Partida Rol por web

Olaf mira a la gente agrupada en la plaza, lentamente. -Muy bien, Oktel, has tenido una buena oportunidad de hacer realidad aquello de lo que te jactas, ahora sigue tu camino. Lamento haber pisado a tu señora: ¡tengo una excusa, ¿eh cuervo?!- De nuevo cambia su voz: ronca, áspera.

-¡Tenemos un mensaje de los poderes, es necesario que sea comunicado e interpretado, humanos, GRAAAK!

-He aqui: sería una desgracia que se hiciera el sacrificio que ha de hacerse habiendo antes desoido su advertencia. Hemos dicho. ¿Nos ayudaréis o seguireis molestandonos?

¡POR EL AMOR DE NJORD!!! ¡Que espactáCULO tan lamentable!!!

A ver, Oktel, familia y amigos!! Desalojando el lugar… déjennos a solas que tenemos cosas importantes que tratar…

Brunilda, sin perder la cara a los mencionados, con mirada desafiante, aunque no amenazadora, espera unos segundos a que el grupo se disgregue…

Cuervo!!!, tendrás que explícame eso del mensaje.

Olaf!!! Explícame porque andas tan alterado, te has dedicado a aporrear esta puerta y gritar como un poseso… hasta me pides ayuda para arrancar una puerta que en realidad esta abierta… no me extraña que la gente piense que estas loco…

Hasta yo te veo raro...

Ahora, antes de entrar, tienes que explicarte…

Acercándome al oído de mi padre  - Padre, será mejor que pasen dentro, cuanta menos gente sea testigo de esta locura mejor -  le susurro miranado a Olaf y meneando la cabeza incrédula.

Brunhild vió una multitud de figuras agitándose con violencia...
parecía una especie de pelea, tal vez pudiera divertirse con una buena exhibición guerrera.
Se acercó con calma a ver qué era lo que sucedía... algo no estaba del todo en orden. Parecía que la gente estaba exhaltada... se desvaneció su deseo de ver una buena pelea limpia y a puñetazos...

Se acercó para ver mejor...

Alli estaba el hombre de los tatuajes, el hombre de los espíritus... tocado por Odín, sabio, sí, pero dificilmente aceptado por las mentes cotidianas.

Efectivamente, el penoso espectáculo del intento de patada, del intento del intento... movería a risa, de no ser porque las palabras de Olaf tocan una fibra sensible en lo más profundo de Brunhild... siente que el espíritu, las voces que la acompañan, se acercan.

La gente calló poco a poco, al ver que la Godi recién consagrada estaba alli, y se hizo un momento de silencio.
en ese momento, su cuerpo se puso rígido, con temblores incontrolables, y los ojos se le pusieron en blanco...
Una voz que sonó extrañamente ronca, que salía con esfuerzo, resonó:

"Bendito quien en su propia vida se otorga alabanza e ingenio, porque el consejo perverso es dado a menudo por otros.
Mejor tesoro que el buen sentido un hombre no puede llevar, mejor que las riquezas para un hombre desdichado, lejos
de su propia casa.
Mejor tesoro que el buen sentido un hombre no puede llevar, un peso peor que demasiada bebida un hombre no puede llevar..."

Mientras caía de rodillas, transpirando y con nauseas, su voz se apagó... dejando a su alrededor un círculo de rostros sorprendidos, asustados, aturdidos, pensativos,... pero ya no airados.

Al menos de momento.

Brunhild viste su armadura de cuirbouilli, su escudo y su lanza, y como siempre, viste como un hombre libre, un guerrero... el casco, metálico a diferencia del resto de su armadura, lo lleva atado a la cintura, con lo que sus cabellos rubio pálido ondean al viento. Sus ojos verde claro están serios, algo tristes. Es delgada pero de muvimientos ágiles y es despierta de gesto, perceptiva.

Como Houscarl del Jarl, decido avanzar tras haber pasado el estupor del inicio. Cojo al chaman de las ropas y decido arrastarlo hacia el Jarl

¿Que hago con el?

