Partida Rol por web

La visión de ese ser le hizo recordar... algo.

"...!!!"

Era tan frustrante no poder agarrar más de aquello: no era un hilo, era sólo una escena inconexa, pero era familiar. Era cómoda. Y parecía inofensiva comparado con la clase de cosas que debían haberles enviado al manicomio, así que algo muy malo debería haber pasado. Si los demás habían tenido pasado como guerreros, o sicarios, o... quién sabe qué cosas más, ¿por qué le eran tan familiares, tan conocidos? Sus ocupaciones en el pasado parecían haber estado a reinos de distancia.

-Es... es una aparición -dijo, con algo de duda, pero la duda fue despejándose conforme empezaba a hablar, como solía- Lo que vemos no existe, es sólo una manifestación espiritual corporeizada.

Como si reparase después de decirlo en que aquello no servía de demasiado, continuó:

-Um, es... si hay algo que lo ata y se manifiesta, debe de haber una forma de desatarlo y que deje de manifestarse. No sé si atacarlo sería la mejor de las ideas. Deberíamos... ummmm…

Miró a su lanza por unos segundos, poniéndola en ristre delante suyo. Aquello debería servir para poder poner distancia entre él y el monstruo.

-Voy a acercarme para... -tragó saliva- investigarla. S-si decide atacarme, por favor cúbranme.

Haciendo de tripas corazón, empezó a moverse, usando la lanza delante suya como una barrera entre el ojo y él. Poco a poco, poco a poco, iría avanzando para comprobar no sabía muy bien qué.

Mequetrefe no parecía intimidado por el ojo, aunque si bastante interesado. Lo miraba con una expresión cargada de emoción, parecía estar admirandolo.

- Pero menuda maravilla, sí señor. Esto sí que es una puerta extraña y sorprendente, es un ojo, pero tiene una boca, es algo asombroso...

En ese momento Richard y Holloc comenzaron a atacar al ojo y Mequetrefe gritó angustiado:

- Nooooo, no le peguéis. Ese pobre ojo sólo tiene hambre, está muy claro, sí señor. No es necesario dañarlo, bastará con traerle un poco de comida, vaya que sí.

Sin embargo, tras unos instantes embriagado con la extraña visión, Mequetrefe pareció recordar algo.

- Bueno, eso que he dicho no sé si será cierto. Es verdad que es una criatura hermosa y magnífica, pero no para de intentar morder todo lo que pueda, quizás, después de todo, sí que sea peligrosa. Debo examinarla bien...

Al poco empezó a acercarse lentamente, a la par con Theo, mientras canturreaba alegremente unas palabras arcanas.

¿Hablar con aquella cosa? ¿Sería capaz un horror como aquel entender si quiera lo que le dijeran?

El virote disparado por el guerrero impacta de lleno contra el iris del monstruoso ojo. Un sonido hueco prosigue al disparo, justo antes de que el proyectil caiga contra el suelo sin resultado aparente.

Las fauces chasquean amenazadoras ante la presencia cada vez más cercana del semielfo y del gnomo. Aquellos colmillos parecen hendir el aire más rápido a medida que la pareja de acerca. Cuando ambos están a casi unos 10’ del ojo, algo inédito sucede. Una voz quejumbrosa y deformada entona un lamento:

—¿EN QUé mE HE COnvERTidO? ¡DUELe!

Mequetrefe inspecciona al ente entre fascinado y asqueado. Entonces cae en algo: si se trata de una aparición, como su buen amigo Theo apunta, quizás no sea muy diferente a un fantasma. Quien sabe, quizás este ojo del averno tenga buenos amigos, como él y Holloc, con otros fantasmas. La amistad no entiende de razas.

Y si algo no le gusta a los fantasmas es la energía positiva. Ni el buen rollo. Quizás pueda disiparte con una alegre tonadilla. O con un rayo de energía positiva. El hechicero duda entre ambas opciones.

Parecía que aquel ser razonaba. Por lo que decía, no siempre había sido un monstruo anclado a una puerta. Parecía confuso, confuso y dolorido. Sus palabras casi hacían sentir culpable a Holloc por haber iniciado el lanzamiento de proyectiles contra aquel desdichado ser. ¿Pero que otra cosa podrían haber hecho al ver a una puerta con un ojo que presentaba una boca afilada en su pupila? ¿Acercarse? ¡No desde luego!

