Partida Rol por web

El nosferatu que veia la TV, por primera vez habla hacia a ustedes, señalandole a Kavi un sitio dentro del salón que tiene una puerta de "terapia ocupacional". Poco a poco Diego y Kendra salen al Jardín donde  hay un par de mesas y sillas campestres, ubicadas  de manera precisa para ver el  mar al fondo. Más alla, hay un muro, que limita el mar con el centro.

Mientras estan en esas un hombre cano se acerca a Everet y le deja una hoja.

Debe firmar el libro que ha tomado, y darmelo a mi cuando haya terminado. Digo esperando que no me toque. Ese hombre debe estar lleno de bacterias.

Distraido como estoy con mi lectura, y en cierto modo atento a esa mujer que busca una niña, me sorprendo un poco cuando un hombre que no conozco me da una hoja

Lo miro con suspicacia un momento antes de coger la hoja y aun espero a que se aleje para leer la hoja, no me gusta tratar con desconocidos

Luego la leo

El hombre de manera obsesiva no se va, quiere que firmes.  Comienza hacer una serie de movimientos nerviosos.

Ante la insistencia miro al hombre que insiste, me parece que debe ser un paciente también, esto está lleno de locos después de todo y lo que me apetece es gritarle que me deje en paz, pero supongo que eso solo serviría para que hiciera mas ruido y atraer la atención

Con desgana estampo una E en el papel y se lo doy esperando que me deje en paz

-¡Oh! -su rostro se ilumina cuando cree, cuando escucha la risa de Adam y sonríe, asintiendo, cuando Diego le pregunta si lo escucha.

-Sí, sí, vamos al jardín -le responde animada. Sujeta su mano y camina con él hacia el jardín, apurándolo.

Apenas salir al jardín Kendra soltó la mano de Diego y comenzó a mirar a su alrededor, buscando al niño.

-¿Adam? ¿Dónde estás? -preguntó, llamándolo-... Tiene seis años, ya lo vas a ver, es un ángel... mi ángel... él... él... -su voz comenzó a quebrarse, la imágenes en su mente comenzaron a tornarse confusas.

Se detuvo, comenzó a desesperarse al no recibir respuesta.

-No está... ¡No está!... ¡¡ADAM!!

Diego le hablaba, pero su voz le resultaba lejana y comenzaba a sentirlo como una amenaza... todo en ese lugar le resultaba amenazante, pese a que nada de eso había.

La cabeza le daba vueltas, las imágenes de la realidad y su imaginario se entremezclaban con los recuerdos. De pronto se vio en su habitación, en su casa... Olor a sudor... Sangre... Sangre... Latidos de un corazón agónico... Sangre... Dolor... Ira... Desesperación... Dolor... Sangre... Respiración entrecortada... Y sangre, sólo sangre... Un corazón que ha dejado de latir... Un cuerpo inerte y un grito desgarrador. Su grito... Su culpa... Su condena.

Kendra cayó de rodillas al suelo. Lloraba.

Kavi asintio ante los dichos de aquel hombre y comenzo a caminar hacia la sala de Terapia ocupacional, sus pasos eran seguros pero asi tambien mostraban una flaqueza de espiritu muy palpable; como si a este sujeto le faltara algo para recobrar su " Vida ".

 ¡Ay Dios mío, fue peor!

Me arrodillo junto a Kendra, tratando de calmarla. Tiene que estar por aquí, tranquilizate, tiene que estar por aquí...no llores, ya lo vamos a encontrar. Levanto la vista y miro hacia la ventana, desesperado, no quiero dejarla sola, pero tengo que conseguir que alguien me ayude. Sin dejar de verla, me devuelvo a la entrada del jardín y miro al interior de la zona común, en busca de alguna enfermera. Que preciso, hoy les dio a todos los enfermeros por desaparecerse. 

Me devuelvo a donde esta ella y le digo: Creo que será mejor que entremos, calmate, por favor. Le tiendo la mano, para ayudarla a levantarse. El dolor de cabeza vuelve un poco, y sus lágrimas me hacen sentir nervioso. A mi mente vuelven recuerdos de esa noche, cuando las lágrimas de la niña no impidieron que cometiera el peor error de mi vida. Llevo mi otra mano a mi cabeza, tratando de evitar que los recuerdos se conviertan en alucinaciones, pero me está costando. Casi podría escucharla rogándome que no la mate. Y puedo escuchar al quien creía era mi superior, amenazándome con un serio castigo si no lo hacía. Respiro tratando de calmarme, pero se esta haciendo más y más dificil controlar el terror que me produce esta situación.

