Partida Rol por web

Por algun motivo, se me ocurre el ponerme un antifaz y un gorro al estilo Zorro mientras estamos en el barco

"Somos como Robin Hood, robamos a los que son más ricos, porque a los pobres no se les puede robar ¡Arrrrr!"

Aunque en tanto que estamos, me empieza a entrar dudas y resquemores
"Pater" te susurro "¿En serio estamos destrozando así a Peggy?"

"Yo me quedaría con un lanzagranadas FLASH. Ya sabes..."

Jack observó un poco atónito como Zeta y la otra mujer habían sido capturadas. Intentó improvisar lo más rápidamente posible. - ¡MI mujer es MÍA! ¡Para eso la he estado aguantando tantos años! Como se te ocurra quitarme la satisfacción de vengarme de ella por la vil traición que cometió contra mi, el no querer librarme de años de esclavitud trabajando como un jodido negro para que ella viva como una reina, poco va a importar que estemos en el mismo bando... - se mordió un labio, escupió al suelo. - Jamás se lo voy a perdonar y tengo un resentimiento horrible contra ella y si no me quito este asco que siento por ella, créeme que voy a buscar otras formas de desahogarme.

Caminó hacia Zeta, la cogió de la cara y le estrujó las mejillas con su gran mano. - Seguro que has hecho buenas migas con esta revolucionaria de aquí ¿verdad, cariño? ¿Qué opinará tu amiguita si empiezo a torturarte lenta y bruscamente enfrente de ella? ¿Cantará todos sus secretos? - rió levemente.

Pero pronto algo lo sacó de su actuación. Un montón de humo provenía de la playa. - ¿Pero qué demonios? - comentó sin más. A pesar de estar preocupado, no quería expresar dicha emoción delante del enano cochino frente al que estaba fingiendo unirse. Quizá a los hombres de Peggy le importaban una mierda las aldeas y Jack no quería que lo miraran mal.

No era exactamente lo que esperaba cuando hizo la pregunta, quizás había planteado mal la idea. Su intención era conocer si había metodos "turisticos" para ir a las otras ciudades, en caso que hubiera necesidad de trasladarse al interior de la isla de forma disimulada. De todos modos agradeció la información brindada, aunque al final prefirió irse a pie en vez de tomar el rickshaw.

Al llegar al hospital, admiró la estructura del lugar, notando como habían unido la arquitectura prosaica con algo más moderno. Notó de inmediato a la chica, pero al darse cuenta que ésta lo miraba y parecía a punto de salir corriendo, fingió tropezar levemente, haciendo que sus gafas cayeran al suelo frente a él. Con un suspiro, se agachó a recoger las gafas, mirando hacia la chica con el rabillo del ojo, pero pretendiendo que estaba de vistas cortas. En ese momento vio el humo empezar a subir.

Jodido Pater... Podía equivocarse, pero estaba bastante seguro que los dos idiotas del equipo eran los causantes de aquel humo. Una idea se le cruzó por la mente: ¿habrían incendiado el barco de loa huérfanos? La idea le hizo apretar los nudillos, antes de reacomodarse la bufanda y tomar de nuevo la actitud de turista despistado. Sin dejar de mirar a la columna de humo, fue retrocediendo hasta tropezar con la joven. -Mil disculpas, señorrita.- Dijo en fuerte acento. -¿Puede verr eso? Tanto humo, ¿es norrmal?- Preguntó.

No hacía falta preguntar para saber que Jack parecía estar como pez en el agua en su tapadera, sólo necesitaba ver que estaba con aquél tipo que no dejaba de mirarla y rodeada de gente armada. Estaba haciendo bien su trabajo.

Miró los rifles que la apuntaban y paseó la mirada por el complejo, intentando averiguar de cuántos soldados se trataban o si había cámaras, un rápido reconocimiento por si debía hacer otra visita a altas horas de la noche. Sin embargo tampoco tenía tiempo para perderse en el estudio de la disposición estructural ya que el agente Jones parecía añadir renglones al guion que ambos estaban creando, intentando seguir el hilo para darle veracidad a esa relación inventada.