- ¿Qué eres? - Le preguntó Holloc entonces. Aunque pronto dedujo que esa no era una pregunta adecuada. Aquel ser acababa de preguntar lo mismo. - ¿Quién eres? ¿Qué ha pasado aquí? ¿Ha sido la niebla?

Pronto Holloc cerró los ojos. Pensó de si mismo que parecía idiota preguntando aquello. Estaba hablando con una puerta monstruosa. Algo que de no ser por el extraño contexto en el que se encontraba, no se hubiera parado nunca a dialogar con aquel ser y por contra, hubiera acribillado hasta que no hubiera podido volver a abrir la bocaza.

A Aura se le puso el pelo de punta cuando escucho al ojo con boca hablar. Cuando todo parecía que no podía volverse más loco, algo se superaba. Esto no era un sube y baja no, era un constante ascenso a las alturas de la locura. Cada cosa era peor que la anterior y empezaban a llegar a cotas inimaginabilísimas.

—Háblanos. Podemos intentar ayudarte.

¿Pero iban a querer ayudar a esa monstruosidad? ¿O realmente podían intentarlo? Fuera como fuera necesitaban conectar con lo que fuera que fuese esa cosa para rellenar otra pequeña pieza del puzzle.

¿Ayudar...? - dijo el arqueólogo ridiculizando la idea. Había tenido una idea por lo que decidió guardar el arco y acercarse a la puerta mientras rebuscaba en su mochila, parecía que se le había ocurrido algo.

Ayudar... si claro- añadió con sarcasmo mientras un espejito aparecía en su mano y lo plantaba delante del extraño ojo -mostrándole lo guapo que es seguro que nos lo agradece.

Desde luego que actuar como un bravucón ayudaba, especialmente a ignorar el temor que sentía por lo que estaba haciendo. Intentaba no dejarlo ver a toda costa y la mano casi no temblaba, todo un logro. No obstante Richard estaba preparado para tirarse a un lado si la idea no era tan brillante como creía.

Mequetrefe se sobresaltó al escuchar la voz saliendo de aquél extraño ojo-boca. 

- Maravilloso... increíble... fantástico... es un ojo, pero es una boca, y no una boca cualquiera, sino una boca que habla. Esto es sin duda lo más increíble que he visto en mi vida, sí señor.

Tras unos segundos pensativos, golpeándose repetidamente con su pequeño dedo índice la barbilla, como solía acostumbrar, el pequeño hechicero continuó hablando. 

- Si el señor DaCabe tiene razón, y mi experto e intuitivo ojo dice que la tiene, esta criatura no es muy distinta de un fantasma. Y como todos sabemos, a los fantasmas no les gusta la energía positiva, ni las fiestas, las cenas entre amigos, el buen rollo, el sentido del humor, la diversión, ... Yo me sé un par de canciones que seguro que podrían disiparlo si las cantamos todos juntos con alegría y armonía. Y si no, a último remedio... siempre tengo algún recurso que puedo utilizar contra este tipo de criaturas, sí señor, Mequetrefe es un gnomo de recursos, que nadie se atreva a decir lo contrario.

A continuación, manteniéndose a una distancia prudencial, comenzó a cantar una alegra canción, sobre un bello e inteligente gnomo que se enamoraba perdidamente de una exhuberante gnoma y los tres se iban a vivir juntos. Si, los tres, sin venir a cuento en la canción, cuya letra era claramente inventada, el hechicero mencionaba que su mejor amigo viviría con él y con su esposa, para así estar juntos por siempre jamás.

Sin embargo, al ver que la canción no tenía el efecto que esperaba, se alejó entristecido: 

- Vaya, vaya, así que eres inmune al poder de mi voz... bueno, no me voy a rendir, no señor, a ver si te gusta esto fantasma ojoboca. 

Empezó a entonar unas palabras arcanas, y una oleada de energía positiva salió disparada desde su mano hasta la extraña puerta. 

