Partida Rol por web

GWALIN
Turno 000
(Introduccion)

Gwalin no era un enano joven, sino más bien un veterano superviviente. Sus mermadas capacidades de movimiento, las heridas y el abandono, le habían pasado factura. Pero todo aquello era suplido por unos brazos fuertes y robustos. La Batalla de los cinco ejércitos estaba muy lejana ya, pero el dolor de las perdidas y las heridas, estaba presente aun en los participantes. Aunque victoriosos, grande fue el precio que pagaron. Había pasado más de un siglo de aquello, y desde que el Señor Oscuro cayese, el mundo había cambiado.

Los elfos se fueron marchando tras la destrucción del anillo, dejando los designios de la Tierra Media a los hombres principalmente, pero también a los enanos. En su primera etapa, en Erebor, Gwalin ayudo a limpiar de trasgos y lobos la montaña y territorios circundantes. Entretanto, la vigilancia del Eryn Lasgalen o Bosque de las hojas verdes, que era como ahora se llamaba el Bosque negro, recayó en manos de los bosquimanos. Estos hicieron lo propio desde el corazón mismo de la foresta, acabando con nidos de arañas, lobos y trasgos. Cuando los enanos controlaron las tierras abiertas, ayudaron a los hombres de Lago y Esgatroth a vigilar los lindes orientales de aquel bosque.

El enano no deseaba vigilar los árboles, por lo que se echó al camino, quería conocer más mundo. Viajo errante durante largo tiempo, sobreviviendo con pequeños trabajos de escolta de caravanas, o de algún excéntrico comerciante desconfiado. Lo suficiente para poder pagar posada en la que pasar la noche y cenar caliente. Su destino, Anglarond, el asentamiento enano del sur. Gimli lo estableció tras el fin de La Guerra del Anillo, con el beneplácito y protección de Gondor, hasta convertirlo en un verdadero reino. Allí paso tranquilo, no haciendo más que labores de vigilancia, casi medio siglo.

Un dia Gwalin escuchó del resurgir de una antigua fortaleza enana en las Montañas de Hierro, Barukkizdin. Era un antiguo bastión que fue abandonado en la época de los grandes dragones del norte y que ahora, resurgía de nuevo. Las ansias de conocer aquel lugar volvieron a embriagar su espíritu aventurero y decidido, se embarcó en un nuevo viaje.

Al cabo de unos meses llego a la gran ciudad de Barukkizdin. Un emplazamiento muy al norte, y muy al este, que quedaba realmente a desmano de cualquier ruta comercial. Cuando se hubo asentado, consiguió un trabajo cuyo cometido era acompañar a los mercaderes cuando se acercaban a la ciudad. Una parafernalia, un acto puramente figurativo que podía haber hecho cualquier otro. La mayoría del comercio de la ciudad enana provenía de Eriador y del mar de Rhûn. En los últimos tiempos el comercio desde el sur casi había desaparecido, por lo que solo quedaban los convoyes provenientes de Esgartoh, Lago o del Reino de la Montaña Solitaria, muy a menudo de todos a la vez. También comenzaban a aparecer algunos asaltadores, pero rara vez intentaban algo si había escoltas enanos de por medio.

Gwalin era considerado un tipo fuerte, lento, pero fiable a la hora de combatir. Era por ello que muchos requerían sus servicios. Entre ellos, en una ocasión, dio con un grupo de esgarothianos. Un comerciante importante que viajaba, ni más ni menos, que con Agranil, el regente de aquella ciudad, y su familia. Este buscaba a algunos individuos para que lo acompañasen, protección para el viaje. Un largo viaje que lo llevaría hasta Minas Tirith. El enano se interesó, pero al parecer ya habían elegido a algunos enanos, y varios hombres, incluso un hobbit los acompañaría. El naugrim no se molestó en absoluto, conocía sus limitaciones. Pero aquello no hizo más que volver a acrecentar sus deseos de vagar por el mundo, hecho que lo empujo a partir con el primer grupo que salió hacia el sur. Quería conocer La Ciudad Blanca.

Sus pasos lo llevaron lejos de Barukkizdin, muy al sur, ante la ciudad de Tir Anduin. Aunque pequeña, aquella ciudad que se alzaba ante él era grande. Imponentes muros de piedra, torres y muchas casas que se agolpaban juntas. Todo un espectáculo de tejas rojizas y piedras talladas que, aun sin haber llegado, hacían empequeñecer al enano. Por supuesto nada comparable con las estancias enanas, pero era digna de ser contemplada. Decidido, se acercó, era una parada más en su viaje a Minas Tirith. Hombres del este, orientales, salvajes… Era lo que oía aquí y allá en las ajetreadas calles de la ciudad. En el camino ya había sabido algo de ellos, rumores sin fundamento, que ahora se hacían realidad.

