Partida Rol por web

- Esa niña es un diablillo. - Comentó Robert. - ¡Me gusta! - Añadió justo antes de soltar una carcajada. 

Parecía que por fin Grace y Man'o'War iban a reunirse con la niñita. Mya los tenía bien puestos, aunque realmente le preocupaba bastante que fuera a acompañarles a la Torre. Al fin y al cabo, pelearse con una niña algunos años mayor era una cosa, pero estar en medio de un enfrentamiento armado una muy diferente.

- Se ve que soy Vásquez... - Apoyó a la soldado. - Gru es el padre hace sólo unas horas, pero a Mya ya see ha pegado todo lo malo. - Soltó una nueva risotada.

Por primera vez en muchos años se sentía bien. Libre y en familia. Algo que no pensaba volver a sentir pues hacia décadas que no E encontraba tan a gusto. Esperaba que todo saliera bien y pudieran salir del infecto agujero que era Marte. Robert se merecía una jubilación tranquila en un lugar tranquilo y por una vez, lograr ser feliz.

- Sí. Perfectamente. - Respondí a Amy con cierta frialdad. No sabía a que jugaba realmente y aún estaba incómoda por lo ocurrido allí minuros antes.

Me senté junto a mi amado. Cada vez me sentía más dependiente de él. Ya no solo por el cabrón de la torre, sino por lo ocurrido allí mismo hacía nada. Yo era incapáz de controlar aquello. Esa forma de hablarme, esa manera de tocarme que viniese de un hombre... uno que no fuese mi prometido. Prometido, que bien me sonaba aquella palabra en aquel momento. Miré el anillo que Gru había puesto sobre mi dedo y recordé su declaración y sonreí nuevamente para mí.

Entrelacé mis dedos con los suyos bajo la mesa, mientras esperaba que llegase nuestra comida. No tenía mucha hambre, básicamente por el golpe en el estómago. La verdad es que me daba miedo comer, pero sabía que alguno se enfadaría conmigo si no lo hacía. En ese momento me fijé como Irisa comía con prisa. - Cuidado teniente. No sea que te siente mal comer tan deprisa. - Le dije a la mujer.

Instantes después, Amy nos trajo la comida. Mi amado estaba bastante callado y tranquilo y cuando le solté para que pudiese comer, pude ver las marcas en sus puños de los golpes realizados recientemente. No pude evitar mirarle con dulzura y acariciar su hombro antes de obligarme a comer un poco mientras Amy comenzaba a hablar con Claire y me alegré de que pronto apareciese Mya.

Escuché atenta la historia sobre Amy y las peleas de los críos. No esperaba que la niña fuese así y menos aún que acabase siendo tan fuertemente influenciada por... - ¿Su padre? - Miré a Vásquez cuando soltó aquellas palabras y luego miré a mi amado y le sonreí. - Sí, está claro que te está copiando. - Dijo con una sonrisa en el rostro.

Había que corregir esa conducta, eso lo tenía claro, pero no en aquel momento. Antes debían salir de allí. Si lo lograban, ya tendrían tiempo de conseguir que Mya no se convirtiese en una macarra de ocho años. Luego miré a Snake. Otro que aprovaba el comportamiento de Mya. La verdad es que me hizo gracia también pero por otro lado me preguntaba que pasaba por su cabeza. No llevaba tanto tiempo a nuestro lado como para que copiase así a mi hombre y siempre estaba con su madre a las vueltas.

Era consciente de que las situaciones de riesgo y de peligro unían más a la gente. Eso fue lo que me ocurrió con mi equipo, con todos ellos y con Man o'War y puede que fuese lo que nos ocurriese con Mya y a ella con nosotros. En el fondo la pequeña sabía que su madre no volvería. Había visto de cerca a esos poseídos y a estas alturas ya debía ser consciente de que su madre era uno de ellos, porque la vio con sus propios ojos. Algo también a tratar cuando saliésemos de allí.

- Estoy deseando verla. - Dije al fin, volviendo a comer con lentitud aquel estofado. - Y no me interpretes mal, Amy, pero estoy deseando irme de aquí. Creo que todos los que estamos en esta mesa, lo estamos deseando. - No podíamos perder mucho más tiempo. Cuanto más estuviésemos allí, más caos habrían en las calles y lo mejor era que saliésemos de aquel mundo lo antes posible.

Aún me preguntaba como lograríamos llevar a Mya y meterla en medio de aquellos combates que sin duda nos entontraríamos. Era valiente, pero nos estábamos cargando su inocencia... aunque todo el equipo sabía que se la dejábamos allí, moriría en cuestión de tiempo... si no lo hacía en manos de aquellos salvajes, sería convirtiéndose en uno de ellos.

De regreso al comedor, vi como Amy se acercaba a nosotros, preocupándose por Amy. En realidad, me daba lo mismo que lo sintiera o no, que se preocupase por ella o no, mientras me dejasen a mí intervenir cuando fuera necesario. Aquel lugar, como tantos otros, estaba lleno de mierda y al final, solo estábamos nosotros dos. Ni Snake, ni Jerico, ni Irisa ni Vasquez…, nadie más que Grace y yo, para defendernos de cualquier cosa que pudiera sucedernos.

