Partida Rol por web

En busca del Templo del Mono

5~ La Guarida del Guerrero

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15/05/2020, 01:07
Rui Wu-San

Las instrucciones de mi tío fueron claras y concisas: ser amable y sonreír. Viniendo de él, algo así podía parecer algo poco serio, pero sabía que no era así, y no sólo por la regia pose que adoptó antes de hablarme. Había llamado invitados a aquellos que pretendían perjudicarnos, y era amabilidad lo que pensaba ofrecerles, sin duda tenía que haber algo más detrás de todo aquello. ¿Se trataba quizás de una especie de estrategia? ¿Quería ganárselos para lo que seguramente terminara siendo una especie de negociación?

Moví mi cabeza en un gesto afirmativo de manera firme. No necesitaba más, así sería. Si era amabilidad lo que mi tío necesitaba de mí, la tendría, si bien estaba convencida de que me costaría sobremanera comportarme de ese modo; y es que ni siquiera tenía por costumbre sonreír, aquello era algo para lo que no encontraba muchos motivos, aunque desde hacía poco se estaba dando con algo más de frecuencia.

Las puertas de la hacienda se abrieron con brusquedad, sobresaltándome ligeramente mientras dos soldados entraban. Tras ellos quedó lo que debía ser el resto del ejército de la Zarpa Dorada, quienes nos amenazaban con sus armas. Mientras aquellos dos vigilaban la puerta, otro soldado se internó en el patio, dirigiéndose a mi tío; junto a quien me situé de inmediato a pesar de la inquietud que sentía.

Como no era de extrañar, Bingbing exigía nuevamente lo que creía que era suyo. La idea de que creyera que yo le pertenecía aún me resultaba extraña, pero en aquellos momentos aquello no era lo importante, sino lo que aquel hombre pudiera hacer si no accedíamos a sus deseos.

La respuesta de Lu Yan me extrañó algo más, pues no sólo le veía excesivamente tranquilo dada la situación, sino que terminó responsabilizándome de la respuesta que aquel soldado debía ofrecer a su señor; un soldado sorprendido por la actitud de mi tío y la de Shunito, a quien oí gruñir tras nosotros.

- Tío, ¿yo? ¿Está seguro? - le susurré acercándome a su oído un instante, volviendo a mirar al soldado sin aguardar a la respuesta de Lu Yan, pues en seguida me di cuenta de cuál sería esta. Claro que estaba seguro, de lo contrario no habría dado aquel mensaje al esbirro de Fan Bingbing, y por algún motivo mi tío parecía muy interesado en que ejerciera como la señora de aquella casa que decía que era mía. - Trasládele a Zarpa-Dorada que si quiere decirnos algo puede hacerlo él mismo. Está invitado a sentarse a nuestra mesa y a beber con nosotros. - dije todo lo serena de lo que fui capaz, sujetando el bastón en horizonal y con ambas manos frente a mi.

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16/05/2020, 08:25
Director

La sonrisa apenas contenida de tu tío cuando le preguntaste, sin apenas apartar la mirada de aquel soldado, fue toda la respuesta que necesitaste. En efecto, Lu Yan estaba seguro de lo que hacía, lo que no servía para que tú también lo estuvieras. Aún así, reuniste toda la serenidad que fuiste capaz para ofrecer tu respuesta, una lo bastante regia como para aparentar ese señorío que tu tío te asignaba.

El soldado, cuyos ojos se abrieron desmesuradamente al ser reprendido por el maestro, se irguió con indignación por el trato que estaba recibiendo, pero llegó a dar un respingo al oírte. Sacudió su cabeza, como si no fuera crédito a tus palabras, y abrió sus labios para replicar. Sin embargo, terminó guardando silencio, frunciendo el ceño pensativo. Echó la vista atrás sobre su hombro, cruzando su mirada con la de los dos soldados que flanqueaban la puerta, y que se miraban entre ellos consternados. Sin duda, nada de lo que estaba pasando entraba en sus planes, y se sentían muy descolocados.

Finalmente, el soldado ejecutó una breve reverencia y se giró, abandonando el patio a la carrera mientras los otros dos permanecían junto a las puertas.

Uno de ellos se miró las botas, dio un par de pasos atrás hasta salir del patio, se las sacudió desprendiendo el barro adherido, y regresó a su posición.

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16/05/2020, 08:37
Fan Zarpa-Dorada Bingbing

No tardó el patio en volver a llenarse con la presencia de extraños, aunque los rostros te fueran familiares. Eran extraños en aquel lugar, que era el hogar de tu tío aunque él se empeñase en hacer ver que era tuyo. Una comitiva numerosa accedió por aquella puerta flanqueada por guardias a paso ligero, largas zancadas llenas de energía de distinto tipo.

Encabezando la marcha se encontraba un evidentemente airado Fan Bingbing, ataviado con largos ropajes de dorado y negro que arrastraba por el suelo a su paso. A su paso los guardias se envararon de puro temor. El hombre tigre parecía al límite de su propio control, clavando en ti una dura mirada nada más verte, aunque pronto la desvió hacia tus acompañantes.

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16/05/2020, 08:42
Ge Lóng Recuerdo-de-Guerra-y-Paz

Tan sólo un par de pasos por detrás del señor de la guerra, caminaba aquel viejo monje ciego que habíais conocido en la aldea donde Bingbing te capturase. Pese a su invidencia, caminaba seguro y veloz, con su rostro mirando al suelo y golpeando éste con una vara de avellano que portaba en una de sus manos.

Curiosamente, te percatarse de que Fan se giraba de cuándo en cuándo a mirarle de reojo, como reaccionando a palabras que el viejo no había pronunciado.