Mantuvo la mirada en la... mirada, de la criatura, y sólo se detuvo en su mantener la lanza en ristre para asentir cuando vio que Richard había tenido la idea que él. Hasta el punto en el que sería buena idea o no hacerlo, no lo sabía, pero los dos habían tenido la misma idea y él tenía las manos ocupadas, así que le dejo actuar.

"mostrándole lo guapo que es seguro que nos lo agradece"

-Richard...

Pero hubiera podido pasar sin la necesidad de causarle más dolor a aquella cosa. No sabía hasta qué punto era consciente o no, pero si había algo que pudiese abarcar el mundo, una mente aunque fuera un eco de ella, no creía que se mereciera que nadie le hurgara en la herida.

Las fauces de la criatura se abren amenazadoras y profieren un agudo chirrido en respuesta a las preguntas y comentarios de Aura, Holloc y Richard, especialmente cuando el arqueólogo se enseña su reflejo en el pequeño espejo.

—¡DOLoRrr! ¡MÁSs CerRCA! DADmE dOLoRRr —parece decir al final.

Entones la enorme pupila se clava de pronto en el gnomo y la cosa guarda silencio durante un instante, justo cuando Mequetrefe empieza a entonar su alegre tonadilla. De repente el ojo comienza a protestar y aullar de forma escandalosa, como tratando de ahogar con el escándalo las estrofas improvisadas y los ripios del hechicero.

Peor Mequetrefe no se achanta y continua con su canción, ahora acompasada con los berridos discordantes del engendro. Cuando termina, parece que la cosa no se da por enterada, y sigue protestando con esa voz espeluznante y ligeramente metálica, adoptando cada vez tonos más agudos. Resulta casi como si un millar de puertas mal engrasadas se abrieran todas al mismo tiempo.

Y entonces… el silencio.

El rayo de energía positiva acaba de impactar directamente sobre el engendro, y el ojo se ha cerrado de pronto. Poco a poco la sustancia quitinosa que recubre la pared se va retrayendo hacia el órgano visual monstruoso, dejando al descubierto la argamasa del muro primero, y la madera de una puerta después. Entonces los párpados se abren de pronto, y las fauces de la pupila comienzan a lanzar más y más dentelladas furiosas contra Richard y Mequetrefe, sin poder alcanzarlos, al tiempo que la criatura se va… difuminando.

Y en apenas unos instantes donde antes estaba aquella cosa, ahora no hay más que una puerta normal y corriente… O eso parece.

- Vaya... - Dijo entonces el guerrero y miró a sus compañeros encogiéndose de hombros.

No se sentía especialmente orgulloso de haber lanzado piedras contra aquel ser. Tampoco creía que haberlo destruido, si es que eso habían hecho, hubiera hecho justicia. Al fin y al cabo, aquella cosa, fuera lo que fuera, no había hecho nada malo, salvo quizás tener una apariencia horrible que podía llegar a causar pavor al más valiente. Más bien parecía alguien o algo confundido, atrapado y con ganas de volver a casa. Justo lo que eran ellos mismos.

- Parece que ya no hay peligro. - Remarcó lo evidente. - Si es que alguna vez lo hubo... - Añadió en un susurro.

Sin más dilación, Holloc se acercó lentamente a la puerta con uno de sus estoques desenfundados y en la zurda. No se fiaba ni un pelo de aquella puerta, como tampoco lo hacía de lo que pudiera haber tras ésta. Fuera como fuera, al llegar junto a la puerta, agarró el pomo de la misma y tiró de ella. Necesitaba saber que era lo que les deparaba tras aquella puerta encantada.

Su resolución parece adamantina cuando escucha el reproche en el tono de su nombre, así que al ver el resultado sonríe con frialdad y dice -no sientas piedad ni pena hasta que hayamos logrado salir de aquí y salvar a todos los demás. Ellos aún siguen vivos y cuerdos, no tenemos tiempo ni capacidad para preocuparnos de engendros retorcidos aún si alguna vez fueron otra cosa.

Su voz es imperiosa, parece que cada vez se le está dando mejor evitar que su propio miedo salga a relucir. Claro que seguramente Theo reprochaba su burla, pero el arqueólogo no parecía darle el mismo peso, o haberlo entendido así.

