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RESOLUCION TURNO 313
 

Las palabras de Larrid fueron recibidas de distintas maneras. Unos silenciaron, otros ratificaron y ninguno lo contradijo. Solo Edan se atrevió a hacer una pregunta incomoda, quería saber si el soldado había elegido a su sucesor cuando algo le ocurriese. Larrid se limitó a decir que no y a retomar la marcha.

El sol de la mañana comenzaba a calentar cuando el grupo emprendió el camino. Con el orden establecido, fueron avanzando mientras a ambos lados se extendía un terreno ondulante de hierba verde y arbustos. Al cabo de unas pocas horas, a media mañana, llegaron a lo alto de una colina. Desde allí podían ver a lo lejos un pequeño pueblo, estaba dos o tres kilómetros.

Larrid lo identifico como Caras Gwildor. No tenía más de treinta o cuarenta edificaciones, dispuestas alrededor de una plaza y rodeadas por una muralla de piedra. Era una ciudad fortificada, con una sola entrada en sus muros y situada junto a una calzada. El camino que recorría y unía Rhovannion con Gondor estaba empedrado, era mantenido en buen estado, la ruta era frecuentada por comerciantes y usada para llevar las yeguadas desde el norte hacia el sur.

Turno 314

- Llegaremos pronto, estad atentos - dijo soltando la guarda de su espada - Ional, Hallfrid, os adelantareis. Si veis cualquier cosa extraña, volved, no os enfrentéis. De lo contrario, esperadnos en la plaza - Comenzó a organizar Larrid.

- Freagulf, y Edan, ir con ellos, pero no entréis en la ciudad, echad un vistazo a los al redores del pueblo - pidió a los dos hombres. - Buscad huellas fuera del camino, alejándose hacia el sur y el este.

- Los demás, vayamos despacio lo que resta del camino - sugirió.

Turno 314

Gwalin escuchó a Leofred. El mutismo del guerrero se transformó por fin en su sempiterno gruñido, mientras le miraba de soslayo para luego volver a centrarse en Larrid.

-Gggrrrrrmmmmm -contestó al bardo en un susurró que dejaba a las claras que no estaba para charlas. Pero sorprendió a su compañeros cuando acompañó el gruñido con una escueta frase-. Yo en cambio me preocupo por la seguridad del grupo -dijo en otro susurro contestando las palabras de su compañero a la interpretación que había hecho del comportamiento de su líder.

Sin decir una palabra más, azuzó su montura cuando Larrid dio la orden de continuar el camino. Pasadas unas horas, divisaron a lo lejos el pueblo de caras Gwildor. Como en la anterior ocasión Larrid mandó a varios de sus compañeros a que inspeccionaran el camino y el pueblo para no tener sorpresas. Por su parte el enano, escrutó el pueblo desde la lejanía y luego miró el entorno para averiguar cuál sería el mejor sitio para que les hicieran una emboscada o por si observaba algo raro.

Turno 314

El animista no se mostró muy hablador durante el viaje, sólo unas pocas palabras aquí y allá si alguien le interpela. La cuestión del liderazgo aun rondaba su cabeza, aun más después de que Edan aportase una cuestión que hacía aún más urgente el tema: la necesidad de una escala jerárquica, en caso de que el grupo se viera dividido o Larrid quedase incapacitado. Pero aquella inquietud no le ayudaba a descartar a unos u otros y dar con el adecuado para aquella labor.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando, a media mañana aproximadamente, la comitiva alcanzó lo alto de una colina y un asentamiento amurallado se desveló ante sus ojos. Caras Gwildor. Aunque la distribución de sus edificios y el lugar donde se asentaba lo diferenciaba sustancialmente de Tir Anduin, al norteño le pareció ver muchas cosas en común entre ambos lugares. Tal vez eran esos elementos los que caracterizaban a la "civilización".

Recorrió con su vista las almenas y los tejados que despuntaban por encima del muro. No parecía que un grupo como el que perseguían hubiera sido capaz de atacar y tomar aquel puesto y no alcanzaba a ver señales obvias de ataque o asedio. Sin embargo, a la vista del gesto sutil pero significativo de Larrid al liberar la guarda de su espada, Grimbeorn apartó su arco a un lado de la silla de montar mientras el carcaj lo colgaba en el opuesto. Si los orientales se habían reunido con una hueste más numerosa, entonces tal vez si habrían sido capaces de asaltar Caras Gwildor. Pero algo le decía que su persecución no terminaba allí; sólo era una etapa más tras el rastro de los orientales.

