Partida Rol por web

Turno 212

Cuando sus embotados sentidos empezaron a avisarle de que la situación en el campamento se calmaba, el norteño aprovechó para volver a dejarse caer hasta quedar sentado con la lanza apoyada contra su hombro. Cerró los ojos e intentó ignorar la sensación de vahído que le asaltaba de forma casi constante. Ignoraba cuánto tiempo continuaría bajo los efectos de una canalización pobremente ejecutada y peor dirigida, por lo que negó con su mano cuando la gente se acercó para comprobar su estado o ver si podían hacer algo.

Sólo al de unos minutos de permanecer allí sentado acertó a balbucear una propuesta. Podía usar el poder de los Valar para curar las heridas del soldado esgarothiano, si no había problema, tan pronto como se recuperase. Porque aquel estado tenía que ser pasajero; de no serlo, de tratarse de algo permanente, dudaba mucho que pudiera ser útil y seguir adelante con la misión de encontrar a los orientales y rescatar a Geleswinta.

Turno 212

Los tres esgarothianos estaban bien, mejor dicho estaban vivos. El hecho de que aparecieran los mewlips les habían hecho refugiarse en su tienda hasta que pasara el peligro, cosa que no era muy buena idea pues si acababan con todos ellos serían una presa fácil allí dentro.

El joven se apresuró a ayudar a llevar leña cera de las orillas para prenderla y hacer hogueras para que no se acercaran los mewlips. Así crearían una barrera de fuego y además la luz que desprenden ayudaría a ver mejor si alguno mewlip más quisiera acercarse.

Estoy de acuerdo con Larrid, hagamos hogueras por toda la orilla. Así les veremos mejor y será una barrera más que tendrán que sobrepasar si quieren cogernos.

Antes de que el embravecido campesino pudiera ocupar la posición que acababa de dejar un debilitado y tambaleante Larryd en el frente de combate, ya otros camaradas se habían sumado a la refriega, obstaculizando cualquier flanco desde donde poder alcanzarla.

Hallfrid maldijo por lo bajo. Pues el enano y los dos rohir tenían prácticamente rodeado al monstruo, abrumándolo con una maraña de hachazos y estocadas que éste esquivaba de manera casi milagrosa, y que si bien le impedían alejarse del combate, dejaban escaso margen para la incorporación de un nuevo atacante.

Por un instante, el joven campesino estuvo tentado de lanzarse hacia las aguas para intentar rodear al monstruo. Pero pronto desechó tal idea, pues llegado ese punto, los certeros filos de sus compañeros podían volverse incluoso más peligrosos que la propia criatura.

De modo que, sin demasiado tiempo para pensar nada mejor, optó por la que parecía la estrategia más directa. Y también la más descabellada: atacar por encima de sus camaradas, aprovechando el mayor rango que le brindaba su gastada lanza de roble.

Así que simplemente continuó avanzando como un desquiciado y sin detener su marcha, aprovechando la inercia para pegar un furibundo salto en el último instante que le permitiera superar con su estocada las posiciones de sus compañeros.

El movimiento fue bastante torpe, e incluso consiguió desestabilizar a base de empellones la férrea línea que habían formado los guerreros, irrumpiendo entre todos ellos de manera desordenada. Sin embargo, quizás por lo sorpresivo de la acción, el golpe consiguió abrirse paso entre las defensas de la criatura, que no parecía preparada para responder a un ataque semejante.

Para cuando el joven pudo volver a comprender donde se hallaba, la criatura había desaparecido, y ya todo había vuelto a serenarse. Su mirada recorría la tranquilas aguas del río,  mientras todo su cuerpo se esforzaba por recuperar el aliento.

En un momento, Hallfrid creyó detectar un bulto sobre las aguas, y se lanzó sobre el sin pensarlo. Aprovechando otra vez la longitud de su lanza, intentó alcanzarlo y traerlo hasta su posición, como si fuera un enorme pez que surcaba la corriente.

