Partida Rol por web

Jordan DeFuss condujo la lancha silenciosamente hasta tocar tierra varios metros antes de llegar a la propia cabaña. Moira Greenwrim le sirvió de guía, asegurándose de que no chocaban contra nigún obstáculo y de que no había nadie cerca vigilándoles. La ranger sentía de nuevo ese conocido escalofrío en la base de la nuca que le avisaba de que algo no iba bien; pero se había asegurado de que nadie les iba a estar esperando en la orilla.

El terreno era muy irregular y pantanoso. Aseguraron la embarcación al tronco de un árbol peligrosamente inclinado hacia el agua y descendieron tratando de hundirse lo menos posible en el cieno. Scott Bennet saltó el primero con las amarras y pronto le siguió su compañera para echarle una mano y cubrirle. El agente del FBI fue el último, tras comprobar que todo quedaba bien atado.

En completo silencio los dos hombres atendieron a las indicaciones de la sargento Greewrim que les señalaba con el dedo una luz tenue a unos sesenta o setenta metros de su posición, en dirección noroeste.

De nuevo era esa intranquilidad incomodidad de sentirse en constante peligro, como si hubiera un animal oculto entre las sombras, dispuesto a atacarles. Su mano descansaba sobre la culata del arma simplemente por inercia y protección mientras seguía pendiente de los alrededores, eliminando las figuras amorfas que su cabeza paranoica construía para distinguirla de la realidad.

Su mirada se posó sobre lo que parecía una leve luz, avisando a sus compañeros de la presencia humana. ¿Qué sería sino? No estaban solos y dudaba bastante que se tratase de una parejita buscando un lugar privado para tener un polvo, pudiendo entrar en las posibilidades desde la policía hasta los secuestradores. En cualquier caso no quería pararse a comprobarlo, siguiendo el camino en sigilo hacia la cabaña sin perder de vista la luz.

 El desembarque silencioso había sido un éxito. Pero eso era lo de menos, la parte fácil de la parte fácil de la misión. Ahora había que avanzar a la cabaña y ver en qué situación se encontraba todo. La luz en la misma avisaba que su intuición y su investigación no les habían fallado, y que en efecto en aquel lugar estaba lo que buscaban. Tenían que recuperar a Benjamin sano y salvo, y arrestar a toda la gente que estuviese allí. Y solo Dios sabía si aquellas tareas iban a ser fáciles. Por lo menos contaban con el elemento de la sorpresa si la cosa se ponía fea.

 Jordan tomó la posición final, dejando que Moira y Scott fueran adelante. Avanzar por aquel sendero pantanoso en la pura oscuridad le estaba resultando dificultoso al veterano, que sentía como el barro comenzaba a filtrarse por los bordes de sus botas e invadir sus piernas. Y obviamente los mosquitos no daban tregua.

 A paso lento y seguro, el trío llegó a las mediaciones de la cabaña de caza.

El avance era duro y penoso. A veces el agua les llegaba más allá de las rodillas, especialmente a Moira, de estatura bastante menor que sus dos compañeros masculinos. Había toda clase de obstáculos en la oscuridad y el temor constante a que tropezaran con algo mucho más peligroso, como el lugar de descanso de algún caimán o de alguna serpiente venenosa. Ni siquiera querían plantear en su cabeza la certeza de que algunas sanguijuelas se les estuvieran ya metiendo por las perneras de sus pantalones. Los mosquitos se habían convertido a esas alturas en la menor de sus preocupaciones.

Y junto a todo esto el calor, el sempiterno bochorno que les hacía sudar profusamente y que les pegaba la ropa al cuerpo de mil maneras molestas. En aquellas condiciones agarrar el arma en podría resultar un asunto serio.

La luz estaba cada vez más cerca. El resplandor apagado de una lámpara de gas colgado de una rama de un grueso árbol pegado a una destartalada estructura que apenas podían distinguir en aquella oscuridad siniestra.

Habían llegado a las inmediaciones de la cabaña de caza, un nombre que le venía muy grande a aquella ruina apenas intuida en el manto negro de la noche del pantano. Ante ellos se desplegaba un embarcadero ruinoso, solamente reparado en las inmediaciones de aquel árbol donde pendía la luz. Caminar sobre él por la parte más cercana a ellos parecía imposible y se imponía rodear por tierra el edificio oculto.

Habían logrado desembarcar con éxito y, a medida que avanzaban, Scott notaba que aquella luz se encontraba cada vez más cerca, hasta que notaron que se trataba de una lámpara de gas colgada de una de las ramas de un árbol. Estaba empezando a tener una mala sensación, pero no dijo nada. Dirigió una mirada a Greenwrim y a DeFuss y continuó avanzando. No sabía qué iban a encontrar en aquella cabaña de caza, ni si estaba acudiendo a ella demasiado tarde.

Bennet decidió agacharse a medida que se iban acercando hacia la cabaña, buscando la opción de ocultarse tras los árboles y arbustos a medida que acortaba la distancia.

