Partida Rol por web

Escape de la Isla de la Muerte

Escena V: Mare Magnum (Orologgio di´Orivanni)

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11/07/2017, 20:51
NAVEGANTE

Notas de juego

Bien. Repite los dados que consideres.

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12/07/2017, 00:05
Orologgio d'Orivanni
- Tiradas (1)

Motivo: repetir dado 1 y 2

Tirada: 2d10

Resultado: 9, 8 (Suma: 17)

Notas de juego

Listo.  ¿Se toma el 10 que quedó como valor, vdd?

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16/07/2017, 11:17
NAVEGANTE
Sólo para el director

Notas de juego

En la tirada anterior (10). En los dos dados repetidos  (9,8).

Al ser tirada con gasto de Drama puedes quedarte con el dado Mayor (10).

Por tanto, el resultado final de la tirada es:

10 (dados) + 7 (Intelecto) + 7 (Percepción) = 24

Supera la Dificultad 20.

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16/07/2017, 12:07
Sirviente sospechoso

 Mientras sostenía la bandeja con la botella el sirviente lanzó una mirada nerviosa hacia Orologgio, como esperando su reacción.

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16/07/2017, 12:09
NAVEGANTE

Orologgio elevó la copa a la altura de los ojos y examinó el líquido desde la parte inferior. Vio posos, pero algo que no resultaba extraño en un buen vino. El color era llamativo y curioso; casi hipnótico por su hermosura. Un rojo azulado, casi violáceo.

Sin embargo su pertenencia al Colegio Invisible le había dado una percepción sobre la intriga y, sobre todo, ciertas nociones básicas sobre filosofía natural y las diversas substancias alquimicas. Se llevó rápidamente la copa a la nariz y oliesqueó el vino. Bajo el aroma afrutado había un pequeño tono (muy pequeño) de... no sabría decirlo.

Metió levemente la punta de la lengua en la substancia y lo descubrió inmediatamente. Menta.

Escupió al suelo. Un color azulado y sabor a menta. Aconitina, La hermosa flor de intensos tonos azulados o violetas y con un leve sabor a menta. Más conocida como acónito. Un veneno tan intensamente atractivo y como letal.

Sus efectos eran rápidos. Primero, paralizaba la lengua y garganta dejándolas agarrotadas y luego su efecto descendía por el cuello hacia el torso alcanzando pulmones y, como no, el corazón. Una parálisis nerviosa agónica y letal.

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16/07/2017, 12:10
Alberto Lucani

Pero el Príncipe ya mostraba los efectos. Al haberse tomado su copa de un trago se llevó las manos al cuello, acariciándolo: -Nogto algo extraño. Mi garg. Garg..angta.- Hablaba con la lengua trabada y empezaba a mostrar signos de dificultad al tragar.

Miró al sirviente con los ojos salidos de sus ótbitas, y soltó su copa, la cual cayó de su mano estrellándose en el suelo y rompiéndose en mil pedazos de vidrio.

El príncipe se tambaleó mientras boqueaba como un pez fuera del agua, con el rostro volviéndose morado por momentos y llevándose desesperadamente las manos a la garganta.

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16/07/2017, 12:11
Sirviente sospechoso

El sirviente también dejó caer la bandeja con la botella al suelo. Evidentemente, esta se rompió en pedazos también, manchando sus botas del rojo líquido. Y se dio media vuelta con gesto de pánico para a continuación salir corriendo en dirección a una de las ornamentadas puertas de entrada que daban a los pasillos de palacio.

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16/07/2017, 15:03
Orologgio d'Orivanni

 

Si Orologgio había distinguido al veneno, sabría entonces alguna forma de neutralizarlo.  

¡ Rápido, llamen al médico !  ¡Le han dado acónito al príncipe !  ¡El sirviente le ha traído vino con acónito!  ¡Rápido!

Buscó por todos lados algo que le sirviera para neutralizar la parálisis, para que pudiera tener algo de aire que respirar. 

¡Médico!

 

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16/07/2017, 16:24
NAVEGANTE

El sirviente desapareció por el umbral, y el Príncipe se desplomó sobre la alfombra derribando algunas maquetas de barcos al hacerlo. -Me... me ahoggguiii...-

Atraído por los gritos de Orologgio hizo acto de aparición en la sala otro sirviente. Era Vespuccio, el sastre bajito con lentes. Al descubrir la escena el hombre gritó: -¡Guardias! ¡Guardias! ¡Un médico! ¡Un médico!- Y se aproximó rápidamente para arrodillarse junto al cuerpo de su Príncipe.

