Partida Rol por web

—Eeeh... Bueno... Parece que esos dos tenían urgencia de estar solos. No me extraña, la chica es muy bonita, aunque yo apostaba que se iba a quedar con el guapetón tuerto.

Rebuscó en su maletín el documento falso. Parecía un carnet de conductor, aunque quizá así fueran las cédulas de identidad en este paisucho olvidado de la Cultura. Cogió también un folleto turístico que tenía un mapa.

—No quiero caminar dos kilómetros por la jungla. Qué les parece si vamos a la ruta y pedimos aventón.

Por suerte la chica parecía lista, pidió por la info y nos la dieron. Estaba allí con todo lo demás. Mi foto para el pasaporte y los documentos eran la de un negro que no había visto nunca. *malditos chinorris y blancos que piensan que todos somos iguales - pero al menos se me parecía ligeramente. En el tono de piel.

El Von D se largó sin más, atravesando la jungla, y la chica le siguió para que no se pierda. - ¿Está senil? - me había quedado con el tuero y el chino. Al menos con el chino las apariencias colarán. Dijo de ir en dirección a la ruta del mapa.

-Sí, justo donde me pareció ver algo con los binoculares! - cogí mis cosas y la radio y lo que hubiera en la barca para llevar. Mientras caminábamos miraba mi pasaporte. "observador de aves. Ha venido a la isla para disfrutar la fauna y los pájaros exóticos del lugar" - en serio? pájaros? no tengo ni idea de pájaros!- luego miré mis documentos de falsa identidad de isleño. "Desempleado. Sus padres volvieron del caribe tras su luna de miel y su marido se divorció 9 meses después al nacer yo. Su madre se fugó y se escondió en una casa remota en la isla para ocultar su vergüenza". 

Hice un gruñido de desaprobación antes de guardar los documentos y seguir al chino conductor falso.

Aquel mapa sacado de una tienda de souvenirs de hace un par de años de la última visita oficial que tuvo uno de los trabajadores de la Agencia a esta isla y que, por fortuna, conservó en su escritorio, indicaba que un poco más al oeste desde su posición podían encontrarse con una carretera, mucho menos trayecto que ir a ciegas hacia el Norte, como hicieron aquellos dos.

Miré el mapa de reojo que llevaba el Coreano y vimos aquella carretera en el mapa. - aAjá, sí, justo lo que decía, la carretera! vamos para allá? - miré para atrás al Michael Fury quien se había paralizado como quien tiene flashbacks traumáticos de una guerra pasada. - Mister Fury? vamos pallá? nos mirarán raro si nos ven aquí parados en mitad de la nada.

Forbúl ya estaba caminado hacia la carretera.

—Se nos fue la que había estudiado. Como no sé qué oficinas públicas hay en este pueblo, diré que soy funcionario de la Comisión Nacional de Cuidado de la Vida Silvestre para Gloria del Pueblo y la Amadísima Presidenta. Que se nos rompió el transporte anfibio mientras rescatábamos una lagartija. Seguro que se lo van a creer estos pueblerinos ignorantes.

Al ver que el negro le seguía le tendió su maletín.

—Ya que diremos que eres mi asistente ve practicando.

Desembarazado de equipaje se acomodó el saco y la camisa para que su apariencia estuviera a la altura del cargo que se acababa de inventar.

Michael miro a Forbúl y a el negro, mientras parecia despertarse de aquello Flashbacks, probablemente recordando sus peleas pasadas, o quizas como reconstruia ciudades...

-Bien, diremos que soy el conductor.

Dijo finalmente mientras avanzaba junto con el resto de sus compañeros.

-Por que supongo que un funcionario como ese, no necesitaría un guardaespaldas.

Comentaria con media sonrisa 

Al entregarme el maletín le miro con cara de ¿qué? pero mi instinto me hace cogerlo por educación *maldición! ahora me he quedado atrapado en éste rol de asistente - mascullé y maldice por lo bajini sin decir nada en concreto y seguí tras ellos en dirección al camino.

Un funcionario, su asistente, y su conductor. ¿Qué podría salir mal?

Aquel trío de agentes se adentraron finalmente en la densa jungla, aunque sabían que, a apenas un par de kilómetros de distancia estos iban a encontrarse con una carretera por la que podían tomar dicho camino y dirigirse hacia el pueblo más cercano, y si se daban prisa, no tendrían que pasar la noche en la intemperie.

