Partida Rol por web

Turno 18

Edan se sentó finalmente, parecía que la deliberación de los comerciantes iba para largo y se encontraba algo cansado de tanto pasear.

Había sacado un juego de cartas que guardaba en el bolsillo de su chaqueta y jugueteaba con los naipes mientras escuchaba al enano casi con la devoción de quien esta presenciando un trozito de la historia viva de las guerras pasadas. Se preguntaba si habria participado de algun modo en la guerra del anillo, pero se abstuvo de preguntarle.

¿En que posada habeis reservado? se limito a responder al comentario de Leofred. No existían muchas posibilidades, eso era cierto, pues hasta donde Edan conocía, aparte de "La Rosa de los Vientos" en Tir Anduin solo se encontraban: "El tejon azulado" y "La trucha saltarina". Cada una parecia orientada a un tipo determinado de clientes, aunque con mucho "La Rosa" era la mas exclusiva de las tres. En cualquier caso no rechazaría algo de charla y un compañero de cervezas antes de irse a dormir.

Esperemos que sea en la próxima y no en esta que nos ocupa respondió entre carcajadas mientras levantaba su jarra y proponía un brindis ante la última apreciacion del enano.

Turno 18

El joven no quería quedar mal con el resto de compañeros por lo que decidió no pedir más alcohol que seguramente le aturdiría y le haría hablar de más. Pero tampoco quiso objetar en lo de marchar a otra posada pues no tenía mucho dinero, pero prefería gastarlo allí que estaban todos los que esperaban una respuesta de los esgarothianos.

Maese Gwalin, sí que es usted veterano. Seguramente haya vivido muchas aventuras y haya luchado contra criaturas abyectas. Cuéntenos alguna de sus hazañas.

Pese a que lo que Ional quería era que salieran ya los comerciantes y les dijeran de una vez su destino y los que lo recorrerían, el joven siempre estaba dispuesto a escuchar una buena historia y aprender de ella.

Turno 018 (prolepsis)

La respuesta del enano se le antojó frívola a Grimbeorn. Pero, a punto de hacer una réplica, el animista cayó en la cuenta de que aquella conclusión estaba sesgada por su propia experiencia. O, mejor dicho, por su falta de experiencia. Juzgar la reacción de alguien tan longevo a partir del saber de alguien que posiblemente no llegaría ni siquiera al centenar de años era incluso... arrogante. ¿Cómo se comportaría él si su vida se hubiera prolongado tanto? El norteño acabó por decidir que le era imposible imaginárselo. Ni siquiera sabría qué hacer si fuera consciente de tener tanto tiempo por delante.

¿Qué sabía realmente sobre los enanos? El pensamiento le sorprendió mientras cavilaba sobre su premura en juzgar la perspectiva de Gwalin. Rumores escuchados a unos pocos comerciantes, acerca de seres codiciosos a los que lo único que les importaba era arañar las entrañas de la tierra en busca de gemas y metales nobles. Opiniones tamizadas por los elfos de los bosques al pasarlas a los antepasados de la gente del bosque, relatos sobre seres egoistas y huraños incapaces de valorar las artes y los placeres sencillos de la vida de lo volcados que estaban en sus forjas y fundiciones. Pero nada de primera mano. Gwalin sólo era un individuo, no representaba a toda su estirpe; sin embargo, era una oportunidad de saber más sobre el pueblo naugrim a través de uno de ellos. De repente, la expedición de los esgarothianos para buscar a los orientales, de contar con el guerrero enano, adquiría una dimensión totalmente distinta. Era una posibilidad de aprender al observar y preguntar al enano sobre sus costumbres, su forma de vida, casi todo. Un conocimiento que compartir con Geleswinta cuando regresasen al bosque y que la vieja Wuitan, en su momento, transmitiría a su sucesora.

