Partida Rol por web

—¿De qué demonios me está hablando? ¿Qué empresa ni que Gracia divina? —reaccionó con furia Tim Mortimer—. Nosotros no hemos matado ningún niño... Yo no he matado a ningún niño —rectificó—. Ustedes han venido aquí a hacerles el trabajo sucio a las autoridades locales y a cubrirnos de iniquidad pero no se saldrán con la suya, porque el Señor es mi roca, mi baluarte y mi libertador; mi Dios, mi roca en quien me refugio; mi escudo y el cuerno de mi salvación, mi altura inexpugnable.

El hostelero se sintió algo más relajado tras recitar aquel Salmo. Movió el colgante de un lado a otro, como si lo notara demasiado estrecho. Miró todavía con los ojos llenos de ira a los dos agentes de la Ley, tomo el vaso de agua que le habían dejado al principio y se lo bebió de un trago.

—Quiero que llamen a mi abogado, al señor Peter Mansfield que se aloja actualmente en mi establecimiento.

Jordan DeFuss había oído ese nombre antes, siempre asociado a grandes litigios en defensa de los intereses privados de corporaciones, empresarios y grandes fortunas. Que estuviera alojado en los bungalows de Tim Mortimer era sin duda una sorpresa; pero que Mortimer lo quisiera como abogado suponía algo más...

Viendo que había posibilidad de que la señora Watson se cerrara en banda si continuaban haciendo preguntas sin dar respuestas, y puesto que de momento la agente le encontraba sincera en sus reacciones y comentarios, decidió dar algo a cambio, al menos para mantener la atención y curiosidad de la mujer; con eso esperaba que su deseo de cotilleo la mantuviera en la silla. -La señora Carter se encuentra entre los involucrados, así es. Entiendo que su trato con la señora Carter no era precisamente amistoso, ¿puede elaborar más su respuesta?- Esperó a que le diera algo más respecto a Diane Carter, y continuó. -¿Que puede contarme sobre Oggie Teaspoon? ¿Lo conoce su esposo? ¿Trabajaron juntos?-

Se tomó unos momentos antes de seguir. -Entiendo que quiera saber lo que ha pasado, señora Watson, pero por el momento todo esto es confidencial y le pido que así se mantenga. De igual modo agradezco su colaboración en responder a las preguntas sin interrumpir, su respuesta pueden ayudarnos a poder llevar a los culpables de estos secuestros a juicio.- Dicho eso, y esperando haber de algún modo haber atraído aún más el interés de la mujer, disparó la siguiente pregunta. -¿Que relación tenéis vuestro esposo y/o usted con Dutch Redbear?-

 Jordan miraba serio al hombre mientras comenzaba a rezar luego de ese pequeño episodio nervioso. El veterano detective entendió que había una forma de penetrar el caparazón del hostelero, e iba por el lado de ponerlo nervioso. La clásica provocación. Y que, entre los dos agentes en aquella sala, había una que estaba más encendida y combativa para llevarlo a cabo. Se notaba que Moira estaba ardiendo en enojo, y eso era útil para sacar de sus casillas a cualquiera.

 Por supuesto, Jordan no iba a decir en voz alta que le dejaría el interrogatorio de Mortimer a ella, especialmente luego de la reprimenda de Lewis. Simplemente se levantó de su asiento y miró a los dos.

- Ok, me iré a hacer la llamada. Puede que Mansfield tarde un poco, viendo... las horas en las que estamos, ¿no? Mientras tanto, puede seguir hablando con mi compañera... quiero decir, no hay nada que perder ¿eh? La parte de los disparos ya pasó.

 El hombre esbozó media sonrisa mal formada, como si quisiera hacer un chiste, y dio media vuelta para salir de la sala de interrogación.

—¡Ella no es la verdadera culpable, es Rumsfeld! —exclamó de repente Sue Ellen Watson—. ¡Ese retorcido hijo de perra camuflado de pastor de almas! —la ira de la mujer comenzó a hacerse evidente—. Diana Carter siempre ha sido una beata, de esas que pretendía meter a Dios en todas partes. No me juzguen mal, soy tan buena cristiana como el que más, pero lo de esa mujer era enfermizo. Uno de nuestros compañeros, Max Galloway, otro profesor, siempre ha estado enfrentado a ella y sus intentos por influir en la educación pública de Jefferson. Sin embargo, al principio no era más que una molestia. Fue cuando ese maldito reverendo comenzó a hacerse popular cuando ella arremetió con más fuerza en sus delirios fanáticos —la señora Watson hizo una pausa para coger aire y por el fondo de la estancia apareció su marido que saludó a los agentes y se acercó hasta su mujer, quedándose de pie tras el sillón donde estaba sentada.