Siento mis manos húmedas, de nuevo, y las veo nuevamente bañadas en sangre. Retiro la mano que le ofrecí a Kendra, y la pongo frente a mis ojos, quiero calmar el dolor que siento, y no ver las huellas de mi crimen. 

Diego, tranquilo, no puedes enloquecerte en este momento, tienes que ayudarla...ella no es la niña, es Kendra, es una mujer, completamente diferente de ella, no puedes alejarte de la realidad en este momento...

Pero mi conciencia no me deja tranquilo. No ayudaste a quien te necesitó esa noche, asesino. Jamás volverás a estar tranquilo. No lo mereces. 

En el  jardín  todos notan que se ha formado un pequeño show entre Diego y Kendra. La mujer se ha arrodillado en el suelo llorando, mientras  Diego también parece estar en plena crisis. Es imposible para los demás no darse cuenta de lo que está pasando,  a tal nivel que dos enfermeros corren hacia  el jardín y  tratan de ayudar en lo que ellos puedan.  Poco a poco las cosas  parecen calmarse, un enfermero se queda con  Kendra mientras que Diego parece estar a  punto de salir del jardín.

Kavi golpea en unas de las puertas y una mujer rubia comienza hablar con él, mientras otra enfermera se acerca a Everet.

Aunque están en el jardín al parecer los gritos de Kendra ha llamado la atención de los enfermeros, es claro que más de uno de los que están afuera se asoman a  ver que ha estado pasando. Todo parece que se ha  salido del control

¿Qué ocurre aquí?.  Quien niegue la existencia de la locura colectiva nunca ha trabajado aquí, un loco entrea en crisis y se genera una reacción en cadena demente. Señorita Kendra tranquila. Miro al hombre y le digo, señor Diego por favor usted también tranquilícese, no queremos que ambos entren en frenesí, el doctor Linus lo esta esperando en su consultorio... yo me quedare con ella vaya.

Te sientes mal, en realidad,  la crisis de la mujer ha despertado tu propia crisis, de repente te encuentras nervioso, y tus manos te tiemblan. Tienes un conjunto de temores  en tu cabeza, como que se te ha revuelto todo, en realidad,  cuando la enfermera lo dice, notas que el peligro de un frenesi es algo real.

Cuando Diego te toca y te trata de tranquilizar te sientes bien, al parecer el sujeto también esta sufriendo, pero te cuesta entenderlo totalmente, ahora solo sientes dolor, y de repente escuchas nuevamente la risa de Adam cuando la enfermera les habla. No te cae en gracia esa mujer por alguna razón. Cuando volteas, notas que Adam  esta detrás de unos arbustos.

Tras escribir la E en el papel el hombre se aleja, caminando raro, al mismo tiempo que el show del par en el jardin en ese momento se acerca una enfermera a donde estas.

¿señor Everet? digo  de manera amable, espero que este como el otro no me insulte, ni me agreda. El doctor Linus quiere verlo.

Al dirigirte al lugar, curiosamente  alguién salia del mismo sitio, es una mujer rubia, hermosa, y con vestida de manera sexi. es una mujer muy atractiva para ser una profesora. Ella te mira, y escuchas que alguien grita "esa es la profesora" casi al mismo tiempo del show de los del Jardín.

Justo cuando iba saliendo de el salón me encuentro con un hombre que al parecer me busca, tiene la cara quemada, mmm  espero que no sea un psicopata. eh, ¿sí?

 Nervioso y confundido, me alejo sin más. La reacción de Kendra me ha hecho revivir situaciones terribles, que desencadenaron mi llegada a este lugar. De repente, las cosas parecen amenazantes, las sombras más profundas, las luces se ven chillonas. Recuerdo algunas torturas con luz brillante, el que seamos vampiros no significa que las retinas no sigan siendo sensibles. El camino hacia el consultorio del doctor se me hace eterno, mientras lo recorro como un animal asustado. Y los gritos resuenan en mi cabeza, pero no puedo distinguir si son los de Kendra o son los de la niña...esa niña a la que le negué el derecho a vivir. 

Diego, calmate, las cosas no son lo que pensas, no estás en la capilla, estas en una isla del caribe tratando de quitarte lo loco, no hay que tener miedo, nadie te va a atacar. Vamos a respirar muy tranquilos, despacito, y vamos a caminar hacia el consultorio del doctor, y no te afanés que nada malo va a pasar. Tranquilo hombre, tranquilo

Sin embargo, camino inseguro, el cuerpo me duele y respiro agitadamente. De hecho, tiemblo como un junco para cuando logro llegar al consultorio del doctor. 

Nervioso y confundido, me alejo sin más. La reacción de Kendra me ha hecho revivir situaciones terribles, que desencadenaron mi llegada a este lugar.