TURNO 212

El alto rubiales sabía que había "destruido" uno de aquellos seres, y que esa noche, aunque todos inquietos, sería complicado que les atacasen otra vez … por los menos "hermanos" de aquellos". Se sentía satisfecho consigo mismo. No había perdido a nadie el grupo. La misión seguía en pie, y aquel "susto" parecía que les había unido un poco más. No era una unidad militar o de combate, pero … nadie había escapado o intentando huir. SE las habían apañado para defender el puesto y a los comerciantes, que era lo que más le preocupaba, y sobre todo, ninguno había sucumbido ante los extraños poderes que hacían gala aquellos visitantes nocturnos.

En este viaje había alguien que cuidaba de sus cuerpos, así que también había que ensalzar los ánimos. - Muy bien chicos, muy bien hecho. Rechazado el enemigo y valientes ante monstruos repugnantes. comentó mientras se agachaba para intentar, sin tocar, y dándole con el agua que rodeaba el islote, limpiar su arma. Tras eso se puso en pié y sacudió con fuerza, como si atacase a un ser invisible, pero con la punta hacia la oscuridad. Con eso esperaba secarla un poco y quitar algo de la mugre adherida. Entonces se puso a buscar combustible para aquel comentario que Larrid había hecho.

Turno 212

Edan suspiró aliviado cuando el último de los anegados desapareció bajo el agua.
Aquella emboscada habia resultado más de lo que estaba preparado para afrontar. ¿Que demonios eran aquellos seres? El joven nunca habia visto nada semejante.

Por todos los Dioses! ¿Habeis visto sus rostros?

Tras cercionarse de que no había más de aquellos monstruos acechando, Edan trató de ayudar a Leofred en su empeño por recuperar el cuerpo de la criatura. Eso si, se cuido mucho de no adentrarse más de lo preciso en el agua. Era de noche y la luz de la luna aprnas permitía vislumbrar una palma bajo el agua. No se arriesgaría a que otro de aquellos montruos emergiese bajo las frias aguas para llevarselo al fondo para siempre.

Al ver a Leofred usar su lanza, reparó en que había perdido la suya en los primeros lances de la escaramuza. Asi que cuando hubo terminado de ayudar a Leofred, regresó al lugar donde la habia perdido. Con algo de suerte no se habría perdido en la corriente del Anduin y habría quedado anclada en las orillas arenosas del islote. Sin mucho convencimiento, comenzó a buscarla.

Alguien ha visto mi lanza? preguntó al resto. Quizas los marineros habian visto algo.

Turno 212

Gwalin entró corriendo en su tienda. Al lado de su lugar para dormir había dejado todos sus pertrecho entre ellos la cota de malla, las grebas y los brazales. Sin pensárselo dos veces, el guerrero se arrodilló y se caló la cota de malla por la cabeza como si de una camisa se tratase. Mientras se la ponía iba refunfuñando.

-Ggrrrrrmmmm maldita cota. Al final voy a tener que cambiármela por una que sea mejor...y de manofactura enana por supuesto...porque esta seguro que la ha hecho algún orco...gggrrrrrrrrrmmmmmm

Cuando se la hubo calado salió con los brazales y grebas a falta de poner. Se ciñó el cinturón a la cota para que le resultara más cómoda y luego observó el terrerno a ver que estaban haciendo sus compañeros. La actividad era frenética. Mientras unos recogían leña y la apilaban para hacer hogueras a lo largo de la orilla, Edan y Leofred sacaban el cadaver de uno de los seres que les habían atacado.

Colocándose los brazales se acercó a donde estaban estos, tanto para ayudarles, como para estar atento de que no se acercara otro mientras lo sacaban, ayudándose de su privilegiada vista.

-¡Que bicho más feo! ¿Es como el de tu historia, Leofred? jejejeje -rió el enano sin dejar de mirar al mewlip.

RESOLUCION TURNO 212
 

Todo parecía haberse calmado tras la muerte del último de los Mewlips. Dos habían huido malheridos, logrado sobrevivir hundiéndose en las aguas. El tercero flotaba inerte en las aguas, mientras estas lo arrastraban. Larrid trataba de organizar al grupo, había pedido hacer hogueras y que todos se cerciorasen de que nada los acechaba desde el agua.

