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En la flor de la vida

Belmonte

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15/09/2021, 12:08
Dannar

La tranquilidad asomó en el rostro de todos y cada uno de ellos cuando, por fin, se alejaron de aquella cueva, ahora cegada. Tras un duro trabajo, nada en absoluto había pasado, y el único recordatorio de la funesta sensación que habían tenido eran los huesos de Pyrrha metidos en el saco; por suerte, eso era todo lo que parecía quedar de ella, nada de maldiciones ni espíritus atormentados.

Comieron en el bosquejo, lejos de los cadáveres de los lobos y la indeseable compañía de carroñeros y moscas. Fue un aperitivo frugal que, sin embargo, llenó algo sus estómagos y terminó de asentar aquella tranquilidad bien ganada. Cuando el barbirrojo sugirió quemar a los animales, no puso ninguna pega, y su encogimiento de hombros bien pudo ser una forma de animarle a ello.

Cuando acabaron allí, tomaron el camino y se pusieron de nuevo en marcha, listos para volver a Belmonte. Cuando llegaron al cruce del supuesto atajo, se detuvo pensativa un instante. Empero, el día se iba alargando y no tenía muchas ganas de llegar tan tarde al pueblo, así que sin decir nada siguió caminando.

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19/09/2021, 17:37
Rion Aedryn

La colaboración de Rion en la tarea de bloquear la entrada de la cueva fue más bien exigua, porque según palabras textuales en boca del bardo "no estoy hecho para este tipo de actividades rudimentarias". No lo había estado siendo un niño; ni lo estaba ahora, cerca de la treintena. Sin embargo, les dedicó algunas frases de ánimo mientras tocaba el laúd de un modo armonioso que levantara el ánimo durante el arduo trabajo. Por fortuna, el malestar de su cuerpo (y del de sus compañeros) se había marchado una vez guardaron los restos de la muchacha en un saco. Quizá se había dejado llevar por el pánico y por unos temores infundados.

El único inconveniente vino después cuando el hambre llamó con insistencia a su estómago, reclamando algo de alimento que acallara esos rugidos. Las provisiones que llevaba consigo desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos, si alguien le miraba de reojo. Rion era el tipo de persona que tenía un apetito insaciable, pero que gozaba de una constitución y un metabolismo envidiables que no le hacían engordar ni un ápice. Eso y que habían sido muchas jornadas sustentándose con lo básico, por lo que sabía lo que era no comer prácticamente nada. 

Bien está lo que bien acaba. Buen trabajo —le dijo al grupo, al ver que terminaban todos de comer y se disponían a regresar a Belmonte, tras finalizar su cometido allí.

Cualquiera diría, no obstante y observándolo en otros momentos de la aventura, que estaba de tan buen humor.

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20/09/2021, 02:30
Morkam

Por fortuna para el grupo, especialmente para el enano, aquella sensación de opresión era una emoción infundada por el miedo. Ninguna bruja, espectro o demonio hizo acto de presencia. Tan solo los restos de Pyrrha, unidos a los de otros desconocidos, esperaban inmóviles en la cueva. A pesar de ello, el nudo que se había instaurado en su estómago, no cedió en lo más mínimo. 

Con los restos de la pobre muchacha, el grupo casi al completo se puso manos a la obra, algo que provocó una mueca de desagrado por parte del enano; sin embargo, con cada rasgueo y tarareo entonado por Rion, el ánimo de Morkam mejoró. Gracias a esta distracción la tarea no solo se hizo más amena, sino que además sus pensamientos se centraron exclusivamente en dos cosas: El trabajo y la música. 

Tiempo después, en los que Morkam aconsejó a sus compañeros sobre la manera de proceder, la entrada estaba sellada. Cualquier miembro de su raza se sentiría avergonzado de tal resultado, pero poco más podía hacerse dadas las circunstancias. A pesar de ello, tales pensamientos no le impidieron disfrutar de un merecido descanso y comida junto a sus compañeros de viaje. Se sentía cómodo y seguro con ellos, no solo por la protección que le brindaban, sino por la tímida amistad que comenzaba a crearse.

Cansados y con el trabajo realizado, una vez terminaron de devorar la cecina, el queso y el pan, pusieron de nuevo los pies en el camino, dispuestos a disfrutar de una buena jarra de cerveza. 

Esto creo que merece un bon estofado y una gran cerveiza, ¿no?— preguntó el enano con una sonrisa en los labios—. Es más, sino la memoira no me falla, alguien iba a invetar a una ronda. 

Después de pronunciar las últimas palabras, observó a Dannar con una mirada de complicidad, cargada de vivacidad.

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21/09/2021, 12:49
Director

A pesar de que estaban cansados tras el trabajo en la cueva, el camino de vuelta les resultó más ameno y agradable. Tal vez fuera porque sus corazones estaban libres de la congoja y la superstición con la que se había acompañado la entrada a la cueva, que había ido creciendo en ellos conforme el momento de entrar se hizo más patente. Además, el camino se convirtió rápidamente en un descenso y el sol ya estaba bajo y no pegaba con tanta fuerza como a la ida. Aliviados por no haber tenido que enfrentarse a ninguna de las calamidades que se pasearon por sus respectivas imaginaciones, el grupo llegó a Belmonte cuando el sol ya se escondía bajo tras las montañas y las sombras se alargaban con rapidez.

