Partida Rol por web

Turno 000
(Introducción)

La vida de Edam nunca había sido fácil. Su familia no tenía demasiado dinero, y el siempre ayudaba en casa. Pastoreó, como la mayoría de infantes del pueblo de los caballos, las yeguadas que más tarde servirían al ejercito etheod. El joven resulto muy audaz para los de su edad, y destacaba entre los demás niños de su Aldbühr natal.

El tiempo iba pasando y el, ya adolescente Edam, cultivo sus aptitudes. Por alguna razón montaba mejor que nadie, casi tan bien como jugaba a los naipes, y tenía una especie de sexto sentido. Su abuelo trato de potenciar aquello que veía en él, y en parte lo hizo. Pero el rohir tenía que ocuparse de su familia, y se vio obligado a dejar sus enseñanzas.

De vuelta a la aldea, formo su propia familia. Con mujer y dos hijos, su vida no resulto mucho más fácil. Sus padres seguían necesitando de su ayuda, y a la vez tenía que dar de comer a su propia familia. La granja de sus padres no daba abasto.

Con el tiempo comenzó a aceptar otro tipo de trabajos, cobrar deudas, buscar animales perdidos, incluso ahuyentar a algún lobo solitario que se atrevía a acercase a los lindes de las granjas vecinales. Eso le reporto algo de dinero, al principio al menos. Aquello se le quedaba pequeño y, muy a su pesar, se vio obligado a buscar clientes que pagaran mejor. Eso lo obligo a irse de casa. Primero fueron unos días, luego semanas y ahora llevaba ya meses. Quería a su mujer, y a sus hijos, pero a la vez le gustaba la libertad de las praderas y los caminos, vagar allí donde se empujase el viento.

Sus trabajos cambiaron. Paso de perseguir lobos a servir de escolta o entregar mercancías de las cuales nada sabía. Llego a juntarse con malas gentes, realizando trabajos con dudosa moralidad, mercadeando con productos prohibidos, haciendo contrabando para burlar las leyes. Al menos estaba bien pagado.

Pero uno de los trabajos salió mal, algo sencillo como llevar un mensaje, se torció. Fue asaltado y ahora no solo había perdido su recompensa, si no que se vio sin apenas monedas, sin caballo, y totalmente avergonzado. Dispuesto a volver a reunir algo de dinero que llevar a su familia, si algún día volvía, se dirigió a la cercana ciudad de Tir Anduin.

Aunque pequeña, aquella ciudad que se alzaba ante él era grandísima para los estándares a los que estaba acostumbrado. Imponentes muros de piedra, torres y más casas de las que había soñado, juntas. Todo un espectáculo de tejas rojizas y piedras talladas que, aun sin haber llegado, hacían encoger el ser de Edam. No obstante, decidido, se acercó, sabía que allí podría encontrar algo que le reportara las monedas que ansiaba. Hombres del este, orientales, salvajes… Era lo que oía aquí y allá en las ajetreadas calles de la ciudad. En el camino ya había sabido algo de ellos, rumores sin fundamento, que ahora se hacían realidad.

En una de las posadas, había varias, trato de buscar información. El lugar donde antes o después todo el mundo acababa, era un filón de noticias. Allí fue donde supo, tras beber alguna pinta de cerveza y mezclarse con los parroquianos, que hacía poco que una buena cantidad de estos orientales había perecido bajo el acero de los soldados de la ciudad. Habían recuperado una villa invadida por ellos, que estaba más al norte. No quedo uno con vida. En aquellos tugurios se hablaba de todo y supo que un grupo de comerciantes de Esgaroth seguía a algunos orientales. Al parecer querían recuperar algo que les habían robado. El rohir vio una oportunidad de lograr su objetivo. Tenía que encontrar a aquellos esgarothianos.

Turno 001

El cielo se extendía plomizo por encima de las copas de los arboles más altos cuando el Rohir, todavía joven para las cuentas de los hombres de la Marca, atravesó las puertas de la ciudad.
Un cielo gris en medio de un horizonte triste y desangelado, donde colores pardos y ocres se confundían con el velo de una lluvia fina pero constante.