—Rumsfeld fundó su iglesia hará unos diez años, como sabrán —continuó Sue Ellen—. Al principio todo iba bien y todos quisimos darle una oportunidad al pecador redimido, porque Rumsfeld había sido una buena pieza, un borracho pendenciero antes de que Jesucristo iluminara su camino —había un pequeño deje de ironía en sus últimas palabras—. Pero luego empezó a torcerse, a hablar de tonterías heréticas, de la felicidad terrenal, de la importancia de los bienes materiales... Díganme agentes, ¿en qué parte de las Escrituras habla Dios de eso?

Se quedó mirando los rostros pétreos de los policías hasta que se dio cuenta de que su pregunta corría el riesgo de convertirse en una pregunta retórica.

—Cuando vimos que las prácticas de su iglesia eran un atentado contra la fe cristiana y que estaba convirtiendo a sus seguidores en una secta, varios vecinos del condado escribimos reiteradamente al Consejo Nacional de Iglesias Baptistas para que lo investigaran. Pero claro, Rumsfeld ya tenía entre sus filas a gente influyente como el alcalde Fallon y se las arregló para que la comisión no encontrara nada irregular —el marido escuchaba a su mujer y asentía a cada una de sus afirmaciones—. Y, sin embargo, estoy completamente segura de que ese malnacido está detrás de las desapariciones de tantos niños. No puedo probarlo, pero es lo que me dice mi instinto: alguien que practica magia negra como Rumsfeld es capaz de cometer crímenes atroces contra criaturas inocentes.

—Yo estoy de acuerdo con lo que dice mi mujer por extraño que puedan parecerles sus argumentos —la respaldó Julius Watson—. Hubo algunos que decidieron abandonar la iglesia de Rumsfeld cuando comenzaron a notar que allí se practicaban ritos ajenos a la ortodoxia cristiana. Se habló de un matrimonio de Austin, un vecino de Uncertain y dos jóvenes amigas de San Luis que desaparecieron sin dejar rastro poco después de salirse del culto. Ellos fueron los que hablaron de magia y de extraños rituales demoníacos.

El matrimonio calló por fin, estudiando cuidadosamente la reacción de los dos agentes ante aquellas chocantes revelaciones.

Tim Mortimer abrió y cerró la boca, pero no dijo nada. Vio cómo el agente del FBI abandonaba la sala de interrogatorios, miró un instante a la ranger y luego bajó la cabeza resignado y se quedó allí en silencio.

El alguacil Reeves acompañó a Oggie Teaspoon a uno de los despachos de la oficina del sheriff, ya que la única sala de interrogatorios estaba ocupada por Tim Mortimer y la sargento Greenwrim.

El detenido parecía todavía más alterado que Tim Mortimer. Se quejaba de la herida de su mano, provocada por el certero disparo de Moira y tenía mala cara, como si hubiera vomitado varias veces, además de la noche en vela que habían pasado todos.

Se dejó caer en la silla que le ofrecieron y observaba inquieto los movimientos de los agentes de policía. Finalmente, el alguacil le esposó a la pata de la mesa del despacho y salió, dejando a Jordan DeFuss con el guardia de seguridad de la vieja fábrica de municiones.

—Quiero que venga mi abogado —protestó débilmente—. Necesito ir a un hospital. Me están sometiendo a un trato inhumano. Les demandaré por esto.

Los Watson habían hablado extensamente acerca de los detenidos del culto de Rumsfeld y también sobre el propio sacerdote. Era evidente que les conocían demasiado bien, por lo que su testimonio podía ser muy importante no solo de cara a la investigación, sino también como testigos en un posterior juicio si necesitaban demostrar que Rumsfeld estaba totalmente implicado. Aunque lo más sorprendente fue oírles decir que no solo habían desaparecido niños, sino también varios adultos al poco de haber salido del culto.

