Partida Rol por web

En la flor de la vida

Belmonte

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01/06/2021, 18:28
Rion Aedryn

Eso está hecho, señor —respondió al posadero.

¿Tenía ganas de actuar? Sí... y no. No es que tuviera especial interés en aquel momento, pero también era cierto que llevaba tiempo sin aprovechar para tocar el laúd delante de gente. Porque sus compañeros de viaje no parecían ser el tipo de espectadores que se pararían a escucharle en una plaza local; más bien serían del perfil de los que se escabullían mientras todos le prestaban atención. Justo lo que hizo Martem, quien se esfumó de un momento a otro. El bardo encogió los hombros, mientras se plantaba en el centro del salón, observando a propios y extraños, analizando a su vez el lugar. Era como si estuviese haciendo un esquema mental de la distribución de los muebles. De pronto, rompió su silencio, abarcando con las manos el espacio que le rodeaba.

¡Pero qué publico más encantador tenemos por aquí! —dijo, enérgico—. Sepan ustedes que hace tiempo que no toco para nadie y estoy un tanto oxidado, lo digo por si se me va alguna nota. Espero que les guste, buenas gentes de Belmonte —lo de ser lisonjero era inherente en su naturaleza para caer bien y que así apoquinaran el dinero más fácilmente.

Rion carraspeó, dando paso a sus improvisadas rimas, en las que utilizaba ironía y con las que no buscaba enamorar a nadie... Por ahora.

Esta es la humilde canción de la taberna de Belmonte,

Ese lugar donde la gente bebe a pierna suelta hasta perder el norte.

Cervezas, vinos, toda clase de bebidas...

Para muchos ese es el mayor callejón sin salida. 

La alegría de los parroquianos recorre el ambiente 

Ay, señor, ¡no abra la puerta que entra una fuerte corriente! 

Cambiando de acordes, empezó a caminar bordeando las mesas donde los aldeanos bebían y disfrutaban del estofado. Rion se percató de la presencia de una joven lozana, quien le dedicaba alguna que otra mirada, e hizo un gesto similar a calarse un sombrero, dedicándole una sonrisa a la jovencita. Pues para ser de pueblo, no estaba mal la muchacha, no. Y eso que estaba vestida... Se relamió, intentando no perder la concentración.

Veo muchas caras amistosas 

Y otras no tan... generosas

Oiga, usted, qué bien huele lo que veo en ese plato,

Espero que no esté preparado con lengua de gato.

¡Vamos todos, dónde están esas palmas!

Que no parezca esto un baile de ánimas

Que se note que estamos en Belmonte,

Un pueblo que se halla en un punto lejano del horizonte.

La hospitalidad de sus buenas gentes es muy bien recibida

Igual que si me ofrecen ahora un bocado de su mejor comida.

No teman, mis queridos vecinos,

Venimos a echar un rato como amigos,

compartiendo alcohol y diversos aperitivos.

¡Salud, Belmonte!

Rasgó las cuerdas una última vez, antes de beber un largo trago de una jarra de cerveza cercana. El bardo compuso un rostro de disculpa después de la mirada desdeñosa que le dirigió el propietario de la jarra, un hombre de aspecto serio y hosco. A lo tonto le había vaciado la mitad de su contenido. Pero para cuando se estaba disculpando con aquel tipo —a su manera—, el resto de personas comenzaba a dejarle alguna moneda en la mano mientras iban pasando por su lado. "Qué recuerdos" —pensó, pues había pasado un tiempo sin llevar a cabo dicho gesto.

¡Gracias! ¡Gracias! Mañana más y mejor, si es que no me he quedado dormido —anunció, con una reverencia y ese tono de guasa característico.

Rion tomó asiento entonces en la mesa en la que estaban congregados sus compañeros, repanchingándose. Estaba salivando prácticamente cuando le sirvieron el cuenco con el guiso delante de sus narices. Sin embargo, un comentario de Martem provocó que su expresión se agriara un ápice. Se quedó pensativo, acariciándose su fina perilla; no quería ser él el encargado de dar la terrible nueva.

Opino igual, no hay prisa por contarlo... Un día más o menos no supone ningún cambio en el dolor de esa familia. Mejor esperar a mañana o pasado —coincidió con Dannar—. Aprovechemos estas horas para descansar y disfrutar, que por primera vez en semanas disponemos de un lugar más que decente en el que hacerlo. Ahora, si me disculpáis y con vuestro permiso... —No hizo falta decir nada más. Devoró con ahínco, como si hiciera meses que no se hubiese echado nada a la boca.  

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03/06/2021, 21:43
Jezal

Jezal se sentó más o menos de lado, para poder estirar cómodamente las piernas sin molestar a nadie. La hostia, no se sentía bien eso ni nada, estar sentado sin tener que mirar por encima del hombro. Ni en la casa de la vieja se había sentido tan afortunado.

Y la comida era otro asunto. Una comida para calentar el estómago y alzar los espíritus. Jezal era grande, y un cuerpo así no se mantenía en marcha con sueños y esperanzas. Desde que había escapado del campamento había necesitado buenas comidas como agua de mayo.

Pues sus muertos, sí que toca y canta bien —exclamó Jezal con su acento nilfgardiaano, algo más alto de lo que le hubiera gustado, en respuesta a Martem—. E improvisando, el muy condenado.

«El hideputa esta noche no duerme solo» pensó Jezal cuando Dannar señaló a la muchacha, y después miró a Rion, sintiendo algo de envidia por el desparpajo del bardo. Y pensar que él se atragantaba cuando tenía que pronunciar más de cinco palabras seguidas en la lengua del norte. Bien estaba, al menos, que lo miraran a él y no al resto, porque él por lo pronto prefería no ser mirado más de la cuenta. Que lo prefería más por temor que otra cosa, eso sí, también era verdad.

Lo siguió con la mirada hasta que volvió a sentarse con ellos. Quería decir algo sobre la actuación, pero el tema de conversación cambió tan rápido a algo mucho más oscuro, y ya no se le ocurrió cómo sacar el tema.

