Partida Rol por web

Entre sombra y sombra

El principio del principio

Cargando editor
24/12/2016, 00:48
Narrador

Nueva York, invierno de 2016

Nueva York era sin lugar a dudas una de las mejores ciudades para los suicidas. Como si se tratara de una enfermedad contagiosa todas las noches alguno visitaba la morgue. E igual que para los suicidas, la ciudad de las luces era una gran ciudad para los adictos. Ni siquiera los planos del ayuntamiento sabían contar con exactitud los callejones, los rincones oscuros y las esquinas.

Cosette Mercier había probado a ser una suicida, pero había sido bastante mala en eso. Y no sería por no intentarlo. Sin embargo sí se había convertido en una mejor adicta. Las picaduras de un mosquito con nombre de aguja de sus brazos la delataban, aunque eran pocos los que eran capaces de detener sus ojos en esa parte de su piel. La chica desprendía... Algo. Y sus intentos por ocultarlo siempre habían sido tan infructuosos como los de ocultar sus orejas.

La temperatura era de sólo algunos grados por encima de cero cuando ella salió de casa en dirección a su trabajo. Aunque muchos neoyorquinos no habrían llamado casa a aquello, ni trabajo a lo que hacía.

El local se encontraba a sólo unas calles de allí. Tiempo escaso caminando, pero suficiente para notar sobre su cuerpo los ojos de más de una decena de hombres. En sus oídos seguía aquel susurro pulsante, esa llamada que iba y venía de vez en cuando y que se apagaba sobre todo cuando más colocada estaba. Quizá era una forma que tenía su cuerpo de hacerle saber que tenía mono. Al final, la respuesta siempre era la heroína.

Cargando editor
27/12/2016, 02:54
Cosette Mercier

Cosette se abrochó la chupa hasta el cuello en cuanto puso un pie en la calle y el frío golpeó sus mejillas. Era un gesto reflejo, al que no le había dado tiempo a formarse desde un pensamiento consciente y que parecía más bien responder a la sensación de que así deben ser las cosas. No miró a su alrededor antes de echar a caminar. Sus delgadas piernas estaban enfundadas en unos leotardos negros y gruesos por debajo de los shorts vaqueros y las botas altas, también negras, le llegaban hasta cuatro dedos por debajo de las rodillas.

Metió las manos cubiertas por unos guantes que ya tenían más de dos y de tres agujeros en los bolsillos de la chupa y dejó que sus ojos buscasen el suelo mientras recorría un camino que sus pies ya se sabían de memoria. Un suspiro se contenía tras sus labios apretados al sentir las miradas sobre ella. Sabía que llamaba la atención. Maldita sea, lo había aprendido bien pronto y a conciencia. A esas alturas por lo menos había podido sacarle provecho, pero en ocasiones pensaba que nunca dejaría de sentirse incómoda por ello.

Nerviosa sacó la mano derecha del bolsillo para rascarse el interior del antebrazo en un gesto inconsciente pero al sentir una vez más el volumen de las finas cicatrices a través de la ropa, sus labios se fruncieron por un instante en una mueca y llevó de vuelta la mano a su lugar. Le temblaba ligeramente y Cosette frunció el ceño mientras sus ojos continuaban en la punta de sus botas, como si necesitase contar los pasos que daba. Aunque en realidad no era eso lo que estaba contando. Sólo esperaba que Bill pasara por el club esa noche. Necesitaba un chute tanto como respirar y en casa ya sólo le quedaba la reserva de emergencias, estaba prácticamente sin existencias.

Sólo levantó la mirada cuando llegó justo delante del escalón de la puerta de atrás del local. Allí estaba Todd, el eterno pretendiente de Trixie, el que siempre le juraba y perjuraba que la sacaría del club y la convertiría en una señorita de bien. El mismo que le daría un repaso al verla, como cada noche, y tal vez lo acompañaría de algún comentario que haría que Cosette pusiera los ojos en blanco. Al menos era mejor que el puto baboso de Jack. A Todd le gustaba mirar, pero nunca había intentado pasar de ahí.

