Partida Rol por web

En busca del Templo del Mono

5~ La Guarida del Guerrero

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24/01/2020, 10:03
Director

Los aledaños del palacio del señor de la guerra Khan quedaron rápidamente atrás. Os sumergisteis en un frondoso bosque, de hermosa y frondosa vegetación, por el que era realmente complicado circular salvo siguiendo el estrecho sendero que Luz-en-la-Oscuridad os había indicado. Lo seguisteis por pura necesidad, al no haber otra opción, corriendo tú por delante de un Kippei que se detenía cada cierto tiempo para escuchar los sonidos que el viento pudiera traerle. Sin embargo, nada pareció indicarle que hubiera perseguidores tras vuestros pasos.

Finalmente, la espesura fue clareando, abriéndose la vegetación y dando lugar a un bosque mucho menos frondoso, que pronto finalizó hasta terminar el camino en unos campos parcialmente cultivados. La maleza se mezclaba con claros utilizados para la labranza, merced a humildes granjeros que seguramente trabajaban de sol a sol para obtener de la naturaleza lo justo para sobrevivir. Visteis, de hecho, a cierta distancia, a algunos de tales aldeanos, pero Kippei sugirió mantener la distancia y evitar ser vistos.

El japonés, a pesar de haber perdido el sendero que os indicaba la ruta a seguir, se mostraba confiado en poder guiarte hasta tu tío. Sus ojos oteaban las montañas que teníais por delante, observando sus cumbres y las formas que delimitaban sobre el cielo del horizonte. Afirmó conocerlas, haberlas visto antes, y haber recibido instrucciones precisas del maestro Lu Yan acerca de ellas. Según él, la casa de tu tío no estaba lejos de allí. Y sin embargo, a pesar de ello, aún tardasteis un buen rato de larga caminata, con algunos trechos agotadores de ascenso, en encontrar la que parecía ser la casa en cuestión.

Ver aquella casa resultaba, no obstante, descorazonador. Era grande, enorme de hecho, no como un palacio pero sí lo suficiente como para dejar a la altura del barro el hogar que habías conocido toda tu vida. Sin embargo, al acceder por la puerta principal, sorprendentemente abierta, descubristeis un patio desde el que se podía comprobar que la casa estaba completamente destartalada y parecía del todo abandonada. Las paredes estaban desconchadas y llenas de humedad, muchas baldosas del suelo estaban quebradas y algunas directamente faltaban, y la madera de las puertas precisaba un lijado y barnizado urgente, pues en algunas partes incluso había comenzado a combarse e hincharse. En los tejados había comenzado a crecer la hierba, incluso, desplazando buena parte de las tejas, lo que hacía probable que el interior sufriera goteras en cuanto lloviera mínimamente.

Allí no parecía haber nadie.

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27/01/2020, 03:31
Rui Wu-San

No tardamos en dejar atrás aquel palacio, internándonos en un espeso bosque por el que avanzar hubiera resultado casi imposible de no haber seguido el camino marcado por Luz-en-la-oscuridad. En todo momento corrí por delante de Kippei, tratando de avanzar lo más rápido que podía. Por momentos temía perderle, consciente de que iba haciendo pequeños altos, pero aquello hubiera resultado imposible; algo que terminé teniendo claro y que agradecía profundamente.

Tras aquel bosque alcanzamos otro, uno más transitable, que no resultó más que un pequeño paso intermedio entre el frondoso bosque y unas praderas en parte cultivadas. Vimos incluso algunos aldeanos, advirtiéndome Kippei que no mantuviéramos a distancia. Evitar ser vistos era primordial, y siguiendo sus instrucciones continuamos el camino sin un sendero que seguir.

Por fortuna, esto no parecía ser necesario, siendo conocedor Kippei de la dirección que debíamos tomar. Pensé que era poco lo que ya nos quedaba por las palabras del japonés, pero el camino resultó ser más largo y duro de lo que pensaba, teniendo que ascender en ocasiones por aquellas colinas.

Finalmente, tras un silencioso y complicado camino, llegamos a casa de mi tío; a la enorme casa de mi tío. Sin embargo, en seguida pude comprobar que a pesar de su inmensidad, no era el mejor de los lugares; habiendo sufrido lo que parecían ser los estragos del tiempo y el abandono. Eran un sin fin de horas de trabajo las que habría que dedicarle a aquella casa para que volviera a ser lo que seguramente algún día fue.

Me preguntaba cómo mi tío había dejado que su hogar terminara así mientras avanzaba por el interior, buscando a este.

- ¿Te dijo algo más mi tío a parte de que me trajeras aquí? - pregunté al japonés, costándome aún mirarle a la cara, por lo que mis ojos se posaron en él tan sólo un segundo; regresando raudos a inspeccionar la estancia. - ¿Tío? ¿Estás aquí? - pregunté finalmente, alzando un poco la voz.

