Partida Rol por web

El hombre detuvo el motor y sacó las llaves del contacto para poder acompañar a El Negro a la parte trasera del camión, a fin de cuentas, si había la posibilidad de que este pasara desapercibido por el lugar era siempre una buena forma de cruzar una pequeña frontera, o al menos un puesto de control.

-Pues tenemos algunas cajas aquí, también hay sacos... -Dijo abriendo la puerta trasera mostrándole a El Negro lo que había- ¿Estas sugiriendo que te esconderás dentro?. Bueno, supongo que podría ser una opción... Si encuentras algo, cierra la puerta y avísame.

En efecto, en la parte trasera había distintas opciones que uno podía tomar para esconderse, desde cajas de madera en donde parecían ir algunos paquetes, hasta enormes sacos llenos de cartas. Por lo que El Negro no tendría ningún tipo de dificultad a la hora de buscar un sitio para esconderse o de hacer algo más para evitar que los guardias fronterizos decidieran revisar el cargamento en busca de posibles polizones.

Elijah Hoffman ya había vuelto al asiento del conductor, a la espera de la señal.

Pues visto que no se me ocurría ninguna forma para evitar que los guardias fronterizos decidieran revisar el cargamento en busca de posibles polizones... abrí la caja. No iba a desparramar todas esas cartas del saco por el furgón, sería de lo más sospechoso. Así que saqué los paquetes de la caja y los coloqué ordenaditos frente al saco... 

Si el mono se coló dentro... pues le hice la señal de SHHHHHHH..... con sonido y todo al ponerme el dedo en los labios. Y deseando que lo entendiera... cerré la puerta del furgón desde dentro y me metí deprisa en la caja, poniéndome la tapa por encima con cuidado.

*Esto es una buena idea?... Aquí dentro está todo más negro que en el hotel...

Pensé antes de oír el motor ponerse en marcha. Y crucé los dedos.

Una vez que El Negro se metió dentro de una de las cajas, este pudo sentir como el suelo estaba mucho más blandito de lo que uno pudiera esperar, al parecer habían metido en el interior de aquella caja paja, por algún motivo; por lo que el agente podría estar tranquilo de estar relativamente más cómodo que en cualquier otra caja.

Pasados un par de minutos más, sintió como el vehículo se detuvo, probablemente en el control de carreteras en donde, desde la distancia, pudo escuchar al cartero tener una charla con uno de los agentes, aunque apenas se le entendía por estar doblemente encerrado.

El agente pudo escuchar como la puerta trasera se abría, y ahora, pudiendo escuchar con una mayor claridad las palabras del cartero a aquel guardia. Al parecer le habían indicado que lo hiciera para revisar que no había polizones en el interior del camión. Aunque por fortuna, El Negro se había escondido.

-Pues sí, el mono es mi mascota. -Comentó al respecto del mono- Mis niños no paran de jugar con él, es bastante manso... pero no le acerques el dedo a la boca. 

Desde el punto de vista del hombre, la situación que está experimentando es absolutamente aterradora. Su corazón late con fuerza, el sudor empieza a perlar su frente y su respiración se vuelve rápida y entrecortada. Está completamente atrapado en la oscuridad de la caja, sin poder ver lo que está sucediendo a su alrededor, lo que aumenta aún más su angustia.

Al principio, solo siente una sensación fría y viscosa que roza su piel, y su mente empieza a divagar en busca de una explicación racional. Intenta recordar cómo llegó a esta situación y si pudo haberse metido en una trampa o un lugar peligroso sin darse cuenta. Sus pensamientos se vuelven frenéticos mientras intenta entender lo que está sucediendo.

La criatura, que parece moverse de manera impredecible y errática, continúa rozando su cuerpo, lo que provoca escalofríos por toda su espina dorsal. La textura fría y viscosa de la criatura es una sensación inquietante y desconcertante. No puede evitar preguntarse qué tipo de ser está en la caja con él y cuáles son sus intenciones.

El Negro pudo escuchar pasos, así como que el vehículo se hundió levemente; probablemente debido a que el guardia entró al interior para revisar en mayor detalle todo lo que estaba pasando. Tocando y abriendo las cajas y las bolsas en busca de algún polizón indeseable. Hasta que llegó a la Caja de El Negro.

-Yo que usted no abriría esa. -Indicó el cartero, como si tuviera la habilidad de predecir donde El Negro se había ocultado aún sin saberlo- Mire la etiqueta...

A medida que el tiempo pasa, el hombre comienza a sentir un pánico cada vez mayor. Sus intentos de mantener la calma se desmoronan a medida que la situación se vuelve más extraña y amenazante. La mente del hombre se llena de preguntas sin respuesta: ¿qué es esta criatura? ¿Cómo llegó a estar atrapado en esta caja con ella? ¿Tiene alguna posibilidad de escapar o de entender lo que está sucediendo?.

La sensación de vulnerabilidad y terror lo consume mientras lucha por mantener la cordura en medio de esta experiencia surrealista y aterradora. La oscuridad y la incertidumbre de su situación hacen que cada momento se sienta como una eternidad, y su única esperanza es encontrar una forma de liberarse de esta pesadilla.

