Partida Rol por web

Las puertas exteriores se abrieron y todos pasasteis al interior. Preparasteis vuestras armas y entonces, abristeis la puerta interior. 

La comisaría apareció silenciosa y completamente normal, al igual que sucedía con el resto de la colonia. Estaba vacía y en silencio. El vestíbulo estaba separada de otra zona por una puerta metálica que sin duda, daría a las celdas. Era una puerta de seguridad, con un panel numérico para acceder.

A vuestra izquierda estaba la cabina de recepción, en una zona que se elevaba un escalón por encima del resto. Desde donde estabais podíais ver la silla en donde debía estar sentado el guardia, y los monitores de las celdas, para vigilar a los presos. También había un aparato transmisor.

A vuestra derecha, había otras dos puertas metálicas que no se veían tan fuertes como las anteriores, pero que estaban igualmente cerradas.

- ¿Pero que mierda es ésta? - Se preguntó a si mismo, pues no había nadie allí. Nadie que él hubiera detectado al menos. 

Sin más, Snake comenzó a caminar siguiendo el rastro de la sangre. La estúpida comandante y el resto de lamecoños, le habían dejado solo, pero no le importaba lo más mínimo. No los necesitaba para nada. El era el jodido Sanke Plissken. Un tanto envejecido y con sus capacidades mermadas, pero aún así, seguía siendo mucho mejor en lo suyo que cualquiera de sus compañeros.

El buscavidas, comenzó a caminar sigilosamente. Comprobaba a cada paso lo que había a su alrededor, delante y detrás. No se fiaba de aquella calma aparente. Sabía que en cualquier momento algo podía desencadenar un infierno. El mismo "algo" que había causado el caos en aquel almacén. 

¿Y qué diantre eran aquellos extraños amuletos metálicos, por llamarlo de alguna forma, que colgaban de todas partes? Fuera lo que fuera, si había hecho desaparecer a toda la colonia, tendrían que investigarlo, pues Snake estaba convencido de que para dar con la presidenta, antes tenía que resolver aquel misterio. 

Nada mas entrar a la comisaría, apuntó a cada dirección en que fijó la mirada, para poder hacer tiro instintivo llegado el caso, pero nada... ni un puto alma... Se acercó a la mampara de cristal que separaba esa zona de la cabina de recepción, para ojear desde fuera las imágenes de los monitores... nada...

-Esto parece que esté muerto, joder....

Dado que no había puerta visible hacia ese cuarto, reculó al lado contrario, al de las puertas, e intentó abrirlas sin tener que recurrir a tecnicismos...

-¿Qué sentido tiene esto? Si fuese una emboscada, ya nos habrían intentado follar vivas; si están reunidos para algo, alguien debería haber de todos modos... Es como si se hubiesen esfumado, o evacuado todo esto.

Se la erizaba el vello de todo el cuerpo; no le gustaba esto una puta mierda...

Entré con el resto del equipo sin mediar palabra y con movimiéntos ágiles, mantenía mi vista y el cañón del arma apuntando en la misma línea de tiro.

Nada. Eso era lo que había.

Mientras que la soldado se desplegaba hacia la zona de control, me aseguré de que la teniente o el sargento me seguían para terminar de asegurar la zona, puesto que quedaban dos puertas por abrir, más la que daba a las celdas.

Hice un leve gesto a quien me acompañaba* con la cabeza mientras que preparaba mi arma, dispuesta a entrar en cuanto la puerta se abriese delante mía. No me gustaba pararme a hablar en un lugar que no hubiese asegurado antes. Quizás por eso había llegado a comandante y sobrevivido a tantas misiones de campo.

Aún sabiendo en el fondo que no encontraría nada tras esas puertas, debía asegurarme. - Maldito Snake... lo habrá jodido todo ya... - Pensé lamentándome en aquel momento de dejarle ir, pero no era su jodida niñera y si se había separado y si moría, problema suyo... - Que coño... un problema menos para todos.

Entramos y nos esparcimos por la sala. Apuntaba con mi rifle de asalto, esperando ver a alguien o notar algún movimiento. No había ni dios. Me quedé más relajado y me colgué el rifle del hombro. Fui a la cabina de la entrada y me introduje en ella. Observé los monitores para ver qué salía en ellos y si veía gente. Encendí el aparato trasmisor para ver si funcionaba y si alguien estaba trasmitiendo algo. A la par, la comandante y la teniente se dirigían hacia las puertas de la derecha.

