así como el comportamiento de Onfale y Leiath mantuvieron en ascuas a Jadewo, quien aún desconocía muchas cosas de sus compañeros de misión. Pero tras los rezos de Leiath el milagro de la vida se sucedió y Tybalt regresó a la vida. Una sonrisa afloró en los labios de Jad, por un lado por el destino de su valiente compañero de armas, pero por otro por la camadería que mostraba el grupo.

- Bienvenido, Tybalt, celebro tu regreso!- Dijo palmeando amistosamente el hombro del tiflin, quien con sus gestos se ganó el respeto del guerrero arcano.- Y sí, con tus esfuerzos logramos batir a la criatura... quien por cierto, aún no alcanzo a comprender como fue que terminamos combatiendo con ella justo tras combatir a los diabolisas.... el silencio mágico no me permitió comprender que comentasteis. ¿Me lo podéis contar?

Leiath plantó un sonoro beso en la frente del tiflin según terminaba sus preguntas. Había vuelto de una pieza!

- Hala te ha sonreido por tu bravura, querido Tybalt, pero me temo que tus cosas no han podido ser recuperadas... Esos pajarracos eran muy rápidos.

Entonces fué cuando Jadewo reclamó su explicación y la bruja se puso roja de vergüenza.

- Respecto a eso... Lo siento, yo fuí la culpable. Creí que era mejor enfrentarnos a él ahí que más tarde cuando quizás nos pudiese tender una emboscada. Yo les pedí que nos dejasen combatir.

Claro que tú no conoces nuestra historia con esa bestia. Quizás Becky te la pueda narrar ya que ella, mejor que nadie, le conoce.

Acompañó sus palabras de un guiño a la maga rubia. Seguro que ésta estaba más que dispuesta en compartir con el apuesto Jadewo todo lo que fuera necesario.

De repente se acordó de algo...

- Y Flame? Alguien la ha visto?

Ya con Tybalt recuperado e instalados en las lujosas instancias Onfale participó en la animada charla entre sus compañeros.

- Aire, Becky, son expresidiarias del Cárceri. El Faratsu las perseguía. Por cierto chicas, ¿qué hicisteis para estar allí presas?- Preguntó por curiosidad.- Alice, Leiath, Flame y yo vinimos de otro plano al atravesar unas maléficas brumas. A partir de ahñi nuestros caminos se juntaron e hicimos nuestra la persecución del Faratsu.  No te preocupes Leiath, creo que fue lo mejor que pudo pasar, a pesar de lo de Tybalt. Al menos está vivo y coleando.- ¡Vaya que sí! Había tenido la oportunidad de verlo. El mago sacó de entre sus ropas una varita.- Para celebrarlo he de decir que los Cabalistas nos dejaron este regalo. No he podido identificarla pero quizá alguna de vosotras o Jadewo pueda. Es evidente que es una varita de conjuración de nivel alto.- El enigmático perfumista sonrió de medio lado mientras observaba la reacción de sus compañeros. Cuando había degollado al Cabalista había aprovechado para agenciarse su varita.- Sólo espero que no esté maldita como la katana.

Flame había huído. Como siempre. Huyó de los hombres lobo de Dorvinia. Huyó del Farastu en la gruta que separaba el Abismo del Cárceri. Huyó cuando los diablos asaltaron la torre de Severik. Huyó cuando Arantham y un Kaevhas con forma de no-muerto trataron de sitiarles en los restos del naufragio del Barco del Caos. Huyó de la tribu de tumuluarios. Huyó de las sombras, mientras los ancianos morían.

Estaba preparada para luchar en el combate final del Torneo de la Calavera. Mentalizada. Entusiasmada. Y de pronto, la Cábala a la que se enfrentaban invoca un sabueso yez, y su alarido hace que dude, y que la fortaleza de Flame se quiebre. Huyó trepando por el coliseo. Y cuando el miedo dejó de poseerla, no se atrevió a volver. Había hecho el ridículo y abandonado a los demás.

Unos días antes, recibieron un regalo de Kiaransalee. Dentro de cada paquete había lo que cada uno más quería. Y Flame encontró en el fondo de la caja un billete para huir. Estaba en la terminal de portales dimensionales, esperando su turno para hacer uso del billete y volver al plano material ella sola... y no pudo hacerlo. No podía abandonar a sus compañeros.

Abandonó la cola y empezó a bajar escaleras en aquella torre-ciudad. No sabía si sus amigos habían vencido o habían perecido, pero empezó a preguntar. Y aquella investigación le llevó al mejor hotel de Lash Embrar: Shift-Garden.