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03/02/2020, 15:16
Kippei Gennosuke

Quedaba claro por la expresión del joven, que tampoco él esperaba encontrar la casa en un estado tan ruinoso y descuidado. Bien era cierto que era difícil imaginar a Lu Yan, anciano y adicto según parecía al licor sobre todas las cosas, dedicando su tiempo libre diario a cuidar del buen estado de su hogar. De hecho, triste era reconocer que aquella enorme casa debía de haber visto tiempos mucho mejores, casi podía decirse que de esplendor.

Iya... ehm... n-no, maestro no dice nada. -Respondió el japonés, corrigiéndose, pues parecía haber comenzado a hablar en su propio idioma natal- Sólo... lleva Rui a casa, y espera.

Cabía pensar que el cometido del japonés era tan sólo llevar a la sobrina del maestro hasta su casa, ponerla a salvo, y aguardar a su llegada. Porque debía de haber una llegada. Sin embargo, aquello no era una certeza, pues ni había forma de saber si en ello consistía el plan de Lu Yan, ni tampoco saber qué les había deparado éste.

Te adentraste al interior de la casa, comprobando su estado de abandono. Polvo, yeso, paredes desconchadas, manchas de humedad... Había muebles que ya eran irrecuperables, y otros que aún estaban a tiempo de ser reparados. Junto a lo que había sido una buena cocina, ahora abandonada y llena de cacharros sucios, rotos y oxidados, había una gran despensa en que tan sólo había botellas y cantimploras de calabaza, amén de un par de barriles. Todo licor, lo único que parecía haber en aquella casa que aún pareciera utilizable.

Escuela... -Murmuró Kippei a tus espaldas, llamando tu atención. Te giraste, comprobando que el japonés se encontraba frente a una puerta abierta que daba acceso a otra estancia, una mucho mayor- Escuela de maestro.

Accediste tras el japonés, descubriendo una amplísima estancia cubierta, diáfana a excepción de las columnas que sustentaban el techo, y que estaban en su mayoría forradas con pieles y cuerdas. De algunas de las viguetas de la techumbre colgaban sacos llenos de arena, y también de arena estaban llenos algunos maceteros enormes que descansaban en una esquina. Otras esquinas mostraban estacas brotando del suelo a diferentes alturas, palos de gran tamaño y espadas de hojas endebles. Todo aquello era material de entrenamiento para el arte de la lucha, el kung fu. Y encabezando todo aquello, presidiendo la sala, descansaba en una pared a gran altura lo que en su momento debía haber sido una máscara con el rostro de un tigre, pintado en color dorado. Ahora, sin embargo, la máscara estaba rota, partida y resquebrajada. Bajo ella, en el suelo, descansaban cuatro pequeños cuencos con tierra oscura, en la que habían clavadas diversas varillas de incienso antiguas, ya consumidas.

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06/02/2020, 15:13
Rui Wu-San

Kippei, quien parecía tan sorprendido como yo sobre el estado de la casa, en seguida respondió a mi pregunta; haciéndome poner cara de fastidio ante ello. No por su inicial equivocación en la elección del idioma, claro estaba, sino porque una vez más; mi tío insistía en hacer uso de un misterio nada práctico y que suponía que esperáramos allí quién sabía cuánto tiempo.

O cuantísimo tiempo.

Me giré para seguir inspeccionando el lugar, con la certeza ya de que mi tío no estaba allí al no haber obtenido respuesta alguna por su parte. Mientras continuaba observando el deplorable estado de aquello que en algún tiempo debió ser un hogar, tapaba mi boca con la manga ante todo el polvo que se levantaba cuando movía alguno de los desvencijados muebles o tomaba algún maltrecho objeto. En realidad, polvo, yeso y quién sabía cuántas cosas más; pues lo que era el interior estaba prácticamente en ruinas. Eso sí, lo que mejor se encontraba en aquel lugar, eran los barriles, botellas y calabaza que encontré en una despensa; que por supuesto tenían licor, como pronto comprobé.

Me disponía a abordar otra estancia cuando escuché a Kippei, haciendo que yo también me acercara a lo que el japonés supuso que había sido la escuela de mi tío. Así parecía ser por lo que vi al entrar tras él, pues aun no siendo una entendida en aquellos asuntos, varias de las cosas que pude ver bien podrían ser usadas para entrenar. Cuanto más veía de aquel lugar, más se me encogía el corazón, pensando en cuánto había perdido mi tío y en todo el tiempo que debía haber pasado simplemente viendo pasar el tiempo.

Presidiendo aquella estancia había lo que parecía ser una máscara dorada con el rostro de un tigre. Miré esta con lástima durante unos segundos, viniéndome a la mente que aquella ahora rota máscara parecía representar lo que había pasado con Lu Yan.

Me acerqué a aquella pared, apartando con cuidado los cuencos que había bajo la máscara y que en su tiempo habían sido usados para quemar incienso, y me giré en busca de algo en lo que poder subirme. Aquella máscara estaba demasiado alta, y pretendía bajarla.

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11/02/2020, 11:25
Director

Mientras te encaramabas para tratar de dar alcance a aquella máscara quebrada, pronto te diste cuenta de que Kippei te observaba con cierta consternación, como si lo que estabas haciendo supusiera algo incorrecto, una especie de afrenta. Sin embargo, por algún motivo, no dijo nada en absoluto. De hecho, cuando se dio cuenta de que le mirabas no tardó en apartar la mirada, agachándola hasta mirar al suelo.

