Partida Rol por web

 El muchacho alzó los brazos en un gesto un tanto cómico.

-A decir verdad, los piratas acostumbramos a tener, como decirlo, "Aliados". No entiendo porqué no tendría que dejarte aquí en este momento, pero te diré algo...

-Existe un artefacto legendario por estas tierras. Un artefacto que puede conceder casi cualquier cosa que se desee. Tengo intención de quedármelo como mi primer tesoro. Y no me gustaría tener que compartirlo, ya me entiendes.

Sonrió a medias, observándola con el único ojo sin parche. De ese modo luego se escuchó una lúgubre carcajada. Luego, nada. Silencio.

-Es posible que su conocimiento en armas me sirva, madame, pero son otras cualidades las que podría explotar de usted, y las que mas ansiaría.

Luego de esto, se volvió a adelantar. Su capa ondeó, y entonces siguió tranquilamente, sin preocuparse por nada y nadie. Quizás el camino lo llevaba a aquel tesoro, quizás no. Lo que si era seguro es que iría caminando hacia donde el destino le permitiera.

Desde algo mas adelantado a la posición de la muchacha, se escucho su grave voz.

-¿Vienes, madame?

Así que también sabe...esto no me gusta un pelo. Sin embargo parece un buen trabajo y hasta me facilita las cosas.

-Claro que lo entiendes, en el fonda ya sabes que vas a necesitarme. Por mi bien, pero que te quede claro que se mira y no se toca, tanto la ropa como el resto. Por cierto, imagino que piensas pagar algo adelantado para cerrar el trato, ¿no? No vivo del aire.

Caminó a la par de él, escrutandole mejor ahora que había pasado de ser un cualquiera a ser un cliente. Se acomodó, de pasadas, el elegante brazal de la muñeca diestra.

-Y por cierto...desentonas mucho, bueno ¿como he de llamarte, "jefe"?

 Una carcajada lúgubre volvió  a salir de su garganta, inundando la escena.

-Si piensa que vivirá de mí, entonces morirá de inanición. Siendo alguien diestra en las armas y diestra, al parecer, en cosas por el estilo, no es menester tener que pagarle para que, cuando lleguemos, intente robarme. Después de todo, piratas y ladrones nos parecemos en demasía.

Luego de aquello, la volvió a mirar. Sin duda, desentonaba: Un tipo vestido de capitán pirata, con un parche en el ojo y un rostro siniestro. Volvió a sonreír a medias.

-2º al mando de la nave Tiresias, Ethan. Si de verdad necesita tanta formalidad, puede llamarme capitán.

Siguió avanzando. Tratar con asesinos y ladrones era el trabajo de cada día, así que sabía qué palabras escoger para mantener a esa muchacha a su lado, y, a la vez, no volverla en su contra.

-Puedo prometerte la mitad de toda la riqueza de la Tiresias. Aunque no soy el capitán, alguien que ayude a su segundo al mando merece una recompensa, y yo me ocuparé de que ésta sea sustancial para vos.

Una mera inclinación de cabeza proferida, y justo después continúa el avance.

-Ahora que pertenece a mi, llamemoslo, tripulación, podría comenzar a ser útil guiándome hacia la capital de este extraño lugar... A propósito, ¿Como puedo llamarla?.

-Pero que manía la tuya...ya te dije que de ladrona nada, tan solo soy una humilde, espada de alquiler. Fuera de lo corriente claro, porque yo soy mucho mejor.

Le devolvió la mirada, siempre con aquel tintineo de aguda perspicacia.

-No es que quiera "vivir" de nadie, pero sabes? Anclada a tu servicio mas vale que no me falte nada, y que cuando en breve caiga algo de dinero de la nave esa no sean dos monedas o algo por el estilo. Aunque, se ha de notar a leguas que un trabajo calidad no es barato.

Que tenía la autoestima altísima era algo que si se veía hasta el espacio. Despues de todo, alguien con falta de amor propio no vive mucho, o eso se repetía siempre.

-Yuno Susaique, mercenaria sublime. ¿A la capital? ¿Ahora mismo? Pues vale...

Que tipo mas lóbrego...pero fuera de eso no esta nada mal.

Acomodó la capa sobre los hombros para comenzar a andar.

 El muchacho sonrió de soslayo mientras que seguían avanzando.

-Creo que en este viaje aprenderás a dormir bajo la luz de la madre luna. Y, bueno, si no lo haces, siempre puedes coger prestado de alguien su habitación, pero yo no tengo tanto dinero como para pagarte tanta idiotez.