Gruñí levemente cuando oí su disculpa, pero no dije nada. Me senté a la mesa y simplemente, esperé a que trajese algo de comer. Sin dejar de mirarla de reojo, agarré la cuchara y empecé a llenar el buche, que ya no recordaba cuando había tomado algo por última vez. Era lo que tenía estar en una jodida guerra, porque por mucho que llamasen a aquello de otra manera, era eso lo que teníamos encima.

Una guerra de mierda.

Mientras comíamos, la Amy llamó para que trajesen a la mocosa, sobresaltándome que se dirigiera a nosotros como “sus padres”, aunque me di cuenta de la duda que le invadió antes de hacerlo.

Sus padres…

No me había considerado como tal, pero sí, era eso lo que constituíamos para Mya, porque nadie más había cuidado de ella, de ninguna otra manera, al menos desde hacía unas horas. Dudaba que fuese a olvidarse de su verdadera madre, pero no por ello íbamos a perder significado para la mocosa. Le habíamos salvado la vida, la habíamos protegido y cuidado, y también habíamos sufrido por su ausencia.

Sí, éramos lo más parecido a sus jodidos padres en aquel jodido planeta en mitad de aquella jodida guerra de la cual, no sabíamos si lograríamos escapar o no con vida.

Amy parecía muy satisfecha de sí misma, pero a mí no me la iba a dar con queso. Era entregárnosla, o esperar que arrasara el lugar para encontrarla, así que simplemente, estaba salvando su culo y el de los suyos. Además, todavía estaba el tema de lo que le había ocurrido. Al contárnoslo, casi me atraganté con la comida.

Maldita sea. Es una jodida esponja, pensé.

Me gustaba aquella actitud independiente y agresiva, pero con un gilipollas era ya suficiente. Ella debía parecerse más a Grace que a mí. Yo… no era un buen modelo

A nuestro lado, Vasquez dijo lo que todos pensaban, que había salido… a mí.

Snake se lo tomó más a broma. Además, se veía cómodo rodeado de gente en quien confiaba. Sí, yo también me sentía cómodo, pero no bien. Cuando veía en otros lo que era habitual en mí, detestaba en lo que me había convertido. No tuve ánimo para sonreírle, ni tampoco para devolverle la sonrisa a Grace, que parecía satisfecha porque todos nos considerasen como sus padres y sobre todo, a mí.

Seguramente, la pérdida de su madre y todos los peligros que habíamos pasado, la había endurecido y ella, de manera automática, se había acercado a la persona más fuerte, o en apariencia, más dura, que pudo encontrar. No había que ser un puto psicólogo para entender aquello. Podía ser algo pasajero si salíamos de allí, pero también podía convertirse en su jodida forma de ser para siempre y eso… no estaba bien. ¿Pero es que había dispuesto de una oportunidad para ser otra cosa que no fuera… dura?

-Eso es lo que os pasa por dejar que fuera ella quien se defendiera sola. Esa niña no ha conocido más que mierda desde que nos la encontramos. ¿Qué esperabas? ¿Qué esperábamos todos? –dije en voz alta, apartando el plato de comida, del cual solo había tomado la mitad, y poniéndome en pie -. Ella es dura; debe serlo para sobrevivir entre toda esta mierda que nos rodea y ahoga. Si salimos de aquí, podrá sacar la cabeza para respirar, porque mientras esté sola, tendrá que defenderse con lo que tenga.

Estaba cabreado por todo. Por la vida, los putos fantasmas marcianos, aquel grupito de gilipollas bien avenidos, empezando por la novia bollera de Snake y terminando por la Olsen, que esperaba no volver a ver, y por supuesto, la puta Hauk, que debía estar dando por culo por alguna parte, sustituyendo a la jodida presidenta. Todo en aquel planeta apestaba, incluidos nosotros.

-Vuelvo a decirlo. Hay que salir de aquí de una jodida vez. En cuanto llegue Mya, nos vamos, con o sin los demás –dije, volviéndome hacia Grace -. Nos va-mos.

Miré con preocupación a mi amado. Estaba enfadado y alterado y lo entendía. Yo también lo estaría de no ser por la medicación suministrada por aquel doctor. No sabía que me había metido pero me mantenía bastante tranquila y lo cierto era que, aún sin aquella medicación en mi cuerpo, no me gustaba verle así. No cuando estábamos en familia.

Le observé al levantarse y al hablar de aquella manera. Sabía perfectamente a que se refería. - Quizás no te consideres el mejor modelo a seguir, tesoro. - Le indiqué a mi hombre. - Pero en ese momento fue a quien necesitaba a su lado. Quien necesitaba ser. - Agarré su mano con ternura, buscando calmarle.

- Te ve como un héroe, salvaste a Mya, me salvaste a mí e incluso salvaste a Irisa y ella lo sabe. ¿A quién iba a imitar si no? ¿A mí que con que simplemente me toque un hombre...? - Guardé silencio. Él sabía de lo que hablaba. Todos sabían de lo que hablaba.

- Anda, siéntate y come... - Besé su mano buscando calmarle un poco. - Necesitarás todas las fuerzas que puedas reservar, para encargarte de mí cuando salgamos de aquí. - Le sonreí con gesto travieso.

Siempre había oído que los hombres eran todos unos obsesos sexuales, pero desde el primer beso con Gru, desde que pasamos aquellas horas juntas en la misma cama del tren regresando a la ciudad o más bien desde el momento que estuvimos juntos por primera vez en la cama del motel, donde nos fundimos en uno, me sentía como ellos y solo quería disfrutar de él y de todo lo que me había perdido a lo largo de mi vida.

