Partida Rol por web

Si. Puede que tengáis razón. De todas formas solo nos queda esperar que el joven Rominjsen tenga exito

Todas las teorías que pudiéramos realizar en aquel momento podían ser tan válidas como cualquier otra. Solo podiamosnconfiar en lo que Alwin pudiera encontrar detrás de la puerta.

Esperemos que no le ocurra nada

Sharada les dedicó una mirada triste.  Esta no sería una prueba como las demás.   Bueno, ninguna era como las demás, pero esta, la última, tenía otro nivel, como la progresión de las pruebas lo mostraba.

No regresará en la forma en que lo conocemos.  No creo.

Miró al suelo, luego su camisa, y la parte del antebrazo cubierta por tela.   Como si las viera por vez primera.  Luego, como cambiando de pensamiento, se volteó y les preguntó:

¿Cruzamos todas las otras 4 puertas, o nos faltó alguna? 

Fuera de la montaña, el frío te inmoviliza y caes. En tu mente se forman docenas de ideas, todas horribles. Todas incluyen tu final. Abajo, a unos pocos cientos de metros, picos de piedra esperan los segundos que os separan para desgarrar tu cuerpo y pulverizar tus huesos. Tu cadáver permanecerá ahí por siempre porque nadie logrará acceder a esa recóndita zona para recuperarlo y que tu círculo íntimo te lloreen el funeral. Es por ello que te rindes al destino y cierras los ojos, deseando que sea inmediato.

Sientes como el aire de la caída te golpea con fuerza y te zarandea. La certeza de tu final acelera tu pulso y quizá es por ello que el frío vuelve a disminuir. Abres los ojos una décima de segundo y todo está oscuro. ¿Estás muerto? No, todavía el viento te lleva en volandas. Un par de segundos después, una puerta se abre tras de ti y te golpeas contra el suelo. El suelo de una sala iluminada, rodeado de tus compañeros.

La quinta puerta se abre y Alwin Romijnsen aparece lanzado por una fuerte columna de viento, cayendo sobre el suelo y rodando hasta casi la pila de huesos. Un instante después, la puerta por la que ha salido, se cierra. Y, esta vez sí, el portón central se abre, dejando vía libre al exterior de la sala.

Juguetones hilos de viento corretean entre los huesos de la pila central, produciendo siseos o sonidos sin identificar hasta que comienzan a formar palabras coherentes que parecen decir:

"El Camino del Aire ha llegado a su fin. Bienvenido a la eternidad."

Al otro lado de las puertas abiertas, una gigantesca sala excavada en la montaña, más grande que un estadio deportivo, os acoge en su interior como una flor que se abre. Numerosas hileras de columnas de roca tallada finamente protegen el interior de los desprendimientos y el deterioro. En las paredes perimetrales hay delgadas aberturas verticales por las que entra luz en las cuales se ha dispuesto unos tallados minerales en los que la luz que entra se refracta de alguna manera desconocida e ilumina todo el lugar de manera sorprendentemente eficaz.

Tenéis la certeza que habéis completado una especie de antigua prueba. Algo a lo que los moradores del lugar debían enfrentarse para seguir su destino marcado. Su camino. El Camino del Aire.

Me agacho junto a Alwin y le ayudo a levantarse.

¿Te has hecho daño?

El revolcón había sido fuerte, tras ser lanzado a través de la puerta y temía que se hubiera roto algo. Mientras me agachaba, vi como se abría la puerta y nos mostraba la continuación de nuestro camino. Aquello era por lo que habíamos pasado por las puertas. Ahora la pregunta era si todos nosotros seríamos aceptados a entrar o habría alguna limiatación

Miren señores. La respuesta a nuestra búsqueda. Debemos continuar.

Me levanté a trompicones ayudado por Threkor mientras, blanco y sudoroso,  me intentaba recuperar de lo que sin duda había sido la experiencia más aterradora de mi vida.

-Sigo vivo… ha salido bien… ha salido bien… -empecé a susurrar-.

¿Cómo siquiera se me había ocurrido saltar? Ahora, aun estando en la seguridad de aquella sala, protegido del viento y de aquel precipicio, todavía me temblaban las piernas al recordarlo.

-Gracias –le dije a Threkor por ayudarme a recuperarme-. Creo que estoy bien, no noto mucho, de todos modos...

Ahora entendía por qué la doctora no había podido hacerlo. Aquella prueba era terrible.

