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Turno 514

Leofred estaba demasiado preocupado por partirse el cuello como para atreverse a cabalgar a toda velocidad. Su vista no era muy buena, y en la oscuridad de la noche no podía evitar imaginarse más rocas sueltas y socavones traicioneros de los que había en realidad. Apenas le tranquilizaba saber que aún contaba con Gwalin en aquella persecución, pero impulsado por la idea de que no podía fallar a los demás se esforzaba por mantenerse en el camino, repitiéndose constantemente que en ese momento todo dependía de él y su camarada enano.

- No puede ser tan buen jinete, es plena noche y ni siquiera puede conocer estos caminos tan lejos de su tierra. - pensaba Leofred para sí, obviando el hecho de que aquello era tan cierto para el oriental como lo era para ellos. - en algún momento tropezará y le daremos alcance. -

Turno 514

El animista maldijo por lo bajo; al volverse para ver cómo le iba a Edan, se enredó una pierna en uno de los arbustos. En su fuero interno, Grimbeorn agradeció la oscuridad reinante porque, sospechaba, debía de dar una imagen poco menos que cómica. El norteño "forcejeaba" con una mata, a ratos dando tirones para tratar de arrancarla, a ratos intentando soltar las ramitas que se habían clavado en su pantalón. Aquel método debería haber sido el más rápido, pero Grimbeorn no había tardado mucho en percatarse de que una zarza debía de estar entremezclada. Y en la oscuridad de la noche no acertaba a ver dónde estaban las espinas hasta que sentía su pinchazo en las manos. Finalmente, tras perder un tiempo demasiado valioso, el hombre del bosque consiguió liberarse y reanudar la marcha. Lo hizo mientras bufaba y maldecía a las zarzas entre dientes.

Turno 514

Mientras esperaba impaciente a sus compañeros, el guerrero encaro los caballos hacia el camino. Sujeto las riendas de una de los animales al pomo de su montura, mientras con ambas manos ataba las de los otros dos entre si. Después dejo caer el nudo sobre una zarza. De aquel modo podría dejarlos casi sueltos sin temor a que se marchasen, aunque siempre cabía la posibilidad de que lo hicieran. Tendría que confiar en que Edan y Grimbeorn no tardasen demasiado.

En cuanto Hallfrid llegara, tendrían que marcharse de allí.

RESOLUCION TURNO 514
 

Larrid esperaba ansioso, sus compañeros estaban tardando demasiado en llegar a su posición, y temía que Gwalin y Leofred pudieran encontrarse con el oriental. Eran dos contra uno, si, pero el salvaje ya había demostrado que era mas de lo que aparentaba y que debían tener más cuidado de lo normal. No veía bien a Grimbeorn ni a Edan, habían quedado muy rezagados, pero sí que vio a Hallfrid, que estaba ya muy cerca. Preparo la montura, encarándola al camino. Los otros dos caballos los dejo unidos por las riendas entre sí, no deberían ir a ningún lado mientras llegaban el bosquimano y el rohir. Las riendas quedaron sobre las zarzas, para que ofrecieran cierta resistencia si los caballos decidían moverse, pero sin la necesidad de deshacer ningún embrollo.

Tanto Edan como Grimbeorn tenían problemas para seguir un ritmo alto. Los agujeros en el suelo, las zarzas y arbustos, todo presentaba un problema en la oscuridad. Mientras que el cansado guerrero se esforzaba para ir mas rápido, sus pies parecían llevarle la contraria, trastabillando y resbalando cada poco tiempo, incluso obligándolo a detenerse muy brevemente para recuperar el resuello. El animista, sin embargo, tenia su guerra personal con la vegetación. Atropellando algún arbusto sus holgadas ropas quedaron enganchadas, pero logro soltarse con cierta facilidad, arrastrando alguna rama con él. Las zarzas también quisieron retenerlo, era como si flora del lugar quisiese ralentizarlo. Algunas espinas clavadas después, proseguía con su carrera. Estaban aun muy lejos.