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16/05/2020, 08:49
Huang Chen Luz-en-la-Oscuridad

Por detrás de aquellos dos, seguían sus pasos sin perder el ritmo los demás miembros del sentai de Bingbing. Caminaban los cuatro en fila, perfectamente acompasados a pesar de las diferencias en su paso. Huang Chen mantenía una serenidad impropia de la situación, que contrastaba con la expresividad de sus compañeros. Hui Ying observaba todo con absoluta frialdad, entornando los ojos, mientras que Quiang se mantenía serio y con sus extraordinariamente pobladas cejas en expresión ceñuda. Curiosamente, Jian sonreía. Era una sonrisa maliciosa, de esas que ocultan planes e intereses, de lo más inquietante.

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16/05/2020, 10:11
Fan Zarpa-Dorada Bingbing

El señor de la guerra Khan se detuvo a una distancia prudencial de vuestra posición. Un par de decenas de pasos os separaban, lo que obligaba a elevar la voz. Así lo hizo, alzando ésta con firmeza y arrogancia.

¡Vengo a por lo que es mío! ¿Qué desfachatez es ésta? ¡Nadie roba a Zarpa-Dorada y queda sin castigo! -Rugió el hombre tigre.

A tu espalda, el kuasha de Kippei gruñó con un sonido animal. Fan alargó su mirada hacia los japoneses que se mantenían en segundo plano, pero pronto se centró en tu tío. Sin embargo, Lu Yan permanecía en silencio.

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18/05/2020, 18:22
Rui Wu-San

El soldado al que tanto mi tío como yo nos habíamos dirigido trataba de mantener la compostura, pero a duras penas lo lograba. Estaba claro como la luna llena que cuanto estaba sucediendo le estaba resultando totalmente inesperado, como también parecía ser así en el caso de quienes flanqueaban la entrada a la casa de Lu Yan.

Finalmente, el soldado se retiró, sin parecer muy seguro de lo que estaba haciendo. Me pregunté entonces si aquello podría tener alguna repercusión para él, así como hasta qué punto quienes permanecían bajo las órdenes de aquel hombre lo hacían de forma voluntaria o por no quedarles otro remedio.

Procuré no pensar en ello, sorprendiéndome hasta qué punto lo que mi tío había ideado parecía funcionar, pues vi cómo uno de los soldados terminó por salir de la propiedad para sacudir sus botas de barro antes de volver a entrar.

Me aferré al bastón con mayor fuerza durante los interminables segundos que estuvimos aguardando a que aquel soldado o Bingbing se personaran. Al final fue este último quien lo hizo, aunque no sólo, siguiéndole todo un séquito que por otra parte ya esperábamos; pero que no tenía claro en qué momento llegarían.

El arrogante hombre tigre tardó poco en mirarme lleno de odio. Parecía muy enfadado, costándome mantener aquella actitud serena que debía conservar. Temía lo que pudiera ser de mí si finalmente se salía con la suya.

Por suerte no tardó en mirar hacia otro lado mientras seguía avanzando. Pronto pude ir viendo a quienes le acompañaban, encontrándome nuevamente con aquel monje ciego ante mí, quien me dio la impresión de que debía estar comunicándose con Bingbing de aquella forma tan extraña; hablándole directamente en su cabeza. Aquel hombre me había ayudado en cierto sentido, pero no por ello le veía como un posible aliado, pues me había dejado claro qué era lo que él creía que debía hacer.

Sin embargo, el ver allí al Puño de la Estrella del Sur me insuflaba algo más de esperanza. No es que se hubieran mostrado abiertamente en contra de las pretensiones de Bingbing, al menos no todos ellos, pero parecían realmente interesados en escucharnos y debatir sobre aquella cuestión; sobre todo en el caso de Luz-en-la-Oscuridad, quien parecía ser un hombre sensato. Vi entrar a todos ellos, cada uno con sus particularidades, y terminé mirando a mi alrededor; buscando a Habla-de-Más.

Situado a cierta distancia de nosotros, Bingbing se decidió a pronunciarse, teniendo que alzar la voz para ello; aunque estaba convencida de que hubiera alzado la voz igualmente de encontrarse más cerca, pues sus palabras daban cuenta de cuán airado continuaba.

En seguida escuché a Shunito gruñir tras su intervención, lo que hizo que Bingbing mirara tras mi tío y yo, aunque en seguida se quedó mirando a Lu Yan. Mi tío, sin embargo, no parecía dispuesto a responder, y a cada segundo que pasaba sin hacerlo me ponía más y más nerviosa. Pero no tardé mucho en comprender lo que pasaba. Nuevamente, debía ser yo quien hablara.

- B-bienvenido a mi hogar. - respondí a Bingbing, inclinándome hacia delante en una reverencia e ignorando el contenido de sus palabras. No me encontraba nada tranquila, y me tembló la voz en un primer momento, pero logré pronunciarme con mayor calma tras ello. Mi tío confiaba en mi, no podía fallarle. - Sean todos bienvenidos. - añadí con una nueva muestra de respeto en forma de reverencia. - Siéntese a nuestra mesa, por favor. Tenemos algo de vino, y puede que también té. Podemos hablar de lo que quieran cuando se acomoden.

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19/05/2020, 12:02
Fan Zarpa-Dorada Bingbing

Los ojos del señor de la guerra Khan brillaron con ira al oír tus palabras. Sus manos se cerraron en sendos puños de blanquecinos nudillos, pero sus labios se comprimieron durante unos breves instantes en que se hizo un tenso silencio. Sus ojos relampaguearon de un lado a otro, observando el suelo ante sí, aunque terminaron por desviarse a su izquierda, casi como si observasen al monje ciego que tenía a su espalda, el cual se mantenía en sepulcral silencio con sus ojos blanquecinos clavados en el cielo sobre vosotros.