Hallfrid, y Edan, no dudaron en tratar de hacerse con el cadáver, usando la lanza del eriadoriano. Aunque les costó un poco, no se atrevían a entrar abiertamente en el agua, el cuerpo fue atraído hasta la orilla y sacado a tierra. Después el rohir, busco su lanza en el agua. Pero no había rastro de ella, el agua la habría arrastrado rio abajo.

Ya lo habían visto, pero ahora tenían otra perspectiva. Los largos dedos estaban ahora encogidos, sin poderse cerrar en un puño. La cabeza era alargada, deformada por los largos colmillos y por la marcada estructura ósea de su calavera. Ahora sí que podían ver unos ojos minúsculos, perdidos en una cuenca demasiado grande, apenas sujetos al fondo. Estaban blanquecinos, vítreos y de pupilas dilatadas. No tenía mucha carne sobre los huesos, era como si estuviese famélico. Carecía de ropa, aunque se veían los restos casi desaparecidos de algún tipo de ropaje, deshecho ya por el agua. Mostraba una musculatura bien marcada, un tanto atrofiada, y unos atributos casi inexistentes. La piel verdosa, casi marrón, era muy resbaladiza, como la de los peces. Era como si una capa mucosa impidiese agarrar firmemente alguna parte de aquel ser.

Leofred fue a buscar sus armas, mientras que Gwalin se pertrechaba con su armadura. Muchos estaban convencidos de que el resto de la noche, la pasarían en vela. El bardo recogió su espada, su honda, y fue a buscar la ballesta que había dejado caer tras disparar. El enano, por su parte, comenzó a colocarse la cota de malla. Era una tarea sencilla, pero que requería de algo de práctica, y sobre todo de tiempo.

Freagulf se acercó al agua, limpiando su arma con ella sin dejar de mirar a la oscuridad. Después ayudo a Ional a intentar preparar algunas hogueras, pero la falta de combustible, hizo que tuviesen que repartir algunas teas por la orilla. No era suficiente. Afortunadamente, y tras un rato, algunos rebuscaron en su equipo para sacar algunas antorchas. Freagulf, Ional y Edan tenían un par entre sus cosas, Grimbeorn tenía otra, y Leofred incluso llevaba tres. Pasaron de tener que pensar de donde sacar madera, a tener una decena de puntos de iluminación en el perímetro del islote. Realmente Larrid no creía que aquellos seres volviesen, pero ante la duda, era mejor estar preparados.

Sin saber que hacer exactamente con un Mewlip muerto, el grupo se mantuvo alerta, dejando que Grimbeorn descansase hasta recuperarse del todo. Larrid estaba cerca de él, ambos no querían moverse demasiado, uno por descansar, el otro temerosos de que su vendaje.

Los esgarothianos salieron de la tienda, el peligro había pasado y tampoco tenían ya ganas de volver a dormir. Tanto ellos como los barqueros, ayudaron con las antorchas, a clavarlas en el suelo, y después se arremolinaron para admirar al ser que Hallfrid había matado. Los barqueros eran demasiado temerosos y estaban aún en estado de shock, por lo que, aunque si ayudaron, no pronunciaron demasiadas palabras.

Después de una hora, ya con todo organizado, el bosquimano al fin volvió en sí. Estaba mejor, su dolor de cabeza, su desorientación, habían desaparecido por completo. Ya consciente de todo lo ocurrido, viendo el cadáver, y a Larrid herido, supo lo que hacer. Ante la falta de peligro, impuso sus manos en el antebrazo del soldado, invocando el poder de Ëste. Sus manos parecieron brillar con un tenue fulgor, al poco tiempo, Larrid se encontraba mucho mejor.

Durante una hora nadie durmió, el peligro parecía haberse disipado. Todos habían dormido un par de horas, menos Grimbeorn y Gwalin, que habían realizado la primera guardia. Ellos apenas habían podido dormir media hora. Ahora todos estaban cansados y tensos a partes iguales.

Turno 213

El guerrero miraba como sus compañeros se afanaban en colocar antorchas y teas a lo largo de la orilla para poder detectar cualquier cosa que quisiera entrar en el campamento. Esta vez otra de aquellas criaturas no pasaría inadvertida ante la comitiva.