-Ooooohhhhh. ¡Por Théus. ¡Que podemos hacer! ¡Qué podemos haceeeeerr!-

Notas de juego

¿Una forma de neutralizarlo?

Haz una tirada de (Intelecto + Cultura) de Dificultad 15

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18/07/2017, 08:04
Orologgio d'Orivanni

¡Médico!

Orologgio se puso junto al sastre mientras pensaba en qué posible forma de evitar el daño de este veneno que tan bien había podido identificar.  El pensar rápido en estos momentos le podría ayudar tanto a salvar la vida del príncipe, como a salvar la vida propia. 

 

- Tiradas (1)

Motivo: intelecto+cultura

Dificultad: 15

Habilidad: 7+6

Tirada: 2 2 2

Total: 2 +7 +6 = 15 Éxito

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24/07/2017, 17:35
NAVEGANTE

Sin un laboratorio alquímico a mano, Orologgio tenía que tirar de elementos básicos. Había leído que el carbón de las cenizas vegetales podía anular muchos componentes químicos tóxicos*, y que era recomendable tomarlo diluido en agua si el envenenamiento se había producido en ingestión.

Pero, ¿dónde podía encontrar cenizas vegetales? ¡Debía darse prisa!

 

Notas de juego

* Increíble pero cierto. Para cieto tipo de tozinas, claro.

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26/07/2017, 06:47
Orologgio d'Orivanni

 

¡Algo de carbón vegetal, rápido, traigan algo!  -dijo, volteando a todos lados.  Buscaba una chimenea, donde seguramente quedaban restos del carbón resultante de los leños consumidos para calentar la habitación la noche anterior, o un anafre, donde le hubieran preparado alguna vianda al momento, como era costumbre en algunas islas vodaccias.  

Príncipe, mastique algo de carbón.  Se que quita toxinas, al menos lo ayudará a alentarlas para que no se le cierre la garganta ahorita en lo que llega su médico.  ¡Médico!  -De encontrar ese carbón se lo daría al instante, confiando en que algo quitaría de esta tan virulenta ponzoña que le habían dado.

 

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01/08/2017, 23:57
NAVEGANTE

El sirviente se puso nervioso. No sabía qué hacer. Miró a Orologgio con duda. Puede que con miedo, puede que con sospecha, quién lo sabía.

El tipo estaba decidiendo qué hacer (el tiempo apremiaba) cuando un grupo de hombres se presentó en la habitación. Eran jóvenes y estaban impecablemente uniformados, como no. Portaban un exquisito uniforma, cascos con penachos, alabardas y una reluciente armadura más ceremonial que practica.

Sin embargo, los tres se dieron en cuenta enseguida de la situación al ver a su príncipe tirado en el suelo. Se miraron entre ellos con preocupación.

-¡Vigilen a este joven...!- Reaccionó por fin el sastre. Su rostro era ahora el de la ira contenida. -¡.. y no dejen que salga de la habitación. No se si es el culpable de esto.- Los guardias se miraron confundidos y asintieron, aferrando con fuerza sus alabardas. 

-Espero que esto no sea una artimaña.- Añadió el sastre señalando a Orologgio mientras se incorporaba. -Ahora vuelvo con las cenizas. Espero por su bien que funcionen y salven al príncipe, o prepárese para lo peor, muchacho. - El sastre se dirigió hacia una de las salidas y los guardias le flanquearon el paso permitiéndole salir. En cuanto el saster pasó junto a ellos cerraron filas impidiendo el paso a las puertas de salida de la estancia. Seguramente el sastre iba a por las cenizas a una estancia cercana.

Orologgio se quedó con los tres guardias y el príncipe agonizante. Orologgio miró de reojo hacia los enormes ventanales acristalados que daban al exterior en una de las caras de la estancia. Una salida repentina por la ventana le tentaba. Luego tendría que escapar de palacio, de la isla y de Vodacce... para siempre. O podía quedarse y rezar por que su remedio llegara a tiempo y funcionara.

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02/08/2017, 07:20
Orologgio d'Orivanni

 

¡Aquí estaré, no se preocupe!  ¡Lo importante ahora es salvar al príncipe!, dijo, confiado, resignado, esperanzado. 

Miró a los guardias alrededor, seguro ellos temían este desenlace tanto como a él.  

¿Alguien agarró al sirviente que trajo la copa envenenada?

