Partida Rol por web

Aunque no entendía nada, la bruja se quedó a ayudar a Aire con la sucia muchacha. La hechicera parecía algo afectada por el estado de la esclava y lo que ésta decía, asi qeu considero oportuno quedarse como apoyo a su compañera.

Cogió un trapo que encontró por algún lado y su botiquín y fue de nuevo hacia al pareja.

- Aire, cielo, dile a nuestra invitada que no se asuste, que la voy a frotar un poco con este trapo para arrancarle la suciedad más prufunda. Así aprovecho y la trato las heridas que la queden.

Tenemos por aqui algo de comer? Tendríamos que darla algo a la pobre.

La verdad es que Leiath estaba algo decepcionada, creía que la mujer les podría haber sido más util, pero iba a ser tan solo una carga.

Jadewo se alzaba imponente en su armadura sobre Arpanhoe, motivado por un odio ciego, nacido de la indignación, la frustración y la herejía que representaba el nigromante. Con un fuerte derechazo su puño enfundado en metal alcanzó al sacerdote en el rostro, dejando en él una gran marca en forma de arañazo, y causando un destello morado en el impacto... el signo de que parte de energía arcana contenía el impacto.

El guerrero se movía de forma implacable, sin decir nada ni gritando, centrado en el castigo.

Todo aquello, iluminado pro la luz mágica de Alice, cobraba un aire tenebroso. Onfale caminaba con los ojos bien abiertos, junto a Tybalt. Le faltaba abrazarse a su brazo para parecer una damisela asustadiza pero hizo un esfuerzo por comportarse, como siempre. Resultaba que el Gran Orcus lo hacía todo a lo grande. Allí podía haber hasta un millar de esclavos lo que complicaba la tarea. ¿Cómo iban a encontrar a Laón entre tanto despojo humano? Los niños presos enternecieron un poco el corazón duro de Onfale pues le recordaban su propio pasado.

- Si Leiath viera esto...- A veces las causas más sagradas resultaban una pérdida de tiemp, al menos en opinión del perfumista. ¿Por qué arriesgar sus vidas por los caprichos de una Diosa cuando podían salvar a la gente allí mismo? Las almas atrapadas en la Rosa de Laón no serían más que viejas almas mientras que, delante de sus narices, tenían otras almas y que conservaban aún su cuerpo.

Tars los bloques de celdas, algo más alejada, se encontraba la puerta que había mencionado la esclava. Onfale se acercó despacio, tirando del brazo de Alice en vez del de Tybalt para poder ver algo.

- Me parece que esos huecos cónicos serán para las cuatro llaves necesarias para abrirla.- El perfumista entrecerró los ojos concentrándose en los alrededores y tratando de averiguar si sería capaz de manipular el mecanismo para abrir la puerta o si era obligado hacerse con los conos. De pronto las palabras de los carceleros reverberaron en su cabeza como un eco: " nada de objetos puntiagudos".

Aire tradujo las palabras que acababa de decir Lu Nantika a Leiath, que se había quedado también en la habitación observando a la muchacha.

<Lu Nantika, mi amiga Leiath va a frotarte con ese paño y mirará tus heridas por si hay que hacer algo con ellas>

No quería decir la palabra "curar" ni "sanar". ¿Y si ella también era seguidora de Orcus y le parecía un acto horrible? No quería que saliera de allí corriendo, desnuda, dando la alarma.

No creo que esta muchacha sepa nada, sólo conoce su vida en las minas, y la han sacado sus "amos" de la celda...

Suspiró. No podían sacar nada de esa joven, sólo era una carga más que Leiath se había ocupado de encasquetar al grupo. Pero a todo hay que encontrarle una utilidad.

<¿La mina está fuera de este palacio o en el subterráneo? ¿Qué tipo de piedra extraéis?>

Quizá podían sacar algo de información. Por ejemplo cómo salir de allí una vez cumplido su cometido.

La sensación de carga se hacía cada vez más evidente, tanto en Aire como en Leiath. Una pizca de egoísmo que empezaba a a anidar muy profundo en las mentes de las dos viajeras. Lu Nantika permanecía ajena a esos sentimientos negativos. Sonrió y dejó que Leiath le limpiase bien, como si fuese su sirvienta.