Gwalin por su parte se seguía colocando la cota de mallas en previsión de un nuevo ataque por parte de los mewlips. No creía que esto sucediera, peo si se daba el caso quería estar preparado para tal circunstancia como mandan los cánones de un buen guerrero enano.

En la tienda de al lado aparecieron los esgarothianos blancos por el susto de la incursión de los mewlips.

-Mis señores ¿se encuentran bien? -preguntó Gwalin acostumbrado a hablar con sus jefes cuando acompañaba a las caravanas-. Esta noche será larga, no creo que ninguno podamos dormir más -dijo de pasada mientras seguía con su armadura.

çTendría que hablar con el resto para acordar nuevamente las guardias. Él no había dormido casi nada y se le notaba más malhumorado que de costumbre. Aun así si tenía que mantenerse despierto lo haría, pero si le dejaban descansar lo prefería pues así se encontraría bien el sía siguiente.

Turno 213

Tanto su sanador como los compañeros que no habían dormido tendrían que descansar. Sabía que los magos se adormilaban y embobados no eran capaces de usar su poder. No sabía lo que sucedía y como era eso, y sin demasiada experiencia no podía opinar, pero si sabía que si quería que este pudiera curar más veces, tenía que dormir.

- Pues yo diría que nuestro sanador y los que aún no han planchado la oreja podrían intentar dormir un poco.

Turno 213

El animista sólo pudo hacerse una idea de lo que había ocurrido tras haberse "tragado" una ínfima parte del poder de Araw. Por fin, una vez atendió las preocupantes heridas de Larrid, se dió una vuelta por el islote y comprobó el estado del resto; no había muchos más heridos aparte del esgarothiano. El tiempo que él había permanecido fuera de combate, aturdido y mareado, el resto lo había aprovechado para iluminar las orillas con leña o teas. Como todo, aquella decisión tenía sus pros y contras: con aquella luz podían ver si nuevas amenazas surgían de las aguas pero también podían atraer más atención y aun quedaban horas de oscura noche por delante.

Terminó por alejarse de la rivera. A pesar del riesgo que suponía toda aquella luz, parecía más conveniente que sufrir otro ataque sorpresa y quedar privados de un merecido descanso. Con aquellos pensamientos, se acercó a examinar el cuerpo de uno de aquellos seres. Abatido y recuperado antes de que las aguas lo arrastrase, aquel ser parecía una aberración de un atani, una deformación de alguien que hubiera muerto ahogado y a la que sólo la brujería y la inmersión prolongada hubieran podido dar forma. Si la Oscuridad había sido capaz de engendrar a las arañas gigantes de los relatos de su gente, aquel ser bien podía haber tenido un origen similar.

- Deberíamos quemar este cuerpo. Si es que es posible. Pero no creo que sea sabio compartir espacio con este... ser.

Después, su atención se desvió hacia las oscuras aguas del Anduin y luego hacia el cielo estrellado. Tras el ataque, no parecía que la comitiva estuviera dispuesta a dormir. El temor a un nuevo ataque de aquellas criaturas pesaba demasiado en el ambiente. Sin embargo, por mucho que se propusiera mantener la vigilia, el agotamiento mental causado por la canalización de poder y el malestar físico debido a la "explosión" de aquel poder en su interior acabaron por hacer mella en el norteño. Se había sentado junto a una de las tiendas, al lado de un Larrid que, ocasionalmente, miraba y comprobaba el vendaje que alguien le había aplicado. Y primero con una inofensiva cabezada, Grimbeorn acabó por ceder al sueño, la cabeza apoyada contra el asta de su lanza erguida sobre el suelo.

Turno 213

A medida que la situación empezó a normalizarse, Edan se sosegó un poco. Recuperar el cuerpo de la criatura, tuvo, aparte de otras consideraciones, un efecto positivo para su salud mental. El poder contemplar el cuerpo de la criatura, hacia que pareciese más real. Su visión no dejaba de resultar grotesca, y encogia el corazón detenerse en aquellos rasgos tan horribles, y al mismo tiempo tan humanos, pero por otro lado, hacía que se les viese como lo que eran: Otra criatura mas de la Tierra Media.