Asombrado y divertido a partes iguales, Sveim contempla la extraña escena que se ha desarrollado ante sus ojos.

Cuando la pequeña joven comienza su extraña disertación el asombro pasa a la confusión  -no es posible que halla alguien más loco que Olaf-

Viendo una oportunidad para colarse en el interior de la sala y tras ver como se llevan a  Olaf al interior se acerca a la joven arrodillada y que todavía sufre temblores, se agacha a su lado y agarrándola suave pero firmemente del brazo le ayuda a levantarse, perdona ¿te encuentras mal?, espera que te ayudo. sin esperar respuesta conduce a la joven en dirección al interior.

Ehhhhhh,  dirigiéndose a la multitud  si no vais a ayudar por lo menos apartad del medio, esta joven casi se desmaya, necesita comer algo caliente y descansar en sitio seco.

La multitud puede ver a un joven pelirrojo y de pelo largo, su cuerpo es menudo pero fibroso, y en su rostro se aprecia una barba cuidadosamente afeitada, sus ropas se ven limpias, aunque ahora están húmedas por la lluvia, y su mochila de viaje está muy desgastada, al moverse se aprecia el tintineo de su armadura ligera y de su cinturón cuelga un martillo de batalla, pero lo que llama más la tención (además de su aspecto atildado) es un enorme cuerno de batalla que cuelga de una correa que atraviesa su pecho en bandolera.

Vamos chico no te quedes ahí parado, échame una mano- dice el joven dirigiéndose al cazador que había intercedido antes en favor de Olaf.

Y girando el cuello hacia el resto de los presentes,  -pero, ¿qué coño es esto, una fiesta ó un funeral?, bebed, cantad, quiero oíros desde ahí dentro.

Por el rabillo del ojo ves como el mundo se mueve hacia ti desde la derecha. Una mole, más fácil de saltar que de rodear, te coge sin ningún miramiento por el taparrabos y eleva tus testículos hasta el ombligo cuando te levanta por el aire, aparentemente sin ningún esfuerzo.

Ves las estrellas y la luna, ves pasar tu infancia, ves a Odín y a la madre que lo parió, mientras levitas hacia el interior del gran salón del Jarl...

La exhibición de Brunhild enfría considerablemente los ánimos de los presentes. Confusos unos, temerosas otras, se hace un silencio que ni siquiera Otkel el Jactancioso se atreve a romper.

Sin mediar palabra, una mole vestida con la brillante armadura de cuero blando con discos metálicos cosidos propia, de los Houscarl de Guntar, sale del interior de la gran casa del Jarl y coge con la mano derecha la cinta del taparrabos de Olaf, izándolo sin dificultad mientras con la izquierda se abre paso de nuevo hacia la puerta.

Si la cosa se había enfriado, la aparición de Baraka, y detrás suyo la de Kirk, Lörky y Tornbjorg, terminan por disolver el pequeño tumulto. Vuelve a oírse con renovado ímpetu el martilleo de Rodgarl el Torvo, y Thorbjorn el Ruidoso, como en respuesta a la rítmica llamada, retoma su encendida exaltación de las virtudes propias con un vozarrón que llama pronto la atención de casi todos los presentes.

Svein y Ottar se inclinan sobre Brunhild, la levantan con cuidado y se dirigen también hacia la puerta.

Comienza a lloviznar con más intensidad, y una voz con acento extranjero surge tras la pared formada por los Houscarl desde el Gran Salón.

El Jarl los recibirá ahora - ordena con voz aflautada a Lörky y Kirk - a TODOS... - añade, recalcando el todos acompañándose con un muy poco viril gestito de la mano, mientras señala hacia vosotros.

Déjalo por allí - señala a Baraka cuando éste presenta a Olaf - Tendrá que hablar con el Jarl para explicar a qué ha venido este inexcusable comportamiento..., y en unas fechas tan señaladas, además...