—Eso ha sido... raro. Pero claro qué no lo está siendo.

La mujer se cruzó de brazos con el ceño fruncido. No había reglas ni lógica. ¿Cuánto tiempo iban a ser capaces de soportar toda esta locura antes de que se empezasen a desmoronar?

¿Ya está? ¿Eso era todo? ¿Qué era lo que había hecho desaparecer a aquella cosa? ¿Contemplar su reflejo? ¿Las piedras y flechas? ¿El rayo de energía y la tonadilla? ¿Y si había decidido desaparecer para volver a hacerlo más adelante? ¿Sería capaz de algo así?

Con todas estas preguntas sin resolver, el guerrero se acerca la puerta y tira del pomo mientras el resto de sus compañeros le contemplan con atención. La puerta emite un leve chirrido, más mundano y natural que los gritos agónicos proferidos por el engendro ciclópeo, y sin que nada extraño o antinatural suceda, se abre.

Una amplia sala puede observarse a través del umbral. Si bien se encuentra sumida en penumbra, puede apreciarse la estampa majestuosa que hubiera supuesto en circunstancias más… propicias. Las baldosas del suelo son de un blanco intenso, de mayor calidad que las de los pasillos de la sección oeste del edificio, estilizadas columnatas soportan la carga del segundo piso, decoradas con detalladas hornacinas de motivos vegetales en los capiteles. Las paredes están pintadas asimismo de un blanco radiante, y salvo por las grietas que los temblores han dejado aquí, y allá, parecen sólidas. Varios pasillos discurren hasta esta sala, que tras un vistazo rápido parece tratarse del recibidor de la entrada al sanatorio.

Ante ellos se abría una inmensa sala. Tenía pinta de ser el distribuidor de aquel lugar. Se trataba de un sanatorio realmente grande y eso que todavía no habían llegado a las habitaciones de los enfermos. ¿Estarían en un segundo piso? ¿Habría habitaciones? Había dado por hecho ese detalle demasiado pronto.

- Voy a encender una antorcha. - Dijo mientras sacaba una de su mochila y empezaba a tratar de encenderla con el pedernal y el acero. - Será mejor tener una fuente de luz si queremos ver allí adentro.

Un vez consiguió encender la antorcha de dispuso a adentrarse en aquella sala, no sin antes desenfundar uno de sus estoques. Armando con estoque en la diestra y antorcha en la zurda, tomó aire y se dispuso a dar el primer paso para traspasar el umbral de la puerta hacia el distribuidor.

- Vamos... - Dijo con cierto tono de resignación.

Espera Holloc - dijo Richard antes de lanzar un breve conjuro sobre una piedrecita y lanzarla al interior de la sala. Pero no lo hace una única vez, tras observar lo iluminado repite la operación una y otra vez iluminando distintas zonas de la sala buscando cualquier enemigo o extrañeza evidente. Cada vez que su hechizo es lanzado la luz anterior se desvanece, por lo que el escrutinio de la sala se realiza por partes.

Sólo cuando él y sus compañeros han podido observar todo desde la relativa seguridad de sus posiciones lanza una última vez el conjuro sobre el arma de Holloc y dice -te ayudará tener las manos libres para pelear y ver al mismo tiempo.

El grupo inicia los preparativos para adentrarse en el recibidor. Al ver a Holloc encendiendo una antorcha, Richard ilumina uno de sus estoques para que el guerrero no se vea impedido en caso de… necesidad. A continuación, el arqueólogo recoge unos cuantos cantos de los escombros junto a la entrada y comienza a iluminarlos y a desperdigarlos por la nueva sala.

Enseguida se hace evidente que el amplio recibidor se encuentra deshabitado. Tampoco hay indicios de ninguna figura al final del corredor que se atisba desde la entrada en la que se encuentran. Al ver que no hay peligro aparente, el grupo de aventureros se interna en la sala.

A la derecha, los escombros de unas escaleras dan a una segunda planta. Desde abajo se puede ver una balaustrada de madera que asoma desde el segundo piso, también vacía y sin indicios de actividad. Pasadas las escaleras, debajo de la techumbre de este segundo piso hay una puerta doble de madera cerrada.