<La mina y las celdas están al lado, abajo. Extraemos carbón. ¿Puedo ver ya mi ropa nueva?>

A Aire se le hizo molesto la forma de preguntarlo. Por el tono, casi le pareció una exigencia que una petición. Aquella ropa era suya, y Lu Nantika empezaba a abusar de la situación.

Mi nariz... pupa... mi nariz pupa-protestó, con la mente algo espesa, mientras un hilo de sangre le asomaba por una de las fosas nasales.

Jadewo había bloqueado en el cerebro de Arpanhoe el acceso a más conjuros de curar heridas graves, pero aún podía recurrir a su arsenal de causar heridas moderadas. El sacerdote oscuro se volvió a concentrar... pero le costaba un poco más. Estaba completamente idiota, y no fue capaz de hacer los pases de manos correctamente. Se sacudió la cabeza, tratando de aclarar las ideas.

¿Qué... hacer... tú con cabeza... mía?-acusó, más enfadado todavía.

El impulso de liberar a los esclavos y abrirles las celdas crecía poco a poco en el interior de Onfale, pero se tomó un momento en revisar el bajorrelieve. La parte cóncava, de un pie de radio, no era completamente regular, tenía talla tosca. Al palpar el interior de uno de los conos de la concavidad, notó que la superficie se curvaba un poco. Más que un cono, tenía forma de garra. Hizo la comprobación en el resto de conos, y todos se curvaban a medida que se hundían aún más en la roca.

Finalmente se decidió a introducir uno de los brazos en un cono. Al fondo, con la estrechez casi aprisionándole la mano, encontró un mecanismo. Pero para accionar los cuatro mecanismos a la vez necesitaría cuatro manos y cuatro juegos de ganzúas.

La cantidad de almas encerradas a la espera de ser devoradas, sacrificadas o sabe Hala que otros horrores más, era abrumadora. -Iniciaría una cruzada que no tendría fin...- Respondió a la mención de Onfale sobre la bruja. Sin duda el bondadoso e impulsivo corazón de la bruja no titubearía en la misión de salvar toda vida que fuera posible. Y de un modo egoísta se alegró de que no los hubiese acompañado hasta allí; pues Tybalt no quería que la bruja se sacrificase inútilmente por muy puras que fuesen sus convicciones.

Dejando a un lado los futuribles, el perfumista se decidió a investigar los orificios que padecían sustituir a una cerradura convencional. -Me recuerdan a las garras de los centinelas...- Comentó con un semblante pensativo a la vez que se aproximaba a los orificios de la puerta para examinarlos mejor. 

Jad mantuvo su presa sobre el sacerdote, continuó acosándole puñetazo a puñetazo, luchaba de una forma muy distinta a la usada habitualmente ya fuera con su cimitarra y escudo, o el espadón... ese más que un ataque para matar, era para castigar. Un ataque más visceral. Dando rienda suelta a su pasión.

En cierta medida, tuvo un fugaz recuerdo de su pasado oscuro entre las filas de los zentharin, con algunas de las atrocidades que hizo para ganar sus galones. Eso, le asustó. Y actuó con mayor rabia e impotencia.

- Has dado en el blanco, Tybalt.- La apreciación del esclavo al servicio del aquelarre de Hala había sido muy sagaz.- Justo eso es. Está hecha para que sólo ellos puedan abrirla. - Tendrían que cortar la mano a uno de esos demonios para poder usar su extremidad cercenada y pasar la puerta. Si hubiera sido un mago más poderoso, aunque para ello habría tenido que tener tiempo para estudiar y no pasarse la vida huyendo y cumpliendo misiones Sagradas, podría haber adquirido la forma de uno de esos demonios. Sin embargo, lo único que podía hacer era una ilusión para adquirir su aspecto. Nada más.- Se me ocurre que use mi magia en pergamino para que Alice se disfrace de uno de esos demonios carceleros. Como ella habla ese asqueroso idioma podría preguntar en las celdas por Laón, a ver qué averigua. Las cerraduras de las celdas....creo que podría encargarme de ellas. Quizá así podríamos armar algo de jaleo en caso necesario o sacar a Laón de una de ellas, si es que anda por ahí.- ¿Por qué tenían allí al ilícido? Se le ocurría la loca idea de dejarlo en libertad aunque tenía miedo de que se merendara su cerebro.