Ese será el cabo que los lleve al verdadero asesino.  Aunque, dado las confabulaciones vodaccias, no había que preguntar tanto hasta dar con quienes habían conspirado contra el príncipe. 

¡Y justo cuando conseguía a mi mecenas!  Bueno, si se salva por lo de la ceniza habrá doble de razones para apoyarme.  Si no se salva, lo único que puedo pedir a mi favor es una muerte rápida, sin tortura.  Tembló ante ese último prospecto.  No, saltarme de aquí no ayudaría a nada, salvo correr al suicidio, que no lo pienso hacer. 

Una parte de sí mismo, la más científica, no lo hacía pues estaba más interesada en otras razones: quería ver el experimento de la ceniza aplicarse, y tener éxito, si así probase ser. 

 

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08/08/2017, 11:39
Guardias del Príncipe

Al escuchar las palabras acusadoras de Orologgio, uno de los guardias dijo: -Ve y busca a ese sirviente.-

-Pe.. pero... - Intento replicar el segundo.-

-¡Enseguida!- La mirada del primer guardia era asesina. El otro obedeció y salió raudo por la puerta, quedándose Orologgio vigilado por un guardia menos.

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08/08/2017, 17:12
NAVEGANTE

La espera se hizo eterna. Finalmente el sastre estuvo de regreso. Llevaba un pañuelo blanco con el que envolvía gran cantidad de cenizas. Y una copa con lo que debía ser agua. Se las extendió a Orologgio.

Este enseguida realizó la mezcla espolvoreando la ceniza lo más desmenuzada posible en agua y luego haciéndosela ingerir al Príncipe. Dado su estado tuvo que administrársela por la garganta por medio de un ingenioso canuto improvisado.

El Príncipe estaba ya pálido. Parecía un cadáver de lo quieto que estaba, con los ojos fijos y saltones. No respiraba.

-Está muerto.- Dijo al fin el sastre, con palabras estremecedoras.- ¡Nuestro Príncipe ha muerto!-

El sastre miró a Orologgio y con ira en sus ojos indicó a los guardias mientras señalaba al joven inventor: -¡Arréstenlo y métanlo en la celda más...! -

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08/08/2017, 17:18
Alberto Lucani

-¡Bbbbgggghhh!!!- El vómito amarillezco y negruzco surgió de la garganta del Príncipe manchando de manera asquerosa la abirragada alfombra palaciega. La anterior imagen impoluta del Príncipe había sido sustituida por la de un personaje congestionado, ojeroso pero que al menos abría la boca buscando el aire que le faltaba.

En cuanto respiró lo sufiiente como para poder ahblar, el príncipe intercedió por Orologgio -¡Quie...tos todos!- Le costaba respirar aún, y se encontraba aún recostado contra el suelo. Intentó incorporarse levemente y a duras penas para decir: -¡El jóven ragazzo acaba de salvarme la vida! ¿¡Están ciegos!?-

El sastre extendió las manos hacia su señor intentando ayudarle a levantarse, pero el príncipe le apartó de un empellón: -¡Malditos estúpidos! ¡Panda de inútiles!- Buscó la ayuda de Orologgio para levantarse de nuevo. Aún se encontraba débil.

Con voz debilitada ordenó a los guardias: -Que nadie entre ni salga del palazzo. Quiero que cojan a ese sirviente. ¡Y lo quiero vivo!-

Orologgio acompañó al Príncipe Lucani a acomodarse en una silla. El noble tuvo un par mas de arcadas. Al poco la estancia se llenó de mas sirvientes, pero Lucani sólo queria al jóven Orologgio a su lado. Se aferraba a su antebrazo con fuerza, como si sintiera pánico de dejar escapar al muchacho.

Llegaron el mayordomo, los chambelanes, aristócratas, el médico de al corte (al fin), un par de miembros de la iglesia y finálmente Orologgio se preguntaba como podía caber tanta gente en una misma habitación.

Convencieron al fin al señor de que debía irse a descansar a su cuarto, al amparo de los médicos. A regañadientes, este aceptó. Antes de marchar, añadió: -¡No me iré a mi cuarto si ese joven no me acompaña!-

Orologgio no tenía mucha alternativa así que acompañó al Príncipe Lucani (y a la mitad de su corte) hasta su cuarto personal. Era una habitación muy suntuosa y estaba en la parte más alta del palazzo. A través de un gran ventanal Orologgio pudo comprobar que muy abajo los guardias de palazzo corrían por los jardines de un lado a otro como gallina sin cabeza.  Se había armado un gran alboroto. 