En una de las posadas, había varias, busco alojamiento. El lugar donde antes o después todo el mundo acababa, era un filón de noticias, rumores y chismorreos. Allí fue donde supo, tras beber alguna pinta de cerveza y mezclarse con los parroquianos, que hacía poco que una buena cantidad de estos orientales había perecido bajo el acero de los soldados de la ciudad. Habían recuperado una villa invadida por ellos, que estaba más al norte. No quedo uno con vida.

Fue también el lugar donde supo que, de nuevo Agranil, el regente esgarothiano, buscaba a algunos hombres que lo acompañasen en su empresa. Estaba seguro que en cuanto lo viese, seria aceptado. Esto le reportaría una paga hasta su destino, cosa que no le venía mal para asegurarse un futuro. Todo eran rumores, historias, aun tendría que dar con Agranil, y este aceptarlo…

Turno 001

Gwalin apuró su cerveza de un trago y, una vez acabada, la posó con fuerza en la mesa para llamar la atención del camarero. Cuando éste le miró, el guerrero aprovechó para pedirle otra ronda de tres jarras. Tras esto echó una mirada en su derredor como si solo volviese la mirada, para ver lo que acontecía en la taberna. El paso de los años dedicados a la vigilancia le hacía estar alerta por lo que pudiera pasar. Eso nunca se olvidaba ni se perdía.

-Y dices que Agranil está en ese pueblo al norte. ¿Sabes como se llama el pueblo y a cuento está? -preguntó el enano mirando fíjamente al tipo que acababa de contarle aquella noticia.

Sin duda alguna era la oportunidad que estaba esperando. No es que le molestara viajar solo, no, incluso a veces lo prefería y procuraba, pero necesitaba dinero y alguna emoción que darle a sus envejecidos huesos. Además ya había intentado entrar en aquella maldita expedición y no lo había logrado por que el cupo ya estaba lleno. Si necesitaba a gente eso era que o bien había sufrido bajas o bien que visto lo visto se tenía que pertrechar de más guerreros que le acompañaran.

Tanto por una cosa como por otra, Gwalin estaba seguro de Agranil esta vez sí que le incluiría en su expedición. Pero antes debía saber más a cerca de dónde estaba.

Turno 001

Tras invitar a algunos tragos, parecía que la lengua de los parroquianos se iba soltando poco a poco. Al principio había un poco de desconfianza para con un extranjero, pero el alcohol desinhibía lo suficiente como para volver charlatán al mas callado.

-  Si, aunque no se su nombre - dijo alegre uno de los tipos. Uno bastante feo y de tez sonrosada por la cerveza

- Yo los he visto con mis propios ojos  - afirmó otro mientras casi perdía el equilibrio

- Si, creo que Agranil es su nombre - dijo esforzándose por no caer - Esta en la ciudad, aunque no se donde, ¡seguro que borracho, como nosotros! - termino por decir antes de estallar en una risotada, que pronto se contagio al resto

RESOLUCION TURNO 001
 

Los clientes de la posada se citaban allí día tras día, tras una jornada de trabajo. Entre ellos había de todo, la mayoría simples campesinos de manos callosas. También se daban cita allí panaderos, carniceros y algún pequeño tendero de los alrededores. Amigos para emborracharse tras una dura jornada de trabajo.

Gwalin había entablado con ellos una pequeña relación, ellos bebían a su costa a cambio de información. Realmente podría parecer que no era muy de fiar, pero al final todo el mundo sabía que una lengua hinchada por el alcohol, solo escupía verdades. Pero había un riesgo en todo eso, y es que siguiera contando cualquier cosa que se le pasara por la cabeza con tal de que se le llenara la jarra de nuevo. Era un juicio que el enano tenía que saber diferenciar.

La taberna era, como muchas otras, era austera. Paredes de piedra, con vigas de madera vista. Había sido pintada de color azulón, así como las que recorrían el techo. Una gran lámpara colgaba del techo, con varias velas encendidas cuya luz se difuminaba con el humo del tabaco. Otras velas en candelabros de dos o tres brazos descansaban apagadas sobre las mesas. Era de día, y aquella posada tenía un gran ventanal junto a la puerta, su luz inundaba todo, aunque la lámpara del techo ayudaba a alumbrar la parte más alejada de la ventana.