Nada, por allí no podrían escapar. Miró a Leiath de solsayo. Desde luego, la mujer estaba siendo todo una carga. No parecía que tuviese habilidades especiales, ni que poseyera información que les valiese para su cometido o para escapar. Si al menos la hubiesen dejado imaginar que eran sus amos, quizá servía para mandarla a romper el rosetón en caso necesario... Aunque dudaba que Leiath lo permitiera, ni tampoco usar a los otros esclavos para provocar una revuelta.

Tradujo las palabras de Lu Nantika a Leiath mientras la miraba fíjamente y habló de nuevo.

<Lu Nantika, entre nosotros no se exigen las cosas. Se piden "por favor". Todos somos iguales y no nos podemos tratar con malas formas, ¿lo entiendes?>

Quizá sonaba un poco más duro de lo normal, pero a Aire se le acababa la paciencia.

<¿Todos los esclavos habéis nacido aquí? ¿Estáis contentos con esto?>

Cuando Onfale le ofreció su pergamino de disfraz, enarcó una ceja. ¿En serio necesitaba disfrazarse de gordo demoniaco solo para hacer un par de preguntas? Alice lo rechazó y probó a preguntar en las tres celdas de los hombres si alguno era Laón. Entre miedo y sumisión, la mayoría de los hombres negaron con la cabeza. Un par de ellos, entre risas, le dijeron que tenían a Laón allí, que entrara a verlo, mientras se sujetaban los genitales.

Tybalt recordó la imagen de los dos Zovuts del puente levadizo. Según su experiencia, reducir a uno solo de ellos representaba un reto complicado. Si querían hacerse con una garra de demonio, sería mejor contar con la ayuda de todo el grupo.

En un momento dado, Jadewo pierde el equilibrio en uno de los puñetazos.

Ya eres mío, hijo de puta.

El sacerdote de Greyhawk ejecutó rápidamente un conjuro y se avalanzó sobre el arcanista de Faerún. Un barrido con la pierna de Jadewo malogró el ataque haciendo que Arpanhoe cayese al suelo sobre su propia mano. La energía negativa de su sortilegio se canalizó en él mismo.

Aaaaagh...

El cuerpo de Arpanhoe quedó en el suelo, inerte, pero Jadewo seguía víctima de su rabia. Golpeó y golpeó la cara de Arpanhoe una y otra vez. Los nudillos de los guanteletes estaban ensangrentados para cuando Jadewo se calmó. Para entonces, era obvio que su víctima estaba muerta. Y recordó sus palabras, cuando el infame Arpanhoe hablaba sobre haberse acostado con Becky... Algo se le había metido en la cabeza. Algo le controlaba. Algo controlaba sus emociones. Con Jadewo había ocurrido lo mismo: le han hecho matar a Arpanhoe. Sin saber el motivo, ni quién está detrás de este asunto, Jadewo estuvo bajo el control de otro. Y ahora que el hechizo se ha roto, el cadáver de Arpanhoe está a sus pies.

<No le hagas caso, Lu Nantika. El mundo aquí arriba sigue siendo igual que el que ya conoces. Si quieres algo, lo mejor es cogerlo. Si quieres que no te hagan daño, la mejor manera es que no te lo hagan a ti>

<Yo... Todos nacen en las jaulas de las mujeres. Nosotros no tenemos cosas bonitas. Es duro trabajar en la mina. No. No soy feliz. Me habéis mostrado un mundo... ¡No puedo volver a las mazmorras! ¡Me quitaré la vida antes de que me devolváis a ese agujero!>

De un tirón, la esclava desenvainó la daga del cinto de Becky. Lu Nantika apuntó el filo de la daga a su cuello, amenazando con quitarse la vida. Leiath y Aire sintieron que casie era mejor así. Se librarían de un problema, la esclava solo era una carga para ellos.