Bajaste nuevamente con la máscara entre tus manos. Ésta aún desprendía algo de polvo de la zona en que se había partido. Parecía hecha de arcilla, pero cuidadosamente trabajada y pintada por fuera con pintura dorada.

Entonces se oyeron voces en el exterior. Una sola, en realidad, pero acompañada de un gruñido seco en ocasiones. La voz resultaba dicharachera y despreocupada, y aunque no eras capaz de captar el contenido de la conversación, sí que notaste el personal tono de voz de tu tío Lu Yan. Y el gruñido de una gran bestia.

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14/02/2020, 00:55
Rui Wu-San

Me di cuenta de cómo me miraba Kippei al tratar de elevarme para tomar aquella máscara, pero no me dijo nada al respecto, es mas, cuando su mirada se cruzó con la mía bajó esta hacia el suelo. Fruncí el ceño, molesta en un principio, aunque mi rostro en seguida se tiñó de tristeza mientras proseguía en mi intención de bajar aquel símbolo.

Mientras observaba este, ya abajo, con la máscara en mis manos y soplando con delicadeza sobre ella para deshacerme del polvo fruto del desgaste; mi mente estaba centrada en el japonés y la conversación que no habíamos tenido. Una que realmente no sabía si llegaríamos a tener.

Traté de dejar aquello a un lado, concentrándome en el modo en el que arreglar la máscara. Tenía buena mano con aquel tipo de cosas, y por ello la esperanza de devolverle al objeto el esplendor que había perdido, aunque sabía que aquello era algo que no podría hacer de inmediato.

Entonces escuché proviniendo del exterior lo que terminé concluyendo que debía ser una conversación entre mi tío y alguien más, no tardando en mirar a Kippei.

- ¿Es tu maestro? - le pregunté antes de posar la máscara con cuidado donde más segura pudiera estar, poniendo rumbo al exterior en busca de Lu Yan tras escuchar la respuesta de Kippei.

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14/02/2020, 10:43
Kippei Gennosuke

El joven japonés pareció quedarse helado al escuchar aquel gruñido. Agachó su mirada, que mostraba una presión contenida. Quizás miedo, quizás rabia, tal vez ambas cosas al mismo tiempo. Le preguntaste si se trataba de su maestro, Shunito Garras-de-Fuego, y aunque tardó en responder, el joven tragó saliva con cierta dificultad y terminó por mirarte de forma temerosa.

S-sí... maestro... kuasha... -Confirmó, comenzando a caminar lentamente hacia la puerta, prácticamente arrastrando los pies. Pero antes de ello, añadió algo más, unas pocas palabras que salieron solas de sus labios, casi como un murmullo, pero que a pesar de ello lograste escuchar perfectamente- Asesino padres...

Aquellas palabras se quedaron en el aire, como el intenso aroma de un incienso recién prendido, sin que ninguno de los dos pudiera añadir más al respecto. Pues, cuando Kippei se dirigía a la entrada, dos figuras aparecieron por el umbral. Una era la de Lu Yan, caminando tambaleante y con una bobalicona sonrisa en sus labios, sosteniendo una cantimplora de calabaza abierta en una mano. A su espalda, un inmenso tigre del tamaño de un caballo y con una dentadura dantesca, con colmillos que sobresalían descomunalmente por debajo de su morro, se mostraba inquieto.

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14/02/2020, 10:53
Lu Yan Garra-del-Tigre-en-el-Ojo-del-Ciempiés

Vaya, sobrina, veo que ya te estás instalando... -Comentó de forma despreocupada el viejo, en un evidente estado de embriaguez. Sus ojos, sin embargo, se movieron veloces por la estancia, y terminaron posándose sobre la máscara de tigre quebrada que habías descolgado con cuidado. Pudiste contemplar una profunda tristeza, el brillo de la amenaza de lágrimas en sus ojos, que tan sólo se vio roto cuando se llevó la calabaza a los labios para dar un largo trago, volviendo a sonreír- Será mejor que adecentemos este lugar. Hace mucho que no tengo invitados, y... están próximos a llegar. -Comentó, de forma enigmática, girándose para regresar a la cocina, farfullando algo acerca de una escoba.

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17/02/2020, 18:44
Rui Wu-San

Antes de terminar de preguntar a Kippei si aquel era su maestro, creí saber la respuesta. Había agachado su mirada, y lo poco que me permitía ver su rostro no reflejaba nada bueno. Me miró tras varios segundos, con un claro miedo en su mirada, y finalmente me respondió. Había estado acertada en mi intuición, pero ojalá no hubiera sí. El japonés parecía un alma en pena mientras se dirigía hacia la puerta, pronunciando entonces dos palabras que me dejaron sin aire.

No puede evitar empezar a preguntarme cosas, así como a desear que aquello no significara lo que parecía. No lo sabría, al menos no de momento, y es que antes de poder siquiera reaccionar; mi tío apareció visiblemente borracho y seguido de una especie de monstruoso tigre que resultaba estremecedor.