Como si las autoridades ya supieran la blasfemia que en las habitaciones del hotel se había cometido, la puerta empezó a retumbar como si una criatura enorme la estuviese golpeando. Los goznes no aguantarían mucho. Incluso pequeños granos de argamasa en paredes y techo empezaban a caer. Eran culpables. Habían desafiado a Orkus resucitando a Tybalt. Habían mancillado su torneo. Y ahora venían a castigarles.

Los golpes cesaron. El picaporte giró. La puerta se abrió. Y un demonio Nálfeshni de treinta y cinco pies de altura asomó con precaución.

 Disculpen... Llamé a la puerta, pero nadie contestó.
Seguridad del hotel. Un intruso trataba de llegar a
esta habitación. Dice que les conoce. ¿Es cierto?

La gran mano del Nálfeshni se abrió lo suficiente para dejar colgando el cuerpo ensangrentado de Flame mientras dos grandes dedos sostenían la que en comparación era una pequeña cabeza rubia.

¡Sí! Eeeehm... Es Flame. Va con nosotros. Todo está en orden.

El Nálfeshni separó los dedos y Flame cayó a plomo sobre la moqueta de la suite de lujo. El combate de ella con el demonio habría sido épico, si no hubiese estado tan abrumadoramente desnivelado a favor de la criatura más grande.

Mmh, ¿por qué ese tiflin está desnudo? No
he visto nada. Que pasen un buen día...

El demonio volvió al pasillo y cerró la puerta tras de sí. El aura de Flame empezó a sanar prodigiosamente las heridas causadas por el Nálfeshni. Becky ayudó a la guerrera de la escama a ponerse en pie.

¿Se puede saber dónde te habías metido, Flame? Estoy muy decepcionada contigo... Ah... Espera-Becky soltó a Flame, que volvió a caer al suelo-. ¿Qué hacíamos nosotras en el Cárceri? El Cárceri es un plano prisión. De entre todos sus semiplanos, Aire y yo provenimos de Orthys que es un mundo pantanoso que hace la función de presos intrigantes y manipuladores. Traidores de todos los planos están en Orthys. Luego se juntan... hacen chiqui-chiqui-chiqui... creo que tú necesitarás un croquis de lo que estoy hablando, eunuco... y los condenados por traición tiene hijos y todo eso. Tanto Aire como yo somos descendientes de algún cabrón hijo de puta que le dió la puñalada trapera a algún... rey, mago, dios... lo que sea. Pero te estoy hablando de, a lo mejor, diez o veinte generaciones. Y nosotras dos, pobrecitas, pagando los platos rotos por un tatarabuelo que ni nos va ni nos viene.

Farastu, el monstruito que te mató, Tybalt, era un imbécil. Él y los de su raza se autoproclaman los guardias de la cárcel-prisión, pero son prisioneros como cualquier otro. Solo que ellos no lo saben. Cuando escapamos de Orthys por una cueva, el Farastu nos siguió.

Pero eso ya no importa... Pronto estaremos en el plano material, y todas las penurias habrán valido la pena. Muahahahaha... Perdón, ¿qué? Quise decir "jijijiji".

El beso que le dio Leiath en la frente lo cogió completamente desprevenido. Con una cara de sorpresa ni siquiera se percató del cumplido de Jadewo y tan solo su ya natural piel rojiza pudo ocultar el rubor de sus mejillas. -Gra... gracias.- Consiguió articular con la mirada fija en algún punto en el infinito y sin dejar muy claro a quien dirigía esas palabras. En ese mismo instante, unos golletazos en la puerta lo sacaron de su estupor y lo hicieron ponerse de pie en un acto reflejo. Instintivamente llevó sus manos a donde solía tener sus espadas para sujetar simplemente aire. Tybalt maldijo entre dientes pero no bajó la guardia. Pero, para sorpresa de todos los allí presentes, no hubo ninguna puerta destrozada ni tampoco ningún asalto a la habitación. En lugar de lo que cualquiera hubiera esperado, un gigantesco ser entró educadamente en la habitación.

La criatura se identificó y dio explicaciones para luego dejar a una maltrecha Flame en el suelo de la habitación. También, una vez más, dejó en evidencia la desnudez del tiflin. Y es que, en lo repentino de su incorporación, dejó que la prenda que le habían prestado estaba ahora en el suelo. Tybalt se apresuró a tapar su virilidad al tiempo que el de seguridad cerraba la puerta haciendo gala de su profesionalidad y discreción. -Esto... ¿el servicio de habitaciones podrá traerme algo de ropa?- Preguntó mientras sujetaba el trozo de tela. Una vez resuelto el tema de la vestimenta podrían llegar a la cuestión de armar de nuevo al espadachín. 