Allí yacia, inerte, vacía. Un trozo de carne más que pronto seria pasto de los gusanos, tal y como ellos lo serían algún día.
Para la mente pragmática del Rohir aquello suponía una abstracción reconfortante. Si aquellos monstruos tenían cuerpos tangibles, podían ser abatidos como cualquiera y eso era algo contra lo que Edan si podia lidiar.

Cuando hubieron arrastrado el cuerpo al centro del islote, el mismo le acercó una antorcha al rostro. Y acto seguido lo pinchó varias veces con su hacha, como para constatar que no iba a regresar de nuevo entre los muertos para aferrarlo por el cuello. Cuándo vio que efectivamente no volvería a levantar aquellos ojos vacíos nunca más, se atrevió a tocarlo con sus propias manos, y le dió la vuelta para revisarlo más minuciosamente.

Tras de sí, escuchó las palabras de Grimbeorn y se apresuró a objetar ante la idea de quemar aquel cuerpo. Probablemente Edan observaba el mundo desde una perspectiva más práctica que su compañero, y aquella era con seguridad la razón por la que se había molestado en recuperar el cuerpo de aquel ser del río, a pesar del temor que le provocaban las aguas en aquellos momentos.

¿Quemarlo? ¿Porque hariais tal cosa amigo? ¿Quien nos creería entonces cuando a nuestro regreso les contemos que hemos sido atacados por el Barquero de las Canciones? finalizó mientras observaba a Leofred con curiosidad. Después de todo la intervención del bardo la noche anterior, había resultado tan casual como premonitoria.

Yo pienso llevarme un trofeo, con el permiso de Hallfrid, claro está. continuó dirigiendose ahora al campesino, quien habia demostrado unas buenas aptitudes a la hora de desenvolverse contra las criaturas.

Para Edan, las garras o la cabeza de aquellos hombres-pez representaban un activo importante de su trabajo, al igual que podrían serlo los colmillos de un jabalí, o la cornamenta de un Corzo. Sólo que la rareza de aquella criatura los convertía en una reliquia mucho más valiosa. No dudaba que llegado el momento sabria sacarle un partido económico.

El viento seguía soplando con crueldad, arrastrando el frio y la humedad del rio. Resultaba un objetivo recordatorio del peligro que todavía les acechaba.
Antes de recuperar su lugar con los demás, Edan reparó en algo que quizas los nervios les habían hecho pasar por alto.

Los caballos permanecían en la embarcación, asi como muchos de los víveres. Si aquellos monstruos venian buscando comida, tal vez se les antojasen un plato más dócil y menos rebelde que los guerreros...

Alguien ha echado un ojo a los caballos?

Turno 213.

Solo nombrar el querer un trozo de "aquello" le empezó a dar angustia. Le hubiera contestado algo así como: "- ¿Quién te creería que aquello era un tozo del Barquero?"; pero la angustia que sentía, a punto de empezar a tener arcadas por siquiera tocarlo le eran una dificultad para seguir con la labor de recoger broza y palitos para poder encender fuego en el islote. Pero el tercio cambió de inmediato cuando hablaron de los caballos. Y como si le hubieran arrimado una brasa al pandero dio un saltito y miró en dirección de las bestias, con los ojos desorbitados. Sentía que había desatendido su responsabilidad y se le escapó: - Maldición, los caballos. Y fue hacia el lugar donde esperaba encontrarlos.