-Esperen, ¿dicen que hubo gente perteneciente a ese culto que también desapareció? -fue entonces cuando Bennet recordó a la familia de Olegario Fuentes. "Paradero desconocido" era lo que figuraba en los informes del sheriff Taylor y, dado que eran inmigrantes mexicanos de clase baja, algo le decía que realmente nunca se habían marchado de la zona-. ¿Quiénes eran esas personas que hablaron sobre magia y rituales? ¿Recuerdan sus nombres? ¿Saben si los Fuentes, los padres de uno de los niños desaparecidos, pudieron estar vinculados al culto de Rumsfeld? Vivían en Uncertain, eran inmigrantes mexicanos, con varios hijos... -Bennet trató de hacer memoria, por si aquellos datos refrescaban la memoria de los Watson. Puede que ninguno de los dos conociera a los Fuentes, pero tenía que intentarlo-. Eran un matrimonio creyente y religioso. Si no me equivoco, solían acudir a la parroquia del padre López. ¿Les recuerdan?

El repentino torrente de información dejó a Adele un poco pasmada, pues no sé había esperado que la señora empezara a contar todo con apenas un leve estímulo. Intercambió una mirada de reojo con Bennet, y escuchó con atención. Iba a decir algo, cuando el Ranger se le adelantó. La agente frunció un momento el ceño, pero luego atendió y asintió a lo que Scott contaba.

-¿Puede recordar los nombres de los desaparecidos?- Agregó, dispuesta a tomar nota de todo lo que se estaban enterando en ese momento; pasaría aquellos nombres a los agentes que estaban aún bajo su jurisdicción para que se encargaran de investigar todo lo que se pudiera saber respecto a ellos. Una cosa que aquel discurso le había convencido era de que la mujer y su esposo no formaban parte del culto de Rumsfeld, por lo que sentía que se podía confiar más a ellos. -Benjamin McKnight fue hallado en las cercanías de la fábrica de municiones de Karnack. Oogie Teaspoon era uno de los que, junto a Diane Carter, tenía al niño secuestrado. Tenemos también a Tim Mortimer y Dutch Redbear en custodia. Pero Rumsfeld se encuentra desaparecido desde que McKnight se dispuso a buscarlo. ¿Se os ocurre donde podría encontrarse escondido?- Luego se detuvo un momento, y realizó una pregunta más. -Entre los que trabajan para el Sheriff Smith, ¿sabéis si hay alguno que asistiera a la parroquia de Rumsfeld?-

Que la dejara sola con Mortimer le causó especial gracia.- Ahora te parecen bien mis métodos, ¿no? – Le sorprendía ver cómo cambiaban las reglas por detrás al ver que la justicia era demasiado lenta como para surtir efecto. Al menos su conciencia seguía tranquila.

No estás en la mejor posición para pedir un abogado.- Esperó a que su compañero terminara de abandonar la sala antes de seguir preguntando.- Dígame, ¿qué dice su Dios sobre los secuestros? ¿Va a negarme también que usted y los suyos estaban detrás de todas las desapariciones? – Odiaba no tener sus anotaciones a mano para enseñar fotos.- Apuesto a que lleva un colgante ahora mismo, al igual que el resto. Colgante que se encontró en diversos puntos relacionados con los asesinatos.- Sonrió con malicia.

¿Saben lo que les hacen a los asesinos de niños en la cárcel? – Negó con la cabeza, dejando que tuviera ese pensamiento.- Le recomiendo que hable y, tal vez, puedan rebajar su condena… Porque van a condenarle Mortimer.

Sue Ellen Watson boqueó varias veces, nerviosa ante las revelaciones de los agentes de la Ley. De repente parecía haberse quedado sin palabras, pero su marido la tomó de la mano para tranquilizarla y decidió llevar él las riendas de las respuestas.

—No sabemos los nombres de esos desaparecidos, no llegamos a conocerlos en persona. Quien sí se puso en contacto con ellos cuando se mostraron dispuestos a testificar contra Rumsfeld fue la anciana señora Stewart, que vivía en Smithland, donde ese criminal tiene su iglesia. Ella, Sandra Dupré y su hermano, el profesor Max Galloway y nosotros nos reuníamos a menudo para redactar la denuncia por herejía ante el Consejo Nacional de Iglesias Baptistas. Fue cuando nos habló de esos disidentes y de la práctica de magia negra que ellos aseguraban haber visto en persona.