-He tenido que saltar… -empecé a decir-. La prueba me exigía que… saltara al vacío. Así sin más. No había nada más que un frío glacial y el inmenso vacío.

Traque saliva, todavía con los miembros entumecidos.

-Y os digo chicos que, durante los segundos que estás cayendo, mientras ves como el suelo se acerca más y más, sólo puedes pensar en qué has pasado por alto, en qué has hecho mal para acabar saltando así, sin ningún tipo de garantías. En la locura que es todo esto.  No es hasta el último segundo que la caída para y te puedes dar cuenta de que has pasado la prueba.

Lancé un largo suspiro y, algo más tranquilo, empecé a frotarme las piernas para desentumecerlas.

-Pero ahora eso ha pasado, y parece que ahora toca proseguir nuestra aventura.

Me giré y ofrecí mi mejor sonrisa a mis compañeros. Quizás fuera algo forzada pero, dada la situación, no podía permitirme derrumbarme. El camino seguía, y algo me decía que lo peor estaba todavía por llegar.

Tras cruzar el umbral del gran portón, escucháis como éste se cierra a vuestras espaldas. Sólo os da tiempo a percibir, cuando os giráis, que son los esqueletos de la pila central de huesos los que como eternos guardianes de la montaña, abren y cierran el paso siguiendo un orden previamente establecido. Cuando la puerta se sella, los perdéis de vista.

La nueva sala es inmensa. Su distribución consta de varias partes bien diferenciadas. La zona donde os encontráis, la inmediatamente posterior a la puerta de entrada, es diáfana y pretende servir de gigantesco vestíbulo para todo lo que haya más allá. En uno de los lados, a vuestra izquierda, hay unas extrañas columnas poliédricas, aunque al no hacer contacto con el alto techo de la sala, podría decirse que son como unas torres de piedra cuya función desconocéis. Su tamaño puede rondar el metro cuadrado de base y casi una docena de metros de altura. Un poco más allá, un amplio acceso al exterior permite admirar la inmensidad de la cordillera montañosa, como un balcón de roca engalanado para algún tipo de acto relevante. A bastante distancia en dirección opuesta al portón de entrada, la superficie sufre un enorme desnivel y el techo, que ahora tenéis a unos quince metros de altura, se coloca en unos sesenta o setenta, pues el suelo desciende abruptamente como un acantilado artificial, y la única manera de continuar es a través de una escalinata de piedra que baja hasta el fondo. Más allá, en el otro extremo del amplio espacio, divisáis una maraña de estructuras y calles como una desordenada ciudad primitiva, ahora deshabitada. En el centro de toda esa ciudad abandonada, de algún lugar abierto de la parte superior surge un ancho haz de luz que cae hasta el suelo, y por el que ocasionalmente parece colarse algún ave o trozo de hielo.

Cada paso que dais tiene su repetición en forma de eco y al principio, no sabéis muy bien qué hacer o adónde dirigiros. La inmensidad del lugar os hace sentir diminutos, casi insignificantes.

-Es una suerte que estés vivo, Romijnsen -dije, suspirando aliviado al ver que el joven Alwin regresaba vivo y aparentemente intacto-. Por poco planteó la situación tras la puerta la doctora Srinivasan, me temí lo peor.

Afortunadamente, habíamos conseguido completar El Camino del Aire y, más allá del ataque de los esqueletos, que había supuesto heridas para Threkor, no había habido mucho que lamentar.

Alegre de que el joven Romijnsen hubiera salido con vida de aquel sitio, Sharada le puso la mano en el hombro y le sonrió.  

Un salto al vacío, la vida es. 

Le hubiera preguntado más, sobre el sentido que tuvo para él saltar, pero mejor dejó esa plática para después.  Otro día habría. 

Ahora, sus sentidos se centraron en lo que tenía adelante.   Se fue primero hacia los cristales. 

Mi intuición es que son piezo-eléctricos, algo de la resonancia vibra en los cristales y los vuelve aire o música. 

Aún así, era pura especulación.  ¿Nos detenemos a investigarlos?  -Sacó su equipo, dispuesta a desentrañar este misterio, en parte agradeciendo que no involucrara calaveras ni desprendidos acontecimientos. 