- Araw, guía nuestros pasos y recompensa nuestra constancia. - El animista invocó aquella bendición en busca de buena suerte. Bien porque alcanzasen a los orientales y les cogieran desprevenidos, bien porque no estuvieran allí pero tuvieran acceso a información o pistas que les permitieran recortar distancias con ellos.

Turno 314

Cuando Edan vio aparecer la ciudad al otro lado de la colina, el estómago le dió un vuelco. Aquella no podia ser otra que Caras Gwildor, el asentamiento del que Larrid les habia hablado. Por fin habian llegado, allí se encontrarían con el enlace de Agranil y los comerciantes. La hora del encuentro estaba mas cerca que nunca, y ahora deberían andar con pies de plomo si no querían problemas, el verdadero peligro podría asaltarles en cualquier momento.

Cuando Larrid ordenó el acercamiento a la ciudad, Edan asintió y avanzó unos metros para situarse al lado de Freagulf. En realidad no estaba acostumbrado a seguir rastros, más allá de distinguir las heces de caballo de las de humano, no creía poder ser de mucha ayuda. Pero después de la reprimenda de aquella mañana, no se atrevió a contradecir al guerrero.

A medida que avanzaban colina abajo se fijó en sus conpañeros. Se preguntaba si también ellos se sentían como él.
Antes de poner su caballo al trote, se llevó la mano a la funda de su hacha. Ahora era el único arma de que disponía y no podía permitirse el lujo de perderla.

Deberiamos acordar una señal...si veis algo sospechoso cuando entréis a la ciudad avisadnos, permaneceremos unos momentos cerca de la entrada antes de empezar a rastrear se dirigía a Hallfrid e Ional, pero también buscaba la aprobación en el gesto de Freagulf.

Una vez allí deberían rastrear la zona en busca de posibles huellas de los orientales rodeando la ciudad hacia el sur o hacia el este. Separados podrian hacerlo más rápido, pero debido a su inexperiencia el Rohir comprendió que lo mejor sería hacerlo juntos, por otra parte aquello sería más seguro en caso de encontrarse con algún invitado inesperado.

Turno 314

Llevaban el suficiente tiempo viajando como para que Leofred se hubiera hecho una ilusiones esperando encontrar una gran ciudad. En parte el bardo se sentía un poco decepcionado, pero en realidad Caras Gwildor sí que era grande en comparación con los poblachos cercanos, y la muralla de piedra la identificaba como una ciudad de paso de bastante importancia en aquellas tierras.

Se habían centrado tanto en llegar hasta allí que no podía evitar sentir que su trabajo casi estaba hecho, aunque en realidad solo acababan de empezar con la misión quede Agranil - Bueno, al fin hemos llegado. - declaró en voz alta como si su viaje hubiera sido mucho más largo. - ¿Lo hemos logrado a tiempo? Si recuerdo bien la conversación en la rosa de los vientos, a los orientales aún deberían quedarles uno o un par de días para llegar hasta estas tierras, a menos que hayan sido capaces de acelerar su marcha. -

Turno 314

Habían recibido una charla de cómo no debían hacer las cosas y luego se pusieron en marcha. Solo habían pasado unas horas cuando llegaron a un pueblo. Era Caras Gwildor. No parecía muy grande, pero tampoco estaban muy cerca. Sería interesante ver lo que allí había y también podían preguntar por si alguien había visto algo o sabía algo de los orientales.

Al momento Larrid les dio instrucciones, mandando a Hallfrid y a Ional a inspeccionar el poblado y ver si descubrían algo extraño. Si no debían esperar al resto en la plaza principal.

Sin problema, jefe. Partimos de inmediato y si vemos algo raro volvemos y lo comunicamos y si no esperamos. De todas formas si no vemos nada extraño, ¿podemos preguntar?

El joven dunadan quería ayudar a toda costa, pero aun con esas ganas de hacer cosas, preguntaba primero por si Larrid pensaba que no era necesario.

TURNO 314

Por fortuna, y más allá de lo que pensara cada uno en su fuero íntimo, tal parecía que ninguno de los miembros de la expedición estaba de ánimos para rebelarse ante las reprimendas del Larryd. Y el grupo pudo ponerse nuevamente en marcha sin perder demasiado tiempo.

En el caso de Hallfrid, lo cierto era que le tenía sin cuidado el papel que le tocaba cumplir a cada uno. Incluso aquel que correspondiera al líder del grupo. Estaba claro que Larryd parecía el más versado en aquellas lides, y también el que tenía un mayor conocimiento del terreno, por lo que resultaba la opción más evidente. El joven campesino no tenía problemas con ello, e incluso creía que la mayoría de sus compañeros pensaban parecido.