Frente a ellos se encuentra una enorme mesa de madera con suficiente espacio para que operen en ella dos o tres personas. Hay varios papeles y formularios desperdigados sin orden ni concierto sobre ella, así como por el suelo cercano a la misma. Más allá de la mesa la sala continua en un amplio corredor, en el que se adivinan un par de puertas en la pared norte, y un poco más allá, otra entrada en la pared sur.

A la izquierda, una alfombra roja y muy desgastada guía la entrada desde un inmenso portón de madera hacia la mesa. El portón se encuentra cerrado, y alguien ha improvisado una precaria barricada volcando una estantería contra la entrada, así como un par de sillas de madera.

No se escucha ningún sonido a medida que el grupo avanza, tan sólo el ruido de sus pasos a medida que éstos emprenden la marcha. 

Holloc observó aquella enorme estancia. Se trataba de un recibidor. Alguna de las puertas sin duda daba a la calle y sospechaba que sería la puerta doble que quedaba a su izquierda. Escapar de allí era lo que querían todos, pero... ¿Era lo más oportuno, temiendo en cuenta que fuera les esperaba aquella densa niebla amarilla? Estaba casi seguro de que no.

¿Entonce, qué debían hacer? También tenía la respuesta. Seguir investigando. Era posible que de esa forma encontrasen respuestas al fin. Era posible que descubrieran algo de su pasado o que se topasen con alguien perdido en las estancias de aquel sanatorio, que pudiera darles la clave de todo aquello.

- Propongo seguir un orden. Aquí hay muchas puertas. - Dejó la antorcha en el suelo, en un lugar donde fuera imposible provocar un incendio y desenfundó su segundo estoque. - De izquierda a derecha. Posiblemente la puerta doble de la derecha de a la calle, pero creo que todavía no nos conviene salir todavía...

Sin esperar respuesta se encaminó hacia la primera puerta que tenía a mano izquierda. Se acercó y trató de escuchar del otro lado pegando la oreja a dicha puerta. Esperaría a la confirmación de sus compañeros para abrir, pero estaba bastante seguro de que no le harían la contraria.

Entrar en un orden de izquierda a derecha y de más cerca a más lejos le parecía una buena idea. Todavía estaba en su mente el qué era lo que había pasado con la aparición, y qué era exactamente, así que no tenía mucho más que aportar. Excepto el hecho de que miró su lanza por unos momentos, dubitativo.

-...Richard -acabó por decir- ¿Crees que podrías, en la punta del arma...?

No sabía cuánto poder mágico tendría el mago. Sonaba para él como un sencillo cantrip, pero tenía que admitir que su dominio de las escuelas mágicas era más teórico que otra cosa, no es como que fuera capaz de l- espera un momento, sí que soy capaz de lanzar hechizos. Se detuvo unos momentos, confuso. ¿¿¿Si era capaz, entonces de qué lugar había venido esa reflexión???

-Parece despejado. Limpio -dijo- Quizá tengamos más suerte aquí al haber estado aislado. Y, sí, el orden parece una buena idea -se sacudió las gafas de forma algo más nerviosa de lo que había esperado, e hizo un gesto con la cabeza hacia la puerta- Os cubro.

El aspecto que ofrecía el mestizo no era el de alguien que pudiera cubrir a nadie, con esos bracillos de lo que era claramente un chupatintas. La cosa que le acompañaba en cambio era una posible garantía, si uno se acostumbraba a su presencia: era más fácil considerarla como un familiar arcano, excepto que cualquier persona con los más mínimos rudimentos sobre la magia sabría que aquello ni en un millón de años sería tal.

Aura se adelantó a la petición de Theo y agarró la punta de su lanza.

—Irori dona mihi verum lumen et protegas me o tenebris—cuando el arma de asta comenzó a brillar miró a Theo—. ¿Mejor?

A continuación la sierva de Irori agarró su mangual y su escudo, lista para lo que pudiera pasar. La puerta con forma de ojo con forma de boca ya había sido para ella una prueba suficiente de que cualquier cosa podía pasar. Las palabras de la misma "pidiendo más dolor" habían sido muy inquietantes.

—Abre esa puerta Holloc—dijo colocándose frente a ella y agarrando el escudo en posición defensiva.