Partida Rol por web

En la flor de la vida

Belmonte

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21/08/2021, 20:02
Rion Aedryn

Se había mantenido callado desde que salieron de la casa de Uli, quizá un tanto pensativo sobre lo que significaba el dolor humano y la forma que cada uno tenía de asimilarlo. Parecía curioso que en una persona como él, dada a la superficialidad y a los contactos nada profundos con la mayoría de personas, se diera un gesto de compasión, de entendimiento por lo que debía estar pasando el alcalde del pueblo. Tal vez aquello explicaba que aun siendo de una naturaleza azarosa, Rion albergaba sentimientos en su corazón.

Volvió a conectar con la realidad una vez estuvieron vendiendo a los artesanos las partes de los lobos que cazaron, sacando una cantidad aceptable de dinero, aunque probablemente esta estuviese por debajo de su precio real. Pero ya se sabía cómo funcionaba el mundo del mercadeo y del tira y afloja. Con disimulo, olfateó alguna de las pócimas y productos provistos en la cabaña de Aedelheid, siendo golpeado de repente por un aroma bastante nauseabundo. El bardo tosió repetidas veces, apartándose de allí con la mayor celeridad posible. "A saber qué clase de elementos ha combinado... Una pócima de esas derribaría a un gigante solo con su hedor."

Joder... Es peor que el aguardiente más malo que haya podido probar. Y los he probado muy malos... —masculló, mientras aguardaba a que la comerciante respondiera a Morkam, quien por lo visto era el único que realmente conocía cosas sobre el mundillo.

Notas de juego

Perdonad la tardanza, es llegar los meses de verano y estar un poco desconectado de todo en general ^^u

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23/08/2021, 00:41
Jezal

De las veces que había tenido que regatear Jezal prefería no acordarse, porque conseguían hacerle añodar unos tiempos que a todas luces ya no iban a volver. De eso mejor que se ocuparan los que sabían exprimir las palabras en esa lengua. Con ese pensamiento había esperado que fueran Alberich o Martem los que rascaban algunas monedas más, pero para su sorpresa no fue otro que Morkam quien demostró lo bien que se las podía apañar. Con un poco de suerte eso les daría justo lo que necesitaban y, en el peor de los casos, menos no iban a sacar. Sin hacer cuentas, le parecía que al final iba a ser un buen pelizco para cada uno.

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25/08/2021, 15:44
Director

—Sus doy noventa, y estoy perdiendo dinero —respondió el peletero sumando diez monedas más a la mesa para cerrar la transacción del sebo.

El enano se movía con soltura en aquellas lides, regateando las ofertas y sabiendo hasta dónde podía tirar sin causar un agravio. Y eso que hablaba el idioma poco mejor que una bestia de tiro, aunque eso sí, conocía perfectamente el lenguaje del comercio. No en vano se había pegado toda la vida realizando transacciones de ese tipo. Incluso llegó a convencer a la anciana Aedelheid de que les pagara una cuantiosa suma más por los huesos de perro, llegando a alcanzar la cifra de noventa y seis coronas por los doce huesos, que era más o menos el precio de compra en las tiendas de Novigrado por unos huesos como aquellos. 

—Eso no es aguardente —le dijo la vieja al bardo al ver que olfateaba en uno de los alambiques—, es vigorizante pal fornicio de los caballos. Maese enano, le pago lo que me pide pero de mi libro de recetas na más que le enseño el forro.

En aquella última propuesta el enano no tuvo tanta suerte. Para la anciana aquel libro de recetas era su sustento, y mantener en secreto sus elaboraciones más intrincadas y elaboradas, aquellas que eran obra suya y en las que había trabajado media vida, era la clave de seguir manteniendo el negocio en activo y, a fin de cuentas, de llevarse un mendrugo de pan a la boca. Solo le faltaba que otro herborista se pusiera a hacerle la competencia a precios más bajos.

Notas de juego

Resumiendo 90 por el sebo, 96 por los huesos.

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25/08/2021, 17:43
Martem de Bremervoord

Al final, gracias a Morkam, los forasteros obtuvieron mucho más por sus mercancías que lo que originalmente les habían ofrecido. Martem no pudo evitar hacer un comentario animado en cuanto la comitiva abandonó la cabaña de la vieja Aedelheid:

¡Mira el enano! —exclamó, dándole una sonora palmada en la espalda—. ¿Quién lo iba a decir? Todo lo que te falta de labia lo compensas con cara dura, ¿eh? «Ambos sabemos que esto vale más» —dijo, dando a su voz un matiz rústico y gutural para mejor imitar a su compañero—. Bien jugado. Tendrías futuro en Bremervoord.