Aquel trío de agentes finalmente salió de la densa jungla que lo cubría todo y alcanzó la carretera, un pequeño oasis de esperanza alquitranosa entre tanto verde. Y, como era de suponer, no había ningún coche por ningún lado, pero al menos ahora estaban seguros que si caminaban por ahí hasta la ciudad cercana no tendrían riesgo de perderse en mitad de la jungla o meterse con los animales salvajes que vagaban por entre la espesura de aquella isla.

Un rato estuvo mirando si venía algún coche. Aunque le insistían en que debían caminar el se negaba aseguro usando los pies. Aprovechó a observa la flora y fauna del lugar, ya que con su supuesto cargo debería saber algo. Finalmente, ante el riesgo de quedarse solo, comenzó a caminar por el asfalto tras los otros.

Lo que Forbúl Tamejiri pudo notar, desde la distancia, fue el leve sonido de un vehículo acercándose a ellos, en concreto el sonido venía de detrás de ellos, de algún lugar de aquella carretera, oculto entre el follaje y las numerosas curvas que aquella selva les obligaba a tomar.

Y porque Forbúl Tamejiri era en especial perceptivo de estas cosas, supo que el sonido no era ni de una motocicleta ni de un camión o un autobús, sino que parecía ser un monovolumen familiar... de color blanco y con un ambientador de pino colgado del espejo retrovisor. El sonido del motor era claro.

Ajá! una carretera, sí señor. El mapa no estaba equivocado. Entonces sólo debíamos seguir ese mapa, no? Miraba a derecha a izquierda pero no veía absolutamente nada ni nadie. 

-Y ahora qué? para adónde vamos? - el japonés que sería mi "jefe" en seguida se puso a caminar en una dirección concreta - has visto algo? seguimos el mapa hacia allí, no? - mientras cargaba con la mochila y el maletín, fui tras él. No estaba seguro de si Michael Fury podía ver mucho con un sólo ojo, así que aproveché para preguntar - oye tío, y tu ves bien con ese ojo? que le ha pasado al otro? 

El peruano/japonés había dos pasos e dirección a donde creía que estaba el poblado cuando se detuvo quedándose muy quieto.

—¿No oyen eso? Un auto se acerca. Y seguro que recién ha salido del lavadero. Estamos de suerte. Esperemos aquí y detengamoslo para que nos lleve.

Y se quedó en medio de la ruta, poniendo una mano como visera y achinados los ojos porque el sol le molestaba.

En efecto, tal y como el buen perceptivo Forbúl Tamejiri había indicado, detrás de ellos se acercaba un vehículo familiar, de color blanco y, para quienes tuvieran un buen oído para motores, sabrían reconocer que este tenía un ambientador de pino colgado del espejo retrovisor.

Pero porque no todos tenían oído para eso, -en particular no El Negro que parece más perdido que un pulpo en un garaje, que ya van dos fallos con un bonus de 10 de base-, simplemente se conformaron con verlo una vez que el vehículo se detuvo.

El vehículo se detuvo a un lado de la carretera, y bajando la ventanilla del copiloto, la cabeza de un hombre barbudo se asomó para saludar a aquellos tres hombres en mitad de la jungla. Este hombre tenía gafas, sombrero y unos ricitos que le caían a cada lado de la cara y con una sonrisa los recibió.

-Shalom aleijem. -Dijo saludándolos- Veo que estais en mitad de la nada. ¿Ha pasado algo?. ¿Necesitáis ayuda a llegar a Villa Ganga?. Ahí nos estamos dirigiendo.

En el interior de aquel vehículo se encontraba una familia judía ortodoxa, estando esta constituida por padre, madre y tres pequeños hijos. Al parecer estaban haciendo un viaje familiar por medio de la Jungla, algo que para muchos sería algo alarmante, pero si vives en una isla tropical es el día a día entre comunidades.

Definitivamente El Negro lo veía todo muy negro. Tan negro que hasta el coche le pareció negro. Como cuando se olvidó de quitarle la tapa a los binoculares mostrando sólo negrura a través de ellos.

Pero resultó que el coche era blanco! *PUES CLARO. Blanco tenía que ser. - y con una familia judía ortodoxa dentro. No sabía hasta que punto podrían ser racistas estos judíos, pero al parecer eran tan amables como para ofrecer su ayuda a 3 desconocidos en la carretera. 

Puse la mejor de mis sonrisas. * "Siempre se sonríe pacíficamente frente a una familia blanca y nunca les mires demasiado fijamente o empezarán a sospechar de ti" . - eran las palabras que mi abuelo repetía siempre. 

Así que, visto que mi rol era de asistente, miré al Nipón de Forbúl y esperé a que interviniera. Con la sonrisa fija en mi rostro.