Partida Rol por web

 Selma es atada con éxito por el mastodonte que es Jack Jones, superándola en fuerza fácilmente. Completamente ensordecida e inmovilizada, no pudo escuchar de lo que hablaban los agentes. Y cuando volvió a ser capaz de ver, la presencia de aquel hombre le molestó tanto que quiso gritar con todos sus pulmones con la esperanza de que alguien la escuchase. Pero el hecho de que Zeta estuviese intacta a su lado y sin restricciones le llamó la atención. 

 La despedida fue cálida y dejó a Selma con más preguntas y respuestas. Pero entendió rápidamente que aquel par de personas no eran un simple matrimonio de turistas que eligieron caminos separados. La mirada de Selma mostraba desconcierto, pero un poco más de tranquilidad de la que jamás le vieron a aquella mujer. Por lo menos, la esperanza de la caída del régimen estaba reforzada por la presencia de Zeta y Jack en la isla.

 De esa forma Selma se alejaba a través del camino que conectaba a Puerto Obikanui con el resto de la isla; en la búsqueda de la supervivencia que aquel pueblo colmado de piratas y secuaces del gobierno. Solo el futuro determinaría que destino le esperaba a aquella mujer que, por rebeldía contra el sistema y empatía con los desconocidos, se vio envuelta en un embrollo que la llevó al exilio. Mas ahora lo más importante no estaba fuera del pueblo, sino dentro: la columna de humo que había en el puerto se hacía más grande.

 Y el sonido de una gran explosión no dejo dudas de que en el puerto se estaba librando un enfrentamiento feroz.

Aquella mujer se había ido, sin dar cabezazos ni patadas para la sorpresa de Jack. - Bueno... Una menos de la que preocuparse, esperemos que no se meta en más líos. - pero pronto la pequeña paz que aquella escena había generado, se desvaneció tras oír la explosión del puerto. - Me cago en la pu... 

Miró en dirección al puerto, intentando ver que demonios estaba pasando allí. - El cura de los cojones... Debemos acabar con él de una forma u otra, Zeta, está jodiendo toda la operación. ¿Tienes aún encima el Walkie? Creo que deberíamos intentar comunicarnos con Dimitri ahora que nadie nos vigila. Hazlo tú, que eres el cerebro del grupo, cielo. Yo vigilo que no vuelvan los mugrosos estos... - suspiró, mirando a su compañera. - Aunque lamentablemente, te voy a tener que atar para cuando vuelvan, no te preocupes, no lo haré muy fuerte y te ayudaré a escapar en cuanto bajen la guardia. - le puso una mano en el hombro, le dedicó una sonrisa preocupada y se dispuso a vigilar.

El hecho de que explotara aquel barril, al parecer hizo que Giuseppe se viniera arriba, no literalmente, evidentemente, puesto que él estaba lo suficientemente seguro y tranquilo tras aquella cobertura. Por su parte tan solo volvió a disparar sin siquiera hacer uso del espejo, a fin de cuentas, ¿Qué había que temer si Dios estaba de tu lado?.

-¿Le he dado a otro? - Preguntó Roni todo convencido de que en efecto, había mandado a otro ante San Pedro- ¿Cuántos faltan?.

Era evidente que la cantidad le importaba, a fin de cuentas, estas armas no parecían tener balas suficientes como para derrocar a una tirana, menos a un ejército, y probablemente ni siquiera para asaltar un cumpleaños de alguien bien querido en un pueblo remoto sin televisión.

Con la marcha de Selma los problemas no habían terminado, más bien habían apartado uno para dedicarse por completo al principal, el mismo que en esos momentos incendiaban lo que parecía medio pueblo y explotaban todo a su paso, desobedeciendo por completo no sólo las órdenes que les habían dado en un principio, sino el código que todos debieron de firmar como agentes de perseverar la vida de los inocentes.

Chasqueó la lengua observando la densa columna de humo mientras su mano inconscientemente se conducía al walkie que llevaba escondido, buscando el canal privado de Vladimir antes de apretar el botón y llevarse el comunicador a los labios.

[Vladimir, ¿estás? Cambio.]

Algo breve y conciso para saber si el agente podía atender a la llamada antes de ponerse a charlar. Además, también tenía que comunicarse con la base.

No te preocupes, seguimos el plan original.- Respondió a su compañero sobre atarla, quitándole importancia mientras movía el dial para buscar la emisora que habían pactado para hablar directamente con la base.- Sigo siendo tu prisionera. No quiero que te arriesgues, estás infiltrado en un grupo armado.- Enseñó brevemente a Jack el dial para informarle qué iba a hacer y la seriedad que traía. No podía seguir esperando.

[Aquí la agente Zaheera Rajah. La situación se ha descontrolado, los agentes Angus McTaker y Giuseppe Roni han decidido actuar por su cuenta y causar altercados en la isla. Desconocemos si hay heridos.] – Hizo una leve pausa para pensar si debía añadir algo más. En realidad había demasiado que decir, pero debía aparcar el enfado que tenía con ambos agentes y ser profesional.- [Solicitamos nueva orden de cómo proceder. Cambio]

Respiró hondo mientras terminaba la última llamada, retomando la conversación que tenía con Jack.