De algún modo, llamó tu atención el modo en que algunas de las miradas de los miembros del Puño de la Estrella del Sur se alternaban sibilinas entre su hermano de sentai y el monje. Todas sus expresiones estaban tremendamente serias, a excepción del maestro del espionaje y el veneno, que sonreía con una sibilina mirada.

Finalmente, la expresión de rabia de Fan Bingbing creció hasta estallar en un airado grito, cargado de autoridad y fiereza. Su voz retumbó como el eco en un paso de montaña, amenazando con derribar la misma.

¡Silencio! ¡No soy un invitado en mis tierras! ¡Todo lo que se halla bajo el cielo es mi protectorado, son MIS tierras, todo me pertenece y sois vosotros los que estáis bajo mi protección! -Gritó, airado- ¡No preciso ser invitado!

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19/05/2020, 12:02
Huang Chen Luz-en-la-Oscuridad

En realidad... sí.

Quien así habló, dotando a sus palabras de una calma que parecía reinar en el más recóndito de los templos de silenciosa contemplación, era Huang Chen. Su expresión seria se suavizó hasta adoptar una expresión cercana a la ternura, mientras se adelantaba hasta situarse justo al lado de Fan, sin mirarle directamente.

Si mis cálculos no son inusitadamente errados... -Comenzó a afirmar, y por el tono que empleaba daba cuenta de que era algo altamente improbable, si no imposible, tal error- ...hace bastante que caminamos sobre tierras que se encuentran más allá de tu protectorado, hermano. -Decretó, provocando una mirada entre la sorpresa y la ira contenida por parte del hombre tigre, que parecía no ser capaz de procesar lo que oía- Esta casa se encuentra edificada en tierras que no pertenecen a la casa de la Zarpa Dorada. De hecho, tal como ya he consultado previamente, pisamos tierras que pertenecen al maestro Lu Yan, tanto a efectos de las leyes de los hombres como las de las Cortes de la Bestia.

Tras decir aquello, Luz-en-la-Oscuridad se adelantó hasta situarse ante Lu Yan, realizando un saludo marcial con el que unió un puño con la palma contraria, agachando su rostro.

Mi nombre es Huang Chen Luz-en-la-Oscuridad, Linterna Hakken del Puño de la Estrella del Sur. -Se presentó- Es un honor para mí hallarme en la casa del ilustre maestro Lu Yan Garra-del-Tigre-en-el-Ojo-del-Ciempiés. He oído de sus hazañas desde el mismo día en que me uní a las Cortes de la Bestia. Historias como su duelo con Abanico-de-Espadas-de-Plata o la forma en que detuvo a los Cien Asesinos del Jade Negro en el paso de Shien han servido de inspiración a toda una generación de guerreros de la Madre Esmeralda.

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19/05/2020, 12:02
Hui Ying Eco-de-Otro-Mundo

Aunque Jian y Qiang guardaron silencio al adelantarse hasta flanquear a Huang, no fue exactamente así en el caso de Hui Ying, quien dedicó unas breves palabras a Fan al pasar a su lado. Fue en voz relativamente baja, pero aún así lograste comprenderlo.

No cometas el error de creer que todo lo que se encuentra bajo el Cielo es de tu propiedad, hermano. Todo es de la Madre Esmeralda, y tu cometido es protegerlo, no poseerlo.

Los tres miembros del Puño de la Estrella del Sur saludaron a Lu Yan de igual modo que había hecho Huang, presentándose de igual modo. Hui Ying Eco-de-Otro-Mundo se presentó como Espejo Tengu, Jian Gota-de-Sangre como Nezumi Hoja, y finalmente Qiang Siempre-Hambriento como Same-Bito Pilar. Desconocías lo que todas aquellas palabras significaban, pero parecían tener sentido para tu tío, que les devolvió los saludos imitando el gesto marcial, aunque sin agachar su rostro.

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19/05/2020, 12:03
Lu Yan Garra-del-Tigre-en-el-Ojo-del-Ciempiés

Tras devolver el gesto marcial a los miembros del Puño de la Estrella del Sur, Lu Yan agitó sus manos mientras negaba con la cabeza, volviendo a mostrar aquella sonrisa bobalicona que acostumbraba en demasiadas ocasiones, y que le dotaban de un aspecto tan ridículo y alejado del gran maestro del que todos hablaban.

Por favor, no hagan caso de las viejas historias. Son todo habladurías sin importancia. No tuve tiempo de contarlos, pero en el paso de Shien no había ni de lejos cien asesinos, me temo. -Comentó, echándose a reír.

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19/05/2020, 12:03
Director

Los cuatro miembros del Puño de la Estrella del Sur se giraron hacia ti tras presentarse ante tu tío, y los cuatro realizaron reverencias en tu dirección, gestos de respeto y decoro que te parecieron ligeramente exagerados. Al alzar sus rostros de nuevo, Huang te dedicó una mirada que parecía paternal, a pesar de que aquella forma de definirlo te traía malos recuerdos. Hui Ying y Qiang mantenían expresiones más serias, pero Jian te sonrió y, para tu sorpresa, te guiñó un ojo antes de desviar su mirada a un punto a tu derecha.

Te giraste justo a tiempo de ver un objeto saliendo de la oscuridad de la casa a través de la puerta, algo que voló hasta ser interceptado in extremis por Kippei, quien se sorprendió al descubrir que se trataba únicamente de una manzana. De las sombras de la casa surgió la figura de un divertido Gao Habla-de-Más, quien llevaba otra pieza de fruta en una mano, y una banqueta en la otra, que depositó en el suelo para sentarse ágilmente sobre ella con las piernas cruzadas. Kippei le miró con molestia, alternó su mirada felina entre el hombre cuervo y la manzana que le había arrojado, y al ver que éste comenzaba a comerse la suya, le dio un mordisco a su propia manzana.