»No les miento si les digo que era muy difícil tomar en serio esas acusaciones pero, si les soy sincero, ahora mismo puedo creerme cualquier cosa que tenga que ver con ese tipo y sus esbirros —Julius tomó aire antes de continuar—. Tampoco podemos ayudarles con la familia Fuentes, lo siento mucho, no llegamos a conocerles —su mujer asintió—. Tengan en cuenta que ni siquiera sabíamos que había tantos niños desaparecidos. Corman y Smith siempre estuvieron dispuestos a enterrar la investigación. Quizás hasta ayudaron sin querer a Rumsfeld puesto que la secretaria del sheriff, Peggy Swanson, es una de sus feligresas, igual que el alcalde. Tienen una red bien tejida en el condado —miró al suelo abatido—. ¿Cómo podíamos imaginar que alguien como Dutch Redbear estuviera con ellos? Lo de Mortimer los sabíamos, pero no que el guía también había caído en sus garras, aunque ahora que lo pienso no me extraña... Sobre ese guardia, Teaspoon, no le conozco; tengan en cuenta que yo dejé de trabajar allí hace mucho y a él lo debieron contratar después, cuando la fábrica se clausuró.

Los Watson parecían haberse quitado un gran peso de encima al poder contar todo lo que habían pasado con Rumsfeld y su culto pero, al mismo tiempo, se les veía derrotados, muy mayores, como si hubieran llegado al final de una larga lucha de la que no se consideraban en absoluto vencedores.

Mortimer comenzó a tirar del cordón de su colgante como si le apretara el cuello. Miró con fijeza a la sargento Greenwrim.

—Solamente Dios puede juzgarnos. En sus manos está lo que me suceda a mí o a cualquiera de mis hermanos de fe. El reverendo Rumsfeld sabrá cuidar de nosotros e intercederá ante el Señor por su rebaño. Todo lo que hemos hecho y lo que haremos lo hicimos en nombre de Dios y, como tal, no puede ser sometido al juicio del hombre...

Una tos repentina le impidió continuar. Cogió el vaso de agua, pero estaba vacío. Tiraba con fuerza del colgante y comenzó a respira con gran dificultad.

—Agua..., necesito beber..., me asfixio...

Empezaba a cansarse de que siempre respondieran con salmos, rodando los ojos y dando por perdida la conversación.

Sin embargo volvió a prestar atención cuando empezó a toser, algo mundano que no podría tener importancia pero que le llevó un recuerdo de las celdas, donde la mujer murió tras "asifxiarse".

Temiendo que volviera a pasar lo mismo, Moira sd levantó corriendo para pedir ayuda. 

 Al entrar a la nueva habitación y ver a aquel hombre desconcertado y más alertado aún que el anterior, Jordan vio que una estrategia lenta y tranquila no iba a llegar a ningún lado. Él iba a tener que tomar un rol más chocante, más ofensivo. Era fácil siempre tener el rol del agente serio que te escuchaba una vez que el agente enojado te gritaba en la cara. Muchas veces había llevado adelante esa táctica. Pero aquí... estos desgraciados no iban a responder a esos trucos.

 Por lo que a este hombre, Teaspoon, no le iba a corresponder ninguna simpatía. Jordan había intentando platicar con Tim Mortimer, y nada surgió. Ahora, estaba ahí para provocar y que la verdad saltara.

- Tranquilo, eh... que todos los abogados de ustedes ya están viniendo. Deben estar atorados en el tráfico, viendo la cantidad de gente involucrada en este locura... eres consciente de los cargos que te esperan, ¿no? ¿Tienes la más mínima idea de lo que significa ser agarrado con las manos en la masa como a ustedes?

 La mirada del veterano era de verdadero fastidio. Las cejas fruncidas y la mirada de desconcierto ante lo que escuchaba era total. Quería hacer sentir a Oggie como que incluso pedir un vaso de agua sería una falta de respeto total. Todos los sospechosos mostraba desesperanza, pero había que combinar ese sentimiento con la ira de ellos para que soltaran lo que sabían.

- Y encima quieres quejarte del trato inhumano... ¿acaso los chicos que fueron desaparecidos y asesinados tuvieron la oportunidad de quejarse? ¡No me jodas! ¡Será mejor que digas todo lo que sepas y que te dejes de teatrería si quieres sacar la menor pena posible! Por que estás con los pies en el lodo, Teaspoon. Muy. Jodidamente. Profundo.