Así que, con las manos en los bolsillos, Cosette se dejó mirar gratis. Solía cobrar por ello, pero sólo cuando se quitaba la ropa. Y de todas formas, a Todd no le cobraría, al menos con dinero. Le había quitado de encima a clientes con más polla que cerebro en tantas ocasiones que si fuera por ella bien se habría ganado un baile privado si no fuese el eterno novio de Trixie.

—Ey —saludó con la voz algo ronca que delataba que no hacía mucho que se había despertado. Movió la barbilla hacia la puerta de metal que había detrás del hombre—. ¿Cómo va la noche?

Cargando editor
29/12/2016, 14:49
Todd Hudson

En clubes cómo aquel había dos tipos de trabajadores. Los que lo dejaban al cabo de un tiempo y los que estaban tan metidos en la mierda que se quedaban enganchados allí para siempre. Había una delgada línea que separaba unos de otros, y sería difícil decir en cuál de los dos grupos se encontraba Todd. De ser del segundo estaba claro que su línea divisoria tenía nombre y se llamaba Trixie.

El chico había hecho sus pinitos en muchos lugares antes de entrar a trabajar en aquel lugar. Incluso había probado en la lucha libre y como modelo, pero un mal golpe le había partida la nariz interrumpiendo su trayectoria en ambos lugares. Y tras su recuperación no se había interesado por volver a ninguno de ellos, así que tampoco le llamarían tanto.

Aquella noche iba con su habitual abrigo negro que le llegaba casi hasta las rodillas. Le quedaba un poco apretado, pero es que probablemente era difícil encontrar prendas de su talla: el tío era un auténtico cuatro por cuatro.

—Ey, Cos —saludó a Cosette, dejando que sus ojos hicieran lo mismo al repasarla de arriba a abajo—. Bastante bien, tranquila —enunció frotando sus manos. Se apartó entonces a un lado, dejándole paso.

—Joder, hoy estás que te rompes —dijo con una especie de admiración antes de formar una sonrisa—. Si no estuviese enamorado íbamos a tener más que palabras tú y yo.

Aquellas palabras eran en bocas de otros crudas, y Cosette había aprendido por las malas que podían ser incluso una amenaza aunque el que las pronunciaba ni siquiera lo supiera. Sin embargo con el paso del tiempo Todd había demostrado ser más que inofensivo. No significaba que no lo pensase, eso era evidente, pero tenía claro dónde estaba el tiempo. Y con el paso de los meses decir aquellas cosas casi se había convertido en una forma de intentar animar a la chica.

—No hace falta que te des prisa ni nada hoy —enunció—. Brad no va a venir.

Brad era el jefe del lugar, que no el dueño, y solía tratar a las chicas prácticamente como si fueran ganado. Era un borracho cerdo y misógino y no se molestaba en disimularlo.

Cargando editor
30/12/2016, 20:12
Cosette Mercier

Los hombros de la chica se sacudieron de arriba a abajo con desidia como toda respuesta a ese cumplido que en ocasiones llegaba envenenado. Todd era espacio seguro, por el momento al menos, pero aún así Cosette se balanceó inquieta sobre sus pies hasta que llegó la buena noticia de la noche.

La ausencia de Brad era todo un respiro y desde luego no sería Cosette la que echaría de menos a ese gilipollas y al látigo imaginario con el que a veces chasqueaba el aire para meterle prisa a las chicas. Además, saber que no estaría le daba cierto margen de maniobra que mejoró en parte su humor. Al menos podría escoger si se vestía de vaquera, de catwoman o con alguno de esos horteras conjuntos de encaje que brillaban bajo la luz ultravioleta. Tampoco es que hubiera demasiado donde elegir, ni que la decisión fuese significativa, pero era agradable sentir de vez en cuando que tenía el control de algo en su vida.