Al llegar a Belmonte se dirigieron directamente a la casa del alcalde Uli, a fin de no importunarle más tarde, cuando llegara la hora de la cena o de dormir. El hijo de Uli les atendió en la puerta y, cuando preguntaron por su padre, con cara de circunstancias les dijo que se encontraba indispuesto. Una voz ebria que venía del interior cantando una triste tonada permitía augurar qué tipo de indisposición sufría el buen hombre. Al parecer, aquella botella de aguardiente que Uli miraba pensativo solo había sido la primera de un buen número de ellas.

—Os ruego que volváis mañana por la mañana, cuando padre se encuentre... mejor —  les pidió el muchacho antes de cerrar la puerta con la esperanza de que las voces de su padre no traspasaran el grueso portón y las paredes de piedra.

Notas de juego

En este turno podéis describir libremente lo que hacéis en la posada.

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21/09/2021, 18:48
Martem de Bremervoord

Tras unas cuantas horas de viaje, decididamente más agradable que la ida, el grupo de viajeros llegaron a Belmonte. El sol ya estaba desapareciendo tras las imponentes montañas, haciendo que el pueblo ofreciese una imagen muy similar a la que mostrara la noche anterior, cuando franquearon sus fronteras por primera vez. Ante la ya familiar visión del asentamiento, los nervios de Martem terminaron de calmarse para dar paso a su habitual estado de alerta serena. Nada había pasado durante todo el trayecto, pero no convenía relajarse del todo.

No por comprensible, el estado de indisposición del alcalde Uli dejaba de ser un inconveniente. Su hijo los conminó a regresar al día siguiente; cuanto más tardasen en cobrar, más tardarían también en poder abandonar aquel lugar y continuar ruta hacia pastos más verdes. Sin embargo, no quedaba más que resignarse a aquella realidad.

En cualquier caso, no había nada que hacer hasta el día siguiente. Martem no tenía sueño aún, de modo que decidió darse una vuelta por el pueblo, buscando algo de entretenimiento, oportunidades de ganar algo de dinero, o ambas cosas a la vez. Aquel lugar era pequeño, y no se sentía tan desesperado como para arriesgarse a que lo pillaran robando, aunque cualquier otra actividad podría valer.

Una vez se hubo aburrido de lo que quiera que Belmonte tuviese que ofrecer, el cidario regresó a la posada. Después de cenar y beberse un par de jarras que le calentasen el estómago, estaba listo para irse a dormir.

Mañana sería otro día.

- Tiradas (1)
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22/09/2021, 01:57
Dannar

Belmonte les saludó de nuevo a su llegada, envuelto en sombras a la caída del sol, exactamente igual que la noche anterior. De nuevo llegaban por el mismo camino, provenientes prácticamente del mismo lugar, aunque con un destino en parte diferente; decidieron, de mutuo acuerdo y sin necesidad de decir nada, dirigirse directamente a casa del alcalde, y así poder acabar con aquella tarea, cobrar el dinero prometido y centrarse en cual sería el siguiente paso sin ninguna atadura ni obligación.

Para cuando llegaron, fue otra vez el hijo quien abrió la puerta, aunque en esta ocasión no hubo la misma suerte, y pronto pudieron imaginar que las noticias habían afectado a Uli de una manera muy humana, con unos resultados esperables. Por desgracia, eso les dejaba con un un montón de huesos metidos en un saco de arpillera, y con otra jornada allí sin nada que hacer más que esperar.

Mientras que el barbirrojo optó por darse una vuelta por el pueblo, ella decidió ir directamente a la taberna. Se ofreció a guardar ella la bolsa, pues nadie solía hacer preguntas a alguien de su profesión, y tampoco era una buena idea pasear el contenido por todas partes. Con ello al hombro, se dirigió al que, de una manera u otra, iba a ser su destino igualmente.

Una vez entró en la sala comunal, saludó con un cabeceo y se fue a sentar a una mesa apartada, desde dónde pudiera ver bien a tanto la puerta como a los parroquianos, y donde no llamara mucho la atención, como tenía por costumbre. Pidió un estofado caliente, un mendrugo de pan sin preguntar si estaba o no duro y una jarra de cerveza, tras la que cayó una segunda y, después, una tercera. Fue tras esta última que se levantó, se despidió de la compañía, y se fue a su habitación, dispuesta a descansar mientras pudiera tanto como le fuera posible.

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25/09/2021, 01:37
Jezal

Cada segundo que pasaba era un segundo en el que estaba convencido de que finalmente ocurriría algo, y cada segundo la realidad le quitaba la razón. Y sin embargo, eso resultaba ser más enervante a que realmente tuvieran que enfrentarse a ningún tipo de amenaza. Solo al final, cuando recogieron los restos de Phyrra, se olvidó del significado del miedo y en su lugar se centró más en su propia curiosidad.

En aquella última oportunidad antes de marchar de la cueva para sellarla se quedó un largo momento mirando los cuerpo. Los observaba con tanta intensidad que parecía que estuviera esperando que sus bocas sin lengua se abrieran y le explicaran palabra a palabra lo que había ocurrido, pero sus mandíbulas permanecieron tan estáticas como siempre. Lo que fuera que hubieran sido aquellos hombres lo que fuera que les había dado muerte parecía condenado a ser olvidado junto con ellos, y así su curiosidad también estaría condenada a no ser saciada.

A su vuelta, no le extrañó más de la cuenta que Uli no estuviera dispuesto a recibirlos en aquel momento. Escuchar su voz más allá del umbral aclaró el por qué, y no es que Jezal pudiera culparlo. Demonios, hasta él tenía ganas de beber, y de esa tragedia en concreto no había sido más que un espectador.