Turno 213

Después de un rato parecía que el ambiente ya se había tranquilizado. Habían iluminado todo el islote, aunque a costa de consumir las que parecían todas las antorchas que llevaban encima. - Espero que el trayecto hasta la próxima aldea habitada sea corto, o estaremos mal provistos si nos volvemos a encontrar con estas criaturas. -

Tras unos esfuerzos habían logrado sacar de agua el cuerpo del monstruo abatido, y Leofred se acercó invadido por la curiosidad. Sin duda se trataba de unas criaturas extrañas y no muy bien parecidas; si alguna vez contaba la historia de aquél viaje seguramente omitiría el relato de lo ocurrido aquella noche en el islote. - No sabría decir si son animales realmente, pero desde luego no tienen nada de espectros o fantasmas, y tampoco he visto ninguna barca. - Comentó cuando le recordaron las similitudes con su historia del barquero - Debemos agradecer que no fueran más, si solo 3 de ellos lograron causarnos tantos problemas. - Después Edan se dispuso a mutilar el cuerpo y el bardo apartó la mirada torciendo el gesto en símbolo de desagrado. - No nos sobra la madera para quemarlo... mejor arrojarlo de vuelta al río o a un agujero en el suelo. -

No había mucho más que hacer ahora que el rohir había salido disparado a comprobar el estado de los caballos. La mayoría estaban cansados pero no podían conciliar el sueño por las emociones de la noche, de modo que Leofred aprovechó la ocasión para tocar con su fídula una melodía lenta y calmada junto a la llama de la hoguera. No era ninguna obra maestra, pero al menos el sonido ahuyentaría los malos pensamientos sobre aquella noche.

Turno 213

Mientras colocaba las teas y las antorchas por la orilla el joven dunadan escuchaba a sus compañeros que hablaban en las inmediaciones de donde él se encontraba. Al pasar cerca del mewlip se detuvo unos segundos para observarlo bien. Nunca antes había visto algo semejante y le sorprendió al fijarse en su cabeza a modo de cráneo con unas fauces terroríficas. Escuchó entonces que Edan quería llevarse algo como trofeo y le miró asombrado.

No creo que sea buena idea. A lo mejor sus colegas huelen los restos y nos persiguen. Además, ¿qué vas a hacer, coger algo de todas las criaturas que te encuentres. Hombre si te llevas un diente pues bueno, pero si te llevas la cabeza entera al final no podrás transportar tanta cabeza, ¿no crees?

Pero Ional no dijo más y siguió colocando las antorchas hasta que nuevamente escuchó a Edan preguntar por los caballos. Estos los habían dejado en la barcaza y si nadie los había defendido seguramente alguno de aquellos seres se los habría zampado.

Lo bueno es que no hemos oído relinchar  ni quejarse. Supongo que algo habríamos escuchado ¿no?

Aun así acompañó a sus compañeros a ver si sus monturas estaban bien.

Turno 213

Cuando el enano escuchó lo de los caballos se fijó en la gabarra que llevaba a os caballos. Su vista en la oscuridad le daba un plus, así que centró su vista, entrecerrando los párpados para observar con más nitidez. 

-¡¡Los caballos!! -dijo el naugrim mientras se fijaba en la gabarra-. ¡Maldita cota! Grrrrrmmmmm ¡Esto tarda una vida en ponerse! -gruñó de nuevo.

Pese a que al guerrero no le gustaba viajar a lomos de aquellas bestias, sabía que les sería muy útiles a la hora de dar caza a los orientales, pudiendo ir más rápido que a pie y ahorrándoles energías que necesitarían en la lucha contra estos. Así que esperaba que los caballos estuvieran en su sitio y no les hubiera pasado nada.

TURNO 213

Con la ayuda de Edran, y no poco esfuerzo, el joven campesino finalmente consiguió ensartar la criatura con la suficiente firmeza como para arrastrarlo fuera del agua. Y luego de ello, lo arrastró por el islote hasta dejarlo bajo algunas de las antorchas que iluminaban el campamento.

Hallfrid no había visto jamás una cosa como aquella. Y, a decir verdad, todavía no podía creer que un horror como aquel caminara por el mundo. Había imaginado que podría encontrar criaturas maravillosas en sus viajes fuera de la granja. Pero ciertamente, no se había esperado semejante mostruosidad.

Por supuesto, el joven campesino tampoco había matado nunca a nadie. Ni a nada, a excepción de algunas alimañas que solían infestar el granero de los señores. Pues lo cierto era que, en general, no ser organizaban demasiadas partidas de caza allí en su tierra natal. Solo cuando algún lobo o un jabalí perdido rondaban por la zona. E incluso en ellas, su papel era bastante secundario, limitándose a recorrer el lugar junto al grueso de la partida, llegando al combate cuando ya todo había terminado.