Cojonudo. —Se permitió el lujo de esbozar una sonrisa breve que iluminó su rostro por un instante y después sacó la mano del bolsillo para empujar la puerta del club—. Te veo luego entonces. No te quedes mucho tiempo fuera, Todd. Hace un frío de mil demonios.

Al entrar no se entretuvo demasiado. Sus pies la llevaban directamente al camerino donde podría ponerse la ropa de trabajo y su cabeza ni siquiera se planteaba ya la ironía de vestirse sólo para desnudarse después. Olfateó el ambiente del local mientras recorría los pasillos interiores y recordó la mueca que se formaba en sus labios cada vez que entraba durante los primeros meses. A esas alturas esa mezcla entre alcohol, sudor y sexo ya era tan familiar para ella como el aroma de su propia casa. Si es que podía llamarse casa a eso. 

Cosette no solía llegar con demasiada antelación al trabajo, como sí hacían otras chicas que disfrutaban de relacionarse entre ellas antes o después de actuar. No se le daba muy bien eso de hacer amigos y hacía mucho que ya ni siquiera se molestaba en intentarlo, así que acostumbraba a llegar con el tiempo justo para cambiarse antes de que le tocase salir a la tarima.

Cargando editor
01/01/2017, 19:02
Todd Hudson

Antes de responder a Cosette el portero llevó sus ojos hacia abajo, hacia el reloj de su muñeca. O bien era una imitación muy buena o bien era un regalo. Luego llevó sus ojos hacia la chica, aprovechando para darle un segundo vistazo mientras ella se marchaba.

—Pronto —prometió de forma escueta—. Cuando le toque a Trixie.

Cargando editor
01/01/2017, 19:12
Narrador

El local era uno de esos sitios que consiguen mantener las apariencias casi tan altas como las expectativas. Era un club que había pasado por muchas manos. Y casi por todas ellas habían pasado también la mayoría de las chicas, cutre hasta el punto de no tener una puerta de acceso directa al camerino o para el servicio. Una vez una de las chicas había llegado el primer día diciendo que eso iba en contra de la normativa, así como que faltaba alguna salida de emergencia, pero no había durado demasiado. El tipo de gerentes que el club solía tener siempre había sido más de preocuparse por las multas cuando ya habían llegado. Aún así unos meses antes de que Cosette entrase a trabajar allí había sufrido un lavado de cara completo, y ahora uno podría confundirlo con uno de esos sitios donde la gente finge ser decente, sin depravación, y estar sólo divirtiéndose un rato.

El sitio era amplio y las luces de colroes disimulaban bien lo gastada que estaba ya la alfombra. Tenía algunos reservados para bailes privados —o lo que fuera, nunca nadie preguntaba—, una tarima alargada con tres barras a un lado que solía estar vacía salvo en noches especiales y una tarima central que era en la que se realizaban la mayoría de bailes.

A esas horas ya había algunos clientes, pero todavía no estaban tan embriagados como lo estarían un par de horas más tarde. En la tarima central bailaba Estelle bajo la voz de una canción que era terrible en muchos sentidos, pero lo suficientemente explícita como para que nadie se fijase en la música.

Cargando editor
01/01/2017, 19:23
Narrador

Dentro, en el camerino, tres de las chicas conversaban semidesnudas de manera tranquila. Una de ellas estaba repasando sus uñas mientras comentaba algunos problemas que estaba teniendo su crío en el colegio. Las otras parecían escuchar, aunque no muy interesadas.

En el otro extremo, Trixie estaba junto a Sweet Amie. Esta última era una de las que más tiempo llevaban en aquel trabajo, y sin embargo aún era capaz de llegar con cierta alegría. Era la única que preparaba sus propios vestuarios, y aunque pocas veces alguna aceptaba también se ofrecía a hacer lo mismo por las demás. Esa noche iba vestida con lo que parecía un bikini como el de La Guerra de las Galaxias, y por delante del cuerpo, aún colgada en la percha, estaba el resto de ropa que se pondría simulando ser una Storm Trooper sexy. Imaginación, sin duda, no le faltaba.