Finalmente, Hallfrid llegó. Estaba exhausto por la carrera, pero sin poder descansar, montó rápidamente. Larrid se volvió para dar un sonoro grito, una orden a los compañeros rezagados. Debian recoger el campamento antes de unirse a ellos. Después de eso, con un potente ruido ronco acompañado de un golpe de talón, se lanzó a la carrera, en dirección al camino. Hallfrid lo siguió

RESOLUCION TURNO 514
 

Los caballos resoplaban en la noche con acompasados bufidos. Sus ollares expedían calientes vahos que se perdían en el aire, mientras los animales avanzaban todo lo rápido que la noche les permitía. Sobre ellos, Gwalin y Leofred se mantenían firmes, hincando los talones para hacer saber a las monturas que tenían que seguir con aquel ritmo. El bardo iba delante, era algo menor en aquellas lides que el enano y, aunque el mayor esfuerzo era para los equinos, ambos hacían grandes esfuerzos por mantenerse allí arriba. Ninguno de ellos era un avezado jinete, pero parecían defenderse bastante bien.

Bajo la luz de la luna, en una noche salpicada de nubes que oscurecían el camino, el bardo y el guerrero recorrían al galope el camino. Un camino cuidado, con algunos baches, de tierra apisonada. Los surcos de carretas y de huellas repetidas mil veces, hundía la vía en ciertas zonas. Atentos para dirigir las monturas por el sitio adecuado, trataban de dirigir fugazmente la vista hacia las rocas que se alzaban a la diestra No sabían por dónde podría aparecer el oriental, si no lo había hecho ya y cabalgaba por delante. No había tiempo de buscar huellas, no mientras permaneciesen sobre los caballos.

Al cabo de un rato, las rocas comenzaron a ser cada vez mas bajas, como si encogiesen según se iban acercando a la, aun lejos, ladera de la montaña. Aunque la visión aun no les daba para ver el final, sí que podían intuir que pronto las formaciones desaparecerían. Así fue, al cabo de una o dos centenas de metros, tan solo unas desperdigadas rocas, y algunos afilados salientes, podían verse asomando en el terreno. Numerosos arbustos salpicaban el terreno a ambos lados. Ahora, tenían que averiguar si el oriental había pasado por allí, y de haberlo hecho, tomar la decisión de tratar de alcanzarlo o seguir a sus compañeros.

Turno 515

La luz del Alba empezaba a crecer en lontanaza. Edan se había detenido para recuperar el aliento. Una y otra vez revisaba la herida de su brazo para confirmar que todo seguia donde estaba. Le resultaba difícil entender como su compañero habia cortado la hemorragia con una sencilla imposición de manos, pero no le cabia ya duda que asi era.
Tras el breve descanso, reanudó la marcha, Grimbeorn seguía delante suya, pero el chico ya no podia ver al resto de sus compañeros. En un momento de su penosa carrera pudo discernir la voz de Larrid en la lejanía. Les pedía que levantasen el campamento y que luego los siguiesen a través del camino. Edan carraspeó y escupió a un lado con resignación. Era ya evidente que el resto partiría en persecución del oriental sin él, y eso lo cabreaba, pero por otra parte no podía reprocharselo, el hubiera hecho lo mismo en su lugar.

Algo mas resuelto en alcanzar su objetivo, bajó el ritmo. Antes de partir deberían recoger sus cosas y disponerlas sobre las monturas. Un ritmo más relajado probablemente les ayudaría a terminar antes con aquella tarea. Estaba visto que la prisa no era una buena consejera.

Turno 515

Habían llegado al final de la zona rocosa por fortuna sanos y salvos tanto el Leofred como Gwalin, algo que agradeció el enano, pues las rocas y socabones del camino no hacían prever nada bueno al guerrero que no era ducho montando a caballo. Esa era la buena noticia. La mala es que tenían que decidir qué hacían ahora. 

El guerrero aminoró la marcha y miró a su compañero que estaba a su lado. Debían decidir por dónde seguir pues equivocarse sería fatal tanto para ellos como para su objetivo de cazar al oriental, así que no le quedaba otra que parar y perder unos minutos en buscar el camino correcto. Antes, Gwalin oteó el terreno para observar son su vista privilegiada algo que le pudiera llamar la atención, quizás viera algo y no tuviera que bajar a mirar huellas. Pero después de unos segundo se rindió. Él era un guerrero y no sabía prácticamente nada sobre rastrar y buscar y discernir huellas sobre el terreno, pero estaban solos, sin nadie que pudiera echarles una mano. Así que Gwalin bajó del caballo y miró las huellas y demás signos que hubiera en el terreno. 

Al bajar, notó sus piernas entumecidas por estar tanto tiempo apretando contra los costados del caballo para no caerse. Su espalda también estaba dolorida al igual que su trasero de tanto pegar botes contra la silla. En definitiva, lo suyo no era montar a caballo. Así que se estiró unos segundos y agradeció el contacto de sus botas con la tierra más que una buena comilona. 