Cuando Lu Yan hizo aquel comentario sobre que me encontraba ya instalándome, terminó por mirar aquella máscara, llegando a asomarse a sus ojos lo que parecían lágrimas. Cada vez estaba más convencida de que no había estado bien descolgar aquel objeto, y es que ya eran dos las miradas que me hacían pensar aquello, las miradas de las dos personas que más me habían ayudado en toda aquella pesadilla que había dado comienzo de forma tan repentina.

No deseaba la muerte de lo que quedaba de mi familia, era yo quien tenía que haberme podido ir de aquel lugar, esperando que aquello me ayudara a alejarme de tantos y tantos terroríficos y dolorosos recuerdos; pero una vez me vi sola en este mundo, pensé que con ello podría obtener algo de paz, una paz que nunca antes había conocido.

Pero no fue así, no fue para nada así, y aquello me enfadaba. Como me enfadaba no haber sabido antes lo que me sucedía. Como me enfadaba la posibilidad de no poder ser dueña de mi propio destino. Y como me enfadaba, sobre todo en aquellos momentos, el no poder ayudar a Kippei y a mi tío tanto como me gustaría.

Por ello, cuando Lu Yan volvió a pronunciarse, hablando de adecentar el lugar y de unos futuros invitados; me dirigí a él de un modo bastante más hosco de lo que pretendía.

- ¿Y se puede saber qué invitados son esos? - pregunté, viéndole marchar mientras farfullaba algo, lo que hizo que le siguiera; tratando durante aquellos pocos pasos de relajar mi ánimo. - ¿Qué está pasando, tío? ¿Es que no tiene nada que decirme? - pregunté con molestia, aunque no exenta de tristeza. - ¿Podemos...? - comencé a decir, mirando brevemente hacia Kippei y su despreciable maestro antes de volver a dirigirme a Lu Yan. - ¿...hablar a solas?

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26/02/2020, 12:20
Lu Yan Garra-del-Tigre-en-el-Ojo-del-Ciempiés

El viejo maestro, tu tío, apenas si aminoró la marcha cuando oyó tus palabras, si es que las oyó realmente, algo de lo que dudaste en un principio. Sencillamente, continuó su camino hacia el exterior, contigo siguiendo sus pasos. Al pasar junto a aquel enorme tigre, éste sufrió un brusco cambio ante tus ojos. Su cuerpo comenzó a menguar, al tiempo que se ponía en pie sobre sus cuartos traseros, que pronto se convirtieron en piernas. Todo el pelaje de su piel se fue desvaneciendo, como si cada pelo fuera absorbido por los poros de una piel ligeramente pálida pero sucia, la de un hombre corpulento completamente desnudo, de rostro tosco y dientes afilados, al que conocías bien. Shunito Garras-de-Fuego ignoró tu presencia, caminando desnudo en dirección a su discípulo, que parecía encogerse más cuanto más cerca estaba éste, con visible temor en sus brillantes ojos rasgados.

No alcanzaste a ver más de cuanto sucediera entre ambos, pues seguís los pasos de tu tío hacia el patio de la casa. Cuando saliste al exterior, el viejo borracho ya tenía entre sus manos una larga escoba artesanal de mijo, y trataba inútilmente de adecentar el suelo de aquel patio, moviendo el polvo, la arena y la tierra amontonadas tras tanto tiempo de abandono de aquí para allá.

Ya estamos a solas, sobrina. -Te dijo Lu Yan sin siquiera mirarte, afanado en la tarea que tan torpemente desempeñaba- Lo que quieras hablar, tendrás que darte prisa. No tardarán en llegar... Ah, sí, que quiénes... Pues mucha gente, sobrina. Me temo que no tendré vino suficiente para todos... Ni suficientemente bueno, tampoco. El ejército de la Zarpa Dorada se dirige hacia aquí, al igual que el Puño de la Estrella del Sur, y algún otro invitado... sorpresa. -Lu Yan sonrió, de un modo enigmático, como si sólo él conociera el sentido de una broma que acabase de soltar- Los dragones son así, ¿sabes? Les gusta permanecer ocultos hasta el último momento...

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29/02/2020, 12:13
Rui Wu-San

Por un momento dudé de si mi tío había escuchado mis preguntas, pues no obtuve respuesta alguna, aunque me pareció notar que aminoraba ligeramente el ritmo de su caminar. Eso significaba que me había oído, ¿no?

Pude ver mientras seguía sus pasos cómo aquel temible tigre adquiría una forma humana que también daba bastante miedo, aunque sin duda lo que más temor me procuraba era el modo en el que se acercaba a Kippei y la mirada y reacciones de este. Suponía que Shunito no se atrevería a pegar al cachorro en casa de Lu Yan, pero no permanecerían aquí eternamente, y cuando se fueran... Kippei continuaría a merced de esa mala bestia.

¿La misma que había matado a sus padres?

Aquella pregunta volvió a revolotear por mi cabeza, pero no tenía forma de darle respuesta, no de momento.