Cargando editor
01/01/2017, 21:27
Cosette Mercier

Cosette adoraba la buena música, la música de verdad. Los Ramones le habían proporcionado algunos de los viajes de ida hacia el cuelgue más agradables que podía recordar y escuchar a Metallica era una de las pocas cosas capaces de hacer que se moviera su sangre. Pero aún así no se inmutó cuando la terrible música del club llegó a sus oídos. Ya estaba demasiado acostumbrada a ese tipo de despropósitos acústicos.

Dio un rápido vistazo al interior del local, pero no se detuvo más que un par de segundos antes de entrar en el camerino. La noche apenas estaba entrando en calor y los bailes a esa hora todavía eran los más tranquilos. A Cosette no le gustaban, era más agradable desnudarse cuando había poca gente mirándote, pero también eran escasas las propinas a esas horas y gran parte de su sueldo se lo llevaba puesto en la cinta del tanga.

Al entrar en el camerino hizo un gesto con la cabeza al tiempo que saludaba con un escueto «Ey». Contempló el atuendo de Sweet Amie por un instante con una pizca de admiración y después caminó hacia el lugar que solía ocupar en el tocador, en uno de los extremos más discretos, donde era difícil verla cuando había más de cinco personas allí. No intentó ni siquiera participar de aquella conversación entre las chicas, pero sí escuchó en silencio lo que hablaban.

Dejó la chupa sobre el asiento y se miró en el espejo, contemplando la palidez de su rostro y el temblor de sus manos. Necesitaba un chute, joder. Esa misma noche a poder ser. Se pasó los dedos por el pelo, dándole un poco de volumen con ese gesto y cuando la punta de sus orejas escapó entre sus cabellos resopló entre dientes su fastidio y los recolocó hasta que quedaron ocultas de nuevo.

Después se giró pensativa hacia la percha con vestuarios. Necesitaba algo que llevase guantes hasta medio antebrazo, como mínimo. Con los focos las cicatrices no eran muy visibles, pero no quería arriesgarse a cortar el chorro de las propinas por ellas. De repente decidió qué se pondría esa noche. El traje de la superheroína esa de las plantas. Como-se-llame Ivy. Hacía varios meses que no lo usaba, pero no tardó en localizarlo, junto con sus guantes y los botines a juego.

No tardó en comenzar a vestirse y maquillarse, sin haber llegado a decir nada desde que había entrado en el camerino.

 

Notas de juego

 

Cargando editor
02/01/2017, 04:55
Sweet Amie

El saludo de Cosette apenas fue devuelto por las chicas presentes, que no tardaron en seguir con la conversación en la que estaban metidas. Cuando más podía escucharla Cosette más podía convencerse de que sólo a una de ellas le interesaba la conversación: a la que estaba hablando. Las otras escuchaban hoy y, probablemente, hablarían mañana, así que aquello era una especie de acuerdo no escrito entre ellas, uno de tantos en los que se fundamentaban esas relaciones que tan lejos estaban de los dedos de Cosette.

Mientras ella empezaba a cambiarse pudo escuchar cómo la música de fuera empezaba a extinguirse. El número había terminado. Trixie se despidió entonces de Amie con una sonrisa, preparándose ya para saltar al ruedo. Y cuando los ojos de la otra se cruzaron con el cuerpo de Cosette y el atuendo que había elegido la luz de una idea cruzó por su rostro. Se tomó un instante antes de acercarse a la chica. Lo hizo despacio, como si fuera consciente de que el espacio personal de la pelirroja era no sólo difícil de atravesar, sino también extenso.

—Ey —saludó con una sonrisa que pegaba con aquel lugar tan poco como los habituales ánimos de la stripper. Miró a Cosette a los ojos, como pidiendo permiso para dar un paso más en su dirección—. Oye, eh... —empezó. Parecía tener algo concreto que decir, pero no haber pensado muy bien cómo.