Entonces recordó que no tenían tiempo como para desperezarse y descansar al libre albedrío y se agachó a fin de encontrar huellas de su enemigo.

-Mmmggrrr -gruñó al ponerse a mirar la huellas sin mucha idea-. Bardo, ¿tú ves algo? No sé algún signo de que hayan pasado...huellas, una piedra dada la vuelta, una rama tronchada, un palo movido recientemente...algo -dijo sin dejar se seguir buscando.

Turno 515

El silencio de la noche, interrumpido hasta entonces por el sonido de pasos apresurados, fue rasgado por la voz de Larrid. El rohir ordenaba a los rezagados recoger el campamento cuando lo alcanzasen. Aquello sólo podía significar que Hallfrid había llegado a los caballos y que partían en el acto tras el oriental. Grimbeorn se disponía a apretar el paso cuando, a sus espaldas, creyó escuchar algo; se giró parcialmente para poder mirar por encima del hombro y comprobar qué ocurría cuando...

El mundo comenzó a inclinarse rápidamente. Tal vez un agujero traicionero escondido en las tinieblas o una rama tendida en el suelo pero, irremediablemente, el norteño sintió que su centro de gravedad se alteraba, giraba sobre si y caía al suelo pesadamente. Pero lo peor estaba por venir. Al tratar de incorporarse, el dolor agudo se despertó desde su pierna y recorrió todo su cuerpo. El animista dejó escapar una imprecación en voz alta mientras, desde su posición, se afanaba por examinar la extremidad, aunque sospechaba que aquella sensación sólo podía deberse a una sola razón: se había roto la pierna.

Era el único pensamiento claro que su mente, aturdida por el dolor, lograba tener. Sabía que debía continuar hasta el campamento, aunque fuese a rastras, pero el sufrimiento le dejó tendido, con la respiración entrecortada. Por el momento, tenía suficiente con esperar a que la agonía aminorase.

Turno 515

El bardo apenas se sintió tranquilo al salir de la zona más peligrosa de rocas. Daba por hecho que el oriental iba por delante de ellos, como no podía ser de otro modo, y hubiese continuado cabalgando furiosamente en la dirección en que apuntaba su caballo si no hubiese visto a Gwalin detenerse y descabalgar. Por primera vez se planteó que correr a ciegas en la oscuridad no les ayudaría a atrapar al oriental, pero sabía al detenerse le daban más tiempo para escapar... lleno de dudas, Leofred finalmente detuvo también a su montura y desmontó junto al enano.

Cuando le interrogó acerca de posibles pistas o señales que indicasen la dirección del oriental, negó con la cabeza - En esta oscuridad pocos podrían desenvolverse mejor que los Naugrim como vos, y entre los míos nunca he destacado por la agudeza de mis ojos. Cuento con usted más de lo que cree, maese Gwalin. - A pesar de todo, Leofred se inclinó sobre el suelo y contribuyó a buscar huellas a la par que enano, cubriendo más terreno. Si existía alguna posibilidad de éxito, a esas alturas ya dependían más de la providencia que de sus propios planes.

RESOLUCION TURNO 515
 

Tanto el enano como el bardo bajaron de sus monturas. Tenían que encontrar algún rastro, alguna prueba de que el oriental aún no había pasado por allí, esa sería la mejor de las noticias. Agachados miraron exhaustivamente un tramo del camino, se esforzaban por ver una clara pisada del caballo. El terreno estaba húmedo por el frio nocturno, ello ayudaba a que unas posibles huellas se fijasen, y a discernir si serian antiguas o nuevas. No hallaron nada, nada reciente.

No encontrar ninguna huella, no significara que no estuviesen allí, podían no verlas, quizás el enemigo no había seguido el camino, o tal vez había perdido tiempo en ocultarlas. Había muchas variables a tener en cuenta y lo cierto es, que la única esperanza que podían tener era que aquella falta significase que no hubiese salido aun de las rocas y que todavía tuviera que pasar por aquel punto.

La luna los alumbraba en la noche cuando las nubes no ocultaban su luz. El viento soplaba, frio, levantando algunas briznas del terreno y formando fantasmagóricos remolinos que desaparecían tan rápido como habían formado. Atrás, el camino se perdía en la oscuridad.