Como Dannar, él también decidió que su mejor opción era la taberna. Era cierto que había pensado en ganar unas monedas con sus brazos, pero eso había sido antes de hacer el camino de ida y vuelta hasta la guarida y recibir de forma tan directa la atención del sol. En ese instante lo único en lo que podía pensar era en descansar un rato, y no habría mejor manera que dejando correr el tiempo con alguna que otra cerveza antes de volver a su habitación.

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26/09/2021, 19:30
Rion Aedryn

Rion llegó a la taberna de Belmonte bastante más relajado tras haber cumplido con lo prometido, pese a que la recompensa se fuese a demorar hasta que a Uli se le pasara el mal trago (en el sentido más literal que existe). Era normal; acababa de cerrar una herida de su pasado de una manera directa. 

La clientela local volvía a poblar la tasca, añadiendo ese toque hogareño y ruidoso que tanto echaba de menos en su viaje. Contemplar aquello resultaba melancólico: un grupo de personas disfrutando de sus quehaceres y rutinas, ajenos al mal que se extendía por gran parte de la región. Casi podría decir que estaban viviendo en un permanente sueño del que tal vez se despertaran más pronto de lo que pensaban o que este se tornara en una cruda pesadilla.

El bardo esbozó una amable sonrisa al ver que varios de los parroquianos alzaban sus jarras de cerveza al reconocerle. Tras pedir unas cuantas para él —estaba sediento— y enterarse del plato del día, Rion se sentó en una de las mesas, llenando el buche en cuanto el estofado estuvo en sus manos. Disfrutar de la comida era como un ritual para él. Al poco de terminar la comida, se le acercaron un par de hombres preguntándole si les contaba alguna historia y este accedió si le invitaban a otra jarra. 

Había algo curioso en las anécdotas e historias de Rion. Y es que uno no sabía hasta qué punto estas eran veraces o no. O si realmente el bardo había vivido todo lo que contaba por su boca. Para aquella ocasión decidió contarles el día en el que estuvo a punto de ser devorado por un oso, quien a su vez terminó siendo devorado por un monstruo espantoso. Lo mejor era comprobar los rostros bobalicones de aquel dueto, pidiendo que siguiera narrando. Evidentemente él no era el protagonista. Se lo inventaba todo o cogía detalles de aquí y de allá; por ese motivo le gustaba mantener siempre los oídos bien abiertos para enterarse de cualquier chisme que le resultara interesante.

La noche cayó antes de lo esperado y tras varias jarras, sintió la imperiosa necesidad de buscar una letrina. En esas estaba cuando cruzó su mirada con la muchacha que la noche anterior ya le puso ojitos un par de veces. Le guiñó un ojo a la chicuela, adoptando una pose grácil y estilizada, algo deformada por el punto de embriaguez que recorría su cuerpo. Sin embargo, sus instintos le pedían que no se quedara esperando una reacción de la joven, por lo que esta vez fue él a su encuentro. 

Disculpad, bella flor. Estoy buscando un lugar en concreto y no sé por dónde empezar. ¿Podrías guiarme? Quién sabe si además podríamos hablar con un poco de discreción en un rincón apartado de tanto gentío...  —Y mientras lo comentaba, acortaba las distancias, estrechando un poco el cerco, sin dejar de mantener contacto visual con ella en ningún momento.

- Tiradas (1)
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28/09/2021, 18:12
Director

Martem se percató pronto de que Belmonte no era Novigrado, ni ninguna otra ciudad llena de la vida nocturna ajetreada y licenciosa donde alguien como él podía mezclarse fácilmente entre la multitud y tan solo extender la mano para hacerse con aquello que quisiera, lo cual implicaba a menudo hurgar con disimulo en las bolsas de los confiados transeúntes. No, Belmonte era un pueblo tranquilo cuyos habitantes miraban con desconfianza a los extraños llegados de fuera y agarraban con fuerza sus zurrones a pesar de que en ellos poco más de valor podía haber que nabos o zanahorias.

Martem dio una vuelta y regresó al cabo tras ver, algo frustrado, que aquel lugar no tenía mucho para ofrecerle. Al menos en la posada podría gozar de un plato caliente, una cerveza fría y un jergón decente en el que pasar la noche.

Notas de juego

La tirada fue un desastre. XD

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28/09/2021, 19:20
Uli

Se despertaron al punto de la mañana para comprobar que el bardo no había ocupado el camastro que habían dispuesto para él. Temiendo que se encontrara todavía bebiendo en la sala común bajaron a desayunar pero tampoco allí dieron con él y ni Gunter ni su esposa lo habían visto desde la noche anterior. Ya lo daban por perdido cuando volvió radiante y lleno de energía a pesar de la evidente falta de sueño, silbando y canturreando contento como un jilguero.

Una vez ya todos reagrupados y con los estómagos llenos, el grupo se dirigió a casa de Uli confiando en que el alcalde se encontrara en mejor disposición que la noche anterior. Se sorprendieron al escuchar que la cogorza del alcalde había llegado ya a oídos de todo el mundo, del mismo modo que les había sorprendido la noche anterior que a su regreso todos les preguntaban por los lobos y si había habido suerte en su captura. Nada en Belmonte iba más rápido que los rumores. En la casa de Uli, nuevamente el hijo más joven del alcalde les recibió en la entrada y los acompañó hasta el despacho de su padre, donde se encontraron a un Uli algo mareado, con unas terribles ojeras encajadas en un rostro macilento que se veía forzado a sostener con una mano para evitar descalabrarse contra la mesa. Bebía agua a sorbos de un vaso y torció el gesto con la entrada del numeroso grupo a su despacho, aunque daba la sensación que hasta los pasos de un gato le provocarían jaqueca en el estado en que se encontraba. Ahora que lo veían así les dio la sensación de que aparentaba ser mucho más viejo que el día anterior, hasta parecía más encorvado y canoso que entonces.

