Partida Rol por web

Tras hablar con Samantha, Kaysa recoge 2 pociones de salud y la última poción verde que tan gratuítamente les ha ofrecido la anciana. Después la que antaño fue una poderosa druida vuelve a activar la cuerda serpentina (LEK!!) y tras darle una orden esta se enrosca en el brazo y hombro del único elfo, Celingandir.

Sin más que añadir Samantha toma a su nieto Dan de la mano y marcha con el al piso superior de la casa. Una vez solos os vais de la vieja estancia siguiendo a Guiraud y Tristant. Como ya ha mencionado os dirigís a la Herrería más popular del lugar Mirabel y Gerard regentan un negocio que no ha fracasado con el paso de los años en donde se encuentran los más imprescindibles atuendos de combate amén de alguna que otra arma que ayudará sin duda a los viajeros que pasen por Atwater (Punto 7 del mapa).

Sin embargo al cruzar la esquina que os llevaría a la calle principal un grito ahogado de pánico corta en dos la calma que se respiraba en el pueblo, lo que podéis identificar como un huargo de gran envergadura corre a gran velocidad por el camino que recorre el sendero hacia el bosque, en su mandíbula un objeto negro cuelga moviéndose de un lado a otro.

La anciana había parecido reacia a darles más ayuda de la que ya les había dado, Kaysa no sabía si habían hecho algo para ofenderla, pero no entendía muy bien por qué primero les ayudaba y luego se cerraba sin ofrecerles nada más. Sacudió la cabeza, cogió las pociones y se fue de allí, seguida por sus compañeros. 

Al parecer la próxima parada iba a ser la herrería. Kaysa ya tenía todas las armas que necesitaba, hechas de buen acero de los herreros de su clan, y dudaba que aquel herrero de pueblo fuese a tener nada mejor, porque probablemente se dedicaría a hacer azadas y arados más que armas. 

Sin embargo, antes de llegar allí, un grito sobresaltó a Kaysa, e inmediatamente saltó, dispuesta a correr hacia cualquier amenaza. Y no tardó en aparecer, un huargo de buen tamaño, animales bastante comunes en las montañas del norte, siempre hambrientos y siempre peligrosos. Llevaba algo en las mandíbulas, no sabía exactamente el qué, pero esperaba que no fuese un niño desprevenido. 

No lo dudó, ni siquiera lo pensó: echó a correr hacia el huargo, sacando una de sus largas jabalinas, y la lanzó. Estaba demasiado lejos para apuntar bien, pero esperó que sirviera por lo menos para llamar su atención. 

Bueno… siempre digo que mejor es intentarlo y fracasar que no intentarlo, igual era difícil pedirle más ayuda con una cara seria ya nos había ayudado bastante, tras despedirme de la anciana seguí a Guiraud parece que iremos a una herrería sería interesante ver que tienen en este pueblo quien sabe con algo de suerte agregare algún cuchillo a mi colección…

Mientras pensaba en cuales eran las posibilidades de conseguir un buen cuchillo en este lugar observo que Kaisa sobresaltada salta a correr detrás de lo que parece un huarco de buen tamaño… me agarró algo desprevenido, pero sin embargo saco mi ballesta e intento dispararle

Kaysa:

Sorprendida la aguerrida bárbara no duda en correr rauda hacia el oscuro huargo, a continuación echa mano a una de sus jabalinas y ataca lo más precisamente posible, el arma punzante silva el viento y cae a 3 pies delante de su objetivo, este la salta con presteza y continúa su huída.

Feanor:

El joven semielfo agarra con firmeza la vieja ballesta que cuelga de su espalda, trata de apuntar lo mejor que sabe al animal en movimiento pero el virote se clava en un árbol cercano. Los gritos de los aldeanos no tardan en resonar por el pueblo, algunos echan a corren a sus casas con caras de pavor.

Guiraud:

Tratas de fijarte con más detenimiento en el objeto que cuelga de la boca de la bestia, al estar en movimiento apenas consigues distinguir lo que te parece un "colgante" negro. 

Al ver como mi compañera se lanzó hacia aquella bestia y Feanor disparó su Ballesta no te ve más opción que seguir a Kaysa en persecucion, sabiendo que jamás alcanzaría a esa cosa corriendo no tuve más opción que tomar una de las hachas que cuelgan de mi cinturón y lanzarla a la bestia

Celengadir observa como la tranquilidad se vuelve urgencia cuando todos sus compañeros comienzan a salir corriendo en pos de la criatura como si les fuera la vida en ello.