Al parecer las palabras de Elijah Hoffman fueron más que suficientes como para que el guardia sin nombre ni rostro alguno decidiera dejar la caja atrás, sin abrirla y terminar de una buena vez el registro en el que se encontraba. Bajando de la parte trasera de la furgoneta y cerrando tras de sí la puerta.

-. . .

La conversación que tenía Elijah Hoffman y aquel guardia volvieron a ser un misterio para El Negro, el cual seguía en el interior de aquella estancia con aquella criatura que dejaba un pringue extraño por donde esta pasaba. Imposibilitándole huir hasta que el vehículo saliera del punto de control, si es que no quería ser pillado.

*Maldita sea, porqué no revisé la etiqueta de la caja!! - El hombre metido en aquella caja estaba callado. El horror se deslizaba viscosa y pringosamente por su cuerpo.

-...

Pero el Negro había tenido pesadillas de monstruos de todo tipo, sobre todo tras escuchar las historias que su bisabuelo y bisabuela le contaban. Así que mientras no fuese un monstruo más oscuro y terrorífico que una panda de blancos sombreros puntiagudos buscándole escondido en un armario a oscuras, todo podría salir bien. 

De hecho pensó hasta en si sería comestible. Había llegado a comer de todo cuando era crío, en esas calles pobres todo valía.

-...

Me iba a entrar el hambre a este paso. Pero me esperé a escuchar el motor en marcha de nuevo antes de abrir la caja.

El Negro pudo aguantar en el interior de aquella caja hasta que el motor volvió a ponerse en marcha y el vehículo empezó a moverse una vez más; en esta ocasión en dirección definitiva hacia aquel pueblo en donde habían movido los presos. Aquellos segundos se le hicieron eternos pero finalmente logró salir de la caja y, en completa oscuridad alejarse de la misma.

Sea lo que fuera que estaba en aquella caja oculto entre la paja, era algo que le había proporcionado un cuerpo ligeramente algo más viscoso y pegajoso por donde este pasó.

Quizás debido al movimiento de detrás o porque se sentía relativamente solo en la parte delantera o porque no quería dejar a El Negro encerrado con los paquetes, Elijah Hoffman detuvo el vehículo cuando este creyó que todo estaba lo suficientemente seguro para hacer dicha parada. Abriendo la puerta, se encontró con El Negro liberado.

-Veo que tienes prisa por salir... -Comento a El Negro- ¿Qué has hecho con "Lenguas"?.

En efecto "lenguas" era la otra criatura que se encontraba en el interior de la caja en la que se había metido. Echando un vistazo al interior, El Negro podía comprobar a un conejito con la lengua por fuera. De hecho, en el costado de la caja estaba escrito que este paquete estaba dirigido hacia alguien llamado "Amber Lee".

Al salir de la caja más viscoso y pegajoso tuve un Deja-vu de cuando la vieja me babeó para borrarme mi color natural. 

Pero por suerte esta vez iba bastante bien vestido y lo que resultó ser un conejo en vez de una serpiente/pulpo/gusarajo/babosa muntante/ o algo peor, me había babeado manos y cara con su lengüita. Era hasta mono.

-Gracias! Espero que no hayas tenido ningún problema por mi culpa. Pues me quedé quieto y esperé. No sabía que era un conejo que daba lametones, pensé en cualquier otro tipo de criatura... ya sabéis... algunos chinos suelen comer de todo. - esperé que ese comentario no le ofendiera dado que su dieta se basaba en su religión y nada tenía de parecido con la nutrición asiática habitual.

-No sabía que los conejos dieran lametones. ¿Quién será ese Amber Lee? menudos fetiches raros tiene con los animales... O quizás coleccione mascotas.

Tanto "El Negro" como Elijah Hoffman se subieron al Citroën H​ y prosiguieron en el viaje alejándose cada vez más de "Villa Ganga" por aquella carretera rodeada de jungla de Isla Shuriken, en dirección hacia el siguiente pueblo en donde tenían que liberar.

-Amber Lee es la "Comandante de Cultura", -explicó el hombre mientras volvía a encender la furgoneta- ha tenido muchos regalos recientemente, al parecer su cumpleaños está al caer y quiere montar una fiesta a lo grande que retransmitirá a toda la isla. Una forma de propaganda para decir que todo está bien, si me preguntas a mi.

Algo que El Negro pudo notar es la completa falta de aquel mono que los acompañaba, quizás este se había quedado con los guardias que hacían el control o quizás cansado de ser acosado había decidido huir a la selva que los rodeaba, estos pensamientos fueron los primeros que el agente pensó antes de descartarlos.

-¡HYEEEEEEEEEEEK! -Gritó el mono completamente asustado, aunque seguía sin estar con ellos y el sonido provenía de atrás, un grito asustado de aquel pequeño primate seguido de otros sonidos, no de terror, sino de asco y repelús- Hyuk... Hyuk... Hyuk... Hyuk...

Al parecer el mono se había quedado con "Lenguas".