Sin embargo, durante el combate con los mewlips, Freagulf había dado sobradas muestras de carácter, y también una gran destreza con las armas, por lo que bien podía cumplir esa función, llegado el caso. De hecho, aún cuando Hallfrid quizás fuera un completo novato en cuestiones de combate, estaba bastante seguro de que el rohir era el único que había formado alguna vez parte de una milicia. Y eso lo volvía mucho más confiable que el resto, incluso sobre el propio Larryd.

De todos modos, el muchacho también estaba convencido de la futilidad de seguir enfrascados en tales discusiones. Pues sencillamente ninguno conocía a los esgarothianos tanto como Larryd. Y tan solo por ello, era la mejor opción como líder, ya que era el único que podía entender que se esperaba del variopinto grupo y como conseguirlo.

Con aquellos pensamientos rondando su mente, el joven campesino avanzó a paso tranquilo por la senda hasta encontrarse con su destino en la distancia. Hallfrid no había conocido demasiadas ciudades, así que aquella le impresionó como bastante importante, y no pudo evitar que la sólida muralla le devolviera algo de tranquilidad a su espíritu.

Si todo había salido como esperaban, y efectivamente se habían presentado a tiempo, no debería de ser muy difícil presentar una defensa.

- Entendido. - respondió presto a las indicaciones de su líder, ansioso por conocer pronto aquel lugar - Entraremos en la ciudad y os informaremos de cualquier novedad. También intentaré enviaros una señal para indicar que todo está bien... - agregó efectuando el penetrante silbido que solía utilizar para llamar a las ovejas de su rebaño cuando éstas se alejaban demasiado. - ... aunque no se qué tan lejos pueda oírse.

Sin más espoleó a su caballo para internarse en la senda que lo llevaba al pueblo amurallado, procurando estar atento a cualquier rastro que pudiera atisbar en las inmediaciones.

RESOLUCION TURNO 314
 

Desde la loma podía verse la ciudad de Caras Gwildor, y como el camino que llevaban descendía hasta la llanura en que esta se encontraba. Larrid organizo al grupo pidiendo a Ional y a Hallfrid que entrasen en la ciudad a ver si todo estaba en calma. Si lo estaba, en aquella población verían gente por la calle, haciendo las cosas cotidianas de una urbe. Por otro lado, Freagulf y Edan irían a explorar los alrededores de la ciudad, en particular huellas que se saliesen del camino. Los demás lo acompañarían quedándose retrasados.

Su elección no era casualidad, en su fuero interno respondía a una cierta lógica. Ional decía ser un montaraz, y seguro que su despierta mente le serviría para ver indicios. Lo acompañaría Hallfrid, que había demostrado su habilidad con la lanza al acabar con un mewlip. Pensó que junto se complementarían. El otro grupo estaba compuesto por un explorador, Freagulf, que se manejaba muy bien con el arma y que tenía experiencia con los orientales. Edan, su compañero, era un montaraz impulsivo, y lo bastante desconfiado como para ser exhaustivo en la búsqueda de rastros. Aunque primeramente pensó en el bardo para ir a la ciudad, descarto la idea, periferia que usase su labia más tarde, cuando se supiesen seguros tras los muros. Grimbeorn era un hombre del bosque, un naturista que conocía hierbas y oraciones, un sanador que no deseaba poner en riesgo, pues lo consideraba una pieza importante para el futuro. Solo quedaba Gwalin, el enano que había ofendido al guardes. Pero no fue por eso lo único por lo que lo mantuvo junto a él, sino por dejar protegida la retaguardia y porque la presencia de un naugrim no pasaría tan desapercibida, ni sería tan bien recibida.

Los cuatro se marcharon, dejando atrás a Larrid y los demás. Ellos esperaron un poco, hasta que se alejaron bastante, antes de seguirlos.

RESOLUCION TURNO 314
 

Los cuatro jinetes avanzaron al trote durante un buen rato, para después continuar al paso conforme se iban acercando. La muralla se acercaba, era almenada, y más alta de lo que parecía a lo lejos, unos cinco metros de mampostería bien acabada. El camino llegaba a una puerta grande de doble hoja, hecha de madera tachonada, y sujeta al muro por fuertes goznes. Estaba abierta de par en par y se orientaba hacia el oeste. Aun quedaba cierta distancia para llegar, el grupo se separó entonces.

Freagulf y Edan decidieron ir juntos, hacia el lado norte de la muralla, donde se encontraba el camino. Ional y Hallfrid se encaminaron hacia la puerta, decididos a entrar.