Yo lo diría, uhmm... cuando estuvieramos listos para marchar, y ni un segundo antes —aseveró, rascándose la nuca—. Una noticia así... mala cosa, a saber cómo lo toman.

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04/06/2021, 07:33
Alberich de Narok

Ignorando la exagerada opinión que el posadero tenía sobre su alojamiento, el mago siguió a los demás hasta la mesa escogida, reclamando para si el asiento más cercano a la pared y desde el cual pudiera vigilar la puerta. Tras dejar el zurrón junto a sus pies y acomodarse en su lugar, el mago se dedicó a esperar la comida observando como los lugareños estaban encandilados con la actuación del bardo, como si fueran polillas revoloteando alrededor de una llama, hasta que de repente sus pensamientos fueron interrumpidos por la llegada del barbirrojo, la cual fue tan súbita como su desaparición. Un espectáculo, un público entretenido y un calvo de pisadas silenciosas… por un momento Alberich estuvo a punto de preguntarle a Martem cuantos bolsillos vació y cuantas bolsas cortó, pero como no tenía pruebas esta vez decidió morderse la lengua.

-Es un bardo, si no fuera medianamente bueno y no tuviera capacidad de improvisar ya se hubiera muerto de hambre -le respondió fríamente a Martem y a Jezal- Y en mi experiencia, los bardos suelen atraer más problemas de los que son capaces de solucionar -agregó para luego girarse hacia la bruja- Considerando las alternativas, un corazón roto es lo mejor que esa muchacha podría conseguir.

Sin más que comentar al respecto, el mago comenzó a disfrutar de la apetecible cenar justo en el momento en que Rion se sentaba en la mesa y el barbirrojo cambiaba de tema.

-Coincido en que lo mejor será dejar ese asunto para mañana, aunque no lo demoraría mucho más. Puede que cuando corra la noticia nos convirtamos en aves de mal agüero para algunos de los lugareños, pero también que nos ganemos la simpatía de otros ya que no seremos simples viajeros si no gente que tuvo la amabilidad de hacer un alto en el camino y brindarle un cierre a una familia que sufría… Además, con cada día que pasemos aquí aumentarán las probabilidades de que alguien identifique alguna de las pertenencias que llevamos y eso nos traería problemas mayores -comentó con un calculador tono de voz- Por esa razón, nuestro primer paso debería ser empezar a preguntar donde vive la familia, y también averiguar si hay alguna recompensa por la manada que abatimos. Los lobos con los que nos encontramos tenían cicatrices causadas por el hierro y no sería raro que estuvieran hostigando a los leñadores locales.

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05/06/2021, 17:47
Director

La canción  de Rion provocó risotadas entre los belmonteses y contribuyó un poco a que las miradas que recibía el grupo no fueran tan recelosas. Las rimas del bardo, cargadas de ingenio y humor, hicieron reír de lo lindo a todos los presentes. Como reconocimiento a su canción, los aldeanos aflojaron algo de calderilla de sus bolsillos y cuando Rion recogió la gorra pudo contar hasta diez coronas. Quien más contento estaba era el posadero, que vio como la gente empezaba a animarse y eso se traducía en que a la gente le apetecía beber más. Tan dichoso se sentía el mesonero que cuando el bardo terminó su pase le dio tres coronas más que añadir a la suma.

A su regreso a la mesa que compartía con sus compañeros de viaje, varias personas le felicitaron por su interpretación y le pidieron que más tarde diera otro pase. La moza que le miraba con notable interés le sonreía cada vez que el bardo dirigía una mirada hacia donde ella estaba mientras se enredaba un dedo entre el pelo. La joven, no obstante, parecía bastante tímida, lo cual era comprensible en aquel pueblo pequeño, donde podría ganarse una dura fama de mujerzuela por menos que nada. Cuando Rion se volvió a juntar con sus compañeros el tema de conversación había cambiado hacia como tratar el asunto de Pyrrha y todos estaban convencidos de que lo mejor era dejarlo correr por el momento y no decir nada hasta que no pasara al menos un día para evitar las posibles reacciones adversas por parte de los lugareños.

Poco a poco el guiso de Inga se fue terminando, a la par que se vaciaban las jarras de aguardiente y se consumía el fuego de la chimenea. Los lugareños fueron abandonando la posada, alguno más animadillo que otro gracias a la vodka de Gunter, y pronto les invadió el sueño. Estaban bastante cansados por la dura caminata a través de la montaña y de aquel camino criminal. Las camas de la habitación que Inga les había preparado no eran los colchones de Demawend, como había prometido Gunter, pero para sus espaldas doloridas se sintieron como si lo fueran. A la mañana siguiente les despertaron los rayos de sol que se colaban por la ventana y el olor del pan tostado que subía por la escalera desde el piso de abajo. Habían dormido hasta tarde, pero sus cuerpos lo agradecieron.

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05/06/2021, 22:36
Martem de Bremervoord

La sensación de estar reunido con un grupo de prácticos desconocidos en torno a una mesa era algo desacostumbrado para Martem, aunque extrañamente reconfortante. Supuso que el viaje a la desesperada desde la frontera y los peligros que habían enfrentado juntos había creado alguna especie de vínculo que hacía que no se sintiese completamente fuera de lugar en aquella situación. Sin embargo, no se hacía ilusiones: sabía perfectamente que aquella compañía tocaba a su fin. En cuanto terminasen de atar cualesquiera cabos sueltos que decidiesen finiquitar en Belmonte, era de esperar que cada cual partiría por su lado. Y, con lo grande que era el mundo, dudaba mucho que volviese a ver a cualquiera de esos.

