Partida Rol por web

Esos tipos sí que eran COOL.

Lástima que no encajasen con mi vestimenta. Ni con mi color de piel. ¿Es que nadie se chamuscaba en esta isla? Cómo diantres iba a hacerme pasar por uno de ellos? era tarea casi imposible a estas alturas. 

Necesitaba estar atento a cualquier cosa que dijesen e hiciesen. Si conseguía al menos información valiosa podría hacer algo, por lo que esperando que estos dos militares o agentes secretos de última moda se acercasen lo suficiente como para oír qué decían, puse la oreja a toda apertura humana posible. 

Y desde luego casi me quedo sordo, tenía los sentidos demasiado finos después de las últimas hostias recibidas.

Por fortuna para El Negro, este había sido capaz de esconderse a tiempo dejando su oreja atrás, metaforicamente hablando, puesto que el agente aún seguía entero, o al menos tan entero como una persona golpeada por una enorme campana reconvertida en artillería.

-Estos cultistas están locos. -Comentó el hombre mientras se acercaba a la esfera- Han sido 47 ataques, mismo número que campanas tenía la catedral. -Advirtió la mujer- Ya no habrá más ataques bombarderos de estas esferas... Aunque... Aún tienen los fundíbulos... Si los cargan de rocas o explosivos podrá ser un problema.

Estaba claro que aquello era algo que les molestaba al punto de estar algo resentidos tanto con "Fugazza" por haber bombardeado la capital como por la inacción de las autoridades de la Capital para acabar con aquellos enemigos que los estaban asaltando.

-Teníamos que haber salido y haber evitado todo esto. -Respondió la mujer, molesta por haber sido bombardeada- Aunque la Presidenta prefiere aislarse en la ciudad, y la mayoría estamos protegiendo solo este edificio. Sigue demasiado los consejos de esa mujer... ¡Si ha salido de la nada!. No me gusta...

¿mujer? ¿Qué mujer? Sería alguien cerca de los altos mandos. ¿No comentó Zeta la loca esa, algo sobre el tema? A ver si iba a ser esa loca asesina de agentes la que estaba convenciendo a la presidenta de quedarse ahí dentro... ¿Pero eso no era lo opuesto a lo que veníamos a hacer?... Aunque pensándolo bien, usando niños en esferas metálicas para ser lanzados así... eso no era algo que ningún pueblo hubiese querido. Tenía más pinta de ser cosa de sádicos piratas. Como lo del puente.

Algo me olía muy mal. No acababa de fiarme de nadie en absoluto. Y no sabía cómo proseguir, por lo que me quedé atento y esperando a ver qué hacían estos dos, y seguirles allá donde fuesen en modo oculto para ver si podía aprender algo más, oír algo más, o evitar otro infantisuicidio.

Más explosiones empezaron a tener lugar; algunas de un tamaño notablemente mucho menor que aquellas esferas, otros por el contrario eran simple basuras que lanzaban por el lugar, incluso El Negro pudo ver como algunos cadáveres eran usados como proyectiles. -O al menos eran cadáveres para cuando chocaron contra el suelo o contra algún edificio-, incluso fue capaz de ver algunas letras de los casinos y negocios de la ciudad.

-¡Maldita sea!. -Exclamó uno de ellos, bastante molesto por esto- ¿Para qué abro la boca?. ¡Están lanzando basura de la ciudad que hemos liberado el otro día!. ¡Genial!. ¡Están tratando de derrotarnos con mierda literal!.

Echando un vistazo a aquellos lanzamientos consecutivos de basura, parecía que los ataques estaban cumpliendo un patrón específico, en concreto se estaban centrando en bombardear todos los alrededores de la ciudad; en cambio, la zona central de la misma, a pesar de ser literalmente el epicentro de la ciudad Y la sede de Pegsy Tsai no estaba siendo atacada, ni por asomo.

Los ataques parecían evitar deliveradamente aquel edificio central, centrándose en cualquier otro punto, ni siquiera pareciera que hubiera algún otro objetivo concreto, simplemente como si su intencionalidad fuera "Lanzad mierda a todos lados que queráis, menos al Palacio del Centro".

A pesar de que los ataques se sucedían y los ruidos de las alarmas eran agotadores, aquellos dos agentes especiales del Régimen de Peggy Tsai seguían adyacentes a aquella esfera "con sorpresa"; percatándose de algo más que los gritos de la gente y los golpes de los proyectiles.