Mientras tanto, el Puño de la Estrella del Sur comenzaba a tomar asiento, mientras Fan Bingbing recuperaba la compostura y terminaba por armarse de una resignación impropia de él, no sin antes hacer un gesto a los guardias de la puerta, que salieron cerrando las puertas tras ellos. Se acercó a Lu Yan y a ti con una expresión de desdén, pero realizó un saludo protocolario sin agachar su rostro en ningún momento. De hecho, la altivez le llevó a alzar su mentón ligeramente, presentándose escuetamente como Fan Bingbing, Puño Khan del Puño de la Estrella del Norte. Tras él, el anciano monje golpeó el suelo con su báculo hasta presentarse ante sus anfitriones, inclinando su rostro y presentándose como Ge Lóng Recuerdo-de-Guerra-y-Paz, Cortesano Zhong Lung de las Cortes de la Bestia.

Todos tomaron asiento alrededor de aquella mesa, a excepción de Kippei y su kuasha. Shunito Garras-de-Fuego, el Khan, se apartó a un costado tras presentarse como tal ante todos los invitados. Terminó tomando asiento en el suelo, junto a la pared contraria a donde se aposentaba Gao. Kippei fue llamado por Lu Yan, quien le dio instrucciones de acudir a la cocina en busca de licor de arroz y vino, así como ir hirviendo agua para el té. El japonés, tras asentir enérgicamente, corrió al interior de la casa, curiosamente seguido de cerca por el propio Gao.

El silencio se adueñó de la mesa, sabedores todos de que era mucho, y serio, lo que había quedado pendiente de hablar. A nadie le pasó desapercibido que quedaba un siento libre a la mesa. ¿Era el que le habría correspondido a Shunito... o esperaban  alguien más?

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30/05/2020, 17:56
Rui Wu-San

Que mis palabras no habían agradado a Bingbing era algo que resultó obvio desde un primer momento. No sólo eso, sino que parecían haber agitado su ira, preguntándome hasta cuándo podría mantenerse en silencio.

Por su forma de actuar, ante la cual me sentí atemorizada a pesar de encontrarme junto a mi tío y ante el Puño de la Estrella del Sur, me dio la impresión de que además de enfurecerse también hablaba con el invidente anciano; una sospecha que se acrecentó al ver cómo su sentai también les observaba. ¿O acaso el hombre que hablaba con las mentes también se estaba dirigiendo a ellos?

Me preguntaba por qué Jian parecía divertirse con todo aquello, cuando la ira de Bingbing estalló, provocando con ello que diera un respingo mientras mis ojos regresaban raudos a él. Dejó claro entre gritos lo que opinaba de mis palabras, y me aferré aún más fuerte al bastón mirando a mi tío.

Pero antes de susurrarle a este, Huang Chen se pronunció, haciendo que le mirara llena de sorpresa al replicar a Bingbing. Aquel hombre tenía la capacidad de transmitir calma hasta en un momento tan tenso como aquel, y esta hizo mella en mi mientras explicaba la situación tras acercarse a su hermano.

Las tierras de mi tío le pertenecían incluso a ojos de las Cortes de las Bestias, algo que no terminaba de entender del todo en qué consistía pero de lo que ya me había podido hacer una idea, con lo que Bingbing no parecía tener nada que decir a ese respecto; si bien el de quién fueran las tierras en las que nos encontrábamos no era el mayor de mis problemas.

Huang Chen no tardó en dirigirse a mi tío para presentarse y mostrarle el respeto que sentía por él, mencionando historias que debían hablar de lo que mi tío había sido un día, ese guerrero al que muchos parecían respetar, pero que él no dejaba de negar; como haría poco después. El resto de los acompañantes del “Linterna”, algo que cada vez tenía más claro qué podía significar, terminó también por presentarse respetuosamente a Lu Yan; aunque antes de ello pude oír lo que Eco-de-otro-mundo le decía a Zarpa-Dorada, quedando claro que a la inquietante mujer no le gustaba nada la arrogancia de su hermano. Los miembros del sentai también terminaron por saludarme a mi, algo ante lo que me sonrojé mientras agitaba una de mis manos, en un gesto de que aquello no era necesario; pues se me antojó exagerada la manera en la que lo hicieron.

La forma en la que Luz-en-la-Oscuridad me miró al levantarse parecía la misma en la que un padre miraría a su hija, al menos así me imaginaba que debía ser. Una mirada tranquilizadora, comprensiva, clara; en definitiva, limpia. No como aquella otra que aún era capaz de ver en las pesadillas que en ocasiones perturbaban mi sueño.

Había logrado salir de un infierno. Un infierno en el que había vivido durante muchos años, y no estaba dispuesta a caer en otro, menos aún cuando aquellas malas vivencias parecían quedar cada vez más atrás. Me negaba a creer que ese fuera mi destino, que aquello fuera lo que los dioses querían para mí, ni siquiera lo que la Madre Esmeralda quisiera.

Gota-de-sangre volvió a sorprenderme con su sonrisa, pero además me guiñó un ojo, terminando de mirar hacia donde mis ojos también viajaron. Me sobresalté al ver salir de la casa aquel objeto que resultó ser una manzana, y es que estaba tan tensa que cualquier cosa parecía capaz de asustarme. Finalmente pude comprobar que se trataba de Gao, quien tras lanzar aquella manzana a Kippei salía de la casa dispuesto a ponerse cómodo. Terminó sentándose junto al japonés y ambos empezaron a comerse la pieza de fruta que sostenían, provocándome algo de envidia la posición de ambos jóvenes en aquella reunión, pues parecían no ir a ser más que meros espectadores.

