Partida Rol por web

Rook se marchó en dirección al puente y Paul se dispuso a poner su granito de arena en las reparaciones, por complicadas que resultasen. Pero el ingeniero no estaba completamente recuperado y eso tardó cero coma en notarse. Sus manos se introdujeron en el cableado de los controles... y automáticamente, como si hubiese tocado algo que no debía, toda la energía falló.

Los motores se detuvieron y las luces se apagaron: la ventilación de aire que corría a través de los conductos de la pared, también cesó y en cuestión de segundos, empezasteis a notar un descenso de la temperatura.

Eran los sistemas vitales, que mantenían, no a la nave con vida, sino a vosotros.

Rook se sentó en el asiento del piloto, al lado de Gemma, y se dispuso a analizar la situación y a activar los sistemas de navegación, pero antes de que pudiera hacer o decir nada, los motores se detuvieron y las luces se apagaron: la ventilación de aire que corría a través de los conductos de la pared, también cesó y en cuestión de segundos, empezasteis a notar un descenso de la temperatura.

Eran los sistemas vitales, que mantenían, no a la nave con vida, sino a vosotros.

- ¡Joder Rook! - Exclamó McFadden a punto de entrar en pánico. - ¿Qué cojones has tocado? ¡Joder!

Aquella situación era todavía más crítica que la vivida antes de la hibernación con la patrulla frotneriza o incluso que la vivida al despertar prematuramente de la hibernación. Si no conseguían reestablecer los sistemas, morirían en cuestión de minutos ya fuera por hipotermia o falta de óxigeno.

- ¡Capitán, sugiero ir a por los trajes espaciales! - Dijo el soldado. - ¡Con ellos podremos mantener mejor la temperatura y tendremos algo de oxígeno!

- ¡Oh!

Sostuve a Paul por los hombros y así permanecimos durante un número indeterminado de segundos, tal vez algún minuto, en silencio y a oscuras. No sabía qué hacer. Estaba bloqueado, con un nudo en la garganta, y respiraba desacompasadamente. 

- Amigo...te necesito para salir de esta. 

Fue lo único que atisbé a decir para romper el silencio. Tragué saliva y me aparté de Stamets para dirigirme a tientas hacia la taquilla que teníamos en la sala. La abrí y palpé la linterna, para acto seguido encarar uno de los paneles y comenzar a desatornillarlo. Trataría de reanudar el sistema de soporte vital y dejaría activo solo lo imprescindible para ahorrar la máxima energía. 

Lo de los trajes parecía buena idea, mejor desde luego que morir de frio, pero tenía que haber una razón para que no funcionase nada de repente en la nave, para que todo fuera de mal en peor, y no estaría de más averiguar qué demonios estaba pasando.

—Capitán, puede que Paul y Tristan necesiten una mano— Doc no sabía dónde podía ser más útil o dónde podía molestar menos en una situación como esa. Había escuchado a Gemma y la había entendido la mitad, no sabía nada sobre los sistemas que fallaban, y de lo único que estaba seguro es de que una nave apagada en el espacio era una tripulación muerta, probablemente como esa a la que quería acercarse Gemma en busca de energía.

Todo en mi cabeza daba vueltas y las imágenes se entremezclaban. Pies y manos por doquier manoseaban mi cuerpo, mientras que cables, conectores y tubos nos rodeaban. Todo era un batiburrillo desordenado, una melé de cuerpos, cables y fluidos corporales y sintéticos. Parecía que mi mente perturbada soñaba con cosas raras, absurdas, carentes de raciocinio. Pero a la vez había retazos de recuerdos, sensaciones y vivencias pasadas.

Tanteé en la oscuridad y me agarré a la pared al primer saliente que palpé. Mi cuerpo quería doblegarse al mareo y caer al suelo, mientras que mi pobre cabeza daba vueltas como un tiovivo. Estaba claro que no debería de haberme ido de la enfermería tan pronto. Con un esfuerzo sobrehumano, intenté recomponerme y apartar las ganas locas que tenía mi cuerpo de caer inconsciente al piso. Para ello, me centré en la voz de Tristán. ¡Mi buen Tristán! Ante la aparición de la luz de la linterna, me dirigí paso a paso en su dirección, arrastrando los pies pesadamente.

-"Perdona Tristán, no quería empeorar la situación más. No me encuentro muy bien, la verdad. Te ayudaré en lo que pueda, si no me caigo antes."

Me posicioné al lado de su cuerpo, intentando echarle una mano. Podía oler su olor corporal. Mis fosas nasales se hincharon ante el aroma que tanto me agradaba. Suspiré...