La conversación y las ganas de alargar el día murieron rápidamente en cuanto los platos estuvieron vacíos. La taberna se quedó en silencio, lo que solo podía significar que había llegado la hora de irse a dormir. Tras despedirse parcamente de sus compañeros, Martem se encerró en su habitación. Atrancó el pomo de la puerta con el respaldo de una silla que, a decir verdad, no parecía muy resistente, pero al menos le daría algo de tiempo si tenía una visita inesperada y desagradable durante la noche. Nunca se era lo bastante precavido; era mejor pasarse de suspicaz que pagar el precio de la confianza, que siempre se pagaba de una sola vez y sin posibilidad de devolución. Después de examinar concienzudamente la habitación, el cidario concluyó que era un lugar seguro para dormir, se despojó de sus prendas más pesadas y se echó en la cama. Y esta resultó ser tan cómoda que ni un minuto tardó en quedarse profundamente dormido.

La densa y oscura bruma lo cubría todo como una mortaja, sin dejarlo ver absolutamente nada. Sintió un frío casi doloroso al mover sus miembros desnudos y entumecidos, que luchaban por abrirse paso a través de la viscosa sustancia. El aire era pesado, y le dolía la cabeza. Un olor punzante y nauseabundo se filtraba por sus fosas nasales, quemándolas como si fuese vitriolo. Sus ojos se debatieron en busca de cualquier cosa que pudiesen reconocer. La niebla se levantó lentamente, y se dio cuenta de que estaba flotando en las turbias aguas de un inmenso lago, o río, o mar, tan quieto que parecía congelado, estancado, muerto. La negritud del agua era tal que ni siquiera era capaz de ver su propio cuerpo bajo la cenagosa superficie. Su vista se esforzó por alcanzar a ver lo que se escondía detrás del telón oscuro de la sucia niebla, ¿era de día?, ¿era de noche?, pero todo lo que esta le devolvió fue su lento y ocioso ondular, tan solo un reflejo de su propia y abrumadora soledad.

Un frío lo envolvió. Abrió la boca para gritar, pero no oyó nada. En mitad de la oscuridad vio una inmensa moneda de cobalto, tan grande como el mismo sol, girando y acercándose hasta golpear su rostro. Un aturdimiento ofuscó sus sentidos, y supo que estaba volviendo allí. Podía sentir su triste y gélida soledad, su triste y gélida insignificancia, un despojo blanco y tembloroso que chapoteaba en medio del agua profunda, oscura y eterna. Mirar las tintosas aguas era como mirar el cruel rostro del infinito, la nada más absoluta. Incluso la bruma burlona sintió lástima, ¿o quizá era desprecio?, así que lloró, temblando de frío y agitándose en el barro.

La mañana llegó demasiado pronto, con los rayos del sol entrando a través de la ranura del postigo mal cerrado de la ventana. En cuanto vio que era de día, Martem supo que ya no dormiría más, así que se levantó con un bufido, estirándose como un gato y sintiendo cómo algo crujía en la parte baja de su espalda con un satisfactorio chasquido. Fue el primero de su grupo en bajar a la sala común de la posada, y se sentó en silencio en la misma mesa en la que anoche había celebrado su llegada a Belmonte con los demás; después de los extraños y desagradables sueños que había tenido, no estaba de mucho humor para hablar con nadie. Supuso que, en cuanto alguno de los dueños lo viese allí, deduciría que estaba esperando el desayuno y se lo serviría sin hacer demasiadas preguntas.

Buenos días, Belmonte.

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06/06/2021, 15:32
Morkam

Morkam tardó en percatarse de la ausencia de su compañero pelirrojo; sin embargo no era algo que le atrajese en exceso. En aquel momento lo que quería era calentar su dolorido cuerpo, lo cual no tardó en llegar. El calor de la chimenea, unido al ardiente vino y el humeante guiso espantó de manera lenta e inexorable el frío de su cuerpo. La miseria que acompañaba a la guerra le había enseñado a atesorar aquellos momentos. De modo que disfrutó de la melodía otorgada por Rion mientras daba buena cuenta de su cena. 

Me hubiera gustado esperar unos deas. Aprovechar pa ganar algo de deneiro y descansare del camino, pero imagino que no podrá se— después de pronunciar aquellas palabras dejó escapar un largo suspiro—. Os acompañare con gusto a dar tal noteiza, pero yo no hablaré. Mi gente no soile despertar sempatia. 

» Tenes mente sagaz maese Alberich— pronunció con respecto y con cierto brillo de avaricia en su mirada—. Algo ganareimos o dinero o sempatia. Ambas cosas boinas en estos lares. 

Poco a poco la conversación fue decayendo mientras los vestigios de la interpretación del bardo se iban esfumando, al igual que el licor y la comida. Cuando nada más quedó que decir o hacer, y la clientela habitual comenzó abandonar el lugar, el artesano de baja estatura se despidió con una pequeña y respetuosa reverencia y se marchó.

Al día siguiente despertó con los primeros rayos de sol; sin embargo se permitió el lujo de dormir un poco más. Durante este tiempo se sumió en una dulce duermevela aromatizada por el pan tostado e interrumpido en ocasiones por el característico sonido de una posada a primera hora de la mañana. A pesar de eso disfruto de aquel descanso, después de todo no sabía cuando volvería a poder dormir igual. 

Cuando bajó encontró a Martem esperando su desayuno con el ceño ligeramente fruncido. Comprendiendo que en aquel momento el silencio valdria mas que cualquiera palabras, saludo con una ligera cabezada, tomó asiento junto a su compañero y esperó con paciencia. 

Buenos días senior— saludó al tabernero cuando se acercó con algo de comida—. La crudeza del cameno apreita de lo lendo en estos tempos como bien sabe. Me pregontaba si algo podría hacer pa ganar unas monedas en Belmonte. 

» Soy artesano— explicó Morkam tratando de ocultar la vergüenza que sentía por no hablar correctamente el idioma—. Cualquier cosa será de agradeicer.