El avance de mi tío terminó llevándome al exterior, donde al volver a verle ya tenía una escoba entre sus manos y parecía tratar inútilmente de limpiar aquel sitio. Entonces me habló, afirmando que ya estábamos a solas y que debía darme prisa ante las inminentes visitas. Sus palabras y actos parecían hablar de invitados que mi tío recibiría con gusto, pero al comenzar a enumerar a quiénes se refería, los trozos de maceta que había comenzado a recoger a punto estuvieron de caerse de mis manos. También mencionó a algún invitado sorpresa, lo cual parecía divertirle, soltando tras ello aquella frase que no alcanzaba a comprender.

- No entiendo nada, tío. - terminé por quejarme, dejando aquellos trozos de barro en un rincón y situándome frente a mi tío, queriendo que me respondiera mirándome a la cara. - El ejército de la Zarpa Dorada es el ejército de Bingbing, ¿no? ¿Por qué ahora son sus invitados en lugar de largarnos de aquí? ¿Y cómo sabe que ellos y el Puño de la Estrella del Sur vienen hacia aquí? ¿Es que no puede ser claro conmigo, tío? - le dije en tono de reproche, aunque en seguida mi rostro pasó de mostrarse ligeramente molesto a ensombrecerse - ¿Sabe lo que podría haberme pasado, no? ¿Lo sabe? - añadí, comenzando a notar cómo mis ojos se humedecían. - Y usted...

No pude acabar la frase, pues probablemente estuviera siendo injusta con él. Terminé por girarme y me froté los ojos antes de dejar que ninguna lágrima pudiera desprenderse, poniéndome nuevamente a limpiar.

- Quiero ayudarles, a usted y a Kippei, pero no sé cómo.... - añadí pronto, llena de frustración y desesperanza.

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29/02/2020, 13:24
Lu Yan Garra-del-Tigre-en-el-Ojo-del-Ciempiés

Tu tío alzó su rostro adoptando una mueca entre bobalicona y divertida. Te miraba con ojos vidriosos, enmarcados por la larga cabellera apelmazada en rastas que le daban un aire de suciedad propia de la descuidada vida a que se había abandonado durante tantos años. Sin embargo, daba la impresión de que tus palabras le resultaban graciosas, de un modo más que paternal.

Eres muy joven, y has vivido demasiado tiempo en un sólo lugar. -Explicó, sonriendo como si eso lo explicase todo- Por supuesto que el ejército de la Zarpa Dorada es el ejército de Bingbing. ¿Creías que con tan sólo huir de su palacio ya estaba todo arreglado? Zarpa-Dorada no se dará por vencido, y vendrá a mi casa en busca de lo que considera suyo. -Expuso encogiéndose de hombros. Te tendió la escoba para que continuases la labor, y suspiró tomando de nuevo su cantimplora y dando un largo trago- Si viene, será mi invitado. No somos bestias, somos honorables miembros de la Corte de la Bestia, que no es lo mismo. Le ofreceré un lugar a mi mesa, y vino, y... ¿té? No se si me queda algo de té por ahí... -Meditó, alzando la vista hacia el cielo unos instantes- El Puño de la Estrella del Sur también acudirá, ya que estaban en palacio cuando todo ésto pasó. No se lo perderían por nada del mundo, y además tengo ganas de conocer a Huang Chen. Y espero que no sean los únicos que acompañen al gran señor tigre... -Añadió de forma enigmática- No hay a dónde huir, sobrina. Esto es China, fuéramos a donde fuéramos, alguien como Bingbing daría con nosotros tarde o temprano. Los problemas hay que resolverlos, y lo haremos en este mismo día. ¿Quieres ayudar? Adecenta un poco este patio mientras yo busco el té. Podremos una mesa aquí, en el centro, y aguardaremos la llegada de nuestros invitados. Guarda silencio cuando no te corresponda hablar, pero habla como la señora de esta casa cuando sí te corresponda. Porque ésta es tu casa, como ese es tu báculo. -Indicó, señalando al báculo con la talla de mono que te había regalado- Hoy enfrentaremos a Fan Bingbing a la realidad, que no es dueño de todo lo que existe entre el cielo y la tierra.

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03/03/2020, 13:17
Rui Wu-San

La forma en la que me miró mi tío me dejó completamente descolocada, pero no me enfadó, no en aquella ocasión; asumiendo que había algo detrás de aquella actitud que desconocía, como solía ser habitual cuando se trataba de mi tío. Lo suyo eran las verdades a medias.

Me desconcertó igualmente lo que me dijo cuando se decidió a hablar. ¿Estaba explicando con ello mi desconocimiento? ¿Respecto a qué? ¿Todo lo que le había dicho? Me explicó cómo estaban las cosas con la mayor de las tranquilidades, tomando la escoba cuando me la ofreció, y poniéndome a barrer de manera casi inconsciente al tenerla entre mis manos; aunque dirigía la mirada hacia mi tío de vez en cuando.