- Cuando comamos, cogeremos nuestras cosas y nos iremos. - Le indiqué dándole la razón con aquella parte, pero sabía que no nos iríamos solos. - No tenemos mucho más que hacer aquí. - Miré a Amy. Quizás ella requiriese nuestra ayuda aún pero tendría que ser durante aquel rato de paz, porque en cuanto no quedase comida en nuestros platos, estaba claro que acabaríamos marchándonos de allí con la pequeña.

Pocos segundos depués de que Grace hablase, la puerta se abrió y entró Claire, llevando a la pequeña Mya de la mano. La niña tenía, tal y como se había avisado anteriormente, un ojo morado y en su mano un oso de peluche al que le faltaba un ojo. La pequeña llevaba ropa limpia y se notaba que había sido aseada. En cuanto vio a Grace y a Man se soltó de de Claire y corrió hacia ellos.

La niña alcanzó primero a Grace y se abrazó a ella con fuerza. - ¡Grace! - Exclamó la pequeña en sus brazos. Su cara mostraba la felicidad de reencontrarse con ella. Estuvo un rato abrazando a la mujer y luego miró a Man. Su ojo no solo estaba morado, sino que algo inflamado, pero eso no evitó que fijase su vista en aquel hombre tan grande.

Sonrió al grandullón y se soltó de Grace para abrazarse con fuerza a Man. - Gru. - Susurró al abrazarse a él, llorando de felicidad al verles a los dos bien. La pequeña no se había olvidado de lo ocurrido en el comedor y del miedo que pasó y por un momento volvió a temblar al buscar con la mirada a la mujer causante de aquel dolor entre ellos.

Su separación.

Al ver que no estaba se relajó y sonrió a aquel viejo calvo y volvió a mirar a Grace, a quien se volvió a abrazar de nuevo. Era como si no supiese con quien estar de los dos o más bien, quería estar con los dos a la vez. No soltaba a su oso de peluche, el que le había costado el moratón en el ojo y algún cardenal más y al final logró abrazarse a ambos a la vez. No dijo nada. No preguntó nada. Solo les abrazaba.

Aprovechando la distracción generada por la pequeña, Irisa le dio el cambiazo al plato de Grace y siguió comiendo con aquel ansia que tenía. - Os he echado de menos. - Dijo por fin la pequeña sin soltar a ninguno de sus dos protectores.

- Pues todos todos de acuerdo... - Dijo Robert cuando propusieron salir de allí cuanto antes.

Lo cierto era que ya había saciado su rugiente estómago, y si no podía irse a dormir y reposar su maltrecho cuerpo, que no podía, mejor iba a ser largarse de allí cuanto antes. Se introdujo la mano en el bolsillo y localizó la tarjeta, su único medio para huir de los fantasmas marcianos.

- No queda otra... - Comentó en un murmullo. - No queda otra.

Y ciertamente no quedaba otra. Tenían que salir cuanto antes de Marte y regresar a la Tierra. Al fin y al cabo eran dos infiernos, pero la Tierra seguía siendo su hogar y Marte no era más que un vertedero feminazi.

Terminó de comer, y se aguantó la risa cuando vió el cambazo de platos.... mejor dejarlo estar...

Le preocupaban una serie de asuntos, pero fiel a su filosofía pragmática, ya se irían abordando uno tras otro; el primero de la lista, el traspaso de poderes que iba a tener a no mucho tardar; le preocupaba, y bastante; era de prever algún tipo de jaleo, quizá no en ese momento, pero sí una especie de golpa de estado a no mucho tardar; no le parecía que la tipa aquella fuese de las que se dejasen adelantar, y parecía querer llevar las riendas en todo momento... mala cosa.

Pero de momento... había un impás de calma, pero por si acaso, procuró tener siempre una pared a sus espaldas; viejas manías.

Ver entrar a Mya me hizo llorar de emoción. Esa pequeña se había convertido en algo verdaderamente importante para mí a pesar de sus quejas cada vez que nos ve a mi amado y a mí besarnos o su "mi mamá dice...". Así que tenerla de nuevo entre mis brazos y ver que estaba bien, a pesar de aquel amoratado ojo, me hizo sentirme bien y completa de nuevo.

No dije nada. Tan solo la abracé y besé su cabeza y su cara unas cientos de veces para luego acariciar su rostro y sonreírla. - Ese color no te queda nada bien. Tendré que enseñarte a maquillarte más adelante. - Le dije ilusionada a la pequeña y la dejé ir con Gru cuando sentí que quería estar con él.

Ver como la niña se abrazaba a él con tanta fuerza me llegó muy dentro. Amy no se había equivocado tanto con aquellas palabras, mi hombre y yo éramos lo más parecido a unos padres que tenía ahora y ella parecía saberlo. Dudaba que lo entendiese aún pero de alguna manera, ella lo sabía. Había demostrado ser una cría muy lista. Les miraba embobada y vi que la enana se lanzaba de nuevo hacia a mí, pero esta vez para hacer que los tres nos fundiésemos en un mismo abrazo.