El cidario se arrepintió de decir esto en cuanto las palabras abandonaron sus labios. ¿Acaso alguien tenía futuro en Bremervoord? Poco importaba ya. Martem decidió centrarse en lo que tenían entre manos: los lobos.

Bueno, ¿hay algo más que queráis hacer por aquí antes de volver a la cueva? Si no, estaría bien salir cuanto antes. Me gustaría ir y volver antes de que se hiciera de noche, ya sabéis.

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26/08/2021, 19:54
Dannar

Dannar no dio muestras de ello físicas de ello, pero se sentía gratamente complacida de que el enano, finalmente, se hubiera lanzado a regatear. Había conseguido una cantidad nada desdeñable, posiblemente más de por lo que ella habría logrado vender incluso en una gran ciudad; puede que no fuera un gran guerrero, armado con su cuchillo y piedras, pero gente como él era mejor tenerla cerca, el dinero solía fluir mejor cuando así era, bien lo sabía ella.

Salvando las distancias, me recuerdas a un viejo amigo —dijo a Morkam—. Buen trabajo, esta noche te invitamos a las cervezas. —Si todo iba bien y no tenían ningún percance, claro—. Intentemos aprovechar hasta entonces, en marcha a por esos lobos.

Notas de juego

¿Cuánto nos toca entonces a cada uno? Qué podría calcularlo, pero sé que alguno seguro que ya lo ha hecho jaja.

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27/08/2021, 11:43
Morkam

A pesar de obtener una negativa por parte de la herbolaria, el aretesano salió con una sonrisa en los labios. Desde que habían tenido aquel encuentro con los lobos, una pesada losa se había instaurado en los hombros del enano, después de todo no había hecho gran cosa. Por el contrario, en aquel momento, se sentía orgulloso y de utilidad para aquel grupo. 

¿Caradura?— preguntó el enano confuso—. Ahh, un caredura dices. Pos pue ser, no lo voy a negah, pero ahi que sabe hasta dónde terar. Ya me entendes. Todos queremos ganarnos el pan, ¿no?

El cambio de gesto del Cidario, cuando éste pronunció aquellas palabras, no pasó  inadvertido para Morkam. Todos en aquel lugar sin duda habían perdido a alguien y tenían cosas de las que avergonzarse. Por ello se limitó a responder con un asentimiento de cabeza, quitándole importancia. Después de todo él no era quién para meterse en la vida de los demás. 

Espero que aquel vejo amego que cayera en grazea—respondió con una sonrisa ante las palabras de la bruja—. Esta noche tos nos mecemos una bona jarra cerveza y una bona cena. 

» Vayamos a la dechosa cueva— añadió poco después mientras seguía a sus compañeros—. Esperemos que to sea coseh y cantare.

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31/08/2021, 20:06
Rion Aedryn

Ah, qué interesante. Ya decía yo que empiezo a notar un cosquilleo extraño en la entrepierna —replicó, esbozando una sonrisa irónica tras revelar la comerciante el contenido de uno de los frascos que el bardo había estado olfateando con desinterés. 

"Como para atreverse a probar el resto de lo que tiene por aquí" —pensó, antes de abandonar aquel viejo y humilde comercio. Curioso que se mantuviera todavía en pie y funcionando, sin disponer de demasiados clientes (o eso intuía) a los que vender todos esos potingues. No obstante, la visita había resultado ser un éxito, gracias a la habilidad para regatear del enano. Quién lo iba a decir.

Rion se quedó observando el exterior del pueblo durante unos instantes antes de volver la vista a los demás, cuando se empezó a discutir si debían partir hacia la cueva ya o no.

Coincido en que si vamos a marchar hacia allá,  será mejor hacerlo durante las horas del día, para evitar algún tipo de contratiempo en la noche. Si nos encargamos rápido del asunto podremos pasar el resto de la jornada en la taberna y siendo un poco más ricos para gastarlo en comida y cerveza —apuntó, pasándose una mano por su melena, revolviéndosela. Necesitaría también un buen baño pronto.