—Me preguntaba si, bueno... Te gustaría que te hiciera un conjunto para ti —dijo con el mismo tono de quien pide permiso, como si fuera Cosette la que pudiera hacerle el favor—. De elfa. Con tus orejas y eso te quedaría guay.

Cargando editor
03/01/2017, 00:43
Cosette Mercier

La espalda de Cosette se tensó en cuanto se dio cuenta de que la chica se estaba acercando a ella aunque no la miró directamente hasta que no llegó su saludo, como si parecer concentrada en terminar de ajustar el body fuese suficiente para hacer cambiar de opinión a Amie.

—Hola —respondió, cuando ya no quedó más remedio que reconocer la presencia de la otra stripper a su lado, y la miró con sus ojos enormes y cargados de demasiada seriedad para su juventud.

—¿Para... para mí? —preguntó entonces, sorprendida con la oferta, tan inesperada que se le antojó algo alienígena y empezó a ponerse un poco nerviosa—. ¿D-de e-elfa?

Pero sus músculos terminaron de crisparse cuando llegó la mención a sus orejas. Sus mejillas enrojecieron hasta tomar el color de sus cabellos y de inmediato su mano viajó hasta estos, asegurándose con un gesto inconsciente de que estuvieran bien tapadas. Sabía que no podía hacerlas desaparecer sólo con eso. De hecho, ni con eso ni con nada, al parecer. Pero aún así lo hizo igualmente, con los dedos temblorosos y sin saber cómo reaccionar a una alusión tan directa y aparentemente amable hacia su malformación. Estaba acostumbrada a escuchar burlas y risas, incluso comentarios lascivos sobre ellas de parte de los clientes más fetichistas del club, pero no sabía qué decir a aquello. Se sintió insegura e infantil, como si volviese de nuevo al orfanato, a la noche en que intentó librarse de ellas por primera vez y le tembló un poco el labio algunos segundos antes de que empezase a intentar responder.

—Y-yo... No sé... —Seguía intentando encontrar en la proposición de Amie algún atisbo de malicia, una sonrisa en sus labios que indicase que realmente todo aquello era una burla o un brillo de diversión cómplice hacia las demás chicas en su mirada—. No sé si sería buena idea —dijo, sintiéndose algo acorralada—. ¿A Brad le parecería bien?

Cargando editor
03/01/2017, 23:36
Sweet Amie

Al ver la mezcla entre timidez y nerviosismo de Cosette la stripper le dedicó una nueva sonrisa. Asintió con la cabeza aparentemente animada dos veces, una cuando la chica quiso comprobar si ella era la destinataria de otra oferta y otra al asegurarse de la temática.

Acto seguido, con la reacción de Cosette a la mención de sus orejas, Amie la miró un poco confundida. No parecía preparada para aquello, para saber cómo responder o actuar ante los gestos de su compañera. Escuchó sus balbuceos y la observó sin saber muy bien qué decir. Por un momento pareció que iba a tender a Cosette la mano para reconfortarla, pero ese gesto se quedó en nada.

—A Brad se la sopla lo que hagamos mientras acabemos en bolas —dijo con un volumen un poco más bajo. Entonces se encogió de hombros y habló con un tono amable—. Pero sólo es buena idea si tú quieres —aseguró antes de dar un paso atrás, dejando más espacio a la pelirroja—. Perdona, creía que podía ser divertido. Y que a lo mejor te parecía guay aprovechar tus ventajas y eso —enunció mientras su expresión se teñía de disculpa—. No quería molestar.

Cargando editor
08/01/2017, 02:45
Cosette Mercier

Los ojos de Cosette se desviaron alrededor por un instante, para después volver hacia Amie llenos de inseguridad. Sus labios esbozaron la sombra de una sonrisa tímida con lo que dijo de Brad y su mirada terminó en la repisa sobre la que había dejado el maquillaje. La levantó de golpe cuando su compañera habló de nuevo de las orejas, asegurando que eran una «ventaja». Sus ojos reflejaban claramente su incredulidad. Aquello tenía que ser una broma. ¿Qué iba a ser si no? Nadie podía considerar esas orejas una ventaja. Era imposible.