Besé la frente de Mya para luego mirar de reojo a Gru y besar su mejilla. A pesar de todo lo malo que había pasado entre medias, aquel estaba siendo un día perfecto y esperaba que todo fuese a mejor y que mi amado y yo pudiésemos cumplir la promesa hecha unas horas antes en aquel apestoso lugar.

Cerré mis ojos, no quería separarme de ellos. Quería estar en un lugar tranquilo y apacible, sin más batallas que las que te pueda dar una casa y el estrés de un trabajo. Quería ver crecer a Mya a nuestro lado, dormir cada noche acurrucada a mi amado y despertar a su lado cada día. Poder pasear los tres juntos sin miedo a ser arrestados por los cargos que...

En ese momento me separé de ellos y miré a Gru con preocupación. - Marion... Marion tiene cargos en la Tierra, como Snake. - Miré a Robert. - Eso será un problema para los dos. - Miré a Gru. - Un problema para nosotros. - Aunque lo primero era salir de allí, aquello me preocupaba. Mis ojos se centraron en Mya.

- Me gusta tu peluche. Me recuerda a alguien. - Dije al ver que le faltaba un ojo y miré a Gru. - Comamos y salgamos de aquí. - Añadí. Seguía sin apetito, pero después de la charla que le había dado a mi amado con la comida, no podía dejar el estofado casi sin tocar. Pero antes me giré hacia la joven. - Gracias por cuidar de nuestra pequeña. - Le dije a Claire.

Luego miré mi plato y... ¿estaba vacío? ¿Cuándo me había comido yo todo eso? Vi que casi todos habían terminado, salvo Irisa, que no paraba de comer y ese plato no se vaciaba nunca. Estaba claro que había pasado. Pero no dije nada. Me había hecho un favor y solo esperaba que mi amado no se hubiese dado cuenta del cambiazo tal y como no me di cuenta yo.

Volví a mirar a Mya. - ¿Qué tal la comida? ¿También te dieron estofado como a nosotros? - Pregunté a la canija al tiempo que mi mano cogía el plato de mi amado y se lo acercaba de nuevo, invitándole así a terminar de comer.

Mya entró como un vendaval en la sala. Marchaba de la mano de Claire y tenía su ojito casi tan oscuro como mi parche, además de un oso de peluche que guardaba un claro parecido a mí.

Joder, qué cosas, me dije, antes de que se me escapara una sonrisa nada más verla.

Pero su reacción fue rapidísima. Mya se soltó y corrió a abalanzarse sobre los dos. Grace fue la primera en cerrar sus brazos entorno a ella, pero yo no tardé demasiado en acercarme. Ver a la mocosa radiante y a Grace como si estuviese rodeada de estrellas, era algo a lo que no estaba acostumbrado.

No esperaba comportarme con aquel blanderío, pero me sentía con ganas de dejarme llevar por las mismas emociones que había desterrado hace años. Pero era imposible resistirse a aquella carita y a sus bracitos alrededor de mi deforme cuerpo.

-Hola, pequeña –le dije, levantándole la cabeza para mirarle mejor aquel ojo -. Ya veo que te lo han hecho pasar mal, eh, pero eres una chica fuerte. Así me gusta. Estoy orgulloso de ti.

Quizás Grace desaprobara mi comentario, pero era un mundo de mierda y convenía más ser duro que tener que lamentarlo después. No era ideal… pero sí práctico.

Mientras Mya nos abrazaba y nos decía cuánto nos había echado de menos, yo no podía más que centrarme en Amy, Claire y la furcia de Regan, que aún no había aparecido. Grace actuaba de madre y sabía que estaba orgullosa de que yo actuase como algo parecido a un padre. No lo había hecho en tres décadas, pero era algo que no se olvidaba, porque lo llevaba muy dentro de mí.

No sé cuánto tiempo estuvimos abrazados, pero se sintió como si fuésemos una auténtica familia. Extraña como una mierda morada, eso sí, pero una familia al fin y al cabo, y la única que tendríamos. Para Mya, quizás no fuésemos la última, si conseguíamos sacarla de allí con vida y darle un futuro, pero para Grace y para mí, era nuestra última oportunidad para sentir que formábamos parte de algo.

Cuando nos separamos, Grace pareció preocupada. La Tierra se asomaba en el horizonte como una jodida espada de Damocles. Yo cogí su mano y negué con la cabeza.

-Lo primero es salir de aquí. Snake es un jodido superviviente y yo también. Encontraremos un lugar, no te preocupes. Pero ahora, hay que sobrevivir.

Entendía todo lo que suponía regresar, pero también que era nuestra única opción real. Coger la nave y largarnos, un plan simple… aunque no sencillo.

Claire permanecía de pie, contemplando la escena, y cuando Grace le agradeció que hubiese cuidado de Mya, lo cual yo acompañé con un gruñido a mi propio estilo, dio la sensación de sentirse bien.

Lo cierto era que allí ya no teníamos nada que hacer, salvo darle mis recuerdos a Regan, así que todo era cuestión de largarse antes de que apareciera… o esperar a que lo hiciese para marcharnos después.

Pero estaba seguro de que eso no le iba a gustar a Grace.

Mya parecía no querer soltarse de ninguno de los dos, o más bien de los tres contando aquel oso tuerto, pero al final tuvo que hacerlo. - No es maquillaje. - Rió Mya ante el comentario de Grace. - Y me duele... - Se quejó, pero cuando escuchó las palabras de Man le sonrió. - Le rompí la nariz a una con el pie. - Dijo con cierto tono de orgullo al sentir el que salía del hombre al que admiraba como un héroe.