Sin embargo, me detuve al escucharle decir que no había a dónde huir, pues estábamos en China. Puede que para él afirmar que en cualquier lugar encontraríamos a alguien como Bingbing fuera algo usual, pero no para mí. ¿De verdad había tantos hombres tigre esparcidos por ahí? ¿O se refería también a otro tipo de hombres-animal? Fuera como fuese, no pensaba que sería tan probable encontrarnos a más gente así.

Suspiré al escucharle decir que aquello quedaría resulto ese mismo día, un suspiro de cansancio con el que deseaba que aquello fuera realmente así.

- Claro, tío. - dije cuando preguntó si quería ayudar, aun resultando una pregunta que seguramente no necesitara respuesta.

Tomé nota de sus indicaciones, mirando el báculo cuando me lo señaló, y escuchando cuando miraba este cuál era su clara intención para aquel día.

- Gracias... - le dije tras girar mi rostro hacia él, con un tono algo apagado pero esforzándome en mostrarle una sonrisa. - Huang Chen estaba interesado en hablar con usted. - retomé la palabra mientras me ponía nuevamente a limpiar. - El Puño de la Estrella del Sur nos encontró cuando tratábamos de escapar del palacio. Les conté lo sucedido y nos dejaron marchar. También hablamos del báculo... - al mencionar este miré a Lu Yan. - La mujer dijo que pertenecía a un espíritu, uno que llamaron Rey Mono. Por lo que dijeron es un objeto súmamente importante, hasta arma sagrada lo llamaron. ¿Cómo lo consiguió, tío? - pregunté con curiosidad, recordando también otra cuestión que había llamado mi atención y decidiéndome a preguntar por ella, aunque no estaba segura de si mi tío me respondería al respecto. - Esos otros invitados de los que ha hablado... ¿A quiénes espera? Porque eso de los dragones será una forma de hablar, ¿no?

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03/03/2020, 14:09
Lu Yan Garra-del-Tigre-en-el-Ojo-del-Ciempiés

No tardaste demasiado en comenzar a ayudar a tu tío en las labores con que debíais adecentar aquel patio. Comenzaste con la escoba, tomando el relevo de tu anciano tío y barriendo los desperdicios acumulados en aquel suelo tras tanto tiempo de descuido. Mientras trabajabas, atendías a lo que el viejo relataba, pero que tan sólo te suscitaban dudas, una detrás de otra. Las expresaste, por supuesto, pues formabas parte de la gente sencilla, y por tanto no te guardabas cosas para ti por temor a romper dictados de un protocolo que te era ajeno. Tu tío, sin embargo, a pesar de hablar de formas demasiado ambiguas para tu gusto, no te lo tenía en cuenta.

¿En serio? ¿Huang Chen quería hablar conmigo? Que curioso... -Comentó el anciano, visiblemente sorprendido por que aquel guerrero tuviera tal interés, puede que incluso por el hecho de que hubiera oído hablar de él- De modo que te dejaron marchar... Eso es bueno, buena cosa, sí señor... Significa que hay una semilla plantada, y ya sólo hay que regarla. Parte del trabajo está ya hecho. -Expuso de forma críptica, con una bobalicona sonrisa llena de una confianza que no comprendías del todo. Sin embargo, aquella sonrisa casi se desvaneció cuando nombraste el báculo, y lo que aquella mujer te había dicho sobre él. Tu pregunta acerca del origen del mismo sólo obtuvo un incómodo silencio por su parte, al menos en principio, mientras su mirada perdida no podía ser disimulada con una tenue y triste sonrisa- Eso... es una larga historia. Ya te la contaré... algún día.

Algo en la forma en que apartó la mirada tras decir aquellas palabras, te dijo que no había en tu tío la más mínima intención de que aquel día os alcanzase. Aquella debía de ser una historia realmente dolorosa para él, una que pretendía evitar recordar a toda costa. Incluso te planteaste que, quizás, su necesidad de licor se debiera a mitigar el dolor que aquella historia le produjera. Y eso te llevó a una dura conclusión: que la obtención de aquel báculo tendría, irremediablemente, alguna relación con la pérdida de sus hermanos.

¿Forma...? ¡Cof, cof! ¿Forma de hablar? -Se sorprendió de pronto Lu Yan, ante tu última pregunta, mirándote con el ceño fruncido de incredulidad- Oh, por supuesto que no. Los dragones son reales. Les gusta ocultarse de los ojos mortales más que a los tigres de sus presas, y atesoran una gran sabiduría en ocasiones. Hoy habrá dragones a nuestra mesa, de modo que todo debe estar perfecto.

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22/04/2020, 22:32
Rui Wu-San

Sin dejar de limpiar, echaba un ojo a mi tío de cuando en cuando, pudiendo ver la sorpresa también en su rostro cuando se refirió a lo relativo a Huang Chen. No sólo parecía sorprenderle que aquel hombre quisiera hablar con él, sino que calificó aquello como curioso. ¿De verdad era tan extraño algo así? No me lo parecía, aunque seguramente otra vez estuviera viendo árboles en lugar del bosque.