Aguanté un suspiro, dándome cuenta al volver a girarme hacia el frente de que Zarpa-Dorada y el anciano ciego se mostraban dispuestos a presentarse mientras el sentai se acomodaba. Así lo hicieron, y aunque Bingbing había logrado contenerse, no por ello dejó su gran arrogancia a un lado; algo que seguramente fuera incapaz de hacer.

- Tío, hay mucho que tiene que explicarme aún. - le dije en voz baja ante tanta término que me resultaba desconocido.

Casi todos terminamos tomando asiento, asegurándome de hacerlo en último lugar, después de que Shunito se presentara y ocupara un lugar fuera de la mesa; mientras que Kippei parecía no ir a sentarse. Es más, finalmente no parecía ir a dedicarse únicamente a presenciar lo que sucedía, sino que mi tío le dio qué hacer; acompañándole Gao en las tareas.

Volví a hablarle a Lu Yan ya sentada en la mesa, poco después de que el silencio se instaurara en ella. Lo que debíamos abordar era muy importante, pero había algo más que me detenía a comenzar a hablar, si es que era yo quien debía iniciar la conversación.

- ¿Esa silla es para alguien más? - pregunté a mi tío por lo bajo. - Faltan los dragones, ¿no? - tras su respuesta añadiría una pregunta más. - ¿Debería empezar yo a hablar?

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30/05/2020, 19:01
Lu Yan Garra-del-Tigre-en-el-Ojo-del-Ciempiés

Tu tío, al ver que te acercabas a compartir unas palabras con él, no dudó en inclinarse en tu dirección, atendiendo mientras asentía con una bobalicona sonrisa de las suyas. Sin embargo, tras aquella sonrisa te pareció atisbar por primera vez un brillo especial, como de sabiduría bien disimulada. Más allá de eso, también te diste cuenta de que sus ojos estaban menos vidriosos de lo habitual. Su aliento, en cambio, seguía oliendo a alcohol, aunque en mucha menor medida de lo que era habitual en él.

En la primera ocasión en que le hablaste, se limitó a sonreír y asentir con su cabeza despeinada, confirmando la razón que llevabas. En efecto, había aún mucho que explicar. Sin embargo, ya a la mesa no pudo limitarse a hacer gestos, y su voz tenue te ofreció respuestas que necesitabas.

Bueno, desde luego la silla no es para Shunito. Él no usa mobiliario de los hombres, de hecho ya se lo ofrecí antes. -Te explicó, igualmente bajando la voz- Uno de los dragones debe estar ya sentado a la mesa, pequeña. De lo contrario, habría otra silla libre, al menos, ¿no crees? -Desveló con un gesto que denotaba disfrutar al descorrer el velo de aquel misterio, pero dejando que fueras tú quien tratase de identificarlo. De algún modo, haberse vuelto tan enigmático parecía estar relacionado con el hecho de encontrarse tan inusitadamente sereno- Pero sí, falta otro más, aunque no debemos aguardar su llegada. Alguien como él nunca llega tarde, mi niña, ni pronto. Llega justo cuando se lo propone. De modo que, en efecto, deberías ir comenzando la reunión. Eres la anfitriona, después de todo, la señora de esta casa y la encarnación de la Madre Esmeralda en la tierra bajo el cielo. Va siendo hora de que ocupes el lugar que te corresponde, y todos sabemos que hay un asunto crucial que discutir en torno a esta mesa, ¿no es cierto?

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30/05/2020, 19:34
Fan Zarpa-Dorada Bingbing

La última pregunta que pronunció Lu Yan fue casi interrumpida por un sonoro manotazo sobre la mesa, contenido en realidad, pues en momento alguno dudaste de que, quien así la golpeó, era perfectamente capaz de partir aquella mesa en dos. Se trataba de Fan Bingbing, quien se apoyó en aquella palma apoyada en la mesa para ponerse en pie lentamente, con un gesto de hastío y rabia.

¿Hasta cuándo seguirá esta pantomima? -Preguntó, recorriendo los rostros de los presentes, uno por uno. Lu Yan, sin embargo, se mostraba tranquilo, casi divertido, al contrario que un Shunito que, en la distancia, gruñó como una bestia salvaje al oír aquel estallido de ira- Escasa importancia tiene a quién pertenezca esta casa o las tierras en las que se afinca. Es algo infinitamente más importante que esta chabola desvencijada y estos campos yermos, lo que nos reúne aquí. El espíritu de la Madre Esmeralda se halla entre nosotros, bajo el cielo que nos ilumina. Es nuestro deber velar por su seguridad, como lo ha sido desde tiempo más allá de la memoria de los que nadan más que andan. -Ante tan extraña referencia, Qiang Siempre-Hambriento se revolvió en su asiento, clavando en el señor de la guerra tigre una dura mirada, mientras que el resto del sentai permanecía sereno, como si ya esperasen algo así de su hermano- Una labor sagrada que exige ponerla bajo mi cuidado. Nadie en la tierra bajo el cielo puede velar por ella como Fan Zarpa-Dorada Bingbing puede hacerlo. ¡¿Acaso alguien puede negarlo!?

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02/06/2020, 16:41
Rui Wu-San

Ya la primera vez que me dirigí a Lu Yan tras las presentaciones de sus “invitados”, me pareció ver algo distinto en mi tío. Su actitud fue tan afable conmigo como de costumbre, pero algo en su mirada parecía haber cambiado. No sólo le notaba más sereno, aun pudiéndose apreciar algo de olor a alcohol en su aliento, sino que me dio la impresión de que eran los ojos de otro tipo de persona los que miraba. Como de alguien más...