Sus botas golpeaban el suelo pesadas y cansadas. Arrastrando consigo el ánimo ceniciento de un hombre derrotado.

Hasta el tiempo parecía haber entrado en sintonía con la suerte del muchacho. Una vida golpeada por la mediocridad y el conformismo. Así es mi vida...pensó mientras trataba de sacudirse el fino manto de agua que cubría su capa...un triste día de otoño.

Avanzó como un sonámbulo por las calles de la ciudad ignorando los comentarios silenciosos de los lugareños, apenas reparando de cuando en cuando en el tema favorito de conversación. Siempre la misma palabra que se repetía una y otra vez acompañada de epítetos a cual mas grosero y un deje de miedo y repulsión..."malditos Orientales, están por todos lados"..."sucios orientales, se lo merecían"..."eses malnacidos orientales, que los Dioses los expulsen al vacío"...

Cuando alcanzó la puerta de la Posada echó mano a su faldriquera y contó las pocas monedas que le quedaban. Sonrió cansado y entró con la esperanza de calentar el estomago y descansar junto al fuego. Con suerte encontraría algún encargo que le permitiese no tener que vivir de la indigencia en los próximos días. Era una ciudad grande. Mucho más de lo que habría esperado de lo que suponía un pueblo ribereño. Pero aquello también significaba nuevas y mejores oportunidades y que su presencia pasaría más desapercibida que en un pueblo pequeño, de modo que eso le agradó.

Entre cerveza y cerveza, después de un buen plato de caldo, la historia de los orientales fue tomando forma y la oportunidad que había estado esperando se dibujó en la boca de uno de los parroquianos, un herrero llamado Elfred. Por lo visto, uno de sus hermanos llamado Lykaios, había participado como explorador en la incursión para recuperar un asentamiento comercial más al Norte que había caído en manos de los Orientales.
La gente se mostraba escandalizada de que aquellos salvajes hubiesen podido llegar tan al Oeste sin que nadie se les opusiera. Y mucho mas que hubiesen tenido la osadía de atacar un asentimiento como Limclaro.

Tras regresar de aquella expedición los soldados fueron recibidos como héroes y habían gozado de unos días de fama y popularidad, disfrutando algún que otro privilegio antes de que todo volviese a la normalidad.

A su vuelta, los soldados habían traído consigo mercancías de todo tipo: Armas, armaduras, joyas y otros objetos de valor, la mayoría de los cuales habían sido saqueados previamente por los propios Orientales.
Supo entonces que unos comerciantes de Esgaroth buscaban a un grupo de Orientales para recuperar algo que les habían robado y que estés se pusieron en contacto con el explorador para intentar averiguar más sobre aquella expedición, tal vez con la esperanza de recuperar lo que habían perdido, o unicamente con la intención de que alguno de los Orientales les guiasen hasta quienes lo habían hecho.

Sin nada que perder y con ánimos renovados tras haber llenado el estomago. Se acercó a la barra y se sentó junto al parroquiano.

Una cerveza para mi amigo...Elfred ¿no es así? Dijo en voz alta al posadero para llamar la atención del herrero.

¡Brindo por tu hermano...!continuó alzando su vaso cuando el tabernero los sirvió¡...y porque la sangre de esa bazofia oriental riegue las piedras del camino!

Tras cruzar unas cuantas palabras más, finalmente se decidió por ir a por la información que necesitaba.

...¿y donde dices que están ahora eses Esgarothianos?...no me importaría acompañarlos y patear el culo a alguno de esos amarillos adoradores de cabras...

Con algo de suerte, los comerciantes seguirían en la ciudad y Êdan podría conseguir su pasaporte para abandonar aquel pueblo decadente. Quien sabía, quizás algo de dinero y una nueva oportunidad de ver mundo y vivir las aventuras con las que siempre había soñado.

Turno 001

Tras invitar a algunos tragos, parecía que la lengua de los parroquianos se iba soltando poco a poco. Al principio había un poco de desconfianza para con un extranjero, pero el alcohol desinhibía lo suficiente como para volver charlatán al mas callado. Aunque Elfred estaba ya demasiado bebido para contestar, otros no.