Haz lo que tengas que hacer para no poner tu posición en peligro. Podré ingeniármelas.- Alzó el rostro, volviendo la mirada hacia el humo.- Ahora mismo la prioridad es otra.

[Vladimir, ¿estás? Cambio.]

El espectáculo que Vladimir podía ver desde su escondite era devastador. Si el pater quería caos, lo había conseguido, ahora ¿qué ganaban con eso? Destruían una ciudad, y quedaba una isla. De momento el ruso se mantenía cerca de la joven, y pudo ver las gafas y el buzo. Tardó unos segundos en hacer la asociación. -¿Tú eres el tipo feo que le da los cigarrillos a los huérfanos?- Preguntó, directo, recordando las palabras de Pip. -¿Por qué?- Aquello era lo que le causaba más dudas. ¿Para qué los hacían adictos a los cigarrillos? ¿Quién era ella, y para quién trabajaba?

Escuchó entonces la estática del radio, y lo sintonizó de inmediato.

[Aquí Vlad. ¿Donde están? Cambio]

[Estoy con Jack en las afueras del pueblo, esperando las órdenes de la base. ¿Puedes reunirte con nosotros?]

[Puedo intentarlo. Estoy en medio del follón, viendo las trastadas del par de payasos. Denme unos minutos. No voy solo. Cambio.]

[Quédate vigilándolos mejor, no podemos perderlos de vista. En cuanto sepamos algo de base me pondré en contacto contigo.

Ten cuidado Vlad. Corto]

[Siempre lo tengo, princesa. Cambio y fuera.]

Jack simplemente escuchaba con atención y asentía con cierta preocupación. - Miedo me da la que puedan haber liado el americano y el cantamañanas... Más de una vida inocente se han debido llevar de por medio y sin necesidad alguna. - suspiró con pesadez. - ¿Qué clase de sociópatas nos han encasquetado en la agencia?

Se acercó por último a Zeta. - Y respecto a lo de ser prisionera... Sé que eres fuerte, Zeta, pero sigo siendo tu compañero y me voy a seguir preocupando por ti. Todo lo que pueda hacer por ti sin levantar mi tapadera, poco será. - miró hacia el humeante pueblo. - Ahora deberíamos buscar una radio. Ya me encargo yo. - y entonces Jack se puso a investigar por todas partes, en busca de una radio con la que pudiera comunicarse con la base. A ver si sacaba a relucir aquella suerte del tonto de la que tonto presumía su madre.

 El agente soviético hizo una deducción al ver el contenido del bolso; deducción que pareció tener algo de verdad al cruzar la mirada con la de la chica. Ella pasó de estar asustada y temblorosa a quedarse con una mirada de sorpresa ante las palabras de Vladimir. Como si la hubiesen agarrado con las manos en la masa.

- Ehh... yo... no es... no es lo que parece. El Sr. Ko tiene... un plan para nosotros. Los cigarrillos son solo un medio-

 Antes de poder explayarse más, una ráfaga de disparos pasó cerca de los dos, asustando mucho a Sam. La chica se agarró fuertemente del brazo de Vladimir.

- ¡AGHHH! ¡No vamos a poder llegar al barco si no podemos atravesar este lugar! Vamos... vamos con tu gente...

 Desilusionada pero pragmática, la adolescente accede a irse con Vladimir y encontrarse con sus compañeros agentes. Por lo menos, con los otros dos agentes que seguían un protocolo más afín al de Vladimir.

 Los agentes Zeta y Jones se decidieron comunicarse con la Agencia para ver si había algún cambio de plan debido a las extremas decisiones tomadas por dos de sus compañeros. Posiblemente esperaban que la Jefa de Comunicaciones, Nyala, fuera la que atendiera a sus dudas. Pero en cambio, del otro lado del aparato pudieron escuchar la voz de William, el Jefe de Logística.

William: Lamento decirles que Nyala no se encuentra disponible ahora, pero... esto es algo fácil de responder. Maverick estableció un principio de total libertad para el accionar de los cinco agentes enviados a esta misión... eso incluye al cura bélico, por más que les pese. Entiendo que les preocupe que su accionar deje muertos; pero ese es un precio a pagar debido al secretismo que requiere esta misión.

 Era evidente el cinismo en la voz de aquel hombre; la forma en la que hablaba de las vidas de los isleños era completamente apática. Una actitud muy diferente a la que habían visto el primer día cuando lo conocieron.

William: Ivanov ya se comunicó ayer con Nyala para denunciar los planes de Roni y McTaker. Pero no hicimos nada. A Nyala le pesa en la conciencia. A mi no. Sé que ustedes son profesionales y tienen los intereses de la Agencia en la mente. Eso es lo importante. Así que... si quieren detener al cura y frustrar sus planes... pues no los detendremos. Y si piensan que es lo correcto es sacarlo de la misión de forma permanente... no veo porque no hacerlo... Cambio y fuera.