El ailgratha y el rohir comenzaron a rodear la muralla, permanecíendo atentos al horizonte por si alguien se acercaba. No parecía que nadie anduviera cerca…

RESOLUCION TURNO 314
 

Los cuatro jinetes avanzaron al trote durante un buen rato, para después continuar al paso conforme se iban acercando. La muralla se acercaba, era almenada, y más alta de lo que parecía a lo lejos, unos cinco metros de mampostería bien acabada. El camino llegaba a una puerta grande de doble hoja, hecha de madera tachonada, y sujeta al muro por fuertes goznes. Estaba abierta de par en par. Fue entonces cuando el grupo se separó.

Freagulf y Edan decidieron ir juntos, hacia el lado este de la muralla, donde se encontraba el camino. Ional y Hallfrid se encaminaron hacia la puerta, decididos a entrar.

El dunadan y el endoriano se fueron acercando, la puerta estaba deliciosamente decorada con ramas y hojas, y disponía de tachuelas de refuerzo en toda su superficie. Era recia, pero estaba abierta y no impedía el paso de nadie. En principio podría haber sido una mala señal, pero aun desde fuera, no tardaron en ver a algunas personas por la larga calle que seguía al portón. Fueron a cruzas las puertas, y cuando lo estaban haciendo pudieron ver un par de guardias a ambos lados, en garitas. Sencillamente los miraron, pero no les dieron el alto, ni se preocuparon por que llevasen armas. Solo los saludaron y preguntaron qué hacían allí.

RESOLUCION TURNO 314
 

Los cuatro jinetes avanzaron al trote durante un buen rato, para después continuar al paso conforme se iban acercando. Atrás, esperaron Larrid, Gwalin, Grimbeorn y Leofred. Estuvieron parados hasta que el grupo de vanguardia estuvo bien lejos. Todavía podían distinguirlos en la lejanía cuando Larrid reanudo la marcha.

Poco a poco, sin demasiada prisa, se fueron acercando manteniendo las distancias. La idea era adentrarse en el pueblo si sus compañeros no decían lo contrario, de manera natural, para reunirse con ellos en la plaza mientras Freagulf y Edan buscaban huellas en los alrededores.

Aun les quedaba la mitad del camino, cuando pudieron ver como los cuatro jinetes de vanguardia se separaron, el ailgratha y el rohir fueron hacia el norte, mientras que Ional y Hallfrid fueron hacia la puerta. Los ojos de todos no podían evitar mirar alrededor, buscando amenazas.

Turno 315

Los ojos del norteño no se apartaban de la construcción de piedra que era la muralla, aunque lanzase vistazos ocasionales a su alrededor. Supuso que la costumbre de construir asentamientos en un llano descampado, donde confluían sendas, obligaba a fortificar de aquel modo los poblados. Era un contraste interesante, comparado con las humildes empalizadas que necesitaban los pocos pueblos del bosque construidos en tierra firme, en lugar de en plataformas elevadas en los árboles, como les enseñaran en el pasado los elfos.

- No parece que un grupo como el que seguimos fuese capaz de asaltar este lugar, con esa muralla. - Señaló hacia Caras Gwildor, mientras las monturas avanzaban con paso tranquilo. - Incluso si ya se hubieran reunido con más orientales, necesitarían un número considerable para dicha proeza. - Una cantidad de gente que no sería fácil de ocultar en las inmediaciones. - Maese Gwalin, ¿qué impresión le da a un enano esa muralla? - Si era cierto que los enanos eran excelentes mamposteros y herreros, su opinión tal vez podía ayudarle a saber si el animista estaba sobrevalorando el poder defensivo de aquella estructura.

Turno 315

A medida que se acercaron a la ciudad, Edan pudo comprobar que la muralla era más alta de lo que parecía en un principio. A pesar de estar hecha a mano, las piedras mostraban un aspecto regular y el Rohir juzgo que si bien no era misión imposible, tampoco resultaría sencillo trepar por ellas ayudandose de los asideros y salientes entre ellas. Eso lo tranquilizó en parte, si los orientales habían llegado hasta allí, probablemente se lo habrían pensado dos veces antes de intentar entrar en la ciudad a escondidas.
La puerta era grande también y a todas luces fuerte. Antes de poder distinguir si había alguien guardandola, los dos oriundos de la Marca se separaron de Hallfrid e Ional y pusieron rumbo norte para empezar a rastrear los alrededores de la fortificación.