- Yo los he visto con mis propios ojos  - afirmó un parroquian0 mientras casi perdía el equilibrio

- Si, creo que Agranil es su nombre - dijo esforzándose por no caer - Esta en la ciudad, aunque no se donde, ¡seguro que borracho, como nosotros! - termino por decir antes de estallar en una risotada, que pronto se contagio al resto

RESOLUCION TURNO 001
 

Los clientes de la posada se citaban allí día tras día, tras una jornada de trabajo. Entre ellos había de todo, la mayoría simples campesinos de manos callosas. También se daban cita allí panaderos, carniceros y algún pequeño tendero de los alrededores. Amigos para emborracharse tras una dura jornada de trabajo.

Edan había entablado con ellos una pequeña relación, ellos bebían a su costa a cambio de información. Realmente podría parecer que no era muy de fiar, pero al final todo el mundo sabía que una lengua hinchada por el alcohol, solo escupía verdades. Pero había un riesgo en todo eso, y es que siguiera contando cualquier cosa que se le pasara por la cabeza con tal de que se le llenara la jarra de nuevo. Era un juicio que el rohir tenía que saber diferenciar.

La taberna era, como muchas otras, era austera. Paredes de piedra vista, con vigas de madera vista. Había sido pintada de color azulón, así como las que recorrían el techo. Una gran lámpara colgaba del techo, con varias velas encendidas cuya luz se difuminaba con el humo del tabaco. Otras velas en candelabros de dos o tres brazos descansaban apagadas sobre las mesas. Era de día, y aquella posada tenía un gran ventanal junto a la puerta, su luz inundaba todo, aunque la lámpara del techo ayudaba a alumbrar la parte más alejada de la ventana.

Cuando la puerta se abría, una gran bocanada de aire frio entraba en la sala, refrescando un cargado ambiente de humo y olor a alcohol. Un fuego ardía en el centro del salón, las mesas habían sido colocadas a su alrededor para que su calor diese a todo el que se sentase. Las banquetas, bastas, hacían juego con unas mesas desgastadas. Sin embargo, por alguna razón, todo estaba limpio a pesar del uso.

 El lugar lo regentaba un amable posadero, servicial, que atendía con rapidez a todo el mundo mientras su mujer preparaba ya un buen guiso en la cocina. Ambos aguantaban las risotadas, bromas y tonterías de la clientela con buena cara. Eran los que pagaban y mantenía aquello abierto. Los mismos clientes que podrían darle algo de información a Edan.

Turno 002

Las cervezas se fueron vaciando y otras nuevas llegaron para reemplazar las antiguas. El humo del tabaco inundaba el ambiente y solo de vez en cuando, la puerta se abría para despejar un poco el lugar y recordarles que aquel mundo podrido seguía adelante ajeno a sus chanzas y bravuconadas.

Si lo que aquel parroquiano decía era cierto, Edan no precisaría de mucho más para dar con el tal Agranil. Si estaba en la ciudad y todavía no se había ido, solo existían un par de sitios donde podría encontrarse. Más tarde podría acercarse al Tabernero y preguntarle por las posadas de la ciudad y el lugar donde se disponían las caravanas de comerciantes.

Pero Edan era un hombre practico y aquello podría llevarle el resto del día, después de todo Tir-Anduin parecía una ciudad bastante grande y para cuando terminase de visitar todas las posadas y caravanas aquel hombre bien podía haber dejado la ciudad. De modo que decidió pagar una nueva ronda de cervezas y trató de conseguir algún detalle más al respecto.

Con aire cansado, encendió su pipa y dejó que el humo del tabaco descendiese hasta sus pulmones antes de exhalarlo.

¡¡Pardiez!! ¿Agranil dices? Si supiera donde se encuentra exactamente iría ahora mismo a pedirle trabajo...

¿Ninguno de los presentes lo sabe por casualidad?dijo sin dirigirse a nadie en concreto.

¿Quien se apunta a venir conmigo y dar caza a eses sucios orientales? su mano se levantó hacia el centro de la gastada mesa de madera mientras sostenia una jarra de cerveza que invitaba a un nuevo brindis.

