Partida Rol por web

Sharada se dirigió entonces, con paso muuy mesurado, a la mitad, entre la tercera y la quinta puerta.  Ninguna de las dos había cruzado.  Avanzaría primero hacia la quinta, aunque, de ver en los huesos la mínima reacción violenta, se detendría y avanzaría mejor hacia la puerta 3.  Y de nuevo, con tiento, pues si viera a los huesos arremolinarse para no dejarla pasar, se detendría de nuevo y regresaría al centro.

¿Me dejarían pasar?, les preguntaría. 

La herida me dolía bastante. Suerte del abrigo que había absorbido buena parte del golpe.

De verdad. Se me escapa algo que no consigo averiguar. No entiendo por qué no podemos realizar el mismo camino que la doctora. La única puerta que tenía instrucciones especiales fue la primera. Teníamos que entrar desnudos. El resto nada y aún así no podemos cruzarlas

Tenía que revisar la sucesión de acontecimientos con más detenimiento.

-Yo soplé la flauta al final del recorrido de la tercera puerta -revelé, no muy convencido de que ese detalle pudiera ser importante, si bien mientras lo pensaba me percaté de que podía ser el punto en común que poseyeran las cinco puertas-. ¿Creéis que podría ser la clave de todo? ¿Tal vez debemos soplar en todas y cada una de las puertas? ¿O quizá deberíamos haber soplado?

La doctora, como si se arriesgase en una casa de apuestas, se dirige a la quinta y última puerta, el Camino del fin del cuerpo. Consigue abrir ésta sin problemas, de la que sale una gélida brisa que, con toda seguridad, proviene del final del camino. Dentro la espera la oscuridad con la que se ha ido familiarizando en las puertas previas. Sin despedirse para dar la impresión a sus compañeros que pronto se reuniría de nuevo con ellos, Sharada se adentra en el pasillo y la puerta se cierra.

Dentro, todo parece ser igual que en las puertas anteriores. Un pasillo no demasiado largo con una rampa en espiral al final que finaliza en el borde exterior de la montaña. La única diferencia es que aquí, el frío es más intenso y las articulaciones le empezaban a doler al pasar tanto tiempo expuesta. No es hasta el final del camino cuando comprendes el porqué de ese frío más letal: no hay mirador al final del camino, ni tapoco flauta ni.... nada. Tan sólo un precipicio tras el cual, afiladas rocas a varios cientos de metros esperan al que ose dar un paso más de la cuenta.

Desconcertada, empiezas a preguntarte qué debes hacer en aquel lugar mientras tu cuerpo se mueve con más dificultad.
 

Sharada se dio cuenta de lo que implicaba esta puerta. 

Saltar. 

Algo en su interior le decía que no.  No había cruzado todas las puertas, por lo que el ritual no funcionaría por ello, quizá. 

Por otro lado, más importante, se había desapegado del sentimiento de amor a su esposo y cuidado a su hijo, pero por un momento, como lo hacía cuando viajaba para descubrir cosas para su trabajo, para Alma Mater, para la civilización.  Pero lo hacía sabiendo que tenía una buena probabilidad de regresar, por su ingenio y sus recursos.  Riesgo asumido. 

Pero no esta decisión cierta.

Implicaría, conscientemente, no regresar.  No puedo dejar ni a mis primeros hijos, ni a mi más reciente.  

Debo regresar.  -Dijo... ¿al aire? 

No soy yo la que quiera este camino. 

Tengo responsabilidades a cumplir en mi propio camino de sabiduría, antes.  Espero entiendan.  

¿Le tocará a otro sacrificarse para dejarnos salir? 

Ya mis compañeros decidirán. 

Se dio la vuelta, y buscó regresar.  Habiendo pedido permiso para ello.

La puerta del quinto pasillo se abre y la Dra. Srinivasan aparece por ella, volviendo a estar todos juntos de nuevo.

Esperé pacientemente en la sala central lo que me pareció una eternidad. Nunca había sido demasiado bueno esperando, y no pude sino andar en círculos mientras la doctora estaba dentro de la quinta puerta. Las dudas, siempre presentes, me asaltaban sin descanso. ¿Estaría bien la doctora? ¿Podríamos saber, en caso de que ocurriera lo peor, si había fracasado la prueba? Me inquietaba profundamente saber que mi compañera podía estar en un peligro mortal y que nosotros ni siquiera lo supiéramos.

Pero por fin la puerta se abrió y, soltando un suspiro, me acerqué a mi compañera.

-Me alegra verla, doctora. Asumo que ha conseguido pasar la prueba. ¿Se encuentra bien? Estas pruebas pueden ser un poco... traumáticas.

Me pregunta si, habiendo ya pasado las cinco pruebas entre todos, podríamos seguir avanzando.

Creo que alguno de nosotros tendrá que hacer un gran sacrificio para que podamos salir de aquí. 

¿Quién estaría dispuesto? 

Yo... mis niños.  No pude. 

¿Hará falta además cruzar todas las puertas?  ¿En orden?  Que horrible que ese sacrificio no valiera la pena, sólo por no haber cruzado todas las puertas antes.   

Pensando esto, se dirigió a una de las puertas que le faltaba recorrer.   

Por si no hubiera de otra, a hacer todo en forma correcta.   

Siempre la madre hindú que la suya, y su abuela, esperaran que fuera.

Las palabras de la doctora me dejaron estupefacto.

¿Que habrá sucedido tras esa puerta?

Además. No habíamos podido cruzar ninguna otra puerta ninguno de nosotros. Ni siquiera yo, que había cruzado la primera fui permitido de cruzar la segunda.

Tendría que volver a intentarlo cuando la doctora regresara de la última prueba. Según sus palabras deberíamos hacer algún tipo de sacrificio para salir de allí.