Cuando los médicos comprobaron que el Príncipe estaba mejor, estos le recomendaron reposo en cama durante un tiempo. El Príncipe asintió quitándose las ropas ensuciadas por las arcadas y poniéndose un camisón antes de acostarse bajo las mantas de la enorme cama.

Luego, por orden del propio príncipe todos abandonaron la habitación salvo al joven Orologgio. Por alguna razón el príncipe parecía querer mantenerse a solas con el jóven y dijo a sus subditos que les dejaran a ambos a solas. Tras las puertas, un buen puñado de guardias custodiaba la alcoba del príncipe.

Cuando la puerta se cerró, Lucani tumbado en su cama invitó a que Orologgio se sentara en una finísima silla de cojines bordados de la habitación. Allí recostado en su gigantesca cama, a pesar de su inmenso poder el bajito príncipe Lucani parecía un hombre minúsculo y compungido, casi ridículo.

Pasó un minuto de silencio incómodo sin que ninguno de los dos dijera nada.

 

[Una furtiva lágrima - Interpretación de Lawrence Brownlee]

 

Finalmente, con la mirada perdida en el techo, Alberto Lucani exhalo un suspiro y dijo: -Me siento taaaan solo.-

Luego se giró hacia Orologgio: -Gobernar es tan solitario. Si vos supiéseis ¿En quién puedo confiar? Intento luchar por que mis súbditos me aprecien y mis enemigos me respeten... Y esto es lo que obtengo. ¡Traición! ¡Traición! ¡Y y mas traición!-

Se recostó aun mas en la almohada: -¿¡Sabéis!? No puedo dormir. No concilio el sueño. Intento mostrar siempre mi mejor sonrisa. Parecer fuerte. Pero no me siento así. Ya no se distinguir quienes de los que me rodean me aprecian solamente por el interés, por medrar, por el dinero. Puede que nadie me aprecie realmente como gobernante. Puede que todos los que me rodean quieran mi caída.-

-No hay mas que falsedad y mentiras a mi alrededor. Bajo esta capa de opulencia y aparente virtud se escode la perfidia y la traición. Me odian. Todos ellos. Puedo verlo en sus ojos.-

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13/08/2017, 15:12
Orologgio d'Orivanni

 

Orologgio lo escuchó atentamente al príncipe.  Rara era la ocasión en que alguien tan poderoso te confiaba sus sentimientos, su situación.  Para un científico era la rara ocasión de ser testigo de un raro fenómeno, para observar y entender.  Por otro lado era un compañero humano, con toda su humanidad bajo tensión por la parte del aparato de la sociedad donde estaba, con toda la empatía que merecía cualquier sufrimiento relativo que tuviera.  

Y hacía Orologgio énfasis en lo de relativo, pues un príncipe con riqueza tan fabulosa no tendría los dolores y sinsabores tan básicos, tan principales, de una persona pobre en Vodacce, cosas como pasar hambre por días seguidos, como ver morir un familiar por falta de médico o remedios, o ser abusado en su dignidad por poderosos.  No, era otro nivel, pero aun así el miedo y la decepción, el aislamiento o frustración, la falta de sentido de la vida, tenían forma de lastimarnos a todos en Thea, no importando nuestro estatus o alcurnia.  Y mejorar eso para todos era importante para Orologgio y su corriente de pensamiento. 

Una mejor persona y más feliz, puede ayudar a otros a serlo también. - el joven de Orivanni quería mezclar los elementos de bondad colectiva de la religión y el entendimiento de la ciencia e ilustración, y eso era lo que le daba razón a su vida y le hacía estar aquí.

No puedo dormir. No concilio el sueño. Intento mostrar siempre mi mejor sonrisa. Parecer fuerte. Pero no me siento así. Ya no se distinguir quienes de los que me rodean me aprecian solamente por el interés, por medrar, por el dinero. Puede que nadie me aprecie realmente como gobernante. Puede que todos los que me rodean quieran mi caída.-

Mi príncipe, no puedo más que imaginar las tensiones a las que se somete su alma en esto.  Si a mi escala, las políticas del puerto y los gremios son ya pesadas, sólo me imagino lo que pasa cuando lo que está en juego son ciudades enteras y sus miles de habitantes, cuando son millones de piezas de oro lo que se decide y no unos cuantos cientos.  Pero si algo se es lo que leí del libro de este hombre de Caligara, Scarovese, ¿Cristoforo era?, el que escribió "De los Fines y Medios", era algo que decía que tenemos que ser como leones y zorros a la vez, zorros para detectar las trampas, y leones para mostrar la fuerza.   Los zorros no tienen la fuerza para derrotar a los lobos, y los leones no tienen la astucia para evadir las trampas.  Ser ambas cosas a la vez hay que ser mi príncipe, y una no le quitará lo de la otra. 