Turno 002

- ¡Este tipo esta loco! - bromeo uno de ellos - Somos campesinos, como no vayamos a plantar remolachas en sus culos... - un chascarrillo que provoco unas buenas risotadas.

- No sabemos donde estará ese Agranil, supongo que alojado en alguna posada - dijo otro con la voz pastosa de alguien ebrio mientras se encogía de hombros.

Turno 002

¿Loco? ...¡NO!... respondió Edan al tiempo que se levantaba de su silla de madera frunciendo el ceño con rostro amenazante, solo para acto seguido sentarse de nuevo y concluir ...solo borracho!...¡¡JAJAJAJA!! estallando en una amplia carcajada.

Estaba claro que no podría sacar mucho más de aquellos parroquianos. De modo que tras apurar su jarra de cerveza, se levantó y se despidió del resto.
Entonces me iré con mi dinero y mi cerveza a buscar a alguien que si sepa donde puedo encontrarlo. Dijo mientras dejaba caer los 4 estaños que pagarían aquella ronda sobre la mesa.

Yo también fui campesino un día... pero ahora me gano la vida ofreciendo este filo en lugar de la horquilla o la guadaña...dijo levantando su capa para dejar entrever el pomo de su hacha...No es tan seguro como cuidar del ganado y arar la tierra, pero me permite ganarme la vida e invitar a unas cervezas siempre que consigo volver de una pieza...y os diré una cosa, eso es así mas veces que al contrario... sonrió. ...No, no voy a engañaros...cualquier día de estos terminaré abonando alguno de vuestros cultivos...pero que demonios...alguien tiene que plantar las remolachas en esos apestoso culos amarillos JAJAJAJA!

Turno 002

- Dejar esa nota, allí en la viga - dijo señalando una pared vacía en la que la madera sobresalía del muro. - Supongo que alguien lo vera, de todos modos si me entero de algún trabajo, te lo hare saber cuando vuelvas. - añadió - No hace falta que me des nada, aunque si encuentras ese empleo, gasta tus dineros aquí - dijo riendo.

- No se en que posada podría estar ese comerciante, pero puedes preguntar en el cuartel. - le informo sin darle mayor importancia - Tienen las cuadras mas grandes, y no es raro que los comerciantes paguen por alojarse allí, si llevan mercancías caras - termino por decir para después seguir a lo suyo.

RESOLUCION TURNO 002
 

Los parroquianos habían hecho migas con el rohirrim, o por lo menos así lo creía Edan. En realidad, aquellos campesinos podían ser amigos de cualquiera con una bolsa de monedas, que estuviera dispuesto a invertirla en cerveza para sus gaznates. Tras bromear un poco con aquellos tipos, decidió que su información no era del todo fiable, por lo que busco a alguien que si pudiera ser de fiar. Solo estaba el posadero, el único lo suficientemente cabal como para no ingerir tanto alcohol como para matar a un caballo, al contrario que los pobres desgraciados que se sentaban en la mesa.

El posadero era un hombre amable y paciente. Lo convenció para clavar un pequeño mensaje en una de las vigas, algo que era raro, no había costumbre de usar aquel método para buscar trabajo. Lo normal era ir a la fuente, o el boca a boca, confiando en las buenas gentes para la búsqueda de candidatos. Pero el posadero accedió, no era un mal sistema. Después quiso saber dónde había más posadas. El reticente posadero dio algún rodeo para informarle sobre la competencia. Aunque le dio la información, antes lo aconsejo ir al cuartel, pues no era extraño que los comerciantes se alojaran en el a cambio de una buena suma. No había un lugar más seguro para sus mercancías.

Había dos posadas más en la ciudad, y alguna taberna en el puerto que ofrecía hospedaje, aunque no parecían la clase de alojamiento para alguien como Agranil. Se centró en las otras dos posadas, obviando las tabernas, y sin dejar desechar el cuartel. En la primera de las posadas, estaba vacía, no sabían nada de Agranil. Como la primera en la que estuvo, no parecía ser los suficientemente buena para un alto cargo esgarothianos, sino más bien para los pobres campesinos que gastaban sus dineros allí. Tenía dos opciones más, la tercera posada, que por lo que le dijeron, era frecuentada por gente más decente, o el cuartel.

Turno 003

Tras despedirse del Tabernero y agradecerle por su amabilidad Edan decidió probar suerte en las Posadas del Pueblo. Para cuando llegó a la primera ya había dejado de llover y algún pequeño claro empezaba a asomar entre las nubes bajas que escondían un horizonte todavía demasiado gris.
No hubo suerte y nadie en la Posada había reconocido el nombre de Agranil ni había oído hablar de un comerciante parecido.

Valoró unos instantes sobre si debía dirigirse a la segunda posada o por el contrario preguntar en los cuarteles como el tabernero le había aconsejado. Al principio pensó que las reticencias del mismo se debían sobre todo a un pragmático sentido de la competencia y que Agranil se encontraría seguramente en alguna de las posadas. Pero tras el primer fracaso ya no tenia tan claro que aquello fuese así. Arrebujado en su capa, se detuvo en un par de ocasiones en algunos tenderetes y comercios para preguntar por el comerciante y para saber cual de las dos opciones se encontraba más cerca de donde estaba.

-Con la suerte que tengo seguro que ya habrá dejado la ciudad- se lamentó en silencio

Había tomado una decisión. Si la distancia no era muy grande, visitaría primero los cuarteles. Si lo que decía el Posadero era cierto, no solo las mercancías de un comerciante estarían mas seguras allí. Sino que era también un lugar perfecto para alguien que buscaba reclutar hombres de armas para un trabajo de recuperación como aquel.

Dejo caer la capucha hacia atrás y comenzó a caminar de nuevo. Cada pocos pasos se mesaba la barba humedecida por la lluvia y giraba la cabeza a ambos lados para ojear los comercios. Entonces negaba con la cabeza y seguía caminando. Se preguntaba si aquella ciudad fría y desangelada tendría algo que ofrecerle.

Turno 003

Edan, tras su fracaso en la primera posada, dudo en dirigirse al cuartel o a la tercera posada. Se decidió por lo primero, pero solo por que a base de preguntar, creyó que estaba mas cerca. En aquella ciudad, cuanto mas te alejabas de los puertos, mas calidad se veía en las construcciones y mas "respetables" eran los comercios. Sin embargo la tercera posada se alejaba de la zona en la que se encontraba.

Por una calle mas ancha, que cruzaba la ciudad desde las puertas hasta el rio, la gente iba y venia despreocupada, ajena a los asuntos de un rohirrim. No dejaba de preguntar por el cuartel, y por Agranil a todo el que se cruzaba. Nadie parecía conocerle, aunque le indicaban bien el camino. Entre las casas podía verse la muralla, que circundaba toda la ciudad describiendo un amplio circulo a su alrededor, naciendo y muriendo a orillas del rio. En mitad del territorio se alzaba un edificio imponente, una torre de dura roca, de casi veinte metros de altura y ricamente adornado con los blasones y banderas del Reino Unificado, supuso que debía de tratarse del palacio del regente, o algún tipo de castillo de un noble. Pero el iba hacia el lado contrario, hacia el rio.

Ya desde lejos pudo distinguir cual era edificio del cuartel. También de piedra, mucho mas pequeño, pero con los mismos blasones y otros signos mas identificativos. El escudo de la ciudad cruzado por lanza y espada era concluyente, acelero el paso. Cuando llego a su puerta, dos hombres le impidieron el paso. Eran dos guardias, que obviamente le cerraron el paso al interior.

Dos soldados lo esperaban en la puerta.

Turno 003

- Alto - dijo uno de los soldados amablemente, pero en tono autoritario mientras junto a su compañero cruzaban sus lanzas - No se puede pasar, ¿que desea? - preguntó.

Turno 003

La ciudad era sin duda grande para los estándares de los Rohirrim. Edan se sentía perdido entre el laberinto de calles que dibujaban la planta de la ciudad.
Por fortuna la calle principal era ancha y la urbe se estrechaba allí donde la via central unía las puertas con el margen del río.

Podía ver el final de la calle hacie el este y el oeste en su parte central, pero a ambos lados las calles se retorcían y el empedrado se perdía en un enjambre de chabolas y casas bajas.

No tardó en toparse con los cuarteles. Allí dos hombres armados le cerraron el paso.

Buenas tardes. Mi nombre es Edan y busco trabajo. He oído en la ciudad que aquí podría encontrar a un mercader llamado Agranil que busca gente para un encargo. Me presenté con educación y expuse mis motivos.
Tengo brazos fuertes y puedo montar si es preciso... ¿sabrían decirme si Agranil se encuentra aquí ahora?

El comerciante esgarothiano parecía mi mejor opción, pero si no lo encontraba estaba dispuesto a coger cualquier otro encargo para pagarme las comidas y un alojamiento decente.

Turno 003

Lo soldados dudaron ante la sinceridad del rohirrim. Una pregunta tan directa era algo extraño para ellos.

- Me temo que no podemos darle esa información, lo lamento - dijo uno de ellos educadamente.

- No se donde podría encontrar ese tipo de trabajos - dijo no muy convencido su compañero. - Tendrá que acudir a otro lugar - añadió como queriendo quitárselo de enmedio.

Turno 003

En la gran ciudad todo el mundo parecía más reservado. Demasiadas trabas y demasiado secretismo para encontrar a un simple comerciante. Aquellos soldados no pensaban decirle si el Esgarothiano se encontraba allí y la única manera de averiguarlo era entrando en el cuartel, pero Edan no podía permitirse pagar por aquel alojamiento, de modo que se resignó a probar suerte en la ultima Posada y se despidió de los soldados, aunque no antes de pedirles un ultimo favor. El rohir no entendía el porque de tanta discreción, pero hizo por no mostrar su malestar y les siguió la corriente: Comprendo. ¿Podrían hacerme un favor en cualquier caso? ¿Si por casualidad lo ven, podrían hablarle de mi? Si todavía estuviese interesado en contratar gente...esta noche estaré en "El tejón azulado"* No esperaba gran cosa de aquella iniciativa, de modo que intentó añadir algún aliciente para hacerla más apetecible Si quieren acompañarlo estaré gustoso de invitarlos a unas cervezas a los tres Les ofreció su mejor sonrisa y sin más demora partió rumbo a la ultima Posada de su lista. Tal vez la suerte diese un giro inesperado en la desdichada vida del Joven.

RESOLUCION TURNO 003
 

El sol brillaba en lo alto, y aun así el punzante frio hacia recordar que al invierno aun disponía de varias semanas para mostrar su ferocidad. En los días anteriores había llovido, y en las calles aún se acumulaban multitud de charcos. No todo estaba empedrado, cuando se salía de las arterias principales de la ciudad, el barro se hacía dueño de las calles. Las casas de piedra, y sus techos cubiertos de tejas, aguantaban bien los rigores del clima y mantenían a la población bien asilada de las temperaturas extremas. El mediodía había pasado, y las gentes comenzaban a preparar sus guisos. El aire olía a pan caliente, y a pescados y carnes cocinándose.

Cuando Edan llegó al cuartel, dos soldados le impidieron el paso, algo lógico para un extranjero. Tras unas pocas palabras, le declararon que no podían darle la información sobre Agranil, y que tampoco tenían el trabajo que buscaba. Lejos de insistir, les pidió que, si lo veían, le hablasen de él. Les dio una dirección donde podrían encontrarlo. Se trataba del “Tejón azulado” una posada de no muy buena calidad que trataba de mejorar sus servicios e instalaciones. Incluso ofreció unas cervezas a los dos guardias para que no se olvidasen de entregar su mensaje al esgarothiano.

El soldado acepto amable, además de sugerirle que cambiase de posada. Aquella era demasiado vulgar para alguien como Agranil. Con esa afirmación, y sin que se diese cuenta, había declarado además que lo conocía. Tras ello, Edan se volvió y se alejó, no muy seguro de donde debía ir.

Turno 004

- Claro, se lo diremos - dijo - y después aceptaremos esas cervezas - añadió animado el soldado. - Pero yo de usted, no iría al "Tejón Azulado" - le aconsejo - Seria mejor que se acerque hasta "La Rosas de los Vientos" - le informo - Es mas adecuada - termino por decir con algo de sorna, mientras le indicaba con el brazo el camino a seguir.

Turno 004

Poco a poco el cerco sobre Agranil se iba cerrando, y sin embargo, Edan sentía que una extraña fuerza invisible frustraba todos y cada uno de sus intentos.
Para cuando la hora de comer quedo atrás, ya se habia resignado a no encontrar al esgarothiano hasta después de haber registrado la última casa del pueblo, pero incluso así, insistió en seguir adelante con el plan que habia diseñado y se dirigió a "La rosa der los vientos".

Aquellos soldados habian reconocido implicitamente que conocían a Agranil y eso ya era algo. Solo faltaba desvelar si se encontraba en el cuartel, o si la sugerencia de los soldados era algo mas que eso...

La posada no se encontraba muy lejos del cuartel. Al menos no tan lejos como la anterior. Edan estaba ya cerca de las puertas de la ciudad y no encontró ninguna razón para entretenerse en el camino.

Rebuscó en sus bolsillos para asegurarse que todavía tenía algunas monedas que le permitiesen invitar a los soldados a una ronda si finalmente le llevaban al mercader y apartó lo necesario para pasar la noche a resguardo del humedo clima ribereño.

Paso a paso se encaminó a su objetivo. Las piernas empezaban ya a molestarle y los aromas a carne y especias acrecentaron la sensacion de fatiga. Deseaba sentarse de nuevo a descansar y tal vez disfrutar de una sopa caliente.

RESOLUCION TURNO 004
 

Edan tuvo que preguntar un par de veces, antes de encontrar la posada a la que se dirigía. Estaba en un buen barrio, sus calles estaban bien empedradas, las casas cuidadas y hasta olía más fresco, como si no hubiese mierda de caballo acumulándose en las esquinas.

Llego ante el local. Una fachada de piedra gris claro, más que los edificios que la rodeaban. Tenía tres pisos con tres ventanas cada uno, su atura sobresalía de entre el resto de casas. Una gran puerta doble, de madera y pintada de azul oscuro, descansaba bajo un gran cartel. Era, como se podía esperar, una gran rosa de los vientos tallada en madera y pintada de vivos colores. Dos grandes ventanales, con cortinas finas de un azul más claro que el de la puerta, impedía ver en el interior a la vez que dejaba pasar la luz del sol.

El rohirrim empujó la puerta para entrar. La primera impresión fue sobrecogedora, nada tenía que ver con el “Tejón Azul”, o “La Trucha Saltarina” posadas que ya conocía. Aquí el suelo estaba bien cubierto por una brillante madera laminada, algo desgastada del uso, pero impoluta. Las sillas y bancos estaban tapizados con telas de diversos colores, todos vivos y con motivos florales. Las mesas, bien ordenadas contra las paredes, estaban separadas por biombos bajos y dejaban un amplio espacio hasta la barra. Era muy luminoso, a pesar de las cortinas entraba una gran cantidad de luz. Varias lámparas estaban encendidas en las zonas más alejadas de las ventanas, logrando que apenas se notara que allí no llegaba la claridad exterior.

El posadero estaba tras la barra. Era un tipo vulgar, aunque bien vestido, llevaba un limpísimo delantal blanco puesto bajo su uniforme negro. Fuera, una muchacha joven y hermosa, con buen cuerpo, servía alguna de las mesas que estaban ocupadas. No había demasiada gente, tan solo un grupo de dos o tres personas, y un par de mesas con individuos que no encajaban demasiado allí. En una, un joven de tez morena, con barba y pelo ondulado bajo una capa verde desgastada por el uso. En la mesa de al lado, otro rechoncho, de tez blanquecina y ojos azules. Su pelo estaba recogido en dos trenzas y lucía un graciosos mostacho. Tenía una desgasta capa de lana y sus ropas no eran para nada lujosas. Desde luego, un primer vistazo, bastaba para saber que ninguno de los dos encajaba en aquella posada.

Turno 005

- Buenos dias - dijo amablemente. - Mi nombre es Rovis, ¿le sirvo algo? - Solo deseaba no tener que echarlo, que pudiera pagar sus consumiciones.