Dejó que se acercara y le cogiera de la cara sin oponer resistencia, aunque en su interior sabía que si se propasaba posiblemente tendría más que palabras con el agente y alguna que otra patada en la entrepierna con tal de saciar su parte. Pero, al igual que él, el humo fue la señal que ambos temían y que conocían desgraciadamente la procedencia. Maldito cura chiflado.

Lo que tengamos que arreglar será en privado, no quiero montar otro espectáculo.- Miró en especial a Bob Dong y Selma, aunque terminara por desviarse hacia sus armas.- Creo que tengo derecho a pedirle explicaciones a MI marido, porque todavía estamos casados, te lo recuerdo.

 Ver como Jack se seguía sobrepasando con Zaheera hacia que aquella mujer perdiese sus estribos. Intentaba contenerse, pensando en las armas que tenían los hombres de Bob, pero llegó un punto en el que simplemente tuvo que empujar a Jack para que se alejara de Zeta.

- ¡Sácale las manos de encima, patán!

 Uno de los hombres armados estuvo a punto de asestarle un golpe con la culata de su arma, ante la mirada temerosa de Selma, pero en ese momento se pudo percibir la columna de humo a lo lejos. La mujer aprovechó para recriminarles el cumplimiento de sus funciones a Bob y sus secuaces.

- Dios mío... ¡¿Acaso no van a hacer nada?! ¡Para algo les pagamos todos esos exorbitantes tributos! ¡Vayan a averiguar que esta pasando!

 Las palabras de Selma tomaron por sorpresa a Bob. El pequeño hombre, indignado por que aquella mujer osaba decirle cuales eran sus obligaciones, se acerca y la empuja contra el suelo.

- ¡No me digas que hacer, sucia rata!

 Sin embargo, lejos de sentirse victorioso por reafirmar su poder, Bob estaba preocupado. Puerto Obikanui era una posición estratégica en los dominios de Peggy; y si algo le estaba pasando la culpa recaería sobre los flácidos hombros de Bob Dong. Se acercó al agente Jones y le dijo cual iba a ser el plan de acción.

- Pero esto es peligroso. Jack, tengo que revisar que está pasando allí. Tú quédate con tu mujer y esta sabandija opositora. Te voy a dejar a dos de mis hombres. Tu viaje hacia Los Bloques va a tener que esperar.

 Y dicho esto, Bob Dong y trece de sus hombres se subieron a dos de las tres camionetas y se fueron hacía la zona portuaria del pueblo para averiguar qué estaba pasando. Mientras tanto, Jack y Zeta se quedaron atrás. Cada uno de un lado distinto de la situación: Jack contaba con dos hombres armados que apuntaban sus armas contra Selma y Zeta.

 Los deseos de los agentes eran algo peculiares; muy alejados de los recursos que un pirata chapado a la antigua podía llegar a tener. Quizá esa fuera la razón por la cual fueron vencidos: la modernidad arrolló a los piratas de espadas y pistolas. Pero Henry estaba seguro de que volverían a hacer historia.

- ¡ARGH! Me gusta el espíritu, pero... ¡¿Qué es eso de bazookas y lanzagranadas?! ¿Acaso vienen de una película de acción de los gringos? Nada de eso, ¡este es el mundo de los piratas! Y aquí nos manejamos con pistolas y espadas. Haber si encuentro algo para ustedes...

 En un abrir y cerrar de ojos, e jefe pirata fue adentro del barco y sacó algunas armas que repartió entre los dos agentes. Podían observar como algunos piratas estaban llevando televisores y otros artículos electrónicos hacia el barco. Después de todo, no era una invasión sino estaba la parte de robar.

- ¡Ajá! Viejo lobo, aquí hay un set ideal para ti: una pistola y una espada doradas. Elegantes peo letales. Espero que tus viejos huesos puedan llevar las dos cosas al mismo tiempo... ¡mata a cuantos cerdos se te crucen en el camino!