Por ello, Hallfrid no podía evitar observar absorto aquella criatura, con un sentimiento a medio camino entre la fascinación, el orgullo y el más puro asco inflamando su pecho.

Durante algunos instantes, los ojos del muchacho se posaron en el remedo de vestimenta que llevaba aquella cosa. Y se preguntó si no había sido aquel engendro alguna vez un hombre común. Quizás si alguien pudiera reconocer esos jirones...

Sin embargo, mientras pensaba en ello (descartando de plano tan descabellada posibilidad), las palabras de Edan lo tomaron por sorpresa, devolviéndolo a la realidad.

- Haz lo que quieras con eso. - dijo por fin el campesino en tono cansado, sin poder ocultar el desagrado que sentía - Pensaba quemarlo. Y dar un descanso a su espíritu atormentado. Pero no creo que tengamos madera suficiente.

- De todos modos, mira esos restos de vestimenta. Quizás esa cosa tuvo alguna vez un nombre. Yo lo dejaría en paz.

Tras ello, y mientras los demás se apresuraban a confirmar el estado de las monturas, el muchacho se acercó a Leofred y tomó asiento a su lado, perdiéndose en la cálida melodía que salía de su fídula.

Turno 213

A Edan le sorprendió el asombro de algunos de sus compañeros ante su idea de guardar una prueba de aquel encuentro. Especialmente le chocó el asombro del imberbe Ional. De entre todos los presentes, Edan jamás hubiese supuesto que el joven Dunadan vería aquel encuentro como algo corriente. Además, la idea de que los compañeros de la criatura los siguieran, resultaba sin lugar a dudas inquietante, pero Edan no creía que aquello fuese a ocurrir. Después de todo eran monstruos, de eso estaba convencido. Y los monstruos no se caracterizaban por tener aquel tipo de relación. Por otra parte, los habían hecho huir. Ahora permanecerian alerta, si los hombres-pez pensaban atacarlos de nuevo, lo harian para terminar lo que habian empezado, y no para recuperar el cuerpo de su congénere. Al menos eso creia.

¿...coger algo de todas las criaturas que encuentre? el tono de su voz, revelaba la sorpresa del mercenario.

¿Acaso esperas encontrarte con más monstruos en el camino? El Rohir no comprendía las pegas de sus compañeros de viaje, pero tampoco quiso darle importancia. En ocasiones el miedo y las supersticiones gobernaban las decisiones de los hombres y el no se sentía en el derecho de decidir en nombre de otros. En cualquier caso, esperaba no ser el único que quisiese guardar una prueba de aquel extraordinario encuentro, pero pensó que si nadie más queria, tanto mejor para él.

Tranquilo Ional...dijo finalmente
...hemos llegado aqui persiguiendo a unos orientales, y no pienso llevarme sus cabezas, salvo que nuestros empleadores asi lo exijan... apostilló ... creo que con que recuperemos lo que han perdido se darán por satisfechos. Trataba de parecer comprensivo, no pretendía molestar a sus compañeros. En ocasiones la profanación de cuerpos podía entrar en conflicto con las creencias de algunos hombres, aunque se tratara de monstruos como aquellos.
Tal vez tú estés acostumbrado a encontrarte con criaturas como ésta, pero de donde yo vengo, este encuentro seria todo un acontecimiento...uno difícil de explicar sin alguna prueba tangible...
Asimismo, asintió a las palabras de Hallfrid, y se dispuso a dirigirse a la barcaza. Más tarde habría tiempo para recoger su trofeo. Ahora que parecía que nadie tenia interés en el cuerpo de la criatura, no había razón para apresurarse.
Edan no creía que aquellos seres hubiesen sido humanos alguna vez, y de haberlo sido, no creía que mereciesen ningún tipo de respeto. Más bien, le parecía que aquellos ropajes gastados pudieran haber pertenecido a algún incauto viajero, que como ellos, habia sido emboscado por los monstruos. La inteligencia y voluntad malvada de sus asaltadores había quedado probada en su comportamiento, y el hechizo que el propio Edan había sentido en su piel así lo atestiguaba. Sin embargo, no dijo nada de esto, pues pensó que no ayudaría a cambiar la opinión de sus compañeros, y por contra, podría generar algún tipo de discusión que no le interesaba en aquella situación.