 Con esas palabras, el profesional corta la comunicación. No había nada más que decir. La Agencia se estaba rigiendo por un principio de no entrometerse en las decisiones de los agentes. No podrían ayudarlos a frenar el accionar de sus compañeros.

 Luego de haber tenido una increíble suerte para hacer explotar un barril con una puntería extraña para un hombre tan mayor, Roni se vio con la dificultad de no poder asestarle a ningún enemigo. De todas formas, el daño que había hecho hasta aquel momento había sido más que suficiente para asustar a muchos de aquellos guardias, que retrocedían y preferían enfrentarse a otros piratas antes de estar en la mira del "viejo lobo de mar".

 Esto le sirvió a Henry para poder acabar con espadazos a los guardias que seguían protegiendo al líder de los enemigos; aquel hombre pequeño y gordinflón que hasta el momento no había hecho nada más que gritar. Con movimientos ágiles, Henry mató a los tres guardias restantes. Luego se acercó a aquel hombrecillo y le agarró del cuello de la camisa.

- Mira, Stromboli, ¡tenemos a uno de los cerdos superiores! OIGAN CHICOS, ¡TENEMOS A SU LÍDER!

 Los piratas en los alrededores, ocupados destruyendo y saqueando, se tomaron un segundo para exclamar un sonoro "¡¡¡ARGHH!!!" en apoyo a la hazaña de su líder. Henry estaba orgulloso de lo que había logrado, aunque era evidente que estaba agradecido por la ayuda de los dos agentes.

- No podría haberlo hecho sin ustedes dos, camaradas. Ahora... ¿Qué creen que debamos hacer con él?

 El hombrecillo, completamente asustado y cubierto de la sangre de sus compañeros, se retorcía en las manos del pirata mayor buscando zafarse de su fuerte agarre. Pero además de ser cobarde, era débil; por lo que no logró mucho. Lágrimas de desesperación comenzaban a correr por sus grandes mejillas.

- ¡POR FAVOR! ¡Por favor, no me hagan daño! ¡Les daré lo que quieran! ¡Dinero, propiedades, información! ¡Los secretos más sucios del gobierno! ¡Ni siquiera me gustaba Peggy! ¡Es una vieja loca! ¡NO ME MATEEEEEN!

 Henry no le hacía mucho caso a sus palabras, por lo que Bob miraba a los dos agentes en búsqueda de un poco de piedad.

"Arrr Capitán" le digo a Henry "Este cerdito vale más vivo que trinchado"

"Si habla. Al menos. Pero hablará ¿Verdad?"  Y dicho esto, voy acercando la Mega-Espada-Escudo al tio, con aire intimidatorio "Dinos ¿Donde están los rehenes, donde está el tesoro... DONDE TIENEN LAS ARMAS?"

"Dilo, cerdito de tierra firme, porque por cada respuesta que te calles, pierdes algo con lo que has nacido"
"Arrrrrrrrrr!"

Por su parte Giuseppe ya algo más relajado por el hecho de que la lucha hubiera terminado, también salió de su escondite y se dirigió a aquel hombre asustado, ya había visto muchos hombres asustados antes, principalmente cuando este se quitaba la sotana para saltar en la piscina municipal, pero eso eran ya otras historias.

-¿No te gustaba Peggy? -Inquirió el Hombre de Dios- ¿Y qué haces dirigiendo a sus soldados?. No hace falta que llores más, el arrepentimiento es suficiente... en tiempos de paz. Pero estamos en guerra, por lo que queremos actos, acciones. ¿Dónde están las armas? ¿Dónde están los rehenes?. ¡Exigimos que el pueblo capturado sea liberado!. Y lo haremos contigo o sin ti. Tu decides.

Jack pudo comprobar que Zaheera no estaba del todo de acuerdo con las instrucciones al ceñir el entrecejo, formándole una pronunciada arruga. Aun así no respondió ninguna queja, más bien escuchó con atención y esperó a que terminara, acercándole el walkie a su compañero por si quería decir algo ya que ella sólo respondió con obediente silencio.

Una vez terminó esperó unos segundos para debatir mentalmente qué debían de hacer. Las ordenes no habían sido precisas, más bien delegaban en unos simples agentes toda la responsabilidad a pesar de tener una agencia respaldándole, ¿qué sería lo mejor para ellos? Necesito más información. Tenía que asegurarse antes de hacer nada que pudiera poner en peligro la misión, algo que el “cura bélico”, adjetivo que ellos mismos le habían puesto y que resumía perfectamente la problemática que tenían.

El agente Ivanov te espera.- Junto sus manos y las colocó frente a Jack, esperando a que las atara. Al fin y al cabo, era el trato que había quedado, ser la rehén para dejar en libertad a Selma.- ¿Me quedo entonces aquí cómo rehén? – La decisión recaía en Jack. Era quien tenía su tapadera en peligro.