—Os pido disculpas —dijo con voz ronca y pastosa—. Lo que ayer me dijisteis me afectó demasiado y me he desquitado con la botella. Lamento no haberos atendido a vuestro regreso carraspeó la garganta intentando deshacerse sin éxito de la ronquera.

Cuando le informaron de que habían cumplido con la tarea encomendada, a excepción de los tres lobos que lograron huir, Uli abrió con una dificultad no acostumbrada el candado de su mesa y extrajo cincuenta coronas que dejó sobre la mesa. Guardó el resto de nuevo en el cajón y cerró con llave. En ocasiones normales podrían intentar adornar algo la historia y tratar de arañar alguna moneda más a pesar de no traer las pieles de los lobos restantes, pero en el rostro de Uli se veía a simple vista que no estaba de humor para andar regateando y que había otros asuntos que le preocupaban mucho más.

Antes de cerrar el cajón, Uli sacó algo más. Lo contempló en su mano un instante antes de colocarlo junto al montón de monedas. Era un anillo como el de Pyrrha, solo que más grande y ancho. Junto a este colocó el que ellos encontraron, idéntico al primero salvo por el tamaño y por haber perdido algo de lustro tras pasar años al desamparo en aquella cueva.

—Ella desapareció cuando iba a contarle a su abuela nos habíamos comprometido. Siempre afirmó que sería la única que se alegraría sinceramente por ello —Uli arrancó a contarles la historia de lo que había sucedido entre ellos, se trataba de una historia desgarradora que bien serviría para componer una de las canciones con las que Rion lograba que las damas rompieran a llorar cuando las escuchaban—. Hace treinta años, Pyrrha y yo estábamos sinceramente enamorados y nos veíamos a escondidas. Algo que como comprenderéis es terriblemente complicado y peligroso en un pueblo pequeño como Belmonte. Aquí te tiras un pedo y todo el mundo lo sabe antes incluso de que suene. Un día, tras hablar con sus padres y conseguir su aprobación, pude empezar a cortejar abiertamente a Pyrrha, y no tardamos en prometernos. Fueron días alegres —sin que fuera consciente de ello a Uli se le dibujó una pequeña sonrisa en el rostro—, o al menos así lo recuerdo. Todo el mundo me sonreía, y nuestras familias estaban muy contentas de que el enlace fuera a producirse. Para los padres de Pyrrha la boda era una buena oportunidad para medrar, tanto económica como socialmente. Casar a una hija con el primogénito de la familia más acaudalada del pueblo es una gran oportunidad. También mis padres veían con buenos ojos a Pyrrha, era una chica hermosa y bien educada, una buena esposa para el futuro alcalde. Así lo veía mi padre, y mi madre le daba la razón. Cuando me casé con Hilda la compararon en secreto con Pyrrha hasta que mi difunta madre nos abandonó.

>>Cada semana, Pyrrha iba a visitar a su abuela Ysentrud en esa cabaña en la que vivía. Y vive —se corrigió de inmediato, llevaba tantos años dándola por muerta que todavía no se acostumbraba a saber que seguía viva—. La señora se mantenía bien cuidado de su pequeño huerto y su escaso ganado, pero siempre acusaba alguna carencia. Por eso, Pyrrha iba los martes a llevarle lo que necesitase, pasaba la noche con ella y volvía el miércoles a Belmonte a seguir ayudando a su familia. Cuando Pyrrha no volvió aquella vez, todos nos preocupamos mucho. Hicimos numerosas batidas y mi padre envió partidas de búsqueda pero nunca se encontró ni una pista sobre ella. A escondidas, cuando la gente creía que no me enteraba, se decía que Pyrrha había sucumbido a la presión del casamiento y se había fugado, pero yo nunca lo creí.

>>Su madre, Anna, se obsesionó con las ilusiones que se había hecho de ver su familia prosperar y fue consumiéndose en la pérdida. Ender, el padre de Pyrrha, agotó los recursos familiares haciendo lo posible por dar con ella, incluso cuando los demás dejamos de intentarlo. Finalmente, cuando se arruinaron y agotaron los prestamos que algunas personas les dieron, Ender tuvo que dejar de buscarla pero Anna enloqueció y apuñaló a su marido mientras dormía y se suicidó rajándose el vientre y lanzándose al río —el silencio cubrió la sala denso y pesado durante unos instantes, hasta que la voz afónica de Uli lo atravesó torpemente—. Belmonte quedó afligido por la tragedia pero pronto se dejó de hablar del asunto con la esperanza de que cayera en el olvido. Y así fue para la mayoría. Yo no olvidé. Jamás lo hice, pero sí que superé la pérdida de Pyrrha unos años después y me casé con otra mujer y formé una familia.