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02/09/2021, 11:52
Director

Una vez finiquitado el tema de deshacerse de lo que habían logrado extraer de los lobos, y tras ganar unas cuantas coronas mercadeando por el pueblo, el grupo decidió ponerse manos a la obra y aprovechar lo que quedaba de mañana y la tarde para ir hasta la lobera y encargarse del trabajillo que les había encomendado Uli. Ninguno de ellos quería andar por los montes y los bosques por la noche sabiendo que podrían encontrarse con algún peligro.

Retomaron el camino que les había conducido a Belmonte el día anterior, pero esta vez lo hicieron subiendo la pendiente. Pasaron junto a los campamentos madereros y poco después se adentraron en el bosque y dejaron atrás las calvas que el hacha de los leñadores provocaba en la arboleda. El camino se fue empeorando conforme se alejaban de Belmonte hasta convertirse en el desvencijado sendero que recordaban. Poco más de una hora después llegaron a la bifurcación del caminucho que Ysentrud había denominado como un atajo desde su casa, y tras otras dos horas y media llegaron a la zona donde habían tenido el encuentro con los lobos. El camino, además de serpentear como una culebra, ascendía por la ladera de la montaña en su mayor parte, por lo que les había costado algo más de tiempo que el descenso a la ida. Hacia un día radiante y sin una sola nube a la vista, y a aquella hora el sol caía a plomo sobre sus cabezas. Tuvieron que aprovechar la sombra que les proporcionaban los árboles del lugar y maldecían los tramos en los que el camino pasaba pegado a la ladera, junto a algún despeñadero, y donde no había modo de refugiarse de los rayos solares.

Los restos de los lobos todavía se encontraban donde los habían dejado despojados de sus pieles, algunos huesos y la grasa del costado, de las que ya habían sacado un buen rédito. Ahora los restos servían de festín para otros animales que habían sido atraídos por el olor de los cadáveres. La llegada del grupo espantó a unas aves carroñeras que se daban un festín a costa de los lobos muertos, aunque a las moscas que rondaban los cuerpos poco les importó la llegada del grupo y siguieron rondando molestamente por allí. Desde es lugar la lobera estaba a tiro de piedra, como bien sabían.

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02/09/2021, 16:11
Martem de Bremervoord

Es curioso cómo, una vez se conoce un camino, este parece más corto que la primera vez que se emprende. Esa fue la sensación que le dio a Martem en su caminata de regreso a la covacha de los lobos, a pesar de que en esta ocasión debieron hacerlo en pendiente. Probablemente, el hecho de que estuviese mucho más descansado también tuviese algo que ver con aquella impresión. Sin embargo, el solazo que caía de plano sobre los caminantes sí hacía el viaje algo más incómodo, y aun con el calor que hacía, el pelirrojo se vio obligado a echarse la capucha para proteger su sensible piel y sus ojos de la poderosa luz. A decir verdad, Martem nunca había entendido demasiado por qué a todo el mundo le gustaban tanto los días soleados, por qué llamaban «mal tiempo» a la niebla, las nubes y las borrascas. Sí, los días de sol podían ser agradables, siempre que no hiciese demasiado calor y uno tuviese la posibilidad de refugiarse bajo alguna sombra. Pero aquellos veranos calurosos y deslumbrantes lo ponían de mal humor. Él prefería, con mucho, los climas más fríos, no únicamente porque le resultasen más cómodos, sino porque, para él, nada podía compararse a la misteriosa y enigmática belleza de la bruma marina y la sobrecogedora visión de las nubes que bajaban rodando por las laderas de las montañas, o sentir el estimulante cosquilleo de una llovizna helada en la piel. Pero el «buen tiempo»… ¿Qué tenía de especial? Absolutamente nada. El buen tiempo estaba sobrevalorado, a menos que hablásemos de una ventisca helada o de una tormenta que impidiese a uno moverse, claro. En dicho caso, suponía que un día como aquel era preferible. Aunque por poco margen.