-¿No escuchas eso?. -Dijo, preguntándole a su pareja- Creo que viene... -Acercandose a la esfera, esta pegaría su oreja al interior- ¡Del interior de la esfera!. Dejame ver... Creo que aquí hay una abertura... -La mujer trató de abrir aquella escotilla, usando su fuerza, logrando liberarlo a pesar del esfuerzo que había hecho El Negro por cerrarlo- ¡Oh!. Hola... pequeñ-

Del interior de la esfera saltó, probablemente usando todas sus fuerzas, Asher Hoffman, usando lo que parecía ser un trozo de metal roto y afilado, aquel pequeño niño apuñalaría el cuello de la mujer que, por desgracia para ella, había bajado la guardia el tiempo suficiente como para ser atacada.

-¡Abrir!. -Gritó el niño, completamente exhausto por esta acción- ¡Puertas!. ¡Fugazza!.

El niño tenía heridas en su mano, probablemente por apretar con firmeza aquel trozo de metal con sus manos desnudas y haberlo usado para atacar con tanta fiereza; sea lo que fuera que pasara ahí, claramente el poder de convicción de Fugazza podía convertir a cualquier niño en algo peligroso. 

A diferencia de su compañera que había bajado la guardia, y su cuerpo, para acercarse a aquel pequeño niño asesino; el otro agente se había mantenido al margen de aquello; por lo que cuando aquel niño atacó, este fue capaz de reaccionar, apartándose un poco más del arma blanca improvisada de este.

-¡MIERDA!. -Gritó alarmado al ver semejante violencia ser desplegada hacia su compañera- ¡NO!. ¡MUERE, HIJOPUTA!.

El soldado, con sus manos temblorosas, trataría de alcanzar su pistola del cinturón para ajusticiar al pequeño asesino.

*Ah eso sí que no. -  Al niño del lavado de cerebro no le mataba nadie delante mío! Maldecí para mis adentros. Que obsesión con las malditas puertas!! No me quedaba otra. Disparé al tipo antes que alcanzase a usar su arma contra el chaval. 

BANG!!

A poder ser, directo en la frente. El daño ya estaba hecho, el niño había empezado a atacar, no había vuelta atrás. Estaba con la mosca detrás de la oreja... ¿por qué no atacaban directamente el palacio? Esto olía cada vez peor.

BANG!!

Por fortuna para el joven Asher Hoffman, El Negro había sido más rápido que aquel resentido y aterrorizado soldado que tenía las intenciones de asesinar al asesino de su compañera. El cuerpo de aquel soldado cayó de espaldas mientras sus sesos pintaban aquella esfera hecho por una campana.

Ya no había más enemigos...

El muchacho parecía ignorar lo que El Negro había hecho y el peligro en el que había pasado, su convicción por cumplir con la misión que le habían asignado era superior a cualquier otro tipo de impedimento que le pudiera suponer tanto aquel agente como, evidentemente su propio cuerpo magullado y herido por el tremendo golpe.

-Abrir las puertas... -Dijo con su debilitada voz mientras se arrastraba, nuevamente, hacia donde las puertas de la muralla se encontraban- Abrir... las... puertas... Fugazza... lo pide... tengo que... abrir... las puerta...

-Niño!! estáte quieto! te matarán! - esperaba poder volver a poder agarrar al chaval para meterlo de nuevo en su bola, sin dejar de mirar alrededor para ver si justo donde estaban las puertas a las que el chico se dirigía habría enemigos a punto de disparar. 

*maldito Fugazza! qué le has hecho a este crío?!

Por fortuna para El Negro el era algo más grande que un pequeño niño, por lo que no le fue demasiado complicado agarrarlo para evitar que este se marchara a actuar bajo los designos de Fugazza, percatándose ya de paso lo mal que estaba el cuerpo del joven luego de aquel terrible golpe.

-Abrir las puertas... -Dijo con su debilitada voz mientras trataba de apartarse de El Negro para cumplir con su cometido- Abrir... las... puertas... Fugazza... lo pide... tengo que... abrir... las puerta...

No parecia escuchar la mentira de El Negro, tampoco parecía reconocerle; estaba absorto con aquella misión. Y dado que estaba armado, de manera instintiva intentó apuñalar al agente usando el cristal, pero por fortuna El Negro estaba al tanto de aquello y pudo evitar ser cortado, a diferencia de las manos del niño.

Aún con todo, El Negro logró encerrar al niño.

Con todo aquello hecho, tan solo quedaba saber qué era lo que había que hacer; los ataques se continuaban, evitando el palacio central, por lo que al estar relativamente cerca, El Negro estaba seguro; y los guardias rasos que estaban protegiendo la ciudad demasiado distraídos.

Mientras que los agentes especiales de aquellos uniformes negros se mantenían dentro del palacio, fortificándolo a más no poder, esperando a tener un último combate contra las fuerzas insurgentes que, poco a poco, estaban tratando de debilitar las defensas y adentrarse al interior de La Ciudadela.