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28/09/2021, 23:07
Martem de Bremervoord

Martem ya suponía que Belmonte sería un muermo comparado con ciudades más populosas, pero tampoco imaginaba que al caer el sol no hubiese absolutamente nada más que hacer aparte de ahogar las penas en el fondo de una jarra o irse a dormir. Por ello, su paseo por el pueblo fue más bien breve y definitivamente aburrido. La mayoría de sus compañeros ya se habían ido a dormir cuando él llegó a la posada, en la que tampoco parecía haber nada para él, de modo que bebió su consumición en silencio y se fue directo a su habitación. Después de atrancar la puerta como de costumbre, se echó en su catre. Le parecía que tardaría en conciliar el sueño, pero por una vez, sentía que no había «sombras» amenazando en los rincones de su pensamiento, imágenes sórdidas o recuerdos recientes frente a los que tuviese que pasar de puntillas para no despertar dolores viejos. Así, le resultó sorprendentemente fácil dejar la mente en blanco, y su sueño fue tranquilo y sin interrupciones.

Al día siguiente, todos se reunieron una vez más en la sala común de la posada. Martem, por su parte, no hizo ningún comentario acerca de las actividades nocturnas de su compañero más cantarín. ¿Por qué debería? Del mismo modo que a él le gustaba que respetasen su privacidad, el cidario era poco dado a entrometerse en la vida de los demás, especialmente aquella que transcurría después de que se apagasen las luces.

Cuando todos hubieron bajado y desayunado, se encaminaron directamente al hogar del alcalde. Aquella mañana, Uli parecía de mejor humor que la noche anterior, o al menos, menos sobrepasado por las recientes noticias. Tras disculparse por no haberlos recibido anoche, el alcalde les pagó lo prometido por su trabajo. Un hombre de palabra. También les mostró otra cosa: un anillo igual que el que ellos habían encontrado en el cadáver de Pyrrha, solo que de mayor diámetro. Como si la visión de los dos anillos juntos le hubiese despertado recuerdos, el hombre empezó a narrar la historia de su viejo amor perdido, cuando ambos no eran más que unos críos a los que la vida aún no había revelado su auténtico rostro. Martem no pudo evitar recordar cuando él mismo había sentido algo así. Parecía hacer tanto tiempo… En aquel entonces, el hombre llegó a albergar la esperanza de llegar a ser algo distinto a lo que era. Pero se ve que esa clase de transformaciones existían únicamente en los poemas y las canciones. No, Martem siempre sería un perro. Si un perro vivo o uno muerto, dependería exclusivamente de su astucia y su suerte.

Uli concluye la historia de la desaparición de Pyrrha con una nota desgarradora, relatando la locura de su madre y cómo esta asesinó a su propio marido y se quitó la vida después. Martem ya había oído antes aquello, pero no por ello le resultó más agradable. Una vez el alcalde hubo terminado de hablar, el cidario miró a sus compañeros para ver si alguno de ellos tenía algo que añadir a aquella tragedia.

Terrible. Lo lamento mucho —concedió. Palabras vacías, sin duda, que en modo alguno cambiarían lo sucedido ni harían que la vida de aquel hombre dejase de estar marcada por la desgracia, pero era lo que correspondía decir, y algunas personas encontraban consuelo en aquellas cosas. Martem se imaginó a sí mismo levantándose para dar un abrazo al pobre Uli. Si hubiese estado a solas con él, tal vez hubiese considerado seriamente la posibilidad. Pero aquellos sencillos gestos de afecto, que todo el mundo necesitaba, podían convertirse rápidamente en algo censurable según las circunstancias. De modo que se limitó a permanecer en silencio hasta que este empezó a pesar más de la cuenta—. Pero es algo bueno lo que ha conseguido a pesar de las dificultades, si me lo permite. Una familia es algo de lo que no todo el mundo puede jactarse. —Dejó escapar un suave suspiro—. Bien, si no hay nada más en lo que podamos ayudar…

Dejó la frase en el aire, inconclusa, por si alguien quería terminarla.

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30/09/2021, 14:48
Dannar

Los primeros rayos del sol la pillaron ya despierta, lavándose con el agua fría de una jofaina. Se vistió, se puso su armadura y recogió sus cosas, como siempre hacía, manteniendo todas sus pertenencias siempre encima, a punto para irse de cualquier lugar rápidamente si así lo requería la ocasión; en su profesión, eran muchas las veces que eso ocurría.

Bajo a desayunar, dónde se unió al resto, en silencio como era habitual en ella, y no necesito decir nada, ni ella ni ninguno, para que de mutuo acuerdo, cuando acabaron, se pusieran en marcha hacia la casa del alcalde. Allí, otra vez les recibió el arrogante crío, aunque esta vez ya había aprendido la lección y les llevó hasta su padre sin palabra alguna. Y así estuvieron frente a Uli, que había envejecido varias décadas en una noche y, además, padecía los efectos de la que debía ser una terrible resaca. Éste les contó su pasado, lo ocurrido con Pyrrha, y lo acontecido después. Una triste historia, de esas que siempre había, fuera donde fuera; escuchó con respeto, pero no removió demasiado en ella, y su atención estuvo más puesta en el dinero que acababan de ganar y en cuál sería su siguiente paso, que en los sufrimientos que su anfitrión había padecido. Solo volvió a atender realmente cuando Martem, muy sutilmente, dejó caer que, si había más trabajo, estaban dispuestos a hacerlo.

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04/10/2021, 12:05
Rion Aedryn

Rion amaneció aquel día estirándose con cierto fastidio y remoloneo, pensando que el lecho de la posada no era de tan buena calidad como intuía. Ese fue su primer error. No estaba en el dormitorio de la posada, sino en una vieja alcoba, bastante humilde y austera. Ahora recordaba lo que había ocurrido al avanzar la noche y una sonrisa afloró en su rostro, especialmente al volver la vista a su lado y comprobar a la joven que aún dormía, tan apetecible y hermosa como estaba en ese instante. No había necesitado desplegar durante demasiado tiempo sus encantos para que ambos terminaran en el catre disfrutando del roce de sus cuerpos hasta altas horas de la madrugada. A decir verdad se encontraba algo cansado y sediento, pero el cansancio de esa manera se pasaba mejor. Dónde va a parar. 