El sol lucía bien alto en el cielo cuando finalmente llegaron al punto en el que, saliéndose del camino, llegarían a la madriguera de los lobos. Los animales muertos continuaban allí, sirviendo de ágape para los pájaros, que alzaron el vuelo mientras ellos se acercaban. A medida que iban llegando, Martem frunció el ceño. Aunque no lo dijo en voz alta, le había sobrevenido una extraña sensación al recordar lo que había sentido el día anterior, cuando entraron en aquella cueva. No se tenía por un hombre supersticioso, pero sí por alguien extremadamente cauto, algunos dirían que demasiado. Probablemente fuese tan solo su suspicacia habitual hacia todo y hacia todos, pero había algo en aquel asunto que no le gustaba. Y lo peor de todo era ser incapaz de determinar el porqué.

En silencio, y tras echar a sus compañeros una mirada de significado incierto, el hombre echó a andar por la maleza, metiéndose entre los árboles para dirigirse hacia la cueva. Mejor sería acabar pronto con aquello y sacárselo de encima cuanto antes.

- Tiradas (2)
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03/09/2021, 10:52
Dannar

Ella no disfrutó el camino de vuelta a aquél lugar, un sendero que a medida que se alejaban del pueblo se iba convirtiendo más en un paso agreste que en una calzada decente. Su pierna, aunque ya no le dolía gracias a las atenciones recibidas, seguía estorbando al caminar, y que en esa ocasión fuera cuesta arriba en lugar de al revés hacía más dura la marcha. Más, si cabía, con aquella solana pegando desde las alturas, sin ninguna sombra bajo la que cobijarse durante kilómetro, ni un soplo de viento que apaciguara aquél calor. Su vestimenta habitual no ayudaba en absoluto a paliar la sensación de estar cociéndose en su propio jugo. Casi se arrepentía de no haber salido de noche. Casi.

Habían pasado varias horas ya cuando pasaron de largo la bifurcación —a la cual echó una rápida ojeada, barajando la posibilidad de regresar por allí y acortar—, y un rato más cuando dieron con los cadáveres de los animales, que ahora servían de festín para los carroñeros. Evitó acercarse demasiado a los restos, consciente de que las moscas y otros insectos pululaban por allí, y se mantuvo a un lado de la vereda, observando en dirección a la lobera, aunque esta no se viera desde ahí. En ese pequeño impasse, decidió ya sacar su espada de acero; si las bestias supervivientes estaban en algún lado, seguramente sería por allí.

Martem fue el primero en internarse entre la maleza en busca de la madriguera, y ella le siguió, deseando acabar ya de una vez el trabajo.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Tiro Advertir/Notar para evitarnos sorpresas.

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06/09/2021, 00:51
Jezal

Con todo, Jezal había bajado considerablemente la guardia. Dado que el único problema durante la ida habían sido los lobos, y dado que habían conseguido herir y dispersar a la manada, consideraba que aquello iba a ser un paseo. Lo más probable es que los lobos estuvieran demasiado escarmentados como para volver a interponerse en su camino, y... ahora que sabían el lugar al que llevaba el camino, ¿qué posibilidad había de que se encontraran con ninguna otra amenaza por ahí?

Si acaso, lo único que había que temer era la forma en la que el sol abrasaba su piel. Le parecía que, con unas condiciones como esas, ni todo el descanso de una noche sobre un buen lecho y un estómago lleno iba a ser suficiente para compensar el esfuerzo. Estaba sencillamente ahogado. El único punto positivo a eso era que reforzaba su creencia de que nadie tendría valor para hacer una emboscada en un lugar como ese.

Aunque no podía evitar recordar a los cadaveres que habían encontrado junto a Phyrra. Todavía no sabían quienes eran, cómo habían llegado allí ni cómo habían muerto. Estaba seguro de que tenían que haber obviado algo mientras caminaban por la cueva.

Suponía que esa sería su última ocasión de echar un vistazo. Siguiendo los pasos de Martem y Dannar, Jezal se fue acercando lentamente a la entrada. Si no otra cosa, al menos agradecería estar un rato más prolongado a la sombra.

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06/09/2021, 18:57
Rion Aedryn

Al contrario que sus compañeros de viaje, el bardo parecía disfrutar con los inclementes rayos del astro rey. Tanto, que hasta sacó su laúd e ingenio a pasear, en un momento dado, cantando alegremente un serventesio totalmente improvisado, como venía siendo habitual en él. 