Cuando la puerta se abría, una gran bocanada de aire frio entraba en la sala, refrescando un cargado ambiente de humo y olor a alcohol. Un fuego ardía en el centro del salón, las mesas habían sido colocadas a su alrededor para que su calor diese a todo el que se sentase. Las banquetas, bastas, hacían juego con unas mesas desgastadas. Sin embargo, por alguna razón, todo estaba limpio a pesar del uso.

 El lugar lo regentaba un amable posadero, servicial, que atendía con rapidez a todo el mundo mientras su mujer preparaba ya un buen guiso en la cocina. Ambos aguantaban las risotadas, bromas y tonterías de la clientela con buena cara. Eran los que pagaban y mantenía aquello abierto. Los mismos clientes que podrían darle algo de información a Gwalin.

Turno 002

Tras escuchar a los compañeros de borrachera el veterano enano se fue a la barra acompañado de un gruñido pues la información no era todo lo precisa que el enano hubiera desedo.

Gwalin terminó su jarra y en vez de posarla ruidosamente para llamar la atención del posadero, esta vez se levantó y tras saludar a sus compañeros de bebida con un movimiento de cabeza acompañado de otro gruñido se dirigió a la barra.

Tras esquivar a vairos parroquianos a los que dedicó una funesta mirada por que casi no le habían visto dada su talla y, sobre todo, su embriaguez, se subió a un taburete y levantó la mano hasta que le vio el posadero.

-Posadero, cóbrate las cervezas que te debo -pidió sacando una bolsa de monedas del interior de su jubón, que estaba escondida un un bolsillo interior del mismo.

-Además, seguro que tú mejor que ninguno me podría decir algo a cerca de Agranil, de donde se encuentra ahora...y de lo que sea -dijo no queriendo dar más explicaciones de por qué lo buscaba y deslizando una moneda de cobre para ayudar a refrescar la mente del posadero.

Al decir esto el enano miró a uno y otro lado para ver si había alguien que le estuviera vigilando. La costumbre persistía y más en un lugar que no era el suyo y que apenas conocía.
 

Turno 002

El alcohol desinhibía lo suficiente como para volver charlatán al mas callado. En la posada reinaba el alboroto, las risas y jaleo. Gwalin, sin embargo, fue a la que creía la fuente mas fiable, el propio posadero.

- Si, mmmm... Agranil... - dijo mientras recogía cerca de el algunas jarras - Esta en la ciudad, aunque no se donde, no salgo mucho de aquí - añadió amable - Pero seguro que alguno de estos lo sabe, aunque es posible que no recuerden nada - señalo a todos con una risotada, la mayoría estaba bastante ebrios.

- Guarde su moneda, no he podido ayudarle mucho - sonrió en un alarde de sinceridad mientras si que recogía el pago por lo consumido.

Turno 002

-Grrrmmmmmmm -gruñó nuevamente el enano mientras recogía nuevamente la moneda y volviendo a mirar al posadero y luego a la gente que estaba en la posada. Si bien el posadero tenía razón, pues alguno debía saber dónde estaba Agranil, no tenía tanto tiempo como para hablar con todos los que estaban allí. Se fijo si alguno de ellos tenía armas o armaduras y si tenía la ropa desgastada de haber combatido hacía poco. Él había vivido una batalla y sabía como se quedaba las ropas después de la misma. Así se detuvo un rato mirando a los allí reunidos.

Luego, mientras observaba, se le ocurrió una cosa que era obvia pero que le había pasado desapercibida. Girándose de nuevo hacia el posado llamó su atención para que se acercara otra vez.

-Dime por lo menos dónde están las caballerizas más grandes de este lugar -pidió al posadero. Había pensado que si Agranil viajaba con una caravana de gente y suministros necesarios para el viaje, necesitaría tanto monturas como carros. Y tendría que dejarlos en algún lugar.

El enano miró ceñudo al posadero esperando tal información. Si este no lo sabía, tendría que salir a buscar por las calles hasta encontrar una pista que le llevara a Agranil.

Turno 002

Lamentablemente en aquella posada no había mas que campesinos, artesanos y algún pastor. Todo ello pudo suponerlo al ver sus ropas degastadas, sus manos callosas y sobre todo por la ausencia de armas o armaduras. No había soldados o milicia en aquella posada.