Despertar en una alcoba desconocida podía suponer un problema según para quién, pero despertar en una alcoba ajena junto a una moza desnuda que estaba a tu merced, era de las mejores cosas que le podían ofrecer el mundo. Saludó a la chica, de quien no recordaba ni el nombre, dicho sea de paso, tras los ríos de alcohol que bebieron, acariciando su cabello durante unos segundos antes de dejarle algún que otro beso juguetón a la altura del cuello. Al final, entre caricias y arrumacos que fueron incrementando el calor en la habitación, lo acabaron haciendo otra vez y eso ya dejó dibujada una sonrisa perenne en el rostro del bardo quien se marchó de allí con una expresión de pura satisfacción que no se la borraría nadie en unas cuantas horas... O eso creía.  

Tras reunirse de nuevo con sus compañeros de viaje, a los que saludó con una energía vivaz y latente para la hora que era, regresaron a los asuntos más profesionales, por lo que trató de centrarse, apartando sus instintos más básicos hasta que concluyera la visita a la casa del alcalde. Sin embargo, no estaba preparado para el relato que vendría a continuación por parte del susodicho, el cual presentaba un aspecto horrible en comparación con el día anterior. Increíble el daño que podía causar remover el pasado.

La larga historia que les contó Uli fue quebrando, sigilosa y silenciosamente, sus defensas y su alegría. Maldita sea, aquel relato iba a echar por tierra la felicidad que le embargaba de buena mañana... Rion acompañó con una sucesión de gestos y suspiros de comprensión cada palabra que desgranaba el alcalde, hasta que dejó que pasaran unos segundos para que se asentara el silencio tras terminar la terrible historia.

Lamento mucho el destino de esa pobre chica y el dolor que han debido pasar en este bonito pueblo, usted el primero —concretó, en un tono conciliador—. Al menos se ha despejado una incógnita que llevaba demasiados años cerniéndose sobre Belmonte y ahora puede regresar a sus asuntos diarios y disfrutar de la vida junto a su familia. Estoy convencido de que le necesitarán tanto como usted los necesita a ellos —concluyó, haciendo una mueca de indecisión.

Lo cierto es que no servirían de mucho sus palabras en esos instantes ni estaba seguro de que Uli quisiera que le avasallaran a preguntas o comentarios premeditados en un intento de serenar su alma. Probablemente pasar el duelo en soledad o en compañía de sus seres queridos fuera lo más aconsejable para él. Porque el bardo no quería indagar en por qué nadie halló una pista de la joven si estuvieron tanto tiempo desplegándose por los alrededores en su búsqueda. No le cabía en la cabeza que nunca se hubieran topado con la cueva en la que hallaron el cadáver. 

Suspiró, mirando hacia el suelo con resignación. Todo era tan extraño a veces...

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04/10/2021, 12:56
Jezal

Ni todo el descanso del mundo podía prepararlo para el tipo de esfuerzo que requería lo que tendrían que encarar ese día, pero eso no significaba que no hubiera dormido bien. Los pesos de consciencia no cambiaban el abismo de diferencia que había entre dormir a la interperie y hacerlo sobre una cama, por rudimentaria e incómoda que esta pudiera resultar. Huir de aquel frío que había calado sus huesos durante días marcaba un mundo de diferencia.

Se había acostado temprano, así que antes de reunirse con el resto decidió comprobar cómo estaba su caballo. No había esperado que el animal llegara tan lejos, y él mismo no lo habría hecho sin él. Lo menos que podía hacer era cuidarlo mientras tuviera la oportunidad.

Dero después se ruenió con el resto, desayunó y se dispuso a visitar a Uli. Escuchó la historia, rellenando los pocos huecos que les quedaban, y únicamente pudo dejar la cabeza ligeramente gacha. Si había un ligero consuelo era que, al menos en apariencia, aquellos que habían hecho daño a Phyrra tampoco habían vivido para contarlo. Pero se preguntaba si esa era todo la verdad. ¿De dónde habían salido? Belmonte le había parecido a primeras un lugar bastante aislado, pero quizá se equivocaba.

En cualquier caso, se mantuvo en silencio. El alcalde no les había preguntado por los detalles de lo que habían visto, y no iba a sacarlos así porque sí. Dejó que los más carismáticos del grupo tomaran la palabra, y se preparó únicamente para seguir el camino que marcaran.

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06/10/2021, 18:37
Uli

Uli aceptó las condolencias con agradecimiento. El suceso había pasado muchos años atrás, pero el dolor que sentía era grande como el de una herida reciente, no en vano, el destino que había corrido su amada era una noticia nueva para él. Tal vez aquel hombre se había convencido a sí mismo de que Pyrrha estaría todavía viva, tal vez en una gran ciudad, que habría logrado una buena vida para ella, se habría casado y formado en una familia, y que como él, de vez en cuando se tumbaría en su cama y escuchando la respiración profunda de su pareja se preguntaría qué habría sido del viejo amor que compartieron. Uli decía no creer que Pyrrha hubiera sucumbido a la presión del casamiento, pero albergaba la esperanza de que hubiera encontrado una oportunidad mejor para su futuro. Algo que Belmonte no le daría.