Desaprueba con la mirada a unos y a otras, y espera rígidamente que se cumplan sus instrucciones. Sois "invitados" a entrar en el Gran Salón del Jarl, y está claro que negarse podría ser perjudicial para vuestra salud, o al menos eso se desprende de las expresiones de Lörky y Kirk, que se han situado a ambos lados del mayordomo con cara de muy pocos amigos.

El Gran Salón es la estancia pública de la casa del Jarl. La estructura de madera aparece adornada con cabezas disecadas de distintos animales, y sobre el trono un oso de pelaje oscuro, de tamaño extraordinariamente grande, contempla la escena con sus ojos sin vida. En el hogar, que recorre la estancia de un extremo a otro, arde despacio la madera dándole a la estancia una temperatura muy acogedora, en contraste con el frío del exterior y con la gélida mirada que os dedica Guntar desde el trono de madera situado en el extremo contrario a la puerta, antes de empezar a hablar.

Según parece, tú has empezado todo esto - señala con el dedo acusatoriamente a Otkel el Jactancioso - espero que esta vez, al menos, tuvieras un buen motivo. Aunque lo dudo, se ve claramente que no puedes mantenerte en pie, y todavía no ha avanzado apenas el día.

Otkel, visiblemente confundido, no acierta a decir nada. Trata de fijar su mirada en el Jarl, abre la boca, la vuelve a cerrar y se tambalea ligeramente, mientras cabecea como si fuera a quedarse dormido de un momento a otro.

LLÉVATELO DE AQUÍ, Y QUE LE DEN UN BAÑO EN EL RÍO, NO QUIERO NI TENERLO DELANTE...- espeta a Kolbein golpeando con un negro bastón en el suelo para reforzar su orden. Espera a que el sajón acompañe al pescador fuera de la estancia, y se dirige a vosotros. No envidiáis su suerte cuando pensáis en la temperatura del agua.

En cuanto a vosotros..., ¿se puede saber qué motivos tenéis para perturbar la paz? - pregunta, bajando el tono pero con voz enojada - Me sorprende que una Godi se mezcle en trifulcas callejeras..., y desde luego, espero una explicación convincente.

Ottar asiste con po0co empeño a la mujer pues cree que tan solo es un desvanecimiento. Por el rabillo del ojo no deja de controlar los acontecimientos de la habitación, tratando de enterarse de todo lo posible, pues la presencia del Jarl ha disipado su sonrisa. El cazador ahora es presa de la seriedad y espera tranquilamente a que otros se expliquen.

El dolor extremo de tus testículos exprimidos por la tira con la que Baraka te sostiene en vilo hace que a tu memoria vengan algunos detalles de tu sueño, que hasta ahora habías pasado por alto.

Crees que los cuervos representan a Odín. Sin embargo, la extraña serpiente voladora no te parece un animal, por alguna razón. Se te ocurre que debe simbolizar a una entidad muy poderosa, cuando ni el propio Invencible puede derrotarla. El personaje que se baja del carro es, sin duda, Thor, que acude en ayuda de su padre. Hay, o va a haber, una guerra. Y tú sabes que Odín el Bromista disfruta complicando a los infelices humanos en sus complicadas tramas.

Por lo que recuerdas, se podía adivinar el mar tras una cordillera lejana, dirías que el lugar estaba muy cerca de la costa. Esa curiosa criatura que planeaba sobre la cumbre de la montaña bien podría ser un Grifón, un cuento para niños que mencionan algunos al regresar de largos viajes al oeste..., espera, ¿no te contaron que Thorbjorn, el de los caballos, había viajado lejos por el oeste en su juventud?

Tras escuchar con silencio respetuoso las palabras de Brunhild. Transportado en volandas por los aires por Barakka, Olaf está tratando de darse la vuelta para responder algo a Brunilda, lo que sea, cuando cree ver una figura conocida, en forma de tipejo atildado y bajito, que se dirige en alta voz a la muchedumbre reunida en la plaza. Alguien con un cuerno de imposible tamaño colgado en bandolera.

¿Será posible? ¿será él?