- Sin restar importancia a esas gestas, se me antoja más curioso saber si la vida en una comunidad enana es tan aburrida que un naugrim opte por echarse al monte, por decirlo de algún modo, a falta de otras alternativas. - La curiosidad del animista, además de genuina, era bastante obvia. Un claro contraste a la admiración que parecía embargar a Edan o al asombro del joven que había permanecido en silencio casi todo el tiempo, aunque todos ellos tuvieran al enano como foco de atención.

Turno 018

La contestación de Grimbeorn apagó un poco el carácter del bardo; poco después se había girado para conversar con el resto de aventureros, lo que al menos le ahorró tener que pensar en una réplica - Sin duda estos hombres de los bosques no tienen sentido del humor. Ni sienten el clima, ya puestos. -

Con el paso del tiempo la conversación abarcaba temas cada vez más diversos y también atrajo a otros de los viajeros. Leofred observaba con especial interés al enano, ya que aunque había visitado Esargoth en más de una ocasión y había visto antes a varios de ellos, sus visitas habían sido cortas y realmente nunca había entablado una conversación digna de mención con nadie de su raza.

- Sin duda debemos parecer como niños a sus ojos. Cuando pienso en todas las maravillas que podría ver y aprender si alcanzase una edad tan avanzada... en fin, digamos que me causáis envidia. -

Habría continuado, pero Edan le preguntó por su posada, seguramente con la esperanza de tener un compañero para no sufrir el frío del exterior en solitario en su viaje de vuelta. - Me alojo en "El viajero fatigado", creo recordar, sin duda es la más cercana a la puerta oeste. -

RESOLUCION TURNO 018

Hallfrid abandonó la estancia con el beneplácito de los, aun sorprendidos, esgarothianos. No comprendían todavía como podía haber sabido que Dorhand llevaba un par de dientes de ajo en su bolsillo, pero bastó para que contasen con él.

Tras abandonar la estancia el eriadoriano atravesó de nuevo el pasillo, para volver a salir al salón principal.

RESOLUCION TURNO 018
 

El enano suscitaba cierto interés entre los que se congregaban alrededor. Su longevidad era algo extraño para muchos, entre los enanos era normal y, aunque conocida, no dejaba de fascinar a los edain. El grupo se iba conformando poco a poco, incluso antes de que Agranil terminase sus entrevistas con cada uno de los presentes.

Muchos no deseaban seguir bebiendo, Freagulf incluso pensó que alguno debía forrar su estómago ante la ingesta de alcohol que llevaban haciendo durante todo el día. Otros, como Larrid no pretendían dejar de beber. Había quien permanecía en silencio, y solo hablaba en contadas ocasiones, si bien no dudaba en intervenir de cuando en cuando. Allí se daban cita distintas de formas de ser, de comprender el mundo, de verdades. Todos esperaban ansiosos ser llamados.

Durante casi media hora, en la sala ya solo quedaban aquellos que pretendían unirse a la empresa de los esgarothianos. No era tarde, sí que había caído la noche ya, pero en pleno invierno eso no significaba el final del día. El tiempo pasaba, y aunque hacía ya un buen rato que había salido el ultimo Agranil no parecía salir.

El local se comenzaba a llenar de un delicioso olor. Rovis había salido varias veces con una pala y había transportado muchas de las ascuas que esperaban en el hogar. Los leños con los que habían alimentado el fuego, habían creado buenas brasas, que habían servido para cocinar una deliciosa cena. Solo con oler lo que en la cocina se fraguaba, valía para saber que pronto servirían una exquisitez. Llegaron nuevos clientes, con la intención de poder cenar, una pronta cena que la época del año propiciaba. Y el posadero no tardó en ofrecerla. Sopa, carne asada, e hígado en salsa. Un plato en apariencia sencillo, pero que no era tan sencillo de preparar.

Cuando la primera de las potas de guiso fue servida, Egorant apareció por la puerta que había junto a la barra, la misma que habían atravesado todos para ver a los esgarothianos…

Turno 019

- Señores, por favor, Agranil les reclama - dijo dirigiéndose hacia el lugar donde estaban todos los entrevistados - Síganme - se limito a indicar mientras sujetaba la puerta abierta.