- Tenía que proteger a mi Gruñiditos. - Añadió presentando así al peluche en sociedad. - Así Grace tendrá al suyo para abrazarlo y yo al mío cuando lo necesite a mi lado. - Explicó dejándose caer sobre el cuerpo de Grace y mirando al peluche tuerto. Luego miró a Grace. - Por eso te recuerda a alguien, porque para que fuese Gruñiditos tuve que quitarle un ojo y que así se pareciesen más.

Al preguntar por la comida, Mya asintió con la cabeza. - Sí. Y estaba muy rico. Luego Claire me dio un helado de postre. - Miró a la chica y la sonrió. - Se ha portado muy bien conmigo. ¡Y me dejó elegir la ropa que llevo puesta! - La pequeña se puso en pie y dio una vuelta sobre sí misma. Llevaba unos pantalones oscuros, que recordaban a los de la policía militar, un jersey gris, pero con mangas largas, similar al de los uniformes policiales y unas deportivas oscuras. Estaba imitando el estilo que llevaba Grace antes del cambio de ropa.

- ¿Y sabes lo mejor? - Le preguntó a la comandante, girándose hacia Man. - Que ahora huele muy bien.

Mientras el encuentro familiar ocurría, alguien encendió la televisión, quizás para dar más intimidad al momento y en aquel instante parecía estar funcionando de nuevo y dando un informativo especial.

- Gracias a la policía de Marte, hemos logrado recuperar uno de los canales de televisión. Emitiremos en todas las cadenas lo mismo e iremos actualizando las noticias según nos informen desde el Consejo. Comenzamos.

- Chryse se declara en estado de alerta. Las autoridades piden a sus ciudadanos calma y que se confinen en sus casas. Aún se están investigando las causas, pero parece que un virus asola la ciudad y vuelve a los infectados muy peligrosos y violentos. La policía está trabajando en ello, pero es importante la colaboración ciudadana.

» En caso de tener algún infectado en casa, han de avisar cuanto antes a las autoridades pertinentes. Los síntomas iniciales hacen que el infectado esté como ido. En esa etapa no es peligroso, pero una vez el virus infecte por completo su cuerpo, se hará letal. No mantengan a los infectados en sus hogares y pidan ayuda rápido. Se les confinará mientras se estudia la enfermedad y se busca una cura.

» En otro orden de cosas, se busca al conocido criminal terrestre, Robert Plissken, más conocido como Snake. Se sabe que está en las calles de Chryse y se le acusa de acto terrorista y atentado contra la salud pública. No está solo y va armado.

» Se le considera el líder de un pequeño comando terrorista, causante de la liberación y propagación de este virus. Si alguien le ha visto a él o a sus compañeros, notifíqueselo a la policía de inmediato y no se enfrenten a ellos. Su equipo está formado por los siguientes ex-policías, acusados todos de traición, atentado contra la salud pública y terrorismo.

» Se sospecha que han secuestrado a la eminente doctora Kirsten Olsen. Se sabe que fue obligada a atenderles a punta de arma en el Hospital del Norte y ahora se encuentra desaparecida. Aunque aún está por confirmar que esté con ellos, de ser así, se les añadiría el secuestro a su lista de cargos.

» Por otro lado, se busca a una niña desaparecida. Lleva localizador, su número es el

En ese momento Raegan entró en la sala y la televisión fue apagada.

Brian dejó el mando sobre la mesa al ver a la mujer entrar tras apagar la televisión. Sabía lo que vendría ahora y prefería más intimidad. Además, si todo se desmadraba podrían tener problemas si Raegan contaba con simpatizantes entre los presentes. - ¡Muy bien! ¡Todos! ¡Examen de tiro! ¡Jessica y Sarah os evaluarán! ¡Y vosotras dos no os escapáis tampoco! ¡Luego quiero que limpiéis bien las armas antes de guardarlas de nuevo! - Dijo dando un par de palmadas para que todos le prestasen atención al ver como la mujer entraba altiva en la sala.

- ¡Vamos! ¡Es para hoy! - Les dijo a los presentes para luego mirar a Claire. - Y tú, deberías regresar con los pequeños, a ver que tal están. - La joven asintió con la cabeza, se despidió de Mya y del grupo y se marchó con el resto de hombres al tiempo que Amy se levantaba de la mesa al ver como Raegan miraba con odio hacia el grupo, a Snake y a ella.

Mientras Amy se acercaba a la mujer, Brian le preguntó enseguida, buscando mantener aún un buen ambiente. - ¿Y la doctora? ¿Ha decidido quedarse con nosotros o está en las duchas? - Preguntó con curiosidad, sentándose en el lugar que ocupaba Amy hacía unos instantes.

Tras la respuesta de Raegan y mientras comenzaban a hablar ambas mujeres, Brian se inclinó levemente hacia un lado y dejó un revólver en la mesa, parecía que se lo tendía a Man, pero estaba al alcance de todos. - Si todo se pone feo, yo no puedo intervenir hasta que ella atente contra Amy... conflicto de intereses... pero se que no tendréis problema en hacerlo antes si es necesario. - Susurró mirando a Man y a Grace alternativamente. - Y creo que todos sabemos el daño que os hizo y que no mantendrá el control.