De uno de los bolsillos sacó unos guantes blancos, que enfunda en sus manos y a continuación echa mano de su bolsillo. Del mismo se permite percibir un resplandor de luz dorada, quizás demasiado llamativa a ojos de personas como aquella mujer.

-¿Sabes montar en bestias? Reduciríamos nuestro tiempo de llegada a la capital.

Contra todo pronóstico, no era ironía, sino que lo había dicho en completa seriedad, volviéndose a colocar al lado de la muchacha.

-Pero que la...menuda porfia la tuya, ya me estoy cansando de correjir tus insinuaciones raras de latrocinio para con mi persona. Y no te confundas, que se perfectamente apañarme sin techo. Es parte de mi oficio ¿no? Pero lo que tu llamas idiotez, yo lo llamo comodidad, y es una de las razones por las que el mundo trabaja. ¿O que tu simplemente ganas para no gastarlo? Yo te lo aviso, no te pases de listo, que los tacaños no me caen en gracia.

Bostezó cubriendose la boca.

-Suelo fiarme de mis piernas, pero se puede intentar.

 Así pues, y sin decir nada mas por su parte, del bolsillo en el que aquella luz emite un halo de destellos dorados, saca una especie de pequeña funda con motivos dorados.

De esta, con la agilidad de un maestro de las cartas, hace subir dos cartas que muestra su anverso, y no, por tanto, su figura. Tal carta en el anverso posee el símbolo de los cinco elementos.

En una especie de ritual, el muchacho lanza la carta hacia el suelo, delante suya y de la muchacha.

Algo sucede cuando estas comienzan a brillar potentemente. 

De este, la forma de la carta perfectamente se perfila en el mundo real: Exactamente, una especie de caballo grandes y negro que transmitía quietud y a la vez un gran respeto. Aquella carta de la cual había salido tal animal, vuelve mágicamente, de un salto, a la mano de su creador. Lo único que quedaba en su dorso, era el nombre. "Caballo de la oscuridad"

El caballo estaba listo para ser montado. El muchacho guardó de nuevo aquella extraña funda y, en otro bolsillo, la carta vacía. Así, de aquel modo, subió encima del caballo dejando las riendas a la muchacha. Montar a caballo era una de las pocas cosas que no sabía hacer, pero, sin duda, era de las invocaciones mas comunes, así que no tuvo otra alternativa que sacar aquello.

-¿A qué esperas? Monta.

El chico le tendió la mano enguantada a ella, aguardando que subiera y pudieran ponerse en marcha cuanto antes.

Retrocedió un paso, observando aquella transformación. Miró alrededor también, ya que alguien mas podía haber girado la mirada hacia allí. No se lo esperaba de él, sin duda.

-No tenías mucha pinta de mago, para que mentir...

A ver por donde carjos se sube a este bicho...

 Impaciente, el muchacho le tiende la mano y sin esperar demasiado, la sube en el asiento de atrás. Con ello, poco a poco comienza a darle rienda al caballo. El avance de este iría mucho mas rápido que el avance de un simple humano.

-Ahora es cuando me dices que eres útil.

Comentó, sarcásticamente. Luego volvió a ponerse algo serio.

-Vete diciéndome por donde voy.

De la taberna surgen dos figuras, se tratand e un hombre y una mujer que se llevan un rato hablando entre ellos, parece que estan hablando de negocios o

algo similar, es entonces cuando el hombre con aspecto de pirata saca algo de su bolsillo, y tras lo que parece concentrarse surje en ese mismo lugar un caballo bastante grande de color negro como el carbon, la mujer a su lado habla con el y trata de montar en el animal, le cuesta bastante pero finalmente lo logra ayudada por el hombre que le tiende una mano.

Pero en la plaza del puebloq que es donde se enceuntran estas dos personas no estan solos, ademas del hombre con aspecto de pirata y la mujer que viste ropas de cuero y una capa con capucha prnedas que no cubren demasiado su bien formado cuerpo hay mas personas, concretamente dos personas que parecia que se dirigian tambien hacia la taberna, se tratan de un hombre aunque con rostro de hombre bastante bajo ya que apenas mide un metro 30 centimetros, realmente parece extraño ya que parece un hombre en miniatura, como si fuera un mediano, aunque por sus rasgos podia verse claramente que no era ningun tipo de mediano, o al menos conocido por las personas que estaban alli.