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08/06/2021, 08:01
Alberich de Narok

Luego de terminar de cenar y después de que Gunter les escoltara hacia sus respectivas habitaciones, Alberich dejó su zurrón a los pies de la cama y se sentó en el modesto jergón, el cual a pesar de las palabras del posadero distaba mucho del que dormía el rey de Aedirn. De hecho, ni siquiera alcanzaba en calidad al catre en el que descansa el bufón real…
Tras pasar varios minutos dando vueltas a la idea que rondaba por su mente, el mago decidió dar un salto de fe y por eso salió de la estancia y llamó a la puerta de la habitación de la bruja.

-Tenemos que hablar, se trata de tu pierna y de su curación -le dijo seriamente a Dannar cuando esta respondió a su llamada.

Una vez que la bruja le permitiera ingresar, el koviriano se quitó la capucha para que su compañera pudiera verle claramente el rostro y volvió a hablar.

-Normalmente no haría esto bajo ningún concepto, pero tengo dos razones de peso: Has probado ser una buena camarada de armas y tu gremio es conocido por su discreción y neutralidad -comentó con su frío tono de voz- Por eso mismo, te ofrezco un trato: a cambio de que me des tu palabra de que todo esto quedará entre nosotros, yo usaré mis conocimientos para tratar tu pierna y que mañana mismo esté como nueva. Para que te aporte más tranquilidad, mi procedimiento no sigue la ortodoxia de la medicina, pero aun así no conlleva ningún riesgo para ti, incluso si no es exitoso.

Negándose a responder cualquier pregunta, Alberich esperó a que Dannar le diera su palabra y recién entonces continuó.

-Bien, he aquí mi secreto: soy un mago, aunque a diferencia de mis colegas más… “estudiosos” -dijo esto último con sorna- no te propongo ninguna práctica extravagante, sino simplemente tratar tu pierna con mi magia curativa. Reconozco que nunca fue mi área de especialidad, pero no se me da tan mal y varias veces sané las heridas de mis compañeros mercenarios. Además, el uso del Caos conlleva sus riesgos, pero como sabrás solo afecta al usuario así que no tienes nada que temer ya que el desgraciado que sufrirá las consecuencias seré yo -agregó lanzando una breve y honesta risa, la primera que compartiera con cualquier miembro de este nuevo grupo- Si te parece bien, siéntate en la cama y comenzaré ya mismo.

Después de que la bruja diera el visto bueno, el mago apoyó su bastón contra una de las paredes ya que no deseaba que un error en la invocación lo destruyera y causara mayor daño y comenzó a conjurar los hechizos curativos, uno tras otro en rápida seguidilla. Tras lanzar el último hechizo, Alberich lanzó un suspiro a causa de la ardua tarea, pero aun así inmediatamente se arrodilló ante Dannar y, con su permiso, tanteó delicadamente con los dedos la articulación. El kovirano apenas tenía conocimientos de medicina, pero parecía que la magia había surtido efecto.

-Diría que ha funcionado, prueba caminar un poco y dime como sientes la pierna.

Luego de que la bruja confirmara que el dolor había remitido bastante, el mago volvió a hablar.

-Excelente -dijo con una sonrisa de satisfacción que contrastaba con su normalmente frío carácter- Si puedo hacer algo más por ti, Dannar, solo dilo -agregó para luego agarrar su bastón y encaminarse lentamente hacia la puerta.

- Tiradas (4)

Notas de juego

R.XIII: Antes que nada, aclaro que este turno cuenta con la aprobación de Thorom ya que es algo que ya había charlado antes con él. Además, he escrito el post de manera que se pueda editar de acuerdo a las decisiones de tu personaje (si le abre la puerta a Alberich, si da su palabra de que no dirá nada, si acepta la curación mágica, etc.) así que eres libre de echar al mago en el momento que prefieras xDD. Por último, ya te lo dirá Thorom pero en teoría a partir de ahora solo deberías sentir una ligera molesta al caminar (solo sufrirías un penalizador de -1 a Movimiento).

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08/06/2021, 11:38
Rion Aedryn

La vida de un bardo era dificultosa y satisfactoria a partes iguales, pero eso era lo que le gustaba de ella. Tras guardarse en el zurrón las monedas que había conseguido recaudar después de su pequeña actuación, Rion desapareció de la conversación que mantenían sus compañeros en la mesa. No literalmente, sino que su atención estaba centrada única y exclusivamente en la comida y en la bebida. Incluso pareció ignorar a la joven que tanto le miraba; a pesar de las miraditas que le dedicaba la muchacha, esta no parecía atreverse a dar el paso de acercarse a charlar con él. Pues vaya, no sabía lo que se perdía. Aprendería de primera mano cómo se las gastaban los naturales de Cintra  y se convertiría en una verdadera mujer. En fin... Otro día sin poder satisfacer sus apetitos. Empezaba a ser ya preocupante.

Cuando Rion se marchó a una de las habitaciones para dormir unas horas, aprovechó antes para afinar un poco las cuerdas de su laúd. No estuvo mucho tiempo con ello, quedando rendido pronto por el sueño, con su instrumento a su lado. Para cuando amaneció, se estiró, pues no había dormido en la mejor posición posible y remoloneó lo máximo posible en el camastro, hasta que sus tripas rugieron exigiendo algo que llevarse a la boca (por desgracia no serían los labios o los pechos turgentes de alguna joven acostada a su lado). Lástima.

Tras vestirse con cierta parsimonia, cogió sus pertenencias y descendió los peldaños que le conducían al salón, atraído por el aroma a pan tostado que provenía de allí. La hora del desayuno. 

Buenos días —a diferencia de otras jornadas, esta vez no bostezó de un modo exagerado al saludar—. Qué bien he dormido... Casi es como si no hubieran pasado las horas. Esa cama no está tan mal como hubiera cabido esperar —dijo al sentarse en la mesa donde estaban dos de sus compañeros más madrugadores—. ¿Dónde deberíamos ir una vez desayunemos? 

La pregunta tampoco es que fuera de vital importancia en esos momentos. Disponían de tiempo suficiente para explorar la zona, enterarse de cualquier chisme interesante y por último, de hablar con la familia de la nieta de Ysentrud, si es que aún seguían en el pueblo.