RESOLUCION TURNO 515
 

El etheod y el endoriano se lanzaron apresuradamente al galope. Los caballos habían podido descansar un poco, lo suficiente como para que aquella primera arrancada fuese enérgicamente rápida. Atrás dejaron a Edan ya Grimbeorn, para tomar el camino que llevaba directamente a las montañas. Su objetivo estaba claro, interceptar al oriental cuando saliese de las rocas. Por alguna razón la mayoría pensaba que, si la suerte los acompañaba, el oriental tardaría en salir del laberintico campo que las rocas formaban. Puede que se perdiera en la noche, quizás incluso su caballo podría lastimarse, o incluso sencillamente el camino fuese realmente más largo que el camino. Lo cierto es que les llevaba una buena ventaja, pero no había que perder la esperanza. Azuzaron a los animales, imprimiendo más velocidad.

No podían entretenerse a buscar rastros, y en la noche, cabalgando, aquella tarea era imposible. No podían pararse, no ante la posibilidad de que más adelante el enemigo se les escurriese entre las sombras. Lo harían, al menos hasta que el abrigo de las rocas deshiciese aquella posibilidad. Solo entonces podrían bajar y tratar de encontrar algún rastro.

Por el camino, las rocas se erguían a apenas media decena de metros de este. Al otro lado, el terreno ascendía suavemente por un terreno rocoso plagado de grietas, era como si las estribaciones de las montañas de ceniza llegasen hasta allí. No era un terreno por el que cabalgar, la dureza de las rocas haría resbalar las pezuñas herradas de los caballos, y las grietas eran auténticas trampas rompe patas. Aun con eso, existían algunas zonas cubiertas por la tierra, que algún osado podría tratar de usar para atajar si su intención era no usar el camino principal. La travesía por la que ahora galopaban Larrid y Hallfrid, discurría hacia el sureste y acabaría por unirse al Camino de Ithilien, que venía desde esa ciudad, hasta la llanura de Morannon.

Por el momento, la cabalgada continuaba, una mezcla de premura y precaución se encerraba en el poder de unas bestias magnificas. El camino los esperaba por delante.

RESOLUCION TURNO 515
 

Sus compañeros ya se habían marchado, alejándose a caballo hacia el camino para tratar de interceptar al oriental. Edan y Grimbeorn tenían aun un buen trecho que recorrer, pero el terreno, la oscuridad y el cansancio, no hacían más que retrasarlos.

Edan se encontró con un pequeño grupo de arbustos, y tato de saltarlos. No hubiera sido complicado, pero su capa se engancho en ellos y dio con sus huesos en el suelo. No fue a más, sencillamente se levanto polvoriento del suelo, maldiciendo su mala fortuna.

Peor fortuna tuvo el animista, en su carrera, su pie tropezó con una raíz que no pudo ver. Cayó de bruces al suelo, pero no tuvo tiempo de colocar las manos adecuadamente y todo el peso de su cuerpo fue a caer sobre su brazo izquierdo. Este se quebró, provocando un terrible dolor junto al crujir del brazo, justo en la mitad entre la muñeca y el codo. Quedo tumbado, sobrepasado por el daño recibido, sosteniendo la extremidad lastimada.

La luna los alumbraba en la noche cuando las nubes no ocultaban su luz. El viento soplaba, frio, levantando algunas briznas del terreno y formando fantasmagóricos remolinos que desaparecían tan rápido como habían formado. Atrás, el fuego iba decreciendo, su resplandor se apagaba poco a poco. Las secas ramas de zarzas y arbustos no estaban tan cerca como para que se propagase mucho más de lo que lo había hecho.

Sin tener claro cómo hacerlo, aun tenían que llegar al campamento, recoger, y alcanzar a sus compañeros. Sin embargo, dadas las circunstancias, tal vez se vieran obligados a tomárselo con más calma.

Turno 516

Por mucho que buscó el enano no consiguió ver ninguna huella de caballo que fuese reciente, ni nada que hubiera movido la tierra o partido una rama, nada. Al principio la desesperación hacía mella en el guerrero al no ser capaz de ver nada, pero luego entendió que si no encontraba nada es porque aún no había pasado nadie y eso les daba una esperanza de cazar al oriental. 

Nuevamente ilusionado se giró hacia Leofred y le instó a actuar rápidamente.

-¡No ha pasado nadie por aquí, así que tenemos una posibilidad de cazarle! -dijo el naugrim emocionado-. Lo primero escondamos nuestras monturas pero en un sitio cercano por si vuelve a escapar. Luego montémosle una emboscada. 