El sol azotaba con mucha maldad

sobre sus pobres e ilustres molleras,

mas la recompensa les daba vitalidad

para continuar y destrozar la(s) lobera(s)

No podía negar, sin embargo, que el camino resultó bastante fatigoso y que varios "uf" y demás onomatopeyas de esfuerzo brotaron de sus labios, aunque trató de que no las escucharan en un kilómetro a la redonda. La presencia de algunos animales carroñeros justo donde dejaron los restos de los lobos le hicieron abandonar las ganas de seguir entreteniéndoles, guardando su instrumento, para echar mano de su ballesta. Pronto se acercaría el momento de terminar con lo que habían venido a hacer hasta allí.

Rion respiró hondo, lanzando una mirada suspicaz hacia el camino que llevaba de vuelta al pueblo antes de internarse junto al resto, en busca de la cueva.

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09/09/2021, 18:02
Director

La llegada al recodo del camino donde yacían los cadáveres de los lobos ahogó los versos del bardo que habían animado la larga marcha bajo el sol plomizo. A pesar de que habían salvado el pellejo en su encuentro con las criaturas, como atestiguaban los restos que servían de festín a las alimañas, aquel era un lugar que les incomodaba enormemente. No solo las notas del laúd de Rion y su melodiosa voz habían cesado, también lo hizo el resto del grupo. Y pronto se encontraron caminando en procesión sumidos en un ominoso silencio en dirección a la entrada de la cueva, sintiendo que sus respiraciones y sus pasos sonaban demasiado fuerte aún a pesar de ir caminando como gatos. Y no era la presencia de los lobos la que les erizaba el vello de la piel, sino la misteriosa cueva en la que yacían los restos de Pyrrha y la de los otros hombres de los que apenas tenían información salvo la deducción de que, por sus pertenencias, debían ser bandoleros o cazadores.

Ajeno a sus incertidumbres, el lugar permanecía tranquilo. Martem y Dannar, quienes encabezaron la marcha, se percataron al mismo tiempo de que en la entrada de la cueva había dos lobos que habían vuelto a la madriguera a lamerse las heridas tras la escaramuza con el grupo. Los lobos miraban hacia ellos con las orejas tiesas, pendientes de lo que se movía entre los arbustos. En cuanto se percataron de que el grupo se acercaba decidido a la madriguera echaron a correr monte adentro junto a un tercero que salió cojeando del interior de la cueva, abandonando el lugar para salvar la vida. La cueva les aguardaba, despejada y libre de peligros, sin nadie más que rondara en los alrededores.

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09/09/2021, 18:38
Morkam

Cuando abandonaron Belmonte silbo de manera suave y aguda, esperando que su fiel compañero acudiera a su llamada; sin embargo no lo hizo. Aquello le inquietó, pues quizás los lugareños le habían herido al confundirlo con unos de los lobos salvajes. Intentó apartar aquellas lúgubres ideas de su cabeza, pensando que lo más probable es que Dum se hubiese entretenido cazando algún animal de la zona. 

Gracias a la tonada ofrecida por Rion, su mente logró cambiar el cauce de sus pensamientos, aunque su destino sobre ciertamente sombrío. Comenzó a dudar sobre su utilidad en aquel grupo y qué diantres hacía en aquel lugar. Se autoconvencido de que sus conocimientos en medicina y botánica servirán como aval, para así obtener unas cuantas monedas más sin despertar quejas en el grupo.

Posteriormente, al llegar a la cueva y sentir el aura que desprendía, sus pensamientos se tornaron temerosos. En un intento de despertar su coraje, con el pulso tembloroso, Morkam, sacó el puñal que le había ofrecido Alberich el día anterior. Todos los presentes notaron como el miedo comenzaba a consumir al enano. Sin duda no quería entrar, pero allí estaba, siguiéndoles hacia el interior de aquella caverna.

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09/09/2021, 19:20
Martem de Bremervoord

Martem avanzaba con pasos largos y livianos entre el boscaje, como si estuviese acostumbrado a hacerlo desde hacía mucho tiempo. Tenía una sensación rarísima y que no podía sacudirse del cuerpo. La sección de terreno que lo separaba de la cueva parecía estirarse indefinidamente como en un sueño de esos que uno no sabía cómo iban a terminar, y que sin embargo daban la impresión de estar predestinados. Era como si todo lo que había pasado en las últimas horas lo hubiese llevado hasta allí, y el camino que recorría se fuese formando bajo sus pies a medida que caminaba; pero, aunque no había ni pasado ni futuro, cada uno de sus pasos parecía escrito en piedra, imposible de alterar. Durante un momento, el cidario no pudo evitar sentir que no era realmente él quien decidía, que tan solo estaba siguiendo un hilo que tiraba de él desde el momento en que nació, impidiéndole salirse de la ruta prestablecida, toda ilusión de libre albedrío arrojada al pozo negro. Fue repentinamente consciente de la inercia, de que el momento presente era únicamente la punta de una lanza que cargaba el peso de todos los momentos anteriores, de una vida que lo catapultaba de un instante al siguiente completamente a ciegas, con una extraña sensación de caída al vacío suspendida.