Turno 19

Freagulf no tardó en ponerse en pie. Más bien fue un salto. Como si un resorte se hubiera zafado del lugar donde la retenida lo tenía preso. Le ardía por dentro en no saber. La espera le estaba "asando" como si fuera un cochinillo al espetón, o la fabulosa cena que el posadero preparaba a estas horas.

- Menos mal que he pedido algo de picoteo. Además, esperaba que esos mordisquitos aliviasen los efluvios típicos de la bebida, pero, tras el aroma de lo cocinado, también bajaría la ansiedad, por devorar aquello que estaban sirviendo. No tardó, como buen soldado, en lanzarse a cumplir la orden encomendada por el anciano comerciante. Quería saber. Quería empezar. Quería partir ya. Con un gesto de la cabeza que implicaba un "gracias" empezó a caminar.

Turno 019

Edan suspiró aliviado cuando finalmente Egorant asomó al salón principal para invitarlos a entrar de nuevo al reservado.

La espera se había prolongado ya demasiado para lo que estaba acostumbrado. Queria cerrar el acuerdo de una vez por todas para garantizarse el sustento de los dias venideros, o de lo contrario regresar al Tejón azulado para cenar un buen palto de sopa caliente y tomarse la última jarra de licor antes de irse a dormir.

Las conversaciones que se habían abierto fueron interrumpidas por la repentina intervención del comerciante y deberían esperar al final de la reunión para retomarlas, si bien Edan no tenía intención de prolongar mas si estancia en La Rosa de los vientos. De todas formas se molestó en responder a Leofred para cerrar la que el mismo había abierto unos minutos antes.

¿"El viajero fatigado"? No me suena En verdad no habia oido hablar de aquella posada. Había estado preguntando por la ciudad toda la mañana y pensaba que habia visitado todas las Tabernas con alojamiento de Tir Anduin. Pero no le dió demasiada importancia. Quizas se tratase de algún tugurio de mala muerte, o de un competidor que no caía demasiado bien al resto de posaderos. En cualquier caso "El Tejon azulado" cubría perfectamente todas sus necesidades por un precio económico, y no estaba dispuesto a probar suerte a aquellas horas de la noche. Probablemente cuando terminasen la reunión con los comerciantes ya sería muy tarde.

Ya habrá tiempo para historias y timbas más adelante... Comentó relajadamente al tiempo que guardaba sus naipes y se levantaba de la mesa. El trabajo nos llama caballeros, terminemos con esto de una vez. La noche ya ha caído; los mochuelos salen de sus nidos y los hombres de corta vida debemos recogernos pronto

Recogió sus cosas, se echó la capa a un costado y siguió los pasos del Rohirrim que ya habia echado a andar hacia el reservado.

Turno 019

Por lo visto Gwalin era ahora el centro de las preguntas. La verdad es que no se esperaba que le preguntaran tanto, pero comprendió que no mucha gente había convivido o siquiera compartido una charla con un naugrim. Así que el guerrero se encogió de hombros y contestó como solo un enano puede hacerlo, con calma y sosiego, tras dar un par de caladas a la pipa y beber un par de tragos de cerveza.

-Pues la verdad es que la rutina que lleva un naugrim puede ser tan interesante como la que puede llevar un humano, pero creo que no nos cansamos tanto -dijo mirando a Grimbeorn que era el que le había preguntado-. Pero lo que sí es cierto que cuando más viejo te haces, quieres terminar o hacer las cosas que no has podido terminar o hacer. Así los artesanos se meten en sus talleres y quieren hacer su mejor obra, a la que le dedican todo su tiempo; los cerveceros experimentan con nuevas recetas para elaborar una cerveza de calidad superior; y los guerreros buscamos aventuras y viajes hasta el final de nuestros días.

El enano se encogió de hombros y luego se hechó otro trago de cerveza y le dio una nueva bocanada a su pipa.

-Espero que te haya podido responer a tu pregunta.