La tranquilidad que mostró tras saber que me habían dejado marchar, permitió que yo también me tranquilizara un poco, aunque bien sabía que el que parte del trabajo estuviera hecho no quería decir que necesariamente todo fuera a salir bien. Las cosas no salían simplemente bien porque sí, eso no pasaba más que en las viejas leyendas y en las historias que siempre le sucedían a alguien lejano cuya identidad no era conocida. A la gente corriente no le salía todo bien. La vida no era sencilla, nunca, simplemente para algunos resultaba menos difícil que para otros.

- Huang Chen se mostraba dispuesto a hablar con usted antes de tomar una decisión. Parecía conocerle, a usted y a los Cinco Magníficos... - apostillé con cierto pesar, temiendo cómo reaccionaría mi tío.

El halo de positivismo que bañaba su cara se esfumó al hablarle de aquel báculo y de cómo lo había conseguido. Trataba de disimular, pero en seguida me quedó claro por su mirada perdida que aquel no era un tema con el que se sintiera cómodo. Sin embargo, no se trataba únicamente de eso. El asunto debía ir mucho más allá por cómo reaccionó tras darme una respuesta con la que me daba largas. Pude leer dolor en él, uno que seguramente no le permitía hablar de aquel asunto, como si de algún modo el no hacerlo le resultara necesario para poder continuar en pie; como quizás fuera ese licor que ingería una y otra vez un tónico que le resultaba necesario para seguir subsistiendo. La mayor pérdida que conocía de mi tío había sido sin duda lo sucedido con sus hermanos, lo que me llevó a pensar que esto estuviera relacionado con aquella historia. Ademas, ¿no había dicho Luz-en-la-Oscuridad que había historias sobre cómo únicamente mi tío había regresado de una odisea en la que los Cinco Magníficos podrían haber encontrado aquel bastón?

Abordar lo relativo a los dragones nos permitió variar un tanto nuestro ánimo, pudiendo ver cómo mi tío reaccionaba sorprendido ante mi pregunta. Escuché lo que tenía que decirme al respecto, terminando por girarme hacia él y encogerme de hombros, sonriéndole de manera tenue.

- Hay muchas cosas que aún desconozco, tío. - le recordé, tras lo que no tardé en volver a ponerme seria. - ¿Son muy exigentes? - pregunté dado su último comentario, retomando pronto un tema que se me antojaba importante. - ¿Qué hay de Shunito y Kippei? ¿No sería mejor que se marcharan antes de que lleguen Bingbing y sus hombres? - señalé con preocupación, sin gustarme tampoco nada la idea de dejar nuevamente al japonés con aquella mala bestia.

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23/04/2020, 11:21
Lu Yan Garra-del-Tigre-en-el-Ojo-del-Ciempiés

Lo que el rostro de tu anciano tío reflejó al nombrar a los Cinco Magníficos no era posible describirlo con palabras. Sencillamente, la mejor forma de describirlo era de forma indirecta, a través de la impresión que te causó contemplarlo. Te partió el corazón ver el modo en que el hombre se quedó mirando al infinito, petrificado, durante unos largos instantes. Era como si se le hubiera cortado el aliento con la sola mención de aquellos hombres que habían sido sus hermanos.

Sin embargo, la reacción culminó al cabo de unos instantes, luchando el viejo por hacer ver que nada tenía la menor importancia. Parecía la forma en que tu tío luchaba por mantenerse a flote, junto con el alcohol. De modo que continuó preparando la mesa con la que recibiría a sus invitados.

¿Exigentes? No especialmente, no... Pero merecen respeto. No lo exigen ellos, pero lo merecen igualmente. En ese sentido, probablemente soy yo más exigente que ellos. Aunque me da la impresión de que uno de ellos no se merece tanto respeto. -Explicó tu tío, como parecía ser habitual guardándose cosas para él- El Cachorro y su kuasha tendrán que quedarse hasta después de haber solventado este asunto, niña. -Afirmó con cierta condescendencia, sonriéndote- Los problemas, de uno en uno.

Como si hubiera sido consciente de ser protagonista de la conversación, Shunito apareció por la puerta del patio caminando con paso firme y expresión malhumorada. Había tomado algunas pieles y las había sujetado alrededor de su cuerpo con cuerdas y cadenas oxidadas para cubrir su desnudez. A su espalda caminaba Kippei con la mirada en el suelo.

A lo lejos, se oía el sonido metálico y de innumerables pisadas que indicaban el avanzar de un ejército acercándose. El ejército dorado de Bingbing ya estaba allí.

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02/05/2020, 17:02
Rui Wu-San

La forma en la que Lu Yan reaccionó al mencionar a los Cinco Magníficos volvía a confirmar lo doloroso que le tenía que resultar lo sucedido con estos, un dolor que ya había comenzado a hacer mío al ser cada vez más consciente de lo que significaba para él, para mi tío. No me gustaba verle sufrir de aquel modo, como no me gustaba no poder calmar ese dolor. Puede que mi tío fuera un borracho, pero se encontraba más embriagado de pena que de alcohol.

