Partida Rol por web

Eones Extraños - En busca de la cordura

2. Los muertos no sueñan

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09/05/2019, 14:56
Narrador

A pesar de todas las tribulaciones que te asaltan en el jergón, tus párpados comienzan a caer, tu conciencia a nublarse y no tardas en quedarte dormido.

Te encuentras en una pequeña habitación. La lumbre está encendida y las llamas danzan consumiendo la leña. Apuras el contenido de tu jarra, paladeando el sabor amargo de la hidromiel.

Pero no es suficiente. No sabes por qué, o más bien no lo recuerdas, pero tienes la imperiosa necesidad de acallar tu conciencia con el alcohol. ¿Se trata de algo que hiciste? ¿O de algún acto que estás a punto de cometer? Sea como fuere, lo único que queda es una intensa sensación de culpa de odio hacia ti mismo.

Entonces alguien llama a la puerta de la habitación. No espera respuesta, sencillamente abre y un hombre entra en la estancia. Se trata de un humano, elegantemente vestido y… no, por alguna razón no eres capaz de diferenciar su rostro.

El hombre avanza hacia tu silla y se dirige a ti con voz queda:

Ya es la hora, señor Strandoc —siempre se equivoca con tu apellido, parece hacerlo adrede—. El conde necesita que recojas tus pertenencias y escoltes a su equipo de arqueólogos. No será un viaje placentero —se ríe con desdén al pronunciar esta última frase.

Eres bien consciente de ello. No necesitas que un petimetre te recuerde tu deber. Si ese hombre está aquí, es porque quiere algo más.

Ah… un último asunto —ahí esta… ¿qué será esta vez? ¿Hasta cuándo aguantarás? —. Si el nuevo intenta algo extraño, como escabullirse en mitad de la noche con alguna de las reliquias que extraiga el equipo de excavación, acabe con él.

Despiertas. ¿Qué ha sido todo eso? ¿Un sueño? ¿O un recuerdo?

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09/05/2019, 14:57
Narrador

A pesar de todas las tribulaciones que te asaltan en el jergón, tus párpados comienzan a caer, tu conciencia a nublarse y no tardas en quedarte dormida.

El viento remueve con furia tus cabellos. Este año el invierno está siendo mucho más intenso de lo que estás acostumbrada. ¿O quizás sean las temperaturas del norte? Sea como fuere, una sierva de Irori nunca muestra debilidad.

La comitiva avanza con paso torpe. A los caballos les cuesta moverse entre la nieve, y la sobrecarga del carruaje no ayuda a acelerar la marcha. Mires a donde mires, no hay más que un desierto blanco allí donde debería de encontrarse la calzada.

Un hombre enjuto y de apariencia enfermiza, envuelto en un enorme abrigo de pieles, se acerca hacia ti, dejando a varios pasos el carruaje y los hombres del conde para entablar conversación contigo.

Tu eres la nueva, no es así —es una pregunta, pero no hay inflexión en sus palabras—. ¿Qué trae a una sacerdotisa de Irori a la expedición del Conde?

Guardas silencio, estudiando al hombrecillo. Sus orejas puntiagudas asoman entre una maraña desordenada de cabellos, delatándole como un semielfo.

Mis motivos son sólo míos —respondes, cortante.

El semielfo esboza una sonrisa tímida.

Por su puesto. Creo que no nos han presentado formalmente. Mi nombre es Theo. Llevo dos años bajo el servicio del conde Lowls. Un hombre fascinante…

¿Theo? ¿Ese es Theo? ¿Ya le conocías? ¿Qué quiere decir todo eso? ¿Es un sueño? ¿O quizás un recuerdo?

Agitada, despiertas.

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09/05/2019, 14:58
Narrador

A pesar de todas las tribulaciones que te asaltan en el jergón, tus párpados comienzan a caer, tu conciencia a nublarse y no tardas en quedarte dormido.

Una plétora de aplausos, silbidos y gritos de júbilo te activan de nuevo. Sin dudarlo ni un instante te unes a la celebración, aplaudiendo como un poseso. La muchacha del escenario se descuelga el laúd, sonríe y se agacha, haciendo una reverencia frente al público. Una cascada de cabellos rojizos le cae con gracia sobre el rostro.

Otra, otra, otra, gritan los parroquianos de la taberna. Hoy parece ciertamente animada.

La intérprete se incorpora y toma de nuevo el laúd. La sala comienza a quedarse poco a poco en silencio. Y la joven muchacha comienza a entonar una triste balada.