- Las caballerizas están junto a la puerta del Sol - dijo como si el enano tuviera que saber donde estaba esa puerta - Pero ahora que lo pienso... No estaría de mas que preguntase a algún soldado, en el cuartel, junto al rio - dijo con seguridad - Si ha llegado con alguna mercancía valiosa, no es raro que ellos le den hospedaje - aseguro como opción a las caballerizas.

El posadero seguía secando jarras, aunque no se movió de delante del enano.

Turno 002

-Grmmm -volvió a gruñir Gwalin sin dejar de mirar al tabernero. Tal como había metido la moneda la sacó de nuevo y la tendió al posadero-. Los enanos somos tacaños, pero sabemos pagar por lo que se nos da.

Tras esto se giró cogió sus cosas y salió de la taberna en dirección al cuartel que le había dicho el tabernero. Esperaba que allí le dieran una dirección exacta o que encontrase allí a parte o la totalidad de la expedición de Agranil.

El trayecto le costó más de lo que esperaba pues no estaba hecho a aquel lugar. Así entre que se orientaba y preguntaba tardó el doble de lo que un lugareño hubiera tardado. Pero al fin llegó. Una sonrisa apareció en su cara cuando vio a los soldados en su cuartel. Sin pensárselo se acercó y preguntó a uno de los soldados que estaba en la puerta.

-Perdona muchacho, ¿sabrías decirme si Agranil o sus acompañantes se encuentran aquí? -preguntó el guerrero mientras intentaba mirar al interior del cuartel.

RESOLUCION TURNO 002
 

El enano pensaba que podría sacar algo de información de las gentes que bebían en la taberna, pero se cansó rápido de lidiar con el aliento y la ebriedad. Aquellos tipos, campesinos, artesanos y granjeros bebían como si se fuese a terminar la cerveza en toda la ciudad, y tuvieran que hacer acopio de ella en sus barrigas. Eso, por supuesto los dejaba en un deplorable estado de embriaguez que hacia dudar de la veracidad de todo cuanto decían. Los niños y los borrachos siempre dicen la verdad, se repetía, pero en el fondo sabía que, si había una jarra de cerveza por medio, podrían asegurar cualquier cosa para asegurarse una segunda. El enano quiso cortar con aquello, y aunque agradecido, decidió buscar por otro sitio. Los parroquianos le habían dicho que Agranil estaba en la ciudad, y los creía, pero realmente no sabían dónde. Fue a una fuente que creía más fiable, la del propio posadero. Un hombre atareado que no podía permitirse el lujo de estar bajo los efectos del alcohol y cuyas palabras creería más. Pero lamentablemente aquel hombre tampoco sabía demasiado de Agranil.

Gwalin tuvo otra idea, si realmente Agranil estaba en la ciudad, habría venido con caballos, en una caravana con carros. Necesitaría de unas caballerizas donde dejar a los animales y donde le guardar los carromatos. Pregunto al posadero donde estaban las más grandes. El hombre le indico que estarían junto la puerta del Sol, una puerta que luego supo que era la principal de la ciudad, en la mitad de la muralla, y la más grande de las cuatro que había. Pero también le aconsejo visitar el cuartel, cabía la posibilidad de que Agranil se alojara allí, valía la pena mirar.

Tardó en llegar a base de preguntar, orientándose como podía, aquel no era su terreno. Atravesó las callejas y plazas, para después enfilar una de las arterias principales de la ciudad. No perdia detalle de cuanto le rodeaba, aunque sin saber lo que buscaba, su vista iba de aquí para allá. Gente con la que se cruzaba, casas, puertas y la calle embarrada. Nada había mas sospechoso de la cuenta. La amplia calle a la que llegó iba hasta el puerto, y antes de llegar a él, pudo encontrar el cuartel.

Un par de guardias le detuvieron, no le dejaron pasar. Sus lanzas se cruzaron delante suya para impedirle el acceso. No era algo tan raro, era un edificio militar, y solo algunos civiles podían campar a sus anchas por allí. Además, el enano no era más que un viajero extranjero y ellos tenían el deber de no dejarle pasar. Sin embargo, y a pesar de que cualquiera hubiera podido tomarse aquel gesto de los soldados como algo negativo, los soldados se mostraron en todo momento respetuosos y educados.

Turno 003

- Alto - dijo uno de los soldados amablemente, pero en tono autoritario mientras junto a su compañero cruzaban sus lanzas - No se puede pasar, ¿que desea? - preguntó.