- No la esperéis. - Dijo mirando al grupo de Snake. - Ha decidido quedarse y como bien apunta Brian, está en las duchas de la zona del laboratorio. Allí tiene ropa y comida, zona de descanso y trabajo que hacer. - Explicó con una macabra sonrisa en su rostro.

Entones se centró en Amy. - Y tú, ya veo que has elegido bando... ¿o es la comida de despedida? Veo que han recuperado a la mocosa, así que veo que se iran pronto y creo que has tenido tiempo suficiente como para pensártelo todo Amy. Espero que hayas sido lista y elegido bien. - Su tono sonaba soberbio a la par que amenazante. - A fin de cuentas, esta es tu casa y donde te quedarás y no querrás tenerme enfadada...

» Digamos que ya eres mayor y va siendo hora de pensar en una jubilación y dejar a los que te siguen en la cadena de mando ascender... y hay varias maneras de jubilarse o de que te jubilen. - Sus palabras, aún sin decir nada claro dejaban entrever demasiado. Raegan parecía tener claro en su cabeza lo que quería y lo que habría según eligiese Amy, pero también estaba dejando claro que en cuanto pudiese, aún estando con ella, le haría la cama en cuanto pudiera.

Amy se acercó a Raegan y miró a Robert, buscando fuerzas para enfrentarse a ella en ese cara a cara que sabía que iba a ser tan duro para ella misma. No dijo nada al respecto de que Olsen se quedase o no en la base. Lo importante para Amy no era eso ahora, aunque si lo sería para el grupo, pues quizás se sintiesen traicionados o la viesen como una desertora si estaban unidos unos con otros. Pero si las noticias de la televisión eran ciertas, la doctora solo debió estar unida a ellos por las circunstancias.

- Sí, Raegan. He tenido tiempo para aclararme, ver las cosas con prespectiva y tomar una decisión. - Dijo por fin la líder de la parte militar de aquel grupo del cual pocos conocían su alcance. - Mi decisión no solo es contundente, sino que ya he informado a nuestros superiores de ello. - Raegan mirón extrañada a Amy con aquellas palabras. ¿Qué tendría que ver una relación de pareja con los jefes?

- Y como tu superior, me vas a escuchar sin decir nada, ni interrumpirme ni una sola vez. No solo tú y yo hemos terminado. Sino que tu carrera, por llamarlo de alguna manera, también. Has sido relevada de tu puesto. Ahora Brian es mi segundo y sucesor si algo me ocurriese. Samantha ocupará el puesto de Brian. Tú, vuelves a ser un soldado más, si es que aún quieres seguir estando aquí. - Aquella degradación era deshonrosa para cualquiera, más aún para Raegan, pues la estaban dando por todos lados.

- Te has vuelto oportunista, violenta e incontrolable. Una dosis de humildad no te vendrá nada mal durante bastante tiempo y tú verás si quieres aprender de todo esto y volver a subir o quedarte ahí abajo. En cuanto a tú y yo, como te dije, se acabó. Y no. No te dejo por Rob. Que yo aún le ame no quiere decir que él a mi sí y todo sea maravilloso de golpe. Te dejo por lo que te has convertido.

»Lo que les hiciste, lo que ordenaste hacer para que Man o'War soltase a la niña no tiene nombre, Raegan. Nosotros no operamos así y lo sabes... o lo sabías. Pero creo que la sensación de poder y el ansia de conseguir más te ha nublado la vista y has perdido por completo la prespectiva. Me has amenazado más de una vez y te has puesto violenta conmigo a solas. Esa no es la mujer con la que yo estaba a gusto y bien. Así que si quieres buscar a un culpable de nuestra ruptura, de que te deje, mírate en un espejo y no mires a tu alrededor.

Las cosas se tensaban. Raegan apretaba la mandíbula y los puños. Su aire de superioridad había pasado a un claro odio hacia Amy y seguramente hacia todos los presentes.

Pues ya estaba dicho todo. Amy había puesto cojones, como no podía ser de otra forma y como esperaba que fuera Robert. La reacción de Raegan no iba a tardar mucho en producirse. Aquella zorra traicionera iba a poner toda la carne en el asador, aunque si podía pensar con frialdad, cosa difícil, no haría nada en esos momentos, pues estaba rodeada y seguramente acabarían mal las cosas para ella. No obstante, su ímpetu y su carácter violento podían traicionarle. Snake estaría preparado para ello y la reduciría si hiciera falta. 

No obstante, guardó silencio. El silencio era en muchas ocasiones, mucho más explicativo que cualquier mierda que se soltase por la boca. Si Raegan no entendía con su mirada ciclopea, que las cosas no acabarían bien para ella si intentaba cualquier estupidez en ese preciso instante, ninguna palabra podría detener su locura.

Momento de tenso silencio tras las palabras de Amy, mientras Raegar las digería. Si una mosca pasase volando en esos momentos, se sentiría avergonzada de que su zumbido rompiese el climax y se iría en silencio.

Desde su lugar, Vásquez observaba; no tenía nada que ver en esta movida, y se la sudaba lo que pasase, pero no podía dejar de pensar en que la cabrona esa montaría el numerito... o lo que era peor... no lo montaría, lo cual quería decir que se esperaría a liarla en frío y por la espalda...