Aquello hacia tiempo que se había salido de lo normal ¿donde demonios se había metido todo el mundo? La habitación en un vistazo rápido tenia mucho que investigar, pero primaba la seguridad del grupo había que registrar todo a fondo antes de relajarse.

Irisa se coloca junto a la comandante y con su arma lista. Asiente con la cabeza para anunciar que esta lista para seguir comprobando el edificio.

Jericho se dirigió hacia la recepción y en concreto, hacia el transmisor. Parecía funcionar, pero por lo que fuera, solo se podía oír estática. Sin embargo, halló algo más interesante. Delante de él estaban los monitores internos y a través de ellos podía verse a varios presos, sobre los cuales había una lista en la libreta de ingresos:

Akooshay

Zimmerman

Benchley

Williams

Williams estaba tranquilamente sentado en su celda. Las cámaras también permitían ver la entrada principal y la trasera, que continuaban vacías.

Vasquez abrió una de las puerta metálica lateral, la que se encontraba más ceca. Casi sin esforzarse, notó como se abría y algo empujaba para salir, una mujer.

Mientras todos os poníais en guardia, la mujer se ponía medio en pie, pero estaba claro que no estaba bien. Estaba más pálida d lo habitual, y parecía como si estuviese drogada y alucinando. Sus movimientos eran sinuosos e indeterminados, y movía las manos por delante de ella como si fuese capaz de ver algo que vosotros no podíais.

Por su uniforme, se trataba de una agente de policía y todavía llevaba su pistola reglamentaria guardada en el cinturón.

Avanzaste por el pasillo con el arma a punto, fijándote en que las paredes, los muebles y por supuesto el suelo, estaban manchados de sangre por todas partes, aunque seguías sin encontrar nada que indicase la presencia de hombres o mujeres por allí.

Tras seguir unos metros, te detuviste. Asomando desde uno de los muebles laterales, había medio brazo, que parecía además ser de mujer. No se movía ni tampoco podías saber si quien estuviera dentro, se encontraba vivo o muerto, a no ser que abrieses el mueble.

- Hummm... - Murmuró Snake. 

Aquello no le gustaba ni un pelo. Era evidente que aquel brazo colgante no pertenecía a nadie al que le latiera el corazón. De lo contrario, no colgaría de esa manera y en aquel lugar tan extraño. Sin embargo, si quería empezar a entender lo que estaba sucediendo allí, tendría que aventurarse a abrir aquel mueble.

Snake se acercó pistola en mano. Caminaba despacio y tratando de no hacer ruido alguno. Cuando se encontró frente a aquel brazo, tomó aire y sin respirar, agarró el portón y comenzó a abrirlo poco a poco, tratando de que las bisagras no chirriaran si era eso lo que pretendían hacer.

-Espabila ¿que demonios te pasa? Irisa cabreada por la ida la aliada de la agente le propina una patada en la espinilla esperado que reaccione. Sabe bien que ese es un punto clave para causar dolor. -¿Donde está la presidenta? Preguntaba mientras le apunta atenta al arma que lleva la agente.

Algo raro pasaba aquí. Los presos estaban en sus celdas, pero no había ni Peter por ningún lado.

-"Comandante, venga rápido. Gracias a los monitores, desde aquí controlo las entradas a la cárcel y su interior. Podemos usar este edificio como cuartel general. En las celdas que hay detrás de la puerta acorazada hay gente, podemos ir a interrogarles."

Justo en ese momento Vásquez abrió una de las puertas laterales y apareció una de las policías de la colonia, totalmente drogada. Parecía ida, moviendo los brazos como si quisiera espantar moscas. Una extraña melodía resonaba en la mente de esa persona, la cuál danzaba al compás. Miré a las celdas, pero no vi que los que allí había hicieran lo mismo.

En cuanto vi a la mujer aquella, la encañoné directamente a la cabeza con mi arma. Su actitud no era normal, parecía drogada, tal y como decían los demás y eso me preocupaba. Primero porque la patada en la espinilla que le había propinado la teniente, de estar drogada, ni lo sentiría, pero podría tomárselo como una agresión y volverse violenta. Y nada peor para reducir que un drogado agresivo. Lo segundo, que portaba su arma en su funda. Quizás estuviese tan ida como para no saber ni que la llevaba, pero no por ello había que bajar la guardia. Lo tercero... ¿porqué la habían dejado aquí, armada y sin encerrar en una celda?

La teniente hizo las preguntas pertienentes, mientras que mi arma no dejaba de apuntar a aquella mujer. Pero el sargento comenzó a desvariar un poco. -Tenemos cuatro horas, no una semana. No necesitamos un cuartel general, no hemos venido a interrogar a nadie, solo a rescatar a la Presidente. Si no está en esas celdas, nos movemos. Estarán todos más seguros ahí dentro que fuera. - Le dije al hombre.