 Deja pasar con presura a la pequeña bárbara y al resto de sus compañeros, mientras con cautela se lleva la mano a una de las bolsitas que cuelgan de su cintura, de la que saca un puñadito de arena que comienza a dejar deslizarse entre sus dedos, mientras murmulla algo apenan inaudible. Por el ritmo podría recordar a una nana pero en un idioma incomprensible. Mientras repite las la sintonía Celengadir se centra en el monstruo que continúa huyendo.

No tenía tiempo de pensar, sólo de actuar. Corrí  tras la bestia, mientras los ataques de Kaysa y Feanor pasaban a mi lado, errando su objetivo. 

En un súbito arranque de adrenalina, sprinté y me coloqué delante de la bestia, decidido a interceptarla llegado el momento.

Todo sucedía demasiado rápido y de forma demasiado caótica, un huargo apareció en mitad del pueblo, gritos de los pobladores se escuchaban al rededor, el clerigo busco con la mirada a la criatura que paso corriendo, tuvo un par de segundos para sentirse aliviado de que no pasara justo por donde su grupo para cuando este respondió atacando a la criatura, pero ¿por que?, no tenía sentido atacar a un animal solo por que si, pero igual lo estaban haciendo.
-¿Que narices les pasa?

Las ideas rebotaban en su cabeza, esperaba que no hubiera demasiados animales en el bosque por que si su grupo se dispondría a perseguir y atacar de tal manera... igual trato de seguirles el paso aunque de momento le faltaba alguna motivación para atacar al animal...

Mientras trata de huir la bestia recibe en una de sus patas el hacha de mano de Behar que se clava en un muslo, este parece herido pero no detiene a la bestia que a gran velocidad se aleja hacia el bosque, después Celingandir emite unas viejas palabras mágicas que acompañadas de sus compenentes hacen que el huargo caiga desplomado a 65 pies de vosotros. Aquello que llevaba en sus fauces sale disparado y se pierde entre unos arbustos cercanos.

Por fin Kaysa volvía a sentir casi la misma sensación de euforia que le proporcionaba la caza, aunque atenuada por el hecho de que el huargo huía de ellos en vez de atacarles. Corría con una salvaje sonrisa en la cara, más rápido de lo que podría pensarse por sus cortas piernas, y sus jabalinas surcaban el aire silbando, aunque, en carrera, ninguna de ellas acertó al objetivo. Daba igual, porque servían para distraerle y retrasarle hasta que llegara a él. 

En ese momento, vio que el huargo caía, probablemente por un hechizo del elfo. Aunque la idea de que le hubeiran cazado con magia arcana no era muy de su agrado, no desperdició la oportunidad. Salvó la distancia que le separaba del huargo, y sacó en un solo movimiento su hacha de dos manos, su arma favorita, descargándola como un ariete sobre el lobo caído. 

Sin pensarlo dos veces la pequeña bárbara blande su hacha a dos manos de doble hoja cortando el cuello de la bestia y todos escucháis un sonido seco. La sangre negra rezuma a borbotones del cadáver de la bestia salpicando a Kaysa que ahora está cubierta de espesa sangre de huargo. Uno de los aldeanos que mira horrorizado empieza a vomitar sin control.

Cuando alcanzáis el cadáver os dais cuenta de que empieza a sufrir una transformación, poco a poco el espeso negro pelaje va desapareciendo, sus patas traseras pasan a ser piernas, sus delanteras en brazos y la cabeza se convierte hasta ser un humano de edad media totalmente desnudo, degollado y ensangrentado.

Por fin. Por fin. 

Aquello era todo lo que Kaysa podía pensar mientras, con salvaje sonrisa en el rostro, se lanzaba sobre la bestia, con el reconfortante tacto de la empuñadura del hacha en las manos fuertemente cerradas como cepos. El arma silbó de placer en el aire al encuentro de su presa, y como la piedra de una catapulta, imparable y poderosa, cayó sobre el animal derribado. 

El filo del arma atravesó el duro pelaje, pues no era rival para el acero del norte, y cortó la carne con la suavidad de una canción, pero devastador como un terremoto. Atravesó limpiamente el cuello y se clavó profundamente en el suelo bajo él, dejando una herida que cercenaba la columna limpiamente. Inmediatamente, un chorro de sangre oscura y maravillosa como el hidromiel dorado, saltó de la herida y bañó a la bárbara, que alzó la vista al cielo y soltó una potente carcajada de puro júbilo que sin duda oyó el pueblo entero. Ni trató de apartarse de la sangre, la recibió como un viajero sediento recibe el agua que lleva meses deseando, que lleva meses apareciéndosele en sueños. Alguien empezó a vomitar, pero Kaysa no tenía tiempo para pensar en los débiles. 

Con los ojos brillantes, miró a sus compañeros, aún con el arma clavada en el suelo, y la sacó con un tiró brusco que salpicó sangre oscura y caliente en todas direcciones. El júbilo de la caza había supuesto un éxtasis mucho tiempo ansiado, como amantes largamente separados, pero se enfrió al ver las miradas de sus compañeros, que cambiaban a un asombro dirigido a la bestia. 