¿Sabio?

Sí, quizás era esa la palabra. Puede que, como no perdía oportunidad de recordar, Lu Yan no fuera aquel guerrero que tanto parecían respetar y admirar; pero la experiencia y los conocimientos adquiridos en aquellos tiempos aún perduraban en él. No sabía si era la importancia de la situación lo que le permitió mostrarse así, o si se trataba de que había ingerido menos alcohol. Puede que se tratara de ambas cosas.

En aquella segunda ocasión, cuando le hablé una vez sentados a la mesa, mi tío me contestó con algo más que gestos; tratando de responder a mis preguntas. Al parecer aquella silla era para uno de los dragones que debían venir, tan sólo uno, pues el otro ya se encontraba entre nosotros. Miré a quienes allí se congregaban, preguntándome quién de entre todos aquellos cuya “otra naturaleza” no conocía podía ser un hombre dragón. Mi tío no me había dado muchos datos acerca de estos, aunque los suficientes como para poder descartar a algunas personas.

- Uno de esos dragones podría haber sido un pupilo como Kippei y Gao y no necesitar silla, ¿no? - respondí pensativa a mi tío cuando afirmó que uno de los dragones debía estar sentado con nosotros, adoptando aquella enigmática actitud que acompañaba a su reciente serenidad.

Con aquel pensamiento que hice palabras terminé por descartar a otro de los posibles dragones. No me había sido desvelado quién era el maestro de Habla-de-más, pero el recordar la manera en la que este me había contado qué clase de ser era me permitió atar cabos. Era un Tengu, al igual que Hui Ying.

Descartada Eco-de-otro-mundo, quedaban tan sólo Luz-en-la-Oscuridad y Recuerdo-de-Guerra-y-Paz. Ambos podían ser vistos como personas sabias y merecedoras de respeto, aunque en el caso del segundo tenía serias dudas de que respondiera realmente a aquellos adjetivos.

Pensé en hacer un par de preguntas a Lu Yan después de que este me animara a comenzar con la reunión para abordar el asunto que debíamos discutir y a ocupar el lugar que me correspondía, pero un manotazo de Bingbing en la mesa me lo impidió.

El Khan se impacientaba, y con un nuevo estallido de ira fue él finalmente quien dio inicio a aquella reunión. Tal y como exponía el tema que nos había congregado allí a todos, parecía incluso tener nobles intenciones. Pero no había nada de nobleza en querer obligar a alguien a hacer lo que no quería, por mucho que se adornada aquella cuestión con palabras. Eso era algo que tenía claro, que había vivido en mis propias carnes, sólo esperaba que los demás fueran capaces de ver más allá de la superficie.

Sin entender por qué, Siempre-hambriento de alteró ante una expresión empleada por Zarpa-Dorada, pero aquello no detuvo a este; quien se atrevió a concluir su discurso afirmando que nadie mejor que él podría velar por mi y preguntando al aire si había alguien que pudiera negarlo.

Para entonces mi corazón latía con tanta fuerza que sentía que iba a terminar por soltar un grito. El temor casi se había esfumado por completo, y era rabia lo que sentía, rabia y dolor.

¿Que quién puede negarlo?

- Yo puedo... - musité finamente con la cabeza gacha, habiendo querido desviar mi rostro para que no fuera tan evidente mi enfado, pero ya no podía más. - Es de mí de quien se habla, y soy yo quien ha cuidado de sí misma durante años, así que yo puedo negarlo. - afirmé mirando a los presentes, con el ceño fruncido. El temor y la inquietud volvieron a golpearme de pronto al ver el rostro de quienes allí se encontraban, pero ya no podía detenerme. - N-no he parado de oír lo importante que soy desde que supe que era una especie de encarnación de su Madre Esmeralda. Sin embargo hay algo que sigo sin entender. Si tan importante es esta para ustedes, ¿p-por qué no se respeta mi voluntad? - exponía con cierto temor, tratando de mantenerme firme. - Además, ¿realmente estaría ella de acuerdo? ¿Está ella de acuerdo con que se obligue a las mujeres a ser algo así como cortesanas de sus hijos? Porque eso era lo que pretendía Fan Bingbing... - avergonzada por la mención de aquello, aparté mi rostro, preguntándome qué pensaría Kippei; pero sin atreverme tampoco a mirarle.

No me di cuenta hasta decir aquello que seguramente a la mayoría de los presentes le parecería bien aquella práctica, pues eran más las mujeres que vivían bajo la “protección” de Zarpa-Dorada. Incluso Habla-de-Más parecía conforme con aquello, a pesar de tener una amistad con Mei Ling. Cierto era que una de nuestras obligaciones como mujeres era traer hijos al mundo, pero no de aquella manera. Rotundamente no. Y ya podía personarse la mismísima Madre Esmeralda y decírmelo que no me convencería de lo contrario. Curiosamente, una parte de mí estaba convencida de que ella tampoco estaba de acuerdo, y eso que era muy poco lo que sabía sobre ella.

- Puede que sea verdad que necesite ayuda... - les concedí finalmente, en un tono más sereno. - pero se está pasando por alto que Fan Bingbing ya ha demostrado no ser capaz de protegerme. No pudo impedir que escapara del palacio, siendo Kippei y mi tío quienes sí pudieron cuidar de mí, a quienes Zarpa-Dorada no considera ninguna amenaza. - fruncí el ceño con molestia, pues era injusto que fueran vistos de esa manera, aunque la experiencia ya había demostrado que no eran precisamente inofensivos. - De hecho, son Kippei y mi tío quienes me han estado salvando una y otra vez de los hombres de Zarpa-Dorada. - miré entonces a Lu Yan, mostrándole una pequeña sonrisa antes de pronunciar unas últimas palabras. - No fui educada como un miembro del pueblo tigre, pero mi tío me explicó que la Madre Esmeralda espera de sus hijos que estos cuiden y respeten tanto a los parientes como al resto de criaturas, y es eso lo que pido también para mí: Respeto.