- Tiradas (1)
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08/06/2021, 14:50
Dannar

La noche se fue alargando y, comida y alcohol mediante, el polvo del camino se fue haciendo menos pesado. Estaba cansada, pero casi tranquila por una vez; con el estómago lleno y caliente por el guiso y el aguardiente, un jergón cómodo esperando y sin enemigos de los que preocuparse, sentía que esa noche podría dormir bien. Solo la pierna iba a incordiarle, pero en realidad había sufrido heridas peores, aguantaría.

El sol de la mañana la pilló aún en la cama, aunque ya estaba despierta desde hacía un rato. Su ojo sano, clavado en el techo, permanecía fijo en un punto distante, más allá de los travesaños de la habitación. Pensaba en asuntos que pasaban por su mente fugazmente, temas a los que no daba demasiada importancia, o a los que al menos intentaba no prestar mucha atención. Rememoraba el pasado, su dura formación, viejas historias, antiguos compañeros, un amante al que había dejado atrás sin despedirse, la guerra, su trabajo, muchas cosas a las que era mejor no dar vueltas. Tampoco se planteaba que haría en el futuro, cual sería su siguiente paso. El presente era lo único importante. Y tenía hambre.

Bajó las escaleras notando la pierna mucho más fuerte, tan solo una ligera molestia. Aún cojearía ligeramente, pero no tendría ningún impedimento para luchar, lo que significaba que podía trabajar o seguir el camino, según se terciara el día. Para cuando llegó al comedor principal, ya habían llegado varios, que se habían sentado alrededor de la misma mesa que unas horas atrás habían dejado, y todos parecían ansiosos por lo mismo; el olor del pan recién hecho era un atractivo al que ninguno podría resistirse, no después del viaje que habían tenido. Dio los buenos días y se unió a los demás; pronto, bajaron los que quedaban, y la inevitable conversación comenzó. ¿Y ahora qué? Una buena pregunta.

Creo que el plan de Alberich era bueno: deberíamos enterarnos de si había una recompensa por los lobos. Y de paso, preguntaré si hay problemas por la zona, algo más de mi... Oficio. Luego ya veremos.

Los brujos cada vez eran menos y tenían poco tiempo para recorrer todos los caminos. Los pueblos pequeños y perdidos en el bosque a veces se pasaban años, incluso una generación o más, sin recibir la visita de alguno, y no todos podían hacerse cargo de ciertos asuntos. Eso solía significar que, cuando uno hacía acto de presencia, el trabajo se había acumulado. No siempre, claro, pero si en ocasiones. Esperaba que fuera el caso.

Ahí viene el posadero, preguntémosle a él. —Así lo hizo cuando Gunter les trajo algo con lo que coger fuerzas, después de que Morkam hiciera lo propio, aunque relacionado con su profesión.

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08/06/2021, 15:13
Dannar

No esperaba visita, aunque una parte de si se imaginaba que podía suceder. Puede que el alcohol y la comodidad del lugar hubieran animado a Rion a lanzarse al fin, lo que supondría que tendría que poner al bardo en su sitio, sin llamar demasiado la atención, pues el hombre había sido bien recibido, y no quería causar problemas ni ponerse a la gente en su contra. Fue, por tanto, una agradable sorpresa encontrar en su puerta a Alberich y no a quien creía, aunque el escepticismo se pinto en su rostro cuando le pidió pasar. Aún con esas, la curiosidad pudo a la sospecha, y se hizo a un lado para que entrara.

El koviriano entró sin decir palabra, y ella cerró tras él en medio del mismo silencio. Se le quedó mirando mientras se apartaba la capucha y, cuando éste le devolvió la atención, enarcó una ceja, exigiendo una explicación que el otro no tardó en dar.

Magia.

Había vivido lo suficiente como para darse cuenta de lo que tramaba el hombre, aunque no dejó que su rostro delatara sus pensamientos. Imaginaba que aquél secretismo se debía a que era un mago libre, puede que sin control ninguno, así que podía entender su reticencia a hacer nada sin una promesa de por medio. Que así fuera.

Lo prometo —dijo seria—. Cada uno guarda sus secretos, lo entiendo.

Se sentó en la cama y asintió con un cabeceo. Estiró la pierna. Fue a decir algo, pero se lo pensó mejor y se mantuvo callada. No tenía sentido hablar nada más. Una vez había decidido ponerse en sus manos, ya poco importaba que le dijera que tuviera cuidado, por él mismo, o que ni se le ocurriera hacer algo extraño. Había habido burla en sus voz al referirse a otros hechiceros, pero ella bien sabía que los usuarios del Caos no eran de fiar tanto como le hubiera gustado. En cualquier caso, era tarde para echarse atrás, pues la tonadilla ya había empezado.

Cuando acabó, el otro estaba agotado, podía verlo en su rostro, pero ella se sentía mucho mejor. El dolor sordo de su pierna había remitido, convirtiéndose en un leve cosquilleo. Se puso en pie cuando se lo pidió el curandero, y se sorprendió pudiendo apoyar todo el peso sin flaquear. Una leve molestia, nada más.

Gracias —respondió, sincera y agradecida de verdad, también sin rastro de la frialdad que la caracterizaba—. Soy yo quien te debe una, estoy en deuda contigo.

Alberich recogió su bastón y se encaminó a la puerta. Dannar se apresuró a abrir y dejarle paso. Antes de irse, incluso le regaló lo más cerca que había estado de una sonrisa, y tardó un instante en volver a cerrar cuando se marchó.

Notas de juego

Wuo, ¡genial! Gracias.

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10/06/2021, 17:56
Jezal

Después de días a las interperie, la casa de Ysentrud le había parecido toda una mansión, pero su cuartucho en la posada de Belmonte era directamente como un palacio. En términos fríos y objetivos su espalda no había probado un colchón peor, y aun así a sus sentidos les había parecido que aquello era un nuevo pico, un nivel de reposo que muy difícilmente volvería a alcanzar nunca en su vida. Por una vez, la paranoia que lo había perseguido durante todo aquel viaje quedó atrás, y durmió a pierna suelta. Cuando llegó el amanecer se sentía otra persona o, más bien, se sentía como la persona que había sido antes.