Aquí no hay esta. Contesto desesperada la maga mientras miraba con inquina a los dos esclavos que se tocaban sus partes. ¡Malditos humanos repelentes! Debería de volaros vuestros queridos órganos reproductivos con un proyectil mágico pero eso sería desperdiciar la magia en unos seres insignificantes condenados a la muerte. Comento en abisal para que los dos graciosos se dieran por aludidos.

Creo que lo mejor será seguir adelante… estos desgraciados no tienen nada que ofrecernos. 

Ey, no! Suelta eso!- reaccionó la bruja mientras daba un salto para atrás, sin apenas acordarse que la mujer no la entendía.

- Qué la pasa? Qué le has dicho Becky?!

Leiath solo había visto que Becky había hablado y entonces la esclava se había puesto violenta. Otro punto negativo que se había ganado la rubia, si seguía por ese camino lo iba a llevar muy mal con la bruja de Hala.

- Por amor a Hala, decidla que no la vamos a hacer daño, que suelte el cuchillo!

-Deja de ladrar, perro.

Fue todo cuanto escapó de la boca del faerúneo antes de ponerse a horcajadas sobre el sacerdote y darle una paliza de muerte...

...arf, arf, arf...

Jadewo ap Janel estaba recuperando el aliento de rodillas sobre el cuerpo de Arpanhoe, el cuerpo del nigromante mostraba una masa sanginolienta por cabeza, los guantelets del guerrero y el suelo estaba manchado con salpicaduras de sangre. Se sentía sucio, avergonzado. Tomó la sábana de una cama cercana y empezó a limpiarse la sangre de los guanteletes, usando el chorro de agua de la ducha para limpiarse también, pero por más que frotara y quitara las manchas de sangre se sentía sucio... repugnante. Se desnudó y se puso bajo la ducha para intentar paliar la sensación, sin mucho éxito.

Desnudo, se sentó en una cama mirando el cuerpo sin vida del sacerdote. Viendo sin ver. Las palabras cobraban sentido en su mente, poco a poco. Esa había sido, en parte, fruto de una brutal posesión mental. Se vistió mientras seguía mirando el cuerpo del sacerdote, usando su visión arcana sobre él, detectando las distintas fuentes de magia que llevaba encima. Tomó las piezas y las guardó en su morral y acto seguido se fue a la habitación de las chicas, tenía una petición que hacer a Leiath.

Si algo era el perfumista era orgulloso. En cuanto Alice despreció su pergamino éste se cruzó de brazos muy ofendido y se negó a colaborar más. El disfraz era fundamental, no sólo para intimidar a los esclavos, sino para evitar levantar sospechas al hacer preguntas tan delicadas como las que atañían al constructor del rosetón.

- Muy bien. Pues visto. Ya podemos marcharnos pues.- Estaba enfadado consigo mismo pro no haber estudiado idiomas. ¿Cómo iba a haberlo hecho? No podía culparse a sí mismo sino a su cruel Destino que lo había mantenido esclavo, gastando el tiempo que podría haberse dedicado a él mismo en cumplir las órdenes de otros.

Viendo que antiguo sistema de preguntar directamente no surtía efecto, las alternativas se reducían drásticamente. Además, con la maga rechazando la ayuda de Onfale para adoptar la forma de uno de los centinelas, ya podían darse media vuelta y volver por donde habían venido. -Alice, si te disfrazas con la magia de Onfale quizás podamos abrir la extraña cerradura y seguir buscando.- Intentó razonar. Seguramente hiciese falta algo más que colocar simplemente las garras en las ranuras correspondientes, pero seguro que nada sobre lo que no pudiesen improvisar. Además, según las pesquisas del perfumista, parecía que bastaba con accionar el mecanismo simultáneamente. -Además, dudo mucho que ninguno de los guardas nos vaya a abrir la puerta amablemente y tampoco parece buena idea usar la fuerza para obligarles...- Trató de reforzar su argumento. Si la idea no funcionaba, siempre podían regresar y contar lo poco que habían averiguado.