Cruzo el umbral detrás de Nataliya.
—¿Sabes al menos donde estamos? —le preguntó la mujer desconocida.
—No —contestó Nataliya, secamente, sin siquiera mirarla y cruzó la puerta.
Se movió a lo largo del pasillo, inclinada hacia delante, cautelosamente, con sus sentidos en alerta. Trataba de encontrar la escalera que la llevara a la planta baja. Se preguntó que estaría pasando. ¿La puerta abierta? ¿Sin guardias? ¿Quienes eran estas personas?
Tirada: 1d100(+7)
Motivo: Oído
Dificultad: 85+
Resultado: 24(+7)=31 (Fracaso)
Tirada: 1d100(+12)
Motivo: Vista
Dificultad: 60+
Resultado: 53(+12)=65 (Éxito)
Cita:
Nunca dije que Nataliya salía. Dije que miraba hacia afuera, pero bueno, no hay problema. :D
tienes razon nataliya... no lo dijiste lo asumí, perdona intentaré no volver a hacerlo (autoazotes)
espero un poco a lyanna
siento la demora ya estoy de nuevo operativa
Hoy mismo entonces doy caña a esta escena... :)
Bien, iba a postear primero pero me gustaría que Lyanna describa su acción aquí que vale la pena esperarla.
Que coño hago siguiendo a una desconocida
Esto no me gusta un pelo
Al menos sabes como te llamas le digo con un tono bastante grosero acorde sus respuestas
Nataliya está en el pasillo cuando observa hacia arriba y ve una cámara con una luz roja prendida sobre ella.
Tal cual lo dicho anteriormente, no había escalera que llevase a un piso inferior o superior, tan solo dos puertas, una ubicada hacia la izquierda y otra hacia la derecha.
Te llama muchísimo la atención el agua potable, la miras con deseo. Sientes que la necesitas con todas tus ganas.
Al ver el bidón completo tus piernas se fortalecen un poco.
Ambas se encuentran en el pasillo de las dos puertas. Ninguna escalera indicaba una salida hacia una planta inferior o superior.
El ambiente estaba bastante cálido para ser sinceros, demasiado.
Necesito que tires dados por oído.
mod: +6
Dif: 85
Vista:
mod: +7
Dif: 60
Nataliya se detuvo en un extremo del pasillo, mirando con desesperación en todas direcciones. Sólo había dos puertas para elegir y nada que le indicara cual la sacaría de allí. Notó que había una cámara de seguridad en la parte superior de una de las paredes. Probablemente ya supieran que se estaban escapando y estarían yendo a por ellas. Estaba a punto de probar la puerta de la derecha, cuando sus ojos se posaron sobre el dispensador de agua, en medio del pasillo. La sed le atenazó la garganta, como pocas veces la había sentido. Necesitaba el agua. No cualquier agua, sino esa, la de ese bidón y no entendía por qué. Recordó la botella que le había dado aquel sujeto repugnante que la secuestró y la sensación extraña y vigorizante que había sentido al probar su contenido. ¿La habrían hecho adicta a alguna sustancia? La adicción a las drogas era una técnica muy usada por los rusos, para evitar que las chicas escaparan. Una vez afuera, no tendrían dinero para conseguir las dosis y se verían obligadas a regresar. Todo lo que Nataliya sabía era que no podía más. La necesidad de beber se había vuelto aún mayor que su impulso por escapar de aquel lugar. La sola visión del agua pareció prestarle fuerzas. Corrió hacia el dispensador, se agachó frente a él, abrió la boca, debajo del grifo y pulsó la manivela. Una fina corriente del precioso líquido le recorrió la garganta.
Me acerco a ella puedo saber que coño estas haciendo te has vuelto loca y la agarro del brazo.
Un río de agua ingresó por la boca de Nataliya. Las venas se iban activando una a una y poco a poco cada uno de sus poros manaba una sensación de felicidad y fuerza. Estaba segura ahora de lo que hacía, estaba totalmente decidida. Por algún motivo esa sustancia la había vuelto más fuerte y con coraje.