Cuando parecía que la situación no podía estar peor, fallaron los sistemas de soporte vital. La sensación de pánico invadió a todos los presentes, excepto a Gemma, claro. Asintió a la idea de McFadden.

- Si, busquemos los trajes -dijo a los demás. McFadden, Hate, una vez que tengan los trajes, vayan a ver que demonios estamos transportando. Gemma, verifica el funcionamiento de las cápsulas de hibernación, en última instancia es lo único que podría mantenernos con vida si todo falla. Doc, venga conmigo.

Él iría corriendo a ver dónde estaban los ingenieros, aquello parecía ser un fallo en el que podían estar implicados los ingenieros, incluso alguno podría estar herido.

Todos se pusieron rápidamente en marcha. Gemma se dirigió hacia la cubierta inferior, en donde se encontraban las cápsulas, acompañando a McFadden y a Hate, que iban en busca de los trajes, al hangar. Por su parte, Doc y Smith se dirigieron directamente hacia ingeniería. Ocurriera lo que ocurriese, las opciones pasaban por saber qué estaba sucediendo en la nave y desde el puente, no podrían averiguar nada.

El frío era cada vez mayor en la nave y el aire, más denso y cargado. La oscuridad no era tan fuerte como para impedir que los tripulantes de aquella nave vieja pero confiable, hasta ese momento al menos, se moviesen con rapidez y facilidad, llegando hasta donde querían.

En ingeniería, Tristán hacía lo que podía, pero la nave no parecía querer responder. De haber sido médico, diría que Greta tenía encefalograma plano, usando la terminología más propia de Doc que de cualquier otro. A su lado, Paul ayudaba, pero tampoco servía de gran cosa.

Mientras intentabais, sin éxito por el momento, reparar lo que parecía irreparable, las puertas de ingeniería se abrieron y entraron Doc y Smith. Estos lo único que acertaron a ver fue dos culos bien formados moviéndose delante de los motores, en mitad de la oscuridad y envueltos en un aire frío y a cada segundo que pasaba, más incómodo.

Gemma fue a protestar. Era una camarera, no una ingeniera, y por más que fuese un ser artificial, quien lo programó no lo hizo para que efectuara reparaciones, sino para que supiera hacer un buen souflé.

Pero no dijo nada. En lugar de eso, se volvió hacia el panel para echar un último vistazo a los sistemas, antes de seguir a McFadden y Hate hacia el hangar. Al oír la pregunta del soldado, se volvió hacia él.

-Estamos sin energía y no he podido comprobarlo, pero mientras estemos todos en la nave, calculo que no más de seis horas, antes de que el ambiente se llene de dióxido de carbono y fallezcamos por asfixia -le explicó con cierta indiferencia -. Pero seguramente, moriréis de frío antes de dos horas porque el rango de descenso es mucho más rápido, así que lo más normal es que fallezcáis tranquilamente.

Gemma lanzó una sonrisa, pensando que al menos, podía haber cierto consuelo en aquello. La muerte sobrevendría dulcemente, como si se echaran en lo que el capitán llamaba "el catre" y cerrasen los ojos.

- ¿Qué me dices Hate? - Le preguntó sonriente a su compañero al escuchar las palabras de Gemma. - ¿Vamos entonces a comprobar la mercancía primero? Tenemos dos horas antes de morir de frío. Tiempo de sobra...

Le dio una palmada en la espalda. Y es que trabajar bajo presión era algo que le motivaba bastante. Sobre todo cuando no tenía en sus planes morir en unas pocas horas y realmente no lo tenía. Por alguna razón pensaba que podrían solucionar el problema y salir de ahí cagando leches.

En cuanto llegasteis al hangar, Gemma se dispuso a ir hacia la zona con las cápsulas, mientras McFadden y Hate buscaban los trajes como su última oportunidad de salir de allí con vida, en dirección hacia aquella nave fantasma.

Los trajes estaban en el armario cerca de la puerta y hacía bastante tiempo que nos comprobaban. Un escalofrío recorrió el cuerpo de ambos hombres, temiendo que si bien debía haber un traje para cada uno, en buen estado, nada les aseguraba que así fuese.

¿Y si no había suficientes para todos?

Roger comenzó a buscar algunos trajes en los armarios. El primero que encontró parecía estar en buen estado. El segundo tenía una raja de arriba abajo y el tercero también parecía ser funcional.

- Tenemos un problema... - Dijo el soldado. - Hay uno que no sirve para una mierda. - Frunció el ceño enfadado y apretó los puños. - ¿Cómo permite ésto el capitán? Voy a tener que hablar con él muy seriamente. ¡Joder!