Los Watson no conocían los nombres de los ex-feligreses desaparecidos de Rumsfeld, y los nombres que les ofrecían era, al fin y al cabo, los que ya había recabado Lewis con anterioridad. Bennet sabía que tendrían que hablar con ellos más tarde o más temprano. ¿Quizá al día siguiente? Tal y como estaban las cosas, tenían que buscar una forma de vincular a Rumsfeld con la pertenencia a una secta herética.

-Peggy Swanson... Ha tratado con Greenwrim -recordó Bennet, dirigiendo una mirada a Adele. "Si Swanson notó que Moira estaba investigando a fondo sin importar sus consecuencias, lo más probable es que hubiese puesto al tanto a Rumsfeld y los otros desde el principio. Habrán sabido guardarse bien las espaldas"-. Si tengo que apostar por un lugar en el que Rumsfeld pudiera estar ocultándose, apostaría por una propiedad de Fallon. ¿Qué posibilidades hay de que alguien pudiera pedir una orden de registro de una propiedad del alcalde?

Tras el encuentro con los Watson, Bennet marchó a descansar.

Se dio primero una ducha y, después, tomó su ordenador portátil, leyendo la información que le había proporcionado Devereaux. Todo indicaba que era un amuleto de protección mágica que ya había aparecido en manuscritos de hacía algunos siglos. Otro símbolo herético. Le desconcertaba sobre todo que Dutch lo llevase encima, pues el nativo americano había aguantado los disparos y golpes como si nada, como a pesar de sus heridas el hombre se encontrase plenamente convencido de que podía aguantar con todo. Bennet consideraba que no era necesario que el símbolo se hubiese correspondido con un símbolo protector herético, bastaba simplemente con que Dutch Redbear creyese que estaba protegido. El secuestrador lo había dado todo en aquel enfrentamiento, siendo de lejos el más violento de los cuatro secuestradores.

Una idea empezó a rondarle a Bennet por la cabeza y decidió enviar un mensaje de texto a Greenwrim:

Interrogad a Redbear en cuanto tengáis posibilidad. Haz lo posible para que no tenga ese amuleto cuando lo hagas. Es un símbolo de protección, distinto a los que vimos antes. Diría que sienten que mientras los lleven puestos, no puede pasarles nada.

Después de aquello y sin esperar respuesta en su teléfono móvil, Bennet procedió a enviar un mensaje con información al fiscal Riley. Sabía que lo que hacía era traicionar la confianza de su compañera y los federales, pero Riley le tenía bien sujeto y tenía que devolverle el favor.

Las desapariciones de niños en el condado de Marion y de Harrison han sido mucho más de lo que esperábamos. No se trata de un asesino en serie, ni siquiera de dos. Es una secta de herejes creada por un sacerdote cristiano de la zona, Alan Rumsfeld, que lleva unos diez años oficiando como párroco. Ha creado todo un culto a su alrededor. Ellos realizan rituales, secuestran a niños y los sacrifican durante los cambios de estación. Por ello las desapariciones han estado produciéndose cada tres meses.

Los tentáculos de Rumsfeld son alargados. Esto es más gordo de lo que pensábamos. Hay cerca de una quincena de niños desaparecidos, los que hemos encontrado los restos de casi la mitad. Y por lo que empezamos a entrever, hay más de un feligrés "desaparecido" en extrañas circunstancias. La investigación no ha sido fácil, hay gente importante implicada. Te daré nombres. El alcalde Fallon es uno de sus principales protectores. También Tim Mortimer, un famoso y reputado hostelero local. Diana Carter, una profesora de educación física. También varios matrimonios, uno de ellos era el de unos guardeses de uno de los hombres más ricos del condado. Como ve, es un círculo bastante extenso. Por lo que sabemos, puede que también haya feligreses de Rumsfeld en las comisarías de Marion y Harrison. Gracias a toda esta gente, Rumsfeld puede realizar secuestros de niños de familias de clase baja o desestructurada sin que le vinculen directamente con él. Mortimer ha sido su principal ayudante en esto, dado que conoce a buena parte de los padres. Además, Rumsfeld se asegura posteriormente de proporcionar ciertas ayudas a los padres de los niños a los que secuestra. De esa forma los mantiene cerca para evitar que sospechen de él, viéndole como un benefacto desinteresado y preocupado por la comunidad.

Te envío los informes de las víctimas, junto con las anotaciones y correcciones que hemos efectuado. Esto te dará una idea de la magnitud de lo que tenemos entre manos.