El soldado miro al enano de arriba abajo, dudando sobre lo que tenía que hacer. En su cara podía leerse claramente su disconformidad de informar a un extranjero.

- No sé qué busca, ni de dónde viene - dijo tratando de parecer amable - Pero los asuntos de Tir Anduin no creo que competan a extranjeros. - añadió tajante sin apartar la lanza, no parecia querer informar sobre Agranil, siempre con autoridad y respeto.

Turno 003

Tan cerca y tan lejos. Había llegado hasta el cuartel donde presumiblemente estaba Agranil, pero ahora le habían impedido entrar en el mismo, algo lógico, pero no lleno de mordacidad e impotencia.

Gwalim se pasó la mano por la vara mientras profesaba otro de sus gruñidos. -Grrrrmmmmm.

Tras esto el enano miró fíjamente al que le había interpelado. En sus ojos algo brilló, como cuando el guerrero intuía que podía tener problemas que acabaran en derramamiento de sangre.

-Mira muchacho. No sé si eres sordo o no quieres hablar conmigo. Pero como soy honrado, y he sido guardapuertas en más de una ocasión, respeto la imprudencia implícita y propia de imberbes e inexpertos como tú. Así que llama a tu superior que quiero hablar con él, de hecho no me moveré de aquí hasta que no aparezca tu superior o el propio Agranil.

El enano se cuadró delante del guardia y se pudo los brazos cruzados sobre el pecho a la espera de la reacción de éste.

Turno 003

Las palabras, lejos de amedrentar a los soldados, hicieron aflorar sus sentimientos de valentía y lealtad.

- Lo siento amigo - se limitó a decir uno de ellos. Después las lanzas golpearon el suelo y chocaron entre ellas a la vez con un sonoro golpe.

- Puede estar ahí el tiempo que desee, pero no le permitiremos el paso, ni contestaremos a sus preguntas - declaró con firmeza.

Desde luego la actitud del enano, a pesar de estar en su naturaleza, no era la mas adecuada para conseguir información alguna. Los soldados, edain, eran orgullosos y ningún enano vendría a decirles lo que tenían que hacer.

Turno 003

-Grrrmmm.

El enano comenzaba a cansarse de esta situación. No conseguía información y eso que parecía que su objetivo se encontraba muy cerca.

-Bien... -dijo el enano, y acto seguido se llevó las manos a la boca y comenzó a gritar.

-¡¡¡QUIERO HABLAR CON AGRANIL O CON ALGUIEN DE SU GRUPO!!! ¡¡¡QUIERO FORMAR PARTE DE SU GRUPO!!!

-¡¡¡QUIERO HABLAR CON AGRANIL O CON ALGUIEN DE SU GRUPO!!! ¡¡¡QUIERO FORMAR PARTE DE SU GRUPO!!!

-¡¡¡QUIERO HABLAR CON AGRANIL O CON ALGUIEN DE SU GRUPO!!! ¡¡¡QUIERO FORMAR PARTE DE SU GRUPO!!!...

Gwalin se puso a chillar como solo un enano podía hacerlo y lo hizo durante mucho tiempo, tanto como la terquedad de un enano podía aguantar. Seguiría gritando hasta que o bien apareciera el regente de Esgaroth o uno de su séquito o un oficial que le escuchase.

Turno 003

El enano enfureció, o se volvió loco, los soldados no lo tenían claro. Instintivamente se pusieron a la defensiva, dando un paso atrás, y poniendo sus lanzas al frente. Gwalin consiguió su propósito, al menos en lo que a llamar la atención se refiere. No era la que quería pues ni Agranil, ni nadie de su grupo salió. Sí que lo hizo el oficial de guardia, acompañado de seis soldados mas. Los nuevos guardias traían escudos, y lanzas, y formaron junto a sus compañeros en una línea ante la puerta.

- Deponga esa actitud de inmediato - dijo el oficial con voz potente y firme - Márchese o será detenido - amenazó seriamente.

Esperaba que el enano se calmara o realmente se vería obligado a llevarlo a los calabozos....

Turno 003

Gwalin sonrió al ver que salía un oficial seguido por varios soldados más, pero no dejó de gritar hasta que el oficial se lo ordenó.

-Por fin alguien con rango y poder con quien hablar -dijo sin perder la calma-. A ver muchacho. Solo quiero saber una cosa. Si me ayuda, como pedí cortesmente al chavalote éste -dijo señalando a uno de los guaridas de la puerta-, yo seré igual de condescendiente y dejaré de gritar.