Tú debes de ser el gran Mequetrefe —un hombre, alto y ataviado con ropas elegantes se sienta en tu mesa. Trae dos jarras de hidromiel. No eres capaz de diferenciar su rostro, un borrón de rasgos poco concretos, aunque por algún motivo esto no te inquieta. Sabes que no le conoces. Pero él a ti sí. Y parece ciertamente muy majete y simpático. La gente huraña no se aproxima a otros ofreciendo brebajes tan exóticos y carbonatados como aquel.

Tomas enseguida entre tus manos la jarra que el desconocido te ofrece.

Mequetrefe Salpicabirras, sí señor. Gran hechicero allá donde los haya, que te voy a contar, mi muy buen amigo. Me alegra que me reconozcas, sí señor. Pero todavía no nos han presentado. ¿O tal vez sí? ¿Estuviste ayer en el Gallo Blanco? ¿O quizás antes de ayer? No recuerdo bien… Aunque igual no fue en una taberna, sino en el gran mercado. ¿O tal vez…?

El desconocido se apresura a interrumpirte.

No nos conocemos todavía. Me envía mi señor, el conde de estas tierras. Tenemos una pro…

¡El conde de estas tierras! Maravilloso, sí señor. Un gran tipo ese conde, que te voy a contar. Si él te envía tiene que tratarse de algo bueno. Sí señor. ¿Un tesoro? ¿Grandes recompensas a lo mejor? O no… quizás se trate de algún impuesto. ¿Van a imponer nuevas tasas a los grandes hechiceros? Porque entonces no sería tan grande, no señor…

No se trata de un impuesto, tranquilo. Pero tenemos una propuesta para alguien de sus talentos, gran Mequetrefe —alza de pronto la mano y corta la réplica que ibas a darle. Si tiene que hacer eso es que se trata de algo importante. O de algo muy grave. Empiezas a tamborilear con tus dedos en la jarra mientras el desconocido continúa—. El conde está al corriente de… sus dificultades fiscales actuales y de sus problemillas con la guardia de la ciudad. No se asuste, por favor, entiende completamente la situación y está al corriente de que se trata de un malentendido. El problema es que los hombres del magistrado no lo ven de la misma manera… El caso es que si usted está dispuesto a ayudar al conde con un asunto… delicado, el conde estaría más que encantado de interceder por usted ante la magistratura.

Así que al fin alguien se daba cuenta de que los problemillas con la guardia no habían sido más que un malentendido. Menos mal. Pero ese conde… algo oculta si el mismo no es capaz de venir a hablar con el Gran Mequetrefe. Aunque por otro lado, es un conde, y si entrase en una tasca como aquella la gente de la ciudad hablaría. Y nadie conoce tan bien como Mequetrefe lo dañinos que podían resultar los rumores. Quizás conveniense ir a hacer una visita ese conde… sí señor.

Y entonces despiertas. ¿Conde? ¿Qué conde? ¿Era todo un sueño? ¿O quizás algo más?

Notas de juego

Quizás me he recreado demasiado re-interpretando las cosas desde el punto de vista del gnomo pero... no he podido resistirme xD.

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09/05/2019, 15:01
Narrador

A pesar de todas las tribulaciones que te asaltan en el jergón, tus párpados comienzan a caer, tu conciencia a nublarse y no tardas en quedarte dormido.

El hombre levanta entonces la mirada de sus libros y te contempla en silencio por primera vez desde que entraste en su biblioteca. Lleva el pelo largo, peinado hacia atrás, y una barba hirsuta y mal cuidada. Si no supieras que es un noble, darías por sentado que se trata de algún legajo a cargo de la magistratura de la ciudad.

¿Y bien, don Richard? ¿Alguna novedad? —¿por qué te trata de don? ¿Eres acaso un caballero? Tal deferencia no es propia de un señor de tan rancio abolengo hacia sus sirvientes. ¿No eres un sirviente?

Ninguna, mi señor. Sigue padeciendo de delirios. Habla de forma inconexa y es incapaz de vincular ningún paralelismo entre las ruinas y vuestra merced.

Bien —el hombre se quita las gafas y clava una intensa mirada sobre ti. Un escalofrío recorre tu espalda. Te da muy mala espina. Pero debes de seguirle el juego. Todo depende de que te crea competente para sustituir a su antigua arqueóloga.

¿Alguna instrucción, mi señor?

No, dejemos a Constanza donde está por el momento. Necesitaré, sin embargo, un nuevo equipo de expedición. Y quiero que vos lo dirijáis, Don Richard.