- Pero si se quiere quedar aquí con ellos, no se lo impediré, sargento. Tengo claras mis prioridades y órdenes, así como la misión y usted debería tenerlas también. - Quizás debí mandarle con Snake a que desmontasen juntos la cerradura de la puerta. Al menos estarían entretenidos "haciendo cosas de hombres".

Ante la respuesta de la comandante, la miré un momento fijamente, y respondí con la cabeza afirmativamente.

-"Las tengo claras comandante, no se preocupe. Aquí no se encuentra la Presidenta."

Apreté los dientes y me guardé mi opinión para mí. Estaba claro que no veía más allá de lo que la dejaba el flequillo de su pelo. El tren se marcharía en breve, sino se había ido ya, con las armas pesadas dentro. Tardaría en venir cuatro horas, o vete tú a saber sino más. ¿Dónde nos guareceríamos a esperar hasta que viniera? ¿Tal vez en la cantina de la colonia, junto a los secuaces de Man o'War? Estaba claro que en esta sociedad matriarcal ya ponían a la que fuera en cualquier puesto, sólo por ser mujer.

Este sitio era estratégico. Era como un búnker, nos podíamos hacer fuertes aquí llegado el caso. Teníamos cámaras que controlaban los accesos y el interior. Presos que nos podían dar información inmediata de lo que ocurría en este lugar y que tal vez supieran cuál era el paradero de la Presidenta. Darnos información de dónde se ocultaban los proscritos y cuál era su número, qué armas tenían, etc. Información valiosa que cualquier mando militar sabía aprovechar y utilizar en su beneficio.

Un escalofrío recorrió mi espalda hasta la nuca. No me daba buena espina esta misión viendo lo extraño de la situación. No se veía a nadie por los alrededores. La cárcel dejada a la merced del que viniera. Una policía escondida y drogada...

-Todo esto es muy raro, joder...

Tras la aparición de la agente de policía... visto como actuaba, y que no respondía a las preguntas claras que se le había hecho, Vásquez veía nítidamente cómo actuar...

Se situó detrás de la agente, la quitó el arma de la funda con un movimiento rápido, para después de meterse "la pipa" dentro de la trasera de la cinturilla, asirla fuertemente de una muñeca, hacerla girar para que estuviese encarada a ella, y la propinó un sopapo de revés; nada que pudiese matarla, pero que la hiciese espabilar. Después, con un movimiento fluído de la misma mano, otra hostia a mano abierta en la otra mejilla, para equilibrar...

-Te han hecho una pregunta. ¡Responde!

Si eso no ha funcionado... esta debe estar para psiquiatría..., pero que antes me cuente que tripis le han dado, que yo quiero uno.

Te acercaste sigilosamente al armario y cuando abriste la puerta, estabas preparado para acabar con cualquiera que saltase sobre ti o intentara hacerte algo.

Pero no hizo falta.

En cuanto lo hiciste, el brazo cayó al suelo, mostrando así lo único que había quedado de su dueño. El miembro había sido cortado limpiamente por algún tipo de arma muy afilada y de tamaño importante, como una espalda o un gran cuchillo. Evidentemente, quien quiera que sufriese tal herida, debía estar muerto a esas alturas.

Lo importante era que allí si no había nadie, no era porque se hubiesen ido de pícnic. Evidentemente, había tenido lugar una carnicería.

La policía no respondía. en lugar de eso, siguió moviendo los brazos y las manos, cortando el aire, girando las muñecas y mirando a ninguna parte, mientras parecía hacer oídos sordos a lo que le preguntabais.

O bien no quería contestar, o no entendía lo que le estabais diciendo.

La hostia de Vasquez ni siquiera le hizo reaccionar. Miró a la soldado y a continuación, siguió haciendo lo mismo.

Pero al menos, no parecía peligrosa... por el momento.

Se volvió a la Comandante, y emitió un diagnóstico preciso de la situación mental de la persona de marras...

-Está ida

... Lo que fuese que se había tomado, o follado mentalmente, la había jodido bien...

Cogí la libreta de ingresos con los nombres de los presos, me la guardé en un bolsillo y salí de la cabina de guardia. Volví a coger el rifle de asalto y esperé a que nos fuéramos de allí en busca de la Presidenta. La policía, después de recibir dos buenas guantadas, ni reaccionó. Como decía Vásquez, estaba ida.