Al momento Leofred hizo un comentario sobre su edad y el enano comenzo con una sonrisa que acabo en una mirada perdida atravesando su jarra.

-Sí, la verdad es que el más anciano de los humanos es un jovenzuelo. Pero creemé, si no sales de tu ciudad, no notas esa diferencia de edades. Pero si estás conviviendo con otras razas o, más que eso, si tienes amigos de otras razas, te duele ver como se van marchitando y muriendo -dijo mientras su mirada seguía perdida en la cerverza-. Por eso algunos de nosotros, al ver que nos queda poco , nos vamos, no sea que nos miren con dolor, como si te quedara poco -hiló Gwalin con la anterior cuestión.

Gwalin volvió a coger su cerveza y la apuró, justo en el instante en el que llegó Erogant para decirles que Agranil les convocaba de nuevo.

El enano gruñó por lo bajinis, apagó su pipa y la guardó mientras andaba siguiendo a sus compañeros.

Turno 19

Jamás se lo había imaginado, pero esos duros enanos, tanto como sus piedras y moradas, dispusieran de sentimientos más que el orgullo y el arrebato por su honra. No se podía imaginar esa eñoranza por la vida, por amigos, incluidos de otras razas. Estaba tan sorprendido que se detuvo en su avance, para nada más que observar a ese enano y sonreírle.

Amablemente propuso: - Vamos chicos, que nos esperan.

Turno 019

Grimbeorn asintió satisfecho a las palabras del enano y acompañó el gesto con un "gracias" que daba a entender conformidad con la respuesta obtenida. Sin entrar a juzgar la decisión personal del naugrim, estaba bien saber que la sociedad enana ofrecía posibilidades que sus miembros podían perseguir. Y, según lo que había contado Gwalin, no eran muy distintas a las que se podían encontrar entre los humanos.

La respuesta que el khazad dió a Leofred ofreció, posiblemente si pretenderlo, una profundidad mayor a sus anteriores palabras. Una reflexión sobre el paso del tiempo y el envejecimiento que no distaba mucho de lo que los hildor pensaban.

- Puede que haya más puntos en común entre nuestras gentes que diferencias les separen. - El animista no habló a nadie en concreto, aunque su proximidad en el tiempo a la intervención del enano y el hecho de que caminaba relativamente cerca de éste cuando Egorant les convocó podían apuntar a una conexión con la reflexión del naugrim.

Turno 019

Leofred escuchó con interés e incluso cierta reverencia las palabras del enano, al que no sabía si considerar un anciano o no. No podía evitar compararlo con otros viajeros de la raza de los hombres con los que había coincidido y que también se consideraban aventureros; la mayoría de ellos eran impacientes, apasionados y temerarios, poco dados a meditar sus actos. El tal Gwalin, aunque enérgico, hablaba con calma y elegía las palabras de un modo que solo haría alguien bien versado en otras artes aparte del manejo de las armas, o tal vez simplemente su carácter se hubiera templado con la edad.

La consideración final del enano dejó al bardo en un estado pensativo. Recordó a los elfos, que se decía que vivían incluso más que los enanos y que aunque ya habían abandonado aquella parte de la tierra seguían ocupando un lugar en las leyendas, y se preguntó si no habrían sentido lo mismo que Gwalin al decidir marcharse.

Por suerte la aparición del Esargothiano apartó de su cabeza pensamientos tan melancólicos, y recobrando el ánimo se sacudió las arrugas de la ropa y se puso en marcha con los demás, expectante por el anuncio de Agranil.

Turno 019

Al joven dunadan le encantaba escuchar a los demás. Su edad como su experiencia era bastante pequeña sobre todo comparada con la del enano, así que escuchaba complacido las historias, anécdotas y otros chismes que contaban sus compañeros.

Maese Gwalin, tiene una trayectoria de experiencias que ya quisiera yo tenerla. He estado con mi padre, junto a los montaraces del norte, casi la mitad de mi vida y eso no es ni una décima parte de lo que ha vivido. Espero que sigamos juntos y nos siga contando alguna avuentura suya más.