Yo lo veo como una ecuación, como si el gobierno fuera una de estas nuevas máquinas que nos inventamos.  Los principados y repúblicas mercantiles de alguna manera lo son, nuevas máquinas, en este caso para mover gente y poder, y hay que entenderlas.  Jajaj, ahora veo a los libros de Scarovese como si fueran su "manual de usuario", jeje.  -le daba risa encontrar similitudes en mundos tan distintos. 

Le acercó un poco del agua pura que le habían dejado en su estancia.  Lo mejor para que se recuperara rápido.  

En esta nueva máquina usted sólo debe actuar funcionalmente.  Si hay intentos de hacerle daño como este, debe tener sistemas que eviten fugas, que maximicen la probabilidad de descubrirlos, y de castigarlos cuando los encuentre con este balance del que habla el libro, "suficientemente fuerte como para no temer represalia", y con esto de "dejarse suficientemente hablar verdad para aprender y demostrar que es un camino para que la gente lo ayude a entender, pero no demasiado para que le pierdan el respeto.".  

Así que no desespere, trátela como una máquina que conoce, y a la que le descubre nuevas propiedades.  Busque quien le ayude a navegarla bien.  Reemplace piezas incansablemente cuando descubra que no funcionan.  La máquina no se va a arreglar sola, sino parte por parte, o con magno rediseño, pero sola nunca.   

Finalmente el poder será siempre nuestra más extraña moneda, fin y medio a la vez.  ¿Nos da paz cuando la vemos como un medio?  Yo creo que si.  ¿Usted para que lo quiere?   ¿Avanzar la ciencia, el arte, el entendimiento?  ¿Para hacer un mundo mejor?  ¡Si!, ambas son un sueño interconectado -sonrió- que vale la pena seguir.  

¿Eso hará que la gente lo quiera?  Si claro, todos están agradecidos con un príncipe que ayuda a toda la isla a prosperar, como todos agradecen una marea que levanta todos los barcos.  Pero eso es como el clima, la gente se acostumbra y no lo agradece si siempre es bueno, y uno no es clima sólo, es también persona y necesita familia, amore, amigos.  

En ello, la traición sería como una enfermedad, el cuerpo siempre será vulnerable a ella, pero trabajarlo para estar sano la reduce, y nos permite gozar la vida. Con el poder uno es empresario y maquinista, orfebre y artesano, trátelo así y será más leve. 

Había dicho mucho, pero era también la rara ocasión de hablar con un príncipe y contar sus sentimientos y pensamientos.

 Y como el empresario, maquinista, orfebre y artesano también tiene que poder llegar a casa a dar un beso, cargar un hijo, ayudar a crecer, reír con amigos, sorprenderse, planear ideas para mañana, soñar, ver la luna, buscar,no descuide eso.  Somos ambas cosas a la vez, y sólo humanos.  No desespere mi príncipe, haga lo mejor, y descanse cuando quiera descansar, pero hay mucho bueno por hacer mientras.

 

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21/08/2017, 18:27
Alberto Lucani

(....)

Queda un rato en silencio, mirando a Orologgio desde su posición decúbito lateral, que tantas veces había visto Orologgio representada gráficamente junto a otras en manuales de fisonomía humana.

(...)

Cargando editor
21/08/2017, 18:28
Alberto Lucani

Habla. Al fin.

-Me ha hecho usted reflexionar. Le agradezco sus palabras joven. Creo que me encuentro algo mejor.-

Sí que era cierto que, a pesar de mantener una cierta palidez en el rostro, su mirada había abandonado un tono de pesimismo para mostrar una mayor viveza.

Se permitió una leve sonrisa. -Deberíamos hablar de nuevo usted y yo en otra ocasión. La verdad es que me gustaría.-

Un alboroto se escuchó entonces al otro lado de las grandes puertas. Voces elevadas, discusión y griterío.

-¿¡Que ocurre hay fuera!?- Espetó el príncipe hacia la puerta, visiblemente contrariado. Incluso se permitió incorporar la mitad superior de su cuerpo.