—Eh... Yo... No molestas —dijo por inercia y con cierta torpeza que dejaba a la vista lo poco acostumbrada que estaba a desenvolverse en ese tipo de interacciones sociales—. Y-yo... Lo pensaré —aseguró finalmente, bajando de nuevo la mirada hacia el rimmel y con la esperanza secreta de que aquello zanjase el tema de las orejas.

Cargando editor
10/01/2017, 03:55
Sweet Amie

Ante la inseguridad de Cosette la otra stripper simplemente aguardó por un instante. Su actitud parecía la de alguien que sabe que ya es demasiado tarde para echarse atrás, pero desde luego no disfrutaba con aquella situación. Parecía convencida de que estaba incomodando a la chica. De modo que cuando ella le dijo que no molestaba Amie se relajó un poco. Un instante más tarde, con las siguientes y últimas palabras de la pelirroja, la chica sólo hizo un gesto para quitarle importancia al asunto.

—Eso, dale una vueltas —dijo, aunque no debía creer que hubiera nada que pensar tanto. Empezó a dar un par de pasos hacia atrás, alejándose de Cosette, cuando se le ocurrió algo más—. Si quieres me puedo hacer algo a juego y nos montamos un numerito juntas —se ofreció, tirando de algo que probablemente a cualquier otra le habría parecido divertido—. Piénsalo.

Y con esas palabras dejó se dirigió al cuarto de baño, dejando sola a Cosette. Fuera la música del número de Trixie estaba a punto de llegar a punto más álgido. Estelle ya había vuelto al camerino sin molestarse en saludar a la chica con orejas en punta y se había unido a la conversación de las otras. En noches como aquella donde no había presencia de la gerencia nadie llevaba el control de quién salía antes o después, bastaba con anunciar a uno de los camareros quién sería la siguiente para que pudieran anunciarla. Y ninguna de las otras parecía con muchas ganas de ser la siguiente. Probablemente esperaban a que el club se llenase más, tanto como venas de sus clientes con el alcohol barato que servían a un precio que no le correspondía.

Cargando editor
11/01/2017, 14:44
Cosette Mercier

Cosette ya empezaba a sentirse aliviada al ver que la chica parecía dispuesta a dejar el tema ahí y alejarse cuando añadió a la propuesta la posibilidad de hacer un número con ella. No era la primera vez  que alguna de las otras se lo proponía, pero hacía meses desde la última vez. Se sintió aún más rara, pues no encontraba malicia en Amie por mucho que la esperaba, y no pudo hacer más que asentir muda con la cabeza.

Volvió a mirarse en el espejo y tomó aire despacio antes de continuar retocándose el maquillaje para extremarlo un poco. No tardó en estar lista y con una breve mirada a su alrededor se convenció de que a ninguna de las otras le apetecía salir a la tarima. En otras circunstancias ella tampoco habría querido salir tan pronto pero... Necesitaba salir del camerino un rato. Así que se apresuró a terminar de colocarse la ropa y con un gesto nervioso de despedida hacia las otras chicas salió en busca de algún camarero para avisarle de que sería la siguiente.

Cargando editor
13/01/2017, 03:04
Narrador

Las otras chicas dirigieron una mirada desinteresada a Cosette al ver que ella salía del camerino. Antes de marcharse pudo ver cómo una de ellas alzaba una ceja demostrando una altivez que pasaba por encima de la indiferencia que fingían las otras.

Una vez fuera no tardó en captar la atención de Trevor, uno de los dos chicos que estaban detrás de la barra, que de inmediato la anunció únicamente diciendo su nombre a través del altavoz. A aquellas horas, y más sin Brad por allí, ni siquiera los camareros se lo curraban demasiado.