- Y para ti, mi grumete novato... una gruesa y pesada espada. Con solo blandir esta belleza en el torso de otro bucanero, lo dejarás en el suelo tomando sus últimos alientos. Ha ha... ¡ya los quiero ver en acción!

 Henry se encontraba orgulloso de ver a esos dos tripulantes armados y con ganas de destruir y atemorizar. Sin embargo, aquel dulce momento de camadería entre criminales iba a durar muy poco.

 Una vez recibidas aquellas anacrónicas armas, pueden ver como llegan dos camionetas hacia las cercanías del pueblo. Y como de las mismas se bajan un total de 13 hombres. Algunos de ellos armados con armas blancas, y otros mejor equipados con armas de fuego. Los mismos observan sorprendidos como los piratas, ahora más distribuidos por el puerto, saqueaban, quemaban y atacaban todo lo que se les pusiera en frente.

 Por último, se bajó un hombre desarmado rechoncho y pequeño. Que, por la forma en la que se movía entre aquellos hombres, debía ser el jefe se semejante escuadrón.

- ¡¿Pero que mierda es todo esto?! ¿Acaso no habían acabado con todos los piratas hace años? ¡Agarren y maten a todas estás alimañas!

 Y sin dejar lugar a conversaciones o discusiones, el regimiento de hombres armados abrieron fuego contra los piratas que se encontraban en el puerto. Uno de los bucaneros cayó en el suelo, fulminado por las heridas en una muerte subita. Los agentes Roni y McTaker, así como Henry Dojo, pudieron cubrirse antes de ser atacados por la ráfaga de balas. Pero eso solo era el comienzo: la caballería había llegado, listos para combatir a los piratas que querían tomar el poder.

 De un momento a otro, la victoriosa toma del puerto se había convertido en un campo de batalla entre las fuerzas de Peggy Tsai y la piratería clandestina de la Isla Shuriken. Se podía ver a Henry un tanto inquiero, pero la adrenalina del momento le hacía ignorar toda preocupación.

- Malditos cerdos del gobierno... ¡no nos vencerán! ¡Vamos a matarlos a todos!

 El jefe pirata comenzó a disparar contra aquellos hombres. Sin embargo, no pudo darle a ninguno.

 La joven creía haber visto a alguien sospechoso en las proximidades del hospital. Sin embargo, al fijarse más intensamente, no logró ver a nadie. Suspiro agotada, puesto que el bolso con cigarrillos que estaba llevando era pesado. Y era evidente que se encontraba nerviosa.

 Cuando el agente soviético chocó contra ella, la chica lo miró con irritación. Tenía los ojos cansados y parecía estar a punto de insultar a Vladimir. Pero cuando este le hizo notar el humo que provenía del puerto, su rostro empalideció rápidamente.

- N-no... el barco... no, no... ¡Me tengo que ir!

 Empujando al agente a un lado, la adolescente empezó a correr con rapidez hacia el puerto. Parecía que la misma preocupación que había tenido Vladimir apareció en la cabeza de la chica. Y ahora ella se dirigí hacia el puerto, de donde provenía el humo.

La adrenalina de un combate aceleró el pulso de Giuseppe, por lo que, de forma audaz sacó su pastillero y sin necesidad de botella de agua mineral, el recién lobo de mar, tomó su pastilla como todo un campeón; sin lugar a dudas, eso era lo segundo más interesante que había hecho en el día de hoy... ¡Y ni siquiera era hora de almorzar!.

-Grumete -le gritó a Angus- ¡Tienes una espada grandota, ve ahí a cortar cosas!

Giuseppe entonces sacó la pistola que le habían dado y sin siquiera asomarse a apuntar, disparó desde detrás de la cobertura, apoyándose de un viejo espejo para saber dónde estaban los enemigos; este era un viejo truco que había aprendido en sus años mozos para ver debajo de las faldas de las monjas... y otros curas.