Se despertó sin ninguna prisa, dejando que los minutos corrieran antes de dar el paso de salir de la cama. Sentado en el borde se pasó un tanto más, y al final fue un buen rato antes de que se levantara. Se estiró de varias maneras para desperezarse, tal y como le habían enseñado en algunos de sus ridículos adiestramientos, y después se vistió y se calzó las botas para bajar. Lo único que podía mejorar esa noche era despedirla con un buen desayuno

Así terminó sentándose en la mesa donde empezaban a juntarse.

Buenos días —saludó también.

Y aunque al principio pudo parecer que seguiría tan callado como siempre, el tema de cómo aprovecharían el día lo animó a hablar. Sonaba mucho más suelto que otros días.

Yo también puedo trabajar —aseguró mientras esperaban a que llegara el desayuno—. Brazos fuertes siempre hacen falta, ¿no es así? —Miró a Dannar y titubeó—. Si acaso, quizá podría ayudarte, si hubiera algo. Sé defenderme.

Veía más que posible que la bruja rechazara la ayuda pensando que sería más un estorbo que una ayuda, pero lanzó la piedra. Confiaba lo suficiente en sus capacidades como para tomar ese riesgo.

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11/06/2021, 06:44
Alberich de Narok

El calor que comenzó a sentir en su mejilla derecha hizo que Alberich se despertara súbitamente y que de un salto se pusiera de pie a la vez que echaba mano a la daga que había ocultado bajo la almohada. En contra de lo que temía, no había ningún enemigo en su habitación ni la posada se estaba quemando si no que simplemente lo había despertado los rayos del sol que se colaban por la ventana y le daban de lleno en el rostro. Lanzando un suspiro, el mago se sentó en la cama y tras estirarse para relajar la tensión en sus músculos, comenzó a equiparse. Luego de asegurarse que las correas de su armadura estaban bien ajustadas y de ceñirse a la cintura sus armas, el kovirano se echó al hombro el morral, cogió su fiel bastón y salió de la habitación.

Guiado por el delicioso aroma del pan recién horneado, el mago bajó las escaleras y se sumó a la mesa que ocupaban sus compañeros, quienes parecían que también acababan de despertarse. Por lo visto, el cansancio había hecho mella en todos ellos. Una vez que el posadero se acercó con el desayuno y que varios de sus compañeros le hicieran sus preguntas, el kovirano intervino.

-Gunter, me disculpo por las duras palabras que os dediqué ayer, el cansancio y las jornadas durmiendo al raso hicieron que el mal humor me controlara y pagara mi frustración con vos -dijo educadamente el mago mientras se inclinaba ligeramente ante el posadero, a modo de disculpa- Además, vuestros jergones no tendrán el mismo lujo que en el que duerme Demavend, pero si que se descansa muy bien en ellos.

Alberich nunca fue de las personas que se disculpan, pero sí de las que reconocen que se atrapan más moscas con miel que con hiel. Las palabras que salieron de su boca no eran mentira ya que en su mayor parte cargaban varias verdades, aunque a la vez también eran un sutil intento de manipulación. Al igual que los nobles con los que tuvo que lidiar en la corte, el mago sabía que los posaderos suelen disfrutar de los halagos y se hinchaban de orgullo cuando alguien alababa sus aptitudes, o en este caso las de su establecimiento.

-Como ha mencionado mi compañera, quisiéramos saber quien se encarga de los trabajos y las recompensas de Belmonte. Supongo que será el anciano o el alcalde del poblado o un representante del señor de estas tierras ¿no es así? -le preguntó a Gunter- Además, traemos mensajes del sur y estamos buscando a un tal Ender y su esposa Anna. También estamos buscando a alguien llamado Uli.

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11/06/2021, 17:40
Rion Aedryn

Mientras sus compañeros iniciaban una serie de preguntas al posadero, Rion se encontró observando de soslayo, como venía siendo habitual, a la única componente femenina del grupo, Dannar, aunque esta tuviera tuviera poco de femenina. Al final resulta que había hecho mella en su orgullo que la joven de la noche anterior no hubiese subido con él a la habitación. Y es que cuando una persona como él no disponía del calor humano a su lado durante cada vez más jornadas, su concentración iba disminuyendo y se convertía en un ente errante, donde su cabeza solo tenía pensamientos para una única acción: acostarse con mujeres.

Era una auténtica faena, pero desde que probó las dulces mieles del amor —y del desamor—, su personalidad había cambiado. En realidad, más bien, había cambiado desde que frecuentó algunos lupanares y pueblos apartados del mundo donde las pueblerinas eran ligeras de cascos y de mente, abriendo ante él una nueva forma de ver y compartir la vida. Por eso ser bardo ayudaba tanto a ese propósito. 

Sin embargo, aquel día prometía ser otro en el que anduviera embobado, anhelando terminar junto a alguna dama en el camastro de la posada. Qué difícil era ser Rion...

- Tiradas (1)

Notas de juego

Justo cuando necesito una tirada baja me sale una más alta -.-

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13/06/2021, 13:03
Gunter

El grupo se fue reuniendo entorno a la mesa que el madrugador Martem había elegido, algún mal sueño había atormentado al barbirrojo que tenía peor cara que de costumbre. Tras él llegó el enano y la bruja, a quien el descanso le había sentado de maravilla, pues ya caminaba con mayor soltura, casi recuperando su agilidad habitual. Y unos minutos después se sumaron los demás, justo cuando el buen olor que emanaba de la cocina de la posada se hacía más irresistible para sus rugientes tripas. Inga les deleitó con un estupendo desayuno que además contaba con un crujiente pan recién horneado. La mujer se había revelado como una magnífica cocinera, aunque era posible que el hambre tomara parte en esa opinión con más fuerza y argumentos que el paladar. Entre tanto, Gunter iba sirviendo las mesas de los que se habían acercado a desayunar a su posada, retiraba los platos vacíos, rellenaba las jarras y traía nuevas comandas a quienes las solicitaban, cuando el grupo se dirigió a él aceptó las preguntas que le lanzaban de buena gana.