... Sí, conocía a ese tipo de gente, de cuando era pandillera; sicarios con aspiraciones a los que, al darles un toque de humildad, se revolvían como perros, o se callaban y vendían a la que era su banda por unos gramos de mierda.

Por lo que pudiera pasar, estaba atenta... la tenía ganas, aunque fuese una zorra que sabía pelear...

Abracé a la pequeña cuando dijo lo de su peluche y "el mío" y miré a Gru. No me correspondía a mí decirle a la pequeña que podía abrazarle siempre que lo necesitase. - La verdad es que sí se dan un aire... los dos son cabezones... - Sonreí a mi amado y le guiñé un ojo. - y son un encanto ambos. - No pude hacer más que sonreír ante las declaraciones de Mya. No había estado tan mal después de todo y demostraba abiertamente cuanto apreciaba a Gru y no solo eso... sino que había copiado mi otra manera de vestir. Ahora seguía llevando ropa negra, pero no el jersey de la policía.

Y cuando Mya me preguntó si sabía que era lo mejor y respondió que Gru ahora olía muy bien, le miré y le sonreí nuevamente, para darle un beso en la mejilla a la pequeña.

Alguien puso la televisión y aquellas noticias iban siendo demoledoras para mí. Ahora toda la ciudad podría estar buscándoles... sería más difícil moverse con un perfil bajo. Al menos parecía que si daban a su amado por muerto. Era lo único bueno que tenía todo aquello.

- Felicidades, Snake. Eres el nuevo líder. - Traté de rebajar la tensión del momento antes de volverme hacia Mya cuando empezaron a hablar de la doctora y al poco la televisión se apagó y sentí como se tensaba el ambiente. Brian hizo su trabajo, evacuando el lugar, al tiempo que Amy buscaba mantener alejada a Raegan del grupo, pero cerca por si nos necesitaba. El hombre negro se sentó con nosotros y vi como depositaba un revólver sobre la mesa.

Allí habían grandes tiradores y con pistolas yo era infalible, pero sabía quien odiaba a Raegan más que yo y, a pesar de que Brian nos miraba a los dos, tuve que optar por proteger al más inocente del lugar.

Tomé la mano de mi amado, mientras escuchaba a Amy ponerle todo claro a Raegan. Demasiado claro, demasiado tenso. No iba a salir bien. La apreté con fuerza y me acerqué a su rostro. - Voy a sacar a Mya de aquí. Sobrevive o te juro que haré que vuelvas a la vida solo para poder volver a matarte yo. - Le susurré mirándole a los ojos, para luego besarle mientras le tapa los ojos a la enana. No quería escuchar unos de sus "puag" ni nada parecido en aquel momento. - No quiero que este sea nuestro último beso.

Miré a los demás.- Daros todos por besados. -Solté antes de mirar a Mya. - ¿Qué te parece si vamos a buscarle un parche a Gruñiditos? Se un sitio donde podemos encontrar mucha tela y seguro que alguna nos sirve. - Miré a mi amado. - Salvo que quieras ir tu con ella y que yo me encargue de esto.- Le dije con seriedad. Tenía clara una cosa. Si aquella mujer se iba de madre no saldría viva de aquella sala.

No sabía quien sería la mano ejecutora. Pero se condenó a muerte cuando nos trató así en aquel mismo lugar.

Ahora huelo muy bien.

Era un alivio, pensé con sarcasmo, aunque la realidad era que me alegraba que la mocosa se hubiese acercado a mí y me hubiera abrazado. Hasta ese momento, no me había preocupado nunca de cómo iba, si me había bañado un día o un mes antes, o las ropas que llevaba. No me importaban una mierda las relaciones sociales porque no tenía ninguna, más allá de esperar a que la muerte me alcanzara. Pero dado que ahora tenía una familia, todo era más complicado. Yo no estaba solo y la vida, de repente, me estaba dando una segunda oportunidad, además de obligarme a contener ansias que hasta ese momento, había tenido completa libertad para liberar.

Instintivamente, alargué mi mano para agarrar la de Mya y entonces, el chisporroteo de la televisión encendiéndose nos hizo volvernos a todos para mirarla. Era aquel gilipollas hablando sobre nosotros. Lo había conocido hacía algún tiempo y era tan capullo como parecía en la pantalla, y más cabrón de lo que la gente pensaba.

Por de pronto, no estaba diciendo más que estupideces, lo que me hizo soltar una pequeña risita.

-Sí, seguro que los ciudadanos colaboran. Rajando gargantas y agujereando corazones –comenté como si nada. Pero la verdad es que lo que decía, era un auténtico peligro, dado que acababa de convertir a todo ciudadano que no hubiese sido… in-fec-ta-do, en un jodido enemigo para nosotros. De repente, llegar a la nave se había vuelto más complicado. Y por si aquello no era suficiente, por supuesto, ahí estaban nuestras fotos, y a Snake como líder de nuestro pequeño grupo.

-Eh, Snake. Ya que eres el líder, ¿por qué no lideras nuestra salida de aquí? –le dije. Y fue en ese momento, cuando la furcia hizo su aparición estelar.

Sentí como mi mandíbula se apretaba y mis dientes se aplastaban unos con otros. Todo mi rostro se descompuso ante la rabia y el odio que sentía nada más verla, y mis puños se cerraron sobre sí mismos, soltando a Mya y centrando toda mi atención, absolutamente toda, en una sola persona.

Raegan.

