Partida Rol por web

Turno 106

- Tranquilo amigo - quiso calmarlo - Todo el barco es seguro, aunque cierto es que el lugar donde menos se mueve, es allí - dijo señalando la base del único mástil de la nave. - Bajo el palo no te marearas, ¡así evitaremos que nos enseñes el desayuno! - dijo con una risotada que enseguida contagio a los marineros.

Turno 106

El posadero, adormilado, miro de arriba a abajo a Hallfrid. Estaba tan dormido que apenas podía verle con la tenue luz del candelabro que sostenía.

- Si, si...- dijo de mala gana - Seis cobres - dijo sin mas el posadero sin pensárselo demasiado, calculando dos noches, las comidas y la bebida del dia anterior.

Pero Hallfrid sabia que aquello no podía ser correcto, el había pagado cada comida y cada cerveza que había tomado. Y ningún posadero en su sano juicio, no cobraría las habitaciones por adelantado.

​Turno 106

- Estas no son horas - dijo malhumorado - Aun no han llegado los mozos, ven mas tarde - Pero Leofred había relajado su tono, y parecía mas manso.

- Esta bien - dijo a regañadientes tras escuchar los motivos - Si tanta prisa tiene, le traeré su maldita mula, así podre seguir durmiendo - dijo aceptando ayudarle - Aunque eso le costara una moneda mas, o tendrá que esperar - Añadió sabiendo que estaba en posición de sacar algo mas del bardo

Turno 106

El sol empezaba a mostrar su cálido abrazo, y Edan se dispuso a subir al madero para emprender su viaje.
Antes de subir al barco, se acercó a los caballos. Quería echarles un vistazo antes de ocupar su lugar en la embarcación.
Todos parecían sanos y fuertes. Los recorrió con la vista mientras acariciaba sus crines, uno tras otro, preguntandose cual de entre todos ellos le tocaría en suerte.
Aunque Edan era de la opinión de que eran los caballos los que elegían a su jinete y no a la inversa.

Una vez dentro del barco, buscó un lugar comodo, donde no resultase un estorbo para la tripulación del madero, y allí se sentó en silencio.
Le hubiese gustado entablar una conversación con sus compañeros, saber quienes eran y a que se dedicaban...en definitiva, conocerlos mejor, solo de ese modo podrían realizar su tarea del mejor modo posible. Pero pensó que todavía tenia tiempo para aquello. Al final, todo se reducía a una cuestión de tiempo.

Turno 106

A pesar de que ir en barco no era lo suyo, Ional se alegro de subir a la barcaza. Eso significaba que la aventura comenzaba. ¡Adelante compañeros! Comenzamos esta aventura. Además en una barcaza, quién lo iba a imaginar. Las euforia del dunadan se reflejaba en sus palabras. Y también en sus movimientos, pues no para de ir de un sitio para otro sonriente. Capitán, soy Ional, encantado de conocerte. Estamos en sus manos, no nos lleve a pique hehehehe. Después de una breve conversación con el capitán se situó al lado de sus compañeros para hacer grupo y por si tenían que comentar algo.

Turno 106

- Qué se le va a hacer. - respondió en tono compungido, aunque ya se había imaginado que le cobrarían sus exigencias. En cualquier caso, pensaba, se lo merecían por las molestias. - No sabe cuanto se lo agradezco, le ruego mil perdones por las molestias. -

Cuando finalmente el hombre volvió con su mula Leofred le dio no una, sino dos monedas más, que el buen hombre se las había ganado al no ponerle casi obstáculo por aquella hora tan temprana.

RESOLUCION TURNO 106
 

El posadero estaba completamente adormecido. Aun no tenía claro que aquello no fuese tan solo un sueño. Alguien llamaba a su puerta, dispuesto a pagarle sin rechistar lo que le pedía. Ante el Hallfrid estaba dubitativo por el precio que le había indicado. Él ya había pagado, no debía una sola cerveza, y la suma que le pedía no era poca. El eriadoriano no sabía bien como actuar. No deseaba pagar de más, pero tampoco quería que le cerrasen la puerta en las narices.

En la calle, la luz del sol comenzaba ya a clarear el cielo con los claros colores del amanecer. En el muelle, sus compañeros lo esperaban, aunque tal vez no llegara a tiempo si cumplían las intenciones de partir con las primeras luces. Si eso ocurría tendría que abandonar la empresa en la que se había embarcado o seguirlos por tierra. Tenía que darse prisa.