Bennet adjuntó al correo electrónico los datos que poseían sobre los niños desaparecidos, partiendo de los informes que les había proporcionado el sheriff Taylor y las correcciones que posteriormente habían hecho ellos. Al darle al botón Enviar, el ranger dejó escapar un suspiro. Esperaba que aquella información fuese suficiente para Riley.

El sheriff Taylor y un par de alguaciles acudieron a la llamada de Moira. Mortimer se retorcía desesperado, sin poderse levantar del todo debido a las esposas. Tras unos minutos angustiosos, lo peor del ataque comenzó a remitir, permitiendo que el detenido tomara y expulsara aire de nuevo sin dificultad.

Sin embargo, el esfuerzo había sido enorme y Tim Mortimer se hallaba casi sin fuerzas para mantenerse consciente.

—Creo que debería verle un médico —apuntó tímidamente el sheriff Taylor.

Finalmente y con gran trabajo, Mortimer se sacó el colgante del cuello y lo colocó en la mesa, mirándolo fijamente mientras murmuraba algo ininteligible.

—Oh, Señor, ¿por qué nos has abandonado? —dijo finalmente en voz alta.

—Yo no sé nada de lo que me cuenta, agente —mintió el guardia de seguridad con voz asustada—. Yo trabajo como vigilante en la fábrica de armas de Longhorn, puede comprobarlo si quiere, y estaba haciendo mi ronda cuando vi luz en la zona de la cabaña de Starr. Cuando llegué allí vi para mi sorpresa que había tres individuos con un niño y me dispuse a avisar a las autoridades. Entonces llegaron ustedes pegando tiros —levantó la mano herida por el balazo de la sargento Greenwrim y dibujó en su cara una sincera mueca de dolor— y he terminado aquí detenido, desangrándome... —subió el tono un poco hasta sonar más molesto que indignado—. Creo que me deben una explicación... y una disculpa, qué demonios. Pero como creo que no van a hacerlo, quiero que venga mi abogado..., por favor.

Le verá un médico cuando coopere.- No podían cuidarle como si fuese un hotel aunque hubiera estado a punto de asfixiarse. Me dan igual los derechos humanos que pueda tener este sujeto, lo importante son los niños ahora.

Miró el móvil al notar la vibración, leyendo el mensaje durante unos segundos antes de volver a guardarlo. No respondió, aunque se quedó con el dato de quitar los colgantes cuando fueran a hablar con estos “feligreses”, notando que el propio Mortimer parecía perder su franqueza cuando se lo quitaron.

Aprovechó esa debilidad para acercarse con un golpe sobre la mesa, necesitando saber algo.

Última oportunidad para no hacer que te despedacen en las celdas Mortimer. ¿Dónde se esconde Rumsfeld? – Formuló la pregunta con ritmo lento, haciendo una pausa en cada palabra.

El amanecer continuaba abriéndose paso trayendo más cansancio sobre los agotados agentes. El frescor, el silencio y el aroma hogareño del Hotel Excelsior se habían convertido en enemigos de Adele Lewis y de Scott Bennet. Mientras la agente del FBI despachaba al matrimonio Watson, el sargento de los Ranger luchaba denodadamente contra el sueño en su habitación.

No sabía cuánto tiempo había transcurrido desde que se le cerraran los ojos sentado al viejo buró de madera donde tenía colocado su ordenador portátil, tal vez unos diez o quince minutos; pero el sonido del correo entrante le devolvió al mundo de la vigilia.

La remitente era Millie McCoy, la investigadora de su círculo literario que había determinado que el símbolo extraño de los embarcaderos era una un amuleto de ocultación creado mediante algún tipo de ritual herético cristiano. Pero lo que hizo saltar todas las alarmas en la abotargada mente de Scott era el hecho de que la dirección de correo electrónico del fiscal Riley figuraba entre los destinatarios del mensaje de Millie...

Scott, Rumsfeld tiene un grimorio, tiene que haberlo. Sabes lo que es, no es necesario que te lo explique. Búscalo y cuando aparezca asegúrate de que lo pones a buen recaudo. Tienes que evitar por todos los medios que termine convirtiéndose en una de las evidencias del caso.

Cuando estés seguro de que lo tienes y de que nadie lo busca, llámame y te daré más instrucciones.

Un saludo,

Millie.