Ni siquiera la aparición de aquel tío hizo que apartara la vista de ella. Lentamente, empecé a caminar hacia ella ignorándolo todo, mientras la tía de Snake se aproximaba también por su cuenta.

Cuando habló de la doctora, me parecía una mierda tan falsa como grande, pero me importaba lo mismo. La Olsen estaba mejor lejos que cerca y si no volvía a verla, mucho mejor incluso.

Pero me detuve. No sé por qué, pero al hablar como lo hizo, el tío se acercó a Grace y a mí para tomar partido. Yo lo miré y contemplé el arma que nos ofrecía, pero yo no necesitaba un arma. Pensaba matarla con mis propias manos. Cuando volví a centrar mi atención en la furcia, Amy estaba hablando con ella. La estaba poniendo en tu sitio, y no era precisamente detrás de ella, encima o debajo, o entre sus jodidas piernas, sino bien lejos.

El rostro de Raegan se descompuso y casi al mismo tiempo, Grace se acercó para impedirme que me tomase la justicia por mi mano. No la miré, pero la escuché perfectamente. Ahora tenía jodidas responsabilidades que antes no, gente que dependía de mí y que sufriría si desaparecía por capricho o dejarme llevar por mis jodidas emociones, y eso era algo demasiado doloroso como para permitir que ocurriese.

Gruñí, y asentí, y entonces agarré el arma que nos había dado el tío, aquel Brian que iba a ser el lugarteniente, y me acerqué con él en la mano a Amy y la furcia.

-Tienes mucha suerte, furcia. Si yo estuviera solo, no habría necesitado un arma para matarte. Lo habría hecho en cuanto apareciste por esa puerta y lo último que habrías visto, habría sido mis jodidos dientes apretados mientras te ahogaba con mis propias manos. Pero si hace salgo que no me gusta, como por ejemplo, seguir mirándome como lo haces, o a Amy, o a las chicas, te mato ahora mismo –le dije, apuntándole a la boca del estómago -. Así que esfúmate.

No era habitual en mí dar segundas oportunidades, pero era también la mía. Si escogía bien, seguiría viva. Si no… a tomar por culo.

Las palabras de Man resumían muy bien la situación. Su Raegan intentaba algo o seguía dando por culo, podía darse por muerta. Aunque lo cierto era que el lado violento de Man'o'War era demasiado... violento y por desgracia, no solía mostrar otro lado que no fuera eso, no al menos con alguien que no fuera Grace o Mya. Fuera como fuera, seguía esperando a que Raegan se marchara. 

Alcanzar la Torre a través de los túneles de los que había hablado Amy, era su mejor opción y de esa forma evitarían también toparse con ciudadanos de a pie, que podían desvelar su paradero o tratar de hacer algo en contra suya. Y sinceramente, a Snake no le apetecía matar civiles. No le apetecía matar en general, quería simplemente algo de tranquilidad. Jubilarse en una isla desierta, con una casa en un árbol y un mono mayordomo que le sirviera una piña colada en un coco, era en esos momentos su principal objetivo.

- No soy líder de nada... - Dijo Robert. - Pero si, vámonos ya... una piña colada me espera al final del jodido laberinto...

Amaba al hombre que estaba a mi lado y creía que por nada del mundo me separaría de su lado. Pero cuando entró Raegan en la sala y vi su mirada, cuando asimilé lo que Brian nos pedía y cuando me di cuenta de que Man o'War estaba allí ahora, dispuesto a hacerlo posible, entendí que debía salir de allí y no por mí ni por él, sino por Mya. La pequeña había visto ya demasiado, nos había visto a los dos matar a poseídos y huír de ellos, pero era lo suficientemente lista como para entender ella sola que eran ellos o nosotros.

Ver a Gru matar a otra persona "normal", por llamar a aquella mujer de otra manera, no sería bueno para ella. Miré a Irisa y me tentó pedirle a ella que se llevase a Mya, pero en el fondo sabía que la pequeña se resistiría lo justo para que viese lo que no debía, pues Man o'War gobernaba ahora el cuerpo de mi amado y no se iba a detener... mis palabras no consiguieron frenarle y al menos esperar a ver que hacía aquella mujer.

Así pues, no me quedó más remedio que levantarme y coger a Mya en mis brazos al tiempo que veía a mi amado, casi convertido en quien pude llegar a odiar y a matar apenas unos días atrás, frente a Raegan, apuntándole con el arma y hablándola bien claro. - Buscaremos un parche que se parezca al de Gru... ¿o prefieres uno que se parezca al de Snake? - Pregunté a Mya, tratando de distraerla de lo que estaba pasando.

Mi mirada se cruzó con la de Snake cuando dijo aquellas palabras. - Cuídale. Solo tengo uno. - Le susurré tras negarle con la cabeza que nos iríamos tan fácilmente. Había visto el odio y la rabia en la mirada de aquella mujer y la conocía perfectamente. Aquello se iba a poner feo, más aún sabiendo como nos entrenaban en la academia y como éramos capaces de evitar que ese tipo de disparos a bocajarro nos diesen... si la suerte estaba de nuestro lado.

Así que salí del comedor y me encaminé hacia el lugar donde tenían tanta ropa. Sabía que pasaría por delante de la enfermería, quizás el doctor me dejase unas tijeras si no estaba muy ocupado con algún nuevo paciente...