La verdad es que no tenían ni idea de qué les esperaba al día siguiente. Así era difícil tratar de elaborar una estrategia. Para entretenerse tenían el tema de "armar" a Tybalt y, los magos, el estudio de sus conjuros. El perfumista también se puso alerta al escuchar los fuertes golpes en la puerta de sus estancias. Como si le hubieran pillado con las manos en la masa ocultó la varita del Cabalista tras su espalda. Respiró aliviado al ver que todo era un malentendido y que traían a la cobarde de Flame. Quizá si ella no hubiese huido Tybalt no hubiese muerto.

El perfumista miró a Becky con cara de pocos amigos antes sus ridículas explicaciones.

- No hace falta que me hagas un croquis. Los eunucos estamos instruidos en las artes amatorias.- De hecho podían, a pesar de sus evidentes faltas, hacer disfrutar tanto a hombres como a mujeres. Onfale consideraba que hasta de una forma mucho más exquisita pues solían carecer, al igual que de polla, de las inclinaciones egoístas que un miembro viril en perfectas condiciones conllevaba. No sólo eso sino que además tenían la ventaja de no quedarse preñados ni dar la brasa después con sentimentalismos. Lo único que tenían que controlar era la ganancia de peso para conservar una cadera estrecha y cuerpo apetecible.- Al no disfrutar nosotros mismos solemos prestar más atención a la otra persona o grupo de personas lo cual suele tener muy buenos resultados.- Era un trabajo y, como todo, le gustaba hacerlo bien. Sobre todo si conseguía algo a cambio como remuneración.

Al ver que Tybalt se atrevía a preguntar al demonio, Onfale también quiso tener algo de información.

- ¿Es posible salir de las habitaciones y pasear por el complejo? Quizá hacer algunas comprar. ¿A qué hora debemos estar preparados mañana?- La mayor parte de su tiempo libre el perfumista lo pasó meditando y repasando conjuros para el día siguiente.

Jad atendió a las palabras de Leiath y a las explicaciones de Onfale y Becky, asintiendo ante ellas... a decir verdad el conocimiento de los distintos planos era algo que escapaba a sus capacidades.

-Bueno aquí estamos, a pesar de lo inesperado del combate. Sin lugar a dudas ese tal Farastu fue un adversario temible. Pero si fue por libre en post de Becky y Aire, supongo que no debemos de preocuparnos por él ya.

Luego examinó la varita que mostraba Onfale.

-Intellego Vis.

Momento en el que llegó el gigantesco demonio portando a una maltrecha Flame. Y su comentario acertado sobre el desvestido Tybalt. Ante las preguntas de Onfale añadió.

-Sí, nos iría bien poder hacer algunas compras.

Aire atravesó al otro plano con los demás, y lo que vio no le gustó ni un pelo. Ella había vivido siempre en un ambiente con lo necesario, básico y austero. Ahora en esa habitación... Aire se encontraba fuera de lugar; incómoda, muy incómoda.

Recorrió la habiatación con la mirada. Allí estaba la katana maldita. Parecía que no les iba a dejar tranquilos nunca. El resto de la habitación parecía normal... Dentro de lo que se podía esperar de tanto lujo.

Escuchó las palabras de Onfale sobre Farastu, cómo las preguntaba... Y evitó responder. Su mente se cerró a cal y canto, protegíendola de los horrrores de su pasado. Y no respondió.

La re-incorporación de Tylbat no la sorprendió, así como tampoco lo hacía la llegada de Flame. La mujerona había sufrido ante los aullidos de aquella criatura. Todos habían podido sentir el terror. Pero sólo ella había sucumbido. Estaba claro que sólo servía para dar golpes y escupir ácido. No se le podía pedir más.

Y Becky empezó a narrar la historia conjunta. La niña Aire gritaba en el interior de la fría hechicera, que hacía todo lo posible por mantener la calma. Su mente se llenó de recuerdos, gritos, llamas y lamentos. Empezó a dolerle un ojo, recuerdo de un golpe del pasado. Y las palmas de las manos empezaron a subir su temperatura.

Basta se la escapó. No se podía saber si se lo decía a Becky en particular o a todos en general. Tuvo que controlarse como nunca para evitar causar un desastre en la habitación. Respiró lentamente, tenía que recuperar el control.