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02/06/2020, 18:19
Director

Por un instante, la expresión sonriente de tu tío se tornó en incredulidad, al exponerle tu razonamiento. Te miró, durante apenas un segundo, como si se hubiera quedado sin saber qué decir, aunque aquello duró poco, muy poco. Su rostro se tornó en una abierta sonrisa que mostraba una expresión muy cercana a lo que, creías, debía ser el orgullo. Asintió, con aquella mirada en ti, y te preguntaste a qué se debía. Pero no hubo tiempo para continuar con aquella conversación.

Era en torno a aquella mesa donde todo se iba a discernir, y sentados a la misma el tirano tigre quiso tomar la iniciativa. Sin embargo, no estabas dispuesta a permitirlo, y tomaste la palabra en cuanto te fue posible, rechazando sus pretensiones. En cuanto alzaste la voz, todas las miradas se posaron en ti, atentas, respetuosas, expectantes ante lo que tuvieras que decir. No obstante, las palabras se atascaban en tu garganta, trabando tu lengua por el nerviosismo. No estabas habituada a hablar en público, y eso se notaba. Lo notaste en seguida, en la expresión desdeñosa de Fan Bingbing; en la enigmática sonrisa del monje ciego que le acompañaba y, aparentemente, asistía; en el suspiro que, en un momento dado, emitió Hui Ying, bajando su mirada; en la seriedad con que te miraba un severo Huang Chen. Incluso tu tío, viendo el modo en que los nervios te atenazaban, alcanzó tu mano con la suya y la apretó con ternura, susurrando tan sólo una palabra.

Calma...

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02/06/2020, 18:50
Fan Zarpa-Dorada Bingbing

Sin embargo, a pesar de la torpeza con la que te expresaste, tu discurso sí que tuvo una parte del efecto buscado. Al afirmar que Fan buscaba convertirte en una cortesana, Huang Chen giró su rostro hacia Fan Bingbing, secundado por Hui Ying y Qiang, los tres casi al unísono. El hombre tigre se percató de inmediato, aparentando ponerse nervioso ante el escrutinio de sus hermanos, quienes juzgaban tal acusación mientras él gesticulaba con incomodidad.

Eso... no es exactamente así, claro. -Se defendió, adoptando una pose de falsa dignidad. No parecía saber dónde meterse ni por dónde salir, pero en un momento dado se giró y miró directamente al viejo invidente, para recomponerse y dirigirse a sus hermanos con mayor seguridad- La encarnación de la Madre Esmeralda jamás podría ser una mera cortesana. Mis intenciones han sido siempre las de convertirla en esposa, con toda la dignidad y devoción que ello representa.

Pese a las palabras y actitud del señor de la guerra tigre, sus hermanos mantuvieron la mirada clavada en él, al menos durante unos instantes más. Fue Qiang el primero en apartarla, pero Huang permanecía impertérrito observando a su hermano con severidad, hasta que retomaste la palabra. No obstante, tu mención a la protección que tu tío y Kippei te habían brindado hicieron estallar a Fan en carcajadas.

Jajaja, no hay opción de que esto sea otra cosa que una chanza, un divertimento para borrar de un plumazo las tensiones que nos han traído aquí. -Comentó con una risa del todo falsa- ¿Un Cachorro que aún no ha sido destetado en su Primer Año, y un anciano alcohólico y caído en desgracia? ¿Es esa la protección que merece nuestra Madre? Pueden haber burlado a mis hombres, lo que demuestra que no puede enviarse a humanos a cumplir con el cometido de un auténtico guerrero de las Cortes de la Bestia, errores de los que aprenderemos para no volver a cometerlos. Puede que ese Cachorro que tanto tarda en sencillamente servir unas bebidas llegue a ser algún día un digno protector, pero falta mucho para ese día. Y puede que el anciano con aliento a licor fuera en un día lejano un guerrero capaz de cumplir el cometido que tenemos ante nosotros, pero hace mucho ya de ese día. -Afirmó con orgullo desmedido- ¡Por supuesto que mereces respeto, niña, tanto como cuidado y protección! Pero eres aún muy joven para decidir por ti misma. Al igual que el padre para con su hija, alguien responsable debe decidir lo mejor para ti, y lo mejor es vivir bajo el amparo de tu mejor protector. ¡Nadie en esta mesa puede negar eso!

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07/06/2020, 21:13
Rui Wu-San

Las palabras no eran lo mío. No tenía un don natural para estas, ni mi educación era lo suficientemente extensa como para destacar en ello, y toda aquella situación no hacía más que complicarlo todo. Me esforcé en expresar lo que creí conveniente, no sólo porque mi futuro dependía de ello, sino también por lo que mi tío debía esperar de mí.

Esa mirada que me había dedicado poco antes, aun sin saber exactamente por qué, parecía denotar orgullo. Quería que Lu Yan estuviera orgulloso de mí, sentir nuevamente que estaba contento conmigo, y es que era mucho lo que le debía y cada vez mayor el cariño que sentía por él. No recordaba que nadie me hubiera mirado de aquella manera antes de conocerle, tenía la impresión de no haber sido más que una herramienta. El yunque que debía resistirlo todo mientras otros golpeaban sobre él pensando sólo en sí mismos.

Aun así, a pesar de mi esfuerzo, pude comprobar en los rostros de los presentes que mis palabras no estaban causando el efecto deseado. La situación me estaba superando, perjudicando mi discurso, y Lu Yan acudió a socorrerme. Me sobresalté ligeramente al notar su mano sobre la mía, abordándome desagradables recuerdos del pasado, pero la inquietud fue tornándose en calma y seguridad; esa que mi tío me transmitía.