"La que ha liado este tio!!!" pienso, viendo el saqueo, el pillaje, y cómo los marineritos piratas le meten mano a las oficiales, a los oficiales, y a la cabra-mascota de los oficiales. Sobre todo a la cabra.

Que cabra mas macabra.
La madre que la parió

Entonces hago lo que se supone que tengo que hacer: Echo un vistazo a lo que hay a mi alrededor. Busco algo útil. Algo que construir, ya sea reforzar un coche para que sirva de tanqueta acorazada y no nos abribillen, o apañar un bazooka para reventar la covertura enemiga.
AL fin y al cabo, ¡Ese es el estilo de McTaker! ¡Que las cosas EXPLOTEN, Y QUE EXPLOTEN BIEN!

Hay que joderse... Mi viaje a los bloques a tomar por culo. - comentó con bastante disgusto. - Y encima el tal Bob, dejándome a dos muchachos bien fuertes y armados por si no puedo con dos mujeres algo heridas y cautivas. ¡Já! - rió golpeando con la palma de su mano y cierta fuerza en un tono amistoso la espalda de uno de esos hombres armados. - ¿Os lo podéis creer? ¿Tan flojo se me ve? ¿Qué decís? - suspiró ahora enfadado.

La cosa parecía chunga por el puerto y creo que yo me puedo encargar perfectamente de estas dos mozas, aunque si me dais una pistola sería mucho más sencillo, por su puesto. ¿No tenéis curiosidad por ver que coño era todo ese follón? - dijo, levantando una ceja. - Joder, seguro que sí, tengo curiosidad hasta yo.

Trece hombres armados y el gilipollas ese.- Contó Zaheera mientras Dong se marchaba con parte de su “ejército” hacia la posición del fuego, esperando que el cura y sus ayudantes (porque seguro no lo había hecho él solo) estuviera preparado para un contrataque. Mínimo que se hubiera ocultado.

Miró a Jack y a los dos guardias. Estaba segura de que ambos podrían sin problema noquearlos antes de que se dieran cuenta, pero si querían permanecer con esa tapadera no tendría más remedio que quedarse con los brazos cruzados mientras la apuntaban, esperando a que esos hombres obedecieran las órdenes del agente.

Voy desarmada, sólo vine para hablar.- Se abrió un poco la chaqueta fina que llevaba para que vieran que no había ningún tipo de arma oculta, además de dar un pequeño giro por el mismo motivo.- Nos marcharemos después de arreglar lo nuestro.- indicó a los dos hombres, intentando no resultar una amenaza mientras dejaba las manos levemente levantadas en señal de rendición.

Vladimir lo pensó un instante. Claramente aquella joven era quien repartía cigarrillos en el hospital, pero Pip había mencionado que quién repartía los cigarrillos era un hombre. Además, la chica había dicho "el barco"; como sospechaba, los imbéciles seguramente habían incendiado el barco abandonado, que además de ser atracción turística era donde vivían los huérfanos de la isla.

Lanzó una mirada rapida alrededor, al piso también para ver si la chica se había dejado alguna cosa que pudiera devolverle, y de inmediato se dispuso a seguirla. Fuera quien fuera esa chica, se preocupaba por los pequeños; necesitaba saber quien era y de que lado de aquel problema se encontraba.

 Los dos hombres dejan de apuntar con sus armas a Zeta y Selma y miran a Jack. Parecen ser convencidos por la palabras del nuevo protegido de Bob; lo que hace que confíen en que el duro defensor del régimen se podía encargar de manejar a las dos mujeres. Uno de ellos, incluso, le cede su propia arma al agente: una pistola algo maltratada pero útil.

Pues la verdad me quiero enterar de lo que está pasando... la primera cosa interesante que veo en este pueblo de mala muerte...

 Con esas palabras, los dos guardianes se retiran, dejando desprovisto de seguridad a Jack. Selma sigue viendo con puro asco a Jones, levantándose del suelo e interponiéndose entre Zeta y él.