Cambiando de tercio, respondió a las palabras de Ional sobre los caballos.
No necesariamente...ya habeis visto lo silenciosos que son...yo mismo no me habría percatado de su presencia hasta tenerlos encima de nos ser por Hallfrid. mientras hablaba movió la cabeza hacia el campesino en señal de reconocimiento.
Entonces se detuvo, no estaba seguro de confesar lo que iba a decir, pero finalmente lo hizo.
Tal vez no me creais... pero... creo que estos mosntruos pueden hechizarte...al modo que lo hacen las serpientes...Le daba vergüenza reconocerlo, pero sospechaba que no habia sido el único al que le habia ocurrido algo semejante y eso le proporcionó cierto valor. Durante unos segundos sentí como mi cuerpo se paralizaba...creo que habia dos hombres en la gabarra, si los han sorprendido, no creo que hayan podido reaccionar...

Entonces me giré hacia Larrid y le pregunté:
Dinos Larrid, ¿porque no pediste auxilio mientras esa criatura te mordía?
Edan estaba convencido de que al veterano guerrero la habia sucedido algo similar.

Debemos ir hasta alli de inmediato. Podria no ser demasiado tarde todavia...

Turno 213

Aun no se había retirado a un rincón cómodo para descansar cuando la réplica de Edan a su sugerencia de quemarlo le tomó por sorpresa.

- ¿Por qué quemarlo? Los restos suelen atraer a carroñeros y, además, sospecho que la naturaleza no es responsable de crear a este ser. - Apuntó el extremo embotado de su lanza hacia el cuerpo, pero se cuidó mucho de tocarlo con el asta. - Tiene el aspecto de haber sido retorcido por algo malvado, hace tiempo vencido y olvidado, pero que se aferra a la oscuridad de la noche para recordarnos que, un día, existió.

En cuanto a los caballos y a los marineros que los custodiaban, si bien sus pérdidas eran un inconveniente y una tragedia respectivamente, el norteño no se ofreció para acercarse a comprobar cómo se encontraban. Se sentía dolorido y molesto tras haber sentido la liberación del poder de un Vala en sus entrañas. Estaba cansado y, en aquel momento, el lugar en el que Larrid parecía acomodarse resultaba muy tentador.

Turno 213

Larrid no quería andar moviéndose demasiado, temía que su herida se reabriese. Eso no implicaba que no estuviese atento a lo que ocurría, y en silencio trataba de encauzar la situación.

- Dejaos de malgastar fuerzas, no lo enterraremos, y no lo quemaremos. Empujarlo al rio y que se hunda hasta servir de alimento a los peces - dijo algo malhumorado.

Cuando mencionaron a los caballos, se sobresaltó, sus compañeros llevaban razón. - Que os lleven a tres de vosotros, echad un vistazo, y si todo esta en orden, volver - sugirió lo que ya se había dicho. - Luego descansaremos, las guardias continuaran como hasta ahora, pero estos gandules se unirán - dijo señalando a los barqueros - si es que tienen algo de aprecio por su vida... - dejo la frase en el aire

Turno 213

​Los comerciantes se mantuvieron al margen, estaban aun en estado de sock, aterrados por la posibilidad de que los acontecimientos ocurridos hubieran acabado con su vida. Se fueron de nuevo a la tienda, en silencio. Solo Agranil se dirigió al grupo.

- Gracias a todos, parece ser que la elección ha sido la correcta - dijo en referencia a la acertada actuación con los seres. - Pero hay que depurar el liderazgo, es importante, todos debemos actuar al unísono. Larrid es a quien hemos elegido, y espero que todos le obedezcáis - les dijo - Pero antes asegurémonos de que la gente de la gabarra, y los caballos están bien. Durmamos, y mañana hablaremos sobre el tema. - termino diciendo, acercándose tímidamente a la orilla y escrutando la oscuridad.