Despiertas, agitado y con la cabeza embotada. ¿Qué significa todo eso? ¿Ha sido sólo un sueño… o algo más?

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09/05/2019, 15:03
Narrador

Poco a poco el grupo comienza a despertar. Primero Holloc, poco después Mequetrefe, seguidos por Aura y Richard. Theo, sin embargo, continúa sumido en un profundo sueño, con su inquietante criatura reposando a sus pies.

Enseguida todos reparan en que la capilla se encuentra casi vacía. Además de un par de refugiados que descansan en la otra estancia de la habitación, hay un pequeño grupo congregado junto a un hogar improvisado. Entre ellos se encuentra Constanza, quien parece estar preparando alguna clase de guiso por el olor que desprende la marmita.

No hay ni rastro de Winter ni del capitán. 

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09/05/2019, 17:22
Holloc Standroc

Aquel sueño había sido tan extraño como real. ¿Era quizás el momento de empezar a recordar? ¿Era el momento de empezar a saber quien era y que hacía allí? Lo cierto era que las imágenes que habían circulado por su cabeza habían traído aparejadas más preguntas que respuestas, pero al menos estaba bien conocer las preguntas para poder empezar a responderlas. Era un punto de partida al menos.

Lo que también le extrañó bastante fue ver tan despoblada la capilla. No había ni rastro de Winter, su anfitriona, ni del capitán Bigotes y en cambio si estaba aquella fastidiosa mujer de un horrible carácter. Al menos estaba cocinando algo y Holloc realmente tenía hambre. Se puso en pie, Mequetrefre y los demás todavía dormían cuando él despertó y desperezándose, caminó hasta la marmita en la que estaba trabajando Constanza.

- Buenos días mi señora... - Le saludó. - ¿Qué estáis cocinando? - Preguntó mientras miraba hacia el interior de la marmita y olía a su alrededor. - Este olor abre el apetito... - Dijo siendo todo lo cortés que pudo. - ¿Dónde está todo el mundo? 

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12/05/2019, 03:48
Mequetrefe Salpicabirras

Mequetrefe se despertó y vio como su inseparable amigo Holloc se acercaba hacia Constanza, la cual parecía estar cocinando. Una vez le llegó el olor del guiso, se incorporó de un salto con una sonrisa de oreja a oreja y se dirigió dando saltitos y palmadas hacia la mujer.

- Vaya, vaya, esto sí que huele bien, sí señor -dijo mientras se quitaba las legañas de los ojos- Me muero de hambre, estoy deseando probar ese maravilloso guiso que está preparando para mí, señora Constanza. Huele tan bien que casi se me había olvidado el sueño tan extraño que he tenido. Ese conde... algo raro hay ahí, me apuesto mi dedo meñique, el de la mano izquierda claro, el de la derecha es mi meñique favorito... por donde iba... ¡Céntrate Mequetrefe!... Ah sí, claro... eso que vaya sueño más extraño, sí señor.

- En fin, quien sabe que quiere decir, todos sabemos que los sueños provienen de nuestro subsconsciente, y claro está... mi subsconsiente me puede estar intentando señalar algo que no es tan evidente como parece... ¿O es más evidente de lo que parece? Bueno... ¿A que hora comemos mi señora Costanza?

Notas de juego

Me ha encantado la interpretación que hiciste de Mequetrefe, aún me estoy riendo XDD

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12/05/2019, 17:33
Theo DaCabe

Una cama de verdad y un sueño de verdad, sin pesadillas, ni visiones que burbujeasen en los sueños de la mente: sólo algo corto y reparador. Theo se levantó del lecho donde había estado y empezó a vestirse con toda la discreción posible que se podía tener en una fortaleza improvisada llena de ex-pacientes y personal de un manicomio; esto es, no demasiado.

-Buenos días, caballeros...

Dijo, aún frotándose la mejilla en el proceso de despertarse, mientras que la cosa se escurría alrededor suya, manteniéndose a una distancia cercana, ora enredándose entre las piernas de una forma que no parecía conectar ni interponerse con los pasos del escribano nunca, ora dirigiendo ¿miradas? a la zona. Si hubiera habido una multitud por la zona, aquello no hubiera ayudado.

-¿Quizá hayan salido de expedición? -preguntó- Madera, papeles, sábanas, comidas, agua, un mínimo de productos para la higiene, medicinas, el equipo de los guardias...

Se encogió de hombros.