A todo esto, es puesto en el suelo sin muchas ceremonias. Recompone como puede su capa, que lleva dada la vuelta. Es un tipo bastante joven, delgado, con larga cabellera entre trenzada y enmarañada, untada con barros y aceites olorosos, tatuado en varias partes de su anatomía. Tiene los ojos transparentes, casi blancos. Vestido con una gruesa manta (la capa), y con un taparrabos minúsculo. Portador de un pequeño macuto que tiene la pinta de transportar todas sus posesiones.

Olaf olfatea el aire deliciosamente cálido, todavía lleno con los aromas de un desayuno pantagruélico. Mira la habitación y termina su recorrido donde se sienta Guntar. Junta toda la dignidad de la que es capaz.

JARL Oh Guntar, el de los pies fríos, soy Olaf Bjornson. Los cuervos traen noticias, casi nunca buenas, ¿oyes, Cuervo?-Cuando interpela al cuervo, se dirige a un espacio vacío, cerca de su hombro izquierdo- He estado en tierras de los Alfar y de los Trolls, recibo mensajes de los poderes, curo a tus hijos, los pescadores, de sus heridas y de las maldiciones del mundo escondido. Los cuervos traen noticias, Jarl, casi nunca buenas... Soy a la vez hombre y mujer, y vivo en todas partes, y en ninguna, soy el maldecido y el bendecido. Ahí queda eso. ¿Me oiras?

Al oir las palabras del jarl y de Olaf y temeroso de que el chaman empeore su ya precaria situación, Sveim se adelanta un paso, en señal de respeto hace una pequeña reverencia y se lanza a hablar con una suave y melodiosa voz, perdonad esta intromisión mi jarl, mi nombre es Sveim, y soy un humilde scald errante, aquí el joven hace una pausa para comprobar si los presentes le están prestando atención, y en seguida continua su disertación con teatrales gestos de sus manos.

Hace años partí de Colina Cuervo,
he viajado por tierras lejanas
ganome el pan con mi talento
creando poemas e historias cantadas
hoy regreso a mi tierra del norte
anhelo de mi corazón por mucho tiempo
a nadie conozco de aquesta cohorte
salvo al loco que habla al cuervo
dañinos jamás fueron sus actos
ni malvada su voluntad o mente
más por Odin hagamos un pacto
aseemos todos a este demente.

Si, elegido de los dioses ha sido
pero es tan fuerte su hedor a cabra
que me hace pensar que los divinos
no son tan perfectos como pensara
más ¿cómo nosotros podemos juzgar
la voluntad de los grandes dioses?
parémonos pues y escuchemos
sus desvaríos gritos y voces

De los demás poco puedo hablaros
que aquesta joven un desmayo tuvo
más el brazo del cazador dio el callo
al prestarme la ayuda que le plugo
aquí y ahora quedo callado y contento
esperando los de vuestra voluntad deseos
grandes historias oyeron estos mis oidos
del gran Guntar el de los pies frios.

Sveim termina su poema con otra ligera reverencia y retrocede un paso, mirando con confianza al jarl.

Olaf, aunque cueste creerse, al ver a Svein, tras abrir mucho los ojos, hace una elegante caída de pestañas y un mohin.

¡Salve Guntar, el de los Pies Fríos!, heme aqui en tu morada, no por propia voluntad, pues la mía está en los preparativos de la ceremonia de mañana, sino por una cadena de sucesos repentinos... parece que las Nornas tienen hoy tarea, mi Señor,... pues después de presenciar lo ocurrido, y escuchar las palabras pronunciadas, diría que bajo la apariencia de sucesos fortuitos, se esconde la mano de algún Dios...

Hace una pausa

... con qué voluntad, aún está por ver,... eso creo.

Y parece el Tuerto... pero esperemos a ver qué tienen qué decir...

Gracias, gracias, ya podéis dejar de sujetarme, estoy perfectamente, ¡que me dejéis!... hmf, gracias.
Sonríe a Sveim y a Ottar

A vuestro servicio, Guntar