Partida Rol por web

Al cabo de medio minuto, se acercaron los dos primeros lobos. Gruñeron al tenerlos acorralados, pero al estar en minoría esperaron un poco más. Cuando apareció un tercero, se lanzaron a por las quimeras. Ignoraron las imágenes de Rufus y de Ulmo, y los tres se abalanzaron sobre el falso Fosco. Y es que Rufus no era un dos patas, y el enano estaba superpuesto accidentalmente sobre el trapo con el olor a perro. Quizás debieron etiquetar los trapos para identificar a los dueños.

Pero al final hasta salió mejor así. Los tres lobos tiraban con sus mandíbulas de un pequeño trapo que apestaba a enano tirapedos, de unas dimensiones apropiadas al tamaño de la imagen de un mediano. De todos modos, hasta unos estúpidos animales se acabarían dando cuenta de que era una engañifa, así que Onfale tenía que seguir con la segunda parte del plan.

Para mayor confusión de los depredadores, la imagen de Fosco quedó estática. La mente de Onfale ya no podía seguir manteniendo el movimiento de la ilusión. Debía concentrarse en su próximo conjuro... Y entonces una lluvia de fuego cayó en parte sobre los lobos, en parte sobre el alar del tejado de madera. Como consecuencia, los animales se chamuscaron un poco a ras de suelo, y sobre una de las casas se prendió un pequeño fuego.

Las llamas no eran gran cosa, pero no se apagarían solas. Todo lo contrario, con tiempo, reduciría la casa a los cimientos. Además, una casa aledaña sufriría el mismo destino. Mientras, algunos lobos más aparecían entre unos arbustos, aún lejos de la acción.

Bueno, lo más fácil ya estaba hecho, pensó el mago.  Se quedó agazapado observando la escena, medianamente satisfecho. Trató de controlar la respiración, la cual se había acelerado por el esfuerzo. Su olfato estaba colmado de multitud de aromas, todos ellos mezclados, haciendo más difícil el uso de su magia. Con un pañuelo se cubrió la boca y la nariz, atándoselo con un nudo tras el cuello. Si iba a empezar a haber humo era mejor que el hollín no le entrara en las fosas nasales. El fuego tardaría un poco en general el suficiente humo para ocultar su rastro oloroso, por lo que había que esperar un poco. 

- Podemos regresar ya si lo deseas. El fuego tiene que hacer su efecto.- Le dijo a Fosco en un susurro.

Fosco se quedó mirando como los lobos entraban. Miró con cara de ilusión como si una gran explosión fuese a ocurrir. Pero tuvo que hacer un verdadero esfuerzo para darse cuenta de que había fuego. ¿Y ya está? Pues vaya! Escuchó a Onfale Si, mejor vámonos, ¡porque vaya mierda de fuego! Fosco no se había fijado en que había hecho el perfumista, pero esperaba que tiras pólvora y no una mera antorcha, que poco hizo. 

Onfale se movió por el tejado a cuatro patas, mascullando para sí una respuesta ingeniosa al desprecio que le había hecho el mediano. Sin embargo tenía razón, no era algo espectacular, pero no había tenido tiempo para más. Lo bueno que tenía estar allí arriba era que estaban fuera del alcance de los lobos y posiblemente de su vista. Dejó que Fosco pasara delante y que usara la cuerda de seda para pasar al tejado de la taberna. De esta manera no tendría que dar un salto demasiado difícil para sus cortas patitas. 

Cuando llegó su turno desató el extremo de la cuerda. Su mente analítica no veía una cuerda, ni dos tejados, sino un triángulo equilátero, con su hipotenusa. Con su mente preclara lo veía todo claro, valga la redundancia.  Si cogía el extremo dos palmos más arriba y se lanzaba al vacío entraría por la ventana de la taberna. Notó como Perezoso subía por su piernas y se metía en el zurrón, como si supiera que ya había hecho su trabajo.

Fortich y Vanator no aminoran el paso. Saben que cuanto más lento vayan, más lobos les acecharán. Poco a poco, las autoridades locales sacan distancia, mientras que los extranjeros hacen piña entre ellos quedándose rezagados. Los lobos estaban esperando esto: los débiles de la manada no pueden aguantar el ritmo y son según su instinto milenario la presa más débil.

Tres lobos más se unen a la cacería. Salen al paso, un poco más adelante, bloqueando el camino hacia el río. En total son nueve los lobos. Nueve contra cuatro, una proporción similar a la del encontronazo de ayer. Y de nuevo los lobos han logrado cercarles.

Jajajajaja... no, ahora que tengo sutileza con estoques me puedo permitir cogerlo con las penalizaciones (-4) y aún así ser bastante diestro, por lo que tengo esa baza en mente para algún bicho que nos saques.

Fosco paso por la cuerda Vaya pereza pensaba y se distraía el mediano. Mirando como el fuego de avivaba. A mitad de trayecto se paró para pensar en ese familiar y en Ulmo. Con la tontería del fuego no se había percatado que ellos estaban dentro y con los lobos! Pero en que estaba pensando. Fosco hizo el amago de volver y casi se resbala. A mitad de camino no sabía bien que hacer si seguir o volver. Así que lo mejor sería seguir para adelante y luego preocuparse. Mierda Rufus! Casi llegando, se dio cuenta que su perro también estaba allí, pero claro ese era más listo que Ulmo. Seguro que al oler el fuego salía por patas. JA! menudo es. Desde luego debería darse más prisa o el perfumista pegaría un buen tirón de la cuerda... Sin más preámbulo Fosco conquistó la cima y fue a esperar a Onfale.