Un instante más tarde el chico pulsó un botón en el aparato de música y otra canción empezó a sonar. Sin prestar apenas atención a la pasarela Trevor continuó partiendo algunos limones mientras la escasa clientela se preparaba para recibir el baile de la pelirroja.

Notas de juego

Cargando editor
13/01/2017, 03:18
Desconocido

Era curioso el contraste de la letra entre la canción que se oía cuando Cosette entró en el local y aquella, aunque probablemente ninguno de los clientes se parase a pensarlo.

Prácticamente en cuanto la chica empezó a moverse todos los ojos se centraron en ella, algunos curiosos y otros con un incipiente brillo de expectación. Pero hubo un par que sobresalió de entre los demás. Al ver a Cosette aparecer un hombre comenzó a acercarse a la pasarela despacio y con una sonrisa extraña en la cara. Parecía el tipo de persona que se cree con poco que perder y que cree que en un lugar como ese olvidará lo que hay fuera. Una de sus manos estaba en el bolsillo, probablemente en la cartera, y al terminar de acercarse a la zona apoyó la otra directamente sobre la plataforma, dispuesto a ver el número de cerca.

Cargando editor
14/01/2017, 04:13
Cosette Mercier

Cosette subió cada escalón intentando dejar atrás la resignación y para cuando llegó a la tarima un instante después de que su nombre sonase por los altavoces, ya estaba concentrada solamente en su trabajo. No era una buena bailarina ni nada por el estilo, se movía con gracia pero considerando fríamente sus movimientos podría decirse que como mucho era mediocre, lejos de la gracia que otras de sus compañeras exhibían en la barra. Aún así siempre atraía todas las miradas y una buena cantidad de propinas. Cualquiera de los que veían sus «actuaciones» concordaba en que la chica tenía algo especial difícil de determinar pero que atraía con un magnetismo extraño.

La música empezó a llenar el local y Cosette cerró los ojos por un instante antes de comenzar a moverse sinuosamente con ella. Podía sentir las miradas al otro lado de la cortina de sus párpados, pero ya no la incomodaban como las primeras semanas. A esas alturas aquello era para ella una cuestión rutinaria, un medio para poder pagar un techo, comida y los necesarios viajes que la ayudaban a olvidarse de su vida. Era la promesa de esa dulce evasión lo que hacía que se levantase cada mañana, el motivo de que estuviese allí esa noche, dispuesta a desnudarse ante extraños.

Para cuando los abrió de nuevo, ya se había quitado la parte superior del disfraz de hojas, dejando al descubierto el body que llevaba debajo. Su mirada recorrió el borde del escenario hasta encontrarse con el hombre que parecía más interesado en el baile. Sin dejar de moverse se fijó en la mano que tenía toda la pinta de estar dispuesta a dejar algunos billetes en su ropa y se acercó a él un poco, convirtiéndolo en el destinatario principal de su baile. Puede que no fuese especialmente buena, pero ya había aprendido que ese era el truco: conseguir que cada uno de esos hombres se sintiera especial.

Así pues, aunque sus caídas de ojos se repartían por el local en un intento por atraer más carteras hacia la tarima, fue él quién se llevó la intensa mirada de la pelirroja cuando la parte del body que sujetaba sus pechos cayó al suelo con un golpe de cadera. Y fue cerca de él también donde se quedó bailando cuando ya sólo le quedaban el tanga y las botas, con la esperanza de que terminase por sacar la mano del bolsillo para vestirla con sus billetes.

Cargando editor
18/01/2017, 14:30
Desconocido

En el momento en que los ojos de Cosette se cruzaron con los de ese hombre algo en él pareció erizarse, y no sólo en sus pantalones. Las pupilas de aquel desconocido se dilataron un poco y sobre la tarima sus dedos se cerraron un poco. Acto seguido, cuando ella dejó al descubierto sus pechos, el hombre los miró directamente y ladeó un poco la cabeza con una expresión claramente lasciva. No parecía de los que se contenían, ni mucho menos.