El guerrero hablaba mientras realizaba lo que iba diciendo. Cogió por las riendas los dos caballos y los escondió detrás de un saliente de piedra cerca de donde estaban, para que no pudieran verse. Luego cogió una cuerda de su mochila y la ató en un tronco de un arbusto cercano que estaba a un extremo del camino, a medio metro de la base. Fue desplegando la cuerda hasta el otro lado del camino, coincidiendo con el tronco de otro arbusto al otro lado. 

-Oculta la cuerda con tierra -pidió al bardo mientras llegaba hasta el otro extremo del camino y pasaba la cuerda por el tronco del otro arbusto-. Cuando pase solo tienes que tirar de la cuerda para hacer tropezar al caballo. Yo me quedaré unos metros más adelante para atraparlo por si escapa o detenerlo si intenta huir.

Gwalin le tendió la cuerda a Leofred y esperó a ver qué opinaba este para marchar y esconderse varios metros más allá para pillar al orientad después de que cayera o para salir a su encuentro en caso de que la trampa no funcionara.

Turno 516

Al no encontrar las huellas, Leofred levantó la mirada intentando distinguir algo a su alrededor, en todas direcciones, pero sin éxito. Su miedo era que el oriental ya hubiera salido de allí, o que lo hubiera hecho por otra ruta que no habían visto; pero en ese caso no sabía como podrían atraparlo.

Las palabras del enano no lograron subirle mucho la moral, hasta que sacó la cuerda y le explicó su plan. Si, tal vez no hubiera muchas posibilidades, pero si aún estaba allí sería una buena trampa. Solo podían confiar en que saldría bien. - Si escapa, recurriremos de nuevo a los caballos. Pero si no está lejos no creo que lo haga, se te ha ocurrido una muy buena idea, viejo zorro. -

El bardo sabía algo de nudos, de modo que revisó dos veces donde estaban atados los extremos de la cuerda y se aseguró de que no fuera a soltarse. El trabajo de Leofred no sería hacer fuerza, la cuerda estaría lacia y a ras de suelo hasta que llegase el jinete; tenía que tensar la cuerda en el momento oportuno para que el jinete se tropezase con ella. Siguiendo el consejo del enano, cubrió la soga en el suelo con tierra, hierba y hojarasca. La oscuridad haría el resto.

Turno 516

Edan continuó corriendo todavía un tiempo después de su aparatosa caída. Grimbeorn le habia dejado atrás y no queria de ninguna manera retrasar al bosquimano después de toda la ayuda que éste le había prestado.
Al poco de retomar la marcha pudo oír un desagradable crujido seguido del ruido sordo de una caída. Aquellos sonidos no auguraban nada bueno.

Cada cosa a su tiempo, y un tiempo para cada cosa...se repitió, y continuó avanzando en pos de sus compañeros.

Tras oir las voces de Larrid, el joven se había resignado ya a formar parte del grupo escoba. No era algo que le importase, en realidad casí agradecía no tener que participar en una extenuante persecución dado su nivel de agotamiento actual, pero en su cabeza pendía aún aquella sensación de fracaso. Sentía que su participación en aquella empresa todavía no habia terminado y el hecho de quedar postergado al grupo de apoyo hería más si cabe su maltrecho orgullo.

Fué entonces cuando en la lejanía vio a Grimbeorn postrado en el suelo, no se movia y su posición resultaba un tanto extraña, algo iba mal.

La urgencia le hizo sacar fuerzas de flaqueza y tras sortear los últimos escollos del camino y saltar unas piedras pudo al fin ver lo que había sucedido.

Por los Dioses! Deberíamos aminorar la marcha amigo. Este pedregal es un campo de trampas, si no vamos con más cuidado terminaremos por rompernos la crisma El rohir se habia acuclillado junto al montaraz para ayudarle a incorporarse .

El viento hacia que el frío se calase en los huesos, y los remolinos de aire empujaban las briznas de hoja seca que se metian entre los ojos irritando las conjuntivas.

Edan se frotó con la mano libre y trató de vislumbrar el campamento entre las sombras.
Vamos amigo, creo que ya estamos cerca mintió, y siguio caminando.