¿Tú también lo sientes? —le preguntó a Dannar en un susurro, aunque ni siquiera sabía a qué se refería. Tener a la bruja al lado era extrañamente reconfortante, todo fuera dicho.

Cuando vio la boca de la cueva, y a los tres lobos que huían dejándoles paso libre a aquella boca bostezante, sintió frío, un frío húmedo y difícil de explicar, que no se debía precisamente a la temperatura del ambiente. Aquel frío indescriptible parecía hacer poso allí, como si fuese el fondo de una gran masa de agua helada. Era parecido a estar a punto de saltar al mar sabiendo que docenas de tiburones hambrientos lo esperaban bajo la superficie, o a caminar por un yermo sembrado de cadáveres, víctimas de alguna plaga contagiosa y mortal. La piel le picaba de un modo casi eléctrico.

Seguidme —indicó en voz alta y clara a los demás mientras avanzaba hacia la cueva. No era, sin embargo, un intento de hacerse con el liderazgo durante una fracción de segundo. No. Simplemente, la pura y embarazosa verdad era una, y solo una.

Le daba miedo entrar allí.

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13/09/2021, 10:40
Dannar

No respondió con palabras al barbirrojo, pero asintió. Tenía la misma sensación ominosa al acercarse a aquella cueva que en otras ocasiones cuando se había metido en la guarida de algún monstruo. No eran los lobos, simples animales, sino algo allí que no era capaz de distinguir, pero que sabía que estaba. Y eso era aún peor, porque podía enfrentarse a cualquier cosa, pero necesitaba saber contra que luchaba. Muchos habían perdido la vida por no ir bien preparados, o darse cuenta en el último momento, cuando ya era tarde, de que se habían equivocado.

Con la piel erizada y un nudo en el estómago, avanzó tras Martem, siguiéndole de cerca, una vez los canes supervivientes huyeron de allí; esas pobres bestias no serían ya un problema, y en el estado en que se encontraban posiblemente acabarían matándose entre ellas, o desfalleciendo en una zanja por culpa de la inanición. Lo cierto era que lo que tenían que hacer era derribar la entrada de la madriguera y ya, y si hubieran sido listos es lo único que habrían pretendido, pero habían dicho de llevarse los restos de Pyrrha, y para ser sincera, sentía una necesidad acuciante de volver a entrar y echar un vistazo. Un acto que, esperaba, no desencadenara nada.

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13/09/2021, 11:46
Jezal

La curiosidad mató al gato, pero eso nunca ha disuadido a los gatos de seguir siendo curiosos. Puede que hubiera sido más inteligente dar media vuelta, tapar aquella cueva y decir que los restos de Phyrra se habían hecho pedazos cuando habían intentado levantarlos, pero el Nilfgardiaano no se habría quedado satisfecho en absoluto con un final así. Y por eso mismo siguió a Marten en dirección a la boca del lobo, sin rechistar, aunque sujetando el hacha con fuerza en su mano. Su posición en la comitiva era detrás de la bruja.

Esto también tenía su parte negativa. Incluso ella parecía alerta, tensa. ¿Había todavía algo más que él no estaba notando? Miró hacia atrás, para ver en quién podría confiar para que le guardara las espaldas, y después se centró una vez más en lo que tenía delante. El corazón bombeaba con fuerza y el pulso le temblaba ligeramente. Pero ya no iban a dar marcha atrás.

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13/09/2021, 18:49
Rion Aedryn

La tensión se apoderó del rostro de los aventureros. Rion comprobó con un rápido vistazo que sus compañeros se encontraban igual de inquietos que él. Y es que el ambiente en aquel lugar era opresivo (y depresivo). Nada hacía presagiar que fuera a ocurrir nada bueno... Estaban en el mismo lugar que ayer, pero hoy le parecía un sitio al que jamás se acercaría o pondría un pie dentro. Y sin embargo, allí estaba, siguiendo a los demás, con un nudo en la garganta y un paso no muy firme. No era un guerrero valiente o poderoso, solo se servía de su ingenio y astucia para sustentarse en su día a día; por lo que no se le podía exigir lo mismo a él que a los demás. Bastante era que aún caminaba por esa senda que tanto mal augurio despertaba en su corazón.