A medida que se acercaba y el agua cubría más sus piernas, decidió por fin sacar la pistola de su funda y sujetarla con ambas manos aunque apuntando al suelo mientras su dedo bailaba cerca del gatillo. Ante cualquier movimiento era capaz de disparar sin preguntar primero.

Giró un momento el rostro al creer escuchar un ruido a un lateral, posiblemente el propio movimiento del agua por sus pasos o algún animalillo despistado, retomando segundos después su atención a la luz. Cada vez se acercaban más y tenían que planear ya qué hacer.

Sin hablar, esperó a que sus compañeros la mirasen para indicar con un golpe de pistola recto, en dirección a la cabaña, antes de después de señalarse a sí misma y un giro. Estaba proponiendo acercarse al lugar desde dos flancos, ya fuera para asegurarse que no les pillaran desprevenidos o impidiendo huidas en caso de haberlas.

Si todos aceptaban Moira se iría apartando un poco de ellos, implemente para tomar otra perspectiva de la cabaña mientras avanzaba.

 DeFuss avanzaba más lentamente, pero a paso firme detrás de sus dos compañeros más jóvenes. Tenía ganas de sacar la linterna y alumbrarse el camino, porque realmente estaba pisando cosas raras y los ruidos alrededor eran preocupantes, pero era mejor seguir avanzando en la espesa oscuridad. Si había alguien en la cabaña, de seguro que lo agarrarían por sorpresa. Y dudaba que una serpiente le saltase encima en el poco tiempo que estuvieron ahí.

 Al llegar a la cabaña, Greenwrim tuvo la iniciativa de separarse del grupo para cubrir el otro lado de la cabaña. DeFuss asintió con la cabeza, mientras el hombre comenzaba a desenfundar su propia pistola.

Los tres agentes avanzaron por tierra para acercarse a la cabaña. Habían descartado el embarcadero que, sin duda, cedería en algún lugar bajo el peso de sus pisadas sobre algún tablón podrido. Estaban muy cerca de la vivienda y a su izquierda descubrieron el bulto que formaba un servicio de esos antiguos que estaban construidos aparte de la casa. Tenía la puerta cerrada y confiaban en que no hubiera nadie dentro a aquellas horas.

Por el suelo se hayaban desperdigados multitud de objetos indescriptibles bajo el haz nervioso de las linternas que se encendían y apagaban a intervalos para no delatar la posición. Sin embargo, durante un breve instante pudieron distinguir la silueta de un pequeño peluche, un unicornio de colores desvaídos.

En la fachada lateral que daba hacia ellos se abría una ventana grande y por ella se filtraba otra luz muy tenue. A los pies de esa fachada corría una estrecha franja de tierra firme que llegaba hasta el embarcadero y el árbol donde colgaba la lámpara.

Afinaron el oído y escucharon algunos ruidos apagados que provenían del interior de la cabaña. Sin duda, había alguien dentro.

Scott desenfundó su pistola a medida que se acercaba. La cabaña se encontraba cada vez más próxima, y por el sonido que provenía de su interior, ahora tenían la seguridad de que había alguien dentro.

El ranger notó que Greenwrim comenzaba a alejarse para dar un rodeo a la cabaña. Era buena idea, necesitaban tener todos los frentes cubiertos, por lo que Bennet avanzó hacia la parte delantera de la casa, aproximándose hacia la puerta pero sin llegar a posicionarse frente a ella.

Apuntó unos segundos al servicio deshabilitado esperando que no saliera nadie de ahí mientras seguía avanzando, dejando su atención para volver a la casa. Igualmente lo tendría en cuenta para más adelante por si necesitaban esconderse.

Bordeó los objetos para no tropezarse con ninguno ni hacer más ruido del necesario, dirigiéndose hacia la ventana e intentar asomarse disimuladamente, queriendo saber por fin qué o quién se escondía dentro.

 DeFuss no tuvo un camino fácil por todo aquel barro movedizo por el que tuvieron que pasar. No sabía exactamente que le pasó, pero comenzó a sentir un dolor fuerte en uno de sus tobillos. Como si se lo hubiese torcido entre todos los pasos que dio en el lodo. Aguantándose las ganas de gritar o maldecir y avanzando con paso lento, Jordan se posicionó contra la pared de la cabaña, a un lado de la puerta a la que estaba enfrentando Bennet.

 El veterano tenía su pistola en las manos. Sudaba como en cerdo y jadeaba peor que uno, pero sus ojos estaban abiertos y miraban brillosos aquella condenada puerta. Listo para accionar.

Scott fue tomando posición ante la puerta principal de la cabaña que daba al embarcadero. La luz de la linterna de gas iluminaba la escena, proyectando sombras amenazantes en los bordes sumidos en penumbra. Jordan DeFuss se pegó a la pared con el mayor cuidado, para cubrirle. Del árbol y del quicio de la puerta colgaban dos símbolos iguales a los descubiertos en otros embarcaderos, fabricados con ramas e hilo.