Este hombre caminaba hacia la taberna aunque parecia que realmente buscaba algo o alguien, en su mirada podia verse un poco de preocupacion. Ademas habia otra persona mas, esta caminaba con tranquilidad hacia la taberna y se sorprendio al ver a tantas personas alli presentes, se trataba de una mujer que parecia algo acalorada lo que sin duda indicaba que habia caminado durante algun tiempo

Eliza se disponia a realizar su hechizo cuando algo bastante extraño sucede, ntoa una sensacion fria y es cuadno detras de ella escucha un ruido muy fuerte, la joven siente como la magia le rodea y escucha un ruido bastante fuerte, un dolor de cabeza le viene entonces y no puede evitar caer al suelo empujada por lo que parece ser un golep de viento muy fuerte, en ese instante ve detras de lla a una mujer, tiene unos extraños raagos y parece igual de desconcertada que ella misma, la mujer ve a Eliza la cual esta mareada (+2 a la dificultad al usar magia durante la escena) y tirada en el suelo

Lili nota un fuerte escalofrio y de pronto bastante calor, el sol le da en la cara cuadno por fin puede abrir los ojos, se enceuntra algo desorientada pero es normal, de hecho no se encuentra en el laboratorio de su hermano, o al menos en sus restos, en lugar de ello ahora se encuentra en el exterior, detras suya hay un bosque, no muy lejos un pueblo puede intuirse y en lo alto el sol del medio dia deja caer sus rayos sobre la mujer que nota como hace bastante calor, pero lo mas sorprendente no es eso, sino el hecho de que una niña de ropas oscuras esta en el suelo tirada mirandola, parece un poco desorientada

no, para ti todo ha salido perfecto

-Mira, un enano en miniatura -comentó refiriendose al hombrecillo que andaba por ahí con algo de sorna. En si le daba bastante gracia el "enanito", de hecho hasta consiguió arrancarle una sonrisa. Luego decidió centrarse en el tema en si.

-Claro que soy útil, pero no me contrataste por mis habilidades como jinete, ¿no? De todas formas no se yo, la capital esta a varios días de viaje. Y encima hay que cruzar el bosque, como no tengas provisiones, o en su defecto dinero...

Caminaba algo distraida, mirando detalladamente cada rincón del pueblo. La plaza, un sitio tranquilo, donde se debían reunir muchas personas en la tarde y noche para charlar y pasar un momento agradable, como esas dos personas; un chico con un atuendo bastante peculiar, de unos ¿Veinte años? si, mas o menos. Su vestuario había despertado cierta curiosidad en mi, en pocas palabras era brillante su atuendo, aunque con mi trabajo sería un poco incómodo andar con ello.

¿Acaso era eso un caballo? me dentengo y pestañeo varias veces, asombrada por aquel espectáculo inesperado. ¿Un mago? sin duda era uno. Frunzo el ceño, la envidia me invadía, aprender magia era mi reto y me frustraba tardar tanto en ello. -Ya aprenderé...- refunfuño y continúo mi camino, mirando de soslayo al mago de atuendo curioso. Esbozo una sonrisilla burlona al ver como se le dificultaba subir al animal a la mujer de poca ropa que lo acompañaba, eso si que lo sabía hacer yo.

Aparto la mirada de la pareja y la fijo en dirección a la taberna. Deseaba llegar cuanto antes, descansar por un momento y beber algo diferente a agua, estaba harta de ella y siempre que tenía oportunidad de beber algo diferente, no perdía la oportunidad.

-¡Ya queda menos!- exclamo entusiasmada, me faltaban pocos pasos, los cuales interrumpo al ver esa criatura ¿Qué era? un hombrecillo pequeño, algo que jamás había visto ¿Otro truco de magia? niego con la cabeza, por supuesto que no, debía ser de las tantas razas mencionadas en los libros; se le veía preocupado. Abro mi boca, como si quisiera decirle algo, pero inmediatamente la cierro, no quería meterme en problemas tan pronto.

Retomo mi camino y me percato que el hombrecillo iba hacia la taberna. Sería estupendo hablar con alguien así, si tenía oportunidad, lo haría, pero primero estudiaría su comportamiento.

-Cerveza, ya queda poco...- murmuro.

Sonrió, mirándola y luego observando a aquellas otras personas. Se rió de manera socarrona, hablando con Yuno nuevamente.

-No debería de burlarse de otras razas, madame. Quizás tras esa apariencia de enano de circo, se encuentre el mayor héroe de la historia... Sí, es posible. Es una lástima que jamás haya seguido a los héroes: Dan demasiados problemas ¿Sabes?

Luego puso rumbo hacia la capital, sin quedarse allí mas tiempo, y aún sonriendo ante sus propios comentarios.