No pude responderle de modo alguno, salvo pronunciándome de manera más firme y serena, continuando con lo que tenía que decir. Hablar sobre las pretensiones de Bingbing y parte de lo que había hecho hasta ahora sí pareció causar un cambio en los presentes, incluso el despreciable hombre tigre se vio en la necesidad de intervenir para excusarse ante las inquisitivas miradas de sus hermanos.

Zarpa-dorada tomó rápidamente la palabra cuando yo terminé, divertido por parte de lo que había dicho. Continuaba burlándose de Lu Yan y Kippei, cuando era él el único que había hecho el ridículo, la arrogancia de aquel hombre no tenía límites. Esperé a que terminara, observando los rostros de los presentes en busca de sus reacciones, pero ante las últimas palabras de Bingbing volví a mirarle rauda.

Mi ceño se encontraba fruncido, me sentía muy molesta.

- Aunque eso fuera así, sería necesario determinar quién es mi mejor protector, ¿no? - me pronuncié mirando a Bingbing, con un claro enfado, respirando profundamente antes de continuar hablando a los presentes de un modo más calmado - Los padres no siempre toman las mejores decisiones para sus hijos. - aquellas palabras contenían un apreciable dolor. - Puede que sea joven, pero no soy ninguna niña. He cuidado de mi madre y mi hermana hasta el día de su muerte, he superado muchas cosas, y lo he hecho yo sola. Ahora las circunstancias han cambiado. - miré a mi tío brevemente antes de continuar. - Al parecer existen peligros que desconozco, y la solución que se plantea es que viva en un palacio encerrada lejos de todos ellos, con el único objetivo de servir a Fan Bingbing en lo que quiera, como su propia esposa me hizo saber. - miré a este nuevamente, tratando de ocultar el temor que me procuraba. - No planteaba que Kippei y mi tío fueran mis protectores, sólo trataba de señalar que quienes considera inferiores han podido llegar hasta mí estando supuestamente bajo su protección, ¿cómo no lo haría quien según usted si sea alguien poderoso? Sé que el pueblo tigre es muy orgulloso, pero siempre habrá alguien mejor que usted.

Devolví entonces mi mirada hacia los presentes, volviendo a respirar profundamente antes de continuar. No podía decirse que estuviera tranquila, pero al menos estaba logrando expresarme de forma calmada.

- Debo seguir cuidando de mi misma, aunque pueda contar con ayuda, y ojalá esta viniera de Kippei y mi tío; nada me gustaría más, pero sé que el joven japonés tendrá que abandonarnos... - en mi voz se reflejaba la tristeza que pensar en ello me causaba, preguntándome tras mencionarle por qué tardaba tanto en servir las bebidas. - Sin embargo, mi tío, Garra-del-Tigre-en-el-Ojo-del Ciempiés, puede y debe permanecer a mi lado. Nadie mejor que él puede enseñarme todo lo que deberían haberme enseñado sobre nuestro pueblo, y no olviden que es su familia la que la Madre Esmeralda ha escogido para manifestarse. - afirmé con convicción. - Además, estamos hablando de qué pueden hacer los demás por mí, pero también deberíamos hablar de lo que yo puedo hacer por los demás. Madre Esmeralda me ha otorgado algunos dones, y eso debe responder a algún propósito.

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07/06/2020, 22:36
Director

A pesar de que fue tu primera afirmación la que aumentó la tensión entre todos los presentes, especialmente en el rostro de Fan Bingbing, no fue hasta que dudaste abiertamente de las decisiones de los progenitores que una reacción se dejó ver claramente. Fue, casi al unísono, el gesto de tu tío al bajar su mirada con pesadumbre, y la forma en que Huang Chen se envaró en su asiento, sin que pudieras apreciar si lo hacía como respuesta a tus propias palabras o a la reacción que éstas suscitasen en tu tío.

Así permaneció, observándote sin apenas pestañear, mientras proseguías con tu alegato. No se inmutó siquiera ante la mención a la servidumbre a que, según la esposa de Bingbing, te avocaba la vida a su lado. Sí lo hizo, sin embargo, en el caso del resto de sus hermanos de sentai, que se giraron a mirar de forma reprobatoria al guerrero tigre, el cual tenía las mejillas encendidas, con una mezcla de vergüenza y rabia. Más aún cuando dejaste a las claras la poca confianza que otorgabas a la seguridad que se ofrecía a proporcionarte, dado que aquellos a los que consideraba inferiores habían burlado su propia casa.

Sin embargo, percibiste algo raro en su reacción a tus palabras. En un principio fue la vergüenza lo que percibiste, como si estuviera a punto de pedir disculpas, pero en apenas un pestañeo su mirada se torció, concretamente hacia su costado izquierdo, donde reposaba sentado a la mesa el monje ciego. Fue apenas un atisbo, el aleteo de una mariposa, pero su efecto fue como el relámpago en medio de la tormenta. Su expresión cambió, y comenzó a reflejar una ira apenas gobernable.

A pesar de lo que llegaste a percibir, continuaste hablando, y al hacerlo los hermanos de Huang y Fan se giraron de nuevo a escucharte. Jian asintió complacido al oírte decir que debías cuidar de ti misma, aunque aceptases ayuda en la tarea. Tu tío Lu Yan, en cambio, no alzó su mirada hasta que le nombraste, asegurando que era él quien debía velar por ti y enseñarte acerca de ese mundo en que acababas de adentrarte. Incluso sonrió afable al oírte decir que la Madre Esmeralda había elegido a su familia.