-Hablando de eso, deberíamos hablar con la gente que se encuentra aquí y ver si necesitan algo con lo que podamos ayudar, o por lo menos comprobar que todo esté bien. No sé si me fío de que ese hombre esté encargándose de algo más de la seguridad de los muros.

Se le endureció la voz al decirlo, pero hasta ahora sólo lo había visto apuntarle a él y a sus compañeros (¿amigos?) con armas de fuego u ordenar la muerte de una pobre víctima indefensa en todo aquello. Sentir buena disposición por aquel hombre se le hacía difícil.

 

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12/05/2019, 21:30
Aura Balkanion

Aura se levantó aturdida. ¿Qué significaba ese sueño? ¿Era real? ¿Significaba eso que le conocía a él? Tenía cierto sentido, eso tenía que admitirlo. ¿Y quién era el conde Lowls? ¿Era el mismo conde al que servía Richard? ¿Todos eran hombres y mujeres a su servicio?

Cansada, la sierva de Irori se levantó del jergón. Había dormido pero seguía sintiéndose cansada. Echó un vistazo a su alrededor. Estaban sus compañeros de encierro, y un pequeño grupo de personas entre las quese encontraba Constanza.

Buenos días—saludó.

Después se dirigió junto a los demás al grupo de refugiados, donde la anciana clériga de la Pharasma estaba cocinando algo. Sin embargo dejó la palabrería a sus compañeros. Aura, tras un escueto saludo, se quedó en silencio, escuchando a los demás.

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15/05/2019, 18:19
Narrador

Los integrantes del grupo se van despertando y se acercan hacia la improvisada hoguera que se encuentra cerca de la entrada de la capilla. Sobre la lumbre, suspendido entre unas barras de metal, reposa un caldero que desprende un intenso aroma. Constanza lo remueve ocasionalmente con una larga cuchara de madera, mientras otros cuatro supervivientes la observan en silencio.

Se tratan de tres mujeres y de un chico joven, que según se van aproximando no dejan de observar a los recién llegados. Algunos con recelo, otros con manifiesta curiosidad.

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15/05/2019, 18:19
Constanza Latchke

Vaya, parece que ya se han despertado mis compañeros —dice Constanza alegre tras la animada intervención del menudo hechicero—. ¿Esto? No es nada, una antigua receta que solíamos preparar en el templo con ingredientes básicos. No es que haya mucho donde elegir, espero que os gusten las gachas con tropezones de buey. ¡No toques! Todavía no está listo —le espeta a Mequetrefe, atizándole en la mano con la cuchara de madera. 

El guiso huele francamente bien. Especialmente después de la horrible jornada que los aventureros vivieron.

Supongo que tendré que hacer yo las presentaciones. Estos son Mequetrefe, Holloc, Theo y Aura —añade, señalando con el utensilio—. Y ellas son… Maeve y Naysa —señala entonces a una muchacha joven que apenas llega a la veintena, desaliñada y con expresión distraída, fuertemente abrazada a otra mujer, mucho más mayor y ataviada con las ropas de una enfermera que le susurra algo al oído—. El que no os quita el ojo de encima es Brenton —señala a un hombre joven que sostiene una lámpara metálica que no desprende luz alguna y que estudia a Holloc con desconfianza—, y ella es DaNae —se vuelve entonces hacia una mujer anciana que sonríe y asiente con la cabeza.  

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15/05/2019, 19:10
Holloc Standroc

- Encantado... - Masculló de forma cortés mientras asentía con la cabeza a las presentaciones.

Realmente poco le importaban los nombres de aquellas personas. Le daba realmente igual quienes eran y aunque no les quería ningún mal, ya le bastaba con tratar de recordar quién era el mismo, como para conocer a unos perfectos desconocidos.

Sin embargo, aquel sueño que había tenido durante la noche le había despertado viejos... ¿Recuerdos? No lo sabía y eso era lo que pretendía averiguar de inmediato.

Holloc se acercó sutilmente a Constanza y examinó con disimulo el contenido del mortero. Esperó a que aquella extraña y amarga mujer le mirará y entonces habló.

- Tiene muy buena pinta, si señor... - Se sorprendió a si mismo utilizando la recurrente coletilla de Mequetrefe. - ¿Puedo comentarle algo? - Preguntó. Y sin tiempo a una respuesta lo hizo. - He tenido un sueño extraño. - Comenzó. - Trabajaba para un conde. Debía escoltar a un grupo de arqueólogos a un lugar que sin duda no iba a ser placentero. Quién me mandaba el trabajo no era el conde, sino quizás su lugarteniente. Me decía también que si "el nuevo", fuera quién fuera pues no lo sé, trataba de escabullirse por la noche... - Resopló. - Que entonces me ocupara de él... - Miró a Constanza con interés tratando de saber si aquello le decía algo. - ¿Y bien...? - Le preguntó.