La cueva maldita está... Una leyenda urbana acaecerá... —susurraba al tiempo que aferraba su ballesta con tanta fuerza que podría partir la empuñadura en cualquier instante.

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14/09/2021, 17:04
Director

La tensión crecía en el grupo conforme se acercaban a la cueva. Algo se había instalado en el imaginario del grupo, una especie de superstición en lo relativo a aquel lugar, que iba haciéndose cada vez más fuerte y los tenía a todos con los nervios a flor de piel. Que los lobos habitaran la cueva con absoluta normalidad no había servido para disuadir aquellos pensamientos nefastos sobre el lugar.

De uno en uno, con la bruja abriendo el camino, se adentraron en la cueva. Todo seguía igual que lo habían dejado el día anterior, con la zona que sí evitaban los lobos diferenciada claramente del lugar donde reposaban los cuerpos de Pyrrha y los extraños cuya identidad seguía siendo una incógnita. Con sumo cuidado, y todo el respeto que pudieron reunir dadas las circunstancias, procedieron a introducir los huesos de la muchacha en el saco que habían comprado para tal fin. Una vez terminada la delicada labor salieron al exterior y sintieron que el aire les sabía más fresco y puro que nunca. La tensión, que había ido en aumento en el grupo hasta alcanzar su punto álgido en el momento en que movieron el primer hueso de la fallecida muchacha, se fue relajando a partir de entonces hasta que volvieron a sentirse con la confianza de poder relajarse. Procedieron entonces a encargarse de la lobera, destruir la cueva sería complicado y podría llevarles un tiempo que no tenían, así que la idea era bloquear la entrada.

A continuación tuvieron que lidiar con un problema que habían pasado por alto hasta entonces y que comenzó a ser acuciante en cuanto las tripas del enano empezaron a rugir como si todavía quedarse un lobo en la cueva. Pero no era el único, la tensión que les producía aquel lugar les había impedido percatarse de ello pero todos estaban hambrientos tras la larga caminata y el trabajo en la lobera. Saciaron el apetito con las provisiones que habían traído y se prepararon para el camino de vuelta.

Notas de juego

Podéis precisar más sobre cómo bloquear la entrada de la cueva.

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15/09/2021, 00:19
Martem de Bremervoord

Al final no fue para tanto, y la cueva estaba exactamente igual de vacía que cuando la encontraron. Martem estaba enfadado consigo mismo por su tendencia a sugestionarse y asustarse él solo, aunque por supuesto, también se sentía aliviado por el hecho de que no hubiese sucedido nada terrible durante su trabajo en la cueva de los lobos. Por otro lado, se dijo, aquella susceptibilidad cultivada con los años había sido la responsable de salvarle el pellejo en más de una ocasión.

Una vez hubieron recogido los restos mortales de la joven Pyrrha, todos se dispusieron a derrumbar la entrada de la caverna. Para ello, echaron mano de todas las herramientas que tenían a su disposición, siguiendo las indicaciones de Morkam, que de ellos era quien más idea tenía de todos aquellos menesteres. Apilando rocas, cortando algunos troncos de árboles jóvenes y derruyendo la parte de la entrada de la cueva que quedaba sobre la boca, acabaron por taponar la cueva de un modo bastante decente. Sin duda, volver a utilizar aquel lugar para lo que fuese supondría demasiado esfuerzo como para que mereciese la pena intentarlo.

Cansados y hambrientos, los viajeros compartieron una comida campestre en aquel entorno idílico y pastoral, aunque por supuesto lo hicieron lejos del camino y de los cadáveres de los lobos que aún estaban allí. En algún momento del ágape, Martem sugirió que tal vez fuese buena idea incinerar a los lobos muertos, no fuese que sus restos atrajesen alimañas aún peores que ellos mismos.

Finalmente, ya comidos y descansados después del arduo trabajo, emprendieron el regreso a Belmonte, y con ellos la noticia del encargo satisfactoriamente realizado.