También iba comprendiendo que su forma de continuar adelante incluía no enfrentarse a aquel tema, evitar lo que tuviera que ver con él, algo que entendía bien; pues a veces tratar de enterrar todo aquello que nos hacía daño era la única forma de poder levantarnos por las mañanas. Quizás no era el mejor modo de hacerlo, algo de lo que estaba empezando a darme cuenta tras muchos años, pero en cualquier caso, no era momento para incidir en ese tema; así que callé hasta que él mismo pareció recomponerse y continuó preparando la mesa, una labor a la que me uní tras terminar de barrer.

Al preguntar a Lu Yan por los hombres dragón y por Kippei y Shunito, mi tío me respondió con un ánimo completamente diferente, al menos en cuanto a lo que dejaba percibir. Al parecer los dragones no eran especialmente exigentes, pero sí había que tratarles con un gran respeto, el cual debían merecerse todos menos probablemente uno de los que asistirían a aquel encuentro. Nuevamente, mi tío parecía guardarse cosas para él, pero decidí dejarlo estar por el momento; pues probablemente ya me enteraría de a quién se refería cuando llegaran sus invitados, así que me limité a tomar nota de aquellas palabras.

Fue lo relativo al japonés y su mentor forzoso lo que más me perturbó, a pesar de que Lu Yan me respondió con bastante buen humor. Todo parecía complicarse en torno a Kippei. Temía lo que pudiera pasarle si se marchaba con su Kuasha, pero también lo que podía acontecer cuando llegaran Bingbing y sus hombres. Además estaba aquel asunto de sus padres, y yo... Quería ayudarle, pero no sabía cómo, y aunque me costara reconocerlo... Me tenía confundida.

Me preguntaba qué pensaría el japonés de mi ante los últimos acontecimientos cuando Shunito y él aparecieron en el patio. La temible bestia se había cubierto y avanzaba malhumorada, mientras que Kippei caminaba cabizbajo. Odiaba verle de aquel modo.

Fue entonces cuando escuché aquellos sonidos que parecían indicar que Bingbing y su ejército se acercaban. Me puse tremendamente tensa, y tomé el bastón antes de mirar a Lu Yan, tras lo que en seguida miré a Kippei.

- Tío... - dije en apenas un murmullo, no saliéndome la voz en un principio, mirando aún al joven japonés. - Parece que pronto llegarán. - afirmé lo que seguramente fuera una obviedad, habiendo vuelto a observar a mi tío. Había llegado el momento, el temible y decisivo momento en el que otros parecían ir a determinar mi futuro. No dejaba de resultarme irónico que muchos me consideraran una especie de privilegiada por haber sido bendecido por la Madre Esmeralda. - ¿Cómo deberíamos recibir a los invitados, tío? - pregunté a este tratando de ocultar mi inquietud, sin saber cómo debía actuar ante la inminente llegada, pero recordando las breves indicaciones que me había dado Lu Yan sobre cómo proceder durante la reunión.

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03/05/2020, 17:45
Lu Yan Garra-del-Tigre-en-el-Ojo-del-Ciempiés

La respuesta de tu tío fue escueta, especialmente debido a la falta de tiempo para explayarse. En realidad, el anciano adoptó una postura regia, enderezando su espalda de un modo que dio la impresión de ser algo dolorosa, pues se quejó brevemente al hacerlo. ¿La falta de costumbre? Unió sus manos a la espalda y sonrió.

Con una sonrisa, sobrina... -Respondió al fin- ...les recibiremos con amabilidad, y una sonrisa...

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03/05/2020, 18:06
Director

No dio tiempo a mucho más, pues las puertas de la hacienda de Lu Yan se abrieron bruscamente, empujadas por dos soldados ataviados con armaduras doradas. Al abrirse las puertas, quedó en evidencia el gran número de soldados dorados que se encontraban ya apostados en el exterior, la mayoría de los cuales portaban grandes alabardas, con las que apuntaban en dirección a la casa, y a vosotros en su interior.

Uno de los soldados se adelantó adentrándose en el patio, mientras los dos que habían abierto ls puertas quedaron apostados junto a ellas. Los soldados del exterior permanecieron impertérritos en su posición.

¡Mi señor Fan Bingbing exige la devolución de aquello que le ha sido arrebatado! -Advirtió elevando la voz hasta convertirla en un grito, con su dura mirada posada en Lu Yan- O de lo contrario...

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03/05/2020, 18:06
Lu Yan Garra-del-Tigre-en-el-Ojo-del-Ciempiés

Cuidado, muchacho... -Le interrumpió tu tío, con aquella bobalicona sonrisa que mostraba en demasiadas ocasiones. El soldado dio un respingo, al ver el modo tan poco respetuoso en que aquel anciano se dirigía a él, y otro más cuando oyó el gruñido que emitió el hombre salvaje vestido apenas con pieles que se encontraba a vuestra espalda- ...estás siendo poco cortés. No te has limpiado las botas de barro antes de pisar este patio, ni te has dirigido a la señora de la casa como dictan las buenas maneras. -Indicó, señalándote- Ella te ofrecerá la respuesta que puedes trasladar a tu señor.