Edan se guardó de hacer ninguna observación, y aunque revisaba con profundidad cada parte del terreno, se concentró más en percibir posibles movimientos y sonidos que en buscar marcas en el terreno. Antes de nada, quería observar el modo de proceder de Freagulf, pues no quería equivocarse y poner a su compañero tras una pista falsa. Cuando no entendía alguna de las referencias del Etheod le preguntaba abiertamente y sin reparos, aunque procuraba no distraerlo de su tarea.
Siguió sus indicaciones en todo aquello que consideró oportuno y se mantuvo alerta cada vez que esté se bajaba del caballo para inspeccionar huellas o excrementos, para evitar verse sorprendidos. El casco resultaba incómodo, sobre todo entre tanta vegetación, pero Edan nisiquiera pensó en quitarselo. A partir de aquel momento, todo se consideraba territorio hostil. Y debian estar preparados para la batalla en todo momento.

No se separaron mucho de la entrada al principio, atentos por si oían la señal de Hallfrid alertando de peligro, pero durante un tiempo no pudieron oir nada.

Turno 315

Leofred cabalgaba con calma a lomos de su caballo, vigilando de vez en cuando a su mula por el rabillo del ojo. No había mucho que hacer salvo ver a sus compañeros alejarse y dividirse en la distancia; Leofred intentó distinguir la figura de algún paisano pero incluso si hubiera podido verla, seguramente no la distinguiría.

Mientras avanzaban Grimbeorn dio su opinión sobre los orientales y la ciudad, y aunque el bardo no había sido preguntado al respecto, dio su opinión. - Dudo que los orientales busquen asediar la ciudad. Sin embargo, eso no significa que los caminos de alrededor sean seguros; aún serían capaces de saquear los campos de cultivo o asaltar el carromato de algún comerciante, sobre todo si comienzan a faltarles los víveres. - Mientras hablaba se acariciaba la perilla, como siempre que meditaba sobre algo. - Ojalá supiéramos exáctamente donde están. De otro modo ¿Cómo sabremos cuando partir y hacia donde? podríamos creer que vamos a su encuentro sin saber que estamos yendo en la dirección opuesta. -

TURNO 314

Finalmente, Hallfrid e Ional se adelantaron al resto para encaminarse a la ciudad. El joven campesino iba muy atento, pero dejaba que su montura mantuviera un paso tranquilo, pues no veía nada sospechoso en las inmediaciones. Además, la plaza parecía bien fortificada, y que los guardias le permitieran el paso era también un signo de normalidad.

En verdad, el inexperto muchacho no podía imaginar como un puñado de orientales podía ingeniárselas para asaltar aquel enclave. Parecía casi un suicidio. Sin embargo, luego recordó lo que le habían comentado e Tir Anduin, y su gesto se tornó más oscuro. Y también más decidido.

Al llegar a la entrada, saludó a los guardias con un sencillo asentimiento, aprovechando el momento para apearse de su montura para continuar a pie.

- Solo estamos de paso. Viajamos al Norte desde Gondor. Y nos dijeron que podíamos detenernos aquí para descansar un poco. No nos quedaremos demasiado.

El muchacho no estaba seguro de comentar su verdadera misión ante aquellos desconocidos. Pero tampoco consideraba prudente inventar ningún relato que pudiera ponerlo en aprietos. Así que simplemente optó por algo intermedio, ateniéndose estrictamente a las partes de su historia que podían contarse sin exponer demasiado sus reales intenciones.

Turno 314

El soldado escucho a Larrid, pero mas por educación que por realmente necesitase saber de donde venían. Amable, con un gesto, les indicó que podían entrar libremente

- Bienvenidos entonces, no dejen de visitar nuestra taberna - dijo acompasando su gesto

Turno 314

- Dudo que se atrevan a asaltar Caras Gwildor - dijo Larrid viendo de lejos la ciudad - Aunque no me extrañaría que echen de menos algo, o quizás alguna de las granjas cercanas sí que haya recibido alguna visita. - añadió.

- Iremos a la posada de la plaza, allí obtendremos noticias - sugirió decidido - Mi amigo habrá dejado allí un mensaje, y si no lo ha hecho, es que estamos a tiempo de interceptarlos - De eso, no parecia tan seguro

Turno 314

El ailgratha miraba atento al suelo desde su caballo. Buscaba huellas recientes, que no siguiesen el camino que llevaban, que se saliesen la ruta que normalmente seguía todo el mundo.

Seria por el caballo, o por que el terreno estaba seco, pero no supo vislumbrar nada relevante.

- Sera mejor que desmontemos y sigamos a pie - dijo el explorador sin dejar de mirar alrededor, siempre hacia abajo.