-Solo quiero saber si Agranil o sus acompañantes se encuentran aquí. Nada más. Así de sencillo.

Luego Gwalin se quedó mirando al oficial seriamente, esperando a que respondiera a su pregunta.

RESOLUCION TURNO 003
 

El sol brillaba en lo alto, y aun así el punzante frio hacia recordar que al invierno aun disponía de varias semanas para mostrar su ferocidad. En los días anteriores había llovido, y en las calles aún se acumulaban multitud de charcos. No todo estaba empedrado, cuando se salía de las arterias principales de la ciudad, el barro se hacía dueño de las calles. Las casas de piedra, y sus techos cubiertos de tejas, aguantaban bien los rigores del clima y mantenían a la población bien asilada de las temperaturas extremas. El mediodía había pasado, y las gentes comenzaban a preparar sus guisos. El aire olía a pan caliente, y a pescados y carnes cocinándose.

Cuando Gwalin llegó al cuartel, dos soldados le impidieron el paso, algo lógico para un extranjero. El enano los abordó sin miramientos, y los soldados no quisieron contestar a sus preguntas. Sus órdenes eran claras y nadie podría pasar. Tampoco estaban allí para informar de nada, menos aún a un extranjero.

Los modales del enano no eran precisamente los de un engalanado noble. Era arisco, casi maleducado para los estándares humanos. A ojos de los soldados, aquel tipo se había vuelto completamente loco. Comenzó a gritar, y no dejó de hacerlo una y otra vez. Quería, no pararía, hasta conseguir hablar con Agranil o con alguien al cargo del cuartel. Lo que consiguió con su aniñado comportamiento fue que varios soldados, seguramente estarían en su turno de descanso, tuviesen que salir con sus armas listas. Con ellos, y en parte era lo que quería conseguir, salió el oficial de guardia para pedirle no tan amablemente que depusiera su actitud.

El naugrim abandonó esa postura tan agresiva, dejo de gritar como un poseso para dirigirse más calmado al oficial. Pero él se mantuvo firme y autoritario y volvió a negarse a facilitar información alguna.

Turno 004

Gwalin se pasó la mano por la cara cuando el oficial tampoco le quiso ayudar. Solo quería saber dónde estaba Agranil pero nadie le decía nada.

-Vamos a ver joven. Si no estás autorizado a decir nada, ¿serías tan amable de decirme quién lo está y cómo puedo hablar con esa persona...por favor? -el tono del enano se relajo bastante cuando comprendió que no estaba en una fortaleza enana y allí era un extranjero y además de otra raza, por lo que debería ser más amable si no todo el mundo no querría hablar con él.

Gwalin esperó a ver qué le decía, pero temía que tuviera que marcharse a seguir buscando por la ciudad alguna pista que le pudiera llevar hasta Agranil.

RESOLUCION TURNO 004

La negativa de los soldados crispó a Gwalin. Este se puso a gritar como un verdadero loco, lo que propició que el oficial de guardia tuviera que salir, acompañado de más hombres. Aquellos hombres no entendían lo que necesitaba, solo quería saber dónde encontrar a Agranil, no era tan difícil. Su actitud hubiera valido con cualquier compatriota suyo, cualquier enano gustaba de preguntas directas. Lo que sí era necesario, era una cierta educación, un protocolo que en aquella ocasión no había llevado a cabo al no tratarse de un igual.

 El enano trato de calmarse, pero una nueva negativa del oficial lo llevo a entender que su postura no había sido la más adecuada para obtener información. Tenía que buscar otra manera de obtener aquella información, algo más sutil, mas educado. Más calmado, insistió en saber sobre Agranil. Su voz se suavizo, aunque seguía siendo algo irreverente. Una nueva negativa salió de la boca del oficial, educado pero firme, no quiso decirle nada de Agranil, y tampoco revelar quién podía saber de él.

La rabia carcomía el interior del naugrim. No entendía como aquellos edain eran tan cabezones, y por qué les costaba tanto decirle lo que necesitaba. Gwalin respiro hondo.

Turno 005

- No obtendrá aquí lo que busca - dijo el oficial algo confundido por el cambio de conducta del enano - Márchese, busque en otro sitio - le insto a marcharse.

A una orden suya, y viendo mas relajado al enano, los soldados dejaron de apuntar con sus lanzas a Gwalin. No dijo mas, los soldados aguardaron a ver como se marchaba.