Turno 516

Conforme el dolor remitía, el norteño fue capaz de concentrar sus sentidos y comenzar a analizar su situación. Comprobó que sus piernas se movían perfectamente, lo que le dejó perplejo unos instantes. ¿De dónde había procedido el súbito e intenso dolor que había experimentado previamente? Fue al incorporarse cuando lo percibió de nuevo; no era una pierna, si no el brazo izquierdo. Había debido de caer sobre él y, al quedar aprisionado bajo su cuerpo, confundió el origen de la sensación. La exploración de la zona dañada no era halagüeña; aparte del dolor por el hueso fracturado, sintió abrasiones en la piel y restos de sangre mancharon las puntas de sus dedos.

Necesitaba mantener la cabeza fría, aunque no era fácil, con el dolor que le embargaba ocasionalmente. Apañó un cabestrillo como pudo con su capa y un solo brazo para inmovilizar el fracturado. Aun así, cada movimiento dolía y no era sencillo hacerlos con una mano útil. Ni siquiera cuando recurrió a los dientes consiguió agilizar la tarea.

Por suerte, alguien que avanzaba en la oscuridad llegó hasta él. El rezagado Edan se le había aproximado al fin y le ofrecía ayuda. El animista aceptó el brazo que le brindaba el rohir y se incorporó lo mejor que pudo. Tras eso, se separó un poco del eotheod y miró a su alrededor para orientarse y recuperar la dirección que seguir al campamento.

- Bastante más cerca que cuando dejamos el del oriental. - Bromeó con una mueca de dolor contenido cuando Edan se refirió a la proximidad del campamento. El rohir tenía una expresión agotada en el rostro y evidenciaba la falta de un buen descanso. El sentido común lo aconsejaba porque, en el estado de ambos, no iban a ser muy útiles en la persecución. Grimbeorn reparó en ese momento en algo: si él había salido lastimado de una mala caída mientras corría, ¿qué desgracias podrían ocurrirles a los demás, si galopaban bajo el manto de las tinieblas?

RESOLUCION TURNO 516
 

Los caballos resoplaban en la noche con acompasados bufidos. Sus ollares expedían calientes vahos que se perdían en el aire, mientras los animales avanzaban todo lo rápido que la noche les permitía. Sobre ellos, Larrid y Hallfrid se mantenían firmes, hincando los talones para hacer saber a las monturas que tenían que seguir con aquel ritmo.

Bajo la luz de la luna, en una noche salpicada de nubes que oscurecían el camino, el endoriano y el guerrero recorrían al galope el camino. Un camino cuidado, con algunos baches, de tierra apisonada. Los surcos de carretas y de huellas repetidas mil veces, hundía la vía en ciertas zonas. Atentos para dirigir las monturas por el sitio adecuado, trataban de dirigir fugazmente la vista hacia las rocas que se alzaban a la diestra No sabían por dónde podría aparecer el oriental, si no lo había hecho ya y cabalgaba por delante. No había tiempo de buscar huellas, no mientras permaneciesen sobre los caballos, aunque si alcanzaron a ver en alguna zona más húmedas, dos juegos de pisadas recientes de caballos, seguramente de sus amigos. Era una suposición plausible, sabían que iban delante, pero no podían bajar a fijarse más detenidamente.

Hallfrid no cabalgaba mal, pero nada comparado con Larrid que parecía ir sobre el caballo como el que se sienta a comer en una acolchada butaca. En varias ocasiones el etheod se adelanto demasiado como para seguirle el ritmo, dejando colgado al endoriano. Tuvo que esforzarse para darle alcance, forzando a su montura para subir el ritmo.

Pero no todo podía ser cabalgar, de hacerlo los caballos acabarían desfogados muy pronto. Sin bajar demasiado el ritmo, dejaban que los animales recuperaran el resuello yendo a un trote animado. Larrid no quería dejar solo a nadie, yendo en parejas minimizaba el peligro si se encontraban con el enemigo. Por ello en más de una ocasión se permitió prácticamente pararse para esperar al campesino.

Ambos jinetes iban a la par, cuando Hallfrid creyó ver algo mucho mas adelante. Larrid no podía verlo, pero el endoriano tenía cierta habilidad, no revelada, que le permitía distinguir el calor de un jinete y su montura en mitad de la noche. Era como si pudiese ver igual que si fuese de día, solo que realmente no era una imagen lo que percibía, si no una silueta rojiza con un aura anaranjada, sobre la oscuridad verdosa de alrededor. Pero allí estaba, lo veía claramente, un jinete. No tenia la certeza de que se tratase del oriental, pero lo cierto es que parecía surgir de las rocas.

