Partida Rol por web

Sanke miró dentro del armario. No quedaba nada del resto del cuerpo al que pertenecía aquel antebrazo. Parecía un brazo de mujer por su apariencia y por aquella pulsera. Sabkese agachó junto al escozo para asegurarse de ello y agarró la pulsera llevándola a su bolsillo. 

Acto seguido decidió seguir avanzando. Tenía que descubrir que demonios había pasado allí. No es que tuviera tiempo que perder, sino todo lo contrario, pero realmente estaba convencido que lo que estaba haciendo sería beneficioso para encontrar el paradero de la presidenta.

-Devolvamos la al agujero donde la encontramos. Vazquez toda tuya. Irisa guardaba su arma temporalmente al ver que la muchacha estaba desarmada y solo parecía haberse corrido una buena juerga.

Se introdujo en la cabina para ver  por los monitores a las personas que había en las celdas. Quería formarse una opinión propia, no había llegado a donde estaba por solo limitarse a seguir ciegamente las ordenes de sus superiores.

Te asomaste a los monitores y viste a los presos en las distintas cámaras, a Williams en una celda, aislado, y a los otros juntos. También podía verse como la colonia continuaba tranquila y vacía.

El brazo era de una mujer, y joven. Dado que allí en la colonia solo había prostitutas y policías, había pertenecido seguramente a una de las dos.

Dejando el brazo donde estaba, continuaste tu inspección, pero aparte de más elementos decorativos a los que nadie en su sano juicio se acercaría, y sangre por todas partes, no había nada llamativo, hasta que sin querer, pisaste algo más duro de la cuenta. Al mirar bajo tu pie, viste...

Una prueba más de que allí había ocurrido algo y que si no había nadie no era simplemente porque estuvieran durmiendo la mona tras la borrachera.

- No, detrás de esa puerta no. ¿Queda alguna celda libre o podemos dejarla en una a ella sola? - Pregunté a quienes habían visto los monitores, sin dejar de apuntar a aquella mujer. Colocada o loca, era un peligro. - No me gustaría que abriese la puerta e hiciese alguna estupidez. En la celda estará controlada y segura lejos de las manos de los hombres. - Le dije a mi equipo.

- En cuanto esté segura, iremos a ver en que lío se ha metido Snake, si es que ha terminado de hacer el idiota con la cerradura... - Claro que nos haría falta el código para cruzar a la zona de las celdas. - Si no podemos acceder al otro lado, bloquearemos la puerta con algo para que no pueda salir.

No es muy grande. Ya lo has visto todo XD

La Teniente sale de la cabina. - Comandante parece haber dos celdas libras, a no ser que el angulo de las cámaras me lleve a error. Además le alegrara saber que el abuelete aún no la ha liado demasiado, todo siguen en calma fuera.

Irisa al oír a la Comandante sonrió.

Le encantaba la idea de jugar con aquel panel numérico. - Supungo que nadie tiene la clave ¿verdad? Se agacha junto a él y saco un destornillador con el que comenzó a desmembrar el panel buscando los cables de apertura de la puerta. Quien la observara mientras estaba concentrada en la placa de circuitos de ese trasto podía ver como sus manos por primera vez trabajaban sincronizadas.

Atento a la policía ida, también respondo a la comandante.

-"Sí, hay alguna vacía."

Sigo con la mirada cómo la teniente va hacia la puerta acorazada e intenta abrirla, cosa harto complicada. Se tiene que defender bien con la tecnología, yo no me apaño con esas cosas. Lo mío son las armas y dispararlas. Me quedé pensando en qué habría llevado a esta policía a pillarse un ciego tan enorme: una droga experimental, aire contaminado, un arma química de los rebeldes...

Poco o nada había que sacar más de allí. Snake estaba convencido de que hallaría algo bueno en aquel almacén de suministros, pero salvo algunos trozos humanos, no había nada. Y con decir "nada", se refería a la más ajustada definición de la palabra. Plissken estaba decepcionado conmigo mismo. Su corazonada le había fallado. Estaba perdiendo facultades y lo peor... quedaría como un idiota frente a las tres zorras y su esclavo.