La sala era espectacular. En realidad, todo en aquel sitio era espectacular. De largo, esta era la misión más impresionante de las que había realizado con Alma Mater. Caminé por la sala, y me adentré por aquella especie de callejones en busca de ese espacio central por donde se colaba la luz del exterior.

Esto parece una especie de ciudad abandonada.

Me giro hacia la doctora.

Investigue los cristales doctora. Yo quiero ver ese espacio central. Mirar hacia arriba y sentir la luz en la cara. Tenemos mucho que buscar aquí así que no pasemos nada por alto. En este sitio puedes morir.

Recordaba el incidente con los esqueletos guardianes y me eché mano a la herida, que empezaba a molestar. Caminé por entre las estructuras, tocándolas con la mano y sintiendo el tacto de los años en aquellas piedras.

Cruzar el umbral y dejar atrás aquellas horribles pruebas me alivió en cierta medida.

-La verdad es que no fue una decisión fácil, pero la prueba te empujaba a ello. No sé en qué pensaban esta gente, pero un ritual así... pasar las cinco pruebas una detrás de otra enloquecería a cualquiera -le respondí a Nathaniel-.

No sabía lo que nos esperaba allí delante, pero que no hubiera ningún peligro a la vista y que fuera un espacio tan abierto me agradaba. Un poco abrumado por todo lo que veía, decidí acercarme al balcón para examinarlo en más detalle. Si nos separábamos podíamos cubrir más terreno y tendríamos más información luego para saber qué investigar merecería más la pena investigar y qué no.

El balcón es una majestuosa estructura rectangular con un suelo formado por una exquisita configuración de coloridas rocas pulidas que contrasta con los tonos fríos del exterior. La barandilla está esculpida en roca en una sola pieza de manera muy precisa y con un arte en el que no eres capaz de encontrar influencias de las corrientes típicas más conocidas. Sus formas son redondeadas y abundan las espirales y otras formas sinuosas como decoración. En la parte central de la barandilla hay un poste clavado en el suelo de algo más de un metro de altura en cuya parte superior hay lo que parece una urna de piedra. En su interior, un montón de lo que parece ser ceniza.

Desde ahí arriba las montañas se ven majestuosas e infinitas en el horizonte. El frío te hace sentir como si la sangre se te congelase y circulasen agujas de hielo. Numerosas rachas de aire te golpean, provenientes de todas direcciones.

Aquel frío penetrante me heló hasta los huesos. Cualquier diría que para ese entonces debería estar acostumbrado. Pero pese al equipo de invierno que llevábamos, uno nunca se acostumbraba a aquella temperatura. 

Aun así hice mi mejor esfuerzo por ignorarlo y me acerqué a la urna, curioso. ¿Serían aquellos cenizas humanas? Quizás aquellas personas quemaran a sus muertos y luego lanzaran la ceniza por aquel balcón, para que se unieran al viento*. Visto la conexión de esta cultura con la muerte y el viento, no me extrañaría nada. 

Alargué la mano para abrir la urna y tocar aquella ceniza. Quizás viéndola de cerca podría determinar la naturaleza de la misma. No sería descabellado que, si quemaban a sus muertos, hubiera restos de huesos, dientes u otras pertenencias.

La ceniza era ligera, casi como el mismo aire frío. Allí dentro no había ningún objeto sólido.

Bien, -dijo Sharada sacando su equipo de investigación, los aparatos medidores, lo piezoeléctrico, el ordenador, el desordenador, etcétera- yo digo que los cristales tienen resonancia; así como aquí todo es sonido, la resonancia de los cristales sirve para guardar conocimiento, o para "ponerse a tono", con la música y el sonido, antes de ser soltado a los 4 vientos.  -Sonreía, pensando en una civilización así.   ¿No queremos ser todas así? 

¿Pero usted cree doctora que la música podía trascender el plano físico y comunicarse con el mas allá? - el enigma de aquel lugar era el mayor que habíamos tenido desde que empezamos a colaborar con Alma Máter.

Podíamos empezar por poner en orden el camino de la ascensión y las pruebas que había dentro. Recapitulemos.

Yo sólo puedo hablar por la primera puerta. Allí estaba aquel lugar en las montañas y aquella flauta que soplé. Después de aquello no entré por ninguna otra puerta.

Miré al resto de compañeros. Romijnsen se había retirado y no me escuchaba, pero la doctora podría explicar su experiencia.

Doctora. Vuélvanos a explicar lo que contenían las otras puertas.