Después de decir esto, el joven Ional se levantó y siguió a los demás para ver que tenías que decirles Agranil, que era lo que realmente estaban esperando.

TURNO 019

HALLFRID escuchaba maravillado los comentarios de los más veteranos, mientras sentía que aquella sensación que lo había empujado a abandonar la vieja granja para conoce los misterios del mundo volvía a encenderse en su pecho.

Lo cierto era que el cansancio del último viaje había apagado un poco sus ansias de aventura. Pero poco a poco, parecía que la llama comenzaba a avivarse...

Sin embargo, el joven se mantenía apartado del resto, observando a la concurrencia e intercambiando solo algunos comentarios junto a su camarada LARRYD. El campesino ya empezaba a hacerse la idea de que tendría que acompañar a su improvisado compañero de copas a su casa, así que intentaba sonsacarle algo de información sobre su ubicación precisa.

Cuando uno de los esgarothianos salió por fin al gran salón, apuró el último trago de su jarra y se encaminó hacia las habitaciones, atento por si LARRYD tenía algún problema para ponerse en pie.

RESOLUCION TURNO 019
 

Egorant sujeto la puerta que daba hacia los reservados, hasta que todos hubieron entrado. Larrid los acompaño, por un momento parecía que se le había pasado su estado de ebriedad, aunque seguía sin apenas hablar. Una vez dentro, en el pasillo, supieron dónde ir por que Dorhand esperaba en otra puerta abierta. No era la misma que daba a la sala en que todos se habían reunido, al fondo, estaba en la segunda puerta a la izquierda. Se dirigieron hacia allí para seguir al comerciante, pero no había un reservado, si no unas escaleras que bajaban al piso inferior, que debía de estar bajo tierra.

Dorhand abría el descenso por las escaleras, y Egorant lo cerraba, dejando que sus invitados fuesen entre ellos. No hacían falta candelabros o antorchas, pues la galería por la que descendían estaba bien iluminada con lámparas de aceite colocadas en unos huecos horadados a ambos lados. Los escalones de piedra eran regulares, aunque algo desgastados por el uso. Una gruesa cuerda recorría la pared izquierda a modo de pasamanos. Se sujetaba con gruesas anillas clavadas en la pared cada pocos metros. La bajada era recta y no demasiado larga, solo una veintena de metros con una pronunciada, aunque no exagerada, pendiente.

Cuando llegaron abajo, pudieron comprobar que se trataba de una bodega. Tenía un ligero olor a tierra mojada, a humedad, algo normal en lugares como aquellos. Estaba lejos de ser un oscuro agujero donde guardar vinos, era más bien una organizada cava con estanterías repletas de botellas. Algunas de ellas tenían mucho polvo, otras una ligera capa, y muchas estaban limpias, como recién colocadas. Era una bodega acogedora, bien iluminada con candelabros y lámparas, cuyas velas daban un cálido color a la sala subterránea. Tenía tapices en las pareces, un suelo de madera, y una alfombra de esparto que cubría gran parte del piso. Una larga mesa en el centro de la mesa, rodeada de acolchadas sillas, hacia comprender que se usaba para algún tipo de celebración, o como lugar de reunión lejos del tumulto de un salón común.

La mesa tenia jarras, platos y varias potas de barro. Pan, queso y chacinería esperaban a los recién llegados. En la cabecera de la mesa, esperaba Agranil. Dorhand y Egorant se sentaron cada uno a un lado del regente, no sin antes invitar a los asistentes a tomar asiento. Había sitio de sobra para que al menos seis personas más pudieran sentarse, pero solo había sido preparada para los presentes.

Turno 020

- Buenas noches - dijo Agranil sin levantarse de la silla - Tomen asiento, cenaremos y hablaremos de al empresa que esta por llegar - añadió con cierto misterio - Coman, beban y cuando hayan nos hayamos saciado, les contare cuanto necesiten saber - aseguró el esgarothiano.