—Cierto, cierto —respondió a Martem—. Mis hijos no existirían si el destino no se hubiera mostrado del modo en que lo ha hecho. Aunque sea cruel, soy consciente de ello. Pero Pyrrha... Fue una tragedia. Tendrían que haberla conocido. Tenía unos ojos hermosos y una sonrisa que te llenaba el alma... Estaba en la flor de la vida. Es una desgracia —lamentó el alcalde con la voz quebrándose de nuevo— que los jóvenes no sobrevivan a sus padres. 

Uli sintió que su tristeza se estaba contagiando entre el resto y era consciente de que ya quedaban pocos en Belmonte que llorarían la muerte de Pyrrha, y mucho menos lo iban a hacer unos desconocidos. No quiso incomodarles más con el asunto, pero no pudo evitar morderse el labio inferior y mirarlos dubitativo un instante, hasta que finalmente les lanzó una propuesta agarrándose a la última frase de Martem.

—En verdad sí me gustaría pedirles ayuda en un asunto más —se agitó incómodo en su butacón y cambió de postura—. Me gustaría saber qué fue lo que le ocurrió a Pyrrha. Se que ha pasado mucho tiempo, pero si consiguen esclarecer lo ocurrido... o al menos conseguir alguna pista, les daré cien coronas y los suministros que pueda conseguirles para su viaje. ¿Qué me dicen? —Les preguntó esperanzado.

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06/10/2021, 23:11
Martem de Bremervoord

El alcalde de Belmonte, a pesar de haber formado una familia junto a una nueva mujer hacía ya años, seguía recordando a su primer amor con una innegable intensidad, que él ni siquiera se molestaba en ocultar. Aquello posiblemente no fuese bueno para su salud emocional, y más teniendo en cuenta el terrible destino que le deparó a la joven Pyrrha.

Martem no hizo ningún comentario acerca de aquello, como tampoco dijo nada cuando Uli anunció la última tarea que tenía para ellos: quería saber qué le ocurrió exactamente a Pyrrha, que le consiguiesen pistas de lo sucedido. El cidario no era quién para emitir juicio, pero, ¿era buena idea continuar atormentándose con las tragedias del pasado? Él mismo sabía bien, por experiencia propia, que más valía tratar de pasar página y olvidar. Eso por no decir que no se le ocurría ningún modo de averiguar nada al respecto, y menos ahora que habían sellado el lugar donde sus restos habían descansado durante todos aquellos años.

De modo que guardó silencio, esperando a ver qué decían los demás. A lo mejor, si a alguien se le ocurría alguna idea sobre qué hacer, podrían caerles algunas coronas más. Martem casi se sintió mal por pensar en aquellos términos, pero a fin de cuentas, él no era quien había decidido hurgar en el pasado.

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07/10/2021, 21:43
Dannar

Dannar suspiró, no queriendo aquella tarea, aunque sabiendo que podía pasar. No era la primera vez que le preguntaban qué había ocurrido con alguien, y en ninguna de aquellas ocasiones venía bien saber nada más que lo justo y necesario; Pyrrha había muerto, indagar más en el cómo solo haría daño al hombre.

¿Está seguro de que quiere saberlo? —preguntó alzando la ceja de su único ojo—. Suele ser mejor dejar las cosas como están. No rechazo el dinero, pero murió, lo demás solo servirá para afligirle más —añadió, en un acto que podría haber pasado por empatía si no hubiera sido por el tono de sus palabras, que tiraba más hacia la molestia, como si lo viera una pérdida de tiempo.

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10/10/2021, 13:59
Morkam

Cuando llegaron a Belmonte y Morkam escuchó la voz de un ebrio alcalde, este no le juzgo en absoluto, pues el mismo artesano había sucumbido a los encantos de aquel brebaje por razones que ni recordaba. Más bien, el enano, sintió lástima por aquel pobre hombre. Quizás nunca debían haber nombrado el nombre de su antigua amada y su funesto destino. En cualquier caso, aquello poco importaba. ya estaba hecho. 

Con el clamor de las monedas tintinear en un futuro cercano, el grupo se dirigió a la taberna local. Allí cenaron y bebieron tranquilos, mientras escuchaban las extravagantes historias de Ryion entre trago y trago. Aquel día Morkam se sentía afortunado, en gran medida por las nuevas, gruesas y duras coronas que reposaban relucientes en su saco de monedas. De modo que, en aquella ocasión, dio rienda suelta a su vicio. Bebió hasta que una gran sonrisa se instaura en sus labios y continuó hasta que sus mejillas se colorearon y su lengua comenzó moverse de manera lenta y torpe. Le encantaba esa sensación. 

Al día siguiente, descansados y él con el estómago lleno, el grupo se dirigió de nuevo al hogar del alcalde, esta vez con mejor suerte. Tras dejar las monedas con la misma desgana con la que se paga a una ramera de puerto, el afligido Uli comenzó a relatar su historia, un relato triste y desgarrador. Que sumió la en un silencio sepulcral que amenazaba con cristalizarse. Morkam, al margen de los pequeños amoríos que había tenido en su vida, jamás había sentido el verdadero amor en sus carnes y sin embargo, podía llegar a entender el sufrimiento de su interlocutor. Sin saber qué decir bajo la mirada e hizo una pequeña inclinación a modo de respetos y condolencias. El adusto artesano sabía que el mundo era cruel e injusto en ocasiones, pero seguía sin saber cómo responder antes aquellas desgracias y menos aún, una de tal calibre que había traído tanto dolor a Belmonte. 