Observe a la doctora como caminaba hacia la última puerta.

¿Que demonios habrá pasado allí detrás? Creo que deberíamos intentar volver a cruzar las puertas cuando la doctora regrese

El comentario de la doctora dio a entender que no pudo con la última prueba. Sorprendido, me pregunté qué había allí dentro para que alguien tan experimentada tuviera que salir sin éxito. Algo relacionado con sus hijos, al parecer.

-Yo iré, quizás tenga más suerte -dije al tiempo que me acercaba a la quinta puerta-. Sigo pensando que, aunque pasemos las pruebas por separado, si las pasamos todas podremos seguir avanzando.

No tenía ninguna gana de repetir aquellas terribles experiencias, pero menos ganas tenía de quedarme en aquella sala un segundo más.

En silencio, Alwin Romijsen toma la iniciativa y se adentra en la quinta y última puerta. El Camino del Fin del Cuerpo.

En el interior, todo parece ser igual que en los pasillos anteriores. Un camino no demasiado largo con una rampa en espiral al final que finaliza en el borde exterior de la montaña. La única diferencia es que aquí, el frío es más intenso y las articulaciones empiezan a doler de manera punzante al pasar tanto tiempo expuesto a la intemperie. No es hasta el final del camino cuando comprendes el porqué de ese frío más letal: no hay mirador al final del camino, ni tapoco flauta ni.... nada. Tan sólo un precipicio tras el cual, afiladas rocas a varios cientos de metros esperan al que ose dar un paso más de la cuenta.

Desconcertado, empiezas a preguntarte qué debes hacer en aquel lugar mientras tu cuerpo se mueve con más dificultad.

Conforme avanzaba y el frío se adueñaba de cada hueso de mi cuerpo, me empecé a preguntar qué macabra prueba me esperaría al final. Ver a un cuerpo exactamente igual que el tuyo colgado sobre un abismo había sido muy chocante, y más cuando tuve que cortar la cuerda que lo mantenía ahí. Sin duda "el camino del fin del cuerpo" no sonaba mejor, pero no me quedaba otra que intentar pasar aquella prueba, por horrible que fuese. ¿Qué había sido de los típicos rompecabezas? ¿Dónde habían quedado los simpáticos acertijos que solían aparecer en las películas de aventuras? Cualquiera que hubiera ideado esto,tenía un sentido del humor bastante macabro. ¿Cómo demonios, además, funcionaba todo aquello? Siendo un hombre de ciencia, me negaba a aceptar el hecho de que todo era mágico y ya está. ¿Habría alguna droga alucinógena en el ambiente?

-A quién pretendo engañar -me dije a mi mismo, medio tiritando-. La mitad de las cosas que he visto en la última hora son imposibles de explicar mediante la ciencia.

Eso me molestaba, y eso a su vez, me molestaba aun más. Había venido aquí con la mente abierta buscando algo que la ciencia no podía otorgarme. Retrasar el envejecimiento había sido a lo que había dedicado mi carrera, y aunque había conseguido descubrir algunos logros significativos, nada había supuesto un cambio real. ¿Por qué ahora, que encontraba este extraño misticismo que tantas posibilidades abría, estaba tan enfadado? Que esqueletos mágicos nos hubieran atacado quizá era parte del problema. 

-Maldita sea, me estoy helando, ¿es que esta pasillo no tiene fin?

Y lo vi. El final. Otro salto al vacío. Solo que estaba vez no había gemelo colgante que tirar.

Y estallé. Todo el estrés, la ira y el enfado acumulado salieron a la vez.

-¡Maldición! ¡¿Esto es lo que quieres? ¿Quieres que me tire?! 

El camino del fin del cuerpo sonaba mal pero... ¿cometer suicidio? Hastiado le seguí gritando el viento.

-¡Has estado jugando con nosotros, ¿para qué demonios sirve todo esto?! ¡Ninguna de estas pruebas tiene sentido!

Me acerqué al filo del precipio y miré a mi alrededor. ¿Habría algo más allí que pudiera darme alguna pista? ¿De verdad tenía que lanzarme al vacio? Suspiré, cansado. Esto va a acabar muy mal...

Mientras aprietas los dientes y tu corazón se encoge, buscas a tu alrededor una pista, un indicio que te confirmen que lo has malinterpretado, que no debes saltar y que realmente debes hacer algo más sencillo. Pero no. Sólo hay roca y la inmensidad de las alturas. El frío te hace perder la sensibilidad y, ahí en el borde, si no saltas por voluntad propia, acabarás cayendo por adormecimiento de tus extremidades.

El pulso no hacía más que crecer conforme miraba a mi alrededor y no veía nada más que aquella inmensidad. El frío, imparable, empezó a a adormercer mis articulaciones y, mirando al vacío tomé la decisión.

-¡¿Esto es lo que quieres?! ¡¿Mi vida?!

No hubo respuesta.

A la mierda... espero que esta locura salga bien.

Y así, enconmendándome a todos los dioses de los que había escuchado hablar durante mi vida, salté al vacío.

-Coincido con lo que sugerido el joven Romijnsen -asintió Nox, una vez que Alwin hubo tomado el camino hacia el interior de la puerta del Camino del Fin del Cuerpo-. Creo que si conseguimos superar las cinco puertas, sin importar que las hayamos realizado por separado, podríamos continuar avanzando. Tengo la impresión de que quizá los esqueletos no nos dejan pasar por algunas de esas puertas por algún motivo concreto. Tal vez porque ya hemos adquirido el conocimiento tras las puertas al comentarlo con los compañeros o quizá se deba a que la flauta al final de cada puerta sólo puede ser soplada una vez.