Snake regresó tras sus pasos al trote cochinero, al más puro estilo Harrison Ford en la última entrega de Indiana Jones. Los años no pasaban en balde para Indi, pero tampoco para Serpiente Plissken, por mucho que tratara de negárselo a si mismo. Había perdido un tiempo precioso y había hecho el ridículo frente a sus compañeros, cortocircuitando una puerta que ya estaba abierta. Tenía que empezar a recuperar su honor.

Snake corrió, a su anciana manera, para introducurse en el recinto carcelario. Esperaba encontrar a su equipo. Era evidente, que en sus condiciones actuales, iba a necesitarlos si no quería que su primer fracaso en una misión de ese calibre, se convirtiera en el último.

— ¡Mierda Sanke, en lo que te has quedado! — Se dijo a si mismo.

Mientras estabais ocupados mirando las cámaras y pensando qué hacer, las puertas interiores se abrieron y Snake apareció en la entrada. No parecía estar mal ni que le hubiese sucedido nada.

Solo tenía aspecto de estar cansado y viejo, que era más o menos lo mínimo que se podía decir de él, al menos a vuestro juicio.

Saliste del almacén de suministros igual que habías entrado. Las calles continuaban vacías y sin rastro alguno de nadie, e igual de silencioso. No tardaste en llegar a la cárcel y entrar en la zona de paso.

Cuando la puerta interior se abrió, una vez cerrada la exterior, viste que en el vestíbulo estaban Grace y Vasquez, junto con otra mujer, joven, una especie de policía, por lo que podías decir de su uniforme, pero que daba la sensación de estar ida o colgada del todo. 

Detrás de ella, a mano derecha, había una puerta metálica abierta y al lado, otra sin abrir.

A tu izquierda estaba la cabina de recepción, separada por una reja metálica, y en ella estaban Jericho e Irina.  Y justo delante, al fondo, otra puerta que debía dar a las celdas, cerrada y con un panel numérico para acceder.

— Buenos días... — Le dijo a la policía colgada,pasando bastante de ella. 

Entonces se adelantó hasta situarse junto a Grace, la traga sables. Mirando directamente al panel numérico le habló.

— Nada en el almacén de suministros. Sólo trozos humanos... — Desveló. — ¿Por aquí? No parece que hayáis avanzado mucho, tampoco... — Dejó caer.

Para tener controlada a la agente, la tenía sujeta desde detrás, asiéndole un brazo retorcido, mientras el otro la sujetaba por el pantalón; si se ponía tonta, un rodillazo a la parte trasera de su rodilla, y mordería el suelo, pero no parecía que fuese a darse el caso...

-Si me permiten una idea... podemos dejarla donde la encontramos, con la pistola y todo; a fín de cuenta, es una policía: si se recupera, sabrá qué hacer.

... Porque parecía que la puerta se resistía, que si no, lo de dejarla en una celda, tampoco parecía descabellado, aunque no le hacía gracia dejarla encerrada como a una delincuente.

En estas, apareció la vieja gloria, y lo que dijo... ¡tócate los cojones!

-¿Trozos humanos?

Lo dijo con cara de asco; no dijo cadáveres, sino trozos...

-¿Había rastros de lucha o algo así, o solo... eso?

— Eso he dicho, trozos... — Afirmó el buscavidas. — Un antebrazo de mujer y una oreja concretamente. Y sangre, mucha sangre. — Afirmó sin inmutarse un ápice. — El anantebrazo fue seccionado con un corte limpio. — Carraspeó. — ¿Y por aquí? ¿Algo que compartir? — Preguntó esperando reciprocidad. En el tiempo que habían estado allí dentro tendrían que haber hecho algo más que contemplar a la poli y la puerta. Al fin y al cabo eran cuatro.

Serpiente entró sin ser advertido por nadie. Me giré rápidamente, apuntándolo, pero al ver que era él, bajé el arma.

-"Por aquí sólo hemos encontrado a esta chiflada. Está super colocada o algo así. Algo ha pasado en la colonia, está claro... y si has encontrado restos de sangre..."

Volví a ponerme en la cabina, vigilando los monitores. No quería que nadie viniera y nos pillara en bragas, como hizo Serpiente. Al final, parece que nos demoraríamos un rato más aquí.