—Pos si queréis arrimar el hombro, búscanse siempre brazos fuertes con los que talar los bosques. Y la cuadrilla de Jan anda por ahí recogiendo la pez. —Respondió el posadero a las cuestiones sobre un posible trabajo. —Aunque siempre podéis poner el carro en la plaza y pregonar que hacéis remiendos de artesano, que nunca viene mal.

Luego la bruja preguntó donde podrían cobrar recompensa por librar el monte de lobos y ya de paso si había algo de trabajo relacionado con su oficio, pero Gunter, de quien se notaba que le gustaba más darle a la sin hueso con los clientes que atender sus comandas, negó con la cabeza y pareció sorprendido al descubrir la naturaleza de Dannar.

—¿Bruja sois? Caramba, nunca escuche de una de vuestro... genero. No sus ofendáis, pero las canciones de los bardos siempre hablan de varoniles hombres que cazan monstros de esos. Aquí en Belmonte jamás vimos uno. Ni monstro, ni brujo. ¿Topasteis con lobos? Es que menudos andurriales por los que habéis venido, mis señores. Esos caminos usábanse hace por lo menos cincuenta años, solo los lindes del bosque más cercano donde las cuadrillas de leñadores trabajan úsanse hoy. —No les extraño que supiera por donde habían venido, seguro que alguien les había visto llegar y le había faltado tiempo para correr a contar el chisme. —Pero podéis ir ande el alcalde a que os afloje algo de guita por librar al mundo de esas bestias. Es la casona grande, de seguro la visteis al llegar.

La intervención de Alberich hizo que el posadero se sintiera gratamente halagado, pues no le faltaba razón al kovirano al suponer que Gunter pondría buenos oídos a recibir cumplidos sobre su establecimiento por muy lisonjeros que estos pudieran llegar a ser.

—Así es, mi señor, el alcalde se encarga de tales arreglos. No conozco a ningún Ender y mi mujer me arrancaría las tripas con el cuchillo y las echaría al caldo si me arrejuntara con alguna Anna, —bromeó con una sonrisilla socarrona, —pero precisamente Uli es nuestro alcalde. Ese del que les hablaba.

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13/06/2021, 16:06
Martem de Bremervoord

Uno a uno, los miembros del grupo fueron bajando de sus habitaciones. Ni siquiera hubo que esperar demasiado tiempo antes de que todos estuviesen reunidos en torno a la misma mesa de anoche. Casi parecería que no hubiesen pasado las horas si sus estómagos no rugiesen, diciéndoles lo contrario. El desayuno no tardó en llegar y, para deleite de los viajeros, estaba delicioso.

Martem comía en silencio mientras algunos de sus compañeros hacían preguntas a Gunter, el posadero. La idea de trabajar como leñador parecía sencilla y segura, pero también terriblemente aburrida; el cidario aún no se sentía preparado para asentarse, y menos sabiendo que la posibilidad de que lo estuviesen buscando era muy real. No, estaba decidido: seguiría camino más pronto que tarde. Hacia dónde, no estaba claro. Más al norte, sin ninguna duda.

El cuchillo de Martem se detuvo a medio corte cuando oyó que el camino por el que habían llegado no se usaba desde hacía más de cincuenta años, y su mirada busco la de sus compañeros. Cincuenta años. ¿Ese era el tiempo que la vieja Ysentrud llevaba esperando a Pyrrha? ¿Esa era la antigüedad de la carta que habían encontrado junto a los restos de la muchacha? En tal caso, era poco probable que hubiese nada para ellos allí. Demonios, incluso era posible que Uli ya estuviese criando malvas.

Esa última cuestión quedó resuelta con la última información proporcionada por Gunter: al parecer, Uli se había convertido en el alcalde de Belmonte. La mirada de desconcierto de Martem se convirtió en una de interés. Quizá hubiera más oportunidades para ellos de las que había pensado.

¿Cuántos años tiene vuestro alcalde, Gunter? —preguntó, lo primero que decía aquella mañana, aparte de algún ocasional «gracias» cuando les habían servido el desayuno—. Y otra cosa: ¿Qué pasa con esa casa hecha polvo que hemos visto al llegar? ¿Cuál es la historia?

Tal vez no fuese nada importante, pero Martem sentía curiosidad de igual modo.

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16/06/2021, 20:04
Jezal

Brazos fuertes a mi no me faltan —intervino—. Bien podría ir a echar una mano, y de seguro que notarán la diferencia.

Tampoco se imaginaba toda una vida en un lugar como aquel, pero mientras estuvieran allí ganarse unas monedas no estaría de más. De hecho, eso invitaba a la reflexión de que todavía no tenía muy claro que esperaba que fuera de él por el resto de sus días, pero esa era una pregunta que todavía no estaba preparado para responder. Ya llegaría.

La mirada de Jezal se cruzó con la de Martem. Él también había entendido la implicación de que esos caminos llevaran cincuenca años sin usarse. El corazón se le volvió a encoger como lo había hecho la primera vez, pensando en la soledad de Ysentrud. Era curioso cómo algunas tragedias reales se normalizaban con el paso del tiempo y otras, en cambio, parecían tan cercanas que quemaban el alma con solo imaginarlas. Y sin embargo, todo eso seguía sin responder a aquella pregunta.

¿De qué habían muerto todos esos hombres?

La respuesta a esa cuestión empezaba a rozar la obsesión para el nilfgardiaano, pero la mención de Guli consiguió que su atención se desviara momentaneamente. Prestó especial atención al posarero en ese instante, a la espera de las respuestas que ofreciera las cuestiones de Martem.