Turno 20

Estas comidas eran una mesa de negociación, pero algo le decía que buscar un sitio tan discreto es que les contarían cosas "indiscretas". Confiaba plenamente en Agranil, y aunque su idea fuese evitar la bebida, ya que había visto como buenos hombre hacían cosas malas a causa del licor y la cerveza, estaba totalmente dispuesto a compartir aquellas viandas, sobre todo con un estómago que tenía 4 quicos y 6 cacahuetes. (Lo otro no sabía si era un haba seca o algún trozo de madera, por lo duro que estaba). No dudó en tomar asiento cerca de los comerciantes. Estaría allí atento, tanto a los comentarios de todos como a las "visitas" que pudiera sufrir la mesa. - Si quiere estar aquí escondido, es que no quiere que sus planes e intenciones lleguen a oidos indiscretos. Se lo imaginaba desde el principio. Las misiones bajo su mando solían ser arriesgadas, intensas y con objetivos definidos. - Igual este hombre, de joven fue militar.

Lo mejor es que su tensión se relajó. La incertidumbre y la espera habían llegado a su fin. Este era el principio de la misión, y cuando se dieran cuenta el polvo del camino empezaría a manchar sus ropas. Al tomar asiento se dio una orden a si mismo:

- Empecemos.

Pero también tenía en cuenta una cosa. Amigos. Así que mientras avanzaba, le hizo un gesto al enano. Le había demostrado ser un tipo leal y confiable, así que le hizo un gesto para que le acompañase. Quería que se sentase a su lado.

Turno 020

El campesino tardo sentarse, lo hizo lejos de los esgarothianos, en la ultima silla que quedaba libre. Como el resto, había dejado de beber hacia ya un rato, incluso parecía que su ebriedad estaba desapareciendo por momentos.

Sin cortarse demasiado, sí que fue de los primeros en servirse algo de sopa y comenzar a coger pedazos de que queso y pan. También se sirvió vino, aunque no lo bebía con la avidez anteriormente mostrada. Sorbía la sopa, en silencio, y cuando la acabó continuo con el hígado en salsa y el asado.

Solo cuando estuvo saciado, se recostó en el respaldo de la silla.

- Delicioso - comento - Hacia mucho que no comía tan bien - dijo en agradecimiento mientras se acariciaba la hinchada panza.

Turno 020

Gwalin entró unos pasos por detrás del resto, no porque las escaleras le hubieran jugado una mala pasada o porque le costara bajarlas, no, tardó ya que tuvo que apagar la pipa y guardarla con cuidado en su morral, juasto al lado del tabaco y de los utensiolios de limpieza de la misma. La verdad es que el enano era concienzudo en el orden y la limpieza de sus pertenencias. Todo lo que poseía estaba en perfectas condiciones de uso y perfectamente ubicado. No en vano el guerrero sabía que en su profesión podía ocurrir cualquier cosa en cualquier momento y todo tenía que estar en su sitio y en buenas condiciones para que luego no sufriera ningún percance a cuasa de ésto.

Al entrar en la amplia sala, encontró a los esgarothianos en una esquina de la mesa, como era normal. Deteniéndose en la entrada el enano le echó un vistazo a la bodega que también hacía las veces de salón privado y sonrió. Le gustaba bastante aquellos lugares: estaban bajo tierra, muchos de ellos oradados en la roca y estaban repletos de bebidas espirituosas. Un lugar perfecto, sobre todo si se combinaba con comida y una buena charla.

En su recorrido, Gwali vio que Freagulf le hizo una señal para que se acercara. A su lado, había un sitio vacio, por lo que el guerrero se acercó y se sentó, asintiendo agradecido por haberle guardado un sitio.

-En mi raza lo hacemos al revés, primero se habla y se pacta lo que sea y luego se come y se bebe si el acuerdo es tácito para ambas partes...o se lucha hasta que solo quede uno en pie si no ha gustado a ninguna de ellas -comentó a Freagulf por lo bajo mientras se colocaba en la mesa.