RESOLUCION TURNO 516
 

Tras la caída de Grimbeorn, el rohir aceleró el paso visiblemente preocupado por su compañero. Parecía que se había hecho bastante daño, pues el animista se quedo tendido en el brazo tras un alarido de dolor. Esta vez, empujado por inquietud, sus zancadas fueron más agiles, y avanzó sorteando los obstáculos del suelo con una gracia propia de un cérvido.

El guerrero llegó rápidamente junto a su compañero, Grimbeorn trataba de incorporarse cuando lo hizo. Pudo ayudarlo y una vez arriba, pudieron comprobar algo que el rostro de dolor del bosquimano ya anunciaba. El brazo, a media altura ente la muñeca y el codo, estaba roto. Se le hinchaba la zona por momentos e incluso podía verse la extraña y poco natural forma en que se desviaban los huesos en esa zona. Como estudioso de aquellas lides que era, Grimbeorn sabía que poco podría hacer, salvo tratar de inmovilizar el brazo, y obligar a los huesos a ir a su sitio para que el tiempo los soldase adecuadamente. Eso podría tardar bastante tiempo, como mínimo un mes, e incluso dos o tres en función del reposo que se tuviera. La situación en la que se encontraban, en plena persecución, no favorecía la recuperación de la fractura.

Ambos hombres continuaron caminando esta vez, no podían arriesgase a correr y hacerse más daño, mientras que sus compañeros tendrían que ocuparse del oriental solos. Con resignación avanzaron con largos y seguros pasos hasta recoger los caballos, que estaban atados no muy lejos, y continuaron hasta el campamento sin montar. Allí el fuego casi se había consumido, solo unas rojizas ascuas quedaban entre las consumidas ramas. Tres tiendas estaban levantadas con las mantas y algunos pertrechos en su interior, entre ellos las armaduras de Hallfrid y Gwalin, además de la del propio Edan. No habían tenido tiempo de colocárselas.

Las rocas estaban cerca, les servían de resguardo. Habían elegido una zona bastante amplia cerca de ellas, y del camino, pero los suficientemente lejos de las formaciones mas cerradas donde encontraron al sagath. Ahora debían de recoger todo, cargarlo en solo dos caballos e ir tras sus compañeros. Les llevaría tiempo, sobre todo teniendo en cuenta que Grimbeorn no podría ayudar a Edan en la mayoría de las tareas.

RESOLUCION TURNO 516
 

Ya en el suelo, tenían que tomar la decisión de continuar o detenerse. Una parte importante para determinar el siguiente paso a dar era el de encontrar huellas. Ambos las buscaron, sin hallarlas, en mitad de la noche. Ni siquiera el enano y su buena visión fueron capaces de encontrar alguna. Pero eso no significaba realmente nada, pues ninguno era un experto en el rastreo y, además, nada garantizaba que ese fuese el camino que podría haber seguido el oriental. Aun así, decidieron quedarse, si el enemigo pasaba por allí, estarían esperándolo.

Los caballos fueron situados fuera del alcance de la vista, en una ensenada rodeada de arbustos que no quedaba muy lejos del camino. Si permanecían quietos y en silencio, no tendría por que no ser así, nadie los descubrirá. Después se dispusieron a preparar la emboscada.

Para la celada, el enano tenía pensado hacer una trampa. Sacando una cuerda, y con la ayuda de Leofred, ató un extremo a las ramas de un arbusto, a un lado del camino. Con las indicaciones del bardo lo hicieron a media altura, pero dejando caer la cuerda hasta el suelo para mas tarde camuflarla. Cruzaron el camino, y buscaron otro arbusto que les permitiera, teniendo en cuenta la longitud de la cuerda, atarlo de manera similar. De esa manera, una cuerda cruzaría a ras de suelo la desigual calzada y, solo si se tensaba, supondría un obstáculo. La idea había sido del enano, seguramente la habría visto hacer en algún lado, pero fue Leofred quien aseguro los nudos, y tuvo la idea de ocultar con barro y hojarasca la cuerda para camuflarla. Ahora solo quedaba esperar.

Se escondieron. Leofred cerca de uno de los arbustos, listo para tensar la cuerda cuando el enemigo estuviese cerca. Gwalin algo mas adelante dispuesto a cortar el paso al sagath en caso de que la trampa no funcionase, o quizás para rematarle en caso de que si que lo hiciese.