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17/06/2021, 11:48
Rion Aedryn

Mientras devoraba el desayuno de un modo poco elegante (el hambre le podía a veces y no era capaz de controlarse), el bardo escuchaba las opiniones y los comentarios que se iban sucediendo a su alrededor con aire distraído, pese a que estuviese muy atento a todo lo que se decía. "¿Talar árboles? No, gracias. Las tareas de brutos, para los brutos. El arte y la clase, para la gente como yo" —se dijo, nada interesado en ayudar en ese tipo de actividades más propias de forzudos. Sus manos y músculos lo agradecerían luego. 

Pues qué manera de despreciar a la señora —comentó de repente, saliendo de su mutismo—. Está claro que no todos los brujos tienen que ser hombres. Seguro que alguno de los más poderosos que pisaron este mundo no eran precisamente varones —dijo de pasada, esbozando una sonrisa mientras miraba a Dannar, antes de llevarse un trozo de pan a la boca. 

El problema es que estuvo a punto de atragantarse al mencionar el posadero poco después que hacía cincuenta años que nadie tomaba esos caminos por los que habían venido ellos. ¿Tantos? Esa revelación solo colmaba su mente de dudas e inquietudes a las que no tenía ganas de responder o darles muchas vueltas por el momento. En cambio, que el tal Uli fuese el alcalde del pueblo le llamó poderosamente la atención. Quizá no fuera mala idea hablar con él e informarle del triste destino de quien había sido su amada en el pasado. Así esa herida que a buen seguro le acompañaba desde la desaparición de Pyrrah cicatrizaría por completo y podría pasar página. 

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17/06/2021, 18:39
Dannar

Al contrario que Rion, no intentó sacar de su error al posadero, por el simple hecho de que, en realidad, no estaba del todo desencaminado. Los brujos eran hombres, siempre había sido así, hasta que la escuela del Gato había decidido saltarse aquella norma no escrita, años atrás. Aún así, la cantidad de mujeres que llegaban a sobrevivir a las pruebas y al entrenamiento debía de ser más bien escasa; no se habría sorprendido de saber que era la única con vida. El que aquellas gentes no hubieran tenido contacto con nadie de su profesión, en cambio, venía a confirmar lo que ya imaginaba, aunque no tanto que no tuvieran la clase de problemas que requerían su atención; siempre había problemas. O siempre los había habido. Tenía que aceptar que, por desgracia, con el tiempo se había dado cuenta de lo mismo que la mayoría de sus colegas: los monstruos estaban desapareciendo, cada vez eran menos, sus habituales territorios absorbidos por la humanidad. Pronto, unos cientos de años más tal vez, mil a lo mejor, y puede que no hiciera falta una próxima generación como ella. Dannar suspiró; esperaba que ella al menos no acabara teniendo que mendigar, o vendiendo su hoja como los de la Víbora.

Perdida en sus pensamientos prestó más bien poca atención al posadero, aunque se quedó con lo importante, que era visitar a Uli. También con el comentario de que hacía al menos cincuenta años que nadie usaba esos caminos, lo que evidenciaba lo mucho que todo podía haber cambiado de lo que la anciana del bosque recordaba. No fue la única que debió darse cuenta, a juzgar por los gestos contrariados de sus compañeros y la pregunta de Martem, a la que si atendió.

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18/06/2021, 17:30
Morkam

Morkam asintió ante las palabras del posadero a modo de agradecimiento. Sin duda conseguir unas monedas calmarían la ansiedad que se había acumulado las últimas semanas en el corazón del enano. Añoraba la tranquilidad de un trabajo honrado y dedicado como era el de un artesano. 

Lo certo es que sona ben eso de trabajare en el aserradero o hacendo remendos—dijo poco después con voz calmada—. Graces por sus palabras Gunter. 

Cuando la comida llegó, primero hizo acopio del pan que aún estaba caliente. Aunque le faltaba algo de carne para meter entre medias, siempre había pensado que no había mejor manjar que una hogaza recién hecha. Este manjar lo acompañó de manera simple con algo de mantequilla y un buen vaso de leche. 

Durante unos segundos detuvo su desayuno al escuchar que Uli era el alcalde del lugar. La sorpresa se dibujó en su rostro pues no se podía negar lo curiosa que era la vida. Aquella persona que podía ofrecerles unas monedas por librarles de los lobos, era el mismo que había vivido un romance con la pobre niña. 

Una parte de su mente le suplicaba guardar silencio e intentar empezar de nuevo su vida en aquel lugar. Según parecía, toda persona trabajadora tenía cabida en aquel pueblo; sin embargo otra parte de su ser le gritaba reiteradamente hacer justicia y descubrir la verdad que había sido sepultada bajo el polvo del tiempo.

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18/06/2021, 19:04
Gunter

El joven posadero puso cara de circunstancias cuando irrumpió el bardo con reproches sobre el prejuicio al género de los brujos. Rápidamente se disculpó y dio la razón al bardo, asegurando que no le cabía duda de que había buenas mujeres guerreras en el mundo. Después, tras tragar saliva y sonreír forzadamente, atendió las preguntas de Martem arrugando la frente ante la singularidad de las cuestiones.

—Que me se lleve el Diablo si no son raras vuesas preguntas. —Comentó el posadero rascándose el cogote. —Pos yo diría que el alcalde ya debe estar en los cincuenta. Cincuenta y pocos, pues ya canas y todo se le ven, y su hijo el mayor creo que es de mi quinta. Gunter, el posadero, no aparentaba mucho más de veinticinco años. —Y sobre la casa, pues ni idea. Eso siempre ha estao hecho un destrozo. Na más que pa que jueguen los críos entre los escombros. Cuando yo era un mocoso ya estaba de esa guisa y por ahí jugábamos los míos. Entoavía tengo aquí la marca de un clavo que a poco me deja mudo. —Alzó el cuello para mostrar una pequeña cicatriz que daba prueba de ello. —¿Por qué ese interés?