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17/05/2019, 04:14
Mequetrefe Salpicabirras

Mequetrefe estaba a punto de agenciarse un buen pedazo de buey...

- Ya casi lo tengo... y lo mejor de todo es que la señora Constanza no se ha dado cuenta de nada, pero que máquina eres Mequetrefe, sí señor...

Mientras salivaba por su boca, pensando sólo en lo que iba a disfrutar de este cachito de buey, no fue capaz de detectar el movimiento de la anciana, y la cuchara de madera impactó en su mano con fuerza.

- ¡Ayyyyy! No pensaba cogerlo mi señora Constanza, ni mucho menos. Sólo quería remover un poco el guiso para que no se quede muy duro, claro... claro que era eso, sin duda sí, eso era.

En ese momento Holloc empezó a hablar y Mequetrefe se acordó de una cosa.

- Yo también he soñado con algo de un Conde. Que me ofrecía trabajo o algo así... claro, claro, ahora tiene sentido. Por eso somos los mejores amigos del mundo mundial, porque ya éramos amigos antes de perder la memoria. Eso tiene mucha más lógica, sí señor.

Pero entonces volvió a acordarse de otra cosa...

- Ese pedazo de buey todavía sigue solo y desamparado. No puedo permitir tamaño insulto, no señor...

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18/05/2019, 14:55
Theo DaCabe

Arqueó las cejas ante aquello. ¿Otra vez el Conde Rowls? ¿Y sus compañeros habían soñado con ello? Trató de recordar si había tenido alguna clase de sueño aquella noche, pero... no. Nada. Había dormido como un tronco, lo que resultaba extraño en una situación así, pero por otra parte... nunca había estado en una situación así. ¡Memoria o no estaba positivamente seguro de eso!

-No, no... no he soñado con nada -admitió- Pero estoy seguro de que nos conocíamos antes. Eso no ha cambiado.

Dijo, pero con algo de duda. Si resultaba que todos habían soñado algo... sacudió la cabeza para quitarse aquellos pensamientos y levantó una mano con la palma vuelta hacia los interpelados para saludar con respeto. Era sólo correcto.

-Encantados. Soy Theo DaCabe -se presentó- Estos son los compañeros que me ayudaron a sobrevivir a... todo lo que está pasando ahí fuera. Y este es, uhm, mi compañero. Es una criatura invocada mágicamente-

dentro de cierto punto es la verdad

-no tenéis de qué preocuparos. ¿Hay, um, algo en lo que le pueda ayudar, señor Brenton?

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18/05/2019, 20:32
Aura Balkanion

Locos. Estaban rodeadas de locos y dementes. ¿Pero qué podían esperar estando en un sanatorio? Las dudas de que ella y sus compañeros también lo estuvieron volvieron a asaltar a Aura. ¿Cómo había llegado a ese lugar y por qué? El lado positivo era que el número de preguntas no crecía pero tampoco ninguna era resuelta. Y todas ellas empezaban a agolparse intensamente en su cabeza. ¿Cuánto tiempo aguantaría así sin explotar?

Aura Balkanion, sierva de Irori—se presntó—. El Conde Lows... Creo... creo que todos trabajabamos para él de alguna forma. Y ya hablamos de él cuando nos encontramos con Constanza. Y por lo que sé de él, no hablábamos de un buen gobernante. ¿Por qué trabajaríamos para él? ¿Sabes tú algo anciana?

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20/05/2019, 21:53
Richard "Alma en Pena"

Se despertó el último sintiendo la terrible jaqueca y las palabras que resonaban en su mente. Tardó varios segundos en que su mirada errante lograse comprender donde se encontraba; el agotamiento parecía haberle pasado factura y había caído en un sueño mas profundo de lo habitual.

Un sueño tenebroso sin duda, ¿que significaba?

Escuchaba las palabras de sus compañeros, olía el guiso, escuchaba a Mequetrefe, Holloc, Aura... solo Theo parecía no haber soñado lo mismo, aunque quizá lo ocultase, bien sabía Richard que era mejor si su sueño no salía a la luz hasta que hubiese comprendido alguna cosa mas.