Detrás de aquel tipo otros estaban cada vez más pendientes de la chica. Un par parecían a punto de levantarse de otros asientos, mientras que otros eran más del tipo que espera que si la stripper quiere su dinero debe acercarse para conseguirlo. En cualquier caso aquel que estaba más cerca de Cosette acabó por sacar su mano del bolsillo con algunos billetes arrugados de distintos valores. La extendió en su dirección, pero cayeron sobre la tarima en el mismo momento en que aquel tipo abrió la mano dispuesto a poner la palma directamente contra uno de sus pezones.

No parecía de los más listos. Era frecuente que cualquiera, al meter el dinero entre la ropa de las chicas, aprovechase el momento para sobarlas un poco, e incluso que estas se dejasen lo necesario para conseguir más y más. Sin embargo este tipo ni siquiera se había molestado en aguantar los billetes el tiempo suficiente para eso. Iba a lo que iba, con una expresión que cada vez contenía menos y asustaba más.

Cargando editor
23/01/2017, 12:58
Cosette Mercier

«Puta suerte, joder», pensó Cosette mientras la mano del tipo intentaba alcanzar su pecho. Con la de pervertidos que había en el mundo justo le tenía que tocar a ella aquella noche uno de los sobones. Tampoco era algo extremadamente raro, pero la mayoría se molestaba como mínimo en fingir que seguía el juego.

La stripper sabía que si parecía que ese hombre se apropiaba de ella, los demás probablemente huirían, así que hizo lo que tenía que hacer y con una sonrisa juguetona se apartó de él esquivando sus dedos con un contoneo coqueto. Le dedicó una caída de ojos y llevó sus pasos por el borde de la tarima, pasando junto a los otros que se habían acercado y quedándose cerca de ellos. Los billetes quedaron atrás en el escenario, pero los recogería al terminar la canción.

Su mirada aprovechó para repasar el local mientras los ojos de los presentes se centraban en el movimiento de sus pechos al ritmo de la música. Todd no estaba a la vista y eso sí podía resultar un problema. Él era el encargado de mantener las manos de los clientes lejos de las chicas. Trixie ya había subido al escenario, así que él ya debería estar dentro. Pero no lo estaba y a ella le iba a tocar lidiar con el problema sola si la cosa empeoraba. Suspiró entre dientes sin dejar de moverse. No era la primera vez ni la segunda que le pasaba algo así, pero lo odiaba profundamente. La llevaba de vuelta al orfanato en un pestañeo y sabía que necesitaría un viaje largo y profundo para librarse de esa sensación que la asqueaba. 

Cargando editor
28/01/2017, 06:03
Narrador

Al notar que la chica le evitaba con aquella sonrisa el ceño del hombre se frunció un poco. Entre la música sería difícil decirlo, pero a Cosette pudo parecerle oír un leve gruñido procedente de su garganta.

Pronto ella estuvo ante otros hombres no sólo con más ganas de seguirle el juego, sino también dispuestos a soltar más dinero. Los billetes viajaban de los bolsillos a la ropa interior de la stripper mientras ella caldeaba el ambiente y pudo oír cómo uno de esos chicos —el más guapo, de hecho— hacía un comentario directo acerca de otras cosas por las que estaría dispuesto a pagar. Sin embargo incluso esas palabras estaban dentro de ese código que la mayoría de clientes solían mantener. Si Cosette no aceptaba probablemente lo intentaría con la siguiente que le gustase y así hasta que alguna fuera lo suficientemente caritativa o ávida de dinero para aliviar el peso de sus pantalones.

Alrededor del lugar donde todo transcurría, en el bar, Todd no parecía estar por ninguna parte. Aunque la lógica dictaba que tendría que ser al revés era en noches como esa, con Brad fuera, cuando el portero más se ausentaba. No era algo premeditado, ni intencional, simplemente algo que sucedía de la misma forma que las chicas tardaban un poco más en salir a la pista o los camareros echaban menos hielo y más alcohol en las copas.