Bajó la mirada, pensando en sacar un hacha y desollar al huargo, pues su piel era preciada, pero su sonrisa fue sustituida por perplejidad y luego por ira brutal al ver que el animal se retorcía y cambiaba ante sus ojos, volviéndose delgado, blanco, sin pelo, con músculos enanos al lado de los del huargo... 

-¡Cambiapieles!-rugió Kaysa como un alud de montaña-¡Un puto pellejudo!-mordió la palabra con ira, con rabia: aquello quitaba todo el valor a su caza. Ahora no había matado a una bestia fiera y noble, poderosa, sino a un estúpido humano esmirriado y desgarbado que yacía desnudo patéticamente en un charco de sangre. 

Con asco, limpió la sangre de la hoja de su hacha, y se dirigió con zancadas firmes a recoger las jabalinas que había lanzado. Su cara era de osa enfurecida, y hasta aquellos que no sabían mucho de animales podían ver que no era ira menor. 

Vi la bestia caer, luego la sangre, y luego... luego vi el horror. Atónito, observé cómo el cuerpo de la bestia se encogía, perdiendo el pelo y dando lugar a un pequeño cuerpo humano. Ninguno de nosotros podía verlos visto venir, pero aun así, eso no cambiaba lo que habíamos hecho. Caminé rápidamente hacia el cuerpo sin cabeza, poniendome a la par que la bárbara.

-Decapitarlo ha sido innecesario. Una vez dormido, no hacía falta matarlo, no sabíamos nada de la situación y aun así has actuado por tu cuenta. No sé como hacéis las cosas en vuestro grupo, pero pienso que en todo caso era él quien debería haber decidido el destino de la bestia, pues ha sido el único que realmente hizo algo efectivo para pararla -dije, señalando a elfo-.

Aunque quizás sonara como tal, no era una reprimenda, sólo mi visión de lo sucedido. Sabía que era directo, pero con el paso de los años había acabado perdiendo todo el sentido de la paciencia y, en algunos casos, de la educación. Quizás por eso la gente del pueblo se distanciara cada vez más de mi. No es que me importara, de todos modos.

Seguí caminando, pasando con una mueca de disgusto ante el cuerpo sin cabeza, y busqué entre los arbustos aquello que llevara el animal entre sus fauces.

Tras ver la violenta escena desplegada por Kaysa, me acerco lentamente para felicitarla por lograr asestar el golpe final a la bestia, pero mientras más me acercaba más parecía que algo no estaba bien, la bestia parecía mucho más grande hace poco y el enojo en el rostro de Kaysa quien se acercaba a mí me decía que algo no estaba bien, al mirar más de cerca la escena parece un humano… veo a Kaysa y le digo:

¿Ese huarco se veía más grande antes no?

La verdad no se mucho de magia, pero ¿podría ser esto también algo dado por la magia de Ella?, será que este hombre tenía esta habilidad, ¿será una maldición? si recuerdo bien este traía algo en la boca que quizás pueda ayudarme a entender que pasa… me pregunto dónde abra caído (Intento buscar el amuleto)

Tras rebuscar durante 5 minutos Guiraud y Feanor encuentran el objeto que portaba el extraño ser. Concretamente Guiraud lo halla entre unos arbustos a escasos metros.

El objeto es un colgante negro con decoraciones élficas en color metal, en su centro un azabache negro engarzado completa la pieza. El aspecto es algo tal que así;

La persecución termino cuando de pronto el animal cayo al suelo sin más, probablemente un encantamiento, Kaysa no se contuvo a la hora de descargar su arma contra la criatura y la sangre volo en todas direcciones, Tristan se quedo mirando a la pequeña mujer musculada que tenia una ligera capa de sudor en la piel, obligo a que sus ojos miraran en otra dirección miro a la criatura que se encontraba en el suelo, un charco negro comenzaba a crecer bajo el, de repente un par de espasmos y la forma del ser comenzó a cambiar terminando en la forma de un humanoide, el clérigo dibujo algo en el aire con su mano, una seña religiosa, pronuncio algo parecido a una plegaría, cerro los ojos al darse cuenta que lo había hecho por habito tantos años en un monasterio se notaban siempre, mas en momentos así.

Dos del grupo comenzaron a buscar algo en las cercanías, un grupo de chismosos del pueblo rápidamente les rodearon y murmuraban todo tipo de cosas, Tristan apretó los labios hasta que su boca se volvió una linea el hombre, ¿Giarud? volvía con algo en la mano y una pregunta se le escapó.
-¿Que es eso?