Observas cómo Nataliya se ha vuelto totalmente loca. En un momento está por traspasar una puerta y al siguiente se desespera por un vaso de agua.
Ni vaso ha usado que tomó a las rastras desde un costado.
¿Qué clase de casa de locos era esa?.
Por un segundo te planteas la idea de encerrarte en la habitación a esperar lo peor, o quizá escapar por la ventana.
Quizá debieras seguir adelante y salir corriendo como una niña pequeña pero inmune a cualquier cosa.
Podrías ir a investigar.
¿Por qué no podías estar en tu cómoda cama?
Extrañas tu casa y quieres salir de todo esto lo más rápido posible.
Nataliya se llenaba la boca con la anhelada sustancia y sentía como todo su cuerpo se llenaba de la misma energía que había experimentado al probar el agua de la botella, pero ahora multiplicada. La sensación era extraña y maravillosa. Se sentía capaz de cualquier cosa. Nada podía detenerla. Sería libre, ahora, con sólo desearlo. Pero no podía dejar de beber, se relamía de gusto e hilos de agua, le caían por la comisura de los labios. Sólo el fuerte apretón de la mujer sobre su brazo le permitió romper el éxtasis.
—¿Puedo saber que coño estas haciendo? ¿Te has vuelto loca?
Nataliya le clavó una mirada furiosa y zafó de su agarre de un tirón. Se puso de pie de un salto. A pesar del maltrato sufrido en los últimos meses, aún no había perdido la agilidad de sus años de bailarina y las energías que el agua le había prestando le hacían pesar que podría saltar hasta el techo, si quisiera.
—¡Te he dicho que te calles! —le espetó a la mujer, con rudeza y echó a correr hacia el extremo del pasillo. Allí probó a abrir la puerta de la derecha.
La puerta se abrió sin mayor esfuerzo y Nataliya estaba preparada para entrar.
Desde fuera pudo ver una habitación exáctamente igual a la que se encontraba ella al despertar, pero dentro había una mujer sentada al pie de una de las camas.
La mujer era una veinteañera muy delgada y de color. De su cabeza colgaban cientos de mínimas trencitas ajustadas y muy prolijas.
Estaba vestida con una pollerita escocesa y una camisa del tipo escolar.
Mientras miraba por la ventana con las cortinas corridas. El sol le daba en los ojos pero ella sonreía como si nada le estuviera pasando.
Nataliya se quedó paralizada por un instante. No se esperaba lo que encontró del otro lado de la puerta, aunque confirmaba sus temores. En un cuarto igual al que ella acababa de abandonar, una chica, vestida como para complacer la poco original fantasía de algún pervertido, miraba sonriente por la ventana, sentada en una cama. Parecía contenta y, si no había tratado de escapar como ella lo hacía, lo más probable es que estuviese allí por propia voluntad, razonó Nataliya. No tenía tiempo de tratar con putas. Se dio la vuelta y fue a probar la otra puerta del pasillo
Nataliya no hace caso a la puta negra que se encuentra ensimismada en la cama.
Gira sobre sí misma para dirigirse directo a la puerta contraria.
Abre el picaporte y lo que encuentra no le llama la atención para nada.
Era otro pasillo, pero esta vez mucho más angosto y más largo.
En la punta opuesta había un mostrador y una mujer que parecía un tipo de secretaria administrativa-asistenta sentada detrás de él.
A un lado del mostrador, una única puerta de madera cerrada, claro está.
Al ver a las mujeres detrás de la puerta que se abre repentinamente, pega un salto y se encuentra de pie. Las mira directo a los ojos.
Lyanna, espero tu reacción.
La mujer era adulta, de unos 50 años aproximadamente. Estaba vestida de traje y sentada en una silla de cuero negra mirando hacia un ordenador.
En el momento en que las muchachas aparecen por la puerta, ésta pega un salto y se levanta repentinamente.
¿Dónde están sus credenciales?, ¿Quienes son?