Moira echó un vistazo a través de la ventana y bajo el resplandor de una luz muy tenue descubrió a una mujer que le daba la espalda, tratando de salir apresuradamente por la puerta de una pequeña habitación, justo antes de que su instinto le dijera que se diera la vuelta en el momento en que un tipo salió por la puerta que ella había dejado atrás.

En ese preciso momento se oyeron varias detonaciones de una escopeta, procedente del interior de la cabaña y los agentes Bennett y DeFuss vieron con terror cómo se abrían sendos boquetes a través de los tablones de la precaria vivienda a ambos lados del agente del FBI y un último en la puerta, a la altura del pecho del ranger si hubiera estado delante.

Sentía la misma adrenalina que cuando estaba en el coche, luchando contra la “parejita feliz” para sobrevivir. Sus manos se afianzaban con fuerza sobre la pistola y su dedo bailaba al sol de sus latidos alrededor del gatillo sin despegarse, pudiendo incluso disparar sin querer con un leve tic nervioso.

Su estamina sobrepasó los límites ante el disparo, girándose con las manos en alto para apretar por fin el gatillo nada más tener a tiro al escopetero, aunque fuera a través de la ventana.

¡Al suelo!

Los disparos de aquella escopeta resonaron muy cerca. Bennet estaba seguro de que si se hubiera apostado frente a la puerta, uno de aquellos disparos le hubiera alcanzado de lleno. No sabía cuántos tiradores habría en el interior de la cabaña, aunque teniendo en cuenta el número de disparos, calculaba que al menos debían de ser dos.

-¡Ríndanse y salgan con las manos en alto! -gritó, para que los tiradores pudieran escucharle desde el interior de la vivienda-. ¡No tienen nada que hacer, están rodeados!

Mientras gritaba, Bennet efectuó un disparo con la pistola a través de la ventana que tenía más próxima. No pretendía acertar a nada, pero al menos esperaba hacer entrever a los tiradores que se encontraban rodeados.

 Finalmente fueron detectados por la gente de la cabaña, siendo recibidos con una balacera estruendosa que rompió el clima silencioso y lento de la misión. Ahora estaban en un conflicto armado, con desconocidos que les estaban disparando a agentes de la ley. Jordan se mantuvo pegado a la pared, enturdecido por el disparo a la puerta que había impactado a un poco más de un metro de él. Pero luego de ver como tanto Bennet como Moira comenzaron a disparar también, el veterano sintió la obligación de también devolver los disparos.

- Mierda, espero que Benjamin esté resguardado...

 Y es que existía un riesgo importante en disparar al interior de la casa así como así. Pero dejar que los que estaban adentro siguiesen disparándoles a ellos sin defenderse tampoco era otra opción. DeFuss se arrastró hacia otra de las ventanas de la cabaña para efectuar disparos contra los atacantes.

- ¡Suelten las PUTAS armas, escoria!

El disparo de la sargento Greenwrim acertó de lleno en la mano del hombre que había salido a exterior de la cabaña por la puerta cercana. Para su sorpresa no se trataba de alguien armado con una escopeta, sino un tipo con un revólver, vestido con un uniforme de guardia de seguridad. Se había hincado en el suelo de rodillas, gritando de dolor.

Pero sus gritos resultaron ahogados al momento por las detonaciones de las armas de los compañeros de la ranger, que abrieron fuego contra el interior de la cabaña después de conminar a quienquiera que hubiera disparado primero a que tirara su arma.

La única respuesta fueron más disparos desde el interior, contra el agente Scott Bennett; aunque, por fortuna, no lograron acertarle. Al mismo tiempo, no obstante, se abrió de golpe la puerta cercana a él y salió Dutch Redbear con su escopeta y una mirada de furia homicida en los ojos, dispuesto a volarle la cabeza al policía.

DeFuss, desde su posición en la ventana, podía ver al que había disparado a Scott, dentro de la habitación, a pocos metros de él y atrincherado detrás de un sofá. Más al fondo, en un estrecho pasillo que se perdía al fondo, en la penumbra, había otra figura acurrucada cerca del suelo.

Entre toda aquella batahola, los agentes creyeron oír el llanto de un niño.

 Jordan sabía que por lo menos alguna cara conocida se iba a cruzar en aquella cabaña. Algún sospechoso con el que hubiese hablado antes, incluso a pesar de que él no estaba en ese lugar desde hace mucho. Pero no esperaba ver a Dutch Redbear entre la gente implicada en todo aquello. Aquel guía de barcos parecía la persona más neutral que se había cruzado hasta el momento en la investigación, y ahora se estaba enfrentado a él en la balacera.

- ¡Estás cometiendo un gran error, hijo de tu puta madre!

 El detective estaba exaltado por la situación. Hacía rato que no tenía un encuentro de pistolas de este estilo. Pero sobre todo estaba enojado con la locura que presentaba aquella gente. No se rendía, y eso significaba que ellos tampoco podía retroceder. Jordan disparó nuevamente hacia aquel tipo escondido detrás del sofa. Pero la puntería le fallaba por la penosa iluminación.

- Mierda...