-¡Malditos bastardos!--exclamó el viejo enano en cuanto se vio rodeado por los lobos. No obstante, como con la mirada seguía a los nobles que habían logrado escapar al cerco, no quedó muy claro si se refería a estos últimos o a los animales.

Enseguida, casi en un acto reflejo, el guerrero cogió la cadena armada que portaba al cuello y la desplegó con fuerza contra el lupino más cercano.

-¡Ja, ja, ja! ¡Ven, ven! Que hoy vas a probar mis colmillos. ¡Ja, ja, ja!

Extrañamente a lo que pudiera parecer, el Barón no reacciona a la insinuación de Leiath. Es como si estuviese ensimismado, o pensando en otra cosa.

No lo decía por si intentabas comerme, Bruja de Hala. Más bien por si soy yo el que os come a vosotros.

Yo también soñé con lobos anoche. Soñé que caía, en la oscuridad profunda, y mi cuerpo se golpeaba contra un suelo blando y peludo. Pero era el pelaje de un lobo. Un lobo que corría mientras yo lo montaba como si fuese uno de los caballos de los establos de mi padre. Sus patas pisaron primero gravilla, luego piedras... que se transformaban en calaveras, que a su vez se convirtieron en un adoquinado de caras humanas. Rostros que conozco. Familiares, amigos... Mejillas en las que las zarpas del lobo se clavaban hasta hacerlas sangrar. Tantas veces, que la calzada adoquinada se convirtió en un río rojo.

Yo no me desperté por la pesadilla, como tú-dijo a Leiath-. Eso es lo que me da más miedo. No desperté en la mitad de la noche, ni me levanté a la mañana siguiente con la ropa pegada por el sudor del miedo. Para mí no fue una pesadilla. ¿No es esa la sensación que debería tener un licántropo? ¿Que su yo salvaje no le pusiera nervioso, sino que lo viviese con la normalidad de algo interiorizado? ¿Algo que ya forma parte de uno?

Bueno... Tu amigo tiene razón: me retiro a descansar. Disculpadme.

Zlatko Andaas salió al pasillo, en dirección a la habitación en la que había dormido, encerrado con Fortich y la Capitana. Justo tras desaparecer volvió a asomar por el marco de la puerta, como quién se olvida de añadir un comentario trivial y sin importancia.

Faltan cuatro días para la luna llena. Pronto se sabrá cuántos, de entre los que hemos sido mordidos ayer, estamos bajo el influjo de la maldición.

Tras esto, se va.

No estoy dispuesto a cometer los errores del anterior combate y trato de mantener la posición sin dejar que el perro de Fosco avance. Cuando uno de los enemigos se pone a mi alcance incrusto la daga en su cuello de donde comienza a brotar sangre.

Las palabras de jóven Barón la dejaron pensativa.

Qué egoista había sido. Solo había pensado en ella. Se había regocijado en su dolor y pesadumbre sin tener en cuenta que otros podían estar pasándolo incluso peor. Al menos ella tenía a Hala y, que supiese, su madre seguía viva.

Debía cambiar su actitud, dejar de arrastrarse y plantarse al destino aunque todo estuviese perdido.

Querido Azaron - se dirigió hacia el guerrero- estoy muy cansada y creo que debo seguir el ejemplo de Zlatko e intentar dormir mientras pueda. ¿Os importaría hacer la guardia y avisarme si ocurriese algo?

4 dias... 4 dias...

Sin problemas- responde el guerrero- tú no te preocupes que yo vigilo. Si ocurre algo os avisaré. Descansad tranquila.

Cuatro días para comprobar si sus compañeros eran finalmente licántropos o no y si debían actuar de manera contundente para acabar con esa enfermedad que consumiría a una vida maldita a sus compañeros

Alice mira desesperada un hueco donde cubrirse, mierda. Rápidamente hurga en su bolsa de conjuros y empieza a hablar en un leguaje arcano, pero no aparta la mirada de los lobos. Hay que buscar un sitio donde no estemos tan expuestos. Aquí estamos perdidos.

Flame trató de dar un paso al frente para proteger a su compañera maga, necesitaba algo de espacio para poder lanzar sus conjuros con mayor concentración, y ella trataría de dárselo. Alice necesitaba ser protegida por un grupo medianamente decente, y haberla dejado irse sola con aquellos dos inservibles hubiese sido una locura. Por eso decidió bajar y acompañarles a ellos.

Ahora que les veía rodeados a todos por los nueve lobos, dio gracias de que ella estaba allí para ayudarles. Con su espadón casi arreglado entre sus manos, miró fijamente a los ojos del lobo(2) que estaba frente a Alice, pero en su ataque iba tantísima fuerza ligada que su precisión fue algo baja y falló.

¡No os alejeis de mi! Dijo mientras el tono rojizo de su escama brillaba con intensidad. ¡Y no nos separemos! ¡Evitemos que nos flanqueen!