En vez de eso se levantó renqueante y tras lavarse y darse aire en la cara con un hechizo de prestidigitación se acercó al grupito. Su estómago rugía pero a pesar de ello esperó a ver si Constanza contestaba o intentaba evitar las preguntas.

Notas de juego

Siento el retraso, semana santa, puente de mayo, fiestas adicionales, viajes p'arriba y p'abajo, en el curro ya no puedo postear... he tenido un mesecito pleno de real life que ha hecho que me costase muchísimo retomar umbría, pero ya debería estar de vuelta al 100%.

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21/05/2019, 13:44
Constanza Latchke

Constanza escucha en silencio, removiendo el guiso y añadiéndole algo de sal a medida que la conversación se desarrolla. Mira con recelo a Holloc cuando menciona al conde Lowls, pero pronto vuelve a ocuparse con sus menesteres de cocina.

El conde Lowls… —la anciana suspira esbozando una mueca de hastío—. No, no era un buen gobernante si nos atenemos a los rumores. Pero hasta donde sé es él y sus fondos los que mantenían esta institución en funcionamiento —se vuelve entonces hacia Aura y el resto del equipo, frunciendo el ceño y bajando la voz—. Y lo que vayáis a contar de él, será mejor que lo hagáis cuando no haya oídos indiscretos cerca… Ya le queda poco al guiso —añade, volviéndose hacia el resto de pacientes junto a la hoguera.

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21/05/2019, 13:44
Narrador

Nysa, la enfermera de mediana edad, levanta la cabeza cuando Mequetrefe menciona los problemas de memoria.

¡No puede ser! Vosotros sois los pacientes que ingresaron la semana pasada —dice la enfermera. Entonces, la chica joven a la que abraza se pone entonces muy nerviosa, y Nysa le susurra algo al oído. Sea lo que sea lo que le haya dicho, parece tener efecto, pues la muchacha vuelve a calmarse.

Constanza toma entonces entre sus manos unos cuantos cuencos y comienza a servir el estofado a todos los congregados.  

Preguntad a la señora Winter, señor Theo —responde Brenton, el chico joven, tomando el cuenco que le ofrece la ancina sacerdotisa—. Ella sabrá oreintarte mejor que yo…

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21/05/2019, 15:28
Holloc Standroc

Cundo Holloc escuchó aquello en boca de la enfermera que respondía al nombre de Nysa, no pudo hacer oídos sordos. Parecía sorprendida de que ellos fueran los... "pacientes que ingresaron la semana pasada". Eso era importante para él, para ellos. Al menos ya tenían claro que hacían allí y cuanto tiempo hacía que estaban en el sanatorio. Por primera vez desde que despertó sin recordar nada de su pasado, algunos datos empezaban a salir a la luz.

Holloc se puso en pie y se acercó pausadamente hacia Nysa. Tampoco había pasado por alto que la enfermera más joven hubiera coartado la libertad de seguir expresándose en ese sentido a la enfermera más veterana. Por alguna razón, a la más joven parecía convenirle que el pasado de los recién llegados siguiera allí, en el pasado. Pero Holloc no estaba dispuesto a dejar pasar de largo la oportunidad de saber algo más.

Disculpe... - Le dijo a Nysa. - ¿Qué ha dicho sobre unos pacientes que ingresaron la semana pasada? - Le preguntó.

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23/05/2019, 18:58
Richard "Alma en Pena"

Deja que sea Holloc quien haga las preguntas mientras coge un cuenco de guiso, un guiso delicioso para cualquier hambriento e incluso pasable si no llevas días sin comer.

No obstante y tras engullir un par de cucharadas que acallan el rugir de su estómago observa a las dos mujeres y se acerca a ellas, dedicando una sonrisa reconfortante a la más pequeña.

Permitidme - dice a ambas antes de ejecutar un breve gesto arcano, unas sencillas palabras y señalar a Maeve. Una suave brisa cálida se levanta y parece llevarse toda la suciedad del rostro y las ropas de la joven, su cabello parece arreglarse un poco incluso y cuando termina siempre sonriendo dice -uno se siente mejor cuando acaba de salir de un baño y se pone ropa limpia, planchada y cálida, ¿verdad?- guiña un ojo a la joven antes de aprovechar los remanentes de su conjuro y añadir un toque de sabor a su guiso. No parece que le interese la conversación porque añade tras una inclinación de cabeza -disculpad la interrupción, podéis seguir con la conversación- y acto seguido se aleja de ambas mujeres hasta un punto desde el que pueda vigilar tanto las entradas como los ocupantes de la habitación.