Instantes después, la promesa de ser un poco menos pobres, atrajo la atención del enano. Sin embargo, no se le ocurría ningún camino que tomar para descubrir qué había pasado. Las personas que habían conocido a Pyrrha ya estaban muertas o la habían olvidado con el paso del tiempo o al menos casi todas. Quizás la anciana demente de la cabaña pudiera recordar algo y ofrecerles un hilo del que tirar. Era una posibilidad. 

El deneiro en estos tempos es de agradeceh, pero penselo bon hombre— dijo poco después el enano—. ¿Le merece la pena?

Existía la posibilidad de que la pobre Pyrrha hubiese sido asesinada por aquellos malnacidos de la cueva o que alguien de Belmonte hubiese hecho tal encargo. Sin duda, la sangre debía pagarse con sangre o al menos con un castigo similar entre rejas, pero ¿merecía la pena después de tanto tiempo? Sin duda si él lo hubiese pasado algo así pediría lo mismo que Uli, pero como bien se sabe, las cosas desde fuera se ven con otro prisma más pragmático. 

Si sigue sen quitase la idea de la molleira dejeme decirle que tengo una idea por donde empezah, pero nah más— añadió con cierta duda en su voz—. Tanto tempo ha pasado que emprobable tarea nos encomenda. 

» Quizás la abuela Ysentrud recuerde algo todavía— concluyó sin saber si decir aquello era lo correcto. 

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11/10/2021, 19:11
Rion Aedryn

Por la descripción que Uli daba sobre la chica, Pyrrah debió ser una dama digna de cortejar y a la que le hubiese gustado conocer en profundidad. "Sin embargo, está muerta. Bien muerta" —pensó, atendiendo con el gesto un tanto extrañado a la petición que se aventuró a proponerles el alcalde. Rion miró a sus compañeros de soslayo, asintiendo con énfasis a las palabras de Dannar y del enano. No podía estar más de acuerdo con ellos, aunque recurrir a la anciana lo veía una pérdida de tiempo sabiendo cómo de frágil y esquiva era su memoria.

Podemos investigar si eso le tranquiliza y ayuda a conciliar el sueño, pero si hay algo que he aprendido de todos mis años de andanzas por el mundo... Es que remover el pasado no suele ser bueno —dijo, en un tono de voz más serio—. Por desgracia para Belmonte, esa bella dama no volverá nunca a pisar su extenso bosque... Y tampoco sé cómo íbamos a averiguar nada pasados tantos años. No podemos regresar a lo que ocurrió aquel fatídico día como por arte de magia —expresó alzando una ceja con escepticismo.

Al menos él no tenía conocimiento de nadie que fuese capaz de realizar algo semejante. En su opinión, velar por los restos de la muchacha y continuar su vida junto a su familia sería la opción más sensata. Pero en ese instante no hablaba con los aventureros la parte racional del alcalde, sino su corazón. Su dolido corazón.

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13/10/2021, 13:43
Uli

—Sin duda —le respondió de inmediato a la bruja—. No importa si lo que descubro es una verdad tan horrible que me hace un daño irreparable. Sea lo que sea quiero saberlo. Quiero... honrar a Pyrrha. 

Diversos factores podían llevar al alcalde a mostrarse tan decidido en querer que lo investigaran, y tal vez la culpabilidad por no haber encontrado sus restos en su día fuera uno de ellos. Tal vez sintiera que había traicionado a Pyrrha al haberla dejado de buscar y haberse casado con otra mujer y formar una familia. Pero, aunque había una mezcla de todos esos sentimientos en él, Uli quería en verdad llegar al fondo del asunto y desentrañar aquel misterio, y lo quería hacer por ella. Quería que la historia de Pyrrha no se olvidase, y que se supiera la verdad. Y si había alguien del pueblo detrás de todo aquello, quería que pagara por haberle arrebatado a su amada. Aunque hubiesen pasado tantos años.

—Sé que el tiempo pasado es demasiado, que las pistas estarán frías y el rastro habrá prácticamente desaparecido  —convino con el bardo— pero... si pudierais solo intentarlo. Ya sabéis, por Pyrrha.

En los ojos del alcalde brillaba la esperanza, una desesperada esperanza. Quería saber qué había sido de su vieja amada, quería hacerle justicia, honrar su cadáver y su historia, reparar el daño causado. Temía, aunque no se atrevió a decirlo en voz alta frente a ellos, que el hecho de haberse prometido con él hubiera podido desencadenar alguna desgracia para Pyrrha. Tal vez alguien codiciara la posición que alcanzaría Pyrrha al casarse con él, o tal vez alguien más amara a Pyrrha y lo hiciera por despecho, o tal vez solo fue un accidente infortunado. Por la mente del alcalde pasaban infinidad de posibilidades que ni siquiera el alcohol había podido mitigar, y eso que todavía no sabía que junto al cuerpo de Pyrrha habían encontrado el de otros cinco extraños.

—Mirad... Por terrible que sea lo que le haya pasado, peor son todas las posibilidades que pasan por mi cabeza y a continuación se aferró a la idea que decía tener el enano como quien se agarra a un clavo ardiendo—. ¡Sí! Decidme maese enano. ¡Oh, Ysentrud! ¡Casi la olvido de nuevo! Mandaré a algunos hombres a buscarla. De inmediato. La alojaré aquí en mi casa. A Hilda no le hará ninguna gracia, pero es lo menos que puedo hacer.