RESOLUCION TURNO 106
 

El hombre del establo cerro de nuevo, instando a Leofred a esperarlo allí. El tipo no estaba demasiado contento por el bullicio que el bardo había armado, y porque era demasiado pronto para comenzar con sus tareas. Estaba ya despierto, sí, pero ese tiempo antes de abrir lo ocupaba en pasear, desayunar y tomarse todo con calma antes de comenzar su jornada. Tenía un par de mozos de cuadra que bien se hubieran ocupado de llevarle la mula, pero aún no habían llegado.

Paso un rato, demasiado para Leofred, hasta que la puerta volvió a abrirse. El hombre tendió la mano para recibir la moneda, pero Leofred no le dio una, sino dos por las molestias causadas. El caballerango entonces abrió del todo el portón y le paso la soga con la que solía mover a los animales antes de embridarlos. En cuanto la mula salió, la puerta se cerró tras ella. Una vez cerrada, el bardo se dio cuenta de que sobre la mula estaban las riendas, el bocado y las anteojeras. Aquel tipo no se molestó en hacer su trabajo, al contrario, le llevo todos los aperos al dunadan para que se las apañase como quisiese. Con resignación se dispuso a colocar todos los aparejos.

RESOLUCION TURNO 106
 

Tras las presentaciones, saludos y charlas, los miembros de la comitiva fueron embarcando. La tónica general era de desconfianza, muchos no habían navegado muncha, algunos ni siquiera visto un barco. Los Esgarothianos parecían tener todo bien atado, pues aparte de los caballos había todo tipo de viandas para el camino. Además, Captarion aprovecharía para llevar otras mercancías, que al fin y al cabo era a lo que se dedicaba. De hecho, lo más probable es que Agranil solo comprase pasaje para los miembros del grupo, los caballos y su carga.

Todos estaban ya a bordo cuando los caballos fueron subidos a la embarcación. Edam hubiera querido examinarlos en tierra, pero para cuando cayó en la cuenta de los animales, estos ya estaban de camino. Los ataron en popa, y allí fue donde el rohir se dirigió para examinarlos. Eran caballos comunes, unos más grandes, otros más pequeños, musculados, alguno más enclenque, pero todos ellos buenos animales.

Entretanto Grimbeorn y el enano buscaban el lugar más seguro de “El Madero”, temerosos de caer por su borda a causa de los violentos movimientos. El Anduin era un rio que corría veloz, y era algo traicionero. Los brazos fuertes de los marinos y el conocimiento de Captarion serían capaces de llegar sanos y salvos. Era una exageración, pues el tamaño de aquel barco hacia casi imposible zozobrar.

El sol comenzaba a despuntar, y ni Leofred ni Hallfrid daban señales de vida. Todo el mundo comenzaba a ponerse nervioso, si querían llegar antes del anochecer no podían esperar más para salir. Si no lo hacían pronto, tendrían que hacer noche en el rio, o atracar en su ribera.

TURNO 107

Fragulf había estado atento a todas las conversaciones desde que había comentado la paciencia a Maese Gwalin. Se habían propuesta no malas ideas, pero los comerciantes y sus tropas ya habían demostrado que tenían un plan prefijado de antemano, así que luchar contra ello hubiera sido crear mal estar. De todas maneras esta muy bien demostrar iniciativa, conocimiento y habilidad en el trabajo que habíamos de realizar. Daba muestras de profesionalidad y eso hacía aumentar la confianza en que seríamos capaces de llegar a buen fin. Nada más llegar al "Madero" saludó a Captarión. Si no es por esta embarcación, su capitán, y la tripulación no hubiera llegado vivo, tras aquella parada en el "camino", así que aún les estaba un tanto agradecido. Fue discreto, y limitándose a asentir y sonreir saludó a todos los del barco con gestos amables de la mano. También estaba un tanto avergonzado, ya que era el único superviviente de la misión y eso le creaba un extraño autoresentimiento. Por supuesto, como siempre, fue el encargado de embarcar y asegurar las monturas en el barco. Ya conocía el lugar ideal. Ya había estado allí, incluso escondiéndose. Muchos sentimientos encontrados afloraron, y tras una revisión rápida del amarre de las monturas y del estado de las mismas se preocupó por la gente. Un líder tenía que hacerlo, así que, aunque no lo fuera, igual, algún día le tocaría serlo. 

- Amigo. Comentó al enano Gwalin. - Un congénere (se refería a otro enano) tenía la misma desconfianza en viajar a bordo. Se rascó el mentón, que ya empezaba a tener otra vez la sombra de una barba incipiente, que se dejaría crecer como en los viejos tiempos. - Pero viajó a mi lado y llegó a tierra sin problemas. Sonrió y cambió la mirada al horizonte. - Y tras navegar fluvialmente su confianza, aunque no mejoró mucho, perdió el miedo a navegar. Regresó la mirada al enano. - No preocupes. No será el agua en esta travesía lo más peligroso. Mira las orillas. Allí se oculta el peligro, y si la descubrimos pronto la enfrentaremos. Ya tenía el enano algo en lo que concentrarse, y así, de paso, no mirar el agua a la que temía. Esperaba haber conseguido reorientar su atención y de esa manera reducir si mal estar. Además lo había hecho con la intención de que todos pudieran escucharle, ya que sabía que podría haber otros "temerosos" por el barco. 

Se sentía satisfecho. Creía que estaba ayudando al grupo. Empezaba a pensar que se estaba integrando. Que estaba pasando página.

- Joder Ulfer. Joder Chakka.

Igual ... no del todo. Necesitaba más tiempo y su rostro mostraba nostalgia. Su mirada, en el horizonte, atendiendo a lo que había aconsejado él mismo, de hacer de serviola, pesar.

Turno 107

Si algo bueno había tenido el madrugón para embarcar fue poder ver los primeros rayos de sol despuntar por el horizonte. El amanecer en terreno abierto era muy distinto a verlo filtrado a través de las ramas densamente entretejidas y pobladas de hojas. Hacia el este se veía claramente una franja clara que contrastaba violentamente con la oscuridad que aun se cernía sobre el grupo de viajeros; recortada contra la tierra, aquella franja daba la impresión de que delimitaba el cielo contra la mismísima superficie de una llanura o de elevaciones ocasionales que se alzaban en la lejanía. Al norteño le pareció irónico que, desde el mismo lugar por el que se alzaba el sol, pudiera proceder la sombra de una amenaza, los orientales.

Dejó de lado aquellos pensamientos cuando oyó a Freagulf hablar. Parecía que el hombre trataba de infundir ánimos o confianza al enano, al recordarle que el peligro estaba en las orillas y no en el río. Aunque bienintencionada, aquella era una noción cuanto menos irresponsable. - Los orientales pueden ser el peligro obvio e inmediato, pero no es sensato ignorar a la naturaleza. Puede desafiarnos con riesgos tan letales como las hojas de esos salvajes si nos confiamos en exceso. - Miró una vez más en dirección al este. La franja clara y brillante era cada vez mayor y, según los esgarothianos, partirían con el alba. Por lo que era extraño que aun no se soltasen amarras, hasta que reparó en que Hallfrid y Leofred, los que habían tenido que ir a buscar ciertas pertenencias en otros lugares, no habían dado señales de vida todavía. Dirigió su mirada hacia la calle que llevaba al muelle pero no vió rastro de ninguno. ¿Acaso había sido una excusa lo que dijeron para retirarse de la expedición, tras disfrutar de la cena, desayuno y alojo facilitado por Agranil y su gente? Tal vez debieran mandar alguien por ellos...

Finalmente, centró su atención en el capitán y esperó a ver cuál era su reacción, sus ordenes, al tiempo que intentaba ocultar la pregunta muda de su mirada, ¿Partimos?

TURNO 107

- ¿6 cobres? - respondió HALLFRID con gesto extrañado y alzando levemente la voz, sin poder ocultar su sorpresa - Hubiera jurado que era mucho menos...

- En fin... aquí tiene...

Sin detenerse demasiado a pensar en ello, y sin tampoco darle tiempo al posadero para analizar mejor la situación, el muchacho arrojó al aire la moneda de plata, justo en la dirección precisa para que esta fuera a dar en el pecho de su todavía somnoliento anfitrión. En el mismo acto, procuró también ingresar en el establecimiento, adoptando toda la naturalidad que le fue posible.

- Yo iré por mis cosas mientras busca el vuelto...

HALLFRID estaba bastante convencido de que la deuda nunca podría haber sido tan alta. Pero también, debía reconocer que sus últimos momentos en la taberna habían sido algo confusos, con tantas jarras de cerveza encima y la compañía festiva de los parroquianos.

De todos modos, aquello en verdad poco importaba. Pues el muchacho estaba dispuesto a pagar hasta la última moneda que tenía si eso le permitía regresar cuanto antes a los muelles. Además, donde iba las riquezas tampoco iban a servirle de mucho.

Turno 107

El posadero cogió la moneda como pudo, casi se le cae al suelo de lo dormido que aun estaba. Hallfrid entro a la posada sin que el hombre opusiera resistencia alguna. Mientras el eriadoriano subía a recoger las cosas, el posadero comprobaba que aquella moneda fuese legitima, no era tan normal que alguien llevase monedas de plata encima.

El tabernero se había espabilado ante el brillo de aquel pedazo de metal. Antes de que Hallfrid bajase con sus cosas ya tenia preparadas las monedas que iba devolverle.

- Gracias y buen viaje - Le dijo amablemente mientras le tendía las monedas que le debia - Ya sabe donde estamos, si vuelve a la ciudad, será bienvenido - sostenía la puerta abierta para permitir la salida

Turno 107

El capitán esperaba la orden de Agranil para partir, aunque todo estaba ya preparado. La carga asegurada, los hombres en posición y los invitados a bordo. Solo restaba retirar la pasarela y soltar amarras.

- Si marchamos ya llegaremos antes del anochecer- dijo dirigiéndose a Agranil.

Turno 107

- Esperaremos unos minutos mas - dijo algo apenado el regente, temeroso de que los dos hombres ya no volviesen - Estoy seguro de que será capaz de legar a tiempo si se lo propone - añadió.

Miro a todos, eran pocos y toda ayuda seria bienvenida aunque tuvieran que esperar.

Turno 107

- Si, tenemos que esperar, necesitamos toda la ayuda posible - afirmo Larrid mientras miraba hacia las calles, él también esperaba que apareciesen en cualquier momento.

Turno 107

El bardo había esperado con impaciencia la vuelta del patrón de los establos, con tantas prisas que le cedió el dinero antes de ver siquiera a su mula. No tardó mucho en ver su error al comprobar que el anciano no se había molestado en poner los arreos al animal, lo que no sabía si achacarlo a su edad, a su borrachera, o a su indudable cabreo por haberlo levantado de madrugada para que lo atendiese.

- Bueno preciosa, parece que de nuevo hemos desperdiciado más dinero de lo que deberíamos. - comentó Leofred antes de suspirar y dedicarse a la laboriosa tarea de preparar la carga del animal, que también parecía medio dormido y ofendido por molestarlo en mitad de la noche.

Turno 107
​Evaluación de caballos

Edan dedico un buen rato a inspeccionar los caballos. Había doce caballos de buen porte y que parecían poseer una buena salud. Todos ellos estaban bien aseados, con sus herraduras en buen estado, se notaba que los habían cuidado con esmero. No pudo saber mucho mas de ellos, el no era mas que un 

Turno 107

Todo parecía dispuesto, pero Hallfrid y Leofred seguían sin dar señales de vida.

Una calma tensa se apoderó de todos. Si finalmente no aparecían, toda la misión estaría en peligro. Dos hombres menos en aquella situación, representaban un serio contratiempo.

Edan se mantuvo a la expectativa, atento al desenlace de todo aquello. Si Agranil y compañía decidian partir sin ellos, entonces tendría que replantearse su acuerdo con los comerciantes. Si el encargo ya parecía bastante difícil con el grupo al completo, con dos hombres menos, los riesgos se disparaban. No estaba dispuesto a meterse en la boca del lobo por unas monedas. Si debía regresar a su hogar cubierto de vergüenza, lo haría. Mejor eso, que con los pies por delante.

Trató de alejar de su mente aquellos pensamientos por un momento mientras escuchaba a sus compañeros.

Freagulf ya había viajado antes en barcaza, y parecía tener una historia detrás que incluía a los orientales. En sus palabras se reflejaban la tristeza y resentimiento. Pero también la firme convicción de reparar un daño... aquel hombre estaba allí por algo más que dinero. Tenía que terminar algo que habia empezado.

Edan asintió a las palabras de Grimbeorn, pues percibía cierta sabiduría natural en ellas.Cierto amigo, no debemos bajar la guardia. La naturaleza puede ser tan imprevisible como fatal. Pero estoy seguro que Captarion y sus hombres habrán realizado este trayecto centenares de veces...confiemos en que su buen hacer nos evite los mayores peligros añadió finalmente tratando de rebajar la tensión.

No observó nada particular en los caballos, parecian en buen estado, tal y como les habian dicho. Aquello le agradó. Le gustaba que todo estuviese en su sitio y que nadie intentase meterles gato por liebre.

TURNO 107

- Hasta yo lo he hecho. Comentó como con voz de cansado. La verdad es que esta travesía no la había realizado en multitud de ocasiones, como lo había hecho el "MADERO" y si tripulación, pero confiaba totalmente en ellos. Además, no es como si fuera el mar, con sus mareas, tormentas y demás. Podían haber sustos, si, podían, pero era bastante más complicado perecer por culpa de una derrota fluvial que por una marítima. Luego con firmeza añadió: - Demás, ya veréis lo cómodo que es viajar aquí. Parecía un vendedor, que hacía propaganda de su "producto", pero lo dijo tan fuete, que incluso si fuera un soldado que les ordenaba a los demás que se sintieran a gusto allí. Él lo estaba. Tenía confianza en esta nave, en su tripulación y en su